Draco Malfoy y el misterio de la lagrima de la sirena.

Capítulo 3: Retrato de dos mundos

Draco sale con una sonrisa satisfecha de todo el caos que es un mundial, no ha apostado nada, pero el solamente con haber ganado lo hace sentir una hectárea más de felicidad en su interior; Anthony va hablando animadamente con Michael sobre las jugadas de Krum, quien es un mejor buscador de lo que hubiera esperado. Para ser alguien tan joven, es un talento buscado a nivel mundial y sabiendo que ira este año a Hogwarts, bueno, nadie puede culpar a Draco por intentar hablarle o no; sería una ofensa no poder estrecharle la mano a un buscador de semejante categoría, así que hará sus planes para al menos poder saludar al hombre sin verse como un total acosador.

Como probablemente será todo el resto de Hogwarts.

Posiblemente.

Los adolescentes pueden ser muy aterradores cuando son fanáticos de algo, a pesar de 3 años con Harry, puede notar algunos estudiantes mirarlo como si fuera un Dios en persona; especialmente los de primer año.

Salir entre el mar de personas era molesto, especialmente porque Draco recordaba la única regla de su padre y era que el día de la final estaría en la tienda de este; era un poco más fácil decirlo que hacerlo, ya que salir entre un mar de personas era complicado.

Se despidió de sus amigos cuando pudieron respirar, el padre de Terry pareció recio a dejarlo a ir solo, pero Draco solo sonrió de forma felina sabiendo que puede desenvolverse solo. Camino de forma tranquila en medio del campamento, hay un destello castaño rojizo en su derecha que le hace voltear a ver; pero cuando su rostro se gira la persona ya se ha escapado de su mirada.

Deja Vu.

Draco entra a la tienda de su padre, confundido de encontrarla vacía y fría, bufando por bajo sin entender porque estaría tan quejumbroso porque estuviera ahí si no iba a estar este. Se está por cambiar de ropa, cuando voltea a buscar en todos lados su diario; maldice el recordar que Anthony se lo había quedado para hablar con Padma como idiota enamorado.

Debió habérselo quitado.

Pero el amor adolescente de sus amigos, era algo demasiado tentador de observar y para molestar a futuro, así que había ayudado a estos dos.

Se muerde el labio con inseguridad.

La tienda de los Boot se encuentra al otro lado del campamento, tomaría un tiempo el ir donde ellos, pero no había otra opción para recuperar su diario antes de las clases; medita un poco sobre el tema, antes de gruñir y ponerse de pie. Se cambia de ropa nuevamente, odiando haberse puesto un pijama de seda cuando tiene que quitarse su cómodo atuendo para salir fuera. Hay unas zapatillas deportivas que le había estado quitando a Anthony, que solamente utiliza porque su padre no está presente y son cómodas; la capucha verde la compro antes del partido.

No se ve como un sangre pura, pero Draco lo ignora para caminar lo más rápido que puede, esperando llegar antes que su padre haga acto de presencia.

Tal vez piense que se atrasó hablando con sus amigos.

Espera.

Sus pasos son tranquilos los primeros minutos, todavía tiene un largo trayecto por delante y sabe que no tiene que apresurarse tanto si quiere correr de regreso; pero hay algo en la quietud del campamento que lo alarma un poco, hace unos minutos todo había sido bullicio en celebraciones y ahora todo está demasiado tranquilo. Es como la calma antes de la tormenta y Draco comienza a sentir un hormigueo en su nuca, como si algo lo estuviera viendo; toma la gorra de su capucha para ponerla sobre su cabeza, queriendo apresurar su camino y alejarse de esta quietud.

Está pensando sobre quedarse en la tienda de los Boot y enviarle un mensaje a su padre de alguna forma con ayuda de los adultos, cuando una sombra negra se mueve por el rabillo de su ojo alarmándolo. Cuando voltea a ver no hay nadie, pero una risa lo hace saltar confundido y sintiendo todo su cuerpo tenso.

Es como el año pasado otra vez, cuando Sirus y él habían estado en la cabaña de los gritos, donde los Dementores habían aparecido y todo lo que quedaba era correr.

Esa anticipación, esa sensación de que debes huir, un instinto dentro de su vientre que deseaba tragar todo lo que había; la ansiedad lo hizo respirar agitado, sin darse cuenta que se había detenido viendo entre el camino por todos lados alarmado.

Algo está ahí, algo lo está viendo y Draco siente todo su cuerpo tenso.

Va a preguntar algo, esperando una respuesta, así que detiene las palabras de su boca porque eso es estúpido; el sonido de pasos en su espalda podrían ser cualquier cosa, podría ser uno de los campistas, están en la final de un mundial y alguna persona debe estar aun celebrando. El camino había estado silencioso durante un rato, pero Draco no tiene que pensar en lo peor, es solo casualidad.

No.

Draco no tiene casualidades, solo mala suerte y es mejor aceptar eso, para no ser estúpidamente optimista con lo que fuera que hay ahí afuera.

La varita en su bolsillo es sujetada por su mano con fuerza, su cuerpo no deja de temblar, la última vez había estado al lado de Sirus y ahora está completamente solo. No tiene ningún hechizo defensivo con lo que fuera que se encuentra entre las sombras, pero maldita sea que se va a quedar sin hacer algo y dejarse solamente vencer por cualquier cosa que quisiera atacarlo.

Unos pasos a su derecha lo hacen detenerse en sus pensamientos, antes de poder sentir la presencia de alguien ahí sin ocultarse; voltea para ver un cuerpo vestido de negro y una máscara en su rostro, sus ojos se ensanchan al ver la varita del mago alzada frente a él. Como si fuera una vieja película en su mente, recuerda entonces lo que había olvidado de su primera vida, esta parte de la historia donde algunos "Mortifagos" habían atacado los mundiales y puesto una marca en el sueño.

Lo había olvidado.

¿Por qué lo había olvidado?

Ni idea, no tiene tiempo para meterse dentro de sus pensamientos, solo sabe que alguien está ahí frente a él apuntándolo con la varita; agradece sus reflejos de buscador para arrojarse al suelo cuando el primer hechizo sale de la varita de su atacante.

Un ataque.

Peligro.

Corre.

Corre Draco corre.

Se levanta con torpeza y sale corriendo mientras escucha las risas a su espalda, entonces es cuando comienzan los gritos a su alrededor; Draco ve a lo largo diferentes hechizos iluminar partes del campamento y comienza a correr ignorando a los demás, preocupado por su propio pellejo mientras su mente va a una milla por hora. Escucho risas, hechizos, gritos pidiendo ayuda; pero Draco siguió corriendo sin querer pensar en que significaba todo esto.

Mortifagos.

Su padre era un mortifago.

¿Estaría ahí?

No, no estaría, Draco no quiere pensar en eso. Pero si eran Mortifagos era probable que estuvieran atacando a muggles, no entiende por qué lo estarían atacando a él.

Sus pensamientos se detienen un instante, recordando como iba vestido con una capucha y zapatillos muggles, además que su rostro no era bien apreciado por la oscuridad; era probable que lo hubieran confundido y eso no importaba. Solamente que sus instintos de supervivencia estaban en modo activado y estaba corriendo intentando regresar a su campamento, pero sin estar seguro ahí tampoco y no queriendo pensar en las advertencias de su padre sobre esa noche no ir con sus amigos.

No quiere pensar en eso.

No quiere pensar que su padre conocía sobre esto.

No quiere pensar que su padre es parte de esto.

Un hechizo zumbo en su cabeza, pero Draco quien tenía instintos de golpeador, su cuerpo movió su cabeza apenas a tiempo para que el hechizo no le diera y se escabullo entre unas tiendas donde las personas comenzaban a despertar alarmados sin duda.

Su padre era parte de esto.

Draco sigue corriendo aprovechando que la mayoría de personas no estaban aun en sus cinco sentidos, la mayoría se dirigía a los bosques; su cabeza no dejaba de pensar en Anthony y Michael, quienes eran mestizos, no dejaba de pensar que algo podría pasarles y Draco de alguna forma los había involucrado en esto. La familia Boot era sangre pura, podrían protegerlos, Luna también era sangre pura y estaría bien.

¿Por qué su padre haría esto?

Los gritos y alarmas eran mucho más altos ahora, a través del campo marchaba una multitud de magos, que iban muy apretados y se movían todos juntos apuntando hacia arriba con las varitas. Draco ya los había adelantado a todos, pero se mantenía a la distancia buscando algún rostro familiar; su mente no quería pensar en su padre, igualmente entornó los ojos para distinguirlos mejor. Parecía que no tuvieran rostro, pero luego comprendió que iban tapados con capuchas y máscaras. Por encima de ellos, en lo alto, flotando en medio del aire, había cuatro figuras que se debatían y contorsionaban adoptando formas grotescas.

Era como si los magos enmascarados que iban por el campo fueran titiriteros y los que flotaban en el aire fueran sus marionetas, manejadas mediante hilos invisibles que surgían de las varitas. Dos de las figuras eran muy pequeñas.

Draco se sintió terriblemente asqueado de todo esto.

Al grupo se iban juntando otros magos, que reían y apuntaban también con sus varitas a las figuras del aire. La marcha de la multitud arrollaba las tiendas de campaña. En una o dos ocasiones, Draco vio a alguno de los que marchaban destruir con un rayo originado en su varita alguna tienda que le estorbaba el paso. Varias se prendieron. El griterío iba en aumento.

Las personas que flotaban en el aire resultaron repentinamente iluminadas al pasar por encima de una tienda de campaña que estaba en llamas, y Draco reconoció a una de ellas: era el señor Roberts, el gerente del cámping que había conocido hace algunos días cuando llegaron. Los otros tres bien podían ser su mujer y sus hijos. Con la varita, uno de los de la multitud hizo girar a la señora Roberts hasta que quedó cabeza abajo: su camisón cayó entonces para revelar unas grandes bragas. Ella hizo lo que pudo para taparse mientras la multitud, abajo, chillaba y abucheaba alegremente.

Nadie hizo nada.

Maldita sea.

¿No hay algún auror entre el público que pudiera hacer algo?

No parecía que hubiera heridos, pero esto era humillante.

Su padre no podía estar entre esas personas, no podría estar disfrutando esto, era una estupidez.

Draco no quiere pensar en eso.

Corrió hacía el bosque, sintiéndose solo por fin y sin alguna presencia siguiéndolo, eso no evita por supuesto cuando su cuerpo impacta contra alguien y caen al suelo. Draco gimotea de dolor por el impacto repentino, cuando se medió incorpora puede ver un niño de cabellera rojiza y ojos celeste que también parece confundido por el impacto.

Al levantar la mirada, Draco siente una chispa de reconocimiento en el niño que también recibe él.

De vuelta dos años en el tiempo, recuerda el mismo niño mucho más joven en medio del callejón Diagon sujetando la mano de su hermana.

—¿Eugene? —musita intentando recordar bien el nombre de aquel niño que había ayudado hace tanto tiempo atrás con su hermana.

—Draco—el acento francés es bastante dominante, pero cuando unas chispas cerca los alarma, Draco entra en modo mamá gallina tomando la mano de Eugene para ponerlo de pie rápidamente.

Tiene un año menos que Draco si mal no recuerda, no importa.

—¿Tu hermana? —pregunta viendo a todos lados con la varita en alto, alegre de que ninguna sombra con mascara aparezca de la nada.

Este se sujeta a él con fuerza en la mano, pero para su sorpresa el niño levanta su propia varita con determinación en sus ojos.

—Mi hermana estaba cerca, nos separamos, ella esta con mi otro hermano—algunas palabras demuestran más su acento, pero el inglés es perfecto y Draco asiente con decisión.

Hace dos años el niño no hablaba inglés, pero ahora lo hizo y es más que suficiente; no sabe si puede luchar, pero no tiene tiempo para dudar.

Mientras pueda hacer un escudo es suficiente para Draco.

—Vamos a buscarlos cuando todo termine, por ahora busquemos algunos adultos para usarlos de escudo humano si es necesario—bromea sintiendo sudor por su carrera y la tensión de su cuerpo, Eugene asiente antes de seguirlo cuando comienzan a buscar algún adulto cercano.

El sonido de una bomba en el aire y destellos verdes lo hizo alarmarse, su mano temblaba como la de Eugene, pero había determinación en los ojos del niño, listo a luchar si fuera necesario. Hay un momento de silencio, donde Draco traga saliva con el temor de que un encapuchado salga de la nada; cuando no sucede y todo queda en silencio, baja la varita con nerviosismo antes de tomar su mano la muñeca de Eugene para comenzar a caminar.

Hay mirada nerviosa en el niño, que no deja de desviar la mirada ante cada sonido, que podría ser un mortifago o un campista.

Podría ser su padre.

Draco se obliga para alejar ese pensamiento de su mente, cuando llega a una parte donde hay gritos, es el francés entre esos gritos que lo alerta y rápidamente se apresura con Eugene; por la mirada en los ojos del niño parece que se ha enterado de que podría ser.

—Laissez-moi partir, laissez-moi partir pour Eugene, misérables enfoirés traînants (Suéltenme, déjenme ir por Eugene, miserables arrastrados hijos de puta)—la voz se hace más fuerte, cuando doblan por un árbol a un claro, Draco puede notar rápidamente que hay muchas personas reunidas.

No Mortifagos.

No su padre.

—Sœur—chilla Eugene llamando a su hermana, quien rápidamente voltea a verle.

Draco puede recordar a la chica que ayudo hace tan solo unos dos años, ahora parece más una adulta que antes y su cabello rojizo ahora es corto sobre sus hombros; al igual que Eugene parece tener ropa costosa de cama y la tiene bastante sucia. Los ojos celestes de la chica brillan al escuchar la voz, soltándose de un codazo del chico que la sujetaba para correr a los brazos de su hermano.

Es algo dramático.

Es doloroso.

Draco puede imaginarse como Orion, haciendo la misma escena con Selena, siendo un poco reticente al venir a los brazos de él; pero es casi lo mismo.

Aunque Selena y Orion nunca tuvieron que escapar de magos oscuros en medio de un mundial de quidditch.

Detalles técnicos, el sentimiento está ahí, no deben juzgarlo.

Hay algunas palabras en francés entre ambos hermanos, antes que Eugene se separe y la chica pueda verle, toma un momento recordar; su mente siempre está llena de cosas de por medio, así que una persona que ha visto hace dos años es algo muy enterrado en el fondo de su mente.

—Colette—dice Draco de forma pensativa, pero la chica frente a él asiente antes de abrazarlo; pestañea un momento sin entender el calor contra su cuerpo.

Pestañea estúpidamente dos veces más, antes que la chica se aleje de él con el rostro agradecido, antes de atraer a Eugene contra ella.

—Merci, eres el chico de aquella vez, me alegra tanto que encontraras a mi Petit frère—abraza al niño no tan niño, que no parece importarle ser utilizado cual oso de peluche gigante.

Bueno, no fue que lo ayudara, más bien que ambos chocaron en medio de todo el impacto, pero bueno al final había funcionado para bien. Dirige una rápida mirada al campo donde se encuentran, pero no puede ver el rostro de su padre o su cabello rubio; tampoco puede ver a ninguno de sus amigos y eso lo pone un poco tenso.

No sabe qué hacer.

—Fue una pequeña suerte reunirnos, tu hermano es bastante valiente—admite Draco recordando la mirada fiera del niño, que ahora sonríe con timidez al ver la mirada de su hermana entre exasperada y orgullosa.

Si.

Una familia.

—Muchas gracias joven Malfoy, son dos veces que nos has ayudado, estoy en deuda contigo—probablemente si la chica lo conociera, se habría abstenido de hacer ese comentario y en algún lugar del planeta si estaban bien, los amigos de Draco deben estar viendo con lastima a la pobre chica.

Bueno, no es que Draco la hubiera obligado, simplemente ella se ofreció y ya encontraría algún uso para ella en el futuro.

Era amable y agradable, pero Draco sabe aprovechar una oportunidad cuando la ve.

—Tal vez en el futuro, por ahora creo que es mejor que se queden por aquí a salvo, tengo que ir a buscar a mis amigos; pero cobrare esa deuda en el futuro—dice Draco con una sonrisa algo tensa, a lo cual la chica asiente antes de abrazar con fuerza a su hermano pequeño, que parece derretirse de alivio junto a su hermana mayor.

Una escena encantadora, que Draco espera poder hacer con sus amigos cuando los encuentre a salvo. No quiere pensar en nada que no sean ellos, en encontrarlos, en abrazarlos y el no pensar en que su padre podría estar implicado en todo esto.

Su padre que le había advertido que se quedara en su tienda.

Su padre que parecía haber estado tramando algo con sus amigos.

Su padre que no estaba aquí, mientras que Draco casi fue atacado.

Mortifagos.

Su padre era un mortifago y Draco no sabe que pensar al respecto, siempre supo que estaba del lado de Voldemort, pero no quiso pensar que esa noche había estado ahí afuera; no quiso pensar en el encapuchado que casi lo atrapa.

No.

No puede haber sido su padre.

¿Verdad?

—¿Draco? —la voz suave de Luna lo saca de su ensoñación, voltea a ver a su derecha con el rostro probablemente todavía blanco, sintiéndose impotente cuando ve a la niña a unos pasos.

Está bien, con pijama y el cabello alborotado, pero se encuentra bien y viéndolo aliviada; las manos de Draco tiemblan un poco antes de que prácticamente salte para aferrarse a Luna. Sabe que no le iba a pasar nada, que es improbable que la lastimaran a ella, pero habían intentado lastimarlo a él; realmente no tiene idea de qué clase de persona puede estar a salvo.

Luna está bien.

Intenta concentrarse en el calor de la niña contra él, de su pequeño cuerpo que tiembla un poco y su mirada amable que intenta tranquilizarlo.

Luna está bien.

Es su mantra cuando ella sujeta con cuidado su mano y lo guía entre la multitud. Esta algo perdido al inicio, pero ver a Anthony sentado con Michael que no deja de caminar del lado a otro, cerca de toda la familia Boot, hace que una risa casi histérica quiera salir de su pecho. El primero en voltear a verlo es Anthony, que sujeta el diario de Draco en sus manos, pero que deja de lado para correr y abrazarlo; Michael gruñe cuando Terry se une, pero ambos se apresuran para hacer un enorme abrazo masivo.

—Llegas tarde idiota, estábamos preocupados y teníamos el estúpido diario, así que no sabíamos si estabas bien—gruñe Michael, quien intenta ocultar su rostro lleno de lágrimas que no suelta.

Draco nota que todos están despeinados, sucios, probablemente asustados y solamente un poco histéricos.

Pero a salvo.

—Elegantemente tarde Michael, hay que tener clase—habla con voz inusualmente vulnerable, pero a esta hora quien no lo estaría.

Están a salvo.

Está rodeado por ellos y por un momento es perfecto.

Entonces el cielo se ilumina con una marca tenebrosa y el rostro de Draco cae totalmente, su vientre se llena de horror y se pregunta que pueden ver sus amigos en su rostro, porque rápidamente Anthony lo atrae contra él con fuerza repitiendo que todo va estar bien.

Su cuerpo no deja de temblar.

El horror lo llena al pensar en su padre, el horror lo llena al pensar que olvido algo como esto y no hizo nada para detenerlo.

Ha fallado.

—No te preocupes Draco, todo está bien, no tengas miedo—son las palabras que Anthony repite contra él, pero Draco no deja de temblar mientras se aferra a él alarmado.

Ha fallado.

No ocupa un estúpido relicario maldito, para saber que esto es culpa suya.

.

.

La familia Boot no quiere dejarlo ir a su tienda cuando todo el desastre ocurre, hay algunas voces que hablan sobre Harry y aunque quisiera ir a ver que sucedió, Draco se encuentra entumecido de pies a cabeza; pero solo hay una forma de saber realmente que ha pasado y es ir a la tienda de campar. Se despide de sus amigos y sujeta el diario con fuerza, mientras entra a la tienda siente un extraño frio en el ambiente que solo empeora cuando ve a su padre molesto en medio del lugar. Hay algo en sus ojos, Draco jura que es preocupación, pero no lo puede asegurar cuando este toma su mano y desaparecen. Es como si algo dentro de su vientre se contrajera de forma violenta, antes de caer de rodillas al suelo de su mansión.

Hay un jadeo de su madre que no los esperaba, pero Draco no puede dejar de ver el suelo alarmado.

Los eventos de la noche aún siguen reproduciéndose en su mente.

Sus manos tiemblan frente a él.

Tiene esa insaciable necesidad de vomitar todo frente a él.

—¿Qué ha pasado Lucius? —su madre que había parecido estar en medio de una lectura durante la noche, parece alarmada al verlos.

Draco ve a su padre aun con el rostro incrédulo, pero este solamente se restriega el rostro de una forma poco digna, muy diferente al jefe de familia que siempre parece ser.

Luce cansado.

Sus zapatos llenos de barro, hacen que Draco se vea enfermo.

—Estabas ahí—susurra Draco viendo a su padre incrédulo, pero este le da una mirada enojada.

—Te dije que te quedaras solo esta noche en la tienda Draco, no era tan difícil seguir una orden—su voz lo enferma, sus puños se aprietan sobre la alfombra bajo sus manos.

Narcisa parece dividida mientras los ve a ambos, su rostro parece no comprender que está pasando y eso alivia a Draco, porque eso podría significar que su madre no sabe nada de esto. No es que fuera una sorpresa, siempre ha sabido que su padre es un mortifago, o que lo fue, no importa las mentiras que dijera frente a un juicio de magos; no fue controlado para hacerlo.

Lo hizo porque quiso.

Como esta noche.

Lucius Malfoy hizo esto porque quiso.

Lucius aterrorizo personas por ahí, solo porque tenían una sangre diferente, solo por algo que ellos no podrían controlar; se rio de ellos y los humillo solo porque podía, Voldemort no estaba con vida, esto simplemente fue su padre haciendo lo que quería.

Se enfermo.

—Atacaste a esas personas—dice incrédulo, provocando que su padre se vea molesto y su madre los ve alarmada.

—¿Qué hiciste Lucius? —pregunto su madre alarmada, pero Draco solo veía a su padre.

—Me atacaron, me confundieron con un muggle y me atacaron—dice ahora histérico, porque aún ahora no parece verse como alguien corriente; la mirada de su padre parece impresionada y su madre lleva ambas manos en su boca viéndolos ahora alarmada—y tú eres uno de ellos, te reíste mientras eso pasaba—añade con incredulidad, sus manos temblando frente a él.

Sin poder creerlo.

—Draco ve a tu habitación—dice su madre, pero por primera vez en 14 años de su vida la ignora para ver a su padre que parece como si le hubieran abofeteado.

—Me atacaste—de forma indirecta, pudo haber sucedido, no sabe quién tenía la máscara en ese momento, pero incluso pudo ser su padre.

Casi quiere que sea una mentira, casi quiere pensar que esto no está pasando.

Pero paso.

Su padre era un mortifago, siempre lo supo, pero hoy duele mucho.

—No lo entiendes niño, no sabes lo que es ser un Malfoy, todo este tiempo solamente has estado corriendo haciendo lo que quieras, avergonzando nuestro nombre—se pregunta cuanto tiempo Lucius se ha guardado esas palabras, no parece que sean dichas al azar.

No pueden serlo, porque duele, cada palabra duele y su madre se adelanta para sujetar el brazo de su esposo, para decirle que se detenga, pero este la ignora viéndolo fijamente.

Hay honestidad en sus ojos.

Y duele.

Sonríe casi histéricamente.

¿Por qué él?

Otra vez, otra vez un padre que parece odiarlo, había vuelto a nacer en un mundo y su padre termina odiándolo de nuevo, sin duda es una maldita maldición; no puede tener más mala suerte. Supone que es culpa de Draco, lo único que tienen ambas situaciones similares, es su persona en la ecuación; maldice recordar su primera vida porque si no fuera así, su padre no lo vería de esa forma.

Seria feliz en la ignorancia.

No estaría sufriendo como si alguien tomara su corazón y lo apretara frente a él.

Cuanto más amas a alguien, esa persona tiene más poder sobre ti, y Draco amaba a su padre a pesar de todo lo que había sucedido entre ellos los últimos años. El amor duele y tal vez por eso odiaba amar a otros, odiaba darles poder sobre él y detestaba sentirse nuevamente como una basura frente a un progenitor.

Traga saliva y lo mira determinado, lo ama, pero Draco también sabe la línea fina entre al amor y el odio; quiere lastimarlo tanto como hizo con él y Draco es demasiado rencoroso para no aprovechar sus palabras.

—¿Crees que yo pedí este estúpido apellido? —su sonrisa crece de forma oscura al ver el rostro de su padre blanco por sus palabras—¿Acaso no crees que me avergüenza cada que alguien me ve y me compara contigo? —y tal vez también lo hace, también ha guardado algunas cosas en su interior que nunca libero por amor a este—el hijo de un mortifago, siempre seré eso, pero al igual que los hijos de muggles tampoco puedo elegir de quien provengo; solamente puedo avergonzarme de ser llamado tu hijo—no sabe cuándo se puso de pie, no sabe cuándo está escupiendo sus palabras frente a Lucius.

Pero la bofetada lo hace caer nuevamente sobre su trasero, sin arrepentirse, sin retractarse y viendo desde el suelo con el mentón en alto a su padre.

La sangre sale de su labio.

Sonríe sin humor.

Otra vez lo ha golpeado, pero el dolor no es tan doloroso, aunque podría comparar esa cachetada como un pequeño hilo cortado dentro de su mente; cuando levanta su mirada con total indiferencia, parece que su padre al borde de un colapso de rabia da un paso atrás. No puede saberlo totalmente con certeza, pero probablemente en algunos meses pueda voltear a ver atrás y recordaría este momento, donde una parte de él por fin termino de cortar ese lazo con su padre.

Había querido tanto salvarlo, que se alejara de todo, sin pensar que tal vez había disfrutado de estar al lado de Voldemort.

Disfrutado de cosas que lo enfermaban.

Y no importa que tantos recuerdos tenga con él, está cansado y ya no va a luchar más, no va a darle ni un segundo más de su tiempo.

Cortara todo con él.

—Draco ve a tu habitación ahora—dice su madre alarmada y en shock por lo que ha pasado.

Se pone sobre sus pies con tranquilidad, se limpia el polvo de sus ropas, antes de escupir sin cuidado la sangre al suelo; levanta la mirada indiferente hacia a Lucius, que parece en shock de lo que está presenciando.

Como si le importara.

Como si realmente le importara Draco.

Ya había demostrado suficiente.

—Claro madre—habla viendo a Narcisa, quien parece alterada y sin nada más que decir sale de la habitación.

Sus piernas tiemblan, pero no es el momento.

Se abalanza lo más rápido que puede hacia su habitación, escucha desde la distancia los gritos de su padre, pero Draco solamente puede pensar en una cosa; necesita correr. Entra y tropieza con sus pies en su habitación, pero, aunque se lastima más el rostro, se pone de pie rápidamente y se abalanza hacia la mochila abandonada a la distancia. Comienza a meter cosas en su mochila de forma alterada, el libro de Orion rápidamente y toda la investigación que tiene, su diario, los regalos de sus amigos que ha tenido todo este tiempo; su mano tiembla al ver un dragón de cristal que su padre le había dado cuando era niño, lo aprieta con fuerza antes de estamparlo contra la pared sin dudarlo.

Disfrutando de forma morbosa cuando se rompe en miles de cristales.

Suelta un grito frustrado, que no le importa si alguien escucha en la mansión, porque no sabe que más hacer y solo quiere llorar.

Pero todavía no.

No por ahora.

No toma ropa, nada de la ropa de diseñador de su padre, nada que represente ser un maldito Malfoy y solamente toma las cosas que su madre alguna vez le dio. Toma un pergamino y garabatea un breve saludo a su madre, antes de decirle que necesita estar lejos un tiempo. No sabe que hacer, pero sale de su cuarto alterado, todavía se escucha la discusión de su padre a lo lejos, así que aprovecha para meterse en el despacho de su madre que sabe tiene la red flu activada.

Se pregunta si podrá llegar, pero antes de que lo piense demasiado, grita el nombre de la red Flu que sabe podría ayudarle.

Siempre lo ayuda.

Sus pies tropiezan nuevamente ese día, cae de frente y la mochila cae a sus pies; hay unos pasos alarmados, Draco no puede ponerse de pie, solo se queda en el suelo sintiéndose una basura. La mano sobre su hombro luego de algunos jadeos, hace que, al levantar la vista, lo primero que vea es el rostro de su tía Andrómeda que parece confundida al verlo; su esposo Edward a su espalda lo mira también incrédulo.

—No sabía dónde más podía ir—susurra conteniendo a duras penas el llanto, hay algo de comprensión en los ojos de Andrómeda cuando lo ayuda a ponerse de pie con cuidado.

Draco no llora esa noche, pero cuando esta lo abraza al otorgarle la habitación de invitados, Draco se aferra a ella en un abrazo desesperado.

No hay explicaciones esa noche.

Draco lo prefiere así.

.

.

Draco durmió alrededor de 12 horas luego de que por fin pudo conciliar el sueño, los sonidos de la casa eran diferentes a los de la mansión y al final había dormido hasta horas entradas de la madrugada; fue el cuerpo de Dora cayendo sobre el suyo, de forma similar a Padma lo que lo hizo despertar alarmado y dando patas al aire. Su prima se ríe divertida, no comenta nada de la noche anterior o porque está ahí, pero lo empuja para que baje a cenar; Draco lo hace sintiéndose miserable. Su rostro se abre en sorpresa cuando al llegar al primer piso, una jaula lo espera y casi corre para abrazar a Merlín que rápidamente se posa en el hombro de su dueño; le pincha la cabeza de forma cariñosa y Draco nuevamente casi llora.

Pero no lo hace.

Hay varias maletas en el suelo, Draco no quiere tomarlas, pero la nota en la parte superior del baúl lo hace dudar antes de verla de cerca.

La letra de su madre es lo que le recibe.

.

Mi querido niño.

Reuní algunas cosas que dejaste en tu habitación, la mayoría de cosas que compramos juntos y también agregue el material escolar que compre durante tu ausencia para el siguiente año escolar. Hable con mi hermana y ella estuvo de acuerdo con tenerte lo que queda del verano; quiero hablar contigo, pero es mejor darte un poco de espacio.

No importa que hubiera sucedido, quiero que sepas que siempre voy amarte y nada hará cambiar eso.

Eres mi hijo Draco, mi mayor orgullo y siempre mío.

P.D: en la maleta hay una llave dorada, es mi bóveda de Gringotts, desde que naciste solamente puedo ingresar yo y ahora también podrás hacerlo tú; no dudes en sacar dinero para lo que necesites.

Espero poder verte el próximo verano.

.

Draco quiere preguntarle porque no vino también, pero en su lugar solamente cierra los ojos con fuerza y el chirrido de Merlín lo mantiene estable. Esto no es una despedida, no importa que tanto rompiera las conexiones con su padre, no se está despidiendo de su madre y no duda que sea la última vez que la va a ver nuevamente. Eso no evita que trague saliva de forma dolorosa, antes que el llamado de Dora lo haga salir de sus pensamientos y caminar con torpeza al comedor.

Sus ojos se abren incrédulos al ver a Sirus comiendo de forma descarada la cena, saludándolo con la mano cuando lo ve entrar.

—¿Sirus? —pregunta incrédulo, caminando y tomando asiento en la única silla disponible.

Merlín ulula antes de marcharse volando de regreso a la jaula en medio de la sala de estar.

Nadie lo está esperando para comer, incluso si su plato está servido, todos parecen haber comenzado sin él; es diferente a la mansión, no puede evitar pensar sorprendido. En su primera vida nunca espero a nadie para comer, se aseguraría que Selena comiera primero antes de atiborrarse de comida en el primer momento que pudiera; eso no significa que no se hubiera acostumbrado a lo contrario.

Es raro.

Pero no importa.

—Hola niño, vine a buscarte cuando Andy me envió una carta urgente; fue un horror no verte cuando sucedió todo lo de los mundiales—el hombre parece algo tenso y su sonrisa se desliza un poco, Draco hace una mueca pero al ver a los demás adultos poco sorprendidos, supone que hablaron de eso cuando estuvo en coma—me sorprendió verte por aquí, pero tampoco me parce tan sorprendente; fue un horror obligar a Harry a no acompañarme, te lo digo, ese mocoso está obsesionado contigo—parece querer insinuar algo en su oración, pero Draco lo ignora por ahora.

Tiene mucho que pensar.

Se restriega el rostro con una mano.

No había pensado mucho en la noche anterior, no quiere pensar en el diario o que estarían escribiendo sus amigos, no por ahora al menos.

—Ayer fue una locura, ¿Cómo están todos? —pregunta esperando que todo saliera bien.

Sirus se encoge de hombros.

—Hubo un problema con Harry y su varita que solucionamos rápidamente, todos los Weasley están bien, Harry y Hermione están con ellos ahora—

—Ya veo—

Nadie dice nada por un momento, mientras Draco aprovecha para comer un poco de pure de papas, que, aunque sabe que debe ser sabroso, no puede evitar pensar que es arena en su boca.

—Entonces, ¿Qué se siente ser el nuevo despechado de la familia? Deberíamos abrir un club—hay burla en la voz de Sirus, mientras la familia Tonks se gira a verlo incrédulo.

—Sirus—reprende su tía.

—Dale un día al menos niño—gruñe ahora Edward con una mano en su rostro.

Dora parece que lo pateo bajo la mesa, mientras Sirus gimotea sobre que fue muy grosera en voz alta. Draco no quiere detenerse a pensar al respecto, duda que fuera repudiado de su familia por lo pasado la noche anterior, pero a estas alturas realmente no sería algo muy sorprendente.

Una parte de él quisiera no sentirse tan mal.

Pero la verdad es que es doloroso a niveles que no está acostumbrado.

Se suponía que vendría a salvar a su familia y aquí estaba, huyendo de ellos por horror a lo que su padre era capaz, como un cobarde. Hay dolor en el pensamiento de su padre, en la idea de haber dejado a su madre con él y sobre todo lo que paso.

Pero no puede pensar en eso.

O llorara como el niño idiota que es.

Pero no lo hará, no le dará la satisfacción a su padre y si este estaba avergonzado de lo que se había convertido, bueno, Draco pensaba hacer todo lo posible para fastidiarlo.

—Supongo que lo hice más joven que tú, así que creo que, entre los dos, obviamente soy el mejor—habla con la voz ahogada y ojos al borde del llanto, pero con el mentón en alto de forma digna.

Si alguien ve que solo finge ser fuerte, amablemente no lo señala.

Sirus solo lo ve con cariño, antes de asentir de forma divertida.

—Hay un nuevo logro en la familia Black, tal vez es algo impreso en nuestro ADN ser ovejas negras de la familia—dice Sirus con indiferencia.

No es gracioso, pero de alguna forma por la ridiculez del asunto.

Draco suelta un bufido divertido, haciendo que parte de la bebida caiga de su boca y Dora gruña que es asqueroso, antes de empujarlo de forma divertida.

Y al menos por ese momento.

Todo parece correcto.

Al igual que hizo con su tía, cuando es hora de que Sirus deba irse, Draco se aferra un poco desesperado a él en un abrazo; temeroso de algún otro familiar que lo deje de lado. No sabe bien si Sirus puede entender su terror de alguna forma, pero lo abraza y le promete que vendrá pronto, que traería a Harry porque este estaba preocupado y Draco asiente antes de seguir abrazándolo.

Este se deja hacer, Sirus disfruta mucho del contacto físico con todos, pero hay algo en la forma que lo abraza, que no puede evitar la sensación que tenía al abrazar a Selena o a Luna.

Como un hermano.

Este se despide con una mirada triste en sus ojos.

Draco se pregunta que vera Sirus en él, pero este se marcha antes que pueda preguntar.

Bien.

Solo falta una semana para ir a Hogwarts, solo ocupa descansar un poco, no debe ser tan difícil.

.

.

Andrómeda nunca dice mucho, pero Draco sabe que puede quedarse lo que quedan de las vacaciones y no piensa salir de su nueva habitación señalada; aunque Dora tiene su propio departamento y además un trabajo a tiempo completo, intenta estar lo más que puede en casa y Draco se lo agradece. Se siente como un invitado, a pesar que Andrómeda y Edward lo tratan de la forma más amable posible, es un extraño entre ellos; se siente un poco incomodo en la mañana al desayunar, pero Edward choca sus tazas de café, agradecido de tener a otro amante de la cafeína con él. El hombre parece emocionado con mostrarle todo lo muggle de la casa y Draco sonríe tenso mientras lo sigue, es un poco incomodo, pero aprecia el que intenten hacerlo sentir cómodo y por un momento quiere olvidar el desastre que paso en casa.

No ha hablado con sus amigos, solo les dice que está bien, que no está en casa y que los vera en Hogwarts.

Con lo que no cuenta es con Anthony, quien no tiene idea con quien rayos ha hablado, pero el segundo día aparece en la puerta de la familia Tonks con rostro desesperado antes de taclearlo.

Su amigo lo empuja por ser un idiota e ignorarlos, lo abraza y luego se presenta con el matrimonio Tonks con una sonrisa tímida. Resulta que su casa no estaba tan lejos de ahí, tomo un tren antes de apresurarse a llegar y había estado hablando con Dora; quien lo había contactado anunciando que era su mejor amigo y probablemente le subiría el ánimo.

Es extraño.

En la mansión Malfoy nunca pudo invitar a nadie, pero aquí, su mejor amigo está aquí.

Anthony quien es carismático y se gana el cariño de sus tíos para aprovechar tener una rebanada de torta de manzana, quien lo obliga a salir de la casa para jugar un poco con la bola, quien rompe una ventana por accidente y terminan corriendo alarmados cuando el vecino sale molesto a reprenderlos.

—Te extrañe tanto—gruñe Draco cuando están en su nueva habitación provisional, Anthony saltando un poco sobre la cama cual crio de 5 años.

—Soy un encanto cariño, ahora cuéntame que mierda sucedió y porque ahora eres un rechazado de tu familia—no hay maldad en su voz, a cualquier otro habría enviado por la ladera antes de ser sincero.

Pero era Anthony.

Su mejor amigo.

Draco se retuerce un poco antes de contar de forma desgarrada lo que sucedió, lo que probablemente signifique su padre y sobre los Mortifagos ese día; habla brevemente sobre la discusión que tuvo en su casa y por primera vez en mucho tiempo, descubre el pensamiento de que tanto no les cuenta a sus amigos. No le dice sobre su vida pasada, porque no es alguien que deba saberlo y Draco duda que le crean; pero habla de forma un poco general sobre la situación con su padre, sin entrar en detalle que el año pasado lo amenazó con hacerle la vida imposible a sus amigos.

Que, pensándolo bien, irse de la casa podría no ser la mejor idea por ese motivo.

Si su padre quisiera joderlo, sería peor y eso lo hace sentir miserable.

—Tu padre suena como un dolor de trasero—admite Anthony jugando con Merlín, quien parece feliz que le de premios desde su nueva perchero que utiliza.

No es nada como los establos de lechuzas de la mansión Malfoy, pero Draco quiere pensar que su lechuza está feliz de estar a su lado.

Necesita pensar así.

—Lo es—dice con amargura, que provoca que Anthony se estremezca.

—Sabes tu querida prima dijo que tenían un monopolio por algún lado, estoy listo para que me des una paliza si eso te alegra el día—

—Anthony eres el mejor, con gusto te pateare trasero en compra de bienes y raíces en medio del juego—

Están por buscar el tablero, cuando Edward aparece diciendo que tiene visitas; Draco voltea a ver a Anthony con duda, pero este niega haberle dicho algo a sus amigos. Ambos se estremecen pensando en que hará Padma con ellos cuando se entere de todo lo sucedido sin ella, pero en un acuerdo tácito y silencioso, asienten decididos a no decir nada al menos que sea el último recurso.

Una voz familia lo hizo sonreír por bajo.

Sirus.

Ese hombre había vuelto pronto.

Se apresura deseoso de presentarle a Sirus a Anthony de forma correcta, pero no bien terminado de bajar el último escalón, todo lo que ve es un manchón negro antes de verse envuelto en los brazos de alguien. Draco tiene que pestañear confundido un momento, mientras manos pequeñas que definitivamente no son de Sirus se abrazan a él por el cuello, enterrando parte de su rostro en su hombro; el cuerpo es cálido y Draco toma un segundo en reconocer el cabello totalmente desordenado que tiene contra él.

Algo dentro de él aprieta dolorosamente, sin querer admitir que, de estos días, el abrazo de Harry probablemente fue lo más cercano a romperlo totalmente, de hacerlo querer llorar por algún motivo.

Sincero.

Cariñoso.

Desesperado.

Draco le regresa el abrazo de igual forma luego de unos segundos confundido, rodeando su cintura para atraerlo contra él igualmente desesperado de afecto; supone que no es muy diferente a Sirus en estos aspectos.

También porque Harry de alguna forma, es Harry.

Nunca lo ve abrazar a otros o iniciar el contacto con los demás, pero hay algo honesto en este abrazo que Draco le hace querer más.

Harry se aleja de pronto viéndolo alarmado de arriba abajo, pero tampoco se aleja demasiado, solo lo suficiente para tener sus manos sobre sus hombros. Draco no quiere pensar que extraña la calidez de Harry contra él, no quiere sonar como un niño pequeño que necesita del abrazo de alguien para sentirse cómodo.

Frunce un poco el ceño, sorprendido de sus propios pensamientos.

—Draco maldita sea estaba preocupado, Sirus me dijo que no estabas en tu casa, ¿Qué rayos paso?, Sirus aseguro que estabas bien pero no te vimos durante el desastre del mundial y estaba preocupado—brama el chico claramente preocupado a niveles que su presión arterial no deben estar felices.

Pestañea antes de voltear a ver a Sirus confundido, sin entender porque parecía contarle algunas cosas y otras no.

Este se encoge de hombros.

La maldice en silencio y este parece saberlo por su sonrisa descarada.

—Tuve problemas con mi padre, supongo que era uno de los tipos disfrazados esa noche y puede que lo ofendiera de alguna forma cuando me llevo a casa—intenta que sonara despreocupado, pero por el rostro blanco de Harry puede imaginar que no.

Maldición.

—Si eso me da curiosidad, que le dijiste al viejo y estirado Lucius, me he preguntado eso por días—habla Sirus, ganando miradas de todos los presentes de incredulidad, excepto Draco que lo ve con cierto grado de diversión.

Anthony salta al lado de Draco para saludar a Sirus.

—Hola mi nombre es Anthony Goldstein, creo que no hablamos mucho durante el verano—se presentó de forma jovial nuevamente y Sirus asintió de regreso con curiosidad.

—Hablo de ti si no me olvido, mi nombre es Sirus Black, ex convicto que fue inocente, Draco me ayudo a escapar el año pasado—dice restándole importancia con una mano y Draco rueda los ojos.

Una reina del drama.

Voltea a ver a Harry que si bien no lo está tocando ahora, parece lucir un ceño preocupado al verlo, lo empuja por el hombro con una sonrisa algo tensa.

—Deja de pensarlo mucho Harry, estoy bien—intenta tranquilizarlo, el rostro de Harry lo ve instantemente unos momentos, antes de suspirar y bajar los hombros algo derrotado.

—Íbamos a jugar monopoly, ahora hay más personas para que no quedarme solo cuando Draco me haga paliza—anuncia Anthony con emoción.

Andrómeda suspira antes de anunciar que ira hacer más comida para más invitados, Edward parece emocionado de jugar con todos y Sirus rápidamente toma asiento en la sala de estar como si fuera un crio; esta por sentarse al lado de Sirus, cuando Anthony rápidamente le roba el espacio y lo obliga a sentarse junto a Harry en el suelo.

Ve extraño a su amigo, que solamente sonríe de forma divertida; voltea a ver a Harry curioso de que está pasando, pero este solo esta levemente sonrojado mientras gimotea por bajo.

—Quiero que sepas que como miembro de la noble casa Black, era un Dios del monopoly—anuncia Sirus de forma dramática.

Todos lo ven incrédulos.

Voltea a ver a Harry con seriedad.

—Se que es tu padrino Harry, pero no tienes que vivir con él, estoy seguro que Andrómeda podría darte un espacio si estas necesitado—no ha terminado de hablar, cuando Sirus le lanza una potente almohada que lo hace caer al suelo con risas involuntarias—estúpido perro, eso dolió—

—Deja de poner a mi ahijado en mi contra mocoso, no uses tus encantos con mi niño—

—¿Cuáles encantos? —otra almohada en la cara—eso no era necesario—

—Sirus cállate—

—Oh Harry deja de protegerlo, estoy seguro que tiene dos huevos para hacerlo, no espera…maldito ingrato de ahijado que me lanza una almohada—

Hay risas hasta que Andrómeda asoma el rostro con seriedad y todos dejan de lanzarse almohadas, luego de eso el juego inicia y es hasta dos horas después, cuando Draco sonríe de forma salvaje a Sirus; este parece tener un poco del talento Black si la forma en como es el único en pie significa algo, fue criado como heredero de laguna forma y tiene algunos trucos bajo la manga.

Edward quien fue el primero en ser quebrado se fue a la cocina para traer comida, Anthony que apenas tiene una propiedad parece sobrevivir de pura suerte y Harry por otro lado no le importo estar en banca rota luego de Edward; el chico se ríe con su tío mientras sigue a su lado, Draco no quiere pensar que sus piernas se han tocado durante todo el partido o como lo ha notado.

Tiene cosas más importantes que pensar.

Como vencer a Sirus.

—No maldita sea no—gimotea Sirus cuando al fin cae dentro de su propiedad de color verde con hotel y Draco lo señala con una risa de victoria.

El tablero sale volando por Sirus, quien se niega a pagar la estúpida cantidad de dinero y antes de saberlo Anthony tose algo como "quidditch", provocando que Sirus y Draco se pongan de pie rápidamente declarando que terminaran con quidditch este combate. Edward comenta algo sobre algunas escobas en el ático y un campo cercano que podrían usar para jugar, por lo cual Draco se abalanza corriendo a su cuarto en busca de su escoba y Sirus chilla a Harry para que vuelva a Grimmauld para que traiga su saeta de fuego.

Son Anthony y Draco vs Sirus y Harry, que termina en un extraño juego de cuatro personas, todos llenos de barro para la cena.

Andrómeda debería estar furiosa, pero en realidad solo sonríe al verlo reír a carcajadas por la interpretación de Anthony ante una jugada de Sirus.

Cuando es hora de marcharse Sirus lo envuelve en un fuerte abrazo cálido y reconfortante, luego Harry parece algo torpe y es ahora Draco quien le regresa el mismo abrazo que se dieron en la mañana; su vientre da un pequeño giro ante el abrazo con su amigo, pero deja de pensar en eso cuando estos se marchan y Anthony es invitado para una pijamada.

Dos horas más tarde Dora se une a la pijamada de niños y terminan viendo películas de terror, mientras Draco duerme contra el hombro de Anthony y las piernas sobre el regazo de Dora.

Sintiéndose seguro y satisfecho con el día.

.

.

Anthony aparentemente se queja de que nuevamente lo ha dejado sin sabanas y Draco le hace una zancadilla cuando va entrar al baño, hay algunas discusiones entre ambos y Draco nuevamente señala que la Coca-Cola es mucho mejor que la Pepsi antes que Andrómeda los obligue a salir y hacer cosas de niños normales. Con 14 años no debería ser extraño salir por ahí solos, aunque Draco estaba algo nervioso sin conocer nada realmente de la zona; así que como único lugar que había visitado en su segundo año por navidad, caminan tranquilamente a la tienda de antigüedades que había mostrado Dora hace tanto tiempo atrás. Un adulto de cabello castaño y ojos azules, que recuerda como amigo de Dora lo saluda; hay una chispa de reconocimiento.

—Pero si es el Malen'kiy (pequeño) amigo de Nymphadora—

—¿Orel? —

—Con buena memoria por lo que veo—

El hombre sigue sonriendo, con una sonrisa que sería digna de algún anuncio de pasta de dientes, mientras Anthony camina viendo todo con interés. Chilla cuando dice que ha encontrado una espada que podría ser como de una película medieval, provocando que Draco observe nuevamente la tienda de antigüedades.

Tiene muchas cosas.

Cosas muy extrañas.

¿De dónde son realmente?

—Ditya nepriyatnostey (el niño de la molestia)—habla la voz gruesa y profunda de alguien detrás de Draco, que lo hace saltar ligeramente antes de voltear a ver a Antón; sigue teniendo el cabello blanco, panzón y con quijada gruesa que hace a Draco tragar saliva.

Que rostro más intimidante.

—Dobryy den' (Buenas tardes)—saluda Draco, sabiendo que hablar ruso ayuda a que el ánimo del hombre se relajara, efectivamente, al igual que antes este parece asentir complacido.

Anthony que de alguna forma ha obtenido lo que parece un yelmo en su cabeza de aspecto antiguo, que Draco no piensa pagar, llega con lo que parece una pequeña figura de caballo de cristal; no quiere pensar en el dragón de cristal que rompió en su habitación, pero el recuerdo duele un poco cuando Anthony casi pone el caballo de cristal frente a su nariz.

—Mira Draco, es bastante bonito, ¿crees que le gustara a Padma? —la forma inocente de preguntar de su amigo, lo hace suspirar.

Desde segundo año sus dos amigos habían estado bailando alrededor del otro, pero parece que Anthony ha obtenido; es un poco frustrante verlos así, pero cree que son demasiado jóvenes tal vez para intentar algo realmente entre ellos, pero este año tienen 14 años. Una edad perfectamente normal para ir a citas con alguien que te gusta, así que Draco piensa que su plan de encerrarlos en un armario no está mal.

Cualquiera que ve a dos idiotas bailar entre ellos, lo haría.

—Bueno, pero mira quien intenta por fin cortejar a Padma—mueve sus cejas de forma insinuante, pero Anthony solamente le gruñe idiota antes de irse para ver más cosas.

Va a seguirlo, pero una mano en el hombro de Draco lo hace detenerse confundido, Antón lo ve fijamente antes de asentir y hacerle una expresión para que lo siga; Draco tiene que ir a tomar a Anthony de la mano para poder arrastrarlo a lo cual este se queja.

Como cuando vieron la imitación de los huevos de Fabergé van a la trastienda, donde hay muchas más cosas en cajas y llenas de polvo de lo que Draco le gustaría; no es obsesivo con la limpieza, pero tampoco es un amante de tanta acumulación.

—Ya recuerdo donde te había visto, hace dos años me pareciste familiar, pero ahora que has crecido un poco más está más claro—gruño Antón buscando entre algunas de las cajas más profundas de la habitación, levantando polvo en el proceso que lo hizo estornudar.

Anthony parecía querer soportar la risa, siempre parecían burlarse de sus estornudos, que sus amigos catalogaron como "estornudos de gatito"; este gatito iba a darles un puñetazo alguna vez en la cara si siguen haciendo el mismo chiste.

Aprovecha para quitarle el yelmo a Anthony que gimotea molesto, pero sujetando con fuerza la pieza de cristal entre sus manos que probablemente encantara a Padma.

No porque sea elegante.

Simplemente porque es algo de Anthony.

No sabe que más obvio podrían ser ambos, es doloroso de ver y supone que, si las hormonas significan algo este año, va ser toda una tortura; ver a dos de sus amigos enamorados y no poder hacer nada, Draco no puede imaginar que alguien sufra como él. Pero es un gran amigo y piensa ayudarlos en todo lo que pueda este año, para que se den cuenta que son perfectos el uno para el otro.

—Tu rostro es perturbador—

—Cállate Anthony—

Antón vuelve con una pesada caja, que al poner frente a ellos levanta más polvo y hace que arruguen el rostro incomodos por la situación. Ambos comparten una mirada confundidos de toda la situación, pero el hombre los hace callar mientras abre la enorme caja, sacando más cosas que parecen llenas de polvo; Draco quiere comentar que una mejor limpieza podría conservar mejor cualquier objeto, pero si es verdad Antón intimida un poco.

Draco no va ser quien le diga al hombre como hacer su trabajo, quiere mucho su vida en realidad.

Cuando este saca lo que parece un pequeño marco de fotografía y se lo pasa a Draco, quiere negarse y decir que probablemente este sucio, pero es casi puesto sobre sus manos y no le queda otra más que arrugar el rostro y tomar el criadero de gérmenes con polvo de sus manos. Claro que todo queda en el olvido cuando el dibujo en el viejo portarretrato le regresa la mirada, sus manos tiemblan ligeramente y sus ojos se abren en shock; Anthony se asoma a su lado, jadeando levemente por bajo.

—Draco… ¿por qué ese tipo se parece tanto a ti? —la pregunta de Anthony es la misma que tiene Draco, sujetando el marco con tanta fuerza ahora, que espera que su mirada pueda encender de forma espontánea el dibujo.

Es él.

No hay otra forma de decirlo.

En su otra vida.

O algo así.

El hombre adulto que, aunque es pintado sin color, debería ser rubio también y tiene las mismas facciones que Orion tuvo antes de ser Draco; había pensado que ambos se parecían mucho cuando vio su boggart el año pasado, pero ahora que estaba frente a un dibujo de esta persona, era como pensar que es un Draco con muchos más años sobre él. Sus ropas parecen antiguas, hay una frialdad capturada en el retrato y Draco solamente quiere tirar todo para poder vomitar en una esquina.

¿Por qué?

Ni siquiera era una pregunta valida en su mente, pero no tenía cabida para cualquier otra pregunta en este momento.

—¿Qué significa esto? —logra a preguntar con voz titubeante a Antón, que solamente se limpia las manos contra su pantalón de forma descuidada.

—Es un retrato antiguo, era de mi abuelo, alguien lo vendió a este hace años y paso en la familia; no recuerdo bien de que trataba, creo que era un hombre que creo algo llamado "la lagrima de la sirena"—rebusco un poco descuidado en la caja, antes de sacar otro retrato que lo paso.

Draco lo tomo de forma desesperada, viendo que solamente era la imagen de un dibujo de un extraño collar; este tenía color y había una hermosa joya en forma de lagrima de color verde en este. Toco de forma descuidada su pecho, sin entender de que hablaba.

Antes de recordar como hace algunos días, había leído en el libro de Sirus, algo sobre una lagrima de sirena.

Algo sobre la primera matriarca de la familia Black prohibiendo su búsqueda.

Si era real.

¿Pero cómo llego algo así hasta aquí?

En una familia de no magos.

—¿Por qué se parece a Draco? —pregunto Anthony al hombre con el ceño fruncido, luciendo perplejo, pero este solo se encogió de hombros.

—Tal vez sea algún antepasado tuyo mocoso, pero apenas te vi, me recordaste a él; no niego que en algunos años probablemente seas su viva imagen—aseguro el hombre viéndolo ahora con curiosidad.

Draco no se sintió feliz de sus palabras, en cambio miro el retrato todavía en sus manos, sintiéndose algo enfermo de verse en el dibujo.

Entonces, levanto la vista alarmado.

—¿Sabes su nombre? El nombre del hombre del retrato—comento casi alarmado, sintiendo la bilis subir sobre su garganta, porque Draco sabe el nombre antes que el hombre lo diga.

Porque el relicario en su tercer año le había mostrado a este hombre antes.

—Creo que su nombre era Orion Blake—musita Antón luego de un rato pensando un poco.

Draco jadea viendo a Anthony, cuya expresión también se vuelve pálida.

Bien.

Maldición.

Continuara…

Creo que hay muchas cosas de este capítulo que probablemente los sorprenda a muchos, otras cosas que no tanto y estoy segura que el conceso general al leer este capítulo es el odio hacía a Lucius; pero si lo odian significa que les estoy creando emociones, así que me doy satisfecha como autora por eso.

Para aclarar Draco no ha abandonado a su familia, faltaba una semana para las clases y solamente quiso apartarse de su padre un momento; pero algunas consecuencias podrían ser desastrosas en el futuro.

A diferencia de años pasados, donde el nombre del título tenía sentido hasta al final del libro, en este parece que entramos en algunas cosas más pronto. El próximo capitulo nuestros niños van a Hogwarts y créanme, ahí solamente van a iniciar los problemas.

¿Alguien más amo a Harry en este capítulo?

Draco date cuenta.