Draco Malfoy y el misterio de la lagrima de la sirena.
Capítulo 4: Hufflepuff
Draco realmente le gustaría admitir que luego del evento en la tienda de segundo mano, todo fue mucho más tranquilo, pero no lo fue; pagando una suma pobre de dinero por el caballo de cristal de Anthony y un precio bastante exorbitante por el retrato de Orion Blake, todo había ido de mal en peor. Antón le había dicho que era una reliquia familiar, Draco objeto que llevaba años en una caja y al final no le importo pagar dinero por ambos dibujos que llevo a su hogar temporal con enojo. Anthony describió con duras penas lo sucedido en los diarios que no habían dejado de enloquecer desde entonces, pero no tanto como Draco en medio de una locura sin entender porque la vida parecía reírse de él en su cara.
Otra vez.
Terry había comentado sobre qué tal vez había descubierto algo sobre la "lagrima de sirena" que hablarían cuando estuvieran en el tren.
Lo cual hizo los siguientes días una completa tortura.
¿Cómo se relaciona todo esto?
Orion Blake era un mago oscuro que había creado muchos artefactos mágicos, además del espejo de Oesed y ayudado a la creación del medallón de Salazar Slytherin; sin incluir hechizos mágicos que Draco nunca había visto, tenía dos bajo su dominio (probablemente quedaría inconsciente al usarlos) y el uso de runas mágicas de forma anormal.
El hombre había sido el maestro de Salazar Slytherin en algún punto de su vida.
Esmeralda que parecía conocerse como la heredera original de la casa Black, quien había desaparecido de la mayoría de libros de historia de su propia familia, solamente apareció mencionada por los primeros nombres dentro del árbol familiar.
Lyra y Perceus Black, quienes hablaban sobre la "lagrima de la sirena", como una búsqueda infructífera.
Draco sabe bastante de buscas infructíferas y no lo ha detenido en 3 años, un cuarto no hará la diferencia.
Orion quien en su libro describe a Esmeralda casi como un amor imposible, un amor desaparecido.
¿Qué es lo que no puede ver?
¿Cuál es la conexión de todas estas cosas?
¿Cuál es toda la historia?
Además, no podemos agregar el terrible parecido de Draco con Orion, tanto en su vida anterior como el mago oscuro que parece haber vivido hace siglos en esta vida; la apariencia física de los 3 es idéntica y eso lo llevo a Draco a suponer alterado sobre una nueva posibilidad. Una que había rondado su mente anteriormente, pero lo descarto porque era demasiado ridículo como para pensarlo intensamente.
¿Es su primera rencarnación?
No había querido pensar en eso, había asumido que la ilusión del medallón solamente se había adaptado a su persona por ser quien lo poseyó; pero la idea de que su vida estaba relacionada a Orion Blake, el mago oscuro, era algo que comenzaba a inquietarlo. Puede que fuera algún antepasado y por eso el parecido físico, no había pruebas de que hubiera algo más que un poco de genética y alguna deidad que pensó que esto sería divertido.
Pero no pudo evitar preguntarse.
¿Podría ser esta su tercera rencarnación?
El padre de Padma le había explicado sobre el Samsara.
Samsara es el ciclo de nacimientos, vida, muertes y renacimientos en la mayoría de las tradiciones filosóficas de la India incluyendo hinduismo, budismo y jainismo. Se asume como un hecho irrefutable de la naturaleza. Estas tradiciones difieren en la terminología con la que describen al proceso y cómo es interpretado.
La mayoría de estas religiones consideran al samsara negativamente, como un estado de sufrimiento del que hay que escapar. Algunos como los advaitas, consideran que el mundo y la participación en el samsara es fundamentalmente maya (la ilusión de la realidad), que nos tiene "atrapado" a través de las Guna.
Antes que el alma se libere, se debe rencarnar varias veces y no hay una prueba total de que esta sea su primera rencarnación; aunque es la primera que tiene recuerdos de su vida pasada. Hasta donde el universo conoce y el plano astral, Draco podría haber tenido muchas vidas y solo ahora estaba recordando la anterior; era incluso ahora un recuerdo un poco vago que cada vez era más borroso.
No había prueba de que Orion Blake el mago oscuro habría sido una vida pasada suya.
Pero.
Aparte del nombre y la apariencia física, Draco encontró el libro de este, un libro que no debería estar en la biblioteca y había aparecido ante él; como si hubiera sido otorgado a su persona por algo.
No quería pensar en eso, pero Draco ocupaba tener todas las posibilidades antes de pensar en una respuesta clara; tristemente esta teoría no podría ser compartida con nadie, porque Draco se niega a decirle a los demás sobre su alma rencarnada. Primero porque duda que alguien suficientemente demente le crea, segundo no quiere que nadie piense diferente de él y tercero, pero más importante.
Culpa.
Por todo lo que ha pasado hasta ahora y no ha podido evitar.
Un dolor de cabeza.
.
.
El día que hay que volver a Hogwarts, Draco se encuentra ansioso porque ocupa hablar con Terry sobre que ha descubierto y Hogwarts se siente como…casa. Desde lo que ocurrió con su padre, se siente confundido y perdido, vivir con sus tíos es genial, pero no es su casa; son familia, pero este lugar no le pertenece por mucho que intenten incluirlo. Hogwarts por otro lado está lleno de amigos y seres queridos, incluso con Dumbledore al mando, se siente como un lugar seguro al cual volver y es algo divertido el pensamiento. Madison la madre de Anthony tiene la amabilidad para pasar por él, no es que no le gustaría que Andrómeda o Edward vayan con él, pero es mejor no alarmar mucho a los demás; especialmente si no se sabe a ciencia cierta qué sucede en la familia Malfoy.
Podría armar un drama para exponer a su padre, pero no lo ve necesario.
No por ahora cuando no ha hecho nada en contra de sus amigos o sus familias, prefiere mantener cualquier arma bajo su manga; especialmente a la prensa.
Es un cese al fuego momentáneo, pero Draco sabe que cuando vuelvan a estar en el mismo espacio, es cuestión de tiempo hasta que alguno salte a lastimar al otro.
Así que no quiere pensar al respecto.
No quiere pensar en que su madre no está presente con él este año.
Anthony quien lo había saludado con un abrazo aplastante, habla rápidamente por bajo sobre si ha descubierto algo y Draco no puede decir sus teorías; Anthony debe suponer que oculta algo por su ceño fruncido, pero deja de molestarlo cuando su madre Madison lleva la charla a temas más seguros. No puede evitar agradecer que no mencione a su familia, en su lugar pregunta por sus tíos y Draco es feliz de alejar la charla tanto de Anthony como puede.
No tiene la misma suerte cuando llega a la plataforma y Padma lo atrapa sin dar muchos pasos. Gruñe maldiciones por bajo antes de saludar a Parvati y sus dos padres, quienes solamente saludan con amabilidad y Draco no había notado como cada principio de año, no había podido saludarlos libremente.
—Tenemos mucho de qué hablar Draco—hay una no tan sutil amenaza en el tono mordaz de Padma, que hace que Draco entable rápidamente una conversación con Parvati, casi queriendo que no se vaya y lo deje con su gemela.
Esta sonríe divertida, antes de negar con la cabeza.
Iravan y Uma Patil solamente lo miran divertidos, antes de entablar una conversación con Madison de forma casual.
Gira a ver a Anthony con ojos suplicantes, pero este lo ignora olímpicamente.
Traidores.
Va a quejarse cuando unas carcajadas lo distraen y voltea a ver a su derecha, alejado algunos pies se encuentra Harry con Sirus y el resto de la familia Weasley; Draco ve incrédulo como Harry parece rodeado de felicidad mientras habla con Sirus, casi viéndose como un niño normal. Su pecho punza de forma dolorosa, pensando que en algún universo alterno Harry no tendría a nadie aparte de la familia Weasley; no es que fueran malos, pero no tendría nada que llamar suyo.
Draco arrugo el rostro, incluso con su padre en su vida pasada, Selena siempre había estado ahí.
Harry estaba solo.
Y ahora iría a un torneo de la muerte donde revivirían a un tipo sin nariz.
Ocupaba evitarlo.
Harry quien estaba hablando con el hermano de Ron, voltea de pronto pestañeando hacía su dirección, Draco se siente un poco inquieto cuando este sonríe y saluda animadamente; toda la familia Weasley y Sirus voltean a verlos y por algún motivo se siente un poco nervioso al saludar torpemente con la mano, antes de voltear rápidamente a sus dos amigos con el rostro acalorado.
Padma lo ve sorprendida, antes de voltear a Anthony con intensidad y este sonríe.
—Tengo que contarte después sobre lo que paso, hay actualizaciones sobre el Drarry—habla este y los ojos de su amiga brillan emocionados.
Draco por otro lado levanta una ceja confundido.
—¿Drarry? —pregunta sin entender de que se trata esto, pero en un tiempo récord ambos niños se despiden de sus familias, antes de comenzar arrastrarlo dentro del tren.
Solamente puede ver el rostro de un confundido Harry antes de que todo lo que vea sea compartimientos, gracias al diario que tiene Padma es fácil encontrar el compartimiento donde Terry y Michael están instalados; Luna está escribiendo que ocupa hablar algunas cosas con Ginny, pero ira pronto. Draco ocupa buscar a alguien, les dice a todos que Anthony los pondría al día, antes de comenzar a buscar en el tren a sus Slytherin. Se topa con Cedric y Cho, ambos hablando animadamente en un pasillo, lo que hace que Draco levante las cejas sorprendido, olvidando por un momento que este año empezarían a salir formalmente.
Ambos lo saludan de forma amigable, Cedric siendo mucho menos coqueto que de costumbre y eso le indica a Draco que probablemente quiere verse bien para Cho.
Interesante.
Muy interesante.
Lo siente por Harry, pero Cedric y Cho era algo inevitable desde su punto de vista, no es que importe mucho; Harry terminaría con Ginny.
Su rostro se frunce un poco amargo ante el pensamiento, siendo distraído cuando luego de saludar a Neville, logra encontrar el compartimiento de Blaise. Por suerte su amigo esta solo con Theo y con Pansy, así que será fácil poder comentar sus desventuras. Pansy es la primera que se levanta alarmada al ver su rostro, pero luego de tomar su muñeca lo sienta a su lado y le exige saber por lo que paso en los mundiales; al ver su rostro lo sabe, sabe porque ella no pudo asistir.
Sabe que su padre está involucrado, no tal vez como los padres de Greg o Vincent, e incluso de Theo, pero el señor Parkinson también trabajo con los Mortifagos.
—Madre me comento lo sucedido, hablo con tu mamá…dice que te fuiste de casa esta semana—señala Blaise con rostro tenso, a lo cual Draco se encoge de hombros en su lugar.
Había pensado ir con los Zabini, pero estos estaban en Italia y sinceramente, no quiere presionarlos mucho. La madre de Blaise y este siempre han sido neutrales, que estén al lado de Draco en estos momentos, los obligaría de una u otra forma a tomar un bando; no debería ser así.
Nadie debería tener que elegir un maldito bando.
Porque eso significa división y Draco no quiere pensar en lo que su situación con su padre, podría hacer con sus amigos presentes.
—Padre estaba entre ellos, usaron magia para lastimar a otros—musita Draco con expresión seria, provocando que Blaise y Pansy intercambien miradas preocupados, no del todo cómodos con su comentario, pero al menos luciendo preocupados por él.
—Draco, sé que no es algo agradable y tu experiencia no fue grata—comienza Blaise con tono preocupado—pero si haces algún escándalo, podrías incluso ser repudiado por tu familia—las palabras de su amigo duelen, porque la última vez que vio a su padre, le había dicho lo avergonzado que estaba de esa familia.
Lo cual era cierto.
Pero también sabe que viene con ser repudiado.
Sirus es un claro ejemplo de que tan lejos puede llegar la situación, no es que su tío tenga una mala vida, pero es hasta ahora luego de años de sufrimiento.
—Nadie sabe en las familias, Blaise y su madre lo saben porque Narcisa les pidió que te protegieran en Hogwarts y lo confió a nosotros; eres inteligente, sé que puedes solucionar esto—habla Pansy con tono amigable sujetando su mano, demostrando lo preocupada que esta por él.
No.
Duda que pueda solucionar algo a estas alturas con su padre.
Pero.
Su madre es otra historia.
No puede dejarla con él, tiene que traerla con él y cortar lazos no es lo mejor que hacer ahora, debe pensar en un buen plan.
Sus puños se aprietan sobre su pantalón, pero a pesar que sabe eso, no puede estar de acuerdo con su padre. Es como si estuviera de acuerdo con todos aquellos que menospreciaron a Orion en su ¿primera vida?, solo por no tener madre y un padre alcohólico, como si alguien decidiera de quien es hijo y quien es tu familia.
Son cosas con las que uno nace.
Nadie puede decidir por uno ese tipo de cosas, y ahora debe hacer caso a su padre para odiar a nacidos de muggles, solamente porque nacieron así.
No tiene sentido.
—No los lastimaron—las palabras de Theo hacen que Draco se congele, antes de levantar la mirada, Blaise y Pansy viéndolo confundidos—mi padre estaba ahí, no los lastimaron, solamente jugaron un poco y nadie salió herido—añade con seriedad y casi aburrimiento, los ojos de Draco se abren incrédulo, mientras Pansy parece querer intervenir.
¿No los lastimaron?
Draco recuerda al hombre esa noche, con la varita, apuntándolo mientras lanzaba hechizos, que si bien ningún le atino; era magia negra.
Sin duda había querido atacarle.
¿Por qué Theo los defendía?
Algo dentro de su pecho se agito incomodo.
—Yo estuve ahí Theo, me confundieron con un nacido de muggles, intentaron lastimarme—una parte de él quería que entendiera el significado de sus palabras, su rostro parece preocupado un segundo examinándolo, antes de que vuelva a ser duro nuevamente.
Frio.
Lejano.
Indiferente.
Esta mal.
Theo no suele verlo así.
—Pero estas bien, no te lastimaron y solo te confundieron, ellos jamás te habrían lastimado porque eres un sangre pura—su rostro se arruga en una mueca ante las palabras de Theo, porque suenan iguales a las de su padre y algo dentro de él hierve molesto.
Pansy parece querer decir algo, Blaise está sujetando el hombro de Theo para darle una mirada de que se detenga, pero este solamente lo ve fijamente.
—Eso no es excusa, los humillaron—recuerda a las personas flotando, recuerda el caos y parece nervioso nuevamente—hechizaron a otros, incluso mi padre estaba entre ellos, eso está mal Theo—
—Solo eran nacidos de muggles—
—Son personas como nosotros—
—No lo son—
Draco esta incrédulo, hay una finalidad en la voz de Theo que le hiela la sangre, algo dentro de él se siente aplastado de la incredulidad y el dolor que siente por sus palabras. Toda su vida Theo ha sido muy indiferente al asunto de sus padres, eso fue lo primero que le agrado de él al conocerlo de niño, además de su apasionante capacidad de lectura; era porque no odiaba a los muggles.
¿No los odiaba?
Nunca había hablado mal de ellos, nunca había molestado a los nacidos muggles como otros niños de Slytherin e incluso había hablado con Anthony o Michael a su lado; está bien que no quisiera defenderlos a muerte, pero eso a proteger lo que sucedió con sus padres.
Estaba mal.
Muy mal.
Debería ser capaz de verlo, puede que no defenderlo frente a un estrado, pero aquí entre amigos no tiene que fingir por sus padres.
—Mira no me malentiendas Draco, si quieres tener amigos como Corner o Goldstein, está bien, son mestizos y no es que tengas muchas opciones de amigos—Draco lo ve alarmado, sin saber desde cuando Theo piensa así, cuanto tiempo ha estado pensando así—son aceptables, pero no puedes ir defendiendo a todos los nacidos muggles y especialmente a los muggles; si te gusta su mundo, está bien, tienes gustos diferentes…pero no son iguales que nosotros—añade con expresión casi cansada y un poco suplicante, como si le suplicara que entendiera.
Pero no entiende.
Draco no entiende.
—Theo cállate—gruñe Blaise por bajo, pero Theo gira a verlo molesto.
—Por favor Blaise deja la hipocresía, admite que desde primer año estas celoso de que Draco se alejara por unos mestizos—el moreno suelta el brazo de Theo como si quemara, viéndose incrédulo y un poco avergonzado—Igual tú Pansy, tanto lo has estado protegiendo cuando mueres de envidia; y está bien porque lo entendemos, son tus amigos, pero no por eso tienes que cuidar a todos los sangre sucia por ahí—
—No digas esas palabras—gruñe casi sin aire, pero Theo lo fulmina con la mirada.
—Eso es lo que son Draco, lo sabes, sabes que es cuestión de tiempo que esto sea una línea separada y no puedes jugar para ambos lados; no puedes tener un pie en el lado de ellos y otro en el nuestro, lo sabes, sabes que estamos esperando la venida del señor oscuro—
Pansy chilla incrédula, al tiempo que Blaise voltea a ver alarmado a Theo y Draco se queda pálido.
Como si alguien le hubiera abofeteado.
¿Quién era el chico frente a él?
Definitivamente no era el niño que había estado a los 8 años en la mansión Malfoy, debajo de las sábanas con Draco, mientras leían emocionados libros sobre la mitología griega, ambos riendo cuando encontraban algunas relaciones con los magos.
¿Desde cuándo era así?
Los ojos firmes de Theo, mostraban que no dudaba en sus palabras, su postura parecía fielmente creer lo que decía y Draco se sintió enfermo.
Porque Theo sonaba como su padre.
Sonaba como ellos.
No.
Theo no debería ser así, él no era así, Draco no quiere pensar en eso.
—Draco—lo llama Pansy de forma suplicante, pero los pies de Draco lo mueven fuera del compartimiento.
¿Estas huyendo nuevamente?
Incluso sin ningún relicario maldito, es como si la misma mujer hubiera susurrado esas palabras, como si algo dentro de él acabara de ser movido hasta sus cimientos. No está seguro como camina, pero no es hasta que una pequeña mano toma su muñeca, que al voltear y ver el rostro de Luna, casi colapsa; su amiga lo ve con seriedad antes de guiarlo entre algunos pasajeros hasta el compartimiento Ravenclaw.
Todos parecen preocupados de su apariencia, pero Draco solo se sienta en la esquina sujetando sus rodillas contra sus manos.
Sin querer aceptar que paso.
Y nadie dice nada.
La lluvia se hacía aún más y más intensa conforme el tren avanzaba hacia el norte. El cielo estaba tan oscuro y las ventanillas tan empañadas que hacia el mediodía ya habían encendido las luces.
Draco solo quería dejar de pensar en nada, aunque la mano de Luna sobre la suya, hizo el viaje mucho mejor en su miseria.
.
.
Draco les aseguro que no había pasado nada malo, solo que había tenido un intercambio no tan placentero con los Slytherin y por eso estuvo todo el viaje a Hogwarts pensativo; su mente navegando sobre su amigo Theo, su propio padre y muchas cosas que no le gustaba pensar. Una parte de él sabe que no todos son iguales, que sus amigos tienen derecho a tener pensamientos propios y diferentes, que nadie tiene que estar de acuerdo en todo, ya que eso impediría la diversidad en las personas; en resumen, Theo puede pensar lo que él quiere pensar. Nunca imagino que Theo llegaría a pensar igual que sus padres, los cuales pensaban similar a Lucius y esa mentalidad era terrible Pansy quien era hija de magos oscuros, no solía ver por menos a los demás, aunque nunca trato mucho a hijos de muggles; el centro comercial le había gustado.
Blaise trato a todos por igual.
Neutral.
Agradable.
Amable.
Theo no tenía que ser como ellos, pero llegar a pensar menos de hijos de muggles, lo hicieron sentir alertas rojas saltar por todos lados.
¿Desde cuándo es así?
¿Por qué no lo vio antes?
Cuando lo convenció antes de su tercer año a ir a Londres Muggle había aceptado, si bien todo el viaje lo paso a su lado y no hablo con nadie más, pensó que solo fue porque todo era nuevo para él. Aunque si comparaba su viaje con Theo al viaje que tuvo con Blaise, es imposible no notar como su amigo moreno se había desenvuelto con soltura y una mayor afinidad en una experiencia nueva como era.
No vio a nadie con asco.
Pero Theo si lo hizo todo su viaje.
Debió haberlo notado antes, debió haber hecho algo, pero el tercer año estaba tan lejos de sus amigos, que sinceramente teme que tanto no hizo en ese momento.
Maldición.
Draco se siente miserable cuando toma asiento en la mesa Ravenclaw, posicionándose de forma que no pudiera ver a la mesa Slytherin, al menos no esta noche; sus ojos chocan con los Ravenclaw, donde Ginny lo saluda con entusiasmo a la distancia y Draco debe tragarse el malestar para fingir una sonrisa para saludarla. No la vio en el expreso y se arrepiente no haberla saludado correctamente, la niña es bastante amable y Draco debería ser mejor amigo con ella; es la mejor amiga de Luna que siempre la cuida. Sus ojos viajan a Neville que esta con Seamus y Dean, antes de captar a Ron charlando con Hermione sobre algo; por último, sus ojos miran a Harry quien está charlando animadamente por bajo con ellos.
No se ve muy diferente de hace algunos días cuando lo vio en la casa de los Tonks, parece con más vida y no parece estar preocupándose al borde por Draco.
Bien.
Merece un año normal para variar.
Draco no tendrá un año normal, no con todo lo reciente que ha pasado.
—Estás viendo a Harry—señala Luna, provocando que pestañee para voltear a verla, notando que todo su grupo de amigos no estaba hablando y lo miraba fijamente.
Se sintió algo incomodo.
—Em, si, estaba viendo la mesa Gryffindor—
—Pero tu mirada vio a Harry, mucho tiempo—señala ahora Michael, claramente sorprendido y Draco voltea a verlos a todos.
—¿No? —
Hay una mirada que comparten todos, que pone a Draco de mal humor, va a quejarse audiblemente, cuando decide mejor no hacerlo; se encoge de hombros antes de verse nuevamente de mal humor. Anthony le pone una mano en el hombro y le da una mirada amable, por lo que decide es el único que vale la pena esa noche.
Su mirada viajo rápidamente a la mesa de profesores, porque estaba examinando todo el lugar.
El pequeño profesor Flitwick, que impartía la clase de Encantamientos, estaba sentado sobre un montón de cojines al lado de la profesora Sprout, que daba Herbología y que en aquellos momentos llevaba el sombrero ladeado sobre el lacio pelo gris. Hablaba con la profesora Sinistra, del departamento de Astronomía. Al otro lado de la profesora Sinistra estaba Snape, el profesor de Pociones, con su pelo grasiento, su nariz ganchuda y su rostro cetrino; el hombre no había volteado a verlo y Draco esperaba que lo que hubiera pasado con su padre, no significara nada malo entre ellos.
Como sintiendo su mirada el hombre volteo a verlo, de reojo, rápidamente antes de darle un asentimiento que casi hace que Draco se derrita en su asiento.
Aun ocuparía hablar con él, pero el asentimiento y reconocimiento, le dieron estúpidas esperanzas; genial, no ocupaba alguien más que lo odiara en un futuro cercano, menos alguien tan cercano.
Al otro lado de Snape había un asiento vacío que Draco adivinó que era el de la profesora McGonagall. En la silla contigua, y en el mismo centro de la mesa, estaba sentado el profesor Dumbledore (Draco bufo por bajo al verlo para diversión de Anthony), el director: su abundante pelo plateado y su barba brillaban a la luz de las velas, y llevaba una majestuosa túnica de color verde oscuro bordada con multitud de estrellas y lunas. Se veía bastante ridículo, pensó que habría mejores ropas, pero en el mundo de los magos, la moda es bastante diversa para el gusto de Draco. Dumbledore había juntado las yemas de sus largos y delgados dedos, y apoyaba sobre ellas la barbilla, mirando al techo a través de sus gafas de media luna, como absorto en sus pensamientos.
Draco también miró al techo. Por obra de encantamiento, tenía exactamente el mismo aspecto que el cielo al aire libre, aunque nunca lo había visto tan tormentoso como aquel día. Se arremolinaban en él nubes de color negro y morado. Después de oír un trueno, Draco vio que un rayo dibujaba en el techo su forma ahorquillada.
Esperaba la noche no fuera tan larga, necesitaba dormir urgentemente.
Este día estaba casi tan malo como cuando le grito a su padre, tan prometedor como empezó, ahora solamente quería que empezara el mañana y fuera con suerte algo mejor.
Anthony estaba comentando algo sobre su pijamada y Draco siendo un roba sabanas cuando se abrieron las puertas del Gran Comedor y se hizo el silencio. La profesora McGonagall marchaba a la cabeza de una larga fila de alumnos de primero, a los que condujo hasta la parte superior del Gran Comedor, donde se encontraba la mesa de los profesores.
Los ojos de Draco se movieron en un primer año en particular, maldiciendo por haber estado tan ocupado para notarlo.
Con el cabello negro y largo, una pequeña niña de ojos azules y rasgos asiáticos caminaba con el mentón en alto; era como una pequeña bailarina al dar pasos, altanera, pero al mismo tiempo con aire elegante.
Megumi Fujiwara.
Hace algún tiempo había ido a Japón con su madre para conocer a uno de los asociados a la familia Black que trabajaba con ellos, una familia de magos respetada y antigua en Asia, quienes tenían una hija que iniciaba este año sus clases en Hogwarts como estudiante de otro país. La niña había ayudado a Draco en su viaje, como una de las pocas personas que dominaban el idioma inglés y le había enseñado algunas cosas interesantes de la cultura japonesa.
A pesar de estar empapada, no parecía molesta y recordó que había dicho algo sobre su afinidad por el elemento agua.
A diferencia de Draco por supuesto, que parecía todo lo contrario.
La mayoría de magos asiáticos eran muy afines a la naturaleza, algo que tristemente no estaban implementando en este continente todavía.
Más que haber navegado por el lago, parecían haberlo pasado a nado como los otros primeros años. Temblando con una mezcla de frío y nervios en su mayoría, llegaron a la altura de la mesa de los profesores y se detuvieron, puestos en fila, de cara al resto de los estudiantes. Los únicos que no temblaba era el más pequeño de todos, un muchacho con pelo castaño desvaído que iba envuelto en lo que Draco reconoció como el abrigo de piel de topo de Hagrid y Megumi. El abrigo le venía tan grande que parecía que estuviera envuelto en un toldo de piel negra. Su carita salía del cuello del abrigo con aspecto de estar al borde de la conmoción.
Cuando se puso en fila con sus aterrorizados compañeros, vio a Colin Creevey (un estudiante de años inferiores que solía acosar a Harry y que supuso era su hermano), levantó dos veces el pulgar para darle a entender que todo iba bien y dijo sin hablar, moviendo sólo los labios: ¡Me he caído en el lago! Parecía completamente encantado por el accidente.
Draco lo vio preocupado de que pronosticaba esto para los primeros años, no quiso saberlo.
Megumi por otro lado parecía algo inquieta viendo a todos lados, estuvo buscando algo y no fue hasta que sus ojos se posaron en él, que alguien parecido al reconocimiento y alivio se estampo en su rostro; Draco sintió a sus amigos observarlo fijamente, pero los ignoro dándole una sonrisa a la niña con un saludo en la mano.
La niña rápidamente regreso el saludo, algo inquieta y quitando parte de su elegancia, pero mucho más relajada ahora.
Un rostro familiar hace eso.
Por suerte su familia era amiga de la familia Black, así que incluso si se enteraban de lo que sucedió con su padre, espera que no lo odien a él.
Entonces la profesora McGonagall colocó un taburete de cuatro patas en el suelo ante los alumnos de primero y, encima de él, un sombrero extremadamente viejo, sucio y remendado. Los de primero lo miraban, y también el resto de la concurrencia. Por un momento el Gran Comedor quedó en silencio. Entonces se abrió un desgarrón que el sombrero tenía cerca del ala, formando como una boca, y empezó a cantar:
Hace tal vez mil años
que me cortaron, ahormaron y cosieron.
Había entonces cuatro magos de fama
de los que la memoria los nombres guarda:
El valeroso Gryffindor venía del páramo;
el bello Ravenclaw, de la cañada;
del ancho valle procedía Hufflepuff el suave,
y el astuto Slytherin, de los pantanos.
Compartían un deseo, una esperanza, un sueño:
idearon de común acuerdo un atrevido plan
para educar jóvenes brujos.
Así nació Hogwarts, este colegio.
Luego, cada uno de aquellos fundadores
fundó una casa diferente
para los diferentes caracteres
de su alumnado.
Para Gryffindor
el valor era lo mejor;
para Ravenclaw,
la inteligencia.
Para Hufflepuff el mayor mérito de todos
era romperse los codos.
El ambicioso Slytherin
ambicionaba alumnos ambiciosos.
Estando aún con vida
se repartieron a cuantos venían,
pero ¿cómo seguir escogiendo
cuando estuvieran muertos y en el hoyo?
Fue Gryffindor el que halló el modo:
me levantó de su cabeza,
y los cuatro en mí metieron algo de su sesera
para que pudiera elegiros a la primera.
Ahora ponme sobre las orejas.
No me equivoco nunca:
echaré un vistazo a tu mente
¡y te diré de qué casa eres!
Draco hizo una mueca cuando en el Gran Comedor resonaron los aplausos cuando terminó de cantar el Sombrero Seleccionador. Quiso comentar sobre como claramente prefería a los Gryffindor, pero eso solo lo haría sonar como alguien envidioso; aunque probablemente desde ahí comenzaran las diferencias entre casas.
Recordó la cámara de los secretos, que guardaba información sobre Salazar y que esperaba este año investigar más a fondo.
Tal vez podría descubrir más sobre lo sucedido en la creación de Hogwarts y con suerte ningún otro objeto este maldito.
La profesora McGonagall desplegaba en aquel momento un rollo grande de pergamino.
—Cuando pronuncie vuestro nombre, os pondréis el sombrero y os sentaréis en el taburete —dijo dirigiéndose a los de primero—. Cuando el sombrero anuncie la casa a la que pertenecéis, iréis a sentaros en la mesa correspondiente. ¡Ackerley, Stewart!—
Un chico se adelantó, temblando claramente de la cabeza a los pies, cogió el Sombrero Seleccionador, se lo puso y se sentó en el taburete.
—¡Ravenclaw! —gritó el sombrero.
Stewart Ackerley se quitó el sombrero y se fue a toda prisa a sentarse a la mesa de Ravenclaw, donde todos lo estaban aplaudiendo. Draco vislumbró a Cho, la buscadora del equipo de Ravenclaw, que recibía con vítores a Stewart Ackerley cuando se sentaba.
—¡Baddock, Malcolm! —
—¡Slytherin! —
La mesa del otro extremo del Gran Comedor estalló en vítores.
Draco se limitó a no voltear a ver.
No vería.
No hoy al menos.
Ocupaba pensar mucho.
—¡Branstone, Eleanor!—
—¡Hufflepuff!—
—¡Cauldwell, Owen!—
—¡Hufflepuff!—
—¡Creevey, Dennis!—
El pequeño Dennis Creevey avanzó tambaleándose y se tropezó en el abrigo de piel de topo de Hagrid al mismo tiempo que éste entraba furtivamente en el Gran Comedor a través de una puerta situada detrás de la mesa de los profesores. Unas dos veces más alto que un hombre normal y al menos tres veces más ancho, Hagrid, con su pelo y barba largos, enmarañados y renegridos, daba un poco de miedo. Una impresión falsa, porque Draco sabía que Hagrid tenía un carácter muy bondadoso, además era amante de dragones.
Noto como Hagrid les guiñó un ojo a los Gryffindor por algún motivo mientras se sentaba a un extremo de la mesa de los profesores, y observó cómo Dennis Creevey se ponía el Sombrero Seleccionador. El desgarrón que tenía el sombrero cerca del ala volvió a abrirse.
—¡Gryffindor! —gritó el sombrero.
Draco noto como todo en la mesa Gryffindor aplaudió cuando Dennis Creevey, sonriendo de oreja a oreja, se quitó el sombrero, lo volvió a poner en el taburete y se fue a toda prisa junto a su hermano.
Draco miró para otro lado y se fijó en el Sombrero Seleccionador, que en aquel instante estaba ocupándose de Emma Dobbs.
Entonces.
Llego el momento
—Fujiwara Megumi—
La niña rápidamente se puso de pie con mirada decidida, Draco noto como alrededor algunos parecían curiosos, probablemente por el extraño nombre/apellido y al ver de reojo a Cho, la chica con rasgos asiáticos parecía gratamente sorprendida.
Draco vio a la niña, que tomo aire antes que el sombrero estuviera sobre su cabeza, por lo que pareció un buen rato.
—¡Hufflepuff! —grito finalmente.
El rostro de Megumi pareció sorprendido y un poco decepcionado, aunque cambio al notar los aplausos de la mesa; una rápida mirada en su dirección le indico que probablemente habría querido estar con él, para tener un rostro familiar.
Aprovechando que la mesa Hufflepuff estaba al lado de ellos, le pidió a Cedric que estaba cerca de su espalda que le diera espacio a la niña mientras aplaudía también su selección. Cedric lo vio curioso, antes de encogerse de hombros y darle la oportunidad a Megumi que tomara el asiento justo en su espalda; ignorando que la selección no había terminado o la mirada curiosa de sus amigos, se medió volteo para estar casi frente a la niña que parecía inquieta.
—Hola, yo, quería estar contigo—musito la niña por bajo, luciendo algo nerviosa viendo en todas direcciones y sin estar segura de que pensar.
Draco le dio una palmada en la cabeza.
—Oye, me alegra verte, no te preocupes por la casa que quedaste, yo suelo estar en todas las mesas y si te sientes sola algún día puedes venir a la mesa Ravenclaw—volteo a ver a sus amigos, quienes miraban todo con gran interés, les dio una mala mirada por eso—pero no creo que necesites, aquí tengo un viejo amigo, Cedric Diggory, que hará que te sientas como una princesa en Hufflepuff—mira de forma amenazante a Cedric, quien rueda los ojos antes de sonreír a la niña.
Funciona, como cualquier mortal al cual Cedric sonríe, porque la niña se sonroja levemente.
—Somos una familia Megumi, todos en Hufflepuff estamos felices de tenerte con nosotros y vamos a cuidarte bien; Draco es un comodín entre casas y seguramente te va cuidar también—sus palabras parecen animarla un poco, volteando a ver su casa con nuevo interés.
—Gracias—susurra con timidez y Draco se siente más tranquilo al verla relajarse.
—Cuando quieras, no dudes en buscarme, si alguien te molesta le daré una paliza—
—Eso no es bueno Draco—
—Cállate Cedric—
La niña se ríe por bajo mucho más animada, Draco siente la mirada de McGonagall de advertencia frente a la selección y se voltea rápidamente hacía sus amigos.
—¿Por qué siempre adopta a alguien de primer año? —
Draco patea rápidamente a Michael bajo la mesa por su comentario, haciendo que este se queje; al ver el rostro indiferente de Terry, parece ser que parte de su incomodidad de él ha desaparecido o sabe que Michael es un idiota que merecía el golpe.
Ambos pensamientos le agradan.
La Selección continuó. Chicos y chicas con diferente grado de nerviosismo en la cara se iban acercando, uno a uno, al taburete de cuatro patas, y la fila se acortaba considerablemente conforme la profesora McGonagall iba llamando a los de la ele.
—¡Pritchard, Graham! —
—¡Slytherin! —
—¡Quirke, Orla! —
—¡Ravenclaw! —
Por último, con ¡Whitby, Kevin! (¡Hufflepuff!), la Ceremonia de Selección dio fin. La profesora McGonagall cogió el sombrero y el taburete, y se los llevó.
El profesor Dumbledore se puso en pie. Sonreía a los alumnos, con los brazos abiertos en señal de bienvenida.
—Tengo sólo dos palabras que deciros —dijo, y su profunda voz resonó en el Gran Comedor—: ¡A comer! —
Draco no tenía mucha hambre, pero tomo una manzana verde para mordisquear, antes de ver de reojo como Megumi mordisqueaba su comida.
Empuja suavemente a la niña, que salta para voltear a verlo impresionada.
—Antes que se me olvide, quiero presentarte a mis amigos, este aquí molesto es Anthony Goldstein, la chica linda es Padma Patil, la otra chica linda es Luna Lovegood—Megumi voltea a verlos a todos con seriedad, Draco no duda que este memorizando sus nombres—este es Terry Boot y mantente alejado de Michael Corner—
—Ey—se queja Michael con una parte de la comida aun en su boca.
Sostiene su punto.
—Ella es Megumi Fujiwara como conocen, mi madre es amiga de su padre—intercambia una mirada con Megumi, solo que ambos saben que "amigo" es más que todo como un socio comercial y aliado en situaciones delicadas—me ayudo cuando fui a Japón el año pasado, así que espero se lleven bien; definitivamente estas invitados a los juegos Ravenclaw en algunos años—
—¿Juegos Ravenclaw? —la niña parece confusa, pero Cedric a su lado ríe divertido.
—Créeme no quieres saberlo—habla el Hufflepuff mayor, haciendo que Megumi se vea más confundida.
—Es un placer conocerlos, espero podamos llevarnos bien—dice tardíamente la niña con una leve reverencia, que sus amigos imitan de forma torpe, menos Luna, que parece encantada de imitarlos.
—Te buscare mañana para charlar un rato, si ocupas algo en serio no dudes en buscarme—le musita Draco por bajo a la niña, que sonríe encantada antes de regresar a su comida; no parece dificultarse el usar cubiertos, a pesar que sabe que ella usaba palillos chinos en su país de origen.
Interesante.
Debió entrenar y practicar mucho para las costumbres en este lado del país.
La ve con una sonrisa emocionada, antes que una picazón lo haga levantar la mirada, pestañea un poco levantando la mirada, notando la mirada intensa de Harry del otro lado del salón; ladea el rostro, pero Harry solo voltea a ver a otro lado con un puchero.
—Otra vez lo estas mirando—señala Michael y recibe la segunda patada de parte de Draco.
La lluvia seguía golpeando con fuerza contra los altos y oscuros ventanales. Otro trueno hizo vibrar los cristales, y el techo que reproducía la tormenta del cielo brilló iluminando la vajilla de oro justo en el momento en que los restos del plato principal se desvanecieron y fueron reemplazados, en un abrir y cerrar de ojos, por los postres.
Una vez terminados los postres y cuando los últimos restos desaparecieron de los platos, dejándolos completamente limpios, Albus Dumbledore volvió a levantarse. El rumor de charla que llenaba el Gran Comedor se apagó al instante, y sólo se oyó el silbido del viento y la lluvia golpeando contra los ventanales.
—¡Bien! —dijo Dumbledore, sonriéndoles a todos—. Ahora que todos estamos bien comidos —Draco juro que pudo escuchar a Hermione lanzar un gruñido desde esta distancia—, debo una vez más rogar vuestra atención mientras os comunico algunas noticias:—
—El señor Filch, el conserje, me ha pedido que os comunique que la lista de objetos prohibidos en el castillo se ha visto incrementada este año con la inclusión de los yoyós gritadores, los discos voladores con colmillos y los bumeranes-porrazo. La lista completa comprende ya cuatrocientos treinta y siete artículos, según creo, y puede consultarse en la conserjería del señor Filch.—
La boca de Dumbledore se crispó un poco en las comisuras. Luego prosiguió:
—Como cada año, quiero recordaros que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona prohibida a los estudiantes. Otro tanto ocurre con el pueblo de Hogsmeade para todos los alumnos de primero y de segundo. Es también mi doloroso deber informaros de que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.—
Draco hizo una mueca ante el comentario, había querido intentar volver al quidditch este año desde que vio los mundiales; con suerte podría convencer a sus amigos de poder jugar un partido entre ellos durante recesos.
Aunque estudiar sobre Orion Blake sería más importante.
Fue decepcionante.
—Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparando una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutaréis enormemente. Tengo el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts... —
Pero en aquel momento se escuchó un trueno ensordecedor, y las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe. En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se cubría con una capa negra de viaje. Todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacudió una larga melena en parte cana y en parte negra, y caminó hacia la mesa de los profesores.
Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profesores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente hacia Dumbledore. El resplandor de otro rayo cruzó el techo.
Aquella luz había destacado el rostro del hombre, y era un rostro muy diferente de cuantos Draco había visto en su vida. Parecía como labrado en un trozo de madera desgastado por el tiempo y la lluvia, por alguien que no tenía la más leve idea de cómo eran los rostros humanos y que además no era nada habilidoso con el formón. Cada centímetro de la piel parecía una cicatriz. La boca era como un tajo en diagonal, y le faltaba un buen trozo de la nariz. Pero lo que lo hacía verdaderamente terrorífico eran los ojos.
Uno de ellos era pequeño, oscuro y brillante. El otro era grande, redondo como una moneda y de un azul vívido, eléctrico. El ojo azul se movía sin cesar, sin parpadear, girando para arriba y para abajo, a un lado y a otro, completamente independiente del ojo normal... y luego se quedaba en blanco, como si mirara al interior de la cabeza.
No recordaba su nombre real, pero Draco supuso que incluso con su presencia, no cambiaría el hecho de que probablemente estuvieran frente a un mortifago disfrazado.
Genial.
Este colegio era una vergüenza para los demás.
El extraño llegó hasta Dumbledore (Draco casi quiso saltar para señalar quien era, pero probablemente lo tacharían de loco). Le tendió una mano tan toscamente formada como su cara, y Dumbledore la estrechó, murmurando palabras que Draco no consiguió oír. Parecía estar haciéndole preguntas al extraño, que negaba con la cabeza, sin sonreír, y contestaba en voz muy baja. Dumbledore asintió también con la cabeza, y le mostró al hombre el asiento vacío que había a su derecha.
El extraño se sentó y sacudió su melena para apartarse el pelo entrecano de la cara; se acercó un plato de salchichas, lo levantó hacia lo que le quedaba de nariz y lo olfateó. A continuación, se sacó del bolsillo una pequeña navaja, pinchó una de las salchichas por un extremo y empezó a comérsela. Su ojo normal estaba fijo en la salchicha, pero el azul seguía yendo de un lado para otro sin descanso, moviéndose en su cuenca, fijándose tanto en el Gran Comedor como en los estudiantes.
—Os presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala—: el profesor Moody—
Lo normal era que los nuevos profesores fueran recibidos con saludos y aplausos, pero nadie aplaudió aquella vez, ni entre los profesores ni entre los alumnos, a excepción de Hagrid y Dumbledore. El sonido de las palmadas de ambos resonó tan tristemente en medio del silencio que enseguida dejaron de aplaudir. Todos los demás parecían demasiado impresionados por la extraña apariencia de Moody para hacer algo más que mirarlo.
—¿Moody? —le susurró Anthony a Draco y se encogió de hombros.
Porque no sabría cómo explicar que probablemente no era su nombre real, sin parecer loco.
Moody parecía totalmente indiferente a aquella fría acogida. Haciendo caso omiso de la jarra de zumo de calabaza que tenía delante, volvió a buscar en su capa de viaje, sacó una petaca y echó un largo trago de su contenido. Al levantar el brazo para beber, la capa se alzó unos centímetros del suelo, y Draco vio, por debajo de la mesa, parte de una pata de palo que terminaba en una garra.
Dumbledore volvió a aclararse la garganta.
—Como iba diciendo —siguió, sonriendo a la multitud de estudiantes que tenía delante, todos los cuales seguían con la mirada fija en Ojoloco Moody—, tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar durante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí informaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos—
El rostro de Draco se arrugo en incomodidad.
Ahora que lo pensaba, el torneo reinstalado luego de años de haber sido prohibido, sonaba casi demasiado conveniente; puede que todo fuera hasta cierto punto una gran coincidencia del destino, pero era demasiado sospechoso.
¿Alguien dentro del ministerio pudo estar involucrado?
Nuevamente esa línea de pensamiento y teoría no le agrado mucho.
—¡Se está quedando con nosotros! —dijo Fred en voz alta.
Repentinamente se quebró la tensión que se había apoderado del Gran Comedor desde la entrada de Moody. Casi todo el mundo se rio, y Dumbledore también, como apreciando la intervención de Fred.
Draco por otro lado siguió viéndolo de forma seria.
—No me estoy quedando con nadie, señor Weasley —repuso—, aunque, hablando de quedarse con la gente, este verano me han contado un chiste buenísimo sobre un trol, una bruja y un leprechaun que entran en un bar...—
La profesora McGonagall se aclaró ruidosamente la garganta.
—Eh... bueno, quizá no sea éste el momento más apropiado... No, es verdad —dijo Dumbledore—. ¿Dónde estaba? ¡Ah, sí, el Torneo de los tres magos! Bien, algunos de vosotros seguramente no sabéis qué es el Torneo de los tres magos, así que espero que los que lo saben me perdonen por dar una breve explicación mientras piensan en otra cosa—no es que importe, probablemente lo venda de forma sensacionalista después de todo—EI Torneo de los tres magos tuvo su origen hace unos setecientos años, y fue creado como una competición amistosa entre las tres escuelas de magia más importantes de Europa: Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Para representar a cada una de estas escuelas se elegía un campeón, y los tres campeones participaban en tres pruebas mágicas. Las escuelas se turnaban para ser la sede del Torneo, que tenía lugar cada cinco años, y se consideraba un medio excelente de establecer lazos entre jóvenes magos y brujas de diferentes nacionalidades... hasta que el número de muertes creció tanto que decidieron interrumpir la celebración del Torneo—
—¿Qué número de qué? —pregunto Michael confundido.
Draco tuvo la teoría que el número de muertes debió ser bastante drástico para que cancelaran algo así, no debe ser divertido ver magos lanzados a morir, cual juegos del hambre.
Pero la mayoría de los alumnos que había en el Gran Comedor no parecían compartir aquel miedo: muchos de ellos cuchicheaban emocionados, y Draco se sintió algo enfermo de que nadie parecía pensar como el Torneo había causado varias muertes.
Los adolescentes de hoy en día, ocupan priorizar muchas cosas diferentes.
—En todo este tiempo ha habido varios intentos de volver a celebrar el Torneo—prosiguió Dumbledore—, ninguno de los cuales tuvo mucho éxito. Sin embargo, nuestros departamentos de Cooperación Mágica Internacional y de Deportes y Juegos Mágicos han decidido que éste es un buen momento para volver a intentarlo. Hemos trabajado a fondo este verano para asegurarnos de que esta vez ningún campeón se encuentre en peligro mortal—
¿Cómo que era el mejor momento?
Obviamente habría peligro mortal.
Los años anteriores debieron demostrar algo a ese director senil.
—En octubre llegarán los directores de Beauxbatons y de Durmstrang con su lista de candidatos, y la selección de los tres campeones tendrá lugar en Halloween. Un juez imparcial decidirá qué estudiantes reúnen más méritos para competir por la Copa de los tres magos, la gloria de su colegio y el premio en metálico de mil galeones—
Draco noto de reojo como varios estudiantes parecían emocionados, esperando poder ser los seleccionados y arrugo el rostro; no quería ser parte de esto, no quería que fueran felices, casi quería gritar sobre las estupideces que pasarían a quienes estuvieran en el torneo.
De reojo miro a Cedric Diggory, sonriendo emocionado y se sintió enfermo.
No debía de ser el único que se estaba imaginando a sí mismo como campeón de Hogwarts. En cada una de las mesas, Draco veía a estudiantes que miraban a Dumbledore con expresión de arrebato, o que cuchicheaban con los vecinos completamente emocionados. Pero Dumbledore volvió a hablar, y en el Gran Comedor se hizo otra vez el silencio.
—Aunque me imagino que todos estaréis deseando llevaros la Copa del Torneo de los tres magos —dijo—, los directores de los tres colegios participantes, de común acuerdo con el Ministerio de Magia, hemos decidido establecer una restricción de edad para los contendientes de este año. Sólo los estudiantes que tengan la edad requerida (es decir, diecisiete años o más) podrán proponerse a consideración. Ésta —Dumbledore levantó ligeramente la voz debido a que algunos hacían ruidos de protesta en respuesta a sus últimas palabras, especialmente los gemelos Weasley, que parecían de repente furiosos— es una medida que estimamos necesaria dado que las tareas del Torneo serán difíciles y peligrosas, por muchas precauciones que tomemos, y resulta muy improbable que los alumnos de cursos inferiores a sexto y séptimo sean capaces de enfrentarse a ellas. Me aseguraré personalmente de que ningún estudiante menor de esa edad engañe a nuestro juez imparcial para convertirse en campeón de Hogwarts. —Sus ojos de color azul claro brillaron especialmente cuando los guiñó hacia los rostros de Fred y George, que mostraban una expresión de desafío—. Así pues, os ruego que no perdáis el tiempo presentándoos si no habéis cumplido los diecisiete años—
Draco estuvo esta vez tentado a reírse, cuando el hombre dijo que se aseguraría el mismo, eso es casi como ofrecerse culpable por todo lo que ocurriría; pero claro nadie lo señalaría como culpable, porque es Albus Dumbledore.
Maldita estafa.
Ese hombre había fallado los últimos años, había hecho cosas buenas, pero había tenido muchos deslices.
Increíble que siga siendo director.
—Las delegaciones de Beauxbatons y Durmstrang llegarán en octubre y permanecerán con nosotros la mayor parte del curso. Sé que todos trataréis a nuestros huéspedes extranjeros con extremada cortesía mientras están con nosotros, y que daréis vuestro apoyo al campeón de Hogwarts cuando sea elegido o elegida. Y ya se va haciendo tarde y sé lo importante que es para todos vosotros estar despiertos y descansados para empezar las clases mañana por la mañana. ¡Hora de dormir! ¡Andando! —
Dumbledore volvió a sentarse y siguió hablando con Ojoloco Moody. Los estudiantes hicieron mucho ruido al ponerse en pie y dirigirse hacia la doble puerta del vestíbulo.
Draco camino con sus amigos, viendo casi sin impresión al frente.
—Seria genial ser el campeón de Hogwarts—musita Michael emocionado, pero Terry parece solamente negar con la cabeza sin verse interesado en la situación.
Alguien de forma sensata al menos.
Padma y Anthony tampoco parecían interesados en ser campeones, otras dos cabezas inteligentes dentro de su grupo de amigos para variar.
Con una última despedida de Megumi quien se iría con los Hufflepuff, Draco tenía la necesidad de obtener alguna idea para poder detener el torneo; o al menos impedir que Harry y Cedric fueran parte de él, algo más fácil pensarlo que hacerlo.
Esa noche soñó que estaba en medio de un campo de flores y alguien llamaba por su antiguo nombre.
Orion.
Y luego todo se volvía negro.
.
.
Draco no es un buen madrugador, usualmente siempre tiene pesadillas y despierta de mal humor, así que la mayoría de sus amigos espera que pase el desayuno para poder hablarle sobre cualquier cosa importante. Bosteza un poco mientras su rostro casi cae sobre su avena, pero unas tostadas de parte de Luna hacen su mañana mucho mejor y ve de reojo a Anthony, quien no deja de sonreír hablando con Padma de forma demasiado notoria. Voltea a ver a Michael que habla animadamente con una niña Ravenclaw, mientras Terry escucha a Luna hablar sobre alguna criatura que Draco voltea a ver confundido. De reojo nota que en la mesa Hufflepuff no puede ver a Megumi, por lo que hace una mueca pensativo, esperando poder encontrarla por ahí pronto.
Es su primer día.
Un día importante.
Draco hace una mueca al pensar que tendrán algunas clases con Hufflepuff (Zacharias Smith) ese día, pero no tiene mucho que hacer que pueda evitarlo y se pone de pie queriendo dar una pequeña caminata; Padma lo ve de forma seria y le indica que si no llega en media hora tiene permitido enloquecer.
No ve a los Slytherin.
No sabe qué hacer con ellos.
Tiene que hablar con Blaise, lo sabe, pero no puede hablar con Theo en este momento y ocupa pensar en tantas cosas.
No sabe cómo hacer esto.
—Draco—se sobresalta un poco ante el llamado, pero una pequeña sonrisa involuntaria aparece cuando Harry aparece a su lado en el pasillo.
¿No había estado en el comedor hace unos momentos?
Tal vez se le olvido algo, es sospechoso que apareciera aquí de la nada, pero Draco se encoge de hombros alegre de una distracción.
Ya tenía demasiadas teorías o preocupaciones en su mente, para pensar en el comportamiento de su amigo, que, si era sincero, siempre ha sido un poco extraño; no al nivel de Theo, pero es algo a lo cual no quiere ahondar y prefiere solamente no pensar en nada por unos cuantos minutos.
—Hey Harry—saluda con la mano también cuando este llega a su lado—¿Vas algún lugar? —pregunta confundido, tal vez solamente quiso saludarlo.
Harry se ve pensativo, antes de mover su cabeza viendo a todos lados antes de asentir.
—A la lechuceria, ¿podrías acompañarme? —los ojos de Draco se entrecerraron porque Harry no lo veía a los ojos, así que cuando asintió, este sonrió de forma sospechosa antes de comenzar a caminar.
A pesar de ser más pequeño que Draco, podría seguirle el paso.
Bien.
Draco pensó en Merlín y lo mucho que había pasado con su lechuza la semana pasada, especialmente por no tener tanto espacio en la casa Tonks (algo que era mucho más agradable de lo que pensó a primera vista), el ambiente era cálido.
Aunque extraño a su madre muchísimo.
Suspira un poco atrayendo la atención de Harry, se mueve algo incomodo por su mirada y continua el camino sin verlo realmente.
—Lo siento, es raro…me gusta estar de regreso, aunque extraño un poco mi hogar—
Harry hace una mueca en su rostro.
—¿La mansión Malfoy? —pregunta casi horrorizado y Draco rueda los ojos, no, ese lugar no lo extraña.
No cree que pueda ahora, es demasiado doloroso pensar en eso ahora.
—Mi madre—dice como si fuera lógico, los ojos de Harry se abren sorprendidos—puede que no tenga la mejor relación con mi padre ahora—subestimación del siglo—pero mi madre es todo lo bueno en este mundo, aunque termino con mi padre y…aunque antes lo entendía, ahora me pregunto muchas veces por qué sigue con él—como podría amarlo después de todo este tiempo.
Ambos estaban enamorados, pero ahora, Draco realmente no puede evitar pensar con amargura que tanto alguien puede cambiar.
Que tanto su padre ha cambiado.
¿Cómo su madre puede amarlo aún?
El amor es peligroso, a veces Draco se pregunta si realmente quiere estar con alguien así, como Orion nunca lo hizo o no recuerda bien; no recuerda haber amado a alguien y ahora, aunque ha visto parejas en padres de sus amigos que parecen felices a pesar de los años, Draco se siente intimidado por tener algo así con alguien. El amor es peligroso, porque de la forma en que amas puedes ser herido, lo había pensado anteriormente con su padre y ahora lo reafirma, el dolor que siente al pensar en su padre, debe ser proporcional a cuanto lo quiere.
Maldición.
—Entiendo, digo, no entiendo porque no son mis padres, pero…bueno…mis tíos no son personas agradables—hay tanto detrás de esa oración, tanto que Harry debe ocultar para sí mismo y que no quiere compartir; Draco le sonríe de reojo porque no es lo mismo, pero agradece el sentimiento.
Los tíos de Harry nunca lo quisieron, pero hubo un momento donde Draco pensó y pudo jurar que su padre lo amaba.
Ya no lo hace.
—Escuche que te tenían encerrado en el verano del segundo año—la cara de Harry voltea a verlo de forma violenta y Draco no demuestra nada—escuche a George y Fred, algo sobre un rescate y un automóvil volador; a partir de ahí no necesito sumas 2 + 2 para decir que tus familiares son peores que los míos—
—Son desagradables—
Draco ve de reojo a Harry, el odio y molestia que hay en su voz, pero una casi resignación que era bastante dolorosa de ver.
—¿Los odias? —la pregunta parece tomarlo por sorpresa, antes de suspirar y ver hacia el pasillo que siguen caminando, cada vez más despacio.
—No sé, supongo, aunque ellos me odiaron primero—
Un tarareo de parte de Draco de asentimiento, mientras Harry parece encogerse y comenzar a jugar con algo en su pecho. Los ojos de Draco parecen sorprendidos cuando nota que es su collar, el mismo collar que le había dado en primer año y que para ser sincero, había olvidado completamente; se sorprende que lo tenga todavía.
La mayoría de collares de este tipo que le daba su madre estaban en su baúl, pero no solía usarlos todo el tiempo, solo los que tenían hechizos calentadores activos y está seguro que este ya no funciona como debería.
—Todavía lo tienes—no es una pregunta, es un hecho.
Harry parece abochornado un momento, antes de sonreír, olvidando por un momento el tema de su familia problemática y como no habla claramente de eso; aunque son amigos, tal vez es demasiado pronto para entrar en algunos detalles. A pesar que ama a sus Ravenclaw no ha ahondado tanto en los castigos físicos que ha tenido de su padre, como lo hizo con Blaise, ya que tienen años de amistad y lo entiende.
Tal vez algún día Harry le diga lo que ha vivido, tal vez no, pero le gusta pensar que siempre podría hablar con él si necesitara a alguien.
Aunque ya tiene a Ron y Hermione para eso, probablemente no necesite a Draco en esa área, por eso no hay que enojarse; los amigos cumplen diferentes funciones todo el tiempo, no puedes ser todo para alguien.
El pensamiento floto un poco en su mente con sensación confusa al respecto.
—Bueno, sí, me encanta—demasiado honesto, piensa Draco preocupado, su mirada parece brillante y es honesto.
Draco no quiere pensar en el torneo, no quiere pensar en cómo esa mirada pronto podría apagarse si es seleccionado en el torneo y se encuentra con Voldemort en la prueba final; sin contar sobre 3 pruebas totalmente traumáticas que un adolescente no debería vivir.
Necesita una forma de que Harry no esté en el torneo y es como que para ayer.
—Dámelo—
—No, es mío—
Draco pestañeo con la mano extendida, totalmente convencido de que Harry le daría el collar con facilidad, pero en su lugar se aferra a él con una mirada de advertencia y bastante posesividad que no había calculado.
Interesante.
Rueda los ojos.
—No te lo voy a quitar idiota, te lo voy a regresar, pero ocupo hacer algo con él aquí mismo frente a ti—habla Draco con un poco de diversión, pero Harry lo ve de forma cautelosa un momento, antes de suspirar y quitarse el collar como si fuera doloroso para él.
No tenía ningún ritual de sangre o runa que hiciera eso, Draco lo sabría porque se lo había entregado y no podía sentir ningún susurro de poder mágico en el collar en sus manos.
Al tomarlo noto que estaba bien cuidado, no parecía abollado de ninguna forma e incluso parecía haber sido mantenido con alguna especie de hechizo o algo; quiso preguntar, pero en su lugar tomo su varita y comenzó hacer algunos hechizos que había aprendido en la clase de runas.
No por su profesora, que iba todavía demasiado lenta para lo que sabía, si no de los libros de runa que aprovechaba para leer en sus clases el año pasado.
Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete.
Luego de esto se activó nuevamente la runa y Draco pudo sentir nuevamente su poder mágico activado; otra vez podría funcionar como calentador personal si el clima disminuía y con suerte seria por un poco más de un año.
Se lo entrego a Harry que inmediatamente se lo puso, abriendo sus ojos probablemente al sentir la magia funcionando.
—Volví activar las runas, después de un tiempo dejan de funcionar—señala con el mentón en alto, porque es demasiado grandioso para este mundo y espera que otros sepan lo bendecidos que están con su sola presencia.
Es tan genial como amigo.
Harry parece verlo emocionado, aunque algo de duda aparece en sus ojos.
—Eso significa que la piedra para dormir con runas pronto dejaría de hacer efecto—musita por bajo pensativo, Draco traga saliva sin saber cómo decirle que, si bien al inicio ayudo, ahora no funciona en nada y las pesadillas han sido parte de su día a día desde que tiene memoria.
Hogwarts.
Desde que entró a Hogwarts.
Maldita sea.
—Tendré que investigar, pero al igual que el collar probablemente pueda hacer que funcione si alguna vez falla—
—¿Te ha ayudado? —
—Por supuesto—una mentira piadosa, pero nadie podría mentirle a Harry si te ve con esos ojos expectantes y preocupados—Aunque me sorprende que notaras que no duermo bien, fue un regalo bastante considerado—añade rápidamente esperando cambiar el tema y no seguir con la mentira, si no estas preparado, la mentira puede desmoronarse y por eso hay que tener cuidado.
Harry ladea el rostro, antes de ver a otro lado levemente sonrojado.
Siempre se sonroja.
¿Eso pasaba en las películas?
Tal vez fuera algo de los libros.
Tal vez lo olvido y Harry era tímido.
Draco entrecierra los ojos confundidos ante la idea cálida en su pecho al verlo sonrojado, no muy emocionado con una posible línea de pensamiento ante esas emociones.
—Desde primer año siempre has parecido no tener buen dormir, o al menos siempre tienes ojeras—comenta como si no fuera la gran cosa.
Draco debe suprimir una sonrisa, pero falla de alguna forma, porque eso es algo que debería haber esperado.
—Como esperaba de mi acosador favorito, vamos no me mires así, sabes que es cierto y en primer año siempre quisiste ser mi amigo—Harry le da una mirada de pocos amigos, que saca una risa de Draco cuando están por llegar a la torre de las lechuzas—no te enojes, después de todo, ahora somos amigos—brinda una rama de olivo y Harry sede si su suspiro significa algo.
Va a molestarlo un poco más, cuando la presencia de alguien en la torre lo hace congelarse, antes que una sonrisa cálida lo inunde.
—Draco—es Megumi quien se acerca rápidamente a él con una sonrisa brillante—estaba enviándole una carta a mi oto-san, estaba preocupada, pero le dije que estabas aquí y seguramente quedara más tranquilo; tengo tanto que contarte sobre anoche—la niña tímida del día anterior, parece disminuir un poco y convertirse en una pequeña bola de energía andante.
¿Azúcar?
Tal vez algún amigo nuevo o la presencia del apuesto Cedric Diggory.
Ahora está tratando con una mano de ocultar su sonrisa mientras asiente.
—Claro te prometí hablar contigo hoy y cuando quisieras, pero antes que eso quiero presentarte a mi amigo Harry Potter—señala rápidamente para no ser grosero, sorprendido de la repentina expresión seria de Harry al ver a la niña que solamente hace una leve reverencia, Draco se apresura—Harry ella es Megumi Fujiwara, es una amiga de la familia que conocí el año pasado, al igual que Luna voy a ser su protector—añade con una sonrisa viendo a la niña.
Esta lo ve casi con diversión.
—No necesito protección Draco Malfoy, si mal no recuerdo, podría ser de gran ayuda contra criaturas marinas si se llegara a presentar la ocasión—debe estar recordando lo sucedido en el estanque en su visita a Japón, lo cual Draco no olvidaría.
Como recordaba, la niña sigue manteniéndose firme, con el mentón en alto como cualquiera de su linaje y una chispa que probablemente sería más Gryffindor que Hufflepuff.
Draco no puede evitar sonreír.
Esta niña es otra cosa.
—Pero mira que sigues siendo una pequeña descarada, ¿Qué hay del respeto a los mayores? —
—Lo que sea, vamos tengo que contarte muchas cosas—
La niña toma su muñeca como lo más natural del mundo, viéndose adorable por la diferencia de altura y con la costumbre de hacerlo desde que estaban en Japón. El Draco de entonces había estado tan asombrado con todo a su alrededor, que usualmente Megumi lo arrastraría mientras explicaba todo como una enciclopedia andante.
Hubiera estado en Ravenclaw, Draco lamenta la perdida de conocimiento.
—Solo han pasado menos de 12 horas, aunque si es sobre tu padre, me gustaría escucharlo—las historias del jefe de familia Fujiwara siempre fueron asombrosas—lo siento Harry tengo que irme, nos vemos después—se despide como puede de este con la mano, mientras Megumi comienza hablar emocionada sobre como la sala común está cerca de las cocinas.
De reojo mira como Harry lo mira con una sonrisa un poco más pequeña de la que tenía ahora y su mano se mueve algo tímidamente, hay una chispa inquieta en sus ojos, pero no puede describirla bien porque entra en la historia de Megumi rápidamente.
Si.
Esta niña aparentemente tímida, habla demasiado cuando entra en confianza.
Bueno.
Un nuevo año va empezar y tiene que hablar con sus amigos, porque Harry Potter no va participar este año en el torneo de los 3 magos, incluso si tiene que destruir el maldito cáliz por sí mismo.
Continuara…
Joder que miedo tenía, este capítulo se me fue extendiendo y había olvidado que pase el límite de hojas que usualmente tengo, pero bueno, algunos capítulos a partir de este libro creo que será imposible que no sean tan largos.
Megumi es una Hufflepuff, quien lo habría pensado. Ahora Draco tiene amigos cercanos de todas las casas, lo cual es algo muy importante a tomar en cuenta.
El Drarry vendra, tengan pasiencia.
Me pregunto cuanto me odiaran por lo de Theo, en mi defensa, había estado planeando esta charla casi desde el inicio de la historia :D
