Draco Malfoy y el misterio de la lagrima de la sirena.

Capítulo 6: Tres amigos son mejor que uno.

Fue el día que las escuelas llegarían, que mientras bajaban por el pasillo Terry queda congelado un momento, antes de verse claramente avergonzado y acercarse a todos de forma muy poco discreta; Steven quien sufrió un ligero movimiento brusco cuando Terry los obliga a quedarse atrás, saca su cabeza molesta. La serpiente ahora tiene un terrario en la habitación de los Ravenclaw, donde se ha convertido en la mascota no oficial de los de cuarto años luego de algunas suplicas de Draco a Flitwick; este último convenciendo a una McGonagall algo resignada al respecto. Todos suelen turnarse para cuidarla, pero usualmente es con Draco con quien prefiere pasar la serpiente, además de meterse dentro de la cabellera de Luna, lo cual hace que todos trabajen en cuidarla.

Ayuda a promover la unidad, fue la mejor escusa que uso Draco.

No importa ahora.

Terry parece alarmado.

—Chicos yo…olvide…a principio de año tenía que decirles algo que descubrí con mi padre—parece totalmente avergonzado y Draco recordó tardíamente aquel comentario en los diarios antes que todo fuera, un poco complicado para recordarlo.

El problema del tren con sus Slytherins y el torneo de los tres magos fue un gran distractor para todos.

—¿Qué sucede? —pregunto Michael a su mejor amigo luciendo preocupado.

Terry los ve con una disculpa.

—No es mucho lo prometo, pero debí decirlo para tener un plan desde antes…es sobre la lagrima de la sirena—ahora esto tiene toda la atención de Draco sobre él, quien había dejado eso de lado temporalmente por investigar sobre runas con Anthony y un obligado Blaise.

Una combinación interesante de ver en la biblioteca, y de alguna forma una manera de pantalla; todos sus amigos piensan que luego del incidente en el tren (donde Draco fue bastante vago), el estudiar con Blaise y Anthony es una manera de reconstruir un puente entre ambas casas.

Lo cual es algo como eso.

Pero con muchas cosas de fondo.

La única cosa inconveniente, es que Anthony y Blaise parecen saber que es un "Drarry" y ambos se niegan a decirlo.

Malditos.

—Eso fue lo que leíste en un libro Draco—señala Padma curiosa, a lo cual él asiente de forma emocionada.

Información nueva.

Siempre recuerda porque entro a Ravenclaw cuando alguien saca información nueva de un tema que investiga, todo su cuerpo se ilumina como árbol de navidad y solamente puede esperar emocionado por más información que logre hacer que todo tiene sentido.

No siempre funciona así.

Pero se vale soñar.

—No se mucho sobre el tema, pero mi padre escucho que hay una leyenda en Beauxbatons que habla sobre la "Lagrima de la sirena", que parece ser muy importante para ellos como una representación de algo que se buscó por siglos…pero no es algo que salga mucho fuera del castillo, mi padre lo sabe porque hubo un tiempo que dio clases en ese colegio—asegura Terry rápidamente, pero Draco se alejó de ahí continuando el camino cuando un perfecto los llamo.

Hubiera preferido saberlo con tiempo, pero no es tan malo, estudiantes del colegio estaban por llegar a Hogwarts y Draco solamente tiene que tomar un estudiante para chantajearlo o amenazarlo hasta que suelte la información.

No algo muy noble.

Pero bueno.

Draco no tiene tiempo para preocuparse por eso.

—Creo que estoy preocupado por esos estudiantes—susurro Anthony a Michael, quien asintió de forma preocupada.

—¡Ginny! —saludo Luna a su amiga, quien había acercado su camino hacia ellos.

Ginny Weasley era oficialmente una Ravenclaw honoraria, en ocasiones como siempre estudiaba con Luna y prefería hacer sus tareas en la torre Ravenclaw, Draco solía corregir sus ensayos. La menor de la familia Weasley parece mucho más animada que en su primer año donde, un psicópata la poseyó, situación que la hace empatizar totalmente con ella cuando el año pasado algo lo poseyó a él.

Además, Luna es feliz al lado de Ginny, siempre radiante y eso alegra a Draco.

Una Luna feliz hace a un Draco feliz.

—Hola, Ron está siendo un idiota como siempre, preferí venir aquí—dice la niña chocando los cinco con Anthony, que parece haberla adoptado de igual forma que el propio Draco.

De reojo el rubio voltea a ver notando que el trio dorado estaba un poco frente a ellos hablando animadamente, la mirada de Harry parecía cansada con Hermione y probablemente deben estar hablando de algo relacionado con el P.E.D.D.O; Draco no tiene nada en contra de los movimientos radicales, pero está muy ocupado con sus propios movimientos radicales para apoyar a Hermione en esto.

Por ahora solo parecía interesada en reclutar a los Gryffindor y Draco se había escapado cada que la charla parecía aparecer, pero sabe que es cuestión de tiempo para que la suerte no este de su lado.

—Otra vez está viendo a Harry—como siempre señala Michael, ganando una mirada mala de su parte, mientras todos se ríen a su alrededor.

—Es curioso que lo haga siempre que Harry no lo ve, usualmente no aparta la mirada de Draco—habla Ginny al chico, que parece soltar una carcajada antes de comenzar hablar con esta a su costa.

Había química ahí, o algo que Draco habría interferido más si Michael no fuera un gilipollas al respecto con Draco.

Siempre señalando cuando ve a Harry.

Lo cual es preocupantemente más común de lo que quiere admitir.

—Creo que es lindo—señala Luna y ese momento es el que Draco decide desconectarse por su bien.

No el de Draco.

El de sus amigos antes que los torture.

Bajaron en fila por la escalinata de la entrada y se alinearon delante del castillo alejados de los Gryffindor para diversión de sus amigos. Era una noche fría y clara. Oscurecía, y una luna pálida brillaba ya sobre el bosque prohibido. Draco pudo ver a Megumi acercarse a ellos con una sonrisa, aunque tendría que pasar para estar con los alumnos de primer año, saludo de forma energética antes de caminar hacia los demás.

Sonrió casi sin poder evitarlo.

—¿Este es un mal momento para decir que quiero ir al baño? —comento Michael, ganando las risas de Ginny sin poder evitarlo.

Terry parecía ocultar su risa con la tos, mientras todos los demás lo voltean a ver incrédulos.

—Debí traer un libro para la espera—gruño Padma cambiando el peso de sus piernas.

—Ahí está Blaise—saludo rápidamente Anthony a su oreja, moviendo la mano cuando el moreno volteo a verlos levantando una mano; a su lado Pansy le dio una sonrisa temerosa, que Draco regreso con una sincera que pareció relajarla.

No había tenido muchas charlas con Pansy, pero habían hablado en los pasillos y la niña parecía ir de puntillas a su lado; no pidió disculpas, pero los Slytherin no suelen serlo.

Que solo hablara con él, es una buena disculpa por ahora.

Escudriñaron nerviosos los terrenos del colegio, que se oscurecían cada vez más. No se movía nada por allí. Todo estaba en calma, silencioso y exactamente igual que siempre. Draco empezaba a tener un poco de frío, y confió en que se dieran prisa, movió su mano sobre la pulsera que años atrás le dio Harry con hechizos que necesitaban ser restaurados para el calor; pero esa noche le gustó la idea de tenerla. Quizá los extranjeros preparaban una llegada espectacular, tenía una vaga idea de que había sido una entrada interesante en las películas.

Pero esos recuerdos parecen borrosos ahora.

Y entonces, desde la última fila, en la que estaban todos los profesores,

Dumbledore gritó:

—¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons! —

—¿Por dónde? —preguntaron muchos con impaciencia, mirando en diferentes direcciones.

—¡Por allí! —gritó uno de sexto, señalando hacia el bosque.

Una cosa larga, mucho más larga que una escoba (y, de hecho, que cien escobas), se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vez más grande.

—¡Es un dragón! —gritó uno de los de primero, perdiendo los estribos por completo.

Draco ladeo su cabeza con demasiada rapidez, como si sintiera un latigazo, porque realmente eso sería interesante; aunque sabía que no sería un dragón, vale la pena señalarlo.

—No seas idiota... ¡es una casa volante! —le dijo Dennis Creevey.

La suposición de Dennis estaba más cerca de la realidad para completa decepción de Draco. Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.

Las tres filas delanteras de alumnos se echaron para atrás cuando el carruaje descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad. Entonces golpearon el suelo los cascos de los caballos, que eran más grandes que platos, metiendo tal ruido que Michael dio un salto y pisó a Terry que se quejó audiblemente. Un segundo más tarde el carruaje se posó en tierra, rebotando sobre las enormes ruedas, mientras los caballos sacudían su enorme cabeza y movían unos grandes ojos rojos.

Antes de que la puerta del carruaje se abriera, Draco noto que llevaba un escudo: dos varitas mágicas doradas cruzadas, con tres estrellas que surgían de cada una. Un muchacho vestido con túnica de color azul pálido saltó del carruaje al suelo, hizo una inclinación, buscó con las manos durante un momento algo en el suelo del carruaje y desplegó una escalerilla dorada. Respetuosamente, retrocedió un paso.

Draco lo vio fijamente, ese colegio es quien tiene información de la lagrima de la sirena, entonces debe comenzar a observarlos, determinar al eslabón débil para capturarlo y tomar información.

De una forma menos siniestra de lo que suena en su mente.

Entonces Draco perdido en sus pensamientos vio un zapato negro brillante, con tacón alto, que salía del interior del carruaje. Era un zapato del mismo tamaño que un trineo infantil. Al zapato le siguió, casi inmediatamente, la mujer más grande que Draco había visto nunca. Las dimensiones del carruaje y de los caballos quedaron inmediatamente explicadas.

Algunos ahogaron un grito.

En toda su vida, Draco y los presentes sólo habían visto una persona tan gigantesca como aquella mujer, y ése era Hagrid. Le parecía que eran exactamente igual de altos, pero aun así (y tal vez porque estaba habituado a Hagrid) aquella mujer; que ahora observaba desde el pie de la escalerilla a la multitud, que a su vez la miraba atónita a ella, parecía aún más grande. Al dar unos pasos entró de lleno en la zona iluminada por la luz del vestíbulo, y ésta reveló un hermoso rostro de piel morena, unos ojos cristalinos grandes y negros, y una nariz afilada. Llevaba el pelo recogido por detrás, en la base del cuello, en un moño reluciente. Sus ropas eran de satén negro, y una multitud de cuentas de ópalo brillaban alrededor de la garganta y en sus gruesos dedos.

Dumbledore comenzó a aplaudir. Los estudiantes, imitando a su director, aplaudieron también, muchos de ellos de puntillas para ver mejor a la mujer. Sonriendo graciosamente, ella avanzó hacia Dumbledore y extendió una mano reluciente. Aunque Dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.

—Mi querida Madame Maxime —dijo—, bienvenida a Hogwarts—

—Dumbledog —repuso Madame Maxime, con una voz profunda—, espego que esté bien—

—En excelente forma, gracias —respondió Dumbledore.

—Mis alumnos —dijo Madame Maxime, señalando tras ella con gesto lánguido.

Draco, que no se había fijado en otra cosa que, en Madame Maxime por unos momentos, notó que unos doce alumnos, chicos y chicas, todos los cuales parecían hallarse cerca de los veinte años, habían salido del carruaje y se encontraban detrás de ella. Estaban tiritando, lo que no era nada extraño dado que las túnicas que llevaban parecían de seda fina, y ninguno de ellos tenía capa. Algunos se habían puesto bufandas o chales por la cabeza. Por lo que alcanzaba a distinguir Draco (ya que los tapaba la enorme sombra proyectada por Madame Maxime), todos miraban el castillo de Hogwarts con aprensión.

Ellos son los seleccionados para su interrogatorio.

Bien.

Espera un momento.

—Es mi imaginación o esa chica extremadamente atractiva está viendo fijamente a Draco—susurro Anthony a Padma incrédulo, pero esta solamente pestañeo antes de asentir.

Se veía diferente con ese uniforme, pero sus ojos celes y su cabello rojizo, hicieron que Draco abriera levemente la boca incrédula al ver a esa chica; Colette. La chica que había ayudado antes de su segundo año y este en el mundial, o más específicamente a su hermano, estaba de pie entre los chicos de Beauxbatons.

Un foco se encendió en su cabeza.

Ya tenía a quien interrogar mucho más fácil.

—Draco suele atraer a personas apuestas todo el tiempo, está dentro del top de chicos atractivos por algo—señalo Ginny con una sonrisa divertida, que provoco que la empujada de forma juguetona antes de ver a Colette nuevamente.

La chica sonrió de forma, que solamente podría ser considerada entre coqueta y depredadora, que probablemente usaba para molestarlo; levanto el mentón en forma de reto, ya que ambos se conocían y esto podría ser interesante.

—Pero mi Drarry—

—Cállate Michael—gruño Padma empujándolo por el talón y este dejo de quejarse.

—¿Qué maldita cosa es el Drarry? —pregunto exasperado por vez número 124.

No había esperado una respuesta como las anteriores veces, pero esta vez algo diferente paso.

Ginny sonrió.

—Es un club de Hogwarts, es muy exclusivo, sus fanáticos son peligrosos—contesto ella y eso llamo la atención de Draco, porque unca había escuchado de eso, pero era más información de la que le había dado alguien.

Sus amigos vieron sorprendidos a Ginny, quien sonreía ahora con suficiencia.

—¿Un club? —

—Lo siento Draco no puedo decir mucho más, la primera regla del club Drarry, es que nadie puede hablar del club Drarry a miembros fuera del club Drarry—

—¿No hablaste ya del club Ginny? —pregunto Luna con inocencia, pero Ginny negó con la cabeza.

—Es un vacío legal Luna, no dije de que trata el club, pero si Michael puede ir usando la palabra suprema todo el tiempo, sería bueno que le dijéramos al menos que es un club. Lo siento Draco no puedes entrar en el club, es muy exclusivo—

Draco las vio incrédulas, notando que todos sus amigos susurraban furiosamente a Ginny para que no dijera nada y si no hubiera tenido tantas cosas en mente o tareas pendiente, investigaría más al respecto. Hizo una nota mental para que cuando sacara a Harry del torneo, investigar más de este club, porque todos saben que no hay nada peor que dejar a un Ravenclaw con curiosidad.

Toda su vida estudiantil hasta ahora, era productor de ser curioso por un puto espejo.

—¿Ha llegado ya Kagkagov? —preguntó Madame Maxime.

—Se presentará de un momento a otro —aseguró Dumbledore—. ¿Prefieren esperar aquí para saludarlo o pasar a calentarse un poco? —

—Lo segundo, me paguece —respondió Madame Maxime—. Pego los caballos... —

—Nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas se encargará de ellos encantado —declaró Dumbledore—, en cuanto vuelva de solucionar una pequeña dificultad que le ha surgido con alguna de sus otras... obligaciones—

—Mis cogceles guequieguen... eh... una mano podegosa —dijo Madame Maxime, como si dudara que un simple profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas fuera capaz de hacer el trabajo—. Son muy fuegtes...—

—Le aseguro que Hagrid podrá hacerlo —dijo Dumbledore, sonriendo.

—Muy bien —asintió Madame Maxime, haciendo una leve inclinación—. Y, pog favog, dígale a ese pgofesog Haggid que estos caballos solamente beben whisky de malta pugo.—

Draco levanto las cejas, sin duda algunos animales en cualquier vida, son demasiado quisquillosos para el publico en general.

—Descuide —dijo Dumbledore, inclinándose a su vez.

—Allons-y! —les dijo imperiosamente Madame Maxime a sus estudiantes, y los alumnos de Hogwarts se apartaron para dejarlos pasar y subir la escalinata de piedra.

Colette lo vio de reojo con una sonrisa al pasar, Draco solamente vio el paso de los alumnos y notando rápidamente a Fleur.

Su caminar era impresionante, pero una Veela podría destacar fácilmente entre todos.

—¿Tenemos que esperar más? —gruño ahora Michael quejándose a Terry.

—Mira Luna—Ginny saco unos chocolates que compartió con su amiga, que sonrió de forma amable mientras charlaban sobre una clase al tiempo que todos estaban ahí esperando.

Para entonces ya tiritaban de frío esperando la llegada de la representación de Durmstrang. La mayoría miraba al cielo esperando ver algo. Durante unos minutos, el silencio sólo fue roto por los bufidos y el piafar de los enormes caballos de Madame Maxime. Pero entonces...

—¿No oyes algo? —preguntó Ron repentinamente en voz alta ya que todos escucharon.

Draco escuchó. Un ruido misterioso, fuerte y extraño llegaba a ellos desde las tinieblas. Era un rumor amortiguado y un sonido de succión, como si una inmensa aspiradora pasara por el lecho de un río...

—¡El lago! —gritó Lee Jordan, señalando hacia él—. ¡Mirad el lago! —

Genial.

El lago.

Draco hizo una mueca porque eso no le gustaba en absoluto.

Desde su posición en lo alto de la ladera, desde la que se divisaban los terrenos del colegio, tenían una buena perspectiva de la lisa superficie negra del agua. Y en aquellos momentos esta superficie no era lisa en absoluto. Algo se agitaba bajo el centro del lago. Aparecieron grandes burbujas, y luego se formaron unas olas que iban a morir a las embarradas orillas. Por último, surgió en medio del lago un remolino, como si al fondo le hubieran quitado un tapón gigante...

Del centro del remolino comenzó a salir muy despacio lo que parecía un asta negra, y luego Draco vio las jarcias...

—¡Es un mástil! —exclamó Harry a lo lejos.

Lenta, majestuosamente, el barco fue surgiendo del agua, brillando a la luz de la luna. Producía una extraña impresión de cadáver, como si fuera un barco hundido y resucitado, y las pálidas luces que relucían en las portillas daban la impresión de ojos fantasmales. Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco emergió en su totalidad, balanceándose en las aguas turbulentas, y comenzó a surcar el lago hacia tierra. Un momento después oyeron la caída de un ancla arrojada al bajío y el sordo ruido de una tabla tendida hasta la orilla.

A la luz de las portillas del barco, vieron las siluetas de la gente que desembarcaba.

Todos ellos, según le pareció a Draco, tenían la constitución grande e intimidante... pero luego, cuando se aproximaron más, subiendo por la explanada hacia la luz que provenía del vestíbulo, vio que su corpulencia se debía en realidad a que todos llevaban puestas unas capas de algún tipo de piel muy tupida. El que iba delante llevaba una piel de distinto tipo: lisa y plateada como su cabello.

—¡Dumbledore! —gritó efusivamente mientras subía la ladera—. ¿Cómo estás, mi viejo compañero, cómo estás? —

Genial.

Ese hombre.

—¡Estupendamente, gracias, profesor Karkarov! —respondió Dumbledore.

Había estado en algunas fiestas de su padre y Draco lo encontraba despreciable, pero nunca habían tenido más que algún leve saludo de reojo. La mayoría de otros miembros de las fiestas no parecían cómodos con él.

Karkarov tenía una voz pastosa y afectada. Cuando llegó a una zona bien iluminada, vieron que era alto y delgado como Dumbledore, pero llevaba corto el blanco cabello, y la perilla (que terminaba en un pequeño rizo) no ocultaba del todo el mentón poco pronunciado. Al llegar ante Dumbledore, le estrechó la mano.

—El viejo Hogwarts —dijo, levantando la vista hacia el castillo y sonriendo. Tenía los dientes bastante amarillos, y Draco observó que la sonrisa no incluía los ojos como de costumbre, que mantenían su expresión de astucia y frialdad—. Es estupendo estar aquí, es estupendo... Viktor, ve para allá, al calor... ¿No te importa, Dumbledore? Es que Viktor tiene un leve resfriado... —

Karkarov indicó por señas a uno de sus estudiantes que se adelantara. Cuando el muchacho pasó, Draco vio su nariz, prominente y curva, y las espesas cejas negras.

El buscador de oro en el mundial.

Otro de los posibles participantes del torneo.

Interesante.

.

.

—Es bastante atractivo—musito Padma a Draco mientras subían y Draco la vio alarmado, como un poco traicionado.

—Espero no estes diciendo que ese jugador internacional es más atractivo que Diggory, nuestro tesoro nacional—gruño de forma divertida, mientras Anthony farfullaba por bajo enojado contra ambos.

Era culpa de él.

Draco había visto el hermoso caballo de cristal encerrado de forma protectora en su baúl sin ser entregado, no era su culpa que no se moviera y que su querida Padma viera a otros chicos ser atractivos.

—Buen trasero—susurro Ginny pasando a su lado mientras Luna se reía con Michael.

Si.

Por eso era su Weasley favorita y de los primeros en su ranking de Gryffindors.

De reojo vio a Ron Weasley tener lo que parece ser un quiebre de fanática obsesiva por Viktor Krum, no de una forma muy hetero que digamos, pero Draco se encogió de hombros siguiendo a sus amigos; la mirada divertida de Harry, que hizo que Draco sonriera igual de divertido.

—Otra vez lo estas mirando—

—Michael si sigues diciendo esto, las escaleras quieren saludar tu cara y yo estoy listo para enviarte a ellas—

Todos sus amigos rieron del puchero de Michael.

Cuando volvían a cruzar el vestíbulo con el resto de los estudiantes de Hogwarts, de camino al Gran Comedor, Draco vio a Lee Jordan dando saltos en vertical para poder distinguir la nuca de Krum. Unas chicas de sexto revolvían en sus bolsillos mientras caminaban.

Sin ninguna pieza de orgullo, Draco suspiro.

Quisiera hablar con Krum no lo niega, pero eso es especialmente para ver sus habilidades de quidditch, no por ser una perra fanática como todos.

Tal vez solo un poco perra fanática, pero con orgullo.

—¡Ah, es increíble, no llevo ni una simple pluma! ¿Crees que accedería a firmarme un autógrafo en el sombrero con mi lápiz de labios? —

Si.

Humillante y perdida de dignidad.

Se dirigieron rápidamente a la mesa Ravenclaw, Draco saludo a Megumi que caminaba al lado de Cedric, quien guiño un ojo de forma descarada en su dirección; Draco rodo los ojos divertidos acomodándose en su esquina rápidamente más alejada de todos con su grupo de amigos. Rápidamente los estudiantes comenzaron a dividirse, era claro para los de colegios diferentes que no estaban acostumbrados a una notable división de casas.

Una alerta roja diría Draco, esto no es normal, pero Hogwarts es anormal.

Los de Beauxbatons deben ver algo en la casa azul, ya que toman asiento rápidamente entre ellos y aunque a la distancia, puede notar la sonrisa de Colette dirigida hacía él.

Le sonríe de regreso, notando como Durmstrang se dirigió a la mesa Slytherin, donde Viktor toma asiento al lado de Blaise que saluda de la forma más normal posible; aunque fuera fanático, Blaise no se rebajaría nunca a otros y su rostro sigue sereno.

Los alumnos de Durmstrang se quitaban las pesadas pieles y miraban con expresión de interés el negro techo lleno de estrellas. Dos de ellos cogían los platos y las copas de oro y los examinaban, aparentemente muy impresionados. En el fondo, en la mesa de los profesores, Filch, el conserje, estaba añadiendo sillas. Como la ocasión lo merecía, llevaba puesto su frac viejo y enmohecido. Draco se sorprendió de verlo añadir cuatro sillas, dos a cada lado de Dumbledore.

Faltaban más personas de las que Draco recordaba.

Habiendo entrado todos los alumnos en el Gran Comedor y una vez sentados a las mesas de sus respectivas casas, empezaron a entrar en fila los profesores, que se encaminaron a la mesa del fondo y ocuparon sus asientos. Los últimos en la fila eran el profesor Dumbledore, el profesor Karkarov y Madame Maxime. Al ver aparecer a su directora, los alumnos de Beauxbatons se pusieron inmediatamente en pie. Algunos de los de Hogwarts se rieron. El grupo de Beauxbatons no pareció avergonzarse en absoluto, y no volvió a ocupar sus asientos hasta que Madame Maxime se hubo sentado a la izquierda de Dumbledore. Éste, sin embargo, permaneció en pie, y el silencio cayó sobre el Gran Comedor.

Bastante respetable, pensó Draco de forma distraída, como los estudiantes seguían una serie de códigos que no escucho de ninguna parte.

Si fuera por Draco y tuviera que hacer algo como eso cada que Dumbledore aparecía, ya habría sido expulsado.

—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes —dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros—. Es para mí un placer daros la bienvenida a Hogwarts. Deseo que vuestra estancia aquí os resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea. —

Una de las chicas de Beauxbatons, que seguía aferrando la bufanda con que se envolvía la cabeza, profirió lo que inconfundiblemente era una risa despectiva.

Draco no pudo evitar la sonrisa divertida en su rostro, como siempre, aunque Hogwarts era prestigiosa, tendría una muy mala fama así que no puede culparlas.

Cualquier otro se ofendería, Draco, bueno, es fácil de desviar sus inclinaciones sobre el colegio.

—El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete —explicó Dumbledore—. ¡Ahora os invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvierais en vuestra casa! —

Draco intercambia una rápida mirada con Anthony, antes de desviar la mirada hacía la mesa de Slytherin donde Blaise asiente de forma imperceptible.

Si.

Esta noche, solo tienen una noche, ocupan hacerla valer.

Se sentó, y Draco vio que Karkarov se inclinaba inmediatamente hacia él y trababan conversación.

Como de costumbre, las fuentes que tenían delante se llenaron de comida. Los elfos domésticos de las cocinas parecían haber tocado todos los registros. Ante ellos tenían la mayor variedad de platos que Draco hubiera visto nunca, incluidos algunos que eran evidentemente extranjeros.

Pero ninguna Coca-Cola.

Blasfemia.

—Draco—susurro Anthony a su lado y Draco acerco el rostro para escucharlo mejor—no creo que estemos listos—

—Si, tampoco yo, pero no tenemos muchas opciones—sisea con advertencia y Anthony parece casi arrepentido de esto.

—¿Por qué soy tu mejor amigo? —

—No lo sé, pero no hay marcha atrás, Blaise diría que él es mi mejor amigo—

—Sobre mi cadáver—

—En realidad no te entiendo, ¿quieres o no ser mi mejor amigo? —

Padma los silencia y ambos se alejan a regañadientes.

El Gran Comedor parecía mucho más lleno de lo usual, aunque había tan sólo unos veinte estudiantes más que de costumbre. Quizá fuera porque sus uniformes, que eran de colores diferentes, destacaban muy claramente contra el negro de las túnicas de Hogwarts. Una vez desprendidos de sus pieles, los alumnos de Durmstrang mostraban túnicas de color rojo sangre.

A los veinte minutos de banquete, Hagrid entró furtivamente en el Gran Comedor a través de la puerta que estaba situada detrás de la mesa de los profesores. Ocupó su silla en un extremo de la mesa.

Hoy parece todo repleto.

—Pegdonad, ¿no queguéis bouillabaisse? —

Se trataba de la misma chica de Beauxbatons que se había reído durante el discurso de Dumbledore. Al fin se había quitado la bufanda. Una larga cortina de pelo rubio plateado le caía casi hasta la cintura. Tenía los ojos muy azules y los dientes muy blancos y regulares.

Estaba en la mesa Gryffindor.

Draco tuvo que hacer un esfuerzo para alejar la mirada de ella.

—Puedes llevártela —le dijo Harry amablemente sin parecer tan afectado, acercándole a la chica la sopera.

—¿Habéis tegminado con ella? —

—Sí —repuso Ron sin aliento, este totalmente afectado—. Sí, es deliciosa. —

La chica cogió la sopera y se la llevó con cuidado a la mesa de Ravenclaw.

Una Veela.

Demasiado peligroso, Draco no se extrañó que lograra conquistar a Bill con esa apariencia. Cuando la chica cruzó el Gran Comedor muchos chicos volvieron la cabeza, y algunos se quedaban sin habla, igual que Ron.

Volteo a ver a la mesa de profesores, donde Ludo Bagman estaba sentado al otro lado del profesor Karkarov, en tanto que el señor Crouch, el jefe de Percy, ocupaba el asiento que había al lado de Madame Maxime.

Cuando llegaron los postres, vieron también algunos dulces extraños. Michael examinó detenidamente una especie de crema pálida, y luego con un encogimiento de hombros lo probo. No sabía tan mal, Draco estaba acostumbrado a la comida exótica de otros países, siempre que viajaba con sus padres era amante de probar comida nueva.

Una vez enfermo, pero en su defensa, nadie debería cocinar con tanto lácteo.

Una vez limpios los platos de oro, Dumbledore volvió a levantarse. Todos en el Gran Comedor parecían emocionados y nerviosos. Con un estremecimiento, Draco no se preguntó qué iba a suceder a continuación.

Una locura, esto es lo que va a suceder y no tiene mucho tiempo para trabajar.

—Ha llegado el momento —anunció Dumbledore, sonriendo a la multitud de rostros levantados hacia él—. El Torneo de los tres magos va a dar comienzo. Me gustaría pronunciar unas palabras para explicar algunas cosas antes de que traigan el cofre... —

—Maldita sea, tenías razón, le debo dinero a Blaise—gruño Anthony por bajo y le dio una patada.

Miserable traidor.

De reojo noto a Blaise mantener una expresión demasiado en blanco, como si hubiera esperado que esto no pasara.

—... sólo para aclarar en qué consiste el procedimiento que vamos a seguir. Pero antes, para aquellos que no los conocéis, permitidme que os presente al señor Bartemius Crouch, director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional —hubo un asomo de aplauso cortés—, y al señor Ludo Bagman, director del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos. —

Aplaudieron mucho más a Bagman que a Crouch, tal vez a causa de su fama como golpeador de quidditch, o tal vez simplemente porque tenía un aspecto mucho más simpático. Bagman agradeció los aplausos con un jovial gesto de la mano, mientras que Bartemius Crouch no saludó ni sonrió al ser presentado. Al recordarlo vestido con su impecable traje en los Mundiales de quidditch, Draco pensó que no le pegaba la túnica de mago. El bigote de cepillo y la raya del pelo, tan recta, resultaban muy raros junto al pelo y la barba de Dumbledore, que eran largos y blancos.

Draco no aplaudió, simplemente suspiro inquieto.

Esto tenía la posibilidad de salir mal.

—Los señores Bagman y Crouch han trabajado sin descanso durante los últimos meses en los preparativos del Torneo de los tres magos —continuó Dumbledore—, y estarán conmigo, con el profesor Karkarov y con Madame Maxime en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones. —

A la mención de la palabra campeones, la atención de los alumnos aumentó aún más.

Draco levanto la mirada para ver a los campeones detenidamente. Krum tenía el rostro solemne, como si pensara que no tenía otra opción más que participar; como jugador de quidditch debe estar acostumbrado a ser el elegido a pesar de su corta edad. Fleur tenía el mentón un poco en alto, arrogante y con ojos codiciosos en la información. Cedric parecía también ver todo con mucho interés, pero sus ojos parecen una chispa de curiosidad y arrogancia sobre querer algo.

Harry, el torpe y querido niño, parecía solamente inocentemente emocionado como la mayoría de estudiantes de su edad.

Sobre su cadáver Harry sería un campeón este año.

Quizá Dumbledore percibió el repentino silencio, porque sonrió mientras decía:

—Señor Filch, si tiene usted la bondad de traer el cofre... —

Filch, que había pasado inadvertido, pero permanecía atento en un apartado rincón del Gran Comedor, se acercó a Dumbledore con una gran caja de madera con joyas incrustadas. Parecía extraordinariamente vieja. De entre los alumnos se alzaron murmullos de interés y emoción. Dennis Creevey se puso de pie sobre la silla para ver bien, pero era tan pequeño que su cabeza apenas sobresalía de las demás.

Una parte de Draco le gustaría que sus interferencias en la historia no sacaran al puto cáliz de ese cofre.

Pero dudaba que algo así fuera a cambiar.

—Los señores Crouch y Bagman han examinado ya las instrucciones para las pruebas que los campeones tendrán que afrontar —dijo Dumbledore mientras Filch colocaba con cuidado el cofre en la mesa, ante él—, y han dispuesto todos los preparativos necesarios para ellas. Habrá tres pruebas, espaciadas en el curso escolar, que medirán a los campeones en muchos aspectos diferentes: sus habilidades mágicas, su osadía, sus dotes de deducción y, por supuesto, su capacidad para sortear el peligro. —

El rostro de Anthony parecía blanco, antes de verlo de reojo casi como si se preguntara como supo toda esa información antes de que la dijeran. Su excusa de que su padre le había dicho, era un poco mala ya que no estaba en la mejor relación con este.

Pero no había otra explicación.

Al menos no para ellos, no importa cuánto sospecharan de él, nadie podría averiguar sobre su vida pasada.

Ante esta última palabra, en el Gran Comedor se hizo un silencio tan absoluto que nadie parecía respirar.

—Como todos sabéis, en el Torneo compiten tres campeones —continuó Dumbledore con tranquilidad—, uno por cada colegio participante. Se puntuará la perfección con que lleven a cabo cada una de las pruebas y el campeón que después de la tercera tarea haya obtenido la puntuación más alta se alzará con la Copa de los tres magos. Los campeones serán elegidos por un juez imparcial: el cáliz de fuego—

Bien ahora estaba mintiendo, imparcial su culo, si fuera imparcial no estaría dentro de toda esta mierda.

Dumbledore sacó la varita mágica y golpeó con ella tres veces en la parte superior del cofre. La tapa se levantó lentamente con un crujido. Dumbledore introdujo una mano para sacar un gran cáliz de madera toscamente tallada. No habría llamado la atención de no ser porque estaba lleno hasta el borde de unas temblorosas llamas de color blanco azulado.

Dumbledore cerró el cofre y con cuidado colocó el cáliz sobre la tapa, para que todos los presentes pudieran verlo bien.

—Todo el que quiera proponerse para campeón tiene que escribir su nombre y el de su colegio en un trozo de pergamino con letra bien clara, y echarlo al cáliz —explicó Dumbledore—. Los aspirantes a campeones disponen de veinticuatro horas para hacerlo. Mañana, festividad de Halloween, por la noche, el cáliz nos devolverá los nombres de los tres campeones a los que haya considerado más dignos de representar a sus colegios. Esta misma noche el cáliz quedará expuesto en el vestíbulo, accesible a todos aquellos que quieran competir. —

—Si estuviera más vigilado seria todo más fácil—gruño para Anthony, quien solamente asentía algo tenso.

—Para asegurarme de que ningún estudiante menor de edad sucumbe a la tentación—prosiguió Dumbledore—, trazaré una raya de edad alrededor del cáliz de fuego una vez que lo hayamos colocado en el vestíbulo. No podrá cruzar la línea nadie que no haya cumplido los diecisiete años. —pero otros podrían entrar y poner nombres diferentes, quiso decir, pero mantuvo el silencio—Por último, quiero recalcar a todos los que estén pensando en competir que hay que meditar muy bien antes de entrar en el Torneo. Cuando el cáliz de fuego haya seleccionado a un campeón, él o ella estarán obligados a continuar en el Torneo hasta el final. Al echar vuestro nombre en el cáliz de fuego estáis firmando un contrato mágico de tipo vinculante. Una vez convertido en campeón, nadie puede arrepentirse. Así que debéis estar muy seguros antes de ofrecer vuestra candidatura. Y ahora me parece que ya es hora de ir a la cama. Buenas noches a todos. —

Si.

Esta noche sería muy larga.

Draco prácticamente arrastro a Anthony de regreso al dormitorio, si alguien pensó que eso era sospechoso, nadie menciono nada cuando llegaron a la habitación; Terry estaba controlando a un emocionado Michael que no dejaba de hablar del torneo.

—Espero que la locura que piensan hacer, no sea estúpida—gruñe Terry cuando no mucho después Draco sigue con su ropa y ahora está sacando una cortina de la ventana.

—Es mejor no preguntar—musita Anthony viendo como rápidamente trabaja en la runa de invisibilidad.

No dura tanto.

A diferencia de la capa de invisibilidad que posee un poder interminable para volver invisible al portador, la runa que activada hace que las cosas sean invisibles se agota en algunas horas; lo había probado el año pasado esperando no tener que usarlo, pero por suerte ahora puede usarla.

Era pésimo dibujando, pero hasta alguien pésimo como él puede hacer una runa decente luego de practicarla por horas.

Con un corte de la cortina, ahora tiene una perfecta capa de invisibilidad temporal.

—Nos vemos, cualquier cosa no nos vieron—habla Draco antes de empujar a Anthony, que tiene una mochila llena de libros que han estado estudiando.

No hay nada más deprimente que tanto Terry como Michael los vean de reojo, probablemente pensando que harán alguna locura, pero sin querer detenerlos; a estas alturas su grupo de amigos sabe que a veces es mejor no interferir, al menos que seas Padma…por eso Padma no sabe de esta locura.

Caminando rápidamente bajo la cortina, que dice invisibilidad y tiene una runa silenciosa, llegan rápidamente al puto vestíbulo donde el maldito cáliz esta.

Es una mierda.

Draco lo odia.

Blaise que parece no darle mucha importancia a la presencia, camina tranquilamente y solamente suelta un chillido cuando Draco lo arrastra dentro de la cortina; hay una gran cantidad de preguntas en su rostro, pero de alguna forma logra contenerse para que los tres se acerquen con dificultad al cáliz. Tal vez el corte no fue el correcto, ya que tienen que ir demasiado cerca y Anthony le ha golpeado con el codo tres veces.

El cáliz es una pieza bastante grande de magia, Draco hace una mueca cuando se acercan y se siente un poco inquieto; no hay runas visibles, pero si hay una barrera mágica que impide acercarse demasiado porque todos son menores de edad. Una parte de él había esperado que, al ser un alma rencarnada, tuvieran una pequeña excepción en él.

Claro podía resistirse al imperius, pero no puede pasar esta estúpida barrera.

Injusto.

Anthony se agacha rápidamente llevándolos con él, observando determinadamente la línea mágica y sacando un libro de runas; Blaise uso su varita para iluminar el lugar y por suerte parecía que la capa provisional funcionaba para no sacar nada fuera de esta. En sana teoría la luz y el sonido no saldrían de este lugar, pero Draco sabe que no ha podido practicar mucho para hacerlo perfecto.

Pura suerte que nadie los encuentre.

—Maldición, hay varios hechizos que no puedo reconocer e incluso las runas no son fáciles de detectar; no se cual abecedario utilizo el director y eso es preocupante—la mirada de Anthony rebela lo que Draco sabe, ambos han estado leyendo diccionarios de runas por años, no conocer una rápidamente, es como leer el libro de Orion.

Anomalías.

Esta noche no pueden con una anomalía.

—Theo podría saber más de esto—el comentario de Blaise hace que Draco lo vea mal, por lo que este solamente rueda los ojos—el director es un gran mago, aunque te cueste admitirlo, parece ser un hechizo de las antiguas brujas…uno muy antiguo, magia arcana probablemente; dudo que alguien menor de edad pueda entrar, pero si fuera alguien mayor de edad…puedo ver un vacío legal en este pensamiento—expresa Blaise sacando un propio cuaderno de su túnica y apuntando algunas cosas con un lápiz.

Era raro verlo con cosas muggles, pero Draco no presiono.

La magia arcana era muy rara y perdida en el tiempo, que alguien usara una magia arcana para proteger un cáliz y fallar; parecía una falta de respeto para Draco.

—No tenemos que eliminar el hechizo, solamente podríamos agregar una runa, para que cualquiera que intentara agregar el nombre de Harry no pueda hacerlo; o que se cambiara de nombre—añade tardíamente, a lo cual Anthony lo ve alarmado.

—Para eso deberíamos agregar otro nombre, incluso si pudiéramos hacer esto, eso significaría un cuarto miembro al torneo…oíste lo que dijo Dumbledore, es un contrato por sangre—señala su amigo alarmado, Blaise asiente dándole la razón.

Draco farfulla por bajo.

Cualquier nombre sería una condena a muerte, por mucho que odie a Zacharias, incluso su nombre no le apetecía. Tal vez el cambio de nombre o no poner a Harry dentro del torneo evite que este sea transportado a otro lado, pero si no fuera el caso, si la copa ya fuera un traslador…esto sería muerte alguna.

Aunque sin la sangre de Harry no habría señor tenebroso.

—Oh…—la expresión de Anthony llama su atención, parece blanco cuando levanta la mirada—Draco, yo, recuerdas cuando investigamos de trasladores—cierra los ojos con pesar al recordar el libro de Orion Blake y sus anteriores pensamientos.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Blaise confundido.

—Hay marcas de magia diferente, en estos cuatro lugares que plantean puntos cardinales, este es el centro…esta copa, esta copa podría ser un traslador en proceso; pero eso significa que tendría que sacarlos de Hogwarts, pero esta magia…no estoy seguro—Anthony parece frustrado y Draco quiere quejarse, cuando el sonido de pasos lo hace alarmarse.

Maldición.

Arrastra lejos a Anthony y Blaise, cerca de una de las columnas; confía en que la capa provisional los haga invisibles, pero a estas alturas nada es suficiente.

Anthony o Blaise, no sabe quién, pero uno de ellos hace un pequeño chillido cuando Moody aparece caminando con su pata de palo. Los ojos de Draco se entrecierran porque por un momento había pensado que no lo haría personalmente, que enviaría a otra persona en lugar de ser obvio; pero su rostro serio frente al cáliz lo hace sentir inquieto.

Hay hechizos volando, que provocan que Anthony sujete su brazo alarmado y que los ojos de Blaise se agranden cuando el cáliz deja la luz azulada para volverse una rojiza.

Está haciendo lo que se suponía que harían ellos.

¿Magia negra?

No lo sabe, pero parece tratar al cáliz como una entidad viva y el papel en sus manos lejos de su varita, provoca asco en Draco; no había pensado que habría papel, aunque tiene sentido, ya que cuando el mago fuera seleccionado en este caso Harry.

Había un papelito con su nombre.

¿Habría copiado su letra?

Si ese no fuera el caso, fallo de parte de Dumbledore por no notarlo.

—Va poner el nombre de Potter, maldita sea Draco, tienes razón—indica Blaise con una pizca de desconcierto, viéndolo preocupado, como si fuera la primera vez que lo ve en toda su vida.

Probablemente preguntándose de donde vio semejante pieza de información.

No.

Se supone que iba a evitar justamente esto.

¿Si saltaba ahora e hizo un escándalo podría detenerlo?

Tal vez, pero tres magos no eran suficiente contra un mortifago, mientras Dumbledore llegaba aquí nada podría asegurar que los 3 seguirían con vida. En una confrontación directa no estaban capacitados para la lucha, Draco puede saber muchos hechizos, pero luego de escapar el año pasado con Sirius, sabe que no está listo para una batalla directa contra magos de mayor calibre.

Puede que nunca lo esté.

Alertar a Dumbledore luego de que Moody ponga el nombre de Harry, no sirve de mucho más que para saber quién es el enemigo, ya que Dumbledore probablemente haga participar a Harry como lo hizo en el original.

Pacto de sangre una estupidez.

Vaya mago más fuerte.

Si salían de alguna forma les descontarían puntos a sus casa (el menor de ambos males), pero Moody los obligaría a irse y de alguna forma este siempre podría volver.

Ocupa quemar ese papel sin llamar la atención, o tal vez cambiar su contenido; Draco ha dominado el año pasado el hechizo para cambiar las palabras de una hoja por toso los apuntes que ha revisado y ensayos de años diferentes al suyo. Pero duda que poner el nombre de algún perro o mago suministre alguna situación favorable, ocupa un nombre.

Lo necesita ya.

Moody levanta el papel, listo para ingresarlo en el torneo y Draco levanta su varita sin su control, necesita cambiar ese nombre.

No está seguro que diga el nombre de Harry.

No está seguro que cambiarlo haga alguna diferencia.

—Xanagrápste[SS1] —susurra el hechizo de re escritura que tanto practico, deseando que las palabras se cambiaran justo antes de que caigan dentro del cáliz.

El fuego rojo consume el papel, antes que todo vuelva a un azul calmado.

Moody ve todo unos momentos antes de dar media vuelta para caminar, se detiene unos pasos volteando a ver sobre sus hombros, no en dirección de ellos, pero suficientemente cerca; su ojos se mueve en todas direcciones, pero nunca exactamente sobre ellos.

Nunca los ve a ellos.

Cuando Moody se va, Anthony y Blaise salen de la cortina luciendo con el rostro pálido.

—¿Fallamos? —pregunta Blaise con una inusual voz de decepción, que Draco decide guardar en silencio cuando sale debajo de la cortina.

Anthony parece también irritado.

Draco solamente esta pálido.

—Tal vez—musita por bajo, atrayendo la mirada de ambos, pero Draco solamente ve el cáliz con algo de pánico.

Tal vez.

Arruino todo.

.

.

Como al día siguiente era sábado, lo normal habría sido que la mayoría de los alumnos bajaran tarde a desayunar. Draco quien no durmió hasta altas horas de la noche, quedándose en el pasillo con Anthony y Blaise intentando hacer alguna combinación de runas que impidiera a Harry participar sin saber si tienen éxito, ya que nunca pudieron acercarse dentro de la línea como Moody; solo pudieron irse a dormir antes que amaneciera o alguien llegara. Escapando del Filch con muy poco tiempo, Draco había intentado dormir un poco, sin éxito; cuando Terry y Michael despertaron mucho más temprano solamente se dejó arrastrar con ojera detrás de estos.

Anthony con rostro similar y preocupado.

Esto iba salir mal de cualquier forma.

Al bajar al vestíbulo vieron a unas veinte personas agrupadas allí, algunas comiendo tostadas, y todas contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.

Circulo que tiene memorizado.

Draco odio al cáliz que había visto hace menos de una hora, Anthony gruñendo a su lado, las únicas dos personas que no parecían emocionadas.

Volteo en todos lados, pero Blaise no parecía presente.

Con suerte durmiendo el bastardo.

—¿Ya ha dejado alguien su nombre? —le preguntó Ron algo nervioso a una de tercero.

Harry saludo a Draco con la mano, aunque rápidamente parecía preocupado por su mirada de sueño al lado de sus amigos; intento acercarse, pero no pudo porque Ron y Hermione parecían hablar con otras personas.

Eso no evito la mirada preocupada de este sobre él.

—Todos los de Durmstrang —contestó ella—. Pero de momento no he visto a ninguno de Hogwarts. —

Anthony gruño buscando algo que mordisquear, Padma que estaba viéndolos con ojos entrecerrados, averiguando que algo paso al lado de su hermana, les lanzo una bolsa de golosinas; Draco tomo una esperando aliviarse o despertarse.

Ocupaba café.

Urgente.

—Seguro que lo hicieron ayer después de que los demás nos acostamos —dijo Harry—. Yo lo habría hecho así si me fuera a presentar: preferiría que no me viera nadie. ¿Y si el cáliz te manda a freír espárragos? —

Bueno gracias a esos comentarios, Draco no se extraña que en la historia original nadie creyera a este cuando dijo que no puso su nombre.

Alguien se reía detrás de Harry. Al volverse, vio a Fred, George y Lee Jordán que bajaban corriendo la escalera. Los tres parecían muy nerviosos.

Draco que no estaba tan lejos y podía escuchar, le hubiera querido decir que el cáliz no era tan inteligente como para enviarlos a freír espárragos.

El mundo de Draco sería más fácil si fuera así.

—Ya está —les dijo Fred a Harry, Ron y Hermione en tono triunfal—. Acabamos de tomárnosla—

—¿El qué? —preguntó Ron.

—La poción envejecedora, cerebro de mosquito —respondió Fred.

—Una gota cada uno —explicó George, frotándose las manos con júbilo—. Sólo necesitamos ser unos meses más viejos—

—Si uno de nosotros gana, repartiremos el premio entre los tres —añadió Lee, con una amplia sonrisa.

—No estoy muy convencida de que funcione, ¿sabéis? Seguro que Dumbledore ha pensado en eso —les advirtió Hermione.

Fred, George y Lee no le hicieron caso.

Draco quiso comentar que Hermione estaría sorprendida de la cantidad de cosas a las cuales Dumbledore probablemente no habría pensado, o que pensó mal.

—¿Listos? —les dijo Fred a los otros dos, temblando de emoción—. Entonces, vamos. Yo voy primero...—

Draco observó, poco fascinado, cómo Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras: Fred Weasley, Hogwarts. Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies como un saltador de trampolín que se dispusiera a tirarse desde veinte metros de altura. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.

Durante una fracción de segundo, Draco creyó que el truco había funcionado y hubiera querido poder saber la técnica; hasta que recordó que esto no saldría bien. George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso.

Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un ¡plin! y a los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.

En el vestíbulo, todos prorrumpieron en carcajadas. Incluso Fred y George se rieron al ponerse en pie y verse cada uno la barba del otro.

Anthony hizo una expresión incomoda y un poco de empatía se reflejó en sus ojos, no intentaron esta clase de pociones la noche anterior, pero las había mencionado una o dos veces; Blaise y Draco eran buenos en pociones después de todo.

—Os lo advertí —dijo la voz profunda de alguien que parecía estar divirtiéndose, y todo el mundo se volvió para ver salir del Gran Comedor al profesor Dumbledore. Examinó a Fred y George con los ojos brillantes— Os sugiero que vayáis los dos a ver a la señora Pomfrey. Está atendiendo ya a la señorita Fawcett, de Ravenclaw, y al señor Summers, de Hufflepuff, que también decidieron envejecerse un poquito. Aunque tengo que decir que me gusta más vuestra barba que la que les ha salido a ellos—

Draco lo vio con aburrimiento, ojalá fuera más útil este año.

Duda que lo sea.

Pero se vale soñar.

Fred y George salieron para la enfermería acompañados por Lee, que se partía de risa, y casi todos en la sala (Draco estaba demasiado cansado para reírse), que también se reían con ganas, entraron a desayunar.

Habían cambiado la decoración del Gran Comedor. Como era Halloween, una nube de murciélagos vivos revoloteaba por el techo encantado mientras cientos de calabazas lanzaban macabras sonrisas desde cada rincón. Vio como el trio dorado se encaminaron hacia donde estaban Dean y Seamus, que hablaban sobre los estudiantes de Hogwarts que tenían diecisiete años o más y que podrían intentar participar.

Draco se preguntó en qué momento habían pasado tantos días y como el año iba más rápido de lo que le gustaría.

—Parece que no dormiste bien anoche—comento Luna con curiosidad cuando llego a su lado con Ginny, la pelirroja tomo asiento al lado de Draco robándole descaradamente una golosina.

—No creo que duerma hasta que el cáliz saque los nombres—gruñe Draco con dolor de cabeza y el asentimiento de Anthony hace que todos los vean con sospecha.

Alguien va a comentar algo, pero Padma está pasando tiempo con su hermana, así que son silenciados cuando otra persona aparece.

Draco tiene que pestañear un momento, volver a pestañear para confirmar que Harry ha aparecido empujando a Ginny para sentarse a su lado; la pelirroja parece algo sorprendida ahora al lado de Harry, pero en lugar de su rostro usualmente maravillado por estar al lado de su futuro esposo como cuando era de primer año, parece casi divertida.

Todos voltean a ver a Harry, quien está tranquilamente tomando las golosinas que Ginny le quito y comer alguna.

—Parece que no has dormido bien—señala Harry como si siempre hubiera estado con ellos.

Draco quiere decir algo, aunque da una toma doble cuando jura escuchar a Michael chillar en voz baja algo similar a "Drarry" de forma muy fan-girl de niña adolescente con banda famosa; voltea a ver a Ron y Hermione algo alejados, quienes ven curiosos en su dirección, pero no parecen molestos.

—Estaba algo ocupado, estudiando runas—dice Draco con un encogimiento de hombros y de alguna forma es tan cierto, que Anthony emboza una sonrisa irónica.

Harry asiente pensativo, viendo de reojo a Ginny quien luego de un rato suspira alejándose un poco de Harry con las manos en el aire.

—Para alguien que no le gusta compartir su espacio personal, debo decir que estas muy cerca de Draco—comenta Ginny con malicia, Draco se siente confundido.

¿No le gusta invadir el espacio personal de otros?

Bueno, ciertamente ese no es Harry, quien lo sujeta de la muñeca cada que puede y ha invadido anteriormente su espacio personal.

Antes que pueda defenderse es detenido.

—¡Escuchad! —dijo Hermione repentinamente.

En el vestíbulo estaban lanzando vítores. Se volvieron todos en sus asientos y vieron entrar en el Gran Comedor, sonriendo con un poco de vergüenza, a Angelina Johnson. Era una chica de piel oscura, alta, que jugaba como cazadora en el equipo de quidditch de Gryffindor. Angelina fue hacia ellos, se sentó y dijo:

—¡Bueno, lo he hecho! ¡Acabo de echar mi nombre! —

—¡No puedo creerlo! —exclamó Ron, impresionado.

—Pero ¿tienes diecisiete años? —inquirió Harry a su lado confundido.

—Parece que si —dice Luna de forma soñadora.

—Mi cumpleaños fue la semana pasada —explicó Angelina.

—Bueno, me alegro de que entre alguien de Gryffindor —declaró Hermione—¡Espero que quedes tú, Angelina! —

Draco no pudo estar más de acuerdo con Hermione.

—Gracias, Hermione —contestó Angelina sonriéndole.

—Sí, mejor tú que Diggory el hermoso —dijo Seamus, lo que arrancó miradas de rencor de unos de Hufflepuff que pasaban al lado.

—Buen culo—escucho a Ginny decir divertida, trayendo risas de todos menos de Harry que se enfurruño viéndolo de reojo.

—Ahora que lo pienso, debería trabajar en lo de la lagrima de la sirena—habla Draco al aire, pensando que no podría quedarse todo el día aquí.

Harry gira a verlo curioso como Ginny, ambos intercambiando una mirada de incredulidad cuando todos los Ravenclaw presentes asintieron.

Un alboroto los hizo desviar la mirada.

Los estudiantes de Beauxbatons estaban entrando por la puerta principal, provenientes de los terrenos del colegio, y entre ellos llegaba la chica veela. Los que estaban alrededor del cáliz de fuego se echaron atrás para dejarlos pasar, y se los comían con los ojos. Madame Maxime entró en el vestíbulo detrás de sus alumnos y los hizo colocarse en fila. Uno a uno, los alumnos de Beauxbatons fueron cruzando la raya de edad y depositando en las llamas de un blanco azulado sus pedazos de pergamino. Cada vez que caía un nombre al fuego, éste se volvía momentáneamente rojo y arrojaba chispas.

Vaya.

Sin dudarlo

Aunque si todos vinieron aquí, debe ser por lo mismo, Draco admiro su interés.

Cuando todos los estudiantes de Beauxbatons hubieron presentado sus nombres, Madame Maxime los hizo volver a salir del castillo.

—Aburrido—escucho decir a Terry, ganando risas de Michael y Luna.

—Creo que tal vez deberíamos ir a dormir un rato—comento Anthony tragándose un bostezo y Draco que usualmente era un adicto al trabajo no podría estar más de acuerdo.

—Oh, quería invitarlos a ir donde Hagrid—Draco dudaba que la invitación de Harry fuera para todos, pero para su sorpresa sus amigos no parecieron ofendidos.

Terry empujo a Michael que parecía recio a irse, Luna rápidamente salto tomando de las manos a Ginny, quienes se fueron riendo divertidas; Anthony parecía entre dudar o irse, pero su rostro estaba cansado y Draco no quería más que su cama.

—Draco—gruño Anthony queriendo irse, Draco también quería buscar a Blaise, pero ir a las mazmorras podría significar ver a Theo.

Draco no sabe cómo esta su situación con Theo.

No quiere saberlo ahora mismo.

Si todo sale bien, mañana hablaría con él.

—Lo siento Harry, realmente necesito dormir…deberías ir con tus amigos, si quieres puedes pasarte ahora por la torre Ravenclaw, aunque dudo que no hagamos nada que dormir—

—Acaparador de mantas—

—Supéralo Goldstein—

Harry parecía reticente a irse ahora, pero la llamada alarmada de Hermione lo hizo lucir derrotado antes de dar media vuelta para irse corriendo.

Si.

Draco rápidamente cayó sobre su cama disfrutando la suavidad de esta, si bien sus pensamientos sobre el cáliz lo tenían inquieto a media tarde empezó a caer una lluvia suave que literalmente lo arrullo hasta la inconciencia. Resultaba muy agradable estar dormido en su cama, mientras Anthony roncaba ligeramente en la cama a su lado; sus amigos probablemente harían cosas más divertidas.

Draco necesitaba urgentemente dormir.

Esperando que cuando todo esto terminara, todo saliera bien.

Continuara…

Originalmente el capítulo iba a terminar cuando se hiciera la ceremonia, pero se me estaba alargando mucho y tuve que detenerme. Muchas cosas aquí son muy similares al libro, pero es porque el torneo es algo que no se piensa cambiar en muchas cosas…pero en otras sí. Hay muchas escenas de otros personajes que no pasan en la historia original.