LOS GRANDES ÉXITOS DE NIJIGAKU
Capítulo 1: Este es el último adiós
Ayumu y Yu formaron una fuerte amistad que culminó en la pérdida de ambas. La pareja de amigas se acompañó en las etapas más duras de su vida, abandonadas por sus familias en la escuela, encontraron en la otra el cariño que nunca tuvieron. Sin embargo, las tristezas y el despecho amoroso culminó en un pacto de muerte que no pudieron traicionar... ¿juntas para siempre?
Advertencia: Este episodio contiene suicidio depresivo y se requiere con criterio formado, es solo una recreación con fines paródicos.
(Estas historias están basadas en hechos reales y se recrean en lugares similares a los verdaderos para respetar la privacidad de las personas que otorgan su testimonio).
El histórico Tokio es el marco central de un acontecimiento que pudo pasar inadvertido, pero que su fuerza y trascendencia social permiten que cobren vigencia y se transforme en una historia memorable. El poder de la imaginación nos transporta varios años atrás, para situarnos aquí en el entorno del mercado central de esta hermosa -y frenética- ciudad.
La señora Uehara tiene una sola hija y se gana la vida vendiendo huevos para intentar mantenerla. El padre de esta niña es alcohólico y las abandonó definitivamente. De modo que las exiguas ganancias de la señora Uehara le hacen tener una vida miserable de profundas carencias económicas, ella quiere a su hija, pero a ratos no sabe qué hacer para salir adelante.
En otro lugar, más o menos en la misma época, una joven vive otra historia: es la señorita Takasaki, tiene 25 años y trabaja como sus padres al servicio de un bazar (en el original, fundo agrícola). Como es atractiva, siempre cautiva la atención del hijo del patrón -almacenero- quien acostumbra recogerla al final de la jornada.
Sus padres, a menudo le advierten la inconveniencia de entablar amistad con los patrones, pero ella aunque respeta aquella decisión siempre se ve superada por las circunstancias y termina accediendo a sus atenciones.
La buena relación que ambos tienen es peligrosa y su madre, quien cocina a los patrones no encuentra efectivos argumentos para disuadirlos sin que ellos afecte su trabajo.
Absolutamente trastocada por la ilusión de sus 25 años, la joven esbozó su precario amor y consumió su inocencia con aquella dudosa compañía.
5 MESES DESPUÉS
Pero como los cuentos de García Márquez: "El tiempo mágico se diluyó entre la brisa campesina para dar paso fecundo al instante real". Ella quedó embarazada de aquel amor y dolida eternamente del corazón.
AÑOS DESPUÉS
Así aparece Yu, con un padre que finalmente la negó; la señora Takasaki, ante la impotencia de darlo un buen vivir la dejó en la escuela Nijigasaki a los siete años de edad. Las aristas de la ficción nos permite entender que la misma fecha, la señora Uehara también internó a su hija Ayumu.
En Odaiba, aquel episodio tan particular en la vida de los más desposeídos, desde luego se sumó a otros cientos de casos, solo que éste fue diferente.
Las pequeñas Ayumu y Yu se conocieron y a partir de aquel instante unieron sus soledades y las sellaron en una profunda amistad. La vida en la escuela es generosa, digna y hasta afectiva. Todas las chicas acuden a estudiar dentro del recinto, este hecho permiten que las jóvenes y niñas se sientan libres y no en cautiverio, Ayumu y Yu compartieron aquella experiencia desde sus primeros pasos como estudiante, casi como una espontánea y necesaria forma de tener en la otra una parte de aquella familia que no existe. Así, estas dos pequeñas asumieron la difícil misión de crecer juntas.
El tiempo se encargó de consolidar aquella amistad, Ayumu y Yu tenían la esperanza de regresar pronto a sus hogares, pero las vicisitudes familiares y económicas la obligaron a crecer en la escuela.
10 AÑOS MÁS TARDE
Como es lógico de la etapa de adolescencia y el paso definitivo a la juventud, es para estas muchachas una época tan delicada como sensible; el amor platónico es para ellas un tema recurrente y frente al cual se expresan con particular obsesión.
(Música de fondo: No se tú de Luis Miguel)
Ayumu: Cada vez que estoy sola, mi primer pensamiento es para ti. Algún día, Dios va a permitir que tú y yo nos conozcamos, déjame por ahora ser tu amiga secreta.
Aunque la vida en la preparatoria es diferente, tanto Ayumu como Yu poseen conductas que no develan los traumas de su orfandad.
La singular belleza que poseen estas jóvenes es siempre el caldo de cultivo para que muchos amigos y pretendientes cuenten con ellas para las fiestas.
A menudo, sus obligaciones escolares, los permisos en la preparatoria y sus eventuales trabajos de repartidoras de volantes puertas afuera le impiden aceptar aquellas tentadoras ofertas juveniles, situación que por cierto va mermando y postergando sus proyectos de vida como mujeres.
Si bien ocupar el tiempo libre trabajando les ayuda a mitigar sus falencias económicas, la situación de servilismo producen Ayumu y Yu serias contradicciones. Sin duda, estas problemáticas no resueltas se van acumulando en ellas hasta crear un halo de peligrosa incertidumbre.
Así, cuando estas amigas se juntan no hacen otra cosa que intercambiar sus crónicas angustias. Cansada de tantas dificultades y privaciones, ambas alientan en sus vidas la tácita posibilidad de cometer un complejo delito; su profunda devoción budista las hacen dudar, pero finalmente acuden a un templo como buscando una sana justificación o un especial perdón por lo que van a cometer.
Los acuerdos entre Ayumu y Yu pasan a formar parte del más hermético secreto entre ambas, antes de optar por la forma y el momento de actuar existe el compromiso de no despertar sospechas. Sin pensarlo demasiado, toman la irreversible decisión de renunciar a sus trabajos; acto seguido, estas amigas se reúnen fuera de la escuela para consolidar su plan. Ayumu y Yu se encuentran cada vez más presionadas; sin embargo, dejan entrever las primeras dudas, en modo alguno desisten de la idea, pero acuerdan darse una última oportunidad.
Por varios días, estas muchachas hurgan su campo afectivo como una forma de reorientar positivamente sus vidas, sin bien son alegres y buenas amigas el carácter introvertido las lleva a tomar sus fracasos sentimentales con demasiado sesgo de autocastigo y fatalismo.
Yu: Ayumu, ¿Qué estás haciendo acá?
Ayumu: No voy a ir a la casa.
Yu: ¿Cómo que no vas a ir a la casa? ¿Y las fiestas?
Ayumu: No hay fiesta.
Yu: ¿Se suspendió?
Ayumu: No me invitaron.
Yu: ¿Él no te invitó? Pero si tuviste toda la semana preparándote.
Ayumu: Invitó a otro.
Yu: ¿En serio? ¿Y cómo sabes tú?
Ayumu: Porque los vi y él me dijo también. Creo que no estamos preparadas el amor nuestro.
Yu: Amiga, ¿no te vas a quedar acá, solita? *Se abrazan*
Aquellos desváenos amorosos, idílicos y casi mágicos de Ayumu van entregando los obvios resultados, sus cartas con propuestas poéticas no son bien comprendidas y entonces la realidad se encarga de abofetear sus más cristalinos sentimientos. Ciertamente su débil estructura juvenil no está preparada para soportarlo los terribles efectos de una desilusión amorosa, ni mucho menos de agregarle a su corazón angustiado más angustia.
Es quizás en estos momentos donde la orfandad tan prolongada y casi eterna aflora como una causa notable las vidas de estas adolescentes abandonadas, no tienen una sabia compañía ni un pecho fraterno que las cobije. Más temprano que tarde, aquella familia ausente se transforma en su inconsciente necesidad.
Definitivamente, Ayumu y Yu se consumen en su pequeño mundo sin salida, no tienen capacidad para luchar, no encuentran razones para hacerlo y lo que es más, niegan todo atisbo de esperanza. No pasaron muchos días para que estas entrañables amigas decidieran dar inicio a su postergado plan.
La decisión final no ha sido fácil, sumidas en su irracionalidad juvenil y alentadas por un mal misterioso de vicisitudes, Ayumu y Yu deciden poner fin a sus vidas en los próximos días.
En sus últimos estados de cordura, Yu asume la misión de escribir a sus mejores amigas y compañeras, y también a su madre; son cartas llenas de emoción y lamentos porque está consiente que es contra natura. Por su parte, Ayumu tiene la responsabilidad de conseguir el veneno, con el cual han decidido suicidarse. Argumentado falta de ciertos químicos para las clases de laboratorio, dio dinero a la auxiliar de la preparatoria para que compre un litro de cianuro y ácido sulfúrico.
Auxiliar: Ayumu, traje lo que me pidió.
Ayumu: Gracias, ¿le debo algo?
Auxiliar: No, nada.
La decisión está tomada y tiene el carácter de irreversible. La última noche en la preparatoria, Ayumu y Yu deciden despedirse de su gran amiga Setsuna y dejar constancia de sus planes en una secreta carta que deberá ser abierta solo un día después.
Setsuna: ¿Pero qué están haciendo aquí a esta hora? ¿Pero qué pasa?
Yu: Podemos confiar en ti.
Setsuna: Sí, pero...
Ayumu: Mira, nosotras vamos a estar acá.
Setsuna: ¿Y a dónde van?
Yu: Prométenos que no vas a decir nada, que nos va a guardar el secreto.
Setsuna: Sí, ¿pero de qué se trata?
Yu: En esta carta está todo especificado.
Setsuna: ¿Pero cuál es el secreto?
Ayumu: Mira, no puedes abrir esta carta hasta el domingo. ¿Lo prometes?
Yu: ¿Lo prometes?
Setsuna: Sí.
Ayumu: Amiga Setsuna-chan, no te preocupes, ten la seguridad que vamos a estar mejor que acá. ¿Ya?
Yu: Te queremos.
A LA MAÑANA SIGUIENTE
Para no ser interrumpidas en su acto letal, estas dos jóvenes deciden abordar el tren con destino a Shikoku. Ellas están sumidas en una atmósfera de particular e inconsciencia, pero están ciertas que huyendo de Tokio no podrán ver a nadie conocido que intente abortar sus planes.
Desde luego, esta alternativa sería más viable si alguien accede a leer la carta antes del plazo convenido, pero más allá de aquel hecho improbable y fortuito estos son los últimos instantes de sus vidas y ninguna de las dos evidencian rasgos de arrepentimiento, más bien parece tener la premura de quien debe cumplir un compromiso ineludible cuando en realidad solo se suscita con la muerte.
El plan de estas dos jóvenes contemplaban necesariamente abandonar la ciudad de Tokio, no hubo en Ayumu y Yu ningún instante de cordura quisiera echar pie atrás en estos irracionales propósitos. De modo que el viaje con destino a Shikoku significó también una forma de despedirse de la vida.
Para Setsuna, la gran amiga de Ayumu y Yu, la fuga tenía que ver con la tan ansiada independencia. No le cabía en su mente un móvil sentimental, pero la despedida le produjo un extraño presentimiento y su curiosidad la hizo abrir el sobre antes de lo prometido.
Setsuna: *Leyendo desde el baño* ¡No!
En aquella misiva, estas dos jóvenes dejaban entrever sus claros propósitos de abandonar para siempre de este mundo.
UN SÁBADO DE MAYO, 21:40 HRS.
Setsuna y un par de compañeras de Nijigasaki (Ai y Lanzhu) sintieron el humano compromiso de ir en su búsqueda y evitar a cualquier costo su plan suicida. Sumidas en la mayor angustia, pero con la íntima esperanza de encontrarlas se dieron a la tarea de rastrear la ciudad. Lógicamente comenzaron por aquellos lugares que el grupo frecuentaba.
Al cabo de algunas horas de infructuosa búsqueda en los rincones más inesperados de Tokio, Setsuna comprendió que el tenor de la carta estaba lejos de ser solo una amenaza y que si no lograban dar con su paradero en los próximos minutos, podrían esperar lo peor. La hora de regresar a la escuela marcó el fin de su investigación, pero también subrayó el comienzo de una profunda crisis colectiva. No haber sospechado a tiempo los angustiosos problemas que Ayumu y Yu tenían les generó además a estas amigas y compañeras un insoslayable sentimiento de culpa.
9:15 HRS.
Esa mañana de domingo, Ayumu y Yu llegaron hasta las proximidades del Océano Pacífico en la isla de Shikoku. Estos son los instantes en que los individuos que optan por el suicidio requieren de un consejo oportuno, de una mirada esperanzadora, de claras razones y sólidos argumentos que privilegian la vida. Pero ellas ahora están completamente solas, quizás reafirmando que no hay salida y que no existe otra opción que renunciar a la vida.
En aquellos instantes, el diálogo parecía estar de más, según ellas ya estaba todo dicho; la cuota de misterio que rodea estos eventos también hizo presa de Ayumu y Yu, en realidad, todo indica que no hay razón precisa para dar este oscuro paso, sino que son un cúmulo de insatisfacciones que unidas en un contexto se transformaron en un torbellino de problemas que bien pudieron afrontar. Pero ya es tarde, ahora solo cabe recapitular sus vidas por última vez, para establecer el casi místico y horrendo preámbulo que se supone bordea la muerte. Son los instantes difíciles, alejado de todo rango de cordura donde ni el posterior dolor y sufrimiento de sus seres queridos adquieren importancia. Así, estas hermosas, solitarias y confundidas escolares se dan el último adiós.
Desde sus mochilas sacaron los frascos con los químicos para luego diluirlos convenientemente con bebida -gaseosa-, el brebaje compuesto básicamente por ácido sulfúrico y cianuro se convirtió en el veneno que liquidaría sus vidas y también, en el pasaje para entrar en el terrible túnel de la muerte.
Quizás si lo único humano que hubo en este macabro hecho fue que Ayumu y Yu, fiel a sus principios de amistad murieron abrazadas.
Por cierto, en la preparatoria Nijigasaki de Odaiba, Tokio, jamás imaginaron que aquellas sentencias de abandonar la vida se habían cumplido.
Unas imágenes de archivo son probablemente el único testimonio de aquel suceso. Los fuertes estertores y lamentos durante los últimos segundos de existencia fueron escuchados por vecinas del sector, los que dieron aviso a la policía cuando ya nada se podía hacer. Las extrañas reacciones que presentaron los cuerpos de Ayumu y Yu fueron claros indicios que ambas muchachas habían bebido de la solución con ácido sulfúrico; algunas modestas pertenencias, objetos idol y un papel con la leyenda "Te quiero Odaiba" se connotan como su única herencia en el sitio del suceso. Rápidamente la brigada de homicidios de la zona descartó una posible violación; solo queda en la retina la gratuidad de esta muerte, cuando Ayumu y Yu recién comenzaban la primavera de sus vidas se ven trasladadas inertes sin que nadie sospeche siquiera quiénes fueron realmente.
En el archivo policial para rescatar aquella carta secreta que hasta hoy no fue pública, así dice su último adiós:
"Setsuna-chan, esta carta la escribo con mucha pena, ten presente que aunque estemos en el más allá o en cualquier lado jamás te olvidaremos. Sabes, amamos mucho, pero no fuimos correspondidas, tal vez no estábamos hechas para el amor. Apoya a mi madre, no te olvides que fui su única perrita, abrace a mis compañeras y diles que jamás tomen este camino, es el más doloroso. Adiós, te queremos".
Ayumu y Yu perdieron la única posibilidad de superar sus problemas... la vida.
En Japón, se suicidan cerca de 20000 personas al año.
(Esta historia es real. Sin embargo, la mayoría de los nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de los verdaderos protagonistas).
