Uriel mira a Miguel cuando cuelga
—¿Qué dice? ¿Está bien?
—Hay que ir al despacho de Belcebú. Sí, sí parece estar bien, aunque enfadado.
—¿Enfadado por? Debe estar súper asustado.
—Pues parecía más enfadado que asustado, sinceramente... ¿Tú estás bien?
—No entiendo muy bien lo que está pasando y me... siento rara —mueve los hombros un poco como si quisiera acomodar algo dentro de sí misma—. No necesariamente mal. Debe ser por la lujuria —se sonroja un poco.
"Debo ser yo... " Como si quisiera acomodar el alma de un demonio dentro de ella
—Rara... pues ¡cómo no te vas a sentir RARA después de lo que te estaban haciendo!
Uriel la mira y se sonroja un poco sin atreverse a girarse a mirar a donde cree que viene la voz de Asmodeo.
—Ehm... solo estaba intentando detener esto y absorber la lujuria.
—Era todo un... ¡no sé ni siquiera cómo llamarlo!
—Ha salido un poco mal. Gabriel me estaba ayudando, pero... creo que os habría necesitado a todos aquí para poder detenerlo del todo.
—Detener… ¿estabas intentando detenerlo?
—¡Pues claro! Todo esto es horrible y... ¡el peor de los pecados! Nunca había visto algo más asqueroso y decadente que todo lo que está pasando aquí —asegura y le mete un buen pisotón a una de las manos que intenta agarrarle las piernas a ella.
—P-Pues… ya lo sé, ¡es el infierno! —Miguel hace lo propio, pero cortando la mano en vez de pisarla —. Venga, ¡que tengo que contarles una cosa terrible!
Uriel vuelve a buscar un poco a Asmodeo alrededor, se sonroja un poquito y va corriendo tras ella al no verle. La verdad y ahora es que se atreve a pensar otra vez lo que le estaba haciendo él y como de bien se sentía. De verdad nadie podía echar un poco de hielo al puto lago de lava ardiente. Se abanica con la mano mientras corren.
"Te ha gustado, eh?"
Se sonroja muchísimo con eso frenándose en seco y girándose a donde cree que viene la voz, pero lo que va a pasar es que va a perder el equilibrio y a caerse en la melé.
Noooo, ¡no te caigas ahí! Un montón de manos y pies y bocas la tocan y la absorben hacia adentro.
La verdad, grita al darse cuenta, llamando a Miguel desesperadamente, sacando las alas para intentar apartarles.
Miguel va a intentar sacarla de ahí… matando y descabezando a quien tenga que matar.
Uriel le toma las manos para que tire de ella, dando patadas como una loca. Bruce Lee, estaría orgulloso.
Ah, como les gusta a los demonios que estos ángeles participen en actividades del infierno… Son súper agradables y amenizan cualquier momento qué pasa uno con ellos.
Pues bien que les ha gustado cuando han tenido el orgasmo simultaneo todos juntos.
UNA cosa, contra miles que no.
Pero vaya cosa.
Ehm… vale, sí, pero ¡PERO!
—Dales amor, ahógalos en amor —Miguel tira de Uriel con fuerza hasta levantarla
Bueno, yo creo que va a poder sacarla después de bastantes contusiones y magulladuras y que intentan de hecho meter a Miguel también, porque densos densos.
Uriel aprieta los ojos con eso del amor y es que aun teme que esté Asmodeo por ahí y le da VERGÜENZA que le pase como a Leviatán y la persiga como este a Azrael. Así que no lo hace, más bien le da golpes más fuertes a todos.
Ahí va Miguel a dar amor pero se detiene al ver a Uriel usando la fuerza bruta. Y es que Miguel no pierde nunca la oportunidad de usar la fuerza bruta cuando los demás la están usando también… ¡por una vez!
No tardan mucho en soltarlas a las dos y es ahora Uriel la que tira de Miguel al despacho de Belcebú.
Miguel da unos cuantos espadazos al aire mientras Uriel hace que les abran la puerta.
Gabriel es quien les abre, haciéndoles entrar y cerrando detrás de ellas.
—¿Gabriel? —chilla un poco Miguel, histérica.
—¿Estáis bien? —se acerca a ellas para curarlas.
Belcebú hace los ojos en blanco con el drama. Parecen estar enteras y no haberles pasado absolutamente nada.
¡Pero quien sabe si no las han... violado o algo así!
—A mí no me han hecho nada, pero Uriel... —Miguel la señala.
—What? —pregunta Uriel.
—Pues no se si estés bien, parecía el demonio estarte profanando.
—É-Él estaba... eh... —es que se sonroja porque de nuevo se le agolpan en la cabeza las embestidas de cadera y le da un escalofrío.
"Haciéndome algo delicioso e indescriptible..."
—H-Haciéndome... —empieza a repetir, vacilando y luego vuelve a darse la vuelta de golpe buscándole, pero no está por ahíiiiii.
"A mí también me ha gustado" declara Asmodeo dentro de ella.
—¿Uriel? —pregunta Gabriel porque no entiende qué hace.
Ella se sonroja y se vuelve a girar al otro lado.
—¿¡Dónde estás!?
—Estamos aquí, Uriel, ¿qué haces? —responde Gabriel.
"Pues en el único sitio seguro… calma, no te asustes…."
—Estoy oyendo... ¿No le oís? ¡Asmodeo! —vuelve a darse la vuelta, mirando a todos lados
"Dentro… estoy dentro"
—A Asmodeo le corté la cabeza afuera…
—Está dentro, ¿dentro dónde? —explica ella mirando de nuevo dentro del despacho pensando que a eso se refiere y luego mira a Miguel—. ¿QUÉ?
—Pues te estaba… ¡haciendo cosas!
—Pues... me estaba... a-ayudando a parar la lujuria. Queríamos detener la orgía —miente.
—Pffff… —Belcebú se RÍE—. Nada con Asmodeo es detener la lujuria... NADA.
Uriel la mira porque... ¿qué hace ella aquí?
Pues... ¡¿ser el príncipe del infierno en su PROPIO despacho?!
Ugh. No. Ahora esto es el cuartel general de los Arcángeles y Gabriel debería dejar de invitar a chusma.
—¿Qué haces tú aquí, no estabas en el cielo? —pregunta Uriel.
—Este es mi infierno, ¿sí sabes?
—Ya, bueno. No sé si sabes que estamos teniendo algunos problemas un poco difíciles y más importantes que eso por aquí, no te pasaría nada por cooperar un poco.
—Están todos en mi despacho teniendo una estúpida reunión de Arcángeles— Belcebú frunce el ceño aún más—. Si tus expectativas son otras, eres libre de irte al ciel… ah, que no puedes.
—¿Y eso de quien es culpa? —protesta ella cruzándose de brazos,
—¿De ustedes?
—¡No! ¡Tú tenías que recuperar el cielo!
—… —Belcebú parpadea porque por alguna razón todo mundo parece muy claro en que ella debía resolverle la vida AL CIELO—. What the hell… yo no lo perdí, para empezar.
—Pero claro, no ibas a perder el tiempo de venir aquí y aprovecharte del pobre Gabriel cuando estamos todos en una situación tan vulnerable. ¿Ves como no te puedes fiar de ella, Gabriel?
—Ugh... Uriel, este no es el punto ahora...
—¡Yo no me estoy aprovechando de nadie!
Uriel entrecierra los ojos, mirándolos a los dos y sin poderse creer que con lo que estaba pasando aquí, no se hayan acostado.
Gabriel tiene la palabra CULPABLE escrita como un cartel de neón sobre sus hombros. Sonrojado, sin atreverse a mirar mucho a nadie a los ojos y menos a Belcebú. Balbuceando e intentando cambiar de tema. De verdad, Uriel, no sé cómo puedes no estar segura nada más viéndole.
—Eso no fue aprovecharme, eso fue culpa de ÉL... y de Asmodeo. ¡Esto es una ORGÍA! No pueden venir a una Orgia sin que pasen ESTAS cosas.
—Miguel le cortó la cabeza a Asmodeo, ¿Cómo vas a decir que es su culpa? —protesta Uriel aprovechando que no está—. Y qué culpa va a tener Gabriel, ¡por Dios! Nosotros somos ANGELES.
—Ehm... —Gabriel intenta carraspear y detenerla, pero tampoco quiere llamar lo bastante la atención para que sigan acusándole.
Asmodeo piensa que Uriel es muy mona. Uriel vuelve a girarse alrededor, lo más discretamente que puede, sintiendo el amor de Asmodeo.
—Infiernos con TODOS ustedes —protesta Belcebú.
—Bueno, ehm... este no es el asunto ahora —vuelve a carraspear Gabriel—. Creo que tendríamos que juntarnos todos de nuevo ya que nuestra estrategia ha sido un fracaso total —sigue.
—Tengo que decirles una cosa TERRIBLE —suelta Miguel vacilando un poco y sentándose en el escritorio de Belcebú... como si fuera el de Gabriel—. Pero quizás deberíamos llamarles a todos, porque lo que les voy a decir cambia TODO.
—¿Al... infierno? —pregunta Belcebú un poco... o sea... ¿de verdad van a hacer una junta celestial en el infierno? —. Quizás... deberían... o sea, hay muchos sitios en la tierra.
—Quizás sí deberíamos irnos, en general el infierno no es muy seguro, menos aún en mitad de esto que hay en marcha —secunda Gabriel.
—Bien, marchémonos nosotros. Ella puede quedarse aquí, al final solo estábamos aquí por ella y tu obsesión por mantener el statu quo —replica Uriel a Gabriel, tendiéndoles las manos a los dos dispuesta a salir con un rayo.
—Mmm... esperen —pide Miguel mirando a Belcebú.
Uriel la mira y Gabriel mira a Miguel y a Belcebú porque...
—Hay algo que definirá sí esto... es... bueno, qué tipo de problema tenemos entre manos vacila Miguel.
—¿Cómo va a ser esto bueno? —protesta Uriel.
—¿A qué te refieres? —pregunta Gabriel—. Ya he escrito antes a todos, no sé si van a venir aquí abajo... ¿Tú sabes que ha pasado con Aziraphale?
Miguel parpadea porque se ha olvidado por completo de él.
—No le han dejado pasar y luego… no tengo ni idea
—Era obvio que no iban a dejarle pasar a él tampoco —Uriel frunce el ceño.
—Ugh —protesta Gabriel porque tenía la esperanza.
—Es que insisto que tenemos un problema agregado... más reciente peor no por menos peligroso.
—Vamos, vamos a vernos todos juntos —pide Gabriel.
—Venga, hay que... —Tocarnos el tatuaje de la mano con la varita para que todos lleguen al cementerio y hagamos jabón a los muggles.
—Iremos a casa de Raguel, ya que el inútil de Aziraphale parece haber desaparecido otra vez — Uriel vuelve a tenderles las manos a ambos.
Ugh. UGH.
—Llévate al demonio también —pide Miguel.
—¿Por? —Uriel levanta una ceja.
—Yo la... yo la llevaré. Adelantaos. Ahora iremos —pide Gabriel. Uriel pone los ojos en blanco a eso y le tiende la mano a Miguel pensando que de hecho... vale, mejor, porque quiere hablar con ella.
—Pero sí vienes, nada de que te quedas con ella eternamente tonteando —advierte Miguel, señalándole con el dedo.
—No me voy a quedar tonteando nada —protesta Gabriel, sonrojándose un poco.
—Pues por si acaso.
Ojos en blanco.
—Bueno, ahora te vemos. Hay que traer a Azrael también.
—Bien, iremos nosotros por él. Escribidle a Remiel y a Sariel... aunque no se si deberíamos distraerles a ellos de rezar —sigue Gabriel.
Belcebú pone los ojos en blanco con eso. O sea, wtf.
Uriel asiente, tomando a Miguel del brazo y ahí van las dos como un rayo.
