–¿Qué pasa esta vez, Minmei?
–Otra vez no viniste a mi último concierto– dijo en voz baja evitando que sus ojos se llenaran de lágrimas.
–Estuve ocupado –mintió. En realidad, lo olvido. De nuevo. Por más que su asistente le haya hecho recordar tres veces ese día que tenía las entradas para el concierto de Minmei, cuando llegó la hora de ir, lo olvido.
–Ja. Ocupado. ¡Te vi! Con ella. Entrando abrazado esa noche a tu barraca. ¿Para eso dejaste a Helena? ¿Para acostarte con ella?
–¿De qué estás hablando? –preguntó irritado Rick al escuchar las reiteradas recriminaciones que siempre salían de la boca de Minmei.
–¡¿De qué estoy hablando?! –preguntó de manera retórica, Minmei–. Oh, Rick. Cuando mi asistente acercó las entradas del concierto a tu oficina, tu secretaria le confirmó que estabas viviendo de manera "temporal" en las barracas. Esa noche, cuando vi tu asiento vacío durante el concierto, decidí ir personalmente a tu barraca para que me digas en mi cara porque no habías venido. Hmm. No necesite enfrentarte. A lo lejos vi como te acercabas con ella entre tus brazos. ¿Es por ella que dejaste a Helena?
–Lo que yo haga con mi vida no es de tu incumbencia –dijo Rick con frialdad.
–Pensé que aún éramos amigos –dijo de manera recriminatoria la cantante–. Que aún me tenías aprecio. Pero cuando ella está cerca, nadie más importa. Ni siquiera la mosquita muerta de tu esposa.
–No te atrevas a ofender a Helena. Casarme con ella es lo mejor que me pasó en la vida.
–¡Y por eso la recompensas acostándote con Hayes! –refuto Minmei enfurecida–. Por eso la llevaste a tu cama esa noche. ¿Para traicionar a Helena, y para castigarme a mi?
–No todas las motivaciones en mi vida tienen que ver contigo. Y lo que yo haga o deje de hacer con Lisa no es asunto tuyo. Y para tu información, Helena lo sabe todo.
–¿Ah sí? ¿Estás seguro? ¿Acaso Helena sabe que la perfecta e impoluta Almirante Lisa Hayes te usó como su juguete para su despedida de soltera? Porque seguro que esa noche, cuando los descubrí entrando a tu barraca, fue solo eso para ella. Te usó para divertirse un rato, y ahora va a casar con alguien más –dijo de manera hiriente para lastimar a Rick–. Está en todos los portales de noticias. En unos días la "mujer perfecta" va a ser la esposa de otro hombre. ¿Acaso te propuso ser su amante?
Rick estaba cansado de recibir el veneno de Minmei una y otra vez. Había intentado llegar a una tregua con ella hace un par de años, pero la cantante siempre terminaba recriminándole cosas, haciéndolo quedar como culpable, o pero aún, ofendiendo a Helena y ahora también a Lisa con sus dichos. En un principio había intentado perdonarla. Rick había tratado de entender que él había sido parte responsable de que Mimei se haya vuelto una persona tan amarga y tan resentida. Pero ya no podía seguir perdonándola. No podía seguir justificando sus exabruptos y su deseo de herirlo una y otra vez. ¿Hasta cuándo? Ahora debía concentrar sus energías en dos adorables niñas, en lugar de dilapidarlas siendo compasivo con una mujer que nunca llegaría a apreciar lo que realmente Rick estaba dispuesto a darle; una amistad. Nada más, pero nada menos.
–Ya te lo dije recién. Lo que haga con mi vida no es de tu incumbencia. Lo que pasa entre Helena y yo es algo que no te incumbe. Lo que pasa entre Lisa y yo tampoco te incumbe. No tengo que darte ninguna explicación.
–¿Qué pasa, Rick? ¿Lo que dije recién se acerca tanto a la realidad que quieres negarlo? –lo siguió provocando Minmei.
–¡Suficiente!
–¡NO! ¿Cuando te vas a dar cuenta que no puedes ser feliz al lado de ninguna de ellas?
–¿No? ¿Y crees que sería más feliz a tu lado?
–Claro que sí. Esa conexión que ambos sentimos es demasiado fuerte como para ignorarla eternamente. Si esa mujer perfecta con cara de desvalida no hubiera aparecido ese día en tu puerta para "despedirse", tú y yo estaríamos hoy en día felizmente casados.
–¡¿Conexión?! ¿Qué conexión?
–La conexión que sentimos esa noche de Navidad cuando me hiciste el amor –dijo pateando un pie de manera firme al suelo mientras tensionaba sus dos brazos y levantaba su cabeza de forma desafiante–. No puedo olvidar lo que sentí esa noche. Y sé que tú tampoco.
–Esa noche no hubo ninguna conexión. Solo hubo sexo. Lamentablemente demasiado sexo. Yo estaba furioso con Lisa. Estaba furioso conmigo mismo, y cometí el error de intentar desahogar mi frustracion teniendo sexo con la mujer con la cual Lisa se sentia más amenazada, solo para castigarla…, ja, ja…, ¡diablos!... y al final solo conseguí castigarme a mí mismo con el peor error de mi vida.
–¿Nuestros hijos fueron un error?
–No. La muerte prematura de nuestros hijos fue mi peor castigo. No poder conocerlos fue mi peor castigo. No poder verlos decir "papá", o verlos caminar por primera vez…, ese fue mi peor castigo.
De repente Rick se dio cuenta que no solo se estaba lamentando por no haber visto crecer a los hijos que tuvo junto a Minmei, sino que en realidad estaba pensando en todo lo que se había perdido hasta ahora de la vida de las hijas que había tenido con Lisa.
–Mi peor error fue escucharte. Dejar que me convencieras con tus mentiras de que te estabas cuidando con la píldora para no quedar embarazada. Si esa noche hubiera seguido mis instintos y hubiera salido a comprar una caja de condones a la farmacia en lugar de tener sexo sin proteccion, nada de todo esto hubiera ocurrido. Pero en lugar de seguir mis instintos, me deje convencer de que no habría ninguna farmacia abierta luego de la destrucción que Kyron y sus hombres habían hecho en Ciudad Macross. ¡Que idiota! Lo único que sí estaría abierto serían las farmacias.
–Así que estás reconociendo que hacer el amor conmigo en Navidad no fue un error.
–No hicimos el amor. Solo fue sexo. Y no fue un error. Necesitaba abrir mis ojos y por una buena vez darme cuenta que entre tú y yo nunca pasaría nada. Solo que fue una lección demasiado arriesgada. Estuve a punto de perder a Lisa por llevar todo hasta el límite, y finalmente la perdí –dijo con la voz entrecortada–, por una estupidez.
–Pero nuestra conexión…, fue real –dijo Minmei entre lágrimas –. ¿Por qué lo niegas? Lo que viví contigo esa noche despertó el deseo de tenerte a mi lado para siempre. Es imposible que solo haya sido solo sexo. ¡Me niego! ¡Es mentira! –dijo Minmei enfurecida–. Estás enojado con Lisa porque te usó para divertirse en su despedida de soltera y porque ahora se va a casar con alguien más. Por eso me estás castigando. Pero yo siempre estoy aquí…, esperándote.
–Solo estás encaprichada conmigo porque a la mañana siguiente a la noche que pasamos juntos en Navidad, fue el día que te diste cuenta que no me tendrías a tu disposición para siempre. Lo mismo le hiciste a tu primo Kyle. Cuando fuimos a casa de tus padres cuando yo te llevé en mi avión a Yokohama, lo único que tenías en mente era lograr que tu primo regresara con nosotros al SDF-1. Querías tenerlo a tu lado, como perrito faldero, bajo tu constante monitoreo.
–No es cierto. Era Kyle quien me tenía constantemente monitoreada –se defendió Minmei
–No. Él era un maniático inseguro que siempre pensaba que estaba a punto de perderte. Pero su reacción desmedida era la consecuencia lógica por la forma en que descaradamente lo seducían frente a todos…, frente a mí…, para luego volverlo a alejar con tu indiferencia. Hiciste lo mismo conmigo, Minmei. Esas dos semanas que estuvimos encerrados en el SDF-1, luego de la fallida transposición a Plutón, estuviste coqueteando conmigo todo ese tiempo, pero manteniendo tu distancia solo para dejarme con las ganas. Incluso me dijiste que querías "casarte conmigo". Pero una vez que nuestra burbuja se rompió, lo primero que te aseguraste de dejar bien en claro frente a todos es que eramos "solo amigos". Mi autoestima se fue por los suelos. Sintiéndome el mayor perdedor de todos los tiempos. Pero en lugar de tratarme como solo un amigo, seguiste coqueteando conmigo. Insinuándote en cada oportunidad. Teniendo mis expectativas bien altas para que yo sea tu perrito faldero, tu paño de lagrimas, tu premio consuelo, solo para aumentar tu ego. Para asegurarte que tenías a alguien a tus pies sin importar cuán cruel o distante o egoísta eras conmigo.
–No es cierto –dijo Minmei entre lágrimas intentando negar la dura verdad que Rick estaba poniendo frente a sus ojos.
–Si lo es –le aseguró Rick–. Pero no te culpo –dijo resignado–. En realidad todo esto es mi culpa. Yo soy responsable de mis actos, de mis errores y de mis omisiones. Aunque de lo único que sí me arrepiento es de haberme sacado la duda de que lo nuestro podría haber funcionado, en lugar de aceptar la realidad. Debería haberme quedado toda la vida con la incertidumbre si lo nuestro era algo más que solo una obsesión, a confirmarlo acostándome contigo. Me arrepiento de lo que hice esa noche todos los días de mi vida. Eso nunca debió pasar. Dejarte embarazada nunca debió pasar. Quedarme en la Tierra y dejar que Lisa se fuera sin mí al espacio, nunca debió pasar. Pero ya es demasiado tarde para mí. Todo eso pasó. Y mi vida se arruinó. Lo único bueno fue que encontré a una mujer maravillosa como Helena para acompañarme, y decirme que a pesar de todos mis miserias, yo aún era alguien valioso que merecía la pena ser feliz. Uff, pero aun así, también termine fallandole a ella. Así que no sé si merezco nada más. Solo sé que a pesar de todos mis castigos, nunca volvería a intentar algo contigo. Así que por favor, no sigas enviando invitaciones para tus conciertos, ni regalándome tus posters o tus CD. Necesito que te alejes de mi vida y que intentes reconstruir la tuya.
–¡NUNCA! Nunca te vas a librar de mí, Rick Hunter. Nunca, hasta que…
–¿Hasta qué, Minmei? –la desafió Rick.
–Hasta que te des cuenta que solo conmigo vas a ser completamente feliz. Soy yo la única que realmente te comprende. ¿Cómo es que no lo ves?
Rick se quedó estupefacto frente a semejante confesión. Era como si Minmey viera una realidad completamente distorsionada, y nunca podría comprender lo que realmente pasaba frente a sus ojos.
–¿Vas a seguir poniendo trampas, desmayándote en mis brazos para que algún paparazzi saque fotos asi pueden publicar mentiras sobre nosotros?
–No son mentiras. Si alguna vez vieras esa fotos como lo que realmente son, y te dieras cuenta con que adoración y sensualidad me miras cuando estoy en tus brazos, te darías cuenta de lo que yo veo.
–No es sensualidad –dijo frustrado–, es preocupación. Y no es adoración –dijo molesto–, es hastío. Lo siento –agregó derrotado–. Siento haberte dado expectativas cuando no las hay. Nunca las hubo y nunca las habrá. Nunca podremos estar juntos.
–¡No! –seguiré buscándote hasta que te des por vencido. Ellas…–dijo Minmei refiriéndose a Lisa y a Helena–, ninguna de esas dos amargadas podrá hacerte feliz. Voy a seguirte a todos lados, hasta que lo entiendas.
–Entonces tendré que pedir mi traslado al SDF-2 –dijo Rick de forma cortante.
–Y yo te seguiré al SDF-2 si es necesario.
–No puedes hacer eso.
–¿Por qué no? Puedo ir donde yo quiera –lo desafió Minmei
–No puedes. Eres una civil y si no tienes autorización de la autoridad máxima de la nave para tener una residencia permanente en la misma, no puedes abordar el SDF-2. No creo que consigas que la Almirante Hayes firme tu traslado, ¿o si?
–No puedes hacerme eso –dijo una furiosa Minmei.
–Si que puedo, y si me sigues provocando, lo haré –la amenazó.
–Me estás castigando porque estás furioso que Lisa Hayes se va a casar con alguien más en lugar de estar contigo. Pero si Helena no puede ayudarte, entonces deja que sea yo quien te consuele, Rick –dijo de manera seductora, Minmei. Ella no quería dar el brazo a torcer. Quería declararse victoriosa, como lo había logrado hasta ahora cada vez que se enfrentaba a Rick para declararle su amor. Minmei quería que Rick sintiera un gran remordimiento, para que finalmente él se diera cuenta que la única mujer que valía la pena en su vida era ella, Lynn Minmei.
–No. Y como te dije hace un rato, lo que haga de mi vida no es de tu incumbencia. Adiós Minmei.
Y sin más se alejó de allí, dirigiéndose hacia el hangar. Ahora más que nunca, luego de este álgido enfrentamiento, necesitaba descargar toda su frustración, su estrés, su angustia, su culpa, su remordimiento, sus fracasos, sus penurias, su ira, su tristeza, su pesar, sintiéndose vivo volando a bordo de un VT.
