Capítulo 8

Ambos jóvenes se quedaron sentados uno junto al otro, en silencio, sonrojados y muy apenados, ese beso fue intenso, apasionado y ardiente; tanto que Terry temió perder su autocontrol. El contacto de sus labios sobre los suyos lo llenó de una sensación indescriptible, como si hubiera esperado toda una vida por ella, como si estuvieran destinados a estar juntos. Al principio fue un toque suave y gentil, diciendo con el corazón lo que no podía con palabras, ella le correspondió de manera algo torpe en un inicio, pero poco a poco fue imitando sus movimientos hasta que, en ambos, se volvió exigente. Candy lo rodeó con sus brazos y él la acercó más a su cuerpo, sintiendo que un calor los envolvió y una necesidad se abría paso entre ellos, necesidad de más, de amarse libremente, necesidad por el otro. Candy había abierto su boca para recuperar el aliento, pero se vio interrumpida cuando él profundizó el beso, haciéndola olvidar a todo el mundo. Sus delicadas manos enredadas en el cabello castaño lo incitaban a continuar, entonces le acarició la espalda con irreverencia, adorandola. Estaba inmerso en sus sensaciones, hasta que una advertencia lo asaltó, si continuaba no podría detenerse. Por un instante quiso ignorarla, pero su cabeza le decía que no merecía ser tomada en ese momento y en esas circunstancias, así que se separó de ella.

-Lo siento- Dijo rompiendo el silencio.

-No, yo no debi…-

-Candy- interrumpió mirándola a los ojos. -Te amo- Sonrió -Y eso significa que te voy a cuidar en todos los sentidos- La rubia sintió una explosion de felicidad en su interior, Terry le acababa de confesar que la amaba. A pesar de que deseaba perderse en el mejor momento de su vida hasta ahora, era perfectamente consciente de que no podía hacerlo. Si bien era feliz con el solo hecho de que Terry la amara, le preocupaba los obstáculos que debían atravesar para estar juntos.

-¿Qué sucede?- Preguntó aterrado por la reacción de la joven. Esta, al notarlo, sonrió dulcemente.

-Es solo que las cosas van a ser difíciles- se quedó en silencio pensando en cómo traer de vuelta el tema sin arruinar las cosas. -Si no me caso con Anthony, su tía va a dejar a mis padres en la ruina, yo podría vivir con eso, pero no deseo ver a mis padres trabajando para alimentarnos, a pesar de lo que hicieron- Con lo último, una sombra oscura atravesó su rostro.

El castaño la abrazó, se había sentido indignado y furioso por Candy, no era justo que sus padres la hayan usado de esa forma, pero había pasado el tiempo suficiente a su lado para entender que el gran corazón que poseía no podía ser egoísta. -Eso no sucederá- La chica sonrió ante la respuesta.

-¿Cómo estás tan seguro?-

El hombre palideció, ¿Cómo decirle la verdad? Rogó al cielo para explicarse bien. -Nunca te dije quien soy- La mujer lo miró cuestionando los motivos para hablar de ese tema en ese preciso instante. -No sé cómo decir esto- Dijo más para sí mismo. -Así que lo haré directamente- Suspiro con temor. -Soy Terrence Graham Grandchester, actual duque de Grandchester- Puso más énfasis en la palabra actual, y retuvo el aliento al terminar, expectante a la reacción de la joven frente a él.

-¿Cómo?- Su voz fue apenas audible.

-No pienses mal de mí, te lo suplico, no sabía nada de esto hasta hoy- Se apresuró. -El incidente con tu familia debió ser con mi padre y tomó una decisión equivocada, pero ahora soy yo quien decide- Dijo con autosuficiencia para darle confianza. -No permitiré que tú y tu familia tengan necesidades y mucho menos, que te obligen a hacer algo que no quieres-

Candy estaba estupefacta, no podía creer en lo que acababa de escuchar, le parecía un cuento de hadas que él llegara a su vida a salvarla de la prisión en la que estaba, a alegrar su vida, que la amara y quisiera protegerla, además, de ser un duque. Se sintió inmensamente feliz y se aferró a él temiendo que no fuera real.

-Terry, ¿qué es lo que haremos?- pregunto pues la incertidumbre no la dejaba tranquila.

-Regresaré a Londres para encontrar la manera de solucionar esto y cuando todo esté en orden regresare contigo- Le acariciaba la cabeza con ternura. -Yo te apoyare en lo que decidas hacer mientras tanto-


Saludos, gracias por la espera