CAPÍTULO II

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Soltó pequeños suspiros cuando sintió que unas manos se posicionaron en su redondo trasero, masajeándolo y apretándole con desesperación, para luego levantarla y posicionarla a la orilla del lavabo detrás de ella, mientras que sus manos no se separaron de sus hebras azabaches, enredándose y tirando de ellas. Sentía el calor de esas grandes manos que recorrían su cuerpo, quemando y detallando cada centímetro de su delicada piel, mientras que su lengua trazaba pequeños caminos desde el lóbulo de su oreja hasta sus clavículas, extasiándola por completo. Con los ojos cerrados debido al placer, palpaba el torso fornido frente a ella con sus palmas, sintiendo el abdomen formado que se escondía debajo de la tela de su playera. Pudo escuchar cómo el chico que la mantenía entre sus brazos soltó ligeros gruñidos en el momento en que las traviesas y pequeñas manos de la chica se adentraron en su oscura vestimenta, pasando las yemas de sus dedos por los oblicuos trabajados del pelinegro. Por su lado, el azabache tampoco perdió de su tiempo y de un solo tirón la despojó de su vestido, dejándola completamente en ropa interior. Apretó uno de sus redondos pechos, el cual cabía perfectamente en su mano, como si hubiesen sido hechas para él. Comenzó a masajearlo, provocándole soltar suspiros más audibles, haciéndole perder la cordura. Completamente extasiada, entreabrió sus ojos para observar al chico en frente de ella, encontrándose con unos oscuros ojos similares al ónix que la miraban con deseo.

-Sasuke-kun...

Abrí los ojos y en un sopetón me senté en mi cama. Mi pecho subía y bajaba ansiosamente, pude sentir algunas gotas de sudor resbalando por mi cuello hasta perderse por el escote de mi pijama. Me pasé una mano por la cara para quitarme los pelos mojados por el sudor de mi frente. Ese sueño había sido muy real.

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Me senté en mi pupitre al mismo tiempo en que acomodaba mi mochila encima de la mesa y me recostaba sobre ella. Ese maldito sueño no me había dejado dormir bien, no pude volver a pegar pestaña luego de haber despertado agitada, por lo que decidí que lo mejor era ponerme a hacer mis cosas a pesar de que las clases comenzaran en tres horas más. Bufé. Esto ya se estaba saliendo de mis manos, no podía dejar que unos estúpidos sueños cachondos afecten mi rendimiento. Tenía que hacer algo. Y sabía lo que tenía que hacer a pesar de que la idea no me gustara para nada.

Debía enfrentar a Sasuke y hablar con él.

Solté un gruñido de frustración al mismo tiempo en que me enderezaba y revolvía mis cabellos rosados con mis manos en modo de desesperación. En ese momento, sentí que la silla del pupitre de al lado se movía. Dirigí mi vista hacia la persona que se había sentado a mi lado, encontrándome con unos inusuales ojos color perla que me miraban con preocupación.

- B-Buenos días, Sakura-san - dijo una dulce voz.

- ¡Hinata! Buenos días para ti también - saludé a la chica con una sonrisa - Y por favor ya deja de tratarme tan formalmente, somos amigas de hace varios años - le dije mientras tomaba sus manos entre las mías.

- L-lo sé, Sakura-sa... Sakura - se corrigió con un sonrojo presente en sus mejillas.

- ¿Qué te pasó ayer? - le pregunté - No te vi en clases de Morfología

Hinata, al igual que Ino y yo, estaba cursando el tercer año de la carrera de Medicina. Fue así como las tres nos conocimos y desde entonces hemos sido inseparables. «El trío dinámico» como solían llamarnos tanto los profesores como el alumnado y nuestros amigos.

- B-bueno, no me encontraba bien, estuve todo el fin de semana con náuseas y dolor de cabeza - solté una pequeña carcajada, ya me imaginaba el por qué.

- Es de esperarse, Hinata. Fue la primera vez que te emborrachaste, por lo visto tuviste una resaca muy fuerte - le dije con un tono burlón a lo que sus mejillas se sonrojaron aún más.

- Papá estuvo realmente muy preocupado, p-pensaba que había agarrado algún tipo de virus estomacal- desvió su mirada hacia la mesa enfrente de ella- No podía comer nada ya que todo lo d-devolvía - dijo con un tono bajo.

Podía imaginarme al sobreprotector padre de Hinata llevándola incluso a urgencias al no saber qué era lo que le estaba pasando a su pequeña hija.

- A-además...- vi cómo sus mejillas se ponían más rojas -si es que eso era posible- mientras ocultaba su rostro con sus manos, completamente avergonzada - No quería venir a clases y toparme con... con N-Naruto-kun.

Algunas imágenes de mi fiesta de cumpleaños aparecieron en mis recuerdos con la mención del rubio. Una Hinata -borracha- bailando muy pegada al cuerpo de Naruto, mientras este se dedicaba a pasear sus manos por su espalda baja, casi llegando a su trasero. Y mi cabeza hizo clic.

- Tienes mucho que contarnos, Hinata – la voz de Ino se escuchó detrás de nosotras. Nos volteamos encontrándonos con la burlona mirada en aquellos ojos parecidos al color del cielo.

- ¡I-Ino-san! – tartamudeó la pobre pelinegra llena de vergüenza. Ino acercó la silla del pupitre de al lado y se sentó entre nosotras, expectante a que Hinata continuara con su historia.

- ¿Y bien? ¿Ocurrió algo de que deba ser digno de contar? – la rubia estaba casi encima de la pobre Hinata, incitándola a contar más detalles de lo que había sido la noche con Naruto.

- B-Bueno… - las pálidas mejillas de Hinata se tiñeron aún más de rojo, comenzó a jugar con sus dedos sobre el regazo de su falda y desvió la mirada para no mirarnos directo a los ojos – H-hubo un momento en que Naruto y yo salimos al balcón de tu departamento para tomar un poco de aire fresco – dijo volviendo a posar la mirada en Ino. Mi fiesta de cumpleaños había sido celebrada en el departamento de Ino, ya que era lo suficientemente grande -en una forma bastante exagerada, los padres de la muchacha tenían dinero y podían pagarle un gran departamento con todas las comodidades- como para que pudieran caber más de veinte invitados.

– Y- Y bueno... estuvimos conversando un poco, de las cosas que nos gustaban a ambos, y fue en ese momento cuando… - su voz se escuchó en casi un susurro, podía sentirse el nudo que apretaba su garganta – Na-Naruto-kun confesó… ¡Qué yo le gustaba! – esto último lo dijo casi gritando debido a los nervios, lo que provocó que las miradas de los presentes en aquel salón se posicionaran sobre nosotras, causando que la pobre Hinata casi le diera un desmayo ahí mismo. Con sus blancas y pequeñas manos cubrió su rojizo rostro en forma de vergüenza. Ino y yo simplemente nos dirigimos unas miradas cómplices, sonriéndonos como madres orgullosas de nuestro pequeño polluelo que por fin estaba abandonado el nido.

- No puedo creer que Naruto se haya atrevido a confesarlo por fin – le dije a la avergonzada chica mientras que con mi mano sobaba su espalda para poder tranquilizarla.

- ¿Ya… Ya lo sabías, Sakura-chan? – Hinata levantó un poco su vista de sus manos para mirarme con sus ojos sorprendidos.

- ¡Oh, por favor, Hinata! – exclamó Ino – Que le gustes a Naruto es algo que todo el mundo en esta universidad sabe – dijo frunciendo un poco el ceño – Los únicos ciegos que no se daban cuenta de aquello eran ustedes dos, par de tórtolos – Las palabras de la rubia provocaron que las mejillas de Hinata ya fueran cual tomates. Indudablemente, no era para nada un secreto de que tanto Naruto como Hinata tenían sentimientos por el otro, era algo que se notaba con solo mirarlos. Las miradas cargadas de cariño que se regalaban de cuando sus ojos se topaban, o la suavidad y respeto con la que se trataban, simplemente era algo bastante agradable de ver. La suerte de algunos.

- ¿Y bien? – insistí para que continuara con su historia - ¿Qué le dijiste?

La mirada de Hinata de repente se volvió algo sombría, y pude notar un pequeño deje de tristeza en ellos. Eso no me daba muy buena espina.

- Y-yo… no pude decirle nada – dijo finalmente la ojiperla. Ino y yo abrimos los ojos como platos al escuchar su respuesta – Realmente aún estaba en shock y no podía creer lo que me estaba diciendo… pero… - la voz de Hinata calló un par de segundos, los que fueron eternos para nosotras.

- ¿Pero…? – dijimos Ino y yo al mismo tiempo, expectantes a lo que nuestra pobre amiga iba a decir.

- Lo besé – dijo sin más. Nosotras soltamos un gran chillido de emoción, nuevamente llamando la atención de todos los presentes en la sala. Nos abalanzamos hacia Hinata, felices porque por fin estén resultando las cosas entre ella y el estúpido de mi mejor amigo.

- Dios mío, Hinata – gritó Ino entre el abrazo – No puedo creerlo ¡Estoy tan feliz por ti!

- Cómo han crecido estos niños – dije en tono burlón, rompiendo el abrazo entre nosotras. Sin embargo, cuando mi mirada se posó en la cara de Hinata, supe que, al parecer, no todo había terminado bien - ¿Qué ocurre, Hinata? – le pregunté.

- ¿Están saliendo, no es así? – el tono de voz de Ino era casi como de película de suspenso, preocupada por la situación de nuestra amiga.

- Nosotros… Yo… Luego de b-besarlo…- Hinata levantó su mirada y nos observó con unas pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos – Salí corriendo. No le di ninguna respuesta, lo besé y luego salí corriendo como si no hubiese un mañana.

Ino y yo nos observamos antes de volver a fijar nuestras miradas en Hinata, quien parecía desfallecer con cada segundo que pasaba.

- ¿Por qué hiciste eso tan estúpido? – le preguntó Ino. Le dirigí una mirada de reproche al ser tan insensible con la situación.

- Tuve miedo – confesó la pelinegra – Tuve miedo de que todo hubiese sido producto del alcohol, además de que fue todo tan demasiado bueno, tan de ensueño, que no podía creer que eso me estuviese pasando a mí, no con Naruto-kun – Por primera vez escuché a Hinata hablar sin tartamudear.

Hinata ha estado enamorada de Naruto desde el primer día de clases. Desde el momento en que la chica había olvidado su almuerzo en casa y el alegre rubio se acercó a ella luego de verla en aprietos para convidarle un poco del ramen que estaba comiendo él.

«¡El ramen no se le niega a nadie, 'ttebayo!» habían sido las palabras que, increíblemente, habían flechado a mi pequeña amiga.

Al ver lo acongojada que estaba la pobre chica, me acerqué a ella y la rodeé entre mis brazos en el abrazo más sincero que he podido entregar jamás en mi vida.

- Lo arruiné, lo arruiné todo – pude sentir su voz algo resquebrajada resonar en mi hombro – Ahora Naruto-kun ya no querrá verme nunca más.

- Claro que no, Hinata – le dije, sobándole nuevamente su pequeña espalda – Naruto es de esas personas que cuando quiere algo, lo consigue. Él no se rendirá tan fácil contigo.

- Es cierto, Hinata. Además, ambos sienten lo mismo por el otro y al menos tú ahora sabes que Naruto está loco por ti. Solo debes acercarte a él y decirle que correspondes a sus sentimientos – le aconsejó Ino mientras se acercaba a nosotros y se unía al abrazo.

Dejamos que Hinata sollozara un poco más, desahogándose por toda la frustración que debe sentir. Una vez que estuvo más tranquila, se separó de nosotros y limpió los restos de lágrimas con el dorso de la manga de su chaqueta.

- G-gracias, chicas. De verdad n-no sé qué haría si no las tuviera conmigo – nos miró y sonrió, dedicándonos una de esas tantas hermosas sonrisas que solo ella podía generar.

- Para eso estamos, Hinata – le sonreí de vuelta.

- Ya verás cómo todo se soluciona entre Naruto y tú, y muy pronto los veremos a ustedes caminando de la mano por todo el campus – bromeó Ino, provocando nuevamente un pequeño sonrojo en las mejillas de la pelinegra - ¿Y qué hay de ti, Sakura? ¿Ya solucionaste tu problemilla? – Observé a Ino con el ceño fruncido al entender de lo que estaba hablando.

- ¿Cuál problemilla? – preguntó Hinata con inocencia.

- Es cierto. No estás al tanto del nuevo chisme por haber faltado ayer – dijo Ino con una sonrisa socarrona adornando su rostro mientras se acercaba al oído de Hinata. Iba a matarla – Sakura se acostó con Sasuke.

Al escuchar las palabras de Ino, Hinata abrió sus ojos demostrando su sorpresa, al mismo tiempo que llevaba sus pequeñas manos a su boca, observándome completamente estupefacta.

- No puedo creerlo – dijo con su suave voz.

- Así es, chica – Ino dirigió su mirada nuevamente hacia mí – Nuestra pequeña Sakura se revolcó con el hombre al que le jura odio eterno – dijo burlona.

- Ya cállate de una vez, Ino – le dije completamente irritada. Ya estaba harta del tema.

- ¿Y bien? ¿Ya hablaste con él? – ignoró por completo las dagas que estaba enviándole con mi mirada. Yo suspiré con resignación. Ino era un caso perdido.

- Aún no, pero pienso hacerlo… quizás esta tarde.

- ¿Qué piensas decirle? – preguntó Hinata, expectante.

Yo quedé pensando en su pregunta ya que era algo que no había pensado ¿Cómo debía acercarme a él para plantearle el tema sin alargar mucho el asunto?

- Para serte franca, no lo sé – confesé avergonzada.

- Pues fácil – habló Ino – Simplemente debes acércate a él e irte sin rodeos, Sakura. Como siempre lo haces cuando se trata de Sasuke – Rodeé los ojos. Era muy fácil decirlo. Nuestras discusiones anteriores no se habían tratado de un tema tan delicado como lo es el haber tenido sexo entre los dos. Sin embargo, decidí dejar a un lado esa actitud insegura poco habitual en mí y me decidí a solo pararme frente a él y conversar del tema como los adultos que somos. Espero.

- Pues, supongo que haré eso. Lo encararé y terminaré con este asunto de una vez por todas – dije en tono decidido.

- Esa es mi chica – me animó Ino.

Nuestra conversación se vio interrumpida por la llegada del profesor a la sala, dando comienzo a las clases. Todos nos acomodamos en nuestros respectivos pupitres y nos dedicamos a prestar atención a las lecturas del maestro. Sin embargo, mi mente no dejaba de divagar en el fastidioso tema que ya quería solucionar de una vez por todas.

Al no poder concentrarme en las explicaciones que daba el maestro sobre el objetivo y funcionamiento del hígado, observé por la ventana a mi lado el gran patio del campus, lleno de árboles y césped, y una que otra banca para que los alumnos pudieran sentarse y descansar en los entretiempos de una clase a otra. Mi vista se fijó en dos conocidas figuras que yacían sentadas en el verde césped, conversando de quizás qué trivialidades. Bueno, uno de ellos conversaba, el otro solo se dedicaba a observar y escuchar lo que el extravagante rubio tenía para decir.

Me quedé observando más de la cuenta al chico de cabellos oscuros, detallando en algunos aspectos de su físico en los que nunca antes me había detenido. Como la forma en que sus hebras azabaches brillaban con la luz del astro rey; o como su nariz se respingaba en la punta de una manera armoniosa; o en lo afilados que eran sus almendrados ojos negros, dándole ese aire seductor que tanto llama la atención del grupo femenino; o en lo bien definidos que eran sus labios, resaltando mucho más su labio inferior.

Esos labios que se habían sentido tan bien sobre los míos.

Sacudí mi cabeza ante los pensamientos fuera de lugar que estaba teniendo y me regañé internamente por estar poniendo mi atención en otra cosa que no fueran las clases.

Una vez que me dediqué a dar todo de mi para poder hacerle caso a las palabras que dictaba el profesor, sentí la vibración de mi celular, llevándose todos mis esfuerzos por prestar atención a lo grave que era la diabetes. Desbloqueé mi teléfono, topándome con el mensaje de un número desconocido. Fruncí el ceño y, curiosa, lo abrí. Mis ojos se abrieron cuando terminé de leer el dichoso mensaje.

Dirigí nuevamente mi vista hacia las dos figuras de los muchachos que se encontraban aún sobre el césped del patio, y pude ver cómo aquellos ojos negros me miraban con burla, mientras aquella sonrisa que tanto odiaba aparecía en sus carnosos labios. Mantuve mi mirada sobre la suya un par de segundos, creando una pequeña batalla entre nosotros. Ónix vs. Jade. Pude notar cómo su boca se movía, volviendo toda mi atención a sus labios. Mis ojos se abrieron de par en par y fue ahí cuando decidí apartar mi vista y volver a prestar atención a la clase. Sentía mis mejillas arder. Me lleve una mano a mi cara, tratando de apaciguar el calor que sentía. Por mi mente se cruzó las palabras que había podido entender de sus labios. Las mismas que me había dedicado en aquel mensaje de texto.

«¿Te gusta lo que ves?»

Podía escuchar su odiosa voz burlona dedicándome aquellas palabras. Me mordí mi labio inferior, tratando de calmarme. Cerré los ojos y suspiré. Volví a abrir mis ojos decidida en que apenas terminara el día hablaría con Uchiha.

Desbloqueé la pantalla de mi celular y me dirigí al chat del irritante chico.

«Después de clases, detrás del edificio viejo»

Fue todo lo que le escribí, confiaba en que el Uchiha era tan inteligente como solía presumir que iba a ser capaz de captar a lo que me refería en mi mensaje.

Nuevamente traté de poner atención a mi clase, pero una gran incógnita se me cruzó por mi cabeza.

¿Cómo Sasuke tiene mi número?

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Una vez finalizada la última clase del día, me despedí de Ino y Hinata excusándome con que debía llegar pronto a casa para preparar la cena ya que mis padres irían de visita. Mentira. Pero era la única forma de quitarme a Ino de encima sin hacerla sospechar sobre mi pronta reunión con el Uchiha.

Una vez que las chicas desaparecieron de mi campo de visión, di media vuelta y me dirigí a paso apresurado a las viejas edificaciones del campus. La Universidad de Konoha era una de las más prestigiosas y antiguas universidades de Japón. Hace un par de años remodelaron toda la infraestructura del campus, construyendo un nuevo edificio mucho más amplio y moderno, equipado con nuevas tecnologías para poder impartir clases, dejando al viejo edificio prácticamente abandonado.

Y es por esta razón que consideré que juntarnos en el viejo campus para tener nuestra conversación sería una buena opción. No tendríamos a ningún fisgón -o mejor dicho, una Ino- interrumpiéndonos o creando chismes.

Una vez divisé las viejas edificaciones, pude sentir que mi corazón comenzó a latir un poco más rápido ¿Qué rayos? ¿Acaso me estaba poniendo nerviosa? Me detuve un par de segundos para tratar de tranquilizarme un poco. No es que esté nerviosa por ver al Uchiha. Claro que no. Simplemente afrontar esta situación, de la cual me he querido deshacer toda la semana, me está poniendo ansiosa. Solté un sonoro suspiro y me dispuse a reanudar mi marcha hasta el lugar de encuentro.

A medida que me iba acercando, empecé a sentir una especie de alivio al no ver al Uchiha por ninguna parte. Sin embargo, una vez haber doblado la esquina de los grandes edificios, pude divisar la esbelta silueta del muchacho, quien yacía recostado contra una de las paredes de la vieja universidad, con los brazos cruzados sobre su pecho y los ojos cerrados. Debía admitir que se veía bastante bien con esa chaqueta de jeans junto con esos pantalones oscuros que combinaban con sus converse negras, y su cabello despeinado como siempre, el cual se había sentido tan suave en el momento que lo tuve entre mis dedos.

Tragué un poco de saliva y, con toda voluntad del mundo, caminé hasta posicionarme enfrente de él, quien al sentir mi presencia, abrió lentamente sus almendrados ojos, encontrándome nuevamente con esos oscuros ojos que solían aparecer en mi sueños últimamente. No pude evitar estremecerme un poco ante su afilada mirada, la cual sentía que podía ver más allá de mi.

- ¿Y bien? - La grave voz del pelinegro hizo que saliera del trance en el cual me habían puesto sus pozos negros - ¿Para qué me citaste aquí?

- Bien, esto será un poco incómodo, pero iré directo al grano - solté un gran suspiro - Nosotros... ¿Nosotros tuvimos sexo la noche de mi cumpleaños? - solté todo de un sopetón, más nerviosa que nunca. Podía sentir mi cara arder de la vergüenza, seguramente ahora debía estar tan roja como un tomate.

Sin embargo, parece ser que el chico pudo entender perfectamente lo que dije. Vi como los una de las comisuras de los labios de Sasuke se curvaba en una de esas molestas sonrisas que tanto odiaba.

- Vaya ¿Qué tan borracha estabas esa noche? - preguntó con un tono burlón.

Perfecto. Quiero enterrar mi cabeza en la tierra de la vergüenza como un avestruz. Este era el momento en el que debía salir corriendo y esconderme en mi habitación hasta el fin de mis días. Al parecer, simplemente he estado alucinando y realmente no paso nada entre noso-

- Sí, lo hicimos - confesó, interrumpiendo mis pensamientos - Y fue el mejor sexo que he tenido en mi vida - Mis ojos casi se salieron de mis cuencas al escuchar su declaración.

- P-pero… ¡¿Qué cosas estás diciendo, imbécil?! - exclamé - Mira, Uchiha. No estoy para tus bromas, simplemente quiero saber si...-

- No estoy bromeando, Sakura - me interrumpió. Debo admitir que me sorprendí un poco al ver cómo su semblante cambió a una más serio - Durante todos estos días no he podido olvidar lo bien que se sintió acostarme contigo, y debo confesar que me ofende un poco que no lo recuerdes.

- B-bueno… a medida que han pasado los días he estado recordando un poco... y no voy a negar que estuvo bastante bien - dije casi en un susurro, desviando la mirada de aquellos orbes oscuros que me miraban tan intensamente.

- Escucha - volví mi mirada para encontrarme con los pozos negros de Sasuke, los cuales me observaban de una forma que nunca lo habían hecho - Lo he estado pensando mucho y quiero que hagamos un trato.

- ¿Qué clase de trato? - pregunté algo desconfiada.

- Quiero que lo repitamos - dijo despreocupadamente, como si estuviese hablado del clima.

- ¡¿Q-qué?! - ya no sé que más podrían seguir aguantando mis ojos el mantenerse dentro de sus cuencas, o que mi pobre corazón no sufriera de un paro cardiaco - ¿Qué acabas de decir?

- Lo que escuchaste - metió sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, dándole un aire de tranquilidad, en comparación a mi que estaba hecha un popurrí de sentimientos y nervios revueltos.

- R-repetir... ¿Cómo? - pregunté temblorosa mientras que, de los nervios, jugaba con mis dedos.

- ¿Qué te parece ser algo así como "amigos con derecho"? - a este último hizo un movimiento con sus dedos, imitando unas comillas - Ya sabes, sexo sin compromiso. Nada de celos ni sentimientos. Solo sexo casual, o quizás no tan casual. Quedar para tener sexo. Ese tipo de cosas - se explicó de lo más tranquilo, sin ningún signo de nerviosismo o tartamudeo.

Yo lo observaba como si le hubiese salido una segunda cabeza ¿En serio que Uchiha Sasuke me estaba pidiendo ser su "amiga especial para tener sexo"?

- ¿Y? ¿Qué opinas?

- Opino que estás loco. Para empezar, ni siquiera somos amigos como para que nos llamemos de esa forma - dije mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho.

- Es una forma de llamarle, Sakura. No seas tan literal - dijo entrecerrando los ojos. Al ver cómo enarqué una ceja, mirándolo de manera acusadora, suspiró, y no fue hasta que soltó su postura que me di cuenta de que había estado un poco tenso. Así que don "perfección" Uchiha también puede permitirse sentir algo como los nervios.

- Está bien, si tu problema es el nombre, podemos llamarle de otra manera.

- El nombre no es el problema, Uchiha - puse mis manos en mi caderas - mi problema es exactamente lo que me estás pidiendo ¿Cómo se supone que debería reaccionar si la persona que menos me imaginaba, y con la que menos congenio déjame aclarar, es la misma persona que de repente se me acerca y me pide que tengamos sexo de manera casual?

- Bien, supongo - dijo encogiéndose de brazos. Yo fruncí el ceño ante su serenidad - Si hubieses sido tú la que lo hubiese propuesto, no habría dicho que no. Además, no puedes decir que no congeniamos porque déjame decirte que vaya que congeniamos ese día - dijo mientras volvía a sonreír arrogantemente. Yo desvié mi mirada al comprender sus palabras. Mis mejillas ya no podían más del calor, ya las sentía como tal caldera.

Pero el Uchiha tenía razón. A medida que pasa el tiempo y más cosas recuerdo sobre lo que pasó el viernes entre nosotros, puedo concordar conque,realmente, había sido un buen polvo.

- ¿Y bien? - volví a dirigir mi mirada hacia el chico frente a mi. Me quedé observando un poco más sus facciones, reconociendo lo bastante guapo que era. Eso sumándole lo bueno que era en la cama.

- Está bien - dije tras un suspiro - Acepto.

Y sabía que me arrepentiría de esto al ver cómo Sasuke volvió a dedicarme una de esas sonrisas ladinas que tanto odiaba.

Sin embargo, por primera vez, la encontré atractiva.

~o~

¡Hola, hola! nwn

Lamento mucho la demora, pero estoy en mi proceso de práctica en la universidad y me ha mantenido bastante ocupada este último tiempo. Sin embargo, pude tomarme un tiempecito para poder traerles esta actualización ¡wuju!

Antes de seguir con la historia me gustaría dejar algunas cosas en claro je. Esta historia es 100% Sasusaku, y uno que otro momento de alguna otra pareja como lo fue en este caso la historia de la pequeña Hinata. Si bien este capítulo no tuvo taaanta emoción entre nuestra pareja principal, prometo que los próximos se centrarán, en su mayoría, en nuestra pareja favorita nwn.

Lo otro es que, para que la historia pueda continuar y ser lo más fluida posible, la personalidad de Sasuke va a sufrir unos cuantos cambios, no de una manera extrema, pero no será el super cubito de hielo que es en realidad.

Así que, ya aclaradas esas cositas, les quiero agradecer muchísimo a las personas que me han dejado algunos reviews y a las personitas que han guardado esta historia entre sus favoritos, de verdad que esas pequeñas cositas animan mucho y motivan a continuar escribiendo (L).

Espero que este capítulo haya sido de su agrado nwn nos estamos leyendo en la próxima. Se me cuidan ¡muac!