- Entonces... - dudaba de si realizar la pregunta, por miedo a su respuesta - ¿Qué... piensas hacer?
Todavía la mantenía en sus brazos, como si al soltarla, ella se marcharía para siempre
- No lo sé - su respuesta hizo que su cuerpo se tensara aún más - Yo... no quiero dañar lo nuestro... con mis celos tontos
- Sólo... confía en mi - hizo una pausa - Ten un poco más de confianza en mi
En ese momento, una secuencia pasó por la mente de la joven
Kikyou se alejaba lentamente, sostenida por lo que parecían ser unas serpientes blancas. Ella, por su parte, se mostraba bastante nerviosa, como si acabara de vivir un momento de tensión
- Inuyasha... ¿Tú sigues enamorado de Kikyou?
- ¿Qué? - frunció el entrecejo - ¡Idi...! ¡¿Por qué preguntas eso en un momento como este?! - se veía molesto - ¡Fue porque me acordé de ti que llegué a este lugar!
- Inuyasha - murmuró
- Cómo sea... - tomó su mano, mirándola fijamente a los ojos - Tienes que confiar un poco más en mi
- Confiar más en ti - murmuró
- Si - respondió en el mismo tono
- Tú... no tienes la culpa - sonrió levemente, con la cabeza aún apoyada en su hombro - Soy yo... quién está cansada de todo esto
- ¿A que te refieres con "todo esto"?
- A todo - suspiró - Naraku... Onigumo y los recuerdos de la otra época... todo... es tan agotador - comenzaba a angustiarse nuevamente
- Lo sé... estoy seguro de que Sango y Miroku deben sentirse igual... a decir verdad, yo también estoy agotado
- Supongo que Kikyou también debe estarlo
- No lo sé, pero... es probable
- ¿Recordaste algo más?
- Recordé... a Naraku y Onigumo - frunció el ceño - Pero... sólo sé quienes son... no mucho más que eso... todavía no recuerdo como usar a Tessaiga
Ni a mi...
- Comprendo - cerró sus ojos, acurrucándose un poco más en él - Lo lamento... no quiero que te sientas mal, por mi culpa
- No Kagome... lo lamento yo - apoyó su mentón sobre su cabeza
- Y... no te preocupes - sonrió - No quiero alejarme de ti
Pudo notar como liberó el aire contenido en su pecho
- Gracias, Kagome - sonrió, cerrando sus ojos
Unos metros a distancia, Sango acariciaba a Kirara, quién descansaba sobre sus rodillas, mientras Kikyou y Miroku seguían debatiendo sobre Onigumo
- Entonces, Onigumo era un simple humano, que le entregó su alma a los demonios, ¿por qué estaba enamorado de usted?
- Así parece - suspiró - Lo que importa, es que Naraku fue el resultado de esa fusión
- Pero... Naraku posee una conciencia, independiente de Onigumo... ¿Cómo es eso posible?
- No sabría explicarlo con exactitud... pero, es como si todas las almas de los demonios, incluyendo la de Onigumo, al momento de fusionarse, hubieran creado otra alma, con otra conciencia y voluntad... un ser mucho más poderoso
- Desearía poder recordarlo - instintivamente y sin darse cuenta, observó su mano derecha
Unos cuantos pasos comenzaron a escucharse, provocando que los tres jóvenes voltearan
- ¿Dónde están Inuyasha y Kagome? - preguntó el perro demonio
- Fueron a hablar a un lugar más apartado - respondió Miroku
Kikyou se encontró con la mirada de su hermana y emitió una leve sonrisa
- Hermana... ¿acaso tú... recordaste algo?
Todos los ojos se dirigieron a la adolescente, quien no aparto los suyos de la mujer
- Lo recordé todo - pronunció, sorprendiendo a los youkais
- Hermana...
- Eso significa, que has vuelto a ser la sacerdotisa de la época antigua - sonrió - Tus poderes serán de mucha utilidad
El demonio miró por sobre su hombro y notó que el atardecer se encontraba cerca
- Debemos darnos prisa
Inuyasha y Kagome se unieron a la plática
- Kagome - se paró al lado de su amiga, susurrando - ¿Estas bien?
- Si - sonrió
- Es bueno que estén aquí - interrumpió Inu No Taisho - Debido a lo que acaba de ocurrir hace unos momentos, me veo obligado a modificar los planes
- ¿A que se refiere? - preguntó el castaño
- Señorita Kikyou... ¿usted podría ayudar a Kagome con sus poderes espirituales?
- ¿Qué? - pronunciaron ambas mujeres en baja voz - Si... si ella está de acuerdo
- Bueno... no... no me molesta - respondió, sintiendo la presión de tantos ojos en su espalda
- Izayoi, la anciana Kaede te acompañará a casa - la mujer asintió - Totosai, tú y ellos - señaló a los amigos de Inuyasha - Entrenarán en el mismo escenario...
- De acuerdo señor
- Inuyasha, tú vendrás conmigo
- ¿He? - se sorprendió
- No tenemos mucho tiempo - volvió a mirar el cielo y luego a la anciana, quién asintió nuevamente
Kaede se acercó a su hermana y, con un ademán de su mano, le pidió a Kagome que también se acercara a ella. La morena cruzó sus ojos con los de Inuyasha y comenzó a caminar
- Hermana, ¿recuerdas como hacer esto?
- Si es lo que estoy pensando, entonces si - sonrió
Tomó la mano de su hermana, quién redirigió sus ojos a la otra adolescente
- Kagome, toma mi mano y la de mi hermana por favor
La mujer se sorprendió un poco ante aquella petición, pero, sin oponer resistencia, hizo caso
- Sólo... deja que la energía te guie
- De acuerdo - susurró
Ante la atenta mirada de los demás, una especie de aura rosada comenzó a envolver a las jóvenes
- Se siente... tan puro - dijo la exterminadora
- Son las fuerzas de sus poderes Sango - sonrió Miroku
Kagome
Pensó el híbrido, observando como su compañera y la joven sacerdotisa, se desvanecían poco a poco
- ¿A dónde fueron? - preguntó
- Sólo estarán un tiempo apartadas - sonrió la anciana - Además, creo que es bueno que ellas puedan hablar sin la presencia de alguien más
- Bueno niños - un rayó cayó a su lado, del cual emergió su vaca - Síganme - pronunció el anciano, montando su transporte y comenzando a volar
- Kirara - el animal emitió su sonido característico, al mismo tiempo en que se transformaba
Sango y Miroku la montaron y siguieron a Totosai, desapareciendo en las nubes del cielo
- Señora Kaede - se acercó - Cuide de mi Izayoi - sonrió
- No se preocupe señor Taisho - le devolvió la sonrisa - Está en buenas manos
- Ten cuidado cariño - dijo la mujer - Hijo... tú también
- Quédate tranquila madre, estaremos bien
- ¿Estas listo Inuyasha?
- ¿Qué te ocurre? - se sorprendió
Los ojos de su padre se tornaron de un color rojo sangre, al mismo tiempo en que una especie de energía comenzaba a envolverlo, provocando su transformación en un gigantesco perro demoníaco, el más grande que su hijo podía haber imaginado
- ¡¿Qué... qué es eso?!
- Supongo que nunca habías visto a tu padre en su verdadera forma - se paró a su lado, sonriendo
- ¿Su verdadera forma?
Observaba detalladamente cada parte del youkai, sin salir de su asombro
Inu No Taisho lo miró y, con un movimiento de su cabeza, le indicó que subiera a su lomo
- Inuyasha - su madre tomó su brazo - Por favor, tengan cuidado
- Descuida - sonrió, saltando al lomo de su padre, quién comenzó a elevarse rápidamente bajo la atenta mirada de las mujeres
- Tienes que aprender a controlar tu sangre demoníaca, sólo así, controlarás tu energía
Miró su Beni, y luego al pequeño zorrito
- Shippo, sabes que tienes que alejarte si me transformo - suspiró - No recuerdo nada luego y supongo que no voy a atacarte, pero... nunca se sabe lo que puede pasar
- No te preocupes Moroha - sonrió el niño - Sesshomaru no dejará que nada me pase, ¿no es así? - lo miró, sin embargo, el youkai no le devolvió la mirada
- No te confíes tanto - rio
¿Qué me sucede? Jamás dudo a la hora de usar mi labial
- ¡Tú puedes! - la alentó el niño - Recuerda que ahora sólo quedas inconsciente unos minutos - sonrió - Supongo que eso es un avance - le susurró al demonio, quién no respondió
- Hazlo - pronunció, sin apartar la mirada de la mujer
Colocó su dedo índice sobre el labial y, acto seguido, lo paso por sus labios. Instantáneamente pudo sentir como su sangre comenzaba a quemar debajo de sus venas. Sonrió, mirando a su tío, al mismo tiempo en que sus ojos comenzaban a tornarse dorados y su pelo negro se teñía de aquel grisáceo color
- Hacia mucho que no lo utilizaba - pronunció con una voz más ronca
- No puede negar que es hija de Inuyasha - murmuró Shippo
Sesshomaru empuñó sus garras
- Concéntrate - pronunció, agitando su látigo venenoso
¿Qué? ¿Va a pelear contra él?
- Hijin kesso - agitó sus manos, provocando que las cuchillas de sangre salían despedidas de sus garras
El youkai las destruyó con su arma
- A ver que opinas de esto
Sonrió, entrecerrando sus ojos y corriendo en dirección del demonio, empuñando sus garras
- ¡Sankon Tesso!
Sesshomaru esquivó sus garras y, utilizando las suyas, lanzó otro golpe, el cual rozó el brazo de su sobrina. Lejos de emitir algún gesto de dolor, Moroha volteó y devolvió el ataque
- ¡Garras de sangre!
Se elevó, esquivándolo sin dificultad. Volvió a desplegar su látigo y comenzó a agitarlo, mientras ella desviaba cada golpe con sus manos. Dio un salto y, siendo más rápida que él, destrozó parte de su armadura con sus manos. Ambos cayeron de cuclillas, de espaldas a su oponente
- Terminaré con esto - tomó la empuñadura de su kurikaramaru
- Mo... Moroha no es necesario que utilices tu Bakurihuha - pronunció asustado - Ay mamá - corrió en dirección al bosque, al ver que la mujer no lo escuchaba
- ¡Koryuha! - gritó, golpeando el suelo con su espada
El ataque se desplazó por el suelo, llegando a su destino. En ese momento, la joven cayó de rodillas, tratando de respirar, sin embargo, estaba demasiado cansada, por lo que, se desplomó en el suelo, volviendo a la normalidad
- ¿Ya terminó? - se asomo de detrás de uno de los árboles
El polvo se disipó, mostrando al demonio cubierto por el campo de energía de Tensseiga. Caminó hacia su sobrina, observándola dormir
- ¿Se encuentra bien? - preguntó el niño, parándose al lado del demonio
- Cuando despierte, continuaremos - respondió sin mirarlo
Giró y caminó unos metros, deteniéndose a contemplar el atardecer
- ¿Para que nos habrá llamado el hermano Bankotsu - se quejó Jakotsu, sentado en el banco de una de las pequeñas plazas de la ciudad
- No lo sé - respondió Renkotsu, parado a su lado - Pero si no llega pronto, me iré
- Yo igual - acotó Kyokotsu, sentado al lado de su hermano
- Debo terminar la tarea de la época antigua - suspiro Ginkotsu
- ¿Piensas hacerla? - preguntó Mukotsu, apoyado en un árbol - Para mi es una pérdida de tiempo
- Para ti todo es una pérdida de tiempo - se quejó Renkotsu - Después no vengas a pedirme ayuda cuándo quieras pasar el curso
- ¿Y por qué estás tan sensible? - lo miró Kyokotsu - Ya pareces Suikotsu
- ¿Hablaban de mi? - sonrió, acercándose a sus amigos
- Hermano Suikotsu - sonrió Jakotsu - Por fin te dignas a venir
- ¿Acaso esa mujer te mantuvo entretenido? - se burló Mukotsu
- Ya déjalo - intervino Renkotsu - Al menos él tiene a alguien en quién pensar
- Eso fue un golpe bajo - rio Ginkotsu
- No la he visto - respondió el castaño - La señorita Kikyou es una gran persona, agradecería que no hablaran de ella, si es posible
- Vaya, te golpeó fuerte hermano - suspiró - Te entiendo, me pasa lo mismo con Inuyasha - sus ojos emitieron un brillo especial - Algún día le hablaré y nos enamoraremos
- Y tú si que eres optimista - se burló Ginkotsu
- Que agradable es verlos a todos juntos y hablando tonterías
- Bankotzu...
- ¿De que hablas hermano? - se sorprendió Jakotsu - Si nos ves así todos los días
- ¿Qué es lo que te traes entre manos? - preguntó, intrigado, Renkotsu
- Tranquilos... es algo bueno - sonrió - Al menos yo lo veo de esa manera
- Podrías explicarte mejor, hermano - pronunció Kyokotsu
- Si quieren saberlo, vengan conmigo - giró - Él nos va a estar esperando
Todos se miraron entre sí
- Suikotsu - lo miró - ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Dime hermano
- ¿Te sientes bien? - el joven lo miró desconcertado
- Bueno... eso creo... ¿Por qué preguntas?
- Por nada - volteó, comenzando a caminar - Quienes quieran saber lo que sucede, síganme
Ese Suikotsu... al parecer aquí no es un loco... y eso puede ser un problema
Pensó, frunciendo el entrecejo
