Fic
Historias de Albert y Candy
Presenta
Bajo el Mar
Por Mayra Exitosa
Inspirada en el diseño de Lulú Mtz.
Familia
Llegar a una casa grande, con una fuente y autos, una familia que ella no conocía y que le serían presentada, era algo extraño que por instantes se arrepentía de haber tomado esa decisión, sin embargo, cuando tocaron el timbre y una mujer que ayudaba en el servicio les daba la bienvenida, para anunciar su llegada, fue suficiente para que la madre al salir de una sección de la casa y verla, se quedara en completa pausa, sin moverse, solo viendo su rostro y aceptando su parecido. El esposo que al ser fin de semana se encontraba en casa, bajaba por las escaleras con tres pequeños de diez, ocho y seis años, todos varones con el cabello rubio de ojos marrones, bajando al más pequeño de sus brazos y notando que la joven que estaba frente a ellos mirándolos simultáneamente. Albert tomaba la palabra, - Buenas tardes, llame para venir a visitarles, he traído a alguien que desea conocerlos. Candy no se movía y fue la madre quien tomaba su medallón del cuello y le acariciaba el rostro, -¿Candy? La joven rubia solo asentía, sin dejar de ver al cuadro de cuatro hombres que no se movían de la escalera, notando que la madre estaba muy cerca de la joven. - Te pensamos muerta, hija mía, te… sin esperarlo, se desvanecía, logrando la misma rubia atraparla en sus brazos, antes que su padre la ayudara para tomar a su mujer en sus brazos y recostarla en un sillón solicitando ayuda al personal que ayudaba en la casa.
Los minutos se fueron haciendo largos, el señor Bedford, salía a sentarse con la pareja que había llegado y este comenzaba por hablar y sonreír. - Te vimos hundir y nos culpamos de no haber visto como se había incrustado ese tubo en tu chaleco, nos arrebataron a nuestra pequeña y todos estos años, me lamente no haber desabrochado el salvavidas, el cual justificaba en que no podía por traer en las manos el tanque de oxígeno, la realidad, lo analice tantas veces culpándome por tu partida, te pedí perdón cientos de veces, verte en la puerta de la casa, hecha una mujer, ¿sabes? no has cambiado tanto, el color de tus ojos, tus bellos rizos… no tuvimos una niña de nuevo, así que fuiste nuestra princesa en el cielo… lo has sido todos estos años… ¿puedo abrazarte? ¡todavía no creo que estés aquí!
Candy se puso de pie, mientras Albert permanecía sentado en el sillón, dándole espacio a la familia, los niños rondaban entrando y saliendo del a habitación donde estaba la madre, al salón en la que ellos se hallaban. El hombre ahora no era tan alto como lo imaginaba Candy su abrazo se sintió extraño, más ella suspiro al sentirlo y se quedaba recargada en su hombro. - Se borró la imagen del guardapelo, pero si se veía al comienzo, a pesar del agua, todavía podía verse algo, solo que… todos estos años estuve en américa y fue hasta ahora que, gracias a Albert estoy becada en el Saint Paul de Londres. - ¿Saint Paul? Es un colegio muy selecto ¿ganaste una beca? Ese lugar no da becas. El padre la separó de su abrazo y la miraba extrañado sin soltarla de sus hombros. Fue Albert quien respondía, - Mi empresa es quien la becó, fuimos los que encontramos a Candy en la playa y cuando fue llevada a américa, perdimos su rastro. Así que cuando la localizamos, la becamos. El hombre extendió su brazo y agregó,
- Christopher Bedford. Le debo el regreso de mi hija. Candy sonrió y agregó sin pensar, - ¡él me salvo la vida! Y me localizo, me trajo a casa con ustedes y… me regaló una beca mientras los encontraba. El hombre soltaba las lágrimas y volvía a abrazar a su hija, comentando -¡perdóname! Juro que te busque por tres años, tu madre estaba devastada y no tenía consuelo por tu perdida hija mía, lo juro, soy el culpable de haberte llevado a ese lugar, yo soy el único responsable, después de esa ocasión, tu madre prohibió volver al mar y… no quiere que tus hermanos toquen el agua.
Candy bajo el rostro negando y sonriendo, luego vio como su madre y hermanos desconocidos, salían del posible estudio, para decir, - No me perdonaría que volviera a pasar algo así con un hijo agonizando por falta de oxígeno. - ¡mamá! dijo Candy sin pensar y se fue hasta ella para decirle, - Soy seleccionada olímpica de natación, ahora nado mejor y no me falta el oxígeno, te aseguró que aquella tragedia, fue la mejor experiencia de mi vida. La madre y el padre se quedaron asombrados sus ojos parecían salir de sus orbitas, donde se quedaron sin palabras, mientras la rubia se doblaba para presentarse con los tres chicos de cabellos variados entre liso y ondulado, que la veían como desconocida, - Los puedo enseñar a nadar si lo desean, su hermana no los dejara hundirse, deben aprender a nadar, es muy refrescante y… quiero que vayan al colegio a verme en las practicas de natación ¿quieren? El más pequeño asentía y se abrazaba al cuello de la joven, quien lo elevaba en sus brazos, mientras los mayorcitos, no sabían si abrazarla o no, pues sus padres aun no expresaban que era su hija, así la conversación estaba a medias para ellos.
- Debemos quitar tus fotos del altar, mover tus documentos y… - Ya tengo nombre, me dieron un apellido sustituto, recibí una beca, he vuelto para verlos, pensé que los había perdido y están con vida. ¡tengo una familia! ¡tres hermanos! ¡tres! Candy reía y lloraba a juego con las lagrimas de ambos padres, al ver como no soltaba a Bobby, mientras que los otros dos solo asentían esperando su turno para ser presentados, al ser un poco más formales. Ella giraba con el pequeño que compartía la misma sonrisa radiante que su hermana, mostrando lo que tenían de parecidos.
Albert estaba serio, observando sin interrumpir, procurando mantenerse al margen y asegurando que no se le debía nada, para él era un proyecto al haberla visto sola desde niña luego de haberle perdido el rastro cuando fue llevada por el personal de la marina quien tomaba acciones después de un maremoto el cual había dejado muchos lugares devastados, así fue como había sido relegada como un problema mínimo.
La partida de Candy no era del todo aceptada, el padre estaba muy preocupado, deseaba que se quedara, que volviera definitivamente a casa, más ella estaba por cumplir sus metas y ahora tenía quince años, solo deseaba estudiar y que sus padres movieran los documentos con tiempo si lo deseaban, mientras que ella seguiría en el colegio recibiendo con autorización personalizada sus visitas y asegurando que eran su familia. Candy sonreía y se marchaba como había llegado aun en contra de sus padres ella tenía que volver, los tramites de resucitar a una hija, serían bastante largos, estudios y validación de estancia de un continente a otro, por lo que se llevaría su tiempo mientras ella continuaría sus estudios y su amistad con Albert a quien consideraba su salvador y el único ser que no desistió de continuar buscándola después de diez años.
- ¿Crees que les desagrade? - Tu madre estaba emocionada y tu padre no vi que pusiera en duda su genética, creo que los vi muy felices, Candy. - ¡Albert! No les hice caso en quedarme y aseguré que solo fui a conocerlos, no a quedarme con ellos. - No cantes victoria, verás que sin falta estarán contigo diario, tu misma los invitaste y ellos serán tus animadores constantes, acaban de recuperar a la mayor de sus hijos, vaya que sé de eso, mi padre siempre me ha dado mayor confianza para elegir y guiar a mis hermanos. - Supongo que te lo has ganado, no creo que sea solo porque eres su hijo mayor. - tal vez tengas razón, lo cierto es que no tuvieron dudas en reconocer a su pequeña hija, esa familia parece que volvió a la vida, los niños no sintieron tu presencia, como que… ya tienen mucha competencia entre ellos, que no imaginaron que tu eres mayor y… que los cuidaras. - Mi madre no los deja tocar el agua, escuchaste lo que dijo, esta prohibido ir al mar. - Supongo que debió ser muy doloroso recordar que fue en el océano donde te perdieron, era lógico su punto de análisis sobre no nadar de nuevo. El rostro de ellos fue espectacular cuando les dijiste que ¡fue la mejor experiencia de tu vida! ¿haberlos perdido? - ¡oh no! - Candy, ellos te perdieron en el mar, tu… los olvidaste. - En parte si, pero, solo tengo bonitos recuerdos de estar contigo en el mar. No puedo quejarme de que me hayas salvado la vida. - Fue distinto para ellos, no sé como fue su regreso del mar, el tuyo fue a mi lado, mientras que sobrevivir y perder a su hija, no es lo que sería una experiencia agradable. - Fui muy desconsiderada. - No lo creo, tal vez ellos al escucharte, se sientan mejor, porque lo tomaste bien, y no como ellos lo recordaron todos estos años.
Continuará...
Gracias por cada comentario realizado para esta historia, para ver más finales no deje de unirse en face al grupo de Historias de Albert y Candy
Agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
