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Estaba entusiasmado, lleno de esperanzas, pues finalmente parecía que tendría futuro junto a la única mujer que amaba; aunque dentro de él una espinita de temor apareció, temía que como todo en su vida nada salga bien para él.
El actor apresuró al chofer para llegar a la casa de las Marlow y arreglar aquel problema cuanto antes, temía que Candy se arrepintiera y regresara a Chicago sin él; pero si lo hacía, y ahora que sabía lo que la rubia sentía por él, iría detrás de ella para… no, confiaría en ella, su pecosa le dijo que lo amaba y que lo estaría esperando en su departamento.
Estaba parado frente a la puerta de aquella fría casa, soltó con fuerza el aire que sostenía y cruzó el umbral, inmediatamente fue recibido por la madre de Susana.
-Finalmente se digna en llegar. – estaba molesta y para demostrarlo cruzó las manos bajo su pecho y comenzó a dar pisadas rápidas y repetidas con la punta del pie derecho.
-Sucedió algo? – dijo sin inmutarse.
-Tiene que suceder algo para que se interese en mi hija? – Susana escuchaba desde el segundo piso.
-Efectivamente, acaso no estoy aquí sólo por eso?
-Cómo se atreve!
-Les deje claro desde el principio, que sólo estaba aquí para ayudarla a subir y bajar las escaleras ya que no quieren que contrate una enfermera, acepté hacer de chofer para llevarla al hospital a sus consultas, nada más.
-Mi hija salvó su vida!
-Para qué? – dijo cansado de oír lo mismo – para amarrarme a ella? Para controlarme a su antojo? O para que ella misma acabe con mi vida?
-Terry! – gritó Susana desde la parte superior, estaba llorando por todo lo que había oído – no es así… te salve porque te amo…
-Eso no es amor. – dijo subiendo las escaleras – amar es querer la felicidad del otro, aunque no sea a tu lado. – estaba frente a ella y se agachó para verla de frente – amar, es dar libertad; compartir nuestros sueños e inquietudes, querer que el otro te conozca.
-Yo quiero conocerte, saber más de ti! – dijo desesperada.
-Pero yo no. – la enmudeció con eso – yo no quiero compartir mis sueños y mucho menos mis secretos contigo; siento que si algún día sabes algo de mí, lo usarás en mi contra, solo para manipularme y controlarme.
-Yo no haría eso… de verdad crees que sería capaz de algo así?
-Es un malagradecido! – oyeron a su madre - mi hija salvó su vida! Usted debe permanecer para siempre a su lado, se lo debe! – dijo furiosa.
-Ella respondió. - Terry miró a la joven quien se había quedado callada al oír a su madre, el castaño se puso de pie y miró a la mujer.
-Nunca se lo pedí. - dijo con rabia – no le pedí que ella me empujara y mucho menos que salga lastimada.
-Pero lo hizo y usted asumirá las consecuencias.
-No… no mamá – Terry se giró para ver a Susana, quien tenía la mirada baja – Terry no tiene la culpa que yo esté así… - apretó con fuerza sus muslos recordando su estado – él no planeó nada, sólo es una víctima de nuestro destino.
-Tú perdiste todo por su culpa.
-Tal vez… pero yo decidí eso… fui yo quien lo empujó, él no me pidió que lo hiciera. - dijo llorando.
-Susana…
-Mi intención nunca fue causarte este sufrimiento. - lo miró – si te pedí que vinieras a vivir con nosotras, fue porque pensé que te enamorarías de mí… si me conocías mejor.
-Sabías que eso era imposible, te lo dije desde ese mismo momento.
-Lo sé; pero pensé que podrías cambiar de parecer con la convivencia.
-Y así hubiera sido… - interrumpió la madre - si no fuera un desobligado que desaparece constantemente y llega tarde. Mi hija lo necesita y no se deslindará de sus responsabilidades.
-Basta mamá! - dijo llorando, ella quería demostrarle a Terry que se equivocaba, que ella no era tan mala; pero su madre no ayudaba - acaso no te das cuenta que voy a perderlo por tu culpa!
-Nunca me tuviste. – dijo serio el castaño, creyó que Susana estaba recapacitando en su situación; pero estaba equivocado. - nada cambiará con nosotros, es por eso que dejaré esta casa; pero vendré para llevarte a tus consultas cuando las necesites, eso es todo. – miró a la madre de Susana - quiere arruinar mi carrera? Hágalo. - la retó - sinceramente ya no me importa.
-Tanto así me odias?
-No te odio, agradezco lo que hiciste por mí - volvió a ponerse a su altura – pero si continuamos viviendo juntos llegaremos a odiarnos verdaderamente.
-Yo no te odiaría – dijo llorando.
-Pero yo sí. – la mirada y la voz segura del castaño le indicó que lo que decía era cierto - acaso no quieres ser feliz? Dime, no quieres encontrar a alguien que esté contigo porque te ame y no porque lo obligan?
-La buscarás?
-No. - oír eso le alegró, pero solo por un segundo – porque ya la encontré.
-Qué? Ella prometió alejarse, prometió que me dejaría el camino libre, no cumplió y…!
-Ya basta! – fue la primera vez que él habló así – no permitiré que vuelva a alejarse de mí - pensó en todo lo que la rubia pecosa hubo vivido en Francia, en plena guerra – la seguiré hasta donde vaya e imploraré que me acepte si es necesario; pero no la dejaré partir nuevamente.
-Maldito, está lastimando a mi hija con todo lo que dice. – dijo furiosa la señora Marlow.
-Y yo… qué pasará conmigo? – ignoró a su madre.
-Tienes a tu madre - miró de reojo a la mencionada – y yo estaré cuando necesites…
-Sí, para que me lleves al hospital, no? – lo interrumpió molesta.
-Sí. – le contestó de la misma manera - Ya estoy cansado de todo esto, hubiera preferido morir ese día, a que mi vida les pertenezca a ustedes!
-Es un malnacido!
-Y usted una oportunista! – lo tenía harto, realmente odiaba a esa mujer. - ya te dediqué varios años de mi vida, dejé que tú y tu madre me manipularan a su antojo; pero ya no más, es hora de tomar las riendas de mi vida. – levantó la mano en señal de silencio, pues la señora Marlow tenía la intención de decir algo - y no me importa su opinión, dejaré hoy mismo está casa.
-Terry, no te vayas por favor. Te necesito - lloró la ex actriz.
-Harías bien en seguir adelante sin depender de lo que yo u otra persona pueda ofrecerte o darte. - dulcificó su voz – tal vez no te ame; pero si puedo llegar a ser tu amigo, sólo eso. Siempre estaré agradecido por lo que hiciste por mí. Es por eso que no quiero seguir lastimándote, soy consciente que te duele oírme tocar la armónica; pero eso me alivia, me sana…
-Siempre… - dijo cabizbaja – desde el inicio supe que la querías, que me costaría llegar a ti; pero no perdía la esperanza de que me amaras.
-Antes de que todo esto sucediera, te consideraba una amiga, sé que puedes ser muy agradable. Susana… - tomó sus manos, por primera vez lo hizo sin que se lo pidiera – eres una buena chica, estoy seguro que hay alguien allá afuera que sabrá hacerte feliz; pero antes que nada, tú debes aceptarte primero, eres talentosa, recuerdas lo que te propuso Hathaway? – asintió levemente con la cabeza – él ve potencial en ti, yo también creo que serías una buena guionista.
-De verdad lo crees?
-Ese día te dije que me parecía una buena idea y aún lo creo. – por primera vez la señora Marlow se quedó callada, ella no estaba enterada de eso – sólo falta que tú lo creas. – se quedó en silencio un par de minutos.
-Dile a Candy que lo intenté. – dejó escapar un sollozo – pero no pude… ahora le toca a ella. – lo miró con una sonrisa algo triste.
Con un leve asentimiento Terry se dirigió a su recamara para sacar sus pocas pertenecías y dejó aquella casa. Fue la madre de Susana quien hizo un escándalo, lo amenazó y juró arruinar su carrera; pero el castaño no dio marcha atrás. La vida le estaba dando una nueva oportunidad y no era tan tonto para desperdiciarla, quería ser feliz junto a Candy y juró que lo sería.
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Estaba nerviosa, caminaba de un lado a otro preguntándose si había hecho bien en aceptar la propuesta del Terry, no quería que Susana sufriera, entendía el punto del castaño; pero eso no quitaba lo que había hecho por él e indirectamente también por ella, pues si a Terry le hubiera pasado algo malo, ella hubiera sufrido también.
Estaba preparándose para dormir cuando escuchó que tocaban la puerta. Tuvo miedo, ya que Terry le había dicho que iría recién al día siguiente, y si fuera alguien que quisiera hacerle daño?
-Candy…. – escuchó después de unos leves toques – pecosa, soy yo. – lo oyó nuevamente y se apresuró a abrir la puerta.
-Terry? – dijo al verlo parado en la puerta con una maleta en mano. – qué…?
-Soy libre Candy… finalmente estaremos juntos - la abrazó feliz de darle aquella noticia.
-En-en serio? – se alejó un poco incrédula - Ella aceptó así nada más?
-Al principio tuve que convencerla que no sería feliz a mi lado; pero al final vi que comprendió; su madre por otro lado, trató de persuadirla que no debía dejarme marchar.
-En serio?
-Pero antes de salir, ella me dijo que no sería una piedra en nuestro camino. – sacó algo de su bolsillo – envió esto para ti. – le mostró un sobre.
-Para mí? - tomó el sobre en sus manos - está abierto. – lo miró.
-Lo siento, tenía que cerciorarme de que no era una carta para manipularte o insultarte.
-Está bien – dijo sonriendo – lo abriste…?
-Frente a ella, ahí sabría si lo que me dijo era verdad.
-Eres muy desconfiado.
-Y tú muy confiada. - antes de que ella leyera la carta la besó, finalmente lo hacía después de tantos años, le gustó que ella le correspondiera y tratara de seguirlo. - te amo… te amo tanto. – sostuvo su cara entre sus manos, su voz tembló al decir aquellas palabras, finalmente pegó su frente con la de Candy.
-Yo también te amo. - comenzó a llorar poniendo sus manos sobre las de él.
-Por qué lloras pecosa? – se reusaba a alejar su frente de la de ella, así que con los pulgares alejó las lágrimas.
-Porque pienso que estoy en un sueño y que de un momento a otro despertaré y estaré en Francia, rodeada de sangre y muerte. Extrañándote desesperadamente, temiendo morir sin decirte cuanto amo.
-Ya… - la abrazó – no es un sueño, es nuestra realidad, nunca más nos separaremos - la alejó un poco para mirarla a la cara - al menos yo no dejaré que te alejes de mí.
La volvió a besar, esta vez más apasionadamente. Sonreía ante la idea de vivir aquello para siempre, él también había temido que todo eso fuera solo un sueño; pero no fue así, era una realidad, lo supo cuando las pequeñas manos de la rubia acariciaban su pecho.
-Candy… - apenas y separó sus labios de los de ella – si sigues haciendo eso… no podré detenerme amor.
-No… no quiero que lo hagas… - no era capaz de abrir los ojos, el perfume de Terry la embriagaba, era el mismo que usaba en el colegio.
-Sabes lo que pasará. Cierto? – ella asintió – estás segura de querer…?
-Te amo – lo interrumpió – nunca en mi vida he estado más segura de algo.
El castaño no lo dudó dos veces y besó a Candy con ferocidad, al principio fue difícil para ella seguirlo; pero rápidamente se acopló a él.
-Eres tan hermosa. – la miró intensamente, Candy estaba tendida en la cama sus brazos cubriendo su pecho – quiero verte – tomó sus manos y las besó una a una – nunca sientas vergüenza de mostrarme tu cuerpo. – besó su frente – eres tan perfecta – besó su cuello , luego bajó pecho – la mujer más perfecta en todos los sentidos. – le quitó la última prenda que la quedaba.
Después de quedar en las mismas condiciones, Terry se acomodó sobre el cuerpo de su pecosa. Nuevamente la miró para darle la oportunidad de arrepentirse; pero la rubia se mostró segura y se lo hizo saber cuándo rodeó su cuello para acercarlo a ella y besarlo.
El castaño trataba de ser lo más delicado posible, ver aquellas lágrimas en los ojos verdes le hizo sentir culpable; pero fue inevitable causarle aquel dolor. Después de unos pocos minutos, aquella incomodidad pasó y dio lugar a otra sensación, una más placentera para ambos, tanto que la rubia exigió más del castaño, por supuesto él le dio gusto, pues también lo quería, entre palabras de amor y propuestas para futuro la pareja se sintió más unida que nunca, llegaron juntos a aquel lugar donde nadie más que ellos se encontraban.
Exhaustos, luego de una explosión colosal dentro de ellos, los jóvenes amantes terminaron: él sobre Candy, y ella con una mano lánguida sobre la espalda masculina acariciando levemente su columna, pero ambos con la respiración agitada y el cuerpo bañado con una leve capa de sudor por todo aquel ejercicio. Después de un último beso, los jóvenes, sucumbieron ante el cansancio.
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Sintió una calidez cerca de ella, se abrazó más a ese cuerpo fuerte y cálido. Sonrió al identificar aquella dulce melodía, ésa que un día le hubiera dedicado, esa que había compuesto para ella en aquel verano inolvidable.
-Ya la había olvidado. – dijo al abrir sus ojos y verlo junto a ella con la espalda apoyada en la almohada, el dorso descubierto, una mano detrás de su nuca y la otra sujetando la armónica que le hubo regalado.
-Yo haré que la recuerdes siempre. – besó su frente.
-La compusiste para piano. – cerró sus ojos para disfrutar mejor aquella caricia – cómo…?
-Soy tan buen compositor y músico que la interpretó en cualquier instrumento.
-Así parece. – se acurrucó más a él - al final, nunca terminaste de enseñarme. – a tocar el piano.
-Tenemos todo el tiempo del mundo. – dejó la armónica en la mesita cerca de su cama – ahora debemos salir.
-A dónde?
-Ya te dije que no me arriesgaría a perderte. – vio la duda en su rostro - anoche cuando estábamos… - sonrió al ver el profundo sonrojo en la rubia – te pedí que te casaras conmigo y aceptaste.
-Creí que te referías a un futuro no tan cercano.
-Ya te estás arrepintiendo pecosa? – apretó su nariz de manera juguetona – es por eso que anoche te comprometí. – dijo riendo.
-Terry! – lo empujó un poco – que tramposo eres! – aunque quería parecer molesta su sonrisa le quitaba credibilidad – ahora deberás reparar el daño a mi virtud, así que señor Granchester hágase responsable.
-Con gusto me responsabilizo de mis actos mi lady.
Entre juegos y arrumacos Candy y Terry se prepararon para salir. El castaño la llevó a la misma cafetería que visitaron cuando la rubia lo visitó para el estreno de Romeo y Julieta, después de eso, condujo a las afueras de la ciudad, a una pequeña iglesia que le recordaba a la del colegio San Pablo, donde frente a Dios y con la ayuda de un sacerdote unieron sus vidas para siempre.
Fin.
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Epilogo
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Un año después…
-Pecosa, donde dejaste las llaves del auto.
- Terry! – levantó la voz con algo de molestia - Están en la mesa cerca de la puerta… Siempre las dejas ahí, yo nunca las muevo!
-Lo siento amor no las vi. – el castaño tomó las llaves en sus manos – ya las tengo. – abrió la puerta para que la rubia saliera. – vamos mi amor…
-Terry no te olvides el bolso…
-El bolso! – miró alrededor – dónde está el bolso?
-Ay Terry! – le volvió a gritar – está en el armario – puso su mano sobre su vientre abultado.
-Lo siento cariño, ya voy por él. – nunca en su vida había estado tan distraído y nervioso, ni siquiera en su primera presentación había estado tan nervioso como aquel día, el día en que se convertiría en padre. – vamos amor, deja que te ayude.
-Terry… - la rubia apretó su mano con fuerza. – me duele mucho…
-Lo sé mi amor…
-No es cierto… no lo sabes! – dijo con un lloriqueo exaltado – ay! ahora es más seguido!
-Llegaremos a tiempo cariño. – subieron al coche y emprendió camino.
A Terry le habían hablado sobre eso; pero como el embarazo de Candy fue tranquilo no creyó que el último día pasaría: no tuvo antojos raros; su humor no cambió, seguía siendo la misma mujer tierna y amable; no se vio cansada o agotada hasta los últimos meses continuó con el mismo entusiasmo, aunque su agilidad menguó un poco; pero era normal en su estado; es por eso que no creyó que el día del parto sería violenta y se las tomaría con él.
-Es tu culpa… - estaba recostada en el asiento del auto, involuntariamente sonrió ante lo escuchado, Robert le había dicho que las mujeres decían eso a sus esposo al dar a luz.
-Lo sé.
-Tardaste mucho buscando tus llaves, ahora nuestro bebé nacerá en un auto. – se puso a llorar.
-No mi amor. – tomó su mano y acarició su dorso, la miró de reojo, pues no podía desviar su vista del camino – ya no falta mucho.
-Tengo miedo Terry. – aceptó finalmente, en seguida hizo una mueca de dolor.
-Estaré a tu lado, todo saldrá bien. – la miró para darle confianza, volviendo su mirada al camino, llevó su mano a la mejilla femenina para acariciarla – eres una mujer fuerte amor, estoy más que seguro que nuestro bebé llegará bien a nosotros, ansío tanto que herede de ti esa fortaleza que te determina.
-De verdad crees que soy fuerte?
-Pasamos por muchas cosas juntos y por separados; pero fue gracias a ti logré vencer todas esas adversidades, verte a ti luchar para no dejarte vencer, todo eso me motivaba.
-No soy tan fuerte… - otro dolor, pero al menos Terry la estaba distrayendo – salí adelante pensando en que tú también luchabas por hacerlo, no quería defraudarte.
-Nunca lo harías. – la miró con una sonrisa – ya llegamos amor, seremos padres.
Candy estaba recostada en la cama de aquel cuarto de hospital, sus ojos bañados en lágrimas, Terry también lloraba estaba junto a ella, acariciaba su espalda tratando de calmarla.
-Ya mi amor, por favor, no me gusta verte llorar.
-Es que… es que no lo ves? – miró a su esposo y después al bultito que tenía en sus brazos – es tan hermoso…
-Se parece tanto a ti. – acarició la cabecita de su hijo – ya tiene el color de tu cabello, ahora solo faltan las pecas.
-De verdad quieres que sea pecoso?
-Es un buen atractivo, si funciona con su madre, no puedo imaginarme lo que hará con las chicas.
Candy rio con ganas, amaba a Terry más que nunca, le había dado aquel regalo, un pequeño que tenía parte de él y también de ella.
-Lamento como te traté esta mañana.
-No te preocupes por eso. – besó su cabeza – entiendo que estabas asustada, era algo nuevo para ti.
-No debí gritarte, también era algo nuevo para ti. – lo miró algo avergonzada – soy enfermera, debí estar preparada para esto.
-Amor – ella lo miró – yo soy actor, estoy acostumbrado a la presión, al estrés y los nervios; pero hoy… yo también estuve asustado, todo ese entrenamiento no me sirvió de nada.
-Creo que nadie está preparado para eso, verdad?
-Por suerte todo salió bien, ahora lo tenemos con nosotros. – miró a su hijo – nuestra familia ya está completa.
Estaba a punto de besar a su esposa; pero cuando sus labios estaban casi por tocar los femeninos, el pequeño despertó buscando la atención de su madre.
-Pequeño acaparador. – murmuró – ya quieres toda la atención de mamá?
-No le digas así. – besó la cabecita de su hijo. Luego levantó la cara para que Terry la besara.
- Es tan inteligente como su padre, sabe cómo hacer que una linda chica lo bese. – dijo guiñando el ojo.
-Es eso verdad mi amor? – miró a su pequeño, quien abrió los ojos por primera vez – acaso eres un sin vergüenza como papá?
-Gracias a Dios, tú amas a los sin vergüenzas o estaríamos perdidos.
-Así es – dijo con una sonrisa – los amo, a ambos.
La felicidad en aquella habitación solo la disfrutaba aquella pequeña familia, Terry disfrutaba de sus minutos solo con su hijo y esposa, pues en una hora más llegaría la familia, los Andley y su madre, quien ya le había advertido que no se separaría de su nieto jamás.
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-Albert dijo que nos esperaría en casa. – el castaño guardaba las pertenencias de su esposa en la maleta.
-Annie y mi madre deben estar preparando una fiesta.
-No lo creo, ayer les dije que no era adecuado para el bebé.
-Entonces si lo estaban pensando!? – dijo mirándola incrédulo.
-Ya las conoces; pero estoy segura que por eso Albert se quedó con ellas.
-Le debo una, no estoy para reuniones en este momento; ahora solo quiero disfrutar de mi familia. – guardó las últimas pertenencias – las echaré en cuanto lleguemos – Candy sonrió mientras negaba con la cabeza,
-Terry… - él la miró – antes de ir a casa… podríamos pasar por…
-El muelle?
-Sí – dijo sonriendo ampliamente – no bajaremos, ya que no podemos exponer al bebé; pero quiero que antes de llegar a su nuevo hogar, conozca el lugar donde nos reencontramos.
Pasaron por el muelle, Terry estacionó el auto cerca del lugar donde volvió a encontrarse con su pecosa. Candy le relataba a su bebé la historia de cuando se reencontró con el castaño, le contaba que en ese mismo lugar le había dado la noticia de su llegada y lo feliz que se puso al saber se convertirían en padres.
Finalmente, le dijo que ese lugar era muy importante para ellos, el lugar donde empezó su felicidad.
FIN.
Qué les pareció? Espero que les haya gustado el final de esta mini historia.
Lamento haberlas hecho esperar, sólo espero que la demora haya valido la pena. Se cuidan mucho y gracias por sus comentarios.
