Resumen: Tercera parte de la serie "Constelaciones". Con la amenaza de Ginny eliminada, Draco y Harry finalmente pueden disfrutar de su relación en paz; pero, ¿es eso realmente cierto? Ambos descubrirán que los problemas están lejos de terminar. ¿Podrá el amor vencer todos los obstáculos que se les presenten? ¿O esta relación estará condenada a no tener un final feliz? DRARRY

Disclaimer: el universo de Harry Potter no me pertenece, todo es propiedad de Rowling y Warner Bro.

Notas de autora: ¡Hola a todos! ¡Bienvenidos a la tercera y última parte de la serie "Constelaciones"! Antes de dejarlos con el primer capítulo, quiero decir algunas cosas. La primera de ellas es que, como ya lo mencioné arriba, esta historia es una continuación de mi serie "Constelaciones" así que, si eres nuevo/a aquí y no has leído la primera y segunda parte, no entenderás demasiado de la trama de "Cosmos", por lo que te recomiendo que primero leas "Constelaciones" y "Galaxia" antes de aventurarte en "Cosmos". Lo segundo que quiero hacerles saber es que esta historia está completamente escrita, pero no he podido corregir los capítulos en caso de que me quedaran errores de tipeo. Es por ello que, al igual que ocurrió con "Galaxia", las actualizaciones serán semanales y se darán en el fin de semana (sábados o domingos). Por último, pero no menos importante, esta historia contendrá sexo explícito. Si bien pondré las respectivas advertencias en los capítulos donde corresponda, quiero aclarar de antemano que esta historia contendrá Top Draco y Bottom Harry. Aclaro esto último en caso de que a alguien no le guste este tipo de dinámica sexual entre ellos, para que no haya sorpresas más adelante.

Ahora sí, no los entretengo más, espero que disfruten del capítulo.

Advertencia: el capítulo contiene hacia el final escenas explícitas de trabajo manual (hand Jobs) y una breve mención al anal fingering.


Cosmos: Regresando a casa

1 de enero de 2011

Si me hubieran dicho una hora atrás que en estos momentos tendría a mi gatito aferrado a mi cuello (y parado sobre la punta de sus pies para poder alcanzar mi rostro con mayor facilidad) mientras intentaba sacarme el alma a través de un abrazador beso, habría maldecido a quien hubiera dicho esto para burlarse de mi desgracia. Sin embargo, y contra todo pronóstico, eso era justamente lo que estaba ocurriendo en estos momentos. Honestamente, no sabía qué había hecho para merecer tal fortuna, pero no iba a quejarme por ello. Todo lo contrario. De hecho, lo único que podía hacer era intensificar el agarre que tenía sobre las caderas de Harry, a la vez que profundizaba el beso.

Harry suelta una especie de risita al sentir la posesiva forma en la que estaba acercando su cuerpo al mío, pero devuelve con entusiasmo el beso. Nuestras lenguas se entrelazan y recorren cada centímetro de nuestras bocas para grabar a fuego cada recoveco que alcanzan. Una de mis manos serpentea por el firme trasero de mi gatito y lo aprieta para acercar su cuerpo hasta chocar con mi entrepierna. Harry ahoga una especie de gemido en mi boca, pero de inmediato lo noto hacer una rara mueca dentro del beso, una que para nada se correspondía con lo que estábamos haciendo. Totalmente confundido por este hecho, me separo de él para ver qué era aquello que lo había perturbado.

Una de esas dulces risitas escapa de Harry y me observa con un brillo que sólo podía representar diversión y algo de picardía. ¿Qué había provocado este cambio en él? Afortunadamente no debo devanarme los sesos pensando en ello, porque de inmediato Harry comienza a explicar el motivo de su extraño comportamiento.

─Lo siento, pero podía sentir el gusto de la sangre en el beso.

¿Sangre? ¿Qué sangre? ¿De dónde había salido? ¿Y por qué Harry tenía parte de sus mejillas y toda su boca llena de sangre? Él no parecía estar sangrando por ningún lado, así que eso sólo podía significar que la sangre era mía. Y sólo entonces recuerdo que me había roto la nariz al caer de cara al suelo en mi intento por escapar. De ahí venía la sangre. ¡Merlín! ¿Cómo era posible que ni siquiera me hubiera percatado de esto mientras estábamos besándonos? Harry realmente me hacía perder la noción de todo con un simple roce de sus labios.

─Tienes la cara llena de sangre, Draco. Luces como si fueras un vampiro y te hubieras estado alimentando de mí.

Harry suelta otra de esas risitas que hacían estragos en mi entrepierna, y me observa con un travieso brillo que nunca lo había visto portar antes. ¡Oh! ¿Así que quería jugar este juego? Bien, dos podían jugarlo. Era hora de enseñarle una gran lección a este descarado gatito. Ya veríamos si tendría ganas de volver a hacerse el listo conmigo una vez que terminara de ponerlo en su lugar.

Elevo una ceja en alto y permito que una maliciosa sonrisa se extienda por todo mi rostro. Inmediatamente, Harry se retuerce en mis brazos y me observa con sospecha, como si intuyera mis intenciones.

─¿Quién eres y qué has hecho con mi Harry?

Pregunto esto con un serio tono que no se correspondía con la lujuriosa mirada que estaba dirigiéndole. Harry traga saliva ante la profunda voz que me fuerzo a poner para enfatizar mis palabras, y pregunta en un nervioso murmullo: ─¿Por qué… por qué lo dices?

─Porque mi adorable gatito ciertamente no haría bromas acerca de fetiches sexuales. Es demasiado inocente para ello. ─Digo esto con una ceja en alto y una depredadora sonrisa que sabía que me hacía ver muy atractivo, con o sin sangre bañando mi rostro. Al parecer Harry parecía estar de acuerdo con mis pensamientos, porque de inmediato muerde su labio inferior y lo siento reprimir una especie de gemido con ello. ─¿Vampiros? ¿En serio, Harry? No pensé que tuvieras un fetiche con eso. Quizás pueda buscar en los libros de Transformaciones alguna forma de alargar mis colmillos y volverlos más afilados. ¿Qué dices?

Le digo esto elevando ambas cejas en un lascivo gesto. Harry, por su parte, se sonroja imposiblemente, pero eso era lo único que delataba que mis palabras habían tenido algún efecto en él; y al instante se encarga de golpearme el brazo y rodar los ojos para expresar exasperación.

─Eres un idiota, Draco.

─Pero soy tu idiota.

Harry suelta una carcajada por esto y me da un último beso antes de separarse de mi cuerpo. Inmediatamente, resiento la pérdida del calor corporal de mi gatito, pero me obligo a serenarme y controlar esos posesivos deseos que sólo querían volver a atraer a Harry hacia mi espacio personal.

─Será mejor que volvamos a casa para poder curarte.

─De acuerdo, pero primero tenemos que hacer algo con mis cosas.

Le señalo las cajas con mis pertenencias que estaban esparcidas por toda la habitación. Harry asiente en silencio y saca la varita. Ni siquiera me perturbo cuando apunta hacia las cajas y hace un complejo movimiento con su varita, ya que suponía que iba a realizar algún hechizo para reducir el tamaño y peso de las mismas. Sin embargo, y para mi mayor horror, las cajas desaparecen en un abrir y cerrar de ojos a un destino incierto.

¡¿QUÉ HABÍA HECHO?! ¡¿A DÓNDE LAS HABÍA ENVIADO?!

Merlín, dime que no las había enviado al lugar al que desaparecían las cosas cuando las eliminábamos mediante magia o juro que, sin importar cuánto lo amo, mataría a Harry. Algo del pánico y desesperación que estaba sintiendo debía haberse apoderado de las expresiones de mi rostro, porque de inmediato Harry se apresura a tranquilizarme.

─No te preocupes. Sólo las envié a nuestro apartamento, y ya las devolví al lugar en el que estaban.

Harry me toma de la mano y mueve su varita una vez más para apagar las velas que había encendido en el candelabro, pero esto no podría importarme menos. No, lo único que mi cerebro parecía registrar era la gran habilidad mágica que Harry tenía, a tal punto que había sido capaz de devolver todas mis pertenencias con un simple pase de su varita. Harry en verdad era alguien maravilloso.

─Tienes que enseñarme a hacer ese hechizo.

Harry suelta una risita y me aprieta la mano, antes de desaparecernos. En un abrir y cerrar de ojos reaparecemos en la silenciosa sala de estar de nuestro apartamento, y nunca en la vida me había sentido tan agradecido de volver a ver estas cuatro paredes. Harry tira de mi mano y me lleva hasta el sofá. Una vez allí, me dice que me siente mientras él iba a buscar algo para limpiarme las heridas. Lo escucho rebuscar en el baño y la cocina durante unos segundos, a la vez que permito que mis músculos se relajen contra la cómoda superficie del sofá. Unos pasos me despiertan de esa especie de duermevela en la que había caído, y observo cómo Harry coloca sobre la mesa de café un cuenco con agua tibia y una toalla limpia. Harry hace ademán de querer mojar este último en el agua, pero lo detengo al colocar una mano en su brazo.

─Primero ve al armario de pociones, y trae una Poción Reabastecedora de Sangre y otra Limpia-Heridas. ─Harry asiente y se levanta para hacer como le digo y sin cuestionar nada. Como una última ocurrencia, me giro hacia donde se encontraba abriendo el armario, y digo: ─Las pociones están en el tercer estante.

─Sí, ya las vi.

Durante unos segundos lo único que se escucha es el ruido de los frascos al ser removidos de su lugar. Unos pocos segundos después, escucho la puerta del armario cerrándose. Al parecer, Harry había encontrado todas las pociones que le había pedido. Coloco una sonrisa en mi rostro por ello, sin embargo, esta desaparece de inmediato al oír la fuerte explosión que retumba contra la puerta de entrada. La misma se sale de sus bisagras y queda colgando a medias en un costado, a la vez que una densa nube de polvo comienza a asentarse en los lugares de la pared donde había explotado algo que parecía ser una maldición explosiva; y ni siquiera tengo tiempo de registrar lo que estaba ocurriendo, porque de inmediato ingresan unos iracundos Pansy y Blaise por el orificio que se había abierto. La sorpresa que tenía de verlos abrirse paso por nuestro apartamento de esa manera tan violenta y fuera de contexto era suficiente para dejarme absolutamente petrificado en el lugar, por lo cual no consigo reaccionar a tiempo para darme cuenta de cuáles eran las intenciones de mis amigos, al menos no lo hago hasta que veo un rayo rojo siendo disparado hacia el lugar en el que se encontraba Harry.

─¡Protego Totalum!

Afortunadamente, Harry reacciona a tiempo y coloca un escudo protector no sólo sobre él, sino también sobre mí. El hechizo que Pansy había lanzado colisiona contra la poderosa barrera de Harry y parece absorberse dentro de la misma en una lluvia de chispas doradas. La situación era una absoluta locura y mi cansado cerebro no alcanzaba a registrar del todo lo que estaba ocurriendo. Lo único que consigo hacer es agradecer internamente los grandes reflejos de Auror que Harry poseía, porque de no ser así, era muy probable que ese hechizo hubiera impactado en él con toda su fuerza.

─¡VAMOS A MATARTE ASQUEROSO TRAIDOR! ¡TE LO ADVERTÍ! TE ADVERTÍ QUE, SI LO LASTIMABAS, ¡IBA A MARTARTE! ¡Y ESO ES LO QUE HARÉ, MALDITA BASURA!

─¡SAL DE AHÍ, COBARDE! ¡ENFÉNTATE A MÍ COMO UN HOMBRE!

Los gritos de Pansy y Blaise estaban cargados de rencor y desprecio, y eran dirigidos única y exclusivamente a Harry. ¿A Harry? Pero, ¿por qué? ¿Por qué estaban enfadados con él, siendo Harry no había hecho nada más que salvarme la vida? Y es entonces donde llegan a mi confundido cerebro todos los recuerdos ocurridos unas horas atrás. Por mi mente pasan imágenes de la chica comadreja reteniéndome bajo la maldición Imperius y forzándome a escribir esas trágicas cartas que tendrían como único propósito alejarme de Harry y, en última instancia, deshacerse de mí para siempre. Comprendiendo de dónde venía la exagerada reacción de mis amigos, me levanto del sofá e intento calmar la situación. Aunque esto resulta ser una muy mala idea.

─Chicos, no. Esperen. No es lo que…

Pansy y Blaise se giran hasta posar la vista en mi ensangrentado rostro, y eso era todo lo que necesitaban ver para soltar un ahogado jadeo y reanudar, de ser posible, con aún más vigor su intento de lastimar a Harry. El rostro de Pansy estaba completamente rojo de ira y sus gritos eran tan fuertes que estaba seguro de que incluso podrían escucharse desde Hogwarts. Blaise, en cambio, parecía más tranquilo y silencioso, sin embargo, la forma en la que estaba apretando la varita en su puño y la letal mirada que estaba dirigiéndole a Harry hacían que me estremeciera incluso más que con los gritos de Pansy. Conocía esa mirada. Era una que Blaise no solía emplear casi nunca, pero cuando lo hacía, sabías que no habría nada ni nadie que pudiera detenerlo en lo que tenía pensado hacer. Era la mirada que tenía reservada específicamente para hacerle pagar a quien hubiera osado lastimar a su familia y, al parecer, yo era considerado parte de ella.

─¡¿QUÉ LE HICISTE, HIJO DE PUTA?! ¡VOY A MATARTE! ¡¿CÓMO TE ATREVES A LASTIMARLO DE ESA FORMA?! ¿ES QUE NO FUE SUFICIENTE CON ROMPERLE EL CORAZÓN? ¿TAMBIÉN TENÍAS QUE LASTIMARLO FÍSICAMENTE?

La situación estaba cada vez más desbordada, pero al menos Pansy había dejado de intentar lanzar hechizos y maldiciones en favor de soltar toda la rabia que sentía en enfadados alaridos. Mi cabeza comienza a estallar de dolor debido a todo el estrés que no había parado de recibir desde la mañana anterior, y a eso se sumaban los interminables chillidos que Pansy estaba dando, los cuales harían avergonzar incluso a una Banshee. Me masajeo la frente en un infructífero intento por aplacar el dolor que se asentaba allí, y doy una disimulada mirada detrás de mí para ver a Harry. El bello rostro de Harry tenía una expresión de absoluta confusión plasmada en él, pero su cuerpo se encontraba alerta y dispuesto a alzar nuevos escudos protectores alrededor del que aún se encontraba cubriéndonos a ambos.

Los gritos de Pansy continúan resonando por todo el lugar, y me sorprende que ninguno de nuestros vecinos hubiera oído nada aún. Sin duda Pansy y Blaise habían planeado esto con anticipación y habían realizado hechizos para que ninguno de los muggles del edificio pudiera ser capaz de escuchar o ver nada de lo que tenían pensado hacerle a Harry. Muy listo de su parte. Al menos no íbamos a meternos en problemas con el Ministerio por haber incumplido con el Estatuto del Secreto. Gran consuelo.

Mi cabeza da otra dolorosa punzada y comienzo a sentir que mi atención empieza a fallar. Tenía que hacer algo para detener esto, y tenía que hacerlo ahora, antes de que el agotamiento mental y físico que tenía me hiciera perder la conciencia. Soltando un suspiro, saco mi varita y la apunto hacia Harry. Los ojos de Harry se abren con sorpresa y algo de miedo al verme apuntarlo, pero las palabras que digo a continuación logran calmarlo de inmediato.

Finite Incantatem. ─Ambos quedamos libres del escudo protector, pero no les doy tiempo a Pansy y Blaise para que pudieran volver a intentar atacar a Harry. De inmediato, alzo la varita sobre Harry una vez más y la apunto a su pecho para que mi hechizo dé de lleno en él. ─Protego Totalum.

Cuando el escudo protector recubre por completo el cuerpo de Harry, me giro hacia mis amigos y trato de calmarlos una vez más.

─Pansy, Blaise. No es lo que creen.

Digo esto con las manos en alto y tratando de acercarme a ellos para que pudieran ver que estaba hablando en serio y que no me encontraba en peligro. Sin embargo, y para nuestra mayor desgracia, Pansy y Blaise no parecían creer una sola palabra de ello.

─¿Qué no es lo que creemos? ¡Claro que es lo que creemos! Recibimos tu carta, cariño. Y sé que aún debes sentir algo por este hijo de puta, pero no puedes dejar que se salga con la suya, no después de que te haya engañado de esa forma. No se lo permitiré. Voy a hacerle pagar por todo el sufrimiento que te ha hecho pasar. Esta basura va a lamentar el día en que decidió traicionarte y follarse a ese Auror en su lugar.

─¿Engañarlo? ¿De qué estás hablando? Yo no engañé a Draco. ¡Y nunca lo haría!

Me giro hacia el lugar del que provenía la voz de Harry y lo encuentro observando a Pansy con marcada confusión y algo de enfado, como si la infundada acusación de mi amiga lo ofendiera en lo más profundo de su ser, y quizás lo hiciera. Sin embargo, Pansy suelta un desdeñoso resoplido y no se deja intimidar por la forma en la que Harry estaba fulminándola con la mirada, mientras mantenía los puños apretados a los costados en un intento por reprimir los deseos que sabía que él tenía por hechizarla.

─¡Oh! ¿De verdad? ¿Y entonces qué, en el nombre de Merlín, es esto?

Pansy saca la carta que Weasley me había forzado a escribir de uno de los bolsillos de su túnica, y la arroja a los pies de Harry con un profundo desprecio. Harry la observa en silencio y con algo de desconfianza durante unos segundos, y desde aquí podía ver que él no parecía tener intenciones de querer recuperarla del suelo. Era casi como si pensara que el pergamino estaba hechizado. Sin embargo, Harry nunca había sido un cobarde ni una persona que pensara antes de actuar, por lo que su momento de vacilación termina incluso antes de que comenzara. De un rápido movimiento, Harry se agacha y toma la carta entre sus manos para leerla en voz alta.

Pansy y Blaise:

Lamento molestarlos, pero necesitaba decírselo a alguien. Yo… encontré… encontré a Harry siéndome infiel. Él… estaba teniendo sexo con uno de sus compañeros Aurores en mi propia cama.

No puedo quedarme aquí, me trae demasiados recuerdos dolorosos. Voy a mudarme de este apartamento hoy mismo. Ya he juntado todas mis pertenencias, y me iré después de que termine de escribir esta carta. Así que no vengan a buscarme aquí porque no me encontrarán.

No se preocupen por mí. Estaré bien. Me pondré en contacto con ustedes ni bien encuentre un nuevo apartamento en el cual vivir. Los llamaré una vez que esté instalado en mi nueva casa.

Draco

Y si escribirla había sido duro, escuchar esas palabras en persona hacía que mi corazón se comprimiera con fuerza sin importar que éstas no fueran más que mentiras. El simple pensamiento de que Harry me fuera infiel con alguien era más que suficiente para hacer que un agudo dolor se instalara en mi pecho y garganta, aunque eso no se comparaba ni por asomo a lo que Harry parecía estar sintiendo en estos momentos. Su rostro estaba contraído en una mueca de horror y espanto, era casi como si nunca hubiera visto u oído algo tan desgarrador como eso.

─Yo… yo no hice eso. Yo nunca engañaría a…

─Muy bien, ya he tenido suficiente de esto. ─Blaise lo interrumpe con un frío tono de voz que me provoca desagradables escalofríos en la piel. Tan distraído estoy con ello, que ni siquiera soy capaz de darme cuenta de las verdaderas intenciones de mi amigo. ─Es hora de hacerte pagar, Potter.

Y con un rápido movimiento, Blaise apunta al pecho de Harry y le lanza un fuerte hechizo del que nunca había oído hablar. A su lado, Pansy sonríe con malicia y una triunfante mirada se apodera de su rostro. No tenía ni la más remota idea de cuál era su efecto, pero lo que fuera que hiciera ese hechizo no podía ser nada bueno, no cuando éste conseguía hacer que Pansy sonriera de esa forma. Detrás de mí, Harry permanecía aturdido después de haber leído la carta y no parecía percatarse del peligro que se avecinaba hacia él en forma de un rayo de color rojo. De hecho, lo único que Harry parecía poder hacer era quedarse petrificado en el lugar y con la vista todavía fija en la carta que aún tenía en sus manos.

Ni siquiera sé bien cómo consigo salir de mi estado de aturdimiento, aquel en el que veía cómo el rayo rojo comenzaba a avanzar a gran velocidad hacia un distraído Harry, pero lo logro justo a tiempo para lograr interceptar el hechizo con un escudo protector. El rayo choca contra la magia de mi escudo y rebota hacia la pared que tenía detrás de mí, e impacta sobre un cuadro de un paisaje primaveral que había colgado allí. La fuerza del hechizo es tal que incinera el cuadro al instante y lo convierte en una masa uniforme de color negro, la cual comienza a gotear por la pared como una especie de densa pintura oscura.

Y eso era todo lo que necesitaba ver para que todo el cansancio que me acometía desapareciera de mí, para pasar a tomar la determinación de terminar con esto de una vez por todas y antes de que alguien saliera lastimado. Dando dos grandes zancadas, me coloco frente a Harry para actuar como una especie de escudo humano, y elevo la varita hacia las sorprendidas figuras de mis amigos.

─¡YA ES SUFICIENTE! ¡DETÉNGANSE LOS DOS Y ÉSCÚCHENME, MALDITA SEA! ─El grito que suelto parece ser suficiente para hacer que Blaise y Pansy dejen de lado sus deseos de venganza, al menos por ahora, por lo cual me apresuro a explicarles que estaban enfocando su odio hacia la persona equivocada. ─¡No es cierto! Nada de lo que dice esa carta es cierto. Harry no me engañó.

─Entonces, ¿por qué enviaste esa carta?

Pansy dice esto con desconfianza, no creyendo ni por un segundo en lo que estaba diciendo. Probablemente, ella creía que lo que estaba escrito en esa carta era la verdad, pero que yo sólo estaba defendiéndolo para tratar de encubrir a Harry. Y eso era algo que no podía dejar que siguiera ocurriendo, no podía dejar que mis amigos continuaran pensando esas atrocidades de Harry cuando la única responsable de nuestras desgracias era una mujer que, con un poco de suerte, para estas alturas ya habría sido encarcelada. Soltando un suspiro, observo a mis amigos con cansancio y me preparo para explicarles de dónde había salido esa carta.

─Yo no la envié. Fue la chica comadreja.

─Pero está escrita con tu letra, Draco.

─Eso es porque fui yo quien la escribió, pero no por voluntad propia. Weasley me atacó ayer mientras estaba desayunando, y usó la maldición Imperius en mí para forzarme a escribirles esa carta a ustedes.

Dos ahogados jadeos se escuchan en la silenciosa sala y de repente los rostros de Pansy y Blaise palidecen. Sus varitas, las cuales habían estado alzadas y apuntadas hacia Harry durante todo este tiempo, caen inertes a sus costados junto con sus brazos; y en las miradas de mis amigos podían apreciarse un sinfín de emociones, las cuales iban desde el horror hasta la compasión, aunque no estaba del todo seguro de a quién de nosotros dos estaban dirigidos tales pensares. Al ver que mis amigos parecían haber creído en mis palabras, me giro hacia la pequeña figura de Harry y me acerco hasta colocarme a escasos centímetros de él.

─¿Estás bien?

─Sí. ─La voz de Harry era muy pequeña y estaba cargada de tristeza, pero lo que me generaba un nudo en el pecho era la forma en la cual le temblaba la mano que aún sostenía la carta. ─Draco, yo lo…

─Ahora no, Harry.

Le susurro esas palabras para tranquilizarlo, aunque no estaba seguro de que hubiera surtido demasiado efecto porque Harry aún parecía destrozado por lo que acababa de leer. Sabía que tenía que hacer algo para apartar de Harry todas esas negativas emociones que estaba seguro de que empezaban a acumularse en su ser, pero también tenía muy en claro que no podría hacer nada de ello con mis amigos observándonos con interés. Así que vuelvo a girarme hacia Blaise y Pansy para tranquilizarlos y rogar que quisieran dejarnos solos.

─Miren, realmente aprecio su preocupación. Y sí, sé que todavía tengo mucho que explicarles, y voy a hacerlo, sólo que no ahora. Lo único que quiero hacer en este momento es limpiar y curar las pocas heridas que tengo antes de que se infecten, y una vez hecho esto, irme directo a descansar. Ha sido un día muy agotador y en el que han pasado demasiadas cosas, y mi cabeza parece como si fuera a estallar del estrés que tengo. ¿Podemos simplemente dejar el resto de las explicaciones para mañana? Les doy mi palabra de que les diremos todo.

Blaise me observa en silencio por unos segundos para intentar descubrir qué tan ciertas eran mis palabras y, al parecer, encuentra algo en mi mirada que lo tranquiliza porque de inmediato asiente hacia nosotros y guarda la varita en su abrigo. Pansy, por el contrario, no parece estar de acuerdo con mi petición y evita adrede mi mirada. De hecho, sus ojos permanecen fijos en las parpadeantes luces del árbol de Navidad como si éstas contuvieran los secretos del universo en sus tenues resplandores. Después de lo que parecen ser horas, Pansy se gira, y en un rápido movimiento que ni siquiera alcanzo a registrar, eleva la varita hacia mi rostro y la apunta para lanzarme un hechizo.

Episkey.

Un fuerte chasquido resuena por toda la sala de estar, y a través de ojos llorosos, puedo ver la mueca de dolor que Blaise hace al ver cómo mi torcida nariz vuelve a su posición original.

─¡Mierda! ¡Eso me dolió, Pansy! ─Digo con un dolorido grito, mientras masajeo el puente de mi nariz para comprobar si ésta había vuelto a quedar como antes. ─¿Y sabes? Una advertencia hubiera sido apreciada.

Pansy me saca la lengua en un gesto que sólo expresaba burla, a la vez que se encoge de hombros y me observa con una de esas altaneras miradas que tanto la caracterizaban, y dice: ─Habrías lloriqueado como un bebé y no me habrías dejado hacerlo si te lo hubiera dicho, cariño.

La risa de Blaise resuena por toda la sala y se vuelve aún más escandalosa cuando me ve dirigirle una asesina mirada a su esposa. Por su parte, Pansy se encarga de mirarse las uñas con desinterés, pero una pequeña sonrisa delata la satisfacción que sentía por haber hecho tal cosa.

─Pansy tiene un punto allí, hombre.

─¡Oh! ¡Váyanse a la mierda, imbéciles! ─Digo esto con un rodar de ojos y cruzándome de brazos en un enfadado gesto que sólo incrementa las risas de mis amigos. ─¿Saben? Realmente son los peores amigos del mundo.

Pansy y Blaise vuelven a reír por esto, en especial porque sabían que mis palabras no habían sido dichas con verdadera intención. Cuando las risas terminan, Pansy y Blaise vuelven a observarme con atención durante unos segundos que parecen eternos, antes de girarse para verse el uno al otro. El silencioso intercambio del matrimonio no dura más que unos pocos segundos, pero me eran suficientes para descubrir en sus rostros que iban a estar de acuerdo con dejar las explicaciones para mañana. Dando un ligero asentimiento, Blaise se aparta de su esposa y saca su varita para volver a poner en su lugar la puerta y la pared que habían quedado destrozadas con la anterior explosión; y Pansy aprovecha este tiempo para girarse hacia mí y confirmar mis suposiciones.

─Está bien. Te dejaremos descansar esta noche, pero te quiero en la mansión a primera hora. Tienes mucho que explicarnos, Draco.

─Lo sé. Estaré allí. Lo prometo.

Pansy me da una intimidante mirada que prometía desatar el infierno sobre mí si no llegaba a cumplir con mi promesa, pero no parece querer protestar más. Sin embargo, eso no evita que ella se gire hacia Harry y le lance una mirada cargada de odio, la cual acompaña con una hiriente declaración.

─¿Sabes, Potter? Realmente no creo que tú seas lo mejor para Draco. Desde que has vuelto a inmiscuirte en su vida, no has hecho más que lastimarlo y complicarle su existencia.

─Pansy…

Digo su nombre con un amenazante tono para detener toda esa injusta y para nada cierta diatriba que Pansy estaba dándole a Harry. Afortunadamente, eso era lo único que necesitaba hacer para que ella cerrara la boca y colocara en su rostro una molesta mueca, pero no parecía tener intenciones de continuar destrozando la confianza de Harry con hirientes palabras. Pansy le da a Harry una última mirada de disgusto, y dirige sus pasos hasta donde se encontraba Blaise. Una vez que ambos se toman de la mano, Pansy se vuelve hacia mí y deja salir una última advertencia antes de desaparecerse.

─Mañana. A primera hora, Draco. O te juro que tiraré abajo todo el edificio.

Suelto un aliviado suspiro al ver que volvemos a estar solos, y es entonces donde me percato de lo silencioso que estaba Harry, en especial después de haber presenciado una situación en la que mis amigos habían intentado hechizarlo. Uno esperaría que, como mínimo, Harry despotricara en contra de Blaise y Pansy por sacar conclusiones precipitadas sin antes asegurarse de verificar los hechos; sin embargo, la sala permanece en un mortificante silencio. Me giro hacia donde aún se encontraba parado Harry y lo que veo consigue oprimirme el pecho con fuerza. Harry permanecía inmóvil cerca del armario donde guardaba mis pociones y con la vista apuntando al suelo. En una de sus manos aún tenía apretada con fuerza la carta que le había enviado Weasley a mis amigos, pero lo que terminaba de confirmar lo mucho que esta situación lo había afectado era el temblor que lo recorría por completo y el cual sólo podía indicar una cosa. Harry estaba llorando.

Y no podía. No podía dejar que él siguiera culpándose por algo que claramente no era su responsabilidad, así que obligo a mi cuerpo a reaccionar y poner fin a todo este innecesario dolor. En dos grandes zancadas consigo alcanzarlo y quitarle la carta y, una vez hecho esto, lo atraigo hacia mi pecho para abrazarlo. Harry se aferra a mi remera como si su vida dependiera de ello, y comienza a sollozar con mayor intensidad. Mi pecho se humedece producto de las lágrimas que aterrizan allí y algunas de las heridas que tenía empiezan a arder cuando esas saladas gotitas atraviesan la fina tela de mi ropa, pero no podría importarme menos. Lo único que quería en estos momentos era tranquilizar a Harry y no podría hacerlo si él no era capaz de mirarme a los ojos. Soltando un silencioso suspiro, tomo la barbilla de Harry y lo obligo a mirarme.

─¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?

Harry no dice nada por unos cuantos segundos, simplemente se dedica a evadir mi mirada y morder su labio en un intento por detener sus sollozos. Finalmente, y después de lo que parecen haber sido horas, abre la boca para decir algo que me dejará con ganas de ir hasta donde se encontraba la perra de Weasley y hechizarla hasta el olvido.

─¿Sabes? Ella tiene razón, Draco. Mi presencia en tu vida no ha hecho más que traerte problemas y ocasionar que salgas lastimado.

La rabia que sentía al escucharle decir esas palabras era indescriptible, pero ésta no se encontraba dirigida a Harry por creer en tales falacias. Ni siquiera era producto de lo mucho que me había molestado que Pansy le dijera esas hirientes palabras a mi gatito. No, el verdadero origen de mi rabia era Ginevra Weasley. Ella era la causante de todos nuestros actuales dolores y sufrimientos. Esa maldita comadreja era la responsable de casi haber arruinado mi vida por completo, pero lo más importante era que esa perra había sido la culpable de que Harry estuviera sufriendo actualmente al generarle esta clase de inseguridades.

Cierro los ojos con fuerza en un intento por reprimir todas estas peligrosas emociones que trataban de desbordarse de mí. Una vez que consigo calmarme lo suficiente como para que la mayor parte de éstas quedaran retenidas detrás de una imperturbable máscara de frialdad, aparto a Harry de mi pecho y uso una de mis manos para forzarlo a elevar la barbilla. Nuestras miradas se encuentran y sólo necesitaba ver la casi palpable tristeza que se reflejaba en esas hermosas esmeraldas para hacer hasta lo imposible por quitarle esas infundadas ideas de la cabeza.

─Harry… Quiero que escuches atentamente lo que voy a decirte, porque no voy a volver a repetirlo de nuevo. ─Comienzo a decir con un seguro tono de voz, uno que estaba marcado de decisión y autoridad. Harry asiente en silencio, pero no dice nada más. Suelto un suspiro para darme fuerzas, y comienzo a decir aquello que estaba seguro de que conseguiría quitar cualquier rastro de inseguridad de él. ─No quiero volverte a escuchar decir algo como eso de nuevo. Jamás. ¿Me oíste?

─Pero es…

─¡No! ¡No es cierto! ¡Nada de lo que Pansy dijo es verdad! ─Lo reprendo con una severa mirada, la cual parecía tener la intensidad suficiente como para que Harry permaneciera callado y sin deseos de volver a interrumpirme. Suelto un agotado suspiro y me obligo a calmarme, de nada serviría que comenzáramos a pelear entre nosotros. Cuando creo que seré capaz de retornar mi explicación sin levantar la voz, coloco una de mis manos en el cuello de Harry para darle una especie de caricia que pretendía tranquilizarlo. Harry se estremece ante mi toque, pero no muestra indicios de querer apartarse, por lo cual aprovecho esta distracción para continuar con mi explicación en un suave tono. ─Nada de lo que Pansy dijo es cierto, y dudo que siquiera ella realmente piense esa clase de cosas de ti. Creo que ella sólo dijo esas cosas porque estaba enfadada.

Harry asiente para hacerme saber que me había escuchado, pero aún podía notar que no parecía del todo convencido. Bien, si lo que iba a decirle a continuación no llegaba a funcionar, tendría que buscar la forma de demostrárselo de otra forma que no implicara palabras.

─Y si debo ser completamente honesto contigo, ─Acaricio su cuello y lo obligo a levantar la cabeza hasta que nuestras miradas se conectan, y sólo entonces termino de confesar aquello que había comenzado a sentir desde el mismo día en el que Harry y yo nos reencontramos hace tantos años atrás. ─mi vida nunca había sido más feliz desde que tú te inmiscuiste en ella, gatito.

Y es instantáneo. Una embelesada sonrisa se extiende por todo el rostro de Harry y en esos impactantes ojos verdes podía ver el profundo agradecimiento y felicidad que mis palabras habían ocasionado en él, era casi como si eso fuera lo único que necesitaba escuchar para quitar de sí cualquier vestigio de inseguridad que aún quedara en su corazón.

─Gracias.

Harry esconde su rostro en mi pecho y murmura esa palabra contra la delgada tela de mi remera, y yo no podía hacer más que abrazarlo con fuerza y pasar una de mis manos en esa indomable cabellera en una especie de tranquilizador gesto. La satisfacción que tenía por haber conseguido calmarlo era tan grande que ni siquiera era capaz de expresarla en palabras, lo único que consigo hacer es disfrutar de la perfecta sensación de tener a Harry entre mis brazos.

Realmente no sé cuánto tiempo pasamos en esta posición, pero deben haber sido varios minutos porque mi cuerpo comienza a sentirse adormecido y siento el cansancio del día apoderarse de cada músculo de mi ser. Por un aterrador momento creo que mis piernas no conseguirán seguir sosteniéndome de pie mucho más, en especial cuando Harry estaba cargando parte de su peso sobre mi pecho, pero afortunadamente él parece darse cuenta de este hecho, porque de inmediato se aparta de mí, y dice: ─Será mejor que curemos tus heridas antes de que se infecten.

Le doy un cansado asentimiento para hacerle saber que lo había escuchado y vuelvo a dirigir mis pasos al sofá, pero soy detenido cuando estaba a punto de dejarme caer en éste debido a la petición que Harry me da.

─Quítate la ropa.

─Vaya, estamos algo impacientes hoy, ¿cierto? Ni siquiera puedes esperar a que me cure las heridas, ¿no? Quieres pasar directo a la acción, ¿verdad?

─¡Draco! ─El rostro de Harry se sonroja imposiblemente cuando comprende la insinuación sexual que tenían mis palabras, y desde aquí podía ver cómo estaba rodando sus ojos en exasperación. El irritado bufido que suelta queda amortiguado por la carcajada que estaba dando al verlo tan perturbado con mis descarados coqueteos. ─¿Quieres dejar de pensar en sexo por un segundo, jodido pervertido? Esto es serio. Quítate la ropa para que pueda curarte las heridas.

─Sabes que no tienes que buscar excusas para desnudarme, ¿verdad? ─Le digo esto con una lasciva mirada que sólo lo hace rodar los ojos, pero comienzo a quitarme la ensangrentada remera. ─Sólo basta con que me lo pidas amablemente, gatito.

Harry se sonroja aún más al escuchar esto último y desde mi lugar en el sofá puedo ver que muerde su labio inferior mientras coloca un poco de poción Limpia-Heridas en el cuenco con agua. Una vez que humedece correctamente el paño, se gira hacia mí con la intención de comenzar a limpiarme las heridas, pero el horrorizado jadeo que suelta me pone alerta de inmediato. En un rápido movimiento, saco la varita del bolsillo del pantalón y me giro en todas direcciones para tratar de descubrir el origen del peligro, aunque por más que lo intento, no consigo ver nada fuera de lo normal.

─¿Qué? ¿Qué es? ─Pregunto con desesperación y algo de temor.

─Tu… tu pecho. ¡Oh, Merlín!

Bajo la vista hacia lo que Harry estaba señalándome y es entonces donde descubro el origen de su horrorizada exclamación. Mi pecho, de por sí marcado con las viejas cicatrices del Sectumsempra, se encontraba cortado e irritado, como si alguien hubiera atado ásperas cuerdas en él. Mi piel tenía manchas de sangre por todas partes, pero afortunadamente los cortes no habían sido demasiado profundos como para generar graves daños. Sin duda la imagen que debía dar era más aterradora de lo que en verdad era, pero aun así no consigo evitar reprimir un desagradable escalofrío al verla por primera vez.

Elevo la vista y la poso en Harry, pero a pesar del claro horror y arrepentimiento que él parecía sentir por verme herido de esa forma, no dice nada y simplemente acerca el paño hasta mi pecho. Y así comienza. Harry emplea una suave presión para limpiar cada una de las heridas que encuentra por mi pecho y espalda. Una vez que termina con esa parte, se encarga de darle un tratamiento similar a mi cuello y brazos. Mis muñecas son lo último que se encarga de curar, y ni siquiera soy capaz de inmutarme cuando Harry roza mi Marca Tenebrosa para quitar una mancha de sangre que se había acumulado allí. La forma en la que Harry ni siquiera parecía perturbado de estar tan cerca de algo que representaba a aquel que había intentado matarlo en el pasado hace que un agradable calor se extienda por mi cuerpo. En verdad él parecía querer cada parte de mí, inclusive aquellas de las que incluso yo estaba avergonzado. Honestamente, ¿qué había hecho para merecer el amor de este perfecto hombre?

Harry vuelve a escurrir el paño y lo coloca sobre la piel debajo de mi hinchado ojo. De inmediato siento el efecto calmante de la poción y el dolor comenzar a desaparecer de a poco. Si bien pasarían unos cuantos días antes de que la piel volviera a su color original, al menos ya no sentiría esa dolorosa hinchazón en ella. Harry deja el paño sobre la mesa de café y toma la poción Reabastecedora de Sangre, una vez que vierte la cantidad adecuada en un vaso, me la da a beber. El sabor metálico de la pócima hace que mis dientes sientan una desagradable sensibilidad, al igual que si tuviera dentro de mi boca un clavo, pero me abstengo de hacer muecas y trago todo el contenido con rapidez. Una vez que le entrego el vaso vacío, Harry lo envía a la cocina para que se lave y guarde mediante magia. Otro pase de su varita hace que las pociones se guarden en el armario, mientras que el cuenco con agua y el paño van a limpiarse junto al vaso.

Permanecemos sentados en silencio en el sofá durante unos segundos, pero de inmediato siento a Harry acercarse a mí y dejar un delicado beso en mi hinchado pómulo, aunque no se detiene allí y baja hasta mi cuello para dejar otro suave roce de labios. Esto continúa por un buen rato. Cada beso que Harry deja con suavidad sobre cada uno de los lugares donde había resultado herido es acompañado con unos murmurados "Lo siento" y "Te amo", lo cual hace que una agradable sensación se instale en un lugar muy cercano a mi corazón. La forma en la que Harry intentaba demostrarme lo mucho que lamentaba lo ocurrido hace que el amor que sentía por él se incrementara aún más de ser posible, pero el cansancio del día no me permitía disfrutar por completo de todas estas atenciones. Y a pesar de que Harry me había limpiado las heridas, aún podía sentir una desagradable sensación de suciedad en mí. El olor a polvo y sudor todavía se entremezclaba con el de la sangre y llenaba mis fosas nasales de una desagradable pestilencia. Decidiendo que no podría disfrutar de estas agradables atenciones hasta que no me encontrara limpio de cualquier vestigio de lo ocurrido horas atrás, aparto a Harry de mi cuello para que podamos trasladar esto al baño.

─Creo que una ducha me vendría bien en estos momentos.

─¡Oh! Sí, claro.

Harry se aparta de mí, pero contrario a lo esperado, no hace ademán de querer levantarse. Y no puedo evitar rodar los ojos al ver que mi adorable gatito no había captado la indirecta de mis palabras. Honestamente, Harry a veces era demasiado ingenuo para su propio bien. Negando con la cabeza, me levanto del sofá y espero unos segundos más para darle tiempo a que descubra lo que realmente quise decir con mis palabras. Sin embargo, Harry permanece con la vista fija en el suelo y con una mirada que expresaba algo de desilusión. Al ver que la idea no parecía ir a formarse en su mente, reprimo un exasperado gemido en mi boca y me encargo de que mis próximas palabras fueran lo suficientemente explícitas y esclarecedoras para que no le quedaran dudas a este despistado Auror.

─¿Sabes? Cuando dije que una ducha me vendría bien en estos momentos, me estaba refiriendo a que ambos nos ducháramos. Juntos. Al mismo tiempo.

El rostro de Harry se ilumina al escuchar mis palabras, y con un admirable salto, se incorpora del sofá y se acerca hasta donde estaba esperándolo. Sin perder tiempo, entrelaza mis dedos con los suyos y me arrastra hacia el baño. Alguien parecía estar impaciente, por lo visto. Llegamos al baño, y en un abrir y cerrar de ojos, nos desnudamos y metemos debajo del cálido chorro de agua. Harry toma uno de los jabones y comienza a pasarlo con suavidad por cada parte de mi cuerpo para lavarme. El agua se vuelve algo rosada a nuestros pies debido a los rastros de sangre que estaban siendo removidos de mi cuerpo, pero el agradable aroma cítrico del jabón enmascaraba por completo cualquier olor metálico de esa roja sustancia.

Cuando Harry termina de lavarme el pecho y la espalda, se arrodilla a mis pies y por un momento creo que va a chupármela aquí mismo. Mis ojos se cierran con fuerza al asaltarme esa idea en la cabeza, pero por desgracia esas no parecían ser las intenciones de Harry. Por el contrario, él se encarga de lavarme las piernas y los pies. Una vez hecho esto, vuelve a subir por mis piernas y se incorpora hasta estar de pie, aunque evita adrede tocar la erección que comenzaba a despertar en la zona sur de mi cuerpo. Decidiendo que quedarme sin hacer nada era una absoluta tortura, estiro la mano hacia atrás y tomo otro de los jabones. Cuando lo tengo en mi poder, comienzo a pasarlo por el bajito cuerpo de Harry. Durante unos segundos lo único que se escucha en el baño es el sonido de la lluvia de la ducha al caer sobre nuestros cuerpos, sin embargo, las atrevidas caricias que le estaba dando a Harry con el jabón sobre ciertas partes erógenas de su cuerpo estaban provocando que algunos gemidos comenzaran a escucharse.

Un jadeo particularmente fuerte resuena en la acústica del baño cuando rozo la erección de Harry con el jabón, y de inmediato siento una de sus manos aferrarse a mi hombro con fuerza en un intento por mantener el equilibrio. Sonrío para mis adentros al ver cómo las caderas de Harry se mueven hacia adelante en busca de más contacto, a la vez que lo escucho arrojar al suelo el jabón que tenía en sus manos. Una vez que su mano derecha queda libre, la acerca hasta tomar mi hinchado pene y comienza a masajearlo con lentitud. Su mano sube y baja por toda mi longitud en un cadencioso movimiento que tenía el único propósito de hacerme ver las estrellas.

─Mierda.

Esta exclamación se me escapa sin mi consentimiento de la boca cuando Harry acaricia con suavidad la punta de mi pene para recoger el líquido pre seminal que se había acumulado allí. No queriendo quedarme detrás, imito sus acciones y dejo caer el jabón al suelo. Una vez que tengo las manos libres, tomo su necesitada erección y comienzo efectuar un rápido sube y baja por toda su extensión con una de mis manos, mientras la otra la utilizo para apretar con fuerza una de sus nalgas. Harry jadea ante esto y desde aquí podía ver lo confusos que eran sus pensamientos. Era casi como si no pudiera decidir si acercar hacia adelante sus caderas para facilitarle el trabajo a la mano que tenía acariciando con gran velocidad su pene, o moverlas hacia atrás para que pudiera hacer algo más que sólo apretarle el trasero. Harry no parecía poder decidirse por una de estas opciones, por lo que decide dejarlo a mi criterio y simplemente acerca su boca para ahogar sus gemidos en un beso.

Le devuelvo el beso con gusto, pero en ningún momento disminuyo el rápido movimiento que estaba realizando en su pene. Harry jadea al sentir uno de mis dedos colarse entre sus nalgas y rozar su apretada entrada, pero eso era a lo máximo a lo que llegaría hoy. Ambos estábamos cerca de acabar y completamente agotados por los sucesos del día. Mis caricias sobre el pene de Harry se vuelven incisivas y descontroladas, y siento de inmediato cómo la pequeña mano de mi gatito acelera los movimientos en mi pija para equiparar la situación. Estábamos muy cerca, y los gemidos y jadeos amortiguados en nuestro beso eran indicativo suficiente de ello.

Suelto los labios de Harry y coloco mi frente en la suya, a la vez que aumento la velocidad con la que mi mano sube y baja por su palpitante erección. El dedo con el que aún estaba acariciándole la entrada aprovecha la humedad del agua que cae de la ducha para ingresar hasta el segundo nudillo a su apretado agujerito, y eso era todo lo que necesitaba hacer para que Harry gima con fuerza y se corra en mi mano. Le beso el cuello mientras lo aprisiono contra la pared de la ducha para poder sostener su tembloroso cuerpo, a la vez que disfruto de las distraídas caricias que aún seguía dándome en mi pene a pesar de encontrarse absolutamente perdido en su orgasmo.

Estaba tan cerca, pero las aturdidas caricias que Harry estaba dándome no eran suficientes para alcanzar mi liberación. Afortunadamente, Harry parece volver de ese lugar en el que se había perdido después de correrse, porque de inmediato noto cómo sus movimientos se vuelven más veloces e intensos. Unos cuantos sube y baja más por mi erecto miembro, y es todo lo que necesito para correrme con fuerza en la mano de Harry. Ahogo un gemido dándole un mordisco en el cuello, lo cual consigue arrancar otro gemido de Harry. Mmm… interesante. Al parecer, a mi gatito no parecía disgustarle sentir algo de dolor físico.

Permanecemos en esta posición durante unos segundos más, simplemente disfrutando de la forma en que la cálida lluvia de la ducha removía de nuestros cuerpos la evidencia de nuestra liberación. Sin embargo, soy sacado de mi resplandor post orgásmico cuando siento a Harry tratar de apartarse de los fríos azulejos de la pared. Dejo un último beso en su cuello y retiro con delicadeza el dedo que todavía tenía dentro de su trasero. Harry suelta una especie de desilusionado gemido, como si no hubiera querido que quitara mi dedo de él, pero es lo único que expresa como protesta. Después de que me aparto de él, recojo uno de los jabones que habían caído al suelo y limpio cualquier remanente de semen que hubiera quedado en nuestros cuerpos. Una vez que estamos completamente limpios, cierro la ducha y le paso una toalla a Harry, y tomo una para mí.

Nos secamos en absoluto silencio, mientras disfrutamos de la agradable sensación que nos había dejado el grandioso orgasmo que tuvimos. Una vez secos, vamos a la habitación y nos acostamos en la misma posición en la que solíamos hacerlo. El cuerpo de Harry se encontraba ubicado a mi costado izquierdo y su cabeza se hallaba cerca de mi pecho. Rodeo su pequeña figura con uno de mis brazos y lo siento dar un suspiro complacido ante ello. Miro hacia abajo al hermoso hombre que tenía en mis brazos, y me pregunto si sería posible amarlo aún más de lo que ya lo hacía. Y sólo cuando ese pensamiento se cuela en mi mente es cuando me percato de algo que debería haber notado antes. Aún no le había dicho estas palabras a él, al menos no verbalmente. Bueno, eso era algo que iba a tener que remediar, ¿verdad?

─¿Harry?

─¿Mmm?

─Te amo.

Puedo sentir a la perfección la forma en la que se extiende una enorme sonrisa en el rostro de Harry al escucharme decir algo que ya se lo había demostrado de mil formas posibles, pero que, aún al día de hoy, nunca le había dicho en voz alta. Harry se eleva desde su posición en mi pecho y me observa con esa mirada embelesada que sólo tenía reservada para mí, y se acerca hasta posarse a escasos centímetros de mis labios.

─Yo también te amo. ─Susurra contra mi boca, a la vez que me aparta un rebelde mechón de pelo que me cubría el ojo derecho. ─Más de lo que jamás podré ser capaz de expresar.

Sonrío al escuchar esto y acorto la distancia que nos separaba para tomar sus labios en los míos una vez más. El beso era delicado y no tenía ningún trasfondo sexual, pero aun así era perfecto porque era capaz de expresar todas nuestras emociones. Nos apartamos después de unos pocos segundos, y Harry vuelve a colocar su cabeza sobre mi pecho. Un casto beso es dejado contra una parte que estaba muy cerca de mi corazón, y al instante lo siento relajarse en mis brazos. Lo observo en silencio durante unos segundos mientras escucho su acompasada respiración, y eso era lo único que necesitaba para dejarme perder en el mundo de los sueños.


Aclaración dentro del capítulo: Protego Totalum es un hechizo que genera una barrera mágica en un área determinada y es capaz de proteger contra una gran variedad de hechizos oscuros.


Notas finales: espero que les haya gustado este primer capítulo. Les voy a pedir un segundo más de su tiempo para que me dejen sus comentarios haciéndome saber qué les ha parecido el comienzo de "Cosmos". Ahora sí, me despido. Nos leemos el próximo fin de semana.