Era un momento tranquilo. Dentro de la choza estaba el marinero hincado en un cojín tomando un tecito, en el otro lado de la mesa estaba TULA, cuyos vendajes en la cabeza le causaban picazón. La choza estaría en tinieblas si no fuera por la luz que entraba por donde solía estar la plancha de madera.

Tula tenía un plato con un trozo amistoso de carne, Ralts tenía unas bayas en un plato elegantemente adornado con pétalos. Nadie comía. TULA tenía el miedo de que fuera un pokemón cocinado y Ralts prefería inspeccionar la habitación del marinero.

En la incomodidad, TULA usó sus maravillosas habilidades sociales para salir del silencio.

-Entonces ¿Son ricos los pokemones?-

-Pruébalos tú mismo-

-em...-

-Nah, es carne normal-

-...

-¿En serio creías que me paso todo el día comiendo eso?-

-Bueno...-

-Tengo una vida normal también. Como, duermo, limpio esta habitación... no soy solo ese vicio-

-Hm... es justo como me siento- Dijo TULA asintiendo con la cabeza.

-Eso sí no suelo ventilar mis suciedades en frente de todos- Dijo el marinero con una pizca de odio.

-Hm, hm, lo pillo, yo tampoco- Dijo TULA con la percepción de una nuez.

La indirecta se perdió en el macrocosmos del espacio.

-Solo te haré este favor, pero que quede claro que no somos iguales- Aclaró el marinero.

-¡¿Qué?! ¡Pensé que íbamos a ser los tres contra el mundo!-

-No te subas al tren, no podría estar con alguien que grita a los cuatro vientos sus fetiches raros, todos me odiarían y perdería mi tranquilidad-

-¡Pero tú me golpeaste a vista de todos!-

-Y eso qué, todos por aquí te odian, yo también-

TULA golpeó la mesa y apuntó al marinero -¡A callar! ¡Hipócrita! ¡Eres igual a esa perra!-

-No la llames perra porque nunca te quiso, resentido-

-¡No estoy resentido!-

-Sí lo estás-

-¡Calvo!-

-¡Pokefílico!-

-¡Pokéfago!-

-¡Virgen!-

-¡Aléjate es con jota!-

-¿Y eso qué importa?-

-¡LA ORTOGRAFÍA ES IMPORTANTE!-

Durante este tiempo, Ralts estaba abriendo cajones e inspeccionando las paredes. Dentro de un armario encontró un arpón de acero. Tenía una carga emocional impresionante, así que con una curiosidad intensa quería acercarse. Pero el marinero notó lo que estaba ocurriendo y dejó la discusión para tomar a Ralts del cuello, sacarla de ahí y sacar el arpón. Luego le dio un fierrazo a TULA en la cabeza.

-¡Y eso por qué!-

-Si vas a jugar a la niñera hazlo bien-

TULA agachó la cabeza

-En la noche zarpamos-

-¿Y en serio nos vas a ayudar?-

-Llámalo como quieras. Para mí, sacarte del continente es un servicio comunitario-

-Como si le importaras a la comunidad...-

El marinero se quedó mirando a TULA.

(...)

Suspiro -Come antes de que se enfríe, no hay que navegar con el estómago vacío-

-hmp-

El marinero se fue al muelle. Una vez se fue, TULA probó la carne. Estaba realmente deliciosa.

Casi rozando el horario para dormir, los tres salieron al muelle. El viento era refrescante.

Ralts se dirigía a un paradero desconocido con un hombre corpulento que comía a los de su especie y un depravado de más del doble de alto de ella que pudo haberla deshonrado sin seguir los pasos tradicionales. Y como si se tratara de un chiste de mal gusto, se sentía protegida.