RED KNIGHT

-Suerte-

Todo iba demasiado bien.

Tanto así, que empezó a sentirse ansiosa.

No podía ser cosa de suerte, no, dudaba que tuviese tanta suerte.

Miró hacia el horizonte, ya veía la costa acercándose, podría sentirse tranquila ahora, relajarse luego de esos días de viaje, eternos y agotadores. Finalmente estaban cerca de su destino, de tierra firme, pero no, no entendía por qué no podía calmarse.

Algo andaba mal.

¿Pero qué?

No podía calmarse.

Avanzó por la proa de la embarcación, y miró por uno de los binoculares, podía ver la costa con claridad, pero el rumbo se había perdido en algún momento del viaje, y el muelle no estaba donde creyó que estaría, y ahora de día, le era imposible arreglar el rumbo sin tener las estrellas en el cielo, pero hacerlo de día era incomodo, sobre todo el tener que mirar al sol para hacer cualquier movimiento, sus ojos ardiendo.

Miró alrededor, buscando por la costa, izquierda, y nada, derecha, y a la lejanía notó la construcción. Ahí estaba el muelle, los roqueríos, el pequeño atisbo de civilización.

Tendría que girar a la derecha, y retomar el camino.

Caminó a paso rápido hasta la popa del barco, hasta el puente, hasta el timón.

Y miró hacia atrás, viendo nada más que agua, el lugar de donde venían completamente inexistente en el horizonte, y aquello le trajo una sensación de calma, ya que significaba que estaban lejos del rey, lejos de Atlas, finalmente lejos de su alcance.

Pero, aun no entendía porque se sentía tan inquieta.

Entonces lo vio.

Se vio afirmándose del borde del barco, sus ojos fijos en el mar.

Todo azul, todo claro, brillante, excepto una gran mancha oscura que los perseguía a la distancia, bajo el agua.

Le quitó el aliento.

Si, no podía tener tanta suerte.

Era una bestia marítima, las había visto por montones, pero siempre atacaban embarcaciones más grandes, donde el peso y el sonido era más fuerte, alertándolos, y no solo eso, si no la carne fresca de dentro, estos llenos de personas.

Era un banquete que no podían perderse.

En una embarcación más pequeña, como un bote, se sentiría más vulnerable, las bestias siendo capaces de derribarla sin problema, y creyó que en el barco que estaban tendrían cierta ventaja, siendo grande para ser derribada, pero la creatura que los perseguía se notaba grande, imponente, que en un solo movimiento dejaría todo el barco bajo el mar.

Volvió a mirar al horizonte, al frente, hacia la costa, cada vez más visible a simple vista.

No estaban a salvo.

Tenía que cambiar el curso del barco para llegar al muelle, pero si perdían velocidad la creatura los atraparía. Pensó por un momento en simplemente encallar, pero con las rocas era algo peligroso, y debía devolver la embarcación y encallar la arruinaría, así como debía mantener a la princesa a salvo, cuidarla de los peligros del bosque y matar a la creatura era algo que no podría hacer por sí misma.

El muelle era mucho más seguro, por algo era su punto de llegada.

Respiró profundo, sabiendo que tenía que hacer, y la respuesta era cuidar a la princesa, y haría todo para evitarle cualquier daño.

Movió el timón, levemente, para cambiar el curso, pero no lo suficiente para girar del todo y perder el viento que tenían a su favor. Unos metros ya serían beneficiosos, e iba a tomar cualquier ventaja.

Tenía un plan, sabía qué hacer, pero era riesgoso.

Corrió hasta las compuertas, no sin antes silbar, alertando a Zwei quien de inmediato se puso en posición. Bajó las escaleras, y no quería asustar a la princesa, así que intentó acercarse con cuidado, golpeando su puerta. No iba a asustarla como antes, se lo había prometido e iba a seguir así a pesar de su evidente estrés.

"Princesa, tenemos un problema, necesito que esté lista para zarpar."

La mujer abrió la puerta, y notó pánico en esta.

"¿Estamos bajo ataque? ¿Nos encontraron?"

Si, el miedo era evidente.

Pobre mujer.

Negó de inmediato, intentando calmarla.

"No es su padre, princesa, pero una creatura nos está siguiendo a alta velocidad, tendré que hacer maniobras evasivas, y para eso necesito que salga a la superficie para poder tenerla en la mira."

La princesa se relajó por un momento, recuperando el aliento, y luego la miró, asintiendo, más segura de sí misma, mientras buscaba las pocas cosas personales que tenía, preparándose. Por su parte tomó algunas provisiones en caso de que pasara lo peor y perdiesen el barco.

Ya luego se disculparía por el daño causado.

Salió con sus cosas a la superficie del barco, caminando directo a Zwei, amarrando los bolsos de cuero en su cuerpo, asegurándolo bien a sus patas, así cualquier movimiento brusco que hiciese no terminaría con sus pertenencias en el mar. Y eran pertenencias que les ayudarían a sobrevivir hasta Patch.

Perder sus armas en el mar también le dolía, pero siempre podía forjar nuevas, o eso esperaba.

Volvió a la popa del barco, corriendo, sintiendo el sudor bajo su armadura.

La creatura estaba más cerca.

Demasiado.

Y cuando miró hacia adelante, notó el continente más cerca también.

Estaba entre la espada y la pared.

La princesa comenzó a subir, y la vio acercándose a Zwei, buscando algo conocido en ese lugar en el que había estado muy poco tiempo.

"Princesa, necesito que encuentre un lugar firme y se agarre con fuerza, voy a tener que acelerar y girar con fuerza, así que tiene que estar bien firme, lo mismo va para ti, Zwei."

Los ojos bicolores de la princesa la observaron, clara preocupación en su rostro, pánico, pero se movió hacia el mástil del barco, la estructura que sujetaba las velas, y ahí se sujetó, usando unas de las cuerdas para quedarse más firme, lo cual fue un movimiento inteligente.

Zwei también se movió, buscando guarecerse en la parte de abajo del puente, donde estaban los fardos de heno, ahí no habría mayor problema.

Menos mal que no tenían cajas ni barriles ahí encima, o habría preferido que ambos se fueran a la parte interior del barco, la cual era la que estaba atestada, y no necesitaban accidentes que se podían prevenir.

Respiró profundo, y tiró de una de las cuerdas, soltando una segunda vela, más pequeña, pero de inmediato aceleraron un poco.

Miró hacia atrás, segundo tras segundo fueron dejando atrás a la creatura, y creyó que ese era el fin, pero no, notó la aleta oscura salir del agua, y otro segundo después la creatura avanzó más rápido que antes, acelerando también.

Maldita sea.

Iba a tener que hacerlo después de todo.

Sujetó bien el timón en sus manos, mirando la costa acercarse, más y más.

Miró la creatura, acercándose más y más.

Miró la costa.

Miró a la creatura.

"¡Afírmense!"

Gritó, para luego girar el timón con fuerza hacia la izquierda, las velas moviéndose, el viento empujándolos, el barco moviéndose con brusquedad. Casi pierde el equilibrio, pero se aferró del timón, sin parar de girar, para luego retomar el camino hacia el muelle, ahora frente a ellos a la distancia.

Pero eso era lo que menos le importaba.

Giró el rostro, buscando a la creatura.

Y esta hizo exactamente lo que quería.

La creatura chocó contra las rocas de la costa ante el ímpetu con el que venía, sin tener tiempo suficiente para reaccionar y desacelerar.

Era enorme, más que el mismo barco.

No había visto a una de esas creaturas hace tiempo, o al menos no había sido un problema, ya que siendo la única que podía pelear, estaba en desventaja, no como cuando iba con su pelotón protegiendo pueblos, carruajes y embarcaciones.

Mantuvo el timón firme, ahora en la nueva dirección, dirigiéndose hacia el muelle, ahora más lento, el viento sin estar a su favor, pero al menos le tenía el ojo puesto a la creatura, esta retorciéndose entre las rocas, buscando la forma de volver al mar.

Menos mal no encalló, menos mal que las rocas no alcanzaron a golpear el barco, hubiese perdido la embarcación y habrían tenido más de algún accidente.

Volteó hacia el muelle, este acercándose, y veía alguien sobre la construcción de madera, a alguien haciendo señas. Probablemente le gritaba algo, pero no podía oírlo aún. Debía ser el hombre que debía de recibirlas, y si no era, ya se encargaría de él.

Volvió a guardar la pequeña vela, ya necesitando bajar la velocidad para atracar.

Cuando volteó la mirada hacia la creatura…

Esta ya no estaba.

No podía tener tanta suerte.

Apretó los dientes, teniendo algo de tiempo aun, sabiendo que no veía a la creatura en el mar, pero eso no significaba que había dejado de perseguirlos.

Ya con el muelle cerca, subió la vela principal del todo, aprovechando la velocidad que tenían, y saltó del puente, corriendo hasta el ancla. Probablemente podría amarrarla al muelle, pero en ese momento no estaba segura si tendría tiempo para hacer un nudo antes de que la creatura llegase donde ellos.

"Es hora."

Dijo, en voz baja, pero notó como Zwei se había agachado, bajando sus patas delanteras para dejar que la princesa se subiese, y esta lo hizo, a duras penas, con dificultad, pero lo logró. Este de inmediato se le acercó, esperando.

Teniendo a la princesa encima de su corcel ya sentía algo de alivio.

"Muy bien, amigo, apenas lleguemos al muelle, necesito que saltes y alejes a la princesa de la costa. Es peligroso aún."

La princesa asintió, también se veía aliviada ahora que estaba sobre Zwei, sus manos firmes en las correas. Ambos se mantendrían a salvo, ambos eran inteligentes, se la arreglarían, eso era lo único que le importaba.

Se vio mirando hacia la popa, notando movimiento en el agua en la lejanía, acercándose.

Necesitaban bajar pronto.

Por suerte, ya estaban frente al muelle.

El hombre le estaba hablando, pero no lo escuchó, concentrada en levantar la pesada ancla, sujetándola al borde del barco, para luego soltarla.

Y luego dio la orden.

Zwei saltó desde el borde del barco hasta el puente del muelle, cayendo sobre la madera sin problema alguno, lo había entrenado para hacer cosas imprudentes, tal y como ella solía hacer, así que estaba capacitado para todas las situaciones.

El barco hizo un movimiento brusco cuando el ancla cayó en tierra firme, y por su parte, avanzó a la popa, hacia el timón, un solo objetivo en su mente.

La creatura.

Y ahí estaba.

Había dejado algo con ella, un arco y unas flechas. Su puntería era buena, había practicado desde niña, cazando animales para alimentarse, como su madre le enseñó, luego como deporte, luego como un guerrero, y ahora iba a distraer a la creatura de su embarcación.

Corrió hasta el borde del barco, y saltó a tierra firme. Rodó por el suelo, para no hacerse daño, y agradeció su armadura que no solo la protegía de espadas, si no que también de caídas, y ahora lo comprobaba una vez más.

Se movió rápido, y sujetó el arco mientras corría por el borde de la costa, apuntando una flecha, y la lanzó, justo a la parte de la aleta dorsal que veía de la creatura.

"¡Por aquí!"

No podía dejar que esa creatura anduviese por la costa, menos cerca del muelle. Seguía siendo un caballero, seguía teniendo responsabilidades, seguía con la firme promesa de hacer lo correcto, y sabiendo que la princesa estaba a salvo sobre el lomo de Zwei, podía terminar el trabajo.

Se dijo a si misma que no podría con esa creatura, pero ahora, lo había olvidado por completo.

A la tercera flecha que le lanzó, la creatura se detuvo.

Su cuerpo oscuro en la superficie, hundiéndose, poco a poco, desapareciendo.

Pero no creyó que se había ido.

Así que cruzó el arco sobre su cuerpo, y sacó su katana, dándole vueltas en su mano, preparándose.

Y ahí lo vio, la creatura apareciendo, lanzándose hacia la costa, lanzándose hacia ella, hacia aquel aperitivo color plateado y rojo, sin siquiera tener la más mínima preocupación de encallar. Se vio frente a frente con la gran mandíbula, los filosos dientes dobles brillando con la luz del sol, pero eso no la detuvo.

Y antes de alejarse, cortó.

El alarido retumbó por todo el lugar, mientras la creatura se retorcía, y recién ahí notó lo grande de su aleta, lo larga de su aleta, lo flexible de su aleta, porque toda su cola se movió hasta ella, intentando golpearla, y lo logró, el latigazo apareciendo de la nada. Su armadura la protegió, aun así, se vio cayendo metros más adelante, el alarido de la bestia distrayéndola demasiado, era un grito insoportable.

Se levantó rápidamente, la cola de la bestia moviéndose rápidamente como un látigo, protegiendo el rostro de esta, el rostro herido.

Pero no iba a detenerse.

Corrió, esquivó los movimientos desesperados, y cortó de nuevo, su katana como siempre pasando a través de la carne con facilidad.

El alarido retumbó aún más, y notó como la creatura comenzó a retroceder a través de las rocas, con la intención de huir.

Pero no la dejaría.

En unas horas esta ya estaría regenerada, lista para perseguir a más inocentes, y no lo permitiría.

Guardó la katana y tomó su gran espada, sintiendo el peso en todo su cuerpo conforme la sacó de su funda. Y corrió, no se detuvo, incluso cuando se acercó al borde.

Era ahora o nunca.

Se subió en una de las rocas, y saltó directo hacia la creatura que se deslizaba poco a poco dentro del agua.

Sujetó el mango de su espada y apuntó la hoja hacia el cráneo de la creatura oscura.

Y usó todo su peso a su favor.

La espada entró, no con la facilidad de su katana, pero si con la fuerza que necesitaba para acabar con el enemigo, y no paró hasta que toda la gran hoja estuvo completamente dentro de la bestia.

Con sus pies sobre esta, se mantuvo firme, mientras el alarido acababa, y así la carne, la piel, la creatura en su totalidad comenzó a disiparse en la nada, desapareciendo poco a poco, lentamente, hasta no dejar nada más que sangre negra y polvo.

Se quedó sobre las rocas húmedas, sus botas manteniéndola en posición, sin resbalar, y respiró profundo.

Buscó a la princesa con la mirada, notándola en el muelle, a salvo, sobre Zwei, mientras parecía aliviada, lo podía notar por lo relajado de su postura.

El hombre con el que debía encontrarse estaba ahí, saltando, rebozando de energía, emocionado, y era fácil entender que esa creatura debía de andar dando vueltas por la zona hace tiempo ya.

Guardó su espada en su lugar, sus pies moviéndose lejos de las rocas, lejos de la costa, acercándose al lugar donde la necesitaban.

Al final había logrado cumplir con su trabajo, proteger a la princesa y a la embarcación, y también el muelle, al parecer, si había tenido algo de suerte.

Ahora, solo quería dormir un poco.