Resumen: Tercera parte de la serie "Constelaciones". Con la amenaza de Ginny eliminada, Draco y Harry finalmente pueden disfrutar de su relación en paz; pero, ¿es eso realmente cierto? Ambos descubrirán que los problemas están lejos de terminar. ¿Podrá el amor vencer todos los obstáculos que se les presenten? ¿O esta relación estará condenada a no tener un final feliz? DRARRY
Disclaimer: el universo de Harry Potter no me pertenece, todo es propiedad de Rowling y Warner Bro.
Notas de autora: ¡Hola a todos! Antes de dejarlos leer el final de esta historia, quiero agradecerles infinitamente a xonyaa11 y SaShaNix por haber comentado el capítulo anterior. Ahora así, los dejo con el final de "Cosmos". Espero que les guste.
Cosmos: Epílogo
5 años después…
25 de diciembre de 2015
Había perdido la cuenta del tiempo que había pasado sentado en la silla de mi oficina, mientras me encargaba de leer con atención el nuevo contrato que me había enviado la editorial para "Cosmos", la nueva serie de libros basados en la saga "Constelaciones", y que retomarían las aventuras de Etamin y Leonis desde donde lo había dejado en "Galaxia", sólo que esta vez los libros tendrían un matiz más adulto y estarían plagados de erotismo. Sin duda escribir en el género erótico sería un cambio radical en mi carrera como escritor, pero estaba seguro de que cosas maravillosas saldrían de ello; después de todo, ¿qué otra cosa podría obtener más que perfección, siendo que la musa que me inspiraba era mi adorable gatito?
Un golpeteo en la ventana me despierta de esos pensamientos en los que estaba imaginando a Harry completamente desnudo sobre nuestra cama y dispuesto a cumplir todas mis fantasías sexuales. Cuando elevo la vista, veo que era la lechuza de Teddy. Rápidamente, le abro la ventana y la dejo pasar. Después de desatarle la carta, le doy una golosina, y le digo: ─No te vayas, tengo que darte una respuesta.
La lechuza suelta un ulular para hacerme saber que me había entendido, y se dedica a mordisquear contenta su premio. Sin darle mayor importancia a la mascota de mi primo, quito la carta del sobre y comienzo a leer. El simple hecho de notar la emocionada forma con la que Teddy la había escrito, me hace sonreír automáticamente.
¡Draco!
¡No vas a creerlo! ¡Dijo que sí! ¡Victoire aceptó salir conmigo! Después de todo lo que sufrí al verla salir con otros imbéciles y sin que pudiera hacer nada al respecto; después de que tuve que luchar para que dejara de verme simplemente como su molesto mejor amigo; después de todo eso… ¡Al fin dijo que sí!
¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Tus consejos para cortejarla realmente fueron muy útiles! ¡Eres brillante, primo! ¿Cómo supiste que eso iba a funcionar? Olvídalo, no importa. Funcionó y eso es lo que en verdad importa.
Quiero que sepas que estaré completamente en deuda contigo; así que, la próxima vez que tenga que tomar partido entre Harry y tú, ya sabes del lado de quién me pondré. ;)
Sólo no le digas a Harry. No quiero tener que escucharlo reprocharme que estoy siendo injusto al no elegirlo a él sólo porque tú conseguiste ayudarme a ganar el corazón de Vic. ¡Gané su corazón! ¡Aún no puedo creerlo!
En fin, mejor me detengo antes de que se me acabe el pergamino. Sólo déjame agradecerte una vez más por todo. ¡Eres el mejor primo del universo!
Saluda a Harry de mi parte, ¿quieres?
¡Los amo!
Teddy
Me río entre dientes al terminar de leer la carta, mientras rebusco en uno de los cajones del escritorio por un pergamino en blanco. Cuando lo encuentro, lo tomo y mojo en la tinta la pluma que Harry me había regalado hace cinco navidades atrás y comienzo a responderle a mi emocionado primo.
Teddy:
Me alegra que mis consejos te hayan sido de utilidad. No quiero decir "te lo dije", pero tendré que hacerlo de todos modos. Te dije que eso funcionaría. Y en cuanto a cómo supe que funcionaría… bueno, creo que te estás olvidando del hecho de a quién tuve que cortejar en primer lugar. Créeme, nada puede ser más difícil que hacerle ver a un Gryffindor despistado, como lo es tu padrino, de que yo tenía sentimientos por él. Vamos, que incluso tuve que escribirle una serie de libros con dos personajes principales que eran la exacta copia de nosotros mismos y que estaban involucrados sentimentalmente para que pudiera percatarse de la verdad, y ni aun así fue suficiente para que se diera cuenta de ello; sólo cuando Hermione le dijo quién estaba detrás del seudónimo de Dylam Rocafo, él pudo ser capaz de darse cuenta de algo que había sido obvio desde un comienzo. Honestamente, nada puede ser más difícil que eso.
Victoire es una Hufflepuff al igual que tú, no necesitabas mucho más que decirle la verdad de cómo te sentías por ella para poder ganar su corazón. No lo tomes como un insulto, porque en realidad es un cumplido. A veces creo que subestimamos demasiado a los Hufflepuffs. Ustedes parecen tener soluciones más simples para obtener lo que desean, al menos en lo referente al amor.
Estoy muy feliz por ti, Teddy; y espero que, cuando estén listos, nos presentes formalmente a Victoire como tu novia. Sin presiones. Sólo te digo esto para que sepas que eres bienvenido a traerla a cenar como algo más que tu mejor amiga cuando tú quieras.
Disfruta tu tiempo con Victoire, y por lo que más quieras, sean cuidadosos y responsables. Sabes a lo que estoy refiriéndome, ¿verdad? ¿O vas a hacer que Harry y yo tengamos que darte nuevamente "La Charla"? Por favor, dime que no nos harás pasar por eso de nuevo. Ponernos en esa incómoda situación una vez fue suficiente mortificación para toda una vida, muchas gracias.
Le daré tus saludos a Harry, pero no puedo prometerte que no vaya a contarle sobre las buenas noticias. Ya sabes cómo se pone cuando él sabe que yo sé algo que él no sabe.
También te amamos, y esperamos verte en la cena de año nuevo.
Draco
PD: no descuides los estudios para los E.X.T.A.S.I.S, o a tu abuela le dará un ataque al corazón.
Después de que termino de atarle la respuesta a la lechuza, la dejo salir por la ventana y voy a guardar la carta de Teddy en uno de los cajones del escritorio. Y sólo entonces me doy cuenta de lo mucho que había cambiado la relación con mi familia por parte materna después de ese embarazoso reencuentro que habíamos vivido tantos años atrás. Una vez que pudimos dejar de lado la incomodidad y los prejuicios detrás, Andrómeda había pasado a convertirse en algo más que una simple tía para mí. De hecho, ella se había convertido en algo similar a una segunda madre. Si bien era cierto que Andrómeda nunca podría reemplazar a mi verdadera madre, ella estaba haciendo todo lo posible por estar presente en cada momento de mi vida, y eso era algo por lo que le estaría por siempre agradecido.
Lo otro que había cambiado era la relación que Harry y yo teníamos con Teddy. Ese travieso chico se había convertido en una especie de molesto hermano pequeño en ciertas ocasiones; y en otras, Teddy parecía adoptar el papel de nuestro hijo malcriado. El simple pensamiento me hace reír entre dientes, y casi puedo escuchar en mi cabeza los reproches que Andrómeda siempre nos daba cuando creía que estábamos consintiendo demasiado a su nieto. Claro que Harry y yo solíamos desestimar este hecho con gran vehemencia, aunque eso no evitaba que le compráramos todos los años la nueva escoba de carrera que estuviera en el mercado. Está bien, quizás debía reconocer a regañadientes que Harry y yo solíamos malcriar bastante a Teddy, pero en mi defensa diré que nosotros no teníamos hijos a los cuales consentir y Teddy era lo más cercano que teníamos a uno. Era simplemente lógico que algo como esto ocurriera, en especial si teníamos en cuenta nuestras infancias.
Harry había vivido una vida triste junto a los Dursley, una que había estado plagada de abusos y carencias, tanto materiales como afectivas. Era casi lógico que él no quisiera que Teddy sufriera la misma desgracia por la que él había tenido que pasar, y por ello consintiera cada capricho de su ahijado. En contraste con el pasado de Harry, yo había tenido una infancia llena de lujos y amor. Al haber sido el hijo único de una de las familias más adineradas del país, era obvio que mis padres iban a encargarse de darme todo aquello que quisiera para conseguir hacerme feliz. Era por este motivo por el cual había sido malcriado hasta el punto de que había sido judicial para mi personalidad; así que yo no podía evitar consentir a Teddy, siendo que esa había sido la forma en la que mis padres me habían criado.
Sacudo la cabeza y me digo que ya había pensado demasiado en esto. Estaba terminando de guardar en uno de los cajones del escritorio la carta que Teddy me había enviado, cuando escucho otro golpeteo en la ventana. Un rápido vistazo al frente me indica que era la lechuza de George. Temiendo que algo hubiera podido salir mal con el consejo que le había dado para el Surtido Saltaclases, la abro con prisa y dejo pasar al animal. Luego de desatarle la carta y darle otra golosina, le indico que espere para que pueda responderle. Una vez que dejo al animal contento con su premio, comienzo a leer la carta.
Draco:
¡Funcionó! ¡La idea que tuviste para mejorar el Surtido Saltaclases funcionó a la perfección! ¿Quién hubiera dicho que agregar hojas de encina a la composición del surtido haría que el sangrado se detuviera? Honestamente, no sé cómo se te pueden ocurrir estas genialidades.
Creo que unas cervezas están en camino para celebrar este nuevo éxito. ¿Qué dices? ¿Mañana está bien para ti? Incluso te dejaré elegir el lugar. Que sepas que mi billetera ya está llorando desconsoladamente por este hecho, Malfoy.
Saluda a Harrykins de mi parte y dile que también está invitado a sumarse a nuestra celebración. No querría que él pensara que estoy teniendo intenciones depravadas contigo. Ambos sabemos lo muy celoso que puede ser tu querido gatito cuando se trata de ti.
Envía una respuesta con Espadín para hacerme saber si mañana estaría bien para ti.
Estaré esperando ansiosamente tu respuesta. ;)
George, tu sexy inventor favorito.
PD: ¡Deja de fruncirle el ceño a la carta, Harry! ¡Sé que lo estás haciendo! Además, deberías ser un poco menos egoísta y compartir a Draco conmigo. No puedes detener nuestro amor… nuestro amor por hacer funcionar mis Sortilegios. ¡JA! ¡Te atrapé! Creíste que iba a decir otra cosa, ¿verdad? Tienes una mente muy sucia, Harry. Creo que esto amerita que Draco te castigue por ello. Creo que unas buenas nalgadas están al caer. ;)
PD de la PD: y no necesitan agradecerme por la que de seguro será una tarde llena de sexo depravado gracias a la idea que acabo de darles, saben que el tío George siempre está más que feliz de contribuir a avivar la llama de su inagotable vida sexual.
Suelto una carcajada ante las payasadas que George había escrito, a la vez que me congratulo internamente por haber podido solucionar el problema que tenía con ese Surtido Saltaclases. Vuelvo a rebuscar en el cajón por pergamino, y una vez que lo encuentro, escribo una respuesta a su carta.
George:
Me alegra escuchar que mi idea con la encina haya funcionado; aunque, si debo ser completamente honesto, no me sorprende que funcionara ya que soy casi todo un experto en la elaboración de pociones. Ya hablando en serio, sólo utilicé la lógica y supuse que la encina, al ser una planta con propiedades coagulantes, podría ayudarte a cortar el sangrado incontrolable que los surtidos estaban dando.
En cuanto a las cervezas, me parece bien mañana, siempre y cuando tú estés pagando. El lugar es el de siempre, el bar costoso del centro de Londres en el que festejamos tu despedida de soltero. Sí, Weasley, tu billetera puede irse despidiendo de todos sus ahorros. Quizás quieras darle un pañuelo, porque voy a hacerla llorar más que Myrtle La Llorona.
(Imagina mi risa malvada de fondo mientras lees esto)
Harry no ha visto tu carta aún, pero pienso "olvidármela" convenientemente sobre su mesa de luz para que pueda leerla esta noche, de esa forma, podré darle su merecido castigo por pensar mal de nuestras intenciones. Creo que tu idea de las nalgadas no será suficiente porque Harry ha aprendido a disfrutarlas tanto que sería más una recompensa que un castigo. Tendré que pensar en algo más. Quizás pueda usar el flogger que me regaló Blaise para mi cumpleaños. He tenido deseos de volver a usarlo durante semanas. Mmm… sí, eso podría funcionar.
En fin, creo que mejor detengo esto aquí. De repente he tenido unos súbitos deseos de ir a ver qué está haciendo Harry. ;)
Encuéntranos mañana en el bar alrededor de las siete, y trae tu billetera llena, pretendo cobrarte muy caro mi idea de la encina.
Draco
Termino de escribir la carta y la releo para ver si me había olvidado de añadir algo, pero quedo conforme con su contenido. Una vez que la coloco en un sobre, se la ato a la pata de Espadín, y lo dejo volver con su dueño. Después de cerrar la ventana con un simple movimiento de mi mano, tomo la carta que me había enviado George y la desaparezco para enviarla a la mesa de luz de Harry. Todo ese derrochador despliegue de magia no verbal y sin varita que había realizado sólo me hace notar lo mucho que habían cambiado las cosas desde esa fatídica noche en la que casi había perdido por completo mis recuerdos, y no sólo estaba refiriéndome al hecho de que Harry había conseguido enseñarme (con satisfactorios resultados, debo añadir) a conjurar este tipo de magia y a resistirme a la maldición Imperius. No, también estaba refiriéndome a cómo había cambiado mi relación con los Weasley.
Después de que tomaran las declaraciones de George y Ginny Weasley (y de que Rita Skeeter descubriera toda la verdad inmediatamente después de lo que había ocurrido en el sótano de Sortilegios Weasley, para pasar a publicarla en la primera plana de El Profeta mediante una noticia muy maliciosa), ambos hermanos habían sido llevados a juicio. Afortunadamente, George había conseguido librarse de ir a Azkaban gracias a que él había intentado detener a Ginny. El hecho de que Harry y yo testificáramos a su favor había terminado de convencer al jurado de hacerlo eludir la prisión, dejándolo como única represalia con seis meses de trabajo comunitario en compensación por los perjuicios cometidos.
Y aunque yo había creído que esa sería la última interacción que iba a tener en mi vida con ese pecoso hombre, no podría haber estado más equivocado; porque George demostró tener una valentía increíble, y lo primero que hizo después del juicio, fue buscarme para disculparse por todo lo que había ocurrido, y para agradecerme por haberle hecho notar que necesitaba la ayuda de un Sanador Mental para poder superar la muerte de Fred. La sinceridad con la que había expresado esa disculpa me había hecho ver lo verdaderamente arrepentido que estaba y la gran persona que se escondía detrás de su bromista personalidad; y eso había sido más que suficiente para que decidiera perdonarlo por todo lo que había ocurrido. Después de todo, George sólo había sido una víctima más de los desquiciados planes de la perra de Weasley.
Desde ese mismo momento, y por ilógico que sonara, George había pasado a ser un fiel defensor de la relación que tenía con Harry, a tal punto que él incluso había discutido con varios miembros de su familia para hacerles entender que yo era alguien bueno para Harry. Sin embargo, aquello que terminó de forjar nuestra amistad fue el momento en el cual había podido ayudarlo a optimizar la fórmula de una poción que necesitaba para uno de sus inventos. Esas horas de trabajo en las que habíamos pasado tratando de perfeccionar una pócima que quitara los efectos de náuseas que provocaban los Caramelos Explosivos, nos había hecho conocernos y descubrir que ambos compartíamos un sentido del humor sarcástico y algo descarado. Esa coincidencia, junto con nuestros esfuerzos por jugarle bromas pesadas (pero inofensivas) a Ron, había terminado de cementar las bases de esa inesperada amistad.
Sin embargo, mi ceño se frunce al recordar que no todo había sido un lecho de rosas. A la mayor parte de la familia Weasley le tomó años terminar de aceptarme como una parte permanente de la vida de Harry y, de hecho, todavía había algunos miembros de esta familia que seguían teniendo un particular desprecio por mi persona. La principal de ellas era Ginevra Maldita Weasley. La demente chica comadreja había sido llevada a juicio con todo el Wizengamot en sesión. Después de que fueron expuestos todos los hechos, y de que presentáramos nuestra declaración con Harry, la pelirroja chica había sido condenada a pasar un año en Azkaban por los delitos de uso de magia negra, entre los que se encontraban la maldición Imperius; por haber llevado a cabo dos secuestros, un intento de homicidio y un intento de exilio del mundo mágico con pérdida de memoria forzada.
No obstante, ser la hija menor de una familia tan respetable de nuestra actual sociedad, como lo eran los Weasley, le había servido para ganar ciertos privilegios en su arresto a los que ningún otro criminal hubiera tenido acceso de haber estado en su lugar. Con gran indignación, tuve que soportar que le permitieran cumplir su escasa condena en una de las celdas de menor seguridad de Azkaban y la cual era muy similar a las que tenían dentro del Ministerio. Sin embargo, la fortuna de la chica Weasley no terminaría allí, y sólo permanecería en Azkaban durante un mes. Esto se debió a que los Sanadores Mentales que estaban atendiéndola habían asegurado que su tratamiento no estaba dando los mejores resultados en al ambiente deprimente que se podía apreciar en Azkaban. De esta manera, la familia Weasley había conseguido que el Wizengamot le permitiera hacerle cumplir su condena en San Mungo. La chica Weasley había sido trasladada a una habitación individual en el ala de Janus Thickey en el hospital San Mungo, y la única evidencia que había quedado durante ese año de que ella estaba cumpliendo una condena eran los dos Aurores que habían estado apostados en su puerta las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana; además del hecho de que ella no tenía permitido dejar su habitación bajo ninguna circunstancia. Sólo estas dos diferencias eran las que indicaban que ella no era una paciente como cualquier otra del hospital.
En todos esos años que la chica Weasley había estado bajo el cuidado de los más prestigiosos Sanadores Metales, ella había podido mejorar bastante los traumas vividos durante la guerra. Las pociones que debía tomar regularmente habían conseguido brindarle una mayor tranquilidad y quitar gran parte del resentimiento que parecía tener, a tal punto que, tres años después de ser sentenciada, los Sanadores le habían permitido salir del hospital para ir a almorzar con sus padres y hermanos. Sin embargo, y a pesar de todas estas mejorías, los Sanadores aún no habían podido darle el alta a la chica comadreja. Según los magos y brujas que estaban tratándola, ellos continuaban percibiendo que la chica Weasley todavía presentaba signos de tener una preocupante obsesión por Harry; y eso, junto al hecho de que cualquier mención de mi nombre conseguía hacerla enfadar de una manera que era francamente exagerada, terminaba por confirmarle a los Sanadores que la chica Weasley aún representaba un serio peligro, tanto para Harry, como para mí. Era por este mismo motivo que ella no había podido ser dada de alta y, si debía ser completamente honesto, dudaba que algún día ella pudiera volver a su vida normal. Después de todo, yo no creía que esa maldita comadreja pudiera dejar algún día de odiarme, o de intentar volver a mantener a Harry con ella en contra de su voluntad. La obsesión de Weasley parecía no tener límites, y nada de lo que hicieran los Sanadores podría cambiar este hecho.
Sin embargo, Ginny Weasley no había sido la única comadreja que desaprobaba abiertamente mi relación con Harry. Una de las personas que más se había opuesto a que estuviéramos juntos había sido la Señora Weasley. Ella parecía tener un particular desprecio por mí, y en las ocasiones que debíamos coincidir, solía tratarme con una frialdad con la que no solía tratar a nadie más de su familia política. La señora Weasley nunca era irrespetuosa, ni solía insultarme, pero la gran diferencia que había en la forma en que se refería a mí y en la que, por ejemplo, trataba a Hermione, era abismal. A tal punto la señora Weasley no había podido aceptarme como parte de su familia, que nunca había tejido un suéter para mí como regalo de Navidad; y algo me decía que, por más años que pasaran, ella nunca lo haría. Al parecer, el motivo por el que la señora Weasley no me tenía aprecio era porque ella creía que yo era el responsable de que Harry ya no hubiera querido estar con su hija. Lo cual era en parte cierto, pero eso no excusaba en lo absoluto la forma en la que su hija había querido retener a Harry junto a ella; aunque eso no era algo que la señora Weasley pudiera comprender, o siquiera quisiera ver. Afortunadamente, y a pesar de desaprobar abiertamente nuestra relación, la señora Weasley nunca había vuelto a intentar convencer a Harry de que yo no era bueno para él, y eso era algo que en verdad debía agradecer. Además, y a pesar de que yo no le agradaba, ella aun así me invitaba a los almuerzos en La Madriguera, por lo cual podía interpretar esto como una pequeña victoria. Quizás, algún día ella pudiera dejar detrás sus prejuicios hacia mi persona y comenzaría a tratarme de la misma forma en que lo hacía con sus otras nueras o yernos. Sólo el tiempo lo diría.
Aunque Molly y Ginny Weasley no habían sido las únicas que parecían tener un particular desprecio por mí. Percy Weasley era otro miembro de esa familia que solía mirarme con la nariz elevada en disgusto, como si hubiera olido algo que le repugnara. La opinión que tuviera ese pomposo lamebotas del Ministerio me tenía sin cuidado, en especial porque a Harry tampoco le agradaba demasiado Percy. Sin embargo, algo me decía que Percy sólo se comportaba de esa manera conmigo no porque en verdad le cayera mal, sino porque yo no le gustaba a su madre; y como Percy aún sentía que debía compensar por los errores que había cometido durante la época en la que él le había dado la espalda a su familia sólo para ascender en su carrera, se había aferrado a esta oportunidad que se le había presentado para quedar en los buenos ojos de su madre. Patético. Sus acciones eran patéticas y lamentables, pero podía entender por qué lo hacía. Después de todo, yo había seguido a un demente señor tenebroso sólo para hacer sentir orgullosos a mis padres. Podía entender esa necesidad que Percy tenía de ganar la simpatía de su madre.
Sí, ninguno de esos Weasley estaba para nada felices de que Harry y yo aún estuviéramos juntos, aunque eso no podría importarme menos. Después de todo, esos eran los Weasley que peor me caían, así que las opiniones que tuvieran acerca de mí me eran indiferentes.
Afortunadamente, había otros Weasley que habían podido aceptarme casi al instante. El primero de ellos había sido el señor Weasley. La fascinación que ambos teníamos por la ingeniosa forma en la que los muggles resolvían las cosas sin magia había podido conectarnos de inmediato, a tal punto que solíamos quedar una vez por mes para recorrer alguna parte del Londres muggle en busca de nuevas tecnologías de las que pudiéramos aprender su uso. Esto sólo había conseguido que la señora Weasley nos mirara con una mirada desaprobatoria y frunciera el ceño con irritación, pero ni siquiera eso podía ser capaz de detener nuestra eterna curiosidad por los artefactos muggles. Además, el señor Weasley sabía preparar un grandioso whisky añejo que poco tenía que envidarle a los que mi padre solía tener en su estudio. Por lo cual eso sólo era un incentivo aún mayor para tener estas salidas al mundo muggle, ya que siempre terminábamos nuestras reuniones de descubrimientos muggles tomando una buena copa en La Madriguera.
Otro de los Weasley con los que había podido formar un trato agradable había sido Bill Weasley. Después de que me disculpara con él por las cicatrices que le habían quedado en su rostro debido a que me había visto forzado a colar Mortífagos al colegio, Bill pareció reconocer que yo realmente había cambiado. Así que comenzó a tratarme con una educada suspicacia. Sin embargo, lo único que necesité hacer para ganarme su completa confianza fue preguntarle sobre su trabajo en Gringotts cuando tuvimos un almuerzo en La Madriguera. El hecho de que yo pudiera comprender a la perfección acerca de las maldiciones y hechizos a las que él se enfrentaba todos los días gracias a lo mucho que había leído acerca de estos temas cuando era un adolescente, había hecho que pudiéramos tener algo en común. Además, el hecho de que le hubiera caído bien a su mujer, Fleur, sólo porque yo podía hablar con ella en un perfecto francés, había terminado de convencerlo.
Fleur, por su parte, había sido, junto a George, una de las principales defensoras de nuestra relación. A Fleur nunca le había caído demasiado bien Ginny, y era obvio para todos que ella y la señora Weasley no tenían la mejor relación a pesar de la cantidad de años que habían pasado desde que ella se había casado con Bill. Aun al día de hoy, la señora Weasley no aprobaba del todo a Fleur. Era por este mismo motivo que, después de que Fleur supo que yo podía hablar a la perfección en francés, ambos comenzamos a tener charlas en este idioma para descargar nuestras frustraciones con la señora Weasley. Los ingeniosos apodos que Fleur y yo inventábamos para la señora Weasley solían hacernos reír por horas. Afortunadamente, ninguno de los otros Weasley había hecho el esfuerzo de aprender ese idioma. No creía que a la señora Weasley le fuera a hacer demasiada gracia lo mucho que insultábamos la música de Celestina Warbeck, quien era la cantante favorita de la matriarca Weasley.
Algo positivo (además de obtener la aprobación de Bill y Fleur) había salido después de que demostrara que podía hablar con fluidez en francés, y eso había sido nada más y nada menos que el hecho de que Harry había encontrado muy caliente este idioma, a tal punto que solía pedirme que le hablara en francés mientras hacíamos el amor. Harry no podía entender una sola palabra de lo que yo solía murmurarle contra la oreja mientras me enterraba dentro de su cuerpo, pero el sonido de mi voz al hablarle en ese idioma era suficiente para hacerlo gritar de placer. Sin embargo, hablar en un perfecto francés no era la única forma que tenía para convertirlo en una especie de gatito desesperado por mi atención. Había alguien más que podía despertar esos sentimientos en él, y eso sólo me lleva a pensar en el último miembro de la familia Weasley.
Por muy extraño que esto pudiera sonar, en especial debido a todo lo que había ocurrido en ese condenado cobertizo, Charlie había sido otro de los Weasley que me había aceptado de inmediato. De hecho, él parecía querer hacer algo más que aceptarme. Charlie siempre solía tener este brillo especial en sus ojos cada vez que me miraba, uno que estaba cargado de deseo y que me ponía muy incómodo. Y a pesar de que yo no lo encontraba para nada atractivo y nunca amaría a nadie más que a Harry, no podía negar que Charlie era alguien divertido y que tenía las historias más fascinantes sobre dragones. No obstante, mi no tan despistado gatito había podido captar a la perfección los sonrojos que acometían a Charlie cada vez que él se encontraba en mi presencia, por lo cual no le había hecho ninguna gracia este hecho. A tal punto el claro enamoramiento que Charlie parecía tener por mí lo volvía tan celoso, que Harry se volvía muy pegajoso y posesivo conmigo siempre que teníamos que convivir en el mismo espacio físico que el domador de dragones. En esos días, Harry parecía incapaz de dejar de tocarme, ya sea para entrelazar nuestros dedos o acurrucarse contra mi cuerpo; y para mayor consternación de la señora Weasley, Harry hacía hasta lo imposible para besarme, eso sí, siempre asegurándose de estar frente al campo visual de Charlie. Y por muy ridículo que esto fuera, esa parecía ser la forma que Harry tenía de marcarle el territorio a Charlie; para dejarle muy en claro que yo era suyo y de nadie más.
El simple pensamiento de la forma en la que Harry se ponía celoso de Charlie era absurdo, siendo que él había sido quien se había besado con Charlie, y no yo. Sin embargo, no podía evitar sentirme más que agradecido y aliviado de que Charlie tuviera una especie de enamoramiento por mí, ya que eso sólo me aseguraba que no iba detrás de Harry y que, al parecer, el beso que había compartido con él en el cobertizo unos años atrás le había desagradado tanto como lo había asqueado a mi gatito.
El recuerdo de Harry me hace sonreír y mirar hacia la parte del escritorio que era de mi gatito. Sin embargo, no consigo evitar rodar los ojos con exasperación al ver el desastre que había allí. La mesa del escritorio estaba repleta de plumas, carpetas y papeles desordenados. Niego con la cabeza al pensar en la incontable cantidad de veces que lo había regañado para que ordenara el desastre que era su escritorio, claro que eso no había hecho que él hiciera como le había pedido; y este recuerdo sólo trae a mi mente el momento en el que habíamos terminado teniendo lugar de sobra para poder crear una oficina en nuestro apartamento.
Todo había comenzado un mes después de que la chica Weasley había intentado borrarme los recuerdos de mi vida. Harry había estado actuando muy extraño durante un tiempo y siempre parecía ocupado. Sus turnos en el trabajo solían extenderse más de lo debido, o al menos eso era lo que él solía decirme a mí. En una noche en la que estábamos viendo una película en el sofá, Harry me había dicho que iba a mudarse de nuestro apartamento porque ya había abusado demasiado de mi hospitalidad. Decir que mi corazón se había detenido ante esas palabras habría sido un eufemismo. Al principio había creído que Harry sólo me estaba jugando una broma, sin embargo, la seriedad con la que él me había observado me había dejado en claro que él hablaba en serio; y a pesar de que yo había hecho todo lo humanamente posible para convencerlo de que no tenía que mudarse (vamos, que hasta incluso le había dicho que, si lo que le importaba era abusar de mi hospitalidad, que él podía "pagarme" un alquiler si eso iba a hacerlo sentir mejor), Harry no había querido escucharme. Unos días después, Harry había juntado todas sus pertenencias del que había vuelto a ser mi apartamento, y se había desaparecido con un fuerte chasquido; aunque yo no había tenido tiempo de siquiera cuestionarme si esa había sido la forma que había tenido Harry de decirme que quería terminar nuestra relación, o, en el mejor de los casos, de necesitar un tiempo, porque un golpe en la puerta de entrada me había sacado de esos pensamientos que me estaban dejando sin aliento producto del miedo que estaba sintiendo. El simple recuerdo de lo ocurrido me hace sonreír y pensar en lo adorable que podía ser Harry cuando quería.
El pánico que comienzo a sentir después de que pasan unos segundos y Harry no vuelve a aparecer gritando "¡Te engañé!" es casi indescriptible. ¿Harry en verdad se había ido? Pero, ¿por qué? ¿Por qué se iría, siendo que ambos habíamos estado teniendo el mejor mes de nuestras vidas? ¿Acaso él ya no quería seguir con nuestra relación, y como no sabía cómo decírmelo, había buscado esa lamentable excusa para irse? ¿O quizás yo lo había saturado demasiado? ¿Quizás él necesitaba un tiempo a solas para poder ordenar sus pensamientos? Pero, si esto era así, ¿por qué no decírmelo? ¿Por qué mudarse?
Ninguna de estas preguntas tenía respuestas, aunque no estaba seguro de querer tenerlas, ya que esto podría significar el fin de mi felicidad. Después de todo por lo que habíamos pasado; después de haber superado los inconvenientes que nos habían puesto las personas que querían separarnos; después de todo eso, ¿no íbamos a poder estar juntos?
Un golpe en la puesta me saca abruptamente de estos pensamientos que estaban atormentando mi mente y me pregunto quién diablos sería. Realmente no quería tener visitas ahora, a menos que fuera Harry quien estuviera del otro lado. Voy hacia la puerta en dos zancadas y la abro con mayor fuerza de la necesaria, y es entonces donde agradezco internamente a cualquier deidad que estuviera escuchándome porque fuera justamente la persona que esperaba ver quien estuviera parado frente a mí.
Harry. Harry era quien estaba parado en la entrada de mi apartamento y con la taza que le había regalado de "Toca mi taza, y te lanzo un Expelliarmus" en sus manos, mientras él me da una sonrisa que no podía ocultar del todo la diversión que estaba sintiendo. Y antes de que siquiera pudiera preguntarle qué diablos creía que estaba haciendo, Harry comienza a hablar con un tono de voz avergonzado y que tenía algo de incertidumbre en él.
─Hola. Soy Harry Potter, tu nuevo vecino. Acabo de comprar el apartamento de al lado. Me preguntaba si tendrías una taza de azúcar que pudieras prestarme.
Me quedo observándolo totalmente anonadado y parpadeando como un imbécil para tratar de discernir si lo que estaban viendo mis ojos era real, o sólo un producto de mi imaginación. Cuando mi mente parece registrar que esto en verdad estaba ocurriendo, suelto una fuerte carcajada y empujo a Harry hasta la pared del pasillo para poder besarlo con fuerza. Harry sonríe dentro del beso y desaparece la taza con un pase de su mano, antes de enroscar sus brazos sobre mi cuello para poder profundizar el beso.
El recuerdo de ese día quedaría grabado por siempre en mi memoria, y no sólo porque había levantado a Harry hasta poder sostenerlo en el aire y lo había follado contra la pared del pasillo del edificio y sin importarnos que pudiéramos haber sido vistos por los otros vecinos del edificio, sino porque ese había sido el día en el que habíamos comenzado a planear una vida juntos. Ya no era mi apartamento con unas pocas pertenencias de Harry distribuidas al azar en él. No, a partir de ese momento íbamos a tener dos apartamentos para extender nuestro hogar y comenzar a amoldarlo a nuestras necesidades. Lo primero que habíamos hecho fue unificar ambos apartamentos. Para ello, tuvimos que tirar abajo toda la pared que conectaba ambos apartamentos. Afortunadamente, la magia nos había ahorrado el tener que pasar por todo el sucio y desgastador proceso de construcción muggle, y en menos tiempo del esperado, habíamos podido, no sólo ser capaces de deshacernos de esa pared, sino también de emplear hechizos para ampliar el lugar. Una vez hecho esto, comenzamos a adaptarlo a nuestra conveniencia.
En la parte de lo que solía ser el apartamento que Harry había comprado (y el cual era el doble de grande que mi apartamento, por mucho que eso me molestara) habíamos construido una nueva habitación de invitados para cuando Teddy se quedaba a dormir, un baño, un gran comedor y una amplia sala de estar para cuando solíamos tener visitas. Además, habíamos podido usar una de las habitaciones restantes de ese apartamento para crear esta habitación en la que me encontraba, la cual era una especie de oficina para ambos. Sin embargo, las modificaciones que más habíamos disfrutado eran las que habíamos hecho en lo que solía ser mi apartamento. Si bien no habíamos hecho grandes cambios en él, los que habíamos hecho habían valido completamente la pena. La principal modificación surgió de unir mi anterior baño por medio de una puerta a nuestro dormitorio para convertirlo en una suite. Asimismo, aprovechamos el incremento de espacio que nos había brindado el hechizo de expansión para añadir un jacuzzi al baño. La idea había sido de Harry, y había sido una de las más brillantes que ha tenido hasta el momento. El simple recuerdo del grandioso sexo que solemos tener en esa bañera es capaz de producirme, aun al día de hoy, agradables cosquilleos.
Sacudo la cabeza de inmediato para apartar esos pensamientos libidinosos de mi mente porque no sería conveniente pensar en ello, aun no, no cuando tenía algo más importante que hacer en unos pocos momentos. Además, y si todo salía bien, ya habría tiempo suficiente para hacer algo más que pensar en lo mucho que disfrutaba de hacer el amor con Harry. Teniendo la certeza de que ya no podría ser capaz de concentrarme con mi trabajo, decido apagar la computadora y tomarme un descanso, quizás prepararme una buena taza de té podría calmar mis nervios por lo que estaba a punto de ocurrir hoy. Me levanto de la silla y comienzo a caminar a la salida, pero antes de atravesar la puerta, doy unos vistazos hacia los estantes llenos de premios y menciones especiales que había en ellos. Una pequeña risa se me escapa entre dientes al recordar cómo habíamos llegado a eso.
Había ocurrido una tarde hace unos dos años atrás. Harry y yo habíamos estado discutiendo por alguna tontería que ya ni siquiera podía recordar qué era, y como siempre que discutíamos, nuestro lado más competitivo salía a la luz. Así era como habíamos empezado una infantil competición por ver quién era capaz de reunir mayores premios y menciones, aunque no íbamos a hacerlo de la forma convencional. No, Harry iba a encargarse de reunir los premios y menciones que me dieran a mí por mi renombrado trabajo como escritor, y yo me encargaría de los de él. Esta competencia se actualizaba todos los fines de cada mes, en donde hacíamos un nuevo recuento de los premios que habíamos ido recolectando del otro. ¿Y el premio para el ganador? ¡Oh! Eso sin dudas era lo mejor de toda esta tonta competencia. El perdedor debía someterse a cualquier idea en el dormitorio que tuviera el ganador. Hasta ahora, podía decir con gran presunción que yo iba ganando por escándalo; pero, ¿cómo no hacerlo, siendo que Harry parecía estornudar y obtener una nueva Orden de Merlín por ello? Y si bien eso volvía loco de rabia a mi gatito, sus reproches no eran tan efusivos como deberían serlo. Al parecer, Harry disfrutaba demasiado de someterse a todos mis deseos, unos en los que me encargaba de follarlo tan fuerte y profundo que incluso estaría sintiéndome por el resto de la semana. Honestamente, a estas alturas no me sorprendería que a él no le importara perder en lo absoluto. De hecho, él parecía encontrar sus derrotas como una absoluta victoria.
Con este pensamiento en mente, salgo de la oficina y voy hacia la sala de estar, y allí encuentro a mi adorable gatito acurrucado en el sofá y leyendo ensimismado el final del séptimo libro de "Galaxia". Una sonrisa se instala automáticamente en mi rostro, a la vez que siento unos molestos retortijones en el estómago debido a los nervios que estaba produciéndome lo que iba a ocurrir una vez que Harry terminara el libro; porque hoy, hoy iba a ser el día. Hoy, exactamente cinco años después de que ambos nos besáramos por primera vez, iba a ser el día en el cual intentaría hacerle la pregunta que había querido hacerle durante más años de los que podía recordar. Sólo tenía que esperar a que Harry terminara de leer el libro, y entonces podría darle mi "dedicatoria". Sólo esperaba que a Harry le gustara lo que había planeado y aceptara mi propuesta.
Otra sonrisa se apodera de mi rostro al recordar cómo se había vuelto una especie de costumbre entre nosotros el que yo escribiera una dedicatoria para Harry en cada libro de "Galaxia", una que sólo podría ver una vez que hubiera terminado de leerlo. Habíamos seguido con esta tradición para no tentar a la mala suerte, después de todo, la dedicatoria que le había ocultado de esta manera en el séptimo libro de "Constelaciones" había sido en gran parte la responsable de que pudiéramos estar juntos.
Harry termina de leer el libro y suelta un suspiro enamorado. Al parecer, el final del libro había sido de su agrado. Sólo me quedaba esperar que la sorpresa que tenía preparada para él en esa dedicatoria también le gustara. Teniendo en claro que esa era mi señal para actuar, acorto los pasos que me separan del sofá y me coloco en frente de Harry. Le doy un pequeño beso en la boca a modo de saludo, y luego digo: ─¿Ya lo terminaste?
─Sí. ¡Y fue increíble! El final fue perfecto. Amé la forma en la que hiciste que Etamin y Leonis tuvieran su final feliz.
Asiento con la cabeza para hacerle ver que lo había escuchado, a la vez que sonrío internamente al pensar que este no había sido el final para Etamin y Leonis, sino el comienzo de algo más emocionante que vendría con la nueva saga de libros; aunque me guardo este conocimiento para más adelante. Por ahora tenía otras preocupaciones más importantes en mente de las cuales hacerme cargo.
Lo observo en silencio durante unos segundos, preguntándome en mi mente cuándo sería el momento en el que mi gatito se percataría de que ya podía leer la dedicatoria. Afortunadamente, no tengo que morir de nervios mientras espero a que Harry recuerde este hecho, porque de repente él suelta un asombrado sonido.
─¡Oh! ¡Casi lo olvido! ¡Ya puedo leer la dedicatoria!
Sonrío ante lo despistado que aún era Harry, y aguardo impacientemente a que abra el libro en la página en blanco donde siempre solía escribirle las dedicatorias. Sin embargo, lo que ve una vez que encuentra esa hoja, lo deja con el ceño fruncido en confusión.
─Lanza Reparifarge sobre el señalador. ─Harry lee en voz alta esas palabras y me observa con una suspicaz mirada, pero lo que más se refleja en esas hermosas esmeraldas que tiene por ojos es una absoluta confusión. ─¿Por qué? ¿Qué tiene el señalador?
Sonrío con picardía al escucharlo preguntarme eso con tanta inocencia, y no puedo evitar acercarme una vez más a él para poder besarlo durante unos segundos. Sin embargo, no permito que el beso vaya más allá de un leve roce de labios y, en cambio, me separo de él y digo algo con un divertido tono que intenta enmascarar por completo el nerviosismo que estoy sintiendo por lo que está a punto de ocurrir.
─Bueno, no vas a enterarte a menos que lances el hechizo de destransformación, ¿verdad, Potter?
Harry me frunce el ceño al escucharme decir esto y rueda los ojos con exasperación, pero eso no evita que saque su varita y lance el hechizo hacia la nueva cinta dorada que le había dado para que usara como señalador. Una vez que su hechizo alcanza la cinta, ésta se transforma en un anillo de compromiso que estaba confeccionado en oro de la mayor calidad y que por dentro había hecho que le grabaran las palabras que nos caracterizaban, aquellas que solían decir más de lo que un "Te amo" podría. El grabado del anillo tenía escrita la frase "¿Asustado, Potter?", y con la cual sabría si Harry había aceptado mi propuesta si respondía con su parte de ella.
Con manos temblorosas, Harry toma el anillo en sus manos y sus ojos se llenan de lágrimas una vez que lee lo que estaba grabado en la alianza. Luego, eleva la vista hacia mí y me da una mirada expectante como si estuviera preguntándome con ella si esto era de verdad, si esto significaba lo que él estaba creyendo que significaba. La nerviosa sonrisa que le doy le da la respuesta que estaba buscando, pero sólo por si acaso, me aclaro la garganta y hago la pregunta que terminaría de confirmarle lo cierta que era mi propuesta.
─¿Asustado, Potter?
Harry suelta un sonido que es una mezcla de risita con sollozo, se coloca el anillo en su dedo anular, antes de decir aquello que había querido escucharlo decir desde que tenía memoria.
─Ya quisieras, Malfoy.
Y ni siquiera tengo tiempo de celebrar internamente el que Harry hubiera aceptado mi propuesta de matrimonio, porque de inmediato veo cómo el pequeño cuerpo de Harry se incorpora del sofá hasta poder acercarse a donde me encontraba, y parándose sobre la punta de sus pies, se aferra con sus brazos a mi cuello y me besa con la mayor emoción que jamás lo había hecho.
─¡Sí! ¡Sí me casaré contigo! ¡Merlín! ¡Te amo tanto, Draco!
Harry murmura estas palabras, mientras intercala besos desesperados contra mi boca y comienza a intentar quitarme la ropa; y yo no puedo hacer nada más que sonreír como nunca lo había hecho antes, a la vez que me aferro con fuerza a sus caderas. Siento a Harry gemir contra mi boca cuando mis manos bajan hasta posarse en ese respingón trasero que me vuelve loco, mientras pienso en lo muy equivocado que había estado toda mi vida. A veces, y solo a veces, los finales felices sí existían en la vida real.
La desesperante necesidad que tenemos por comenzar a demostrarnos todo lo que sentimos el uno por el otro de una manera más física nos hace regresar al sofá y arrojar descuidadamente el libro de "Galaxia" al suelo. El mismo cae con un ruido sordo a unos pasos de distancia, y desde aquí puedo ver que éste había quedado abierto en la última página, la misma donde estaba escrito otro final feliz. Y ese es el último pensamiento coherente que puedo tener, antes de que vuelva a poner toda mi atención en hacerle el amor a mi prometido y futuro esposo. Harry Potter, mi adorable gatito, era mi prometido; y si tenía suerte, en un futuro no tan lejano también sería mi esposo.
Realmente amaba como sonaba eso.
"Etamin mira hacia el cielo y desde allí puede ver con claridad la Constelación de Leo. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había estado en esta misma posición en el pasado, simplemente observando con un anhelo desesperante hacia el lugar en el que se hallaba aquel que era el dueño de su corazón. ¿Cuántas veces se había preguntado qué estaría haciendo Leonis en su Constelación? ¿Acaso estaría haciendo lo mismo que él, y estaría en el balcón de su alcoba imaginando en qué parte de la Constelación del Dragón se encontraba Etamin? ¿Era siquiera posible que Leonis pensara en él de la misma forma en la que los pensamientos de Etamin parecían estar siempre puestos en ese adorable gatito? Pero la pregunta que Etamin más solía hacerse al venir a su balcón a observar la Constelación de Leo era aquella por la que, durante muchos años, él había temido obtener una respuesta. ¿Había alguna oportunidad de que Leonis lo amara de la forma en la que Etamin lo amaba a él?
Una pequeña sonrisa asoma en el rostro de Etamin al percatarse de que, finalmente y después de todo por lo que había tenido que pasar, había obtenido las respuestas que tanto había estado buscando. El sonido de la puerta de su ventanal al abrirse lo saca de sus pensamientos, y ni siquiera necesita girarse para saber quién había ingresado a su amplio balcón. Ese inconfundible aroma podría reconocerlo en cualquier parte.
─¿Qué haces aquí afuera? ¡Hace un frío de los mil demonios, Etamin! Y conociendo nuestra suerte, es probable que termines contagiándote de alguna especie de resfriado interestelar que te volverá a poner en otra clase de sueño eterno. ¡Y estás loco si crees que volveré a buscar las siete Gemas Estelares para poder despertarte! Una vez ya fue suficiente, muchas gracias.
Etamin suelta una risa entre dientes y observa con una mirada que estaba cargada de picardía al valiente guardián que se había colocado a su derecha, antes de asestarle un juguetón codazo en las costillas.
─Es bueno que me hagas saber de antemano lo fácil que te rendirías conmigo. Y aquí estaba yo, creyendo que al fin había conseguido ganar tu corazón. Al parecer, tendré que buscar a alguien más que le importe mi vida lo suficiente como para reunir nuevas Gemas Estelares. ─Etamin observa de reojo a Leonis, y debe hacer un gran esfuerzo para no soltar una carcajada al ver cómo el ceño de su gatito se había contorsionado producto de los celos que estaba comenzando a sentir ante sus palabras. Aunque esto no detiene a Etamin, por el contrario, sus burlas se intensifican y traen a colación el nombre de la persona que podía hacer rabiar a Leonis. ─Quizás pueda preguntarle al Sanador Altais si estaría dispuesto a ir hasta los confines del Cosmos para salvar a su apuesto guardián en apuros. Él parecía tener un particular interés en mí. Todavía recuerdo cómo solía venir a mi habitación mientras estaba inconsciente y…
Pero Etamin nunca puede terminar de burlarse de Leonis, porque de repente su boca se ve asaltada con ferocidad por la del guardián de Leo. Etamin sonríe dentro del beso al sentir la forma en la que Leonis estaba aferrándose a su cuerpo con desesperación, mientras intentaba marcar a fuego su boca con ese abrasador beso. Era tan fácil poner celoso a su gatito. Después de lo que parecen haber sido siglos, Leonis se aparta de la boca de Etamin para poder recuperar el aliento perdido. Sin embargo, sus labios aún se encuentran a escasos centímetros de los de Etamin. Leonis aprovecha este hecho para rozarlos con los suyos y murmurar algo que hará que agradables escalofríos recorran toda la piel de Etamin.
─Idiota. Ya deberías saber que no hay nada en este mundo que no haría para ponerte a salvo. Iría en busca de todas las Gemas del Cosmos si eso podría hacerte volver a mí.
Etamin le da una sonrisa sincera y que se encuentra cargada de amor, una que estaba reservada única y exclusivamente para Leonis, antes de apartarse y comenzar a caminar hacia el ventanal de su dormitorio. A mitad de camino, Etamin se detiene y observa al inmóvil Leonis con una ceja en alto y una sonrisa traviesa que consigue hacer estremecer a su gatito, antes de extender su mano izquierda hacia él y decir la frase con la que pueden decirse todo aquello que sienten el uno por el otro.
─¿Asustado, gatito?
Leonis sonríe abiertamente al escuchar eso y sus hermosos ojos verdes adquieren un brillo particular, antes de acortar la distancia que los separa para tomar la mano de Etamin y así poder entrelazar sus dedos. Una vez hecho esto, les da un fuerte apretón a sus entrelazadas manos y responde con la misma frase que lo caracterizaba, aquella con la que podía decirle a Etamin que lo amaba sin decirle "Te amo".
─Ya quisieras, dragón.
Y con eso dicho, Etamin y Leonis comienzan a caminar tomados de la mano para regresar a la comodidad de su dormitorio.
"Del amor de dos 'Constelaciones', nació una nueva 'Galaxia'; y de ese mismo amor, surgirá el poder para salvar el 'Cosmos'."
Notas finales: y con esto, hemos llegado no sólo al final de "Cosmos", sino también al final de esta serie de tres partes. No tienen idea de las emociones contradictorias que estoy teniendo en estos momentos. Estoy llorando, literalmente, mientras estoy escribiendo esto. Tengo un nudo en mi garganta y me siento completamente triste de que se haya acabado, pero a la vez estoy absolutamente conforme con cada palabra que he escrito en esta serie. Esta ha sido la primera serie que he publicado y tenía muchos nervios por ello ya que nunca había escrito un Longfic de estas características. Han sido siete meses de arduo trabajo para que todo quedara lo mejor posible, para que la historia tuviera distintos giros y vueltas de tuerca que no la volvieran en una historia predecible. Realmente no tienen idea de todo el tiempo y el amor que le he puesto a ella, motivo por el cual me está costando tanto dejarla ir; pero como todo en la vida, las cosas tienen que tener un final y este es el de la serie "Constelaciones".
De todo corazón, espero que les haya gustado esta serie y que haya podido sacarles risas, suspiros y lágrimas con ella. Sepan que pueden dejarme todas sus opiniones al respecto en un comentario, ya sean palabras de agradecimientos, felicitaciones o críticas constructivas, todo me sirve para mejorar en mi escritura y darme ánimos a seguir escribiendo historias sobre estos dos adorables y despistados tortolitos.
Por lo pronto, no puedo asegurar cuándo volveré con algo nuevo. Mi inspiración realmente parece agotada en estos momentos, y a pesar de que aún tengo una semana de vacaciones antes de volver al trabajo, dudo que pueda escribir algo en este tiempo. De todos modos, trataré de reunir toda la fuerza de voluntad para que la espera no sea tan larga.
Por último, los agradecimientos antes de que me despida. Los haré en conjunto para los lectores de Fanfiction y los de Archive of Our Own. Quiero darle mi infinito agradecimiento a cada una de las personas que se ha pasado por la serie "Constelaciones" ya sea simplemente leyendo, añadiendo a sus alertas y favoritos, dejando sus kudos o poniéndola en sus bookmarks; pero especialmente, quiero dejarles todo mi amor y gratitud a aquellas preciosas personitas que se han tomado el tiempo y el trabajo de comentar los capítulos. No tienen idea de lo mucho que ha significado para mí leer sus opiniones de lo que escribo, ni tampoco pueden imaginar cuántos ánimos me brindaban para seguir plasmando mis ideas en palabras. A todas estas personas, mi más sincero agradecimiento y espero que haya podido darles con esta serie al menos una pequeña parte de la felicidad que ustedes me han brindado.
Ahora sí, me despido. Abrazo gigante y nos leeremos en otra historia.
