Harry Potter pertenece a J.K Rowling y no me atribuyo la propiedad de nada más que mis tramas originales y OCs
La Casa de Slytherin.
[La historia hasta ahora, POV Emily]
Emily estaba realmente entusiasmada, Hogwarts era todo con lo que había soñado desde que Dumbledore le revelo que ella era una bruja y le entrego la carta de la escuela.
El Profesor Dumbledore era aterrador, una especie de idiota moralista y abusivo con una posición elevada, a Emily no le agrado, pero no fue hasta que envolvió su armario en llamas que ella decidió que el hombre era completamente desagradable y ruin. Se atrevió a amenazarla para obligarla a devolver las insignificantes baratijas que había tomado de los otros huérfanos. No eran tanto trofeos, sino seguros, un recordatorio de que debían meterse con ella o perderían más de lo que les gustaría.
Fue solo mucho más tarde ese mes que Emily pudo ir al Caldero Chorreante. El local parecía sucio y antiguo. Por otra parte, el Callejón Diagon era realmente impresionante, pintoresco y lleno de vida. En único inconveniente de aquel lugar, era la gran cantidad de personas que lo recorrían, a Emily jamás le habían gustado las multitudes.
Había conseguido algo de dinero en Gringotts del fondo de ayuda para estudiantes becados de Hogwarts. Tristemente, la cantidad no era demasiado grande, por lo que Emily se dio cuenta de que se vería obligada a comprar la mayor parte de sus implementos de segunda mano.
Todo había marchado perfectamente hasta que tuvo que pagar por su varita en Ollivander's, en algún momento gasto demasiado dinero, al punto en que no le quedaba suficiente para costear los siete galeones.
Definitivamente no debió haber comprado tantos libros fuera de los que se solicitaba para primer año, pero, sin aquellos libros sobre el mundo mágico y su cultura. ¿Cómo esperaban que los niños que no se criaron en la Gran Bretaña Mágica se adaptaran a la vida entre magos y brujas?
En aquel momento, allí frente a Garrick Ollivander, y sin ser capaz de pagar unos miseros siete galeones, se había sentido avergonzada y nerviosa al ser incapaz de pagar su propia varita. Pero, talvez como un acto de piedad, o lastima; un niño de su misma edad, probablemente un niño de una familia adinerada, se ofreció a pagar por ella.
Como una forma de compensarlo, Emily se había dispuesto a esperar a que él obtuviera una varita, pero en el momento en que Ollivander le dijo que no había ninguna en su tienda que se adaptara a él, y que debía dirigirse a un artesano en una calle aledaña y un tanto peligrosa, Emily se vio en una encrucijada, pero, decidida a agradecer al niño, decidió seguirlo.
Mientras el niño seguía al artesano de varitas, Emily comenzó a leer sobre el mundo mágico, un libro sobre la nobleza, las familias prominentes, tradiciones y etiqueta en la sociedad mágica.
El niño era de una vieja familia noble, se llamaba Harry Peverell y resulto ser muy amable y amigable. Por primera vez, Emily considero si seria prudente tener un amigo.
Tras una conversación divertida e interesante, acabaron acordando encontrarse en el Expreso de Hogwarts y compartir un compartimiento en el viaje a la escuela.
El día del viaje en tren, Emily estaba impaciente, y llego a la estación de King Cross más de una hora antes de la partida. Abordo el tren en la estación 9 ¾, y se sentó en un compartimiento vacío, con la esperanza de que Harry la encontrara y no tuviera que moverse de allí hasta llegar al pueblo de Hogsmade.
Emily se vio inmersa en una interesante lectura sobre la historia de Hogwarts. Hasta que un grupo de estudiantes mayores irrumpió en su compartimiento.
Se trataba de un grupo de Sangres Pura intolerantes, quienes no se contentaron con solo echar a Emily del compartimiento, sino que la insultaron por origen e inexistente linaje.
Jamás se había sentido tan humillada, asustada, triste y furiosa. Ella no tolero ser tratada de aquella forma por los otros niños en el orfanato, y no toleraría ser tratada así en Hogwarts, sin importar quienes fueran los otros, ella demostraría que era mejor, ella se volvería lo suficientemente poderosa y destacaría en la escuela hasta que nadie fuera capaz de despreciarla.
Aun así, la tristeza y humillación la golpearon fuerte, mientras arrastraba su baúl por el tren, Emily desesperadamente trataba de contener las lágrimas que amenazaban con caer de sus ojos. Pero, en un descuido acabo por chocar con un niño, Emily cayo al suelo, y solo pudo ver los lustrosos zapatos de alta calidad y la elegante parte inferior de la túnica que vestía el niño con quien choco.
Tratando de sobreponerse a la situación, Emily intento disculparse, solo para ser recibida por la sonrisa y comprensión de Harry, quien la ayudo a levantarse y le dio consuelo, afortunadamente había chocado con Harry, y el no parecía culparla por ello.
Tras ello, juntos buscaron un compartimiento, y pasaron un divertido viaje junto a otra niña de primer año a quien conocieron allí.
La ceremonia de selección fue impresionante, y sofocante a partes iguales. ¿Y si el sombrero seleccionador no la envía a ninguna casa? ¿Y si le dice que ella no es digna? ¿Qué pasaría si tuviera que volver al orfanato?
Cuando el sombrero le pregunto su preferencia, parecía haber sido parte de una especie de prueba, pero cuando respondió que quería quedarse cerca de Harry, parecía haberla superado. Emily acabo siendo asignada a la Casa de Slytherin.
Todo había sido perfecto después de aquello, al menos, hasta que Emily se levantó al día siguiente.
Su entusiasmo por el primer día de clases, se vio truncado por lo que la recibió justo fuera del área de los cuartos de las niñas.
Esa mañana Emily se despertó muy temprano, se apresuro a tomar una ducha matutina y a vestirse con su uniforme. Era demasiado temprano para dirigirse al Gran Salón para desayunar, por lo que Emily decidió tomarse un tiempo para leer en la Sala Común.
Después de buscar en su baúl por unos minutos, y habiéndose hecho con el libro 'Una Historia de Hogwarts', la niña se dirigió a la zona de descanso de la Sala Común, la chimenea estaba ardiendo, y los sofás frente al fuego parecían un lugar muy cómodo para leer antes de tener que ir a desayunar.
El lugar estaba completamente vacío, por lo que Emily, a quien disgustaban las multitudes se sintió muy cómoda.
Rápidamente se vio absorbida por la interesante lectura, unos pocos ruidos a su alrededor indicaban que los otros estudiantes comenzaban a salir de sus cuartos y comenzaban a dirigirse al Gran Salón. Nada de esto la molesto, mientras nadie se dirigiera a ella y la dejaran leer tranquilamente, Emily no tenía problema.
Pero, como si al mundo le gustara llevarle la contraria, o simplemente el destino quisiera burlarse de ella, Emily se vio groseramente interrumpida.
De un momento a otro, se encontró siendo arrojada fuera del cómodo sofá, y se vio rodeada por cuatro estudiantes que ella ya reconocía. Eran los mismos que irrumpieron en su primer compartimiento en el tren, solo que esta vez, la chica, Cassiopeia Black no se encontraba entre ellos.
—Esos sofás son para tus mejores, pequeña sangre sucia —dijo con tono altivo el rubio platinado.
—Si, una mocosa inmunda como tú no debería siquiera estar en la noble Casa de Salazar Slytherin —añadió el chico de cabello rubio arena en apoyo al primero; Crouch, si mal no recordaba Emily.
La niña no sabia que hacer, incluso si Harry le había dicho que no se dejara intimidar, y que podía recurrir a su amistad como protección, Emily sabia que mientras Harry no estuviera presente, ella no seria capaz de contradecir o defenderse de los estudiantes sangre pura.
Por ello, por ahora, ella simplemente dejaría que se salieran con la suya, mientras se limitaran a la intimidación y los insultos, estaba bien con Emily, ella ya estaba acostumbrada a ello desde su tiempo en el orfanato de la señora Cole.
—¡Oh, miren eso! —exclamo el de pelo negro y uniceja— ¡un libro de segunda mano! ¿Hey mocosa, lo sacaste de un basurero? —se rio mostrando sus dientes amarillos.
—Ja, ja, ja —se rio otro a carcajadas— Sangre Sucia y pobre… ¿No puedes ser mas indigna de Slytherin? No… no me digas… ¿Acaso eres también a penas un squib?
Emily se limito a mirar hacia el suelo mientras se aferraba con fuerza a su libro, las lagrimas amenazaban ya con derramarse, pero ella no pretendía darles la satisfacción de llorar, no podía permitirse mostrarles cuanto le afectaban sus palabras.
Ella no tenia la culpa de ser pobre, era una huérfana, la culpa era de su madre, Merope Riddle que no tenia donde caer muerta, y por si fuera poco, una madre loca que inicialmente había insistido en llamarla 'Tom Marvolo Riddle', aparentemente en honor al padre y abuelo de Emily.
Tratando de distraerse de lo que sucedía actualmente, Emily decidió concentrarse en la ira y desprecio que sentía por su madre. Una mujer demasiado débil incluso para asumir la responsabilidad de cuidar a su hija después de ser abandonada por su esposo. Todo esto lo sabia Emily por las historias que escucho de la señora Cole y el resto de las matronas.
La niña de cabello negro estaba inmersa en sus pensamientos cuando escucho un estruendo, y lentamente subió la cabeza para encontrarse con la causa de ello.
Allí lo vio, era Harry que parecía estar completamente furioso, y tenia su varita en la mano.
Volteando rápidamente al otro lado, Emily noto que los cuatro estudiantes que la intimidaron se deslizaban en aquel momento por la pared a su espalda, muecas de dolor visibles en sus caras. Y entonces lo comprendió, Harry los había golpeado con magia, era la única explicación.
Por un lado, Emily estaba feliz y relajada al saber que ahora estaba a salvo, pero por el otro, se sentía frustrada e irritada, esto no serviría de nada, tarde o temprano, cuando Harry no estuviera cerca, esos estudiantes se vengarían, y seria con ella con quien se desquitarían.
—¡Qué demonios estaban pensando! ¡¿Quién diablos se creen que son?! —grito Harry, sus ojos brillaban de un verde aterrador y ominoso, su actitud no se parecía en nada a la del niño amable y tímido que Emily había conocido en el Callejón Diagon y en el viaje en tren.
Uno de los chicos se levanto del suelo, era el rubio platinado, quien parecía bastante enojado y humillado.
—Como te atreves, ¿no sabes quién soy? —pregunto altivo.
Emily vio a Harry hacer una mueca despectiva, y una cruel sonrisa cargada de burla se formó en su rostro.
Ella no quería verlo así, no era el niño que conocía, no era el amigo junto al que quería pasar sus años escolares. Frente a ella solo podía ver a un niño mimado, otro de esos sangre pura de linaje noble que desprecian a todos a su alrededor.
¿Que era ella para él? ¿Una amiga? ¿una simple sangre sucia de la que burlarse? ¿una niña pobre que se aferraría a cualquier gesto de bondad, una posible sirvienta? ¿o simplemente una mascota que mantener?
—Esa mirada codiciosa, y esa mueca de estar oliendo mierda. Junto a darse aires de grandeza, ¿eres un Malfoy, no? —respondió al chico platinado, Harry con una voz cargada de burla y desprecio.
Fue entonces que Emily se desconecto de lo que sucedía a su alrededor. Harry no era quien ella pensaba, solo era otro mocoso sangre pura mimado que disfrutaba despreciando a otros.
Ella no aceptaría su protección, ella no se rebajaría a ser una seguidora de un mocoso con el ego inflado.
Emily no noto cuando los cuatro chicos que la habían intimidado se marcharon. Pero fue sacada de su ensimismamiento cuando un Harry con una expresión preocupada y amable se acercó a ella.
—Tranquila, Emily. Ya nadie te molestara —trato de consolarla.
Pero ella no aceptaría su caridad, no aceptaría ser solo una niña desvalida con la que 'Peverell' buscaba demostrar cuan caritativo y desinteresado era.
Ella simplemente lo miro, mordiéndose el labio frustrada y de mal humor.
—No quería ser salvada —dijo ella en voz baja— ¡No quería que me vieran llorar! —añadió molesta y en un tono mucho más sonoro— ¡Puedo cuidarme sola! —le grito a Harry antes de levantarse y dirigirse a su habitación para guardar su libro y lavarse la cara. Pero, principalmente para alejarse de Harry. Ella ya no volvería a ser su fuente de entretención.
Emily no lo admitiría, pero, se sentía traicionada, sentía que no podía confiar en Harry. No obstante, lo que mas le dolía, era el hecho de que sentía que acababa de perder a su primer y único amigo.
