Harry Potter pertenece a J.K Rowling y no me atribuyo la propiedad de nada más que mis tramas originales y OCs
Primeras Clases.
Harry se quedo allí, de pie, inmóvil por unos minutos.
Los otros estudiantes de Slytherin le miraban con ligera diversión, comprensión y empatía. Algo por lo que no estaba para nada agradecido.
¿Qué, en nombre de Merlín acababa de pasar?
Harry creía estar ayudando a Emily, así que… ¿Por qué motivo esa chica lo había rechazado de tal forma? ¿había sido demasiado entrometido? Tal vez. ¿Debía dejar que intimidaran a Emily? Definitivamente no.
Una leve irritación inundo a Harry mientras se descongelaba y dirigía una mirada agria a los estudiantes alrededor. Luego, sin mediar palabra dio vuelta sobre sus talones y salió de muy mal humor de la Sala Común, tal vez el desayuno podría subirle el ánimo.
Camino solo desde las mazmorras hasta el Gran Salón, una vez allí, se sentó en la parte mas alejada de la mesa de Slytherin y lleno sus mejillas con tostadas con mantequilla, bebió una taza de té, y se marchó, mucho más satisfecho de lo que estaba antes de comer, pero aun de muy mal humor.
Si alguien le viera, notaria instantáneamente el ceño fruncido y su mirada de tristeza.
Harry se dirigió al aula de Encantamientos, pues esa seria su primera clase. Lamentablemente no se trataría de una lección práctica, pues era una sola hora. Completamente dedicada a la teoría.
El aula estaba a medio camino en la Torre de Ravenclaw, era una sala enorme similar a un anfiteatro donde el profesor estaría en el escenario. Los estudiantes se sentaban frente a largos mesones de madera clara y barnizada. Esta era una clase que se impartía a todos los primeros años al mismo tiempo, por lo que Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw estaban reuniéndose lentamente.
Harry vio llegar a Emily acompañada de Dorea.
Noto que Emily arrastraba a la chica de la familia Black lejos de él, cuando esta se había dispuesto a sentarse a su lado.
La clase inicio luego de diez minutos, los Slytherins, Riddle, Black, Burke, y Scrivenor, se sentaron juntos. Los Hufflepuff ocuparon la mitad del salón. Los Gryffindor se sentaron ante uno de los mesones, y los Ravenclaw hicieron lo mismo en el mesón de la primera fila.
Harry se quedo solo, en un rincón de la parte trasera del salón de clases.
El profesor era un hombre alto, de aspecto serio, ataviado con una túnica negra y con el pelo blanco y corto. Su actitud severa le daban un carácter inaccesible.
—Buenos días a todos —comenzó diciendo— Soy su profesor de encantamientos, mi nombre es Oswald Prince —se presentó— esta, es por mucho la asignatura más útil para cualquier mago o bruja, los encantamientos se usan para todo, y son la principal rama de la magia que se utiliza cotidianamente. Pueden vivir sin saber Defensa Contra las Artes Oscuras, usar hechizos sin saber Runas ni Aritmancia, pueden comprar las pociones si no saben prepararlas, pero no pueden prescindir de cosas tan simples como un hechizo de iluminación en una noche oscura. Ni un encantamiento levitador si se encuentran un obstáculo pesado en su camino.
—Como todos ustedes son primeros años, asumiré que no saben nada, en absoluto, sobre la magia práctica. Y que la mayoría no tiene la menor idea sobre la teoría mágica de encantamientos —dijo con tono aburrido y final— por ello, me temo que tendré que comenzar desde lo básico. En primera instancia, comenzaremos con el encantamiento de iluminación, 'Lumos', que es simplemente generar una luz con su varita. Nada más, nada menos. Pero antes de que cualquiera de ustedes ose sacar sus varitas… esta es una clase teórica. Saquen sus diarios de campo, y comiencen a tomar notas.
Harry mecánicamente siguió las instrucciones, su mirada se desviaba de vez en cuando hacia donde Emily y el resto de los Slytherins estaban sentados. Tal parece que el profesor Prince lo noto, pues cuando Harry volvió a mirar al frente, el profesor le miraba irritado.
—¡Peverell! —bramo— No me importa cual sea la niña que amerita tantas miradas de su parte, pero no tolerare a nadie en mis clases que no sea capaz de prestar atención —añadió fulminando a Harry con la mirada, sus palabras provocaron que todos los estudiantes voltearan a mirarlo, lo que provoco que el niño se sonrojara avergonzado— Entonces, para demostrar que al menos tiene conocimiento sobre este hechizo, ¿En qué año fue creado?
Harry dio un trago audible y bajo la mirada con nerviosismo.
—Fue creado por Levina Mankstanley, se conoce como su primer uso el año 1772, en el Ministerio de Magia. —respondió Harry con un tono seguro, aunque ligeramente bajo.
—Muy bien, Peverell. Tal parece que no eres una completa pérdida de tiempo —dijo el profesor Prince con ironía— pero, tome notas como fue instruido, no obstante, ahora quiero saber. ¿Qué señorita tiene al joven Lord Peverell tan encaprichado? —pregunto con burla.
Eso tomo a Harry desprevenido, quien acabo sonrojado nuevamente y tartamudeando nerviosamente.
—Era una broma, señor Peverell —explico el profesor— pero tal parece que no estaba equivocado sobre el motivo de su distracción.
Dijo antes de reanudar su clase.
Luego de una embarazosa clase de encantamientos, Harry se encontró con tiempo libre hasta después del mediodía.
Sin nada más que hacer, intento iniciar una conversación con Emily en la sala común, pero la niña parecía decidida a ignorarlo. Desanimado, Harry se dirigió a su habitación, ingreso en su baúl, y se puso a leer en su biblioteca personal.
Harry comenzó a leer un viejo tomo sobre magia ofensiva, una lectura interesante, pero poco practica pues eran decenas de paginas describiendo un hechizo, la teoría tras los movimientos de varita, motivos para la entonación del hechizo, y toda la base Aritmantica sobre la que se creo el hechizo, para solo luego de todo eso, enunciar el hechizo y sugerir no practicarlo por ser muy peligroso.
Luego de leer sobre tres hechizos de grado básico, Harry hastiado del libro, decidió leer un tomo diferente.
El libro era un compendio de la viejas criaturas mágicas con las que Mors Peverell se había encontrado en su juventud. Mors había sido el segundo jefe de la Casa Peverell, sucesor e hijo de Grim Peverell.
Era impresionante la cantidad de criaturas que existían en aquella época, decenas de especies de dragones eran mencionadas en el libro, la mayoría de dichas especies ahora se encontraban extintas debido al Estatuto del Secreto. Y la caza a la que los magos los sometieron para evitar que los muggles los notaran.
Harry leyó por varias horas, y luego, bastante aburrido, decidió probar algo.
—¡Tuffy! —llamo en voz alta, con una pequeña esperanza de que su amiga de la infancia y elfina personal lo escuchara y apareciera frente a el como solía hacer en el Castillo Peverell.
Pasaron los minutos, y Harry estaba perdiendo la esperanza, cuando:
*crack*
Con un estallido, la pequeña elfina apareció con un aspecto cansado.
—Harry llamo a Tuffy, y Tuffy vino —dijo ella con una sonrisa feliz, antes de que sus parpados comenzaran a cerrarse pesadamente.
De un momento a otro, la elfina se derrumbó dormitando, aparentemente agotada.
Harry asustado, se apresuro a atrapar a la pequeña elfina antes de que cayera al suelo, cargándola casi sin esfuerzo. Luego, el niño la llevo hasta la recamara que estaba preparada en su baúl, donde puso a la elfina sobre la cama, y la arropo con cuidado.
Lanzando un Tempus, Harry noto que solo le quedan unos minutos para su primera clase de Transformaciones. Se había perdido el almuerzo.
Rápidamente, escribió una nota para Tuffy, no quería preocupar a su amiga, después de todo.
Harry corrió desde la Sala Común de Slytherin, hasta el aula de Transformaciones en el quinto piso al otro lado del Castillo.
Lamentablemente, llego tarde. El profesor Dumbledore ya se encontraba dando su saludo inicial, y mantuvo a Harry fuera del aula hasta que hubo terminado.
—Señor Peverell —saludo el profesor— me alegro de que haya considerado dignarnos con su presencia en esta humilde clase. Pero, me temo que llega tarde. Quince puntos menos para Slytherin, por su completa falta de puntualidad —añadió amonestadoramente— ahora, si puede, tome asiento con uno de sus compañeros de clase —instruyo.
Harry miro en busca de un asiento vacío y, el único lugar que quedaba era una mesa solitaria donde no había nadie sentado. Emily estaba sentada con Dorea. Jonathan estaba sentado con la niña Burke. Y como solo eran cinco Slytherins, Harry se quedó solo. Por ello, camino rápidamente así aquel pupitre y se sentó.
—Muy bien, ahora que el señor Peverell se ha sentado —comenzó el profesor Dumbledore— es hora de comenzar con la clase.
—La transformación es uno de los principales campos de la magia —explico— un amplio campo donde tenemos cuatro principales ramas, la transfiguración, la destransfiguración, la conjuración, y la desaparición —tomo un pequeño descanso para mirar a todos los alumnos en el aula de pasada— existe luego, un avanzado campo complejo, que implica un avanzado conocimiento de las Transformaciones, Pociones y la Aritmancia. Me refiero, por su puesto a la Alquimia. Pero, me temo que aquí en Hogwarts se imparte como una asignatura NEWT, por lo tendrán que esperar hasta sexto año para aventurarse en aquel maravilloso tema.
—No me gusta alargarme demasiado en la teoría, solo han de saber, que a la hora de transformar o destransformar un objeto, lo esencial es la intención, y la imaginación a la hora de emplear el hechizo —dijo con una sonrisa tensa— comenzaremos con la transformación de una cerilla a una aguja.
La clase transcurrió lentamente, Harry fue el único que logro realizar la transformación durante la clase. Por lo que Dumbledore le concedió cinco puntos por 'un trabajo bien hecho'.
Al salir de la clase Harry estaba muy desanimado. Había sido un pésimo primer día de clases.
Primero, por alguna extraña razón, había hecho enojar a Emily, y ella estaba decidida a no hablarle.
Segundo, su profesor de Encantamientos decidió burlarse de él.
Tercero, se perdió el almuerzo, y llego tarde a Transformaciones.
Ahora solo le quedaba una clase, Defensa contra las Artes Oscuras, por lo que no estaba nada entusiasmado, después de todo, en su experiencia los profesores de Defensa tenían un mago oscuro pegado en la nuca.
Harry camino lentamente, arrastrando los pies mientras se dirigía al Aula de Defensa, que por cierto, se ubicaba en las mazmorras, muy cerca de las cocinas.
El niño de ojos verdes estaba tan desanimado que no noto que Emily y Dorea se acercaron a él.
—Te saltaste el almuerzo —dijo Emily detrás de Harry, sacándolo de su desanimado ensimismamiento.
Harry volteo en dirección a la voz, un poco más animado ahora que Emily volvía a hablarle.
—Uh… hu… —asintió avergonzado.
—No hagas de esto un habito —dijo ella fríamente, antes de sacar un panecillo del bolsillo de su túnica— esto es lo único que se podía guardar entre lo que sirvieron en el almuerzo —explico antes de ofrecérselo a Harry— Tómalo.
—Gracias —contesto el antes de tomar el pastelillo y devorarlo en tres mordiscos.
—No es nada —respondió Emily— Solo… simplemente no te metas en mis asuntos. Puedo solucionar mis problemas por mí misma. —añadió antes de alejarse con Dorea siguiéndola de cerca.
—Lo siento —susurro la segunda niña al pasar a su lado— ella es… solo… testaruda— añadió antes de correr tras Emily.
Un Harry ligeramente mas animado se encamino tras ellas rumbo al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Y, por primera vez en ese día, el joven Peverell disfruto de una clase. El profesor era un ex-auror retirado, que pasaba su jubilación entrenando jóvenes; 'para que estuvieran listos para unirse a la Guerra con Grindelwald'
Su clase fue casi completamente teórica, pero culmino con la enseñanza y practica del escudo de grado inferior, 'Aegis Vocar' un pequeño encantamiento escudo capaz de bloquear encantamientos usados en 'peleas de patio de escuela' como el profesor se refería a los conflictos entre alumnos de primer año.
Finalmente, en la cena, Harry disfruto de una contundente y variada comida. Para nada balanceada ni saludable. Extrañamente, los alimentos fritos siempre fueron los que más recurrentemente estarían disponibles en las mesas del Gran Salón.
