Capítulo 18: Caída.
Disclaimer: Los siguientes personajes (de Megaman, Queen's Blade, Sora No Otoshimono y Saint Seiya) pertenecen únicamente a sus respectivos dueños.
Mientras Milo, Shun y Zero combatían con todas sus fuerzas contra Vane, en otra torre Dohko, Shiryu y su grupo se enfrentaban al otro Vane.
—¡Dragón Naciente! —arremetió Shiryu, descargando el poderoso golpe en dirección a rival.
Vane R. no se inmutó y cortó (literalmente) la técnica del caballero de bronce. Luego extendió su espada hacia arriba y comenzó a concentrar su energía.
—Maldición, esto es… —Sirius no pudo terminar su advertencia ya que el albino los atacó con su máxima técnica: El Corte del Juicio.
Jean y Cute fueron protegidos por el escudo de Shiryu, que se agrietó debido a la fuerza del impacto, en tanto que los demás se defendieron a su manera.
—¿Tomoe te encuentras bien? —preguntó Shiryu viendo en dirección a la sacerdotisa.
—Sí, solo estoy un tanto agotada. Veo que así se pelea a un nivel más alto —dijo jadeando un poco Tomoe y volviendo a ponerse en posición defensiva al ver que Vane R. estaba concentrando energía en su katana nuevamente.
—¿Es que acaso esto no se termina? —se preguntó por lo bajo Sirius, preparándose para el siguiente ataque del albino.
En esa ocasión ejecutó un ataque con menos potencia, que los guerreros pudieron esquivar, pero no se dieron cuenta de que era una trampa.
Apenas ellos saltaron, Vane hizo lo mismo, estando en una posición perfecta para realizar un ataque devastador.
El albino iba a matarlos con un solo movimiento de su arma, sin embargo, el corte fue detenido por Dohko y Tomoe que usaron sus respectivas espadas para frenarlo. Así, los tres empezaron a pelear a una mayor velocidad, en un intercambio de embates, bloqueos y demás movimientos que daban cuenta de su habilidad.
La cara de Shiryu era una de preocupación, no porque estaban peleando contra Vane, sino que le preocupaba la sacerdotisa.
— "Tomoe, detente ya. En cuanto comiencen a pelear a la velocidad luz ya no podrás enfrentar a Vane" —pensaba el caballero de Dragón.
Pero algo sacó de sus pensamientos al caballero de bronce en cuanto sintió, y vio, como Tomoe comenzaba a explotar su cosmos.
—¡Haa! —el cosmos de Tomoe crecía más y más, además parecía que la mayor parte de su energía se concentraba en la hoja de su Kushinawa.
—Tomoe, ¿No estarás pensando… —Shiryu no completó esa frase porque Tomoe ya había reunido suficiente energía y se había lanzado contra Vane, acorde a su pronóstico.
—¡Vuelo del Dragón! —atacó al mismo tiempo que su cosmos la envolvía, haciendo parecer que la punta de su espada era la boca de un dragón chino.
Tanto Dohko como Shiryu estaban sorprendidos de que la joven había logrado dominar una técnica así en tan poco tiempo. Pero su asombro cesó al ver que Vane R. bloqueó el ataque con su mano y atravesó sin piedad con su espada a la sacerdotisa.
—¡Tomoe! —gritaron todos al unísono al ver a la azabache en el piso y con mucha sangre alrededor.
Shiryu estaba furioso, su enojo lo iba consumiendo y quería descargarlo sobre Vane, pero Dohko posó su mano en el hombro de su aprendiz y comenzó a hablarle.
—Shiryu, no dejes que la ira y la venganza te consuman o esta batalla será en vano. Además, esa muchacha todavía puede salvarse, siento una débil señal de su cosmos —dijo el maestro de Libra para luego dar unos pasos hacia adelante— Yo peleare con Vane, mientras tú te encargas de salvarla.
El japonés asintió y se fue rápidamente hacia donde estaba la joven de Hinotomo. Al acercarse se arrodilló y puso sus manos en la herida que tenía en el vientre.
—Resiste Tomoe —decía el caballero de armadura verde, concentrando su cosmos.
—Eres bueno, pero aun te falta entrenamiento —dijo el caballero dorado, acumulando energía para su siguiente técnica— ¡Cien Dragones de Rozan!
Vane R. trató de hacerle frente a la poderosa técnica, aunque los dragones eran demasiados y terminaron impactando en él.
—Increíble, ¿Acaso lo derrotó? —preguntó Cute.
—No, solamente logró darle un buen golpe, eso es todo —contestó frunciendo un poco el ceño Sirius, viendo como el albino de ropas rojas se levantaba.
—Bien ¿Podemos continuar? —sonrió Dohko tronándose los nudillos.
El experimento biológico no respondió, solo se lanzó a atacar al anciano maestro.
—Hay algo que me parece extraño —comentó Cute pensativa.
—¿Qué cosa? —preguntó Sirius.
—Este tipo, nuestro enemigo, no ha dicho una sola palabra, es como si los ratones le hubieran comido la lengua —dijo la de cabello rosa— ¿Ya era así?
—Cierto, sé que hay personas que prefieren mantenerse calladas… Aunque esto ya es extremo —dijo el caballero de Tigre, presenciando el combate del caballero de Libra contra Vane. Era imposible cuestionarse qué había sucedido con su enemigo desde su anterior combate para volverse tan callado.
Dokho continuaba usando la espada de Libra para poder hacer frente a la katana de Vane R. y parecía que el combate se inclinaba poco a poco a favor del caballero ateniense.
—Eres buena… —jadeó un poco Jackie con una sonrisa.
—Lo mismo digo de ti… —la albina también estaba casi en el mismo estado que su hermano.
—Pero, en serio, déjame ir, no quiero lastimarte demasiado, Jess —insistió Jackie, poniéndose en posición defensiva.
—Oh, qué lástima, la única forma de pasar es derrotándome —sonrió levemente Jess, dando un salto y lanzándole una ráfaga de energía a Jackie, la cual fue esquivada.
—Como tú quieras —el desertor tomó impulso y se dirigió a atacar a su hermana.
Ambos se encontraban intercambiando golpes a una velocidad impresionante, aun con su cansancio. Ninguno de los dos pensaba ceder. Jess logró conectar un rodillazo a estomago de Jackie, aunque este reaccionó rápido y, antes de que su hermana, pudiera golpearlo nuevamente, le dio un codazo en la cara. Parecía una mala historia que nunca iba a terminar, tratar de sacar ventaja aparentaba ser inaudito.
—Je, creo que debemos terminar con esto —rio débilmente Jackie, aterrizando en el suelo, mientras era envuelto en un aura dorada.
—Si así lo quieres… —Jess comenzó emanar un aura de color rojo, al mismo tiempo que observaba con absoluta seriedad a su hermano.
—¡Aguja Escarlata! —Milo disparó con su aguijón, pero Vane logró esquivar casi por completo el ataque.
—Tsk… —gruñó por lo bajo el albino, viendo que una de las estrellas le había acertado— ¿Eh?
Zero había hecho un clon de él (más específicamente un holograma) para ejecutar su siguiente maniobra y a Vane le costaba saber cuál de los dos era el verdadero.
—¡Haa! —ambos dieron un corte, el Zero original un corte descendente y el holograma uno horizontal.
Vane se valió de su suerte y trató de bloquear al Zero del corte descendente. Lo bueno para él era que había acertado, lo malo era que Shun se colocó detrás de él y lo golpeó con su cadena defensiva, enviándolo con Milo y este, a su vez, lo recibió con su Aguja Escarlata.
—Ya solo faltan 5 aguijones más, ríndete o muere —advirtió Milo de pie frente a un adolorido Vane.
—¿Rendirme dices? Lo lamento, pero no está en mi vocabulario —dijo con una leve sonrisa Vane, levantándose del suelo.
—Pues entonces muere ¡Aguja Escarlata! —atacó con intenciones de rematarlo Milo.
Vane hizo un rápido movimiento, ejecutando una voltereta, pasando de largo del rival y, a la vez, golpeándolo con su técnica: Sombra de las cien hojas.
—N-no puede ser… —fue lo último que articuló Milo antes de quedar en el suelo, con sangre fluyendo de su espalda y brazos.
—Uno menos, quedan tres —se dijo a si mismo, envainando a Yakami, el albino.
Zero uso su dash para aproximarse al albino, pero este saltó hacia atrás desenvainando a Yakami y lanzando una onda de viento cortante al caer, que, por los pelos, el hunter esquivó.
—Entiende Zero, esta batalla ya la perdieron —dijo fríamente el de ojos rojos.
—La batalla no se define hasta que se termina —respondió serio el de armadura oscura, saltando a atacar a Vane.
—Este es el final Jess, te derrotare a pesar de que seas mi hermana y mi ser más querido —decía Jackie aumentando más el aura que lo rodeaba. Todo el jardín artificial parecía comenzar a desmoronarse por el poder de ambos y amenazaba con extenderse a toda la edificación.
—Yo tampoco tendré ningún remordimiento, ahora eres solo un rebelde cualquiera y debes morir por tu traición —dijo con su voz fría Jess, que emitía un resplandor de igual tamaño que el de Jackie.
—¡Terminemos con esto, Jess! —exclamó lanzándose el joven de traje, preparando el puño.
—¡Jackie! —imitó su acción la albina.
La colisión fue tan grande que dejó en ruinas el jardín y el estallido se sintió en toda la base. Al empezar a disiparse el humo, se encontraban ambos de espaldas a una cierta distancia.
—Jeje… bien hecho… pero hiciste trampa —dijo con dificultad para respirar Jackie, notando como unas gotas de sangre caían en el suelo. El joven de ojos amarillos tenía un corte profundo en el hombro y uno más pequeño en la zona de las costillas.
—No me vengas… con eso… tú también lo hiciste —sonrió levemente Jess, viendo la enorme herida que tenía en vientre.
—Cierto —sonreía igual que su hermana el muchacho de sombrero, soltando el subfusil Thompson con el que había provocado tal herida a la albina.
Jess también soltó la lanza, que desapareció al hacer contacto con el suelo, lo mismo había pasado con el arma de Jackie.
—Felicidades hermano… ganaste —reconoció la de ropas rojas, brindándole una última mirada.
—Espera, Jess —dijo Jackie, dándose la vuelta y comenzando a correr (aun con sus heridas) hacia donde estaba su hermana. Pero un remolino, salido de la nada misma, envolvió a Jess y esta desapareció— discúlpame… por haberte dejado sola, hermanita —murmuró derramando una lagrima. Apenas dio unos pasos hacia donde estaba la salida, su cuerpo colapsó, preso del cansancio y las heridas que tenía.
—Vamos Tomoe, resiste —decía el caballero de Dragón, concentrando aún más su cosmos.
Cute, Jean y Sirius solo eran espectadores entre como Shiryu trataba de salvar la vida de Tomoe y de cómo Dohko peleaba al mismo nivel de Vane R. sin problemas.
Shiryu dio un impulso más de cosmo y entonces se detuvo.
—¿Tomoe? —preguntó en voz baja el caballero de bronce viendo a la sacerdotisa, temiendo lo peor.
—… —poco a poco la guerrera de Hinotomo comenzó a parpadear débilmente hasta que abrió sus ojos— ¿Shiryu?
—¡Impresionante, lo logró! —celebró con una sonrisa Jean.
— "Así que los caballeros no solo usamos el cosmos para la batalla" —pensó sonriendo Sirius.
Dohko volteó por un instante para ver que su pupilo había tenido éxito.
—Shiryu, si ya terminaste, creo que puedes ayudarme con este problema —le llamó el maestro de Libra.
—¡Sí! —asintió Shiryu, poniéndose de pie— Quédate aquí, lo has hecho bien —le dedicó una sonrisa a Tomoe para luego ir con su maestro.
—Shiryu, tengo un plan, pero necesitamos a alguien más para que funcione —anunció el viejo maestro, viendo hacia atrás y dando un sutil guiño.
—Claro que será un gusto ayudarlos —dijo el "tercero": Sirius.
—Bueno, escúchenme, solo tenemos una oportunidad, así que no la desperdiciemos… —Dokho comenzó a explicar su plan. Luego de ello, se volvió hacia donde estaba Vane, quien había aguardado silenciosamente, casi con cautela— ¿Listos?
—¡Sí! —asintieron ambos caballeros de bronce.
Entonces el caballero de Libra y el caballero de Dragón comenzaron a hacer las mismas posiciones.
—¡Furia de los Mil Dragones de Rozan! —exclamaron en sintonía, realizando un ataque parecido al de los cien dragones, aunque contaba con mayor potencia.
Vane R. trataba de esquivarlos o desviarlos, pero los dragones seguían apareciendo y algunos ya habían impactado en él.
—Perfecto, parece que van a derrotarlo —aventuró con confianza Jean.
—No, esto no es suficiente, solo han causado unas pocas heridas —analizó Tomoe, viendo seria la pelea.
—Yo aun no entiendo para que llamo a Sirius, si está ahí parado viendo como los demás se esfuerzan —cuestionó Cute. Jean y las chicas se quedaron atentos a la pelea, y aun con la duda de Cute en mente.
Los últimos dragones que lanzaron maestro y alumno atacaron al mismo tiempo. Vane R. los bloqueo, pero perdió la visibilidad de sus enemigos por unos segundos. En cuanto logró ver con claridad, se llevó una sorpresa para nada grata: Sirius se encontraba frente a él con su cosmos concentrado y su puño preparado.
—Sorpresa… ¡Colmillo del Monte Lu! —vociferó el joven caballero de Tigre, golpeando con la devastadora técnica al albino. Hubo una gran explosión que casi destruyó el pasillo, si no fuera por la fuerte construcción de la base y por la capacidad de reducir los daños colaterales que tenían los caballeros en sí.
—Lo… logre… —jadeo Sirius, viendo al ya derrotado enemigo, que estaba aparentemente muerto y con su katana rojiza, rota.
—Bien hecho, Sirius —felicitó Dohko, poniendo su mano en el hombro del caballero de bronce— E incluso has logrado, por unos segundos, despertar el séptimo sentido —dijo dejando al más joven con expresión de sorpresa.
—Sí, has luchado como un verdadero caballero de Athena —elogio Shiryu para luego ver al albino que había sido derrotado— Maestro, mire eso.
Repentinamente, el cuerpo de 'Vane' comenzó a desaparecer, al mismo tiempo que su espada (con su hoja partida a la mitad) se elevaba, y luego desaparecía en un destello rojo.
—Hmm… este guerrero con el que nos hemos enfrentado al parecer no era el tal Vane —dedujo Dokho, pensativo.
—Cierto, su energía solo estaba en esa espada —decía con la misma expresión el caballero de Dragón— Lo que me parece más factible es que el Vane al que nos enfrentamos sea… un clon.
—Eso quiere decir que el verdadero Vane debe estar peleando con alguien más —pensó en voz alta Sirius.
—No lo sé, pero nosotros debemos continuar —ordenó Dohko.
—¡Sí! —asintieron los demás y continuaron su camino.
A las afueras de la fortaleza nevada, Sohara, Tomoki y los demás se encontraban presenciando como un ya inconsciente Seth trataba de reanimar a Ikaros. También algunos estaban discutiendo la forma de que todos pudieran entrar a la fortaleza.
En medio de esa situación, Seth elevó su cosmos de forma impresionante y, luego de tal despliegue, cayó al suelo.
—¡Seth! —Sohara corrió hacia donde estaba el caballero de Arpa, aun inconsciente.
—Lo logró… —murmuró Tomoki de forma muy baja.
—¿Qué? —preguntaron todos los que estaban cerca.
—¡Lo logro! ¡Ikaros está viva! —anunció a viva voz y sonriendo el de Sorami, mientras veía como la angeloid abría lentamente los ojos.
—¿Amo? —preguntó con su voz un tanto inocente la de cabello rosa y este le dedicó una feliz sonrisa en respuesta.
— "Seth lo logró. Aunque no es algo que debería impresionarme" —pensó con una sutil sonrisa Kanon, volviendo a prestar atención a su conversación con los caballeros dorados.
—Se terminó Vane, esta vez ya no tienes escapatoria —dijo Zero, mirando fijamente a su rival, ambos mostraban signos de cansancio y leves daños.
—¿En serio? ¿Estás seguro de eso? Piénsalo bien, los únicos todavía en pie son: Tú, el caballero de Andrómeda y esa angeloid de cabello azul que tiene un poder despreciable —analizó brevemente Vane con algo de sorna— Creo que esta victoria será para mí —determinó el de cabellos blancos, apareciendo detrás de Zero y Shun dispuesto a atacarlos con una ráfaga de viento cortante, pero su espada fue detenida por la dañada cadena de Shun.
—Como tu dijiste, yo también sigo en pie —dijo Shun, tratando de mantener su agarre.
—¿Y crees que con eso me asustas? —Vane tomó con su mano la cadena de Andrómeda, jalándola hacia él y a la vez a su dueño— ¡Te tengo!
Apenas Shun estuvo cerca del albino, este lo golpeó con un ataque de energía que género en su mano, impactando en la boca del estómago del guerrero de Athena.
—¡Shun! —exclamaron con preocupación Nymph y Zero al ver como este se encontraba tirado en el suelo, gravemente herido y con su armadura hecha pedazos.
—Uno menos y solo quedan dos… —volvió a contabilizar, desenvainando a Yakami, el de ropas blancas— ¿Qué te parece un duelo de espadas?
Zero solo gruñó, mirando con enojo al albino, al mismo tiempo que se ponía en guardia con su Z-Saber.
Vane hizo el primer movimiento, pero Zero logró bloquear el embate, luego intercambiaron varias estocadas y cortes, que siempre eran bloqueados o esquivados.
—Zero, ya debes saberlo… Yo soy capaz de resistir más, pero tú tienes un límite, no soportaras por mucho esta pelea —dijo confiado Vane.
—Ya lo veremos, miserable —confrontó manteniendo su actitud seria Zero— "Aunque es cierto, si no hago algo pronto, estoy perdido" —pensaba el hunter.
—¡Sombra de las Cien Hojas! —atacó una vez más Vane, los golpes eran tan veloces que Zero apenas podía bloquearlos y terminó siendo golpeado— Zero, creo que es horas de terminar contigo —dijo decidido el albino, aunque para él toda la pelea era un juego sencillo que podría haber concluido antes.
— "Esto no puede acabar así…" —pensaba el rubio mientras que su rival se dirigía a atacarlo.
—¡Muere de una vez, Zero! —gritó el de ropas blancas a punto de dar un corte que daría por terminada la batalla.
Aunque, algo sucedió, tanto Vane como Zero estaban sorprendidos (Vane más bien, estaba con una expresión de disgusto) ya que Nymph había tomado por la espalda al de ojos rojos.
—¿¡Que haces, basura!? ¡Suéltame! —decía furioso Vane, tratando de zafarse del agarre.
—Nivel Máximo de Hackeo: ¡Activado! —dijo la angeloid, usando su habilidad en el albino.
—¡Suéltame ya! —Vane expulsó una gran cantidad de energía de su cuerpo, apartando, y también dejando herida, a la angeloid— ¿Eh? ¿Qué pasa? —trataba de girarse hacia atrás para matar a Nymph, pero su cuerpo no respondía— Mi cuerpo ¿Qué le pasa a mi cuerpo? ¡No puedo moverme! —decía con furia el albino.
—¿Eh? —Zero estaba tan confundido como su oponente.
—He utilizado mi habilidad de Hackeo para bloquear la movilidad de tu cuerpo, en otras palabras: te quedaras ahí como si fueras una estatua —explicaba con voz débil Beta.
—¡Maldita, eres una perra! —la insultaba el albino.
—¡Vane! ¡Es hora de terminar con esto! —decía Zero comenzando a transformarse. En cuanto la esfera de energía que había rodeado al hunter se disipó, este ya estaba en su forma Absolute Zero.
Vane sabía que ese era su final, Zero no se encontraba a más de 3 metros de distancia, y, aun así, trataba de liberarse de la parálisis.
—Este golpe va por todos los que has perjudicado, por las vidas que arrebataste en otros universos —decía concentrando todas sus fuerzas en un solo golpe— ¡Haa! —se lanzó a atacar al albino.
Cuando Zero estaba a pocos centímetros, Vane logró recuperar sorpresivamente su movilidad y realizó un corte ascendente en diagonal con su Yakami. De todas maneras, el reploid logró golpear a Vane, saliendo este despedido por la fuerza del golpe.
— "Bien Zero, al final me has derrotado como un verdadero guerrero, aunque con un poco de ayuda de tus amigos. Igual acepto mi derrota" —decía resignado en su mente, mientras caía gravemente herido, el albino con una leve sonrisa.
—Zero… —articuló Beta en un tono de voz algo débil, viendo que el rubio había quedado en silencio. El hunter dejó ver su rostro, en el cual tenía una expresión triunfante y luego levantó el pulgar, dejando tranquila y feliz a la angeloid de cabello azul.
—¿Puedes levantarte? —preguntó volviendo a entrar en su forma normal el reploid legendario y extendiendo su mano, ofreciéndole ayuda para levantarse a Nymph.
—Sí… —asintió aun con una sonrisa la angeloid, aceptando la mano del hunter.
—Debemos ir a ver cómo están los otros —sugirió Zero.
—Astraea se encuentra bien, pero Milo y Shun resultaron más heridos —dijo Beta a punto de dirigirse a ayudar a los caballeros junto con el hunter rojo.
—¡Alto! —exclamó una voz detrás de ellos. Se trataba de Iris que, aun con lo debilitada que estaba, los apuntaba con su Buster.
Zero la miraba con indiferencia y Nymph con sorpresa.
—Si quieren seguir, tendrán que derrotarme —amenazó con voz decidida la reploid.
—No voy a pelear con alguien que ya fue derrotada —dijo Zero, dándose media vuelta para seguir con su camino.
Iris parecía estar a punto de dispararle hasta que Nymph se interpuso.
—No dejare que le hagas daño —dijo la pequeña angeloid, sorprendiendo a Iris.
—Ya veo… —dijo la reploid castaña, esbozando una pequeña sonrisa— Nymph, cuida bien a Zero y nunca lo abandones —le expresó su voluntad la de armadura negra para después bajar su arma y dirigirse a ayudar a Vane.
—Iris… —murmuró sorprendida Nymph ante el cambiar de parecer de la mencionada.
—Nos volveremos a encontrar —se despidió la todavía sonriente castaña, desapareciendo en un haz de luz junto con Vane.
—Hey, Nymph, ¿Me ayudas? —preguntó Zero que, fingiendo ser prácticamente ajeno a la situación, se encontraba ayudando a Shun. Nymph asintió y fue con él.
—Je, Vane y su noviecita fueron derrotados —dijo Seg, parado frente una gran pantalla, llevaba los brazos completamente vendados debido a las heridas recibidas en la batalla y tenía ropas nuevas, de un estilo similar a las anteriores.
—Bien ¿Ya diste la orden a nuestros "subordinados" que cumplieron su deber? —consultó Berlion que se encontraba en una especie de trono en la misma sala, mientras jugaba con una copa de vino en su mano.
—Sí señor, aunque a un no lo entiendo —contestó Seg, rascándose la nuca con el dedo índice.
—¿Qué cosa? —preguntó su líder.
—¿Por qué decirles que luego de cumplir con sus órdenes los deja irse al universo que se les plazca? —cuestionó el gemelo.
—Porque son solo peones momentáneos, no los necesito para otra cosa —respondió su creador— Y como soy generoso, los dejé por así decirlo, "libres".
—Ya veo, ¿Pero acaso no le preocupa que esos ineptos lleguen aquí? —dijo con una leve sonrisa Seg refiriéndose a los guerreros que se habían infiltrado a la fortaleza.
—Para nada… —carcajeó un poco Berlion— Yo, solo, puedo hacerme cargo de esas pestes, tan solo me divierto con ellos —terminó de decir, dándole un trago a su copa— por cierto, ¿Enviaste las tropas al campamento de nuestros "invitados"?
—Sí, ya se encuentran en camino —respondió Seg sonriendo con malevolencia.
—Bien, dejemos que el juego continúe —dijo el Lord presenciando la pantalla que le mostraba al grupo de Seiya y los demás corriendo por los pasillos de una de las torres. Él, por su parte, aguardaría tranquilamente en su actual 'escondite', una estación espacial en la órbita del planeta.
