Año 35: Columbia

Nina Harrison

18 años

Distrito 10

"Se le escapó un te quiero a la que no quería nada"

La arena de este año tiene nombre. Lo dijo el presentador de los juegos después de la cuenta atrás. Se llama la mansión de las trampas y es obvio el porqué. Estamos en una casa enorme y hay trampas por todas partes. No han sido muy originales a la hora de bautizarla. Supongo que gastaron toda su creatividad en diseñar todas las cosas que pueden matarnos.

La habitación donde estamos ahora parece segura. Al menos yo no he detectado nada raro a simple vista. Probablemente haya algo escondido en el armario o en los cajones, pero no los pienso abrir para averiguarlo.

Nico está tumbado en la cama. Respira trabajosamente y puedo ver que las vendas que le taponan la herida están llenas de sangre. Esa cabrona del dos le hizo un buen tajo con su espada que le atraviesa el pecho en diagonal. He intentado curárselo como he podido, pero no parece que haya funcionado.

Al menos han podido enviarnos un botiquín. Tenemos bastantes patrocinadores. El vencedor del año pasado fue de nuestro distrito y además por primera vez hemos salido cosechados dos matarifes. Ethan y Sabrina, nuestros mentores, nos han vendido prácticamente como si fuéramos máquinas de matar.

A mí no me convencía mucho la idea de una alianza, pero Sabrina dijo que haciendo equipo nos veríamos mejor de cara a los posibles patrocinadores, así que acepté. Nico aceptó de inmediato. Es un chico sociable y hubiera buscado estar en una alianza de todos modos. Dijo que no le gustaba la idea de pasar por la arena completamente solo. Yo pensé que era una tontería, pero en estos días he agradecido tenerlo a mi lado para planificar estrategias, turnarnos las guardias o simplemente hablar. No pensé que estar dentro de una competición a muerte fuera algo que se pudiera olvidar, pero Nico ha conseguido que lo haga en algunos momentos mientras charlábamos de todo y de nada.

En un principio yo no quería esa clase de cercanía. Al fin y al cabo somos aliados, no amigos. No obstante, Nico no puede evitar ser así, cálido y extrovertido, y es la clase de persona que hace que te abras con él quieras o no. Es como un golden retriever. Por mucho que intentes resistirte, es imposible que no te acabe cayendo bien.

Renuevo las vendas de sus heridas. No creo que sirva de mucho, pero es lo único que puedo hacer. Nico entreabre los ojos y me mira.

–¿Vas a matarme? –pregunta.

–Estoy cambiándote las vendas.

–Aceptaste aliarnos porque éramos más útiles juntos, pero ya no soy útil.

No sé qué contestar. Recuerdo haber dicho eso y sé que Nico tiene razón, pero la idea de matarlo me horroriza. Nadie me culparía, quedamos pocos y sería un acto de piedad, pero no puedo hacerlo. Nico no es solo mi aliado. Es mi amigo aunque nunca se lo haya dicho. Quizá debería decírselo, pero ha cerrado los ojos y creo que se está durmiendo. Espero que sea eso.

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La canción del capítulo es Columbia de Quevedo. Me inspiró lo de no querer atarse y al final acabar encariñándose.

Nina y Nico dieron guerra y acabaron con varios tributos. Al fin y al cabo tenían más o menos experiencia y sabían a lo que iban. Los profesionales los marcaron como objetivo y ellos les dieron pelea. Acabaron con algunos y consiguieron que los restantes tuvieran que huir, pero Nico quedó herido. Al final el chico del dos, Octavius Proud, volvió a encontrarlos y los mató. Nico estaba en las últimas y Nina no pudo protegerlos a los dos. Él fue el ganador de ese año.