¡Hola! Aquí les dejo esta sensual historia que salió por culpa una platica con una amiga y un muy animado grupo de WhatsApp. ¡Gócenla!
N/A: La historia está siendo editada para que compagine con su versión en inglés.
Cobardía
Capítulo 1: Verdades
Ichigo estaba tratando de traducir el texto frente a él, tratando de que las oraciones tuvieran algún sentido para poder continuar con su trabajo, pero el ruido de Kazui en la sala y la voz de Orihime cantando en la cocina lo hacía difícil.
Nunca le había molestado el ruido que hacía su familia en las tardes y nunca se había quejado porque cuando él se sumergía en su trabajo se olvidaba de todo lo demás, pero en ese momento su mente era una maraña de caos que se hacía más grande por el caos habitual de su hogar.
Se arrepentía de haber contestado aquella llamada en la mañana, porque si no la hubiera contestado, nada de esto estaría pasando y todo seguiría como siempre. Él tendría algo de paz en su vida y podría terminar su trabajo.
Toda la desesperación que sentía en ese momento, junto con la ira y la impotencia, hicieron que un rayo cayera sobre su mundo interior, iluminando la oscuridad provocada por las nubes de lluvia.
Zangetsu también estaba en la misma situación, desesperado y enojado, rompiendo las ventanas de la ciudad inundada de Karakura en la que se había convertido su mundo interior y exigiendo un tributo de sangre para calmar su ira.
— ¡Otosan!
La llamada de Kazui, seguida de sus pasos corriendo por el piso de madera en dirección a donde él estaba trabajando, hizo que Ichigo se rindiera y dejara el trabajo a un lado.
Todavía tenía tiempo.
Él podía manejarlo.
Solo tenía que deshacerse de esas malditas noticias que inundaban su cabeza para poder seguir con su vida.
Con solo mirar a Ichigo, Orihime se pudo dar cuenta de lo enojado que estaba. Era fácil darse notar cuando Ichigo estaba enojado porque sus cejas se juntaban de una manera peculiar, diferente de su habitual expresión de concentración o seriedad. Cualquiera que no estaba familiarizado con él lo confundía fácilmente con preocupación.
Orihime observó los intentos de Ichigo de fingir que todo estaba bien, pero ella sabía que él no lo estaba. Era obvio que algo estaba mal con Ichigo.
Cuando le preguntó directamente a su esposo si había algún problema con su trabajo, con la casa o consigo mismo porque estaba preocupada, Ichigo atribuyó su mal humor al trabajo.
Ella creyó en esa explicación y no hizo más preguntas, pero cuando Ichigo le entregó a su cliente el archivo al que atribuía su mal humor y esa expresión de enojo no desapareció de su rostro, supo que Ichigo le estaba escondiendo la verdadera causa de su estado de ánimo.
A Orihime le dolió que Ichigo no quisiera compartir esa carga con ella, así como le dolía saber que no importaba cuánto lo intentara, no podía acercarse a su esposo tanto como quería.
Le dolía saber que su deseo de unirse a él, más allá del afecto físico, no se estaba cumpliendo como había imaginado.
— Hay un hollow cerca. Volveré pronto.
Orihime vio a Ichigo salir de su propio cuerpo, que estaba sentado en la silla de la sala, y perderse en algún lugar a lo lejos. Ella sabía que no había un hollow cerca y que Ichigo solo buscaba una excusa para salir de la casa, y eso le dolió.
Le dolió de la misma manera que le dolía que Ichigo no se negara a ir a la Sociedad de Almas cada vez que recibía un mensaje de Rukia con un pedido de apoyo del escuadrón, lo que incluía un viaje y una estadía de unos días en ese lugar.
Le dolió de la misma manera que le dolía cuando ella le pedía a su esposo que hiciera algo y él lo hacía porque tenía que hacerlo, porque dormían en la misma cama y ella necesitaba sentir la cálida piel de su esposo contra la suya aunque fuera por un breve momento, incluso si no había más besos de los necesarios ni abrazos tras aquellos encuentros fugaces.
Orihime puso una manta sobre el cuerpo de Ichigo, que había tardado más de lo habitual en volver, y se sentó a su lado, recostó la cabeza y suspiró. Kazui estaba dormido en su propia habitación y ella podía permitirse el lujo de suspirar por su esposo ausente.
El teléfono de Ichigo sonó en el bolsillo de su pantalón y Orihime se despertó de golpe. No se dio cuenta cuando se quedó dormida pero era tarde, muy tarde, e Ichigo no había regresado.
Orihime buscó rápidamente el teléfono de Ichigo, que no paraba de sonar, y vio el nombre de Rukia en la pantalla junto con un emoji de conejito.
Ver la forma en que Ichigo había guardado el contacto de Rukia en su directorio telefónico hizo que los celos y el enojo, los que Orihime creía olvidados después de ver a Rukia casarse y tener una hija con Renji, regresaran a ella.
— ¡Hola Kuchiki-san!
Orihime escuchó su propia voz en un tono diferente al habitual pero estaba enojada porque Ichigo no había regresado, porque Rukia lo llamaba en momentos en que no se debe llamar a las personas decentes y porque había un estúpido emoji de conejo junto al nombre de Rukia.
Se hizo el silencio al otro lado de la línea y Orihime esperó pacientemente hasta que escuchó la voz de Rukia con un toque de nerviosismo que tampoco le gustó.
Rukia no tenía que llamar a Ichigo tan tarde.
— ¡Orihime! Perdón por llamar a esta hora pero es ahora que tengo algo de tiempo libre. Quería preguntarles si les parece bien que los visitemos este fin de semana... Ichika quiere saludar a Kazui y quiero algunos de esos bollos rellenos que venden en tu panadería.
Orihime se quedó en silencio, preguntándose si lo que Rukia estaba diciendo era verdad o solo una excusa rápida por haber llamado tan tarde en la noche. El reloj de la pared lo decía, era tarde.
Demasiado tarde.
— ¡Por supuesto que no! Te esperamos el fin de semana. Kazui-chan estará feliz de ver a Ichika-chan y te traeré varias cajas del pan que quieres.
— ¡Genial! Hasta entonces.
Y Rukia terminó la llamada.
Orihime miró fijamente el teléfono e hizo algo que nunca antes había hecho o que nunca pensó que haría: revisar el teléfono de Ichigo.
Ichigo no tenía contraseña, así que lo primero que hizo Orihime fue averiguar cómo la había agregado entre sus contactos. Ichigo no tenía muchos contactos agregados y los revisó leyendo los nombres uno por uno hasta que encontró su nombre.
"Orihime", sin nada añadido, ni corazón ni emoji. Nada, solo su nombre.
Eso le dolió.
Buscó en los registros de llamadas, pero no había nada más que números aleatorios de lo que supuso que debía ser el trabajo de Ichigo. No había mensajes de Rukia por ningún lado, y cuando fue a las fotos solo había fotos de Kazui.
Orihime se dijo a sí misma que tal vez estaba pensando demasiado y volvió a guardar el teléfono de Ichigo en su bolsillo después de borrar el registro de llamadas de Rukia.
Tal vez estaba imaginando árboles donde no los había.
Ichigo odiaba la idea de la visita de Rukia y Renji. Lo odiaba porque tenía que fingir que todo estaba jodidamente bien cuando era todo lo contrario. Cada vez que Ichigo pensaba en ellos, recordaba la llamada que Renji había hecho ese día con su maldita voz llena de felicidad y orgullo, y se le revolvía el estómago.
Zangetsu le susurraba al oído que podían matar a Renji la próxima vez que fueran a la Sociedad de Almas, e Ichigo no quería admitir que tal vez, y solo tal vez, era una buena idea.
"La reina es nuestra, sólo nuestra". Zangetsu solía decir y tenía razón.
Rukia era suya y odiaba que hubiera elegido a otra persona, al igual que se odiaba a sí mismo por no tener el coraje de luchar por ella.
Durante la visita, Ichigo atribuyó su mal humor al trabajo.
Rukia se burló de él como siempre solía hacerlo y Renji le dio unas palmaditas en la espalda en un gesto de apoyo que Ichigo no necesitaba.
Renji no era su amigo, no cuando se atrevió a decir esas "palabras de agradecimiento" antes de la pelea más importante de la existencia misma. No cuando lo primero que hizo fue hacer esa llamada para darle esa noticia.
No, Renji no era su amigo.
Renji solo le estaba restregando en la cara que se había quedado con Rukia porque "se conocían" desde hace más tiempo.
¡Maldito Renji!
Ichigo agradeció al universo que Renji hubiera recibido una llamada de su escuadrón para regresar a la Sociedad de Almas, pensando que la reunión terminaría en ese momento, pero se equivocó.
Ichika no quería irse todavía, Kazui no quería que ella se fuera y Rukia convenció a Renji de que estaba bien y que después llevaría a Ichika a la casa.
Ichigo no sabía qué era peor, si tener a Renji y Rukia allí o si solo tener a Rukia allí, así que decidió salir de la casa para observar a los niños que jugaban en el jardín. Orihime se quedó con Rukia dentro de la casa, hablando de lo que tenían que hablar, mientras él veía a su hijo vencer a la hija de Renji en las carreras.
Eso lo hizo sentir orgulloso.
Por la noche, cuando Rukia finalmente decidió que era hora de regresar a la Sociedad de Almas, Ichika y Kazui comenzaron a rogar para tener una fiesta de pijamas. Rukia se negó, alegando que Ichika no había traído su pijama, pero Orihime la convenció diciéndole que le prestaría uno de los pijamas grandes de Kazui.
— Para que puedas tener un tiempo a solas con Abarai-san.
Orihime dijo esa línea y el hollow dentro de él gruñó, molesto de solo imaginar ese tipo de "tiempo a solas". Rukia se sonrojó y eso puso a Ichigo de peor humor.
— Me voy entonces. Abriré el senkaimon en el patio trasero, que tengan buenas noches.
— Te acompaño. — Se ofreció Ichigo antes de que Orihime pudiera sugerir algo sobre él y los platos sucios.
Orihime se despidió de Rukia y envió saludos a todos en la Sociedad de Almas, y Rukia le agradeció por la hospitalidad y por cuidar de Ichika durante la noche.
Su camino hacia el patio trasero fue silencioso, solo interrumpido por el sonido de sus pasos y las puertas corredizas del senkaimon abriéndose. Rukia giró sobre sus talones para mirarlo y se aclaró la garganta antes de hablar. Ichigo apretó los puños, pensando cómo ella podría tener el descaro de mirarlo a los ojos como si nada hubiera pasado.
— Ichigo, Renji vendrá a recoger a Ichika en la mañana porque yo...
— ¿Cuándo me ibas a decir? ¿Por qué siempre tengo que averiguarlo al último o por medio de otra persona?
El reclamo de Ichigo salió sin que él pudiera contenerse. Llevaba demasiado tiempo tratando de controlar su ira y sus reproches hacia Rukia y ya no podía más. Él no era como ella, que podía fingir que nada andaba mal. Él estaba siendo consumido por dentro por culpa de esa maldita noticia.
La conmoción y el nerviosismo en el rostro de Rukia le dijeron que ella no esperaba que él lo supiera, y de nuevo, Ichigo maldijo a Renji.
— ¡Lo sabes! ¿Cómo lo sabes? Yo no...
— "Tú no" ¿Qué? ¿Pensaste en no decírmelo? Eres una cobarde, Rukia. No tuviste el coraje de decirme que te casabas y fui el último en enterarme. Y ahora... ¡esto! — Ichigo la señaló con un gesto demasiado agresivo. — Si Renji no me hubiera llamado ese día, con esa estúpida alegría de hombre orgulloso, entonces no me habría enterado. ¿Qué debo hacer? ¿Felicitarte? ¿Pretender que esto no me afecta? ¡Maldita sea, Rukia! ¡Lo odio!
— ¡No te atrevas a llamarme cobarde! ¡No soy una cobarde! — Rukia lo señaló con un dedo. — ¡Si hay un cobarde entre nosotros, eres tú! ¡Tú, que no fuiste por mí! ¡Tú, que después de todo lo vivido me dejaste! ¡Así que no me llames cobarde! ¡Nuestra miserable vida es por tu culpa!
— ¡También es por ti! ¡Podrías haberte negado a casarte con ese idiota! ¡Podrías haber venido y golpeado y exigido una respuesta!
La ira de Ichigo era tan grande como la de Rukia, sin embargo, el hollow dentro de él gruñó cuando vio los ojos de Rukia llenos de lágrimas. Ichigo inmediatamente se sintió como el peor hombre del mundo por hacer llorar a la mujer que amaba más que a la vida misma, pero no podía acercarse a ella para consolarla.
Saber que estaba embarazada de Renji, una vez más, lo hizo sentir traicionado a pesar de que ellos estaban haciendo lo mismo con aquellos a quienes juraron respetar.
— ¿Crees que no me arrepiento? ¿Crees que no?
Ichigo se mordió la lengua en ese momento porque si hablaba, sería para decir la causa de su ira.
Rukia notó que la mirada de Ichigo se movía de su rostro a su vientre, cuya ligera curva estaba oculta por la ropa que vestía, y obtuvo su respuesta. Ichigo apretó los puños y Zangetsu nuevamente sugirió ir a golpear a Renji hasta matarlo.
— No es de Renji. —murmuró Rukia, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.
Ichigo se quedó en silencio, dejando que las palabras de Rukia lo invadieran.
La ira, la furia y todo lo que nublaba su mundo interior desapareció mientras un leve rayo de luz se filtraba entre las nubes restantes.
— Rukia...
— Te llamé la otra noche, cuando supuse que todos debían estar dormidos, pero Orihime respondió y dije lo primero que se me ocurrió. Te lo iba a decir en la Sociedad de Almas, no aquí. No pensé que Renji...
Renji, Renji, Renji.
El hollow volvió a gruñir. Todo siempre será por culpa de Renji y su maldita boca.
Ichigo dio un paso adelante y abrazó a Rukia, quien había dejado esa oración sin terminar. La felicidad por esa revelación fue demasiado grande para contenerla, tanto que tocó el vientre de Rukia con una mano antes de besarla, olvidando que estaban en el patio trasero de su casa, que Orihime estaba en la cocina y que los niños dormían arriba.
Rukia respondió a ese beso, aferrándose a él y presionando su mano un poco sobre su vientre, como si quisiera hacerle sentir que era real, que su hijo crecía dentro de ella.
Ella también había olvidado dónde estaban porque cada vez que estaban juntos, el resto del mundo dejaba de existir y solo ellos importaban.
— Lo lamento. Soy un idiota.
— Temo por los genes de mi hijo.
Rukia dijo eso con una leve sonrisa e Ichigo le dio otro beso antes de dejarla ir.
Era tarde, de muchas maneras diferentes.
Una vida miserable, así se habían referido a la vida que tenían.
Orihime no quería ni necesitaba escuchar la conversación entre Ichigo y Rukia, pero los gritos fueron imposibles de ignorar, así como ese beso de despedida entre ellos y que le partió el corazón.
Tan pronto como vio que el senkaimon se cerraba, ella corrió a la cocina y se secó las lágrimas. No sabía qué hacer ni qué decir porque sentía que le dolía el alma de formas que no podía explicar y que nunca pensó que sentiría.
— Orihime, Rukia ya se fue. Renji vendrá a recoger a Ichika por la mañana.
La voz de Ichigo le llegó desde fuera de la cocina y Orihime se tragó el sollozo que amenazaba con salir de su garganta al darse cuenta de que la voz de Ichigo rebosaba de felicidad.
Nuevamente se secó las lágrimas y trató de hacer que su voz sonara "normal" a pesar de que su mundo se estaba desmoronando.
— ¡Genial! Ahora voy a ir a la habitación, me siento cansada.
Orihime salió de la cocina y subió corriendo las escaleras demasiado rápido.
Una parte de ella esperaba que Ichigo notara algo extraño en ella, en su voz adolorida, pero él solo le deseó buenas noches mientras recogía el desorden que había quedado en la sala de estar.
El cambio de humor de Ichigo era notable porque era como ver un día brillar, y Orihime tuvo que tragarse el dolor de saber que su cambio de humor era por ese beso entre él y Rukia.
Un beso de Rukia había logrado lo que todo el amor que ella sentía por él no pudo lograr.
Orihime no recordaba haber visto a Ichigo tan feliz, más que aquella vez que fueron a la Sociedad de Almas y rescataron a Rukia. Ni cuando le dijo que estaba embarazada de Kazui o cuando se casaron, había visto ese tipo de felicidad en Ichigo. Él solo mostró felicidad, no brillante pero verdadera, en el nacimiento de Kazui.
Las palabras "nuestra miserable vida" resonaron en su mente como si le estuvieran diciendo que ella se metió en esa relación cuando no lo hizo.
Tal vez Orihime se había metido en la cama de Ichigo cuando aún estaban saliendo y se había quedado embarazada antes de tiempo para asegurar su vida con él, pero ella no había roto ninguna relación. Rukia estaba casada con Renji cuando Ichigo se acercó a ella, Rukia tenía una hija con Renji cuando Ichigo pasó la primera noche con ella.
No, Orihime no había roto ninguna relación entre Ichigo y Rukia porque solo había una amistad entre ellos.
Aun así, Orihime no podía dejar de pensar que tal vez entre Ichigo y Rukia siempre hubo algo más, en esos rumores que alguna vez escuchó acerca de que Rukia vivía en la casa de Ichigo cuando llegó por primera vez al mundo humano, en esas miradas que eran solo entre ellos y en esa complicidad que era evidente.
Orihime deseaba que Ichigo la mirara como veía a Rukia, que tuvieran esa complicidad en sus vidas y que, por una vez, Ichigo comenzara las caricias en la cama. Orihime deseaba que Ichigo se diera cuenta de que algo en ella se había roto desde esa noche, pero él no lo veía.
El teléfono de Ichigo sonó y Orihime pudo ver el maldito emoji de conejito en la pantalla antes de que Ichigo se lo acercara a la oreja. Le dolía ver crecer la sonrisa de Ichigo, y le dolía más saber que él se iría por un par de días a una misión en la Sociedad de Almas apoyando al escuadrón de Rukia.
Los días que Ichigo estuvo fuera de casa fueron una tortura mental para Orihime, pues no dejaba de preguntarse si todas esas misiones eran realmente por trabajo o por algo más.
Por alguien más.
Ichigo caminó de regreso a casa con una sonrisa que permaneció en su rostro durante todo el trayecto gracias a esa felicidad que lo invadía y que no podía explicar. No era felicidad absoluta pero era algo que hacía que su hollow interior cantara, por extraño y turbio que pareciera.
Zangetsu estaba feliz por el hijo que tendrían con la reina.
Sin embargo, al regresar a su cuerpo y darse cuenta de que Orihime lo estaba esperando con una expresión demasiado seria para alguien como ella, esa sonrisa se desvaneció de su rostro.
— Disculpa la demora, se me complicó un poco pero todo está bien. — se disculpó usando la misma excusa que siempre usaba cuando llegaba tarde a casa.
— ¿Todas esas misiones, son realmente misiones? — La pregunta de Orihime, que salió tan suave de sus labios como si hubiera estado practicando para ese momento, lo tomó por sorpresa.
— Orihime, ¿por qué preguntas eso? Sabes que voy para apoyar a...
— ¿Irías a ayudar aunque no fuera Kuchiki-san quien te llame?
Esa pregunta lo sorprendió aún más.
— Orihime... Qué...
— ¿Tienes una aventura con Kuchiki-san, Ichigo?
— De dónde sacaste... Quién...
Ichigo sintió que no podía terminar una respuesta coherente porque nunca esperó esas preguntas. Nunca pensó que Orihime se daría cuenta.
— Los vi a los dos en el jardín, los escuché y creo que toda la cuadra también. ¿Una vida miserable? ¿Así es nuestra vida, Ichigo? ¿Miserable?
— Orihime, no es lo que...
— ¿No es lo que parece? ¿No es lo que vi? ¿No es lo que escuché? Muchas veces estuve a punto de contactar a Abarai-san para contarle lo que vi y escuché, pero no lo hice.
Ichigo estaba alarmado por esas palabras y extendió su mano como para detener algo invisible frente a él. Ichigo inmediatamente se asustó por lo que podría hacer Orihime. Ella siempre había sido tranquila y serena, incluso en las situaciones más difíciles, pero él nunca la había visto como lo hizo en ese momento. Peligrosa.
— ¡No te atrevas, Orihime! Si lo haces, la lastimarías demasiado. Está embarazada, no puedes...
Los ojos de Orihime, aunque estaban llorosos, también estaban enojados y heridos.
— ¿Pensaste en mí cuando la besaste? ¿No pensaste que todo esto me haría daño si alguna vez me enteraba?
— Orihime… yo no…
— ¡Tú nunca piensas en mí ni en cómo me siento! ¡Siempre ha sido Kuchiki-san! ¡Si ella te llama, vas enseguida! ¡Aunque no te llame, vas tras ella! ¡Casi mueres tratando de salvarla! ¿Qué es Kuchiki-san para ti?
Ichigo se quedó en silencio por un segundo, mirando a Orihime y escuchando a Zangetsu en su oído silbar respuestas demasiado agresivas.
— No querrás saber esa respuesta, Orihime.
— Quiero saberlo. Merezco saberlo porque soy tu esposa y la madre de tu hijo. Merezco saberlo, Ichigo.
Ichigo apretó los dientes y se movió hacia la puerta de la habitación, pasando cerca de Orihime pero sin verla, ignorando cómo se secaba las lágrimas que corrían por sus mejillas. No quería responder a esa pregunta y no quería continuar con esa discusión.
— Está bien, solo te recuerdo que ella está casada, que va a tener un nuevo hijo de su marido y que nunca podrán estar juntos.
Ichigo se detuvo antes de agarrar el pomo de la puerta para salir de esa habitación y tuvo que contenerse para no decir algo de lo que pudiera arrepentirse sobre el embarazo de Rukia antes de volverse hacia Orihime.
Era consciente de que nunca podría estar con Rukia de la forma que él quería, no necesitaba que Orihime se lo recordara en ese momento.
— Rukia lo es todo para mí. Ella es lo más importante en este mundo para mí.
— ¿Incluso más importante que Kazui?
— ¡No metas a Kazui en esto! Sabes exactamente lo que quiero decir, Orihime.
— Si te dieran a elegir entre ella y yo, ¿la elegirías a ella sin importar nada?
— Ya sabes la respuesta, Orihime. Siempre ha sido ella y siempre lo será. Si estoy vivo o muerto, siempre será ella.
Ichigo se giró lo suficiente como para agarrar el pomo de la puerta y abrirla porque no tenía la intención de seguir teniendo esa conversación con Orihime. Simplemente salió de la habitación sin escuchar lo que dijo Orihime como palabras finales.
¿Les gustó? ¿Quieren más? Déjenme saberlo.
