Traidores

Capitulo 2: Seamos Egoistas


Ichigo estaba solo en la casa, disfrutando del silencio y poniéndose al día con el trabajo que debía hacer esa semana, cuando sonó la puerta principal. Orihime estaba en la panadería, Kazui en la escuela y Yuzu se había ido a estudiar a la casa de una de sus amigas, por lo que Ichigo no tuvo más remedio que guardar el progreso de su trabajo y levantarse para abrir la puerta.

No esperaba visitas, así que cuando abrió la puerta se sorprendió al ver a Rukia allí de pie, con una bolsa de papel en la mano y una sonrisa ligeramente nerviosa. Estaba sola, Renji no había ido con ella y parecía que Ichika tampoco.

— Rukia, ¿qué haces aquí? — preguntó Ichigo con curiosidad mientras la dejaba entrar a la casa y le daba unas pantuflas para que se las pusiera. — ¿Todo está bien?

— Vine porque tengo que devolverle el vestido a Yuzu. — Le mostró la bolsa de papel y él pudo ver la tela azul del vestido.

— No era necesario. Yuzu sabe que es difícil para ti venir y no se molesta por un vestido. — Agregó mientras se dirigía a la cocina y buscaba en la heladera algo que ofrecerle. — Tengo agua y té helado de limón, ¿qué quieres?

— Te de limón.

Rukia lo siguió a la cocina y mientras él sacaba la jarra de té de la nevera, ella tomó un par de vasos para que él pudiera llenarlos. La sensación de la vida cotidiana se instaló en su pecho con ese simple gesto.

— ¿Estás aquí solo para devolver el vestido o tienes otras cosas que hacer? — preguntó Ichigo mientras ambos se dirigían a la sala de estar y cada uno se sentaba en un sillón diferente. — Porque podrías quedarte a comer con nosotros. Hoy me toca cocinar y debo decir que no lo hago tan mal.

— Me gusta más cuando Yuzu-chan cocina. — se burló Rukia, haciéndolo entrecerrar los ojos con fastidio.

— Mejor no te invito a comer.

— ¡¿Qué clase de anfitrión eres que deja a su invitado sin comida?!

— ¡¿Qué tipo de invitado se queja de la comida que le sirven, eh?! — Ambos se miraron fijamente e Ichigo se relajó porque más que pelear, sentía curiosidad por la presencia de Rukia allí. — En los últimos diez años sólo nos hemos visto tres veces y ahora te veo aquí, dos semanas después de la última visita. El vestido es una excusa, ¿cuál es el motivo de tu visita, Rukia?

Rukia se humedeció los labios y dejó el vaso de té sobre la mesa de café. Parecía nerviosa y era inusual en ella.

— Dijiste que extrañabas esos días y yo pensé que…

— Rukia, olvídalo. Fue algo que dije sin pensar.

Ichigo le impidió seguir hablando, reprendiéndose mentalmente por ese momento de honestidad causado por el alcohol y por haber soñado con ella. Extrañaba esos días porque en esos días ella estaba allí. Él la extrañaba a ella.

— No te creo. — Rukia se levantó y se sentó a su lado. — Vine a ofrecerte un trabajo en mi escuadrón. No es una posición fija, solo tienes que ir cuando te llame y te prometo que no interferirá demasiado con tu vida. Además, el pago sería en dinero humano para que puedas usarlo libremente.

Ichigo no esperaba esa propuesta y se quedó en silencio, mirando a Rukia y esperando que ella dijera que era una broma rara de algún tipo, pero ella hablaba completamente en serio, así que él respondió a esa oferta de la única forma en que una oferta como esa debería ser respondida.

— No.

Ichigo se levantó de su asiento, dejándola completamente sorprendida por esa respuesta, y se alejó un par de pasos de ella.

— ¿Dijiste "no"? Un capitán del Gotei 13 te está ofreciendo un trabajo que casi nadie tiene, además de ser aprobado por el Comandante Kyoraku, ¡¿y tú dices "no"?! — Rukia se levantó de su asiento, molesta por esa respuesta y dio un paso hacia él. — ¿Eres un idiota o qué?

Ichigo dio un paso atrás porque tenía la impresión de que Rukia lo golpearía en cualquier momento para hacerlo entrar en razón y aceptar el trabajo. No quería tomar el trabajo no porque no le gustara la idea sino porque Rukia se lo había ofrecido, y eso era más de lo que él y su corazón podían soportar.

— Capitán Kuchiki, gracias por la propuesta pero mi respuesta es no.

— Pero dijiste que soñaste con esos días y yo pensé que…

— Sé lo que dije, Rukia. — Ichigo apartó la mirada porque necesitaba un segundo para pensar y la expresión de dolor y sorpresa de Rukia le dificultaba concentrar sus pensamientos para no hablar de forma hiriente. — Y por eso mi respuesta es "no". Esos días son un recuerdo, están en el pasado y ese es un buen lugar para ellos. No es necesario removerlos.

— Yo también me quedé en el pasado, ¿no?

La voz de Rukia estaba mezclada con ese tono de dolor y decepción que atravesó su alma, haciendo que Ichigo la mirara y se diera cuenta de que ella estaba apretando los puños en un esfuerzo por contenerse.

— Nunca podrías quedarte en el pasado, Rukia. — susurró Ichigo, luchando contra el impulso de acercarse a ella y abrazarla contra su pecho.

No, ella nunca podría quedarse en el pasado. Nunca podría hacer eso con ella, pero volver a esos días era despertar lo que siempre había sentido por ella y él no quería porque sabía que ese sentimiento solo iba en una dirección.

— Entonces, ¿por qué no aceptas el trabajo?

— No puedo decírtelo.

Rukia apretó un poco más los puños y luego los relajó. Se acomodó la ropa y parpadeó un par de veces para evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos.

Ichigo supo en ese momento que la visita había terminado.

— Pensé que éramos amigos pero ahora me doy cuenta de que la amistad también está en el pasado. — Rukia caminó hacia él y se paró a su lado, sin voltear a verlo. Ichigo sintió un nudo en la garganta. — Agradece a Yuzu-chan de mi parte por el vestido. Que tengas una buena vida, Kurosaki Ichigo.

Ichigo sintió las palabras de Rukia tan dolorosas como el filo de una espada en su piel, y su corazón tembló ante esa fría despedida. Eso fue todo. Esa extraña y difusa relación entre ellos había terminado.

Tan pronto como Rukia dio un paso para dirigirse a la salida, Ichigo la agarró del brazo y la atrajo hacia él con un movimiento rápido y fluido antes de besarla. No estaba bien hacerlo, él estaba casado y ella también, pero no podía volver a perderla sin al menos darle un último beso.


Rukia no pudo procesar lo que estaba pasando hasta que sintió los labios de Ichigo presionando los de ella en un beso que la tomó por sorpresa. Se congeló y no se movió de su lugar hasta que Ichigo rompió el beso y la soltó, haciéndola sentir temblorosa y conmocionada a pesar de ser un beso superficial.

— Es por esto que no puedo aceptar el trabajo, Capitán Kuchiki. — La voz de Ichigo era suave y rasposa, pero estaban tan cerca que debía haber sido algo parecido a un susurro. — Cuando dije que soñaba con esos días, no quise decir que extrañaba cazar hollows, quise decir que todavía sueño contigo. Ahora lo sabes. Te acompañaré a la puerta.

La confesión fue tan inesperada que Rukia no supo cómo responder hasta que lo vio alejarse de ella para dirigirse a la puerta. En ese momento, ella lo tomó por el cuello de su camisa y lo atrajo hacia ella para besarlo nuevamente, siendo esta vez el turno de Ichigo de permanecer estático.

Rukia pensó que él no le devolvería el beso, pero se equivocó. Ichigo no solo le devolvió el beso, sino que la sujetó con una mano por la espalda para atraerla hacia él mientras con la otra mano la hacía colocar sus brazos alrededor de sus hombros.

Rukia podía sentir la lengua de Ichigo entrar en su boca y pelear con su propia lengua de una manera que ella solo podía clasificar como obscena, nada comparado con el recuerdo de esos dulces besos que alguna vez se dieron en su habitación.

Ichigo la tomó por la cintura pero poco a poco fue deslizando una de sus manos hacia uno de sus muslos solo para que ella se pusiera de puntillas y envolviera una de sus piernas alrededor de su cadera. Rukia jadeó cuando Ichigo la hizo apoyar su espalda contra una de las paredes y envolver su otra pierna alrededor de sus caderas, pero no tuvo tiempo de quejarse por segunda vez porque él inmediatamente la besó de nuevo con la misma intensidad con la que besa un hombre sentenciado a muerte.

No fue hasta que Ichigo dejó sus labios para bajar por su cuello que Rukia pudo respirar libremente, sin embargo los besos de Ichigo en su cuello y hombros, acompañados del movimiento de caderas que él hacía contra ella donde la dejaba sentir la erección que él escondía entre sus pantalones, no hicieron más que calentarle la sangre y hacerla jadear mientras se aferraba a él con sus brazos y piernas.

No quería soltarse pero cuando sintió que su ropa interior comenzaba a mojarse por el roce de Ichigo contra ella, trató de detener lo que estaba pasando porque se dio cuenta de que si continuaban así, terminarían cogiendo en medio de la sala y eso no estaba bien.

Nada de lo que estaban haciendo en ese momento estaba bien.

Él estaba casado con la mejor amiga de ella en el mundo humano y ella estaba casada con el mejor amigo de él en la Sociedad de Almas.

— Ichigo, iré a buscar mi caja de cosas. — Rukia jadeó antes de que Ichigo la besara de nuevo.

Ella pensó que él no la soltaría, pero Ichigo le apoyó lentamente ambos pies en el suelo y se alejó de ella.

— Está bien, te acompaño. — La voz de Ichigo era ronca y Rukia no pudo evitar mirar hacia abajo, a la entrepierna de Ichigo, solo para encontrar que la erección de él se remarcaba demasiado en sus pantalones.

Rukia asintió y comenzó a subir las escaleras, su entrepierna se sentía demasiado húmeda a pesar de que solo habían sido un par de besos; también estaba sonrojada, agitada y su piel se sentía caliente donde Ichigo la había besado. Rukia no quería admitirlo pero quería más de esas sensaciones y de los besos de Ichigo.

Ichigo fue tras ella, pero antes de que ella pudiera abrir la puerta de la habitación de Yuzu, él la agarró de la cintura nuevamente, esta vez por detrás, y comenzó a besarle el cuello, lo que provocó que ella automáticamente pusiera ambas manos en la pared solo para tener un lugar donde apoyarse.

— Rukia, sé que esto está mal, pero déjame besarte una vez más. — susurró Ichigo cerca de su oído, con sus manos acariciándole la cintura y haciendo que toda la piel de ella se erizara. — Solo necesito un beso más y te dejo ir.

Ichigo tenía razón.

Tocarlo estaba mal. Desearlo estaba mal. Querer más de esos besos estaba mal, pero se sentía tan bien que no podía decir "no" porque no quería que él la dejara ir. Quería seguir siendo besada y tocada por él.

— Sólo uno más. — susurró Rukia y casi en ese momento la boca de Ichigo reclamó la de ella en un beso intenso, apasionado y demasiado obsceno.

Rukia se acercó a la pared, apoyándose contra ella cuando sintió que Ichigo se acomodaba detrás de ella y deslizaba una de sus manos debajo de su vestido solo para alcanzar el borde de su ropa interior. Con una mano, Ichigo la sujetó del cuello para seguir besándola y con la otra jugueteó con la tela de su ropa interior solo para comenzar a acariciarla, haciéndola gemir varias veces en el beso y rendirse a las caricias que él le daba en ese momento.

Estaba tan mojada que los dedos de Ichigo se deslizaron con facilidad dentro de ella cuando comenzó a masturbarla, haciendo que sus piernas temblaran de placer. Rukia todavía podía sentir la erección de Ichigo en su trasero mientras él hundía sus dedos dentro de ella, y no podía contener su boca o lo que salía de ella porque su mente solo reducía el mundo a las sensaciones que Ichigo le causaba.

— Ichigo, cógeme. Ahora.

Rukia lo deseaba y quería saber cómo se sentía tener a Ichigo dentro de ella. Quería que él la tomara en ese momento y la hiciera arder con sus besos hasta que no quedara nada de ella.

Ichigo sacó sus dedos del interior de ella, haciendo que ella lo viera lamer los fluidos que aún tenía en ellos antes de tomarla de la mano y llevarla a una habitación en la que ella nunca había estado antes. De inmediato supo en qué habitación estaban, pero ese detalle se olvidó cuando Ichigo la besó de nuevo.

Su vestido salió volando un par de besos después, al igual que la camisa y los pantalones de Ichigo, y pudo sentir la suavidad de la cama sobre su espalda cuando Ichigo la recostó sobre ella entre besos y caricias que le quemaban la piel por donde pasaban. Ichigo llegó a su entrepierna y Rukia dejó escapar un gemido muy audible cuando él usó sus dedos para separar su ropa interior y deslizar su lengua en su entrepierna para saborearla por primera vez.

Rukia gemía el nombre de Ichigo cada vez que movía la lengua y la hacía arquear la espalda ante el placer que se extendía desde su entrepierna al resto de su cuerpo, haciendo que su piel se erizara. Ichigo le estaba dando tanto placer en ese momento que ella aferró sus piernas a los lados de la cabeza de él para hacerlo su prisionero mientras él bebía de ella como si tuviera sed.

Todo eso estaba mal, pero cada vez que Rukia recuperaba un poco la compostura y abría la boca para detener esta locura, se le escapaba un gemido que hacía que Ichigo moviera la lengua de tal forma que se olvidaba de todo menos de él.

Ichigo le dio una última lamida a su entrepierna y comenzó a trepar mientras dejaba besos en su vientre, su abdomen y sus senos, donde se demoró más de lo que Rukia consideraba necesario. Sus pechos eran pequeños, no importaba que hubieran crecido un poco cuando tuvo a Ichika, aún eran pequeños comparados con los de cualquiera.

— Ichigo...

Rukia susurró, con la intención de que él dejara de jugar con sus pezones, pero Ichigo mordió suavemente uno de ellos antes de chuparlo, haciéndola jadear.

— Son perfectos, me gustan. Mucho.

Rukia se sonrojó intensamente ante esa frase y miró hacia otro lado mientras Ichigo subía por su cuerpo, dejando un rastro de besos por su cuello y colocándose entre sus piernas. Fue en ese momento que Rukia vio la foto en la mesita de noche junto a la cama y se dio cuenta de que era una foto de Ichigo abrazando a Orihime, lo que la hizo recobrar el sentido.

— Ichigo... detente.

Su voz era un jadeo que mezclaba razón y placer.

Ichigo dejó de besarla para mirarla a los ojos y ella descubrió que el color claro de sus ojos había desaparecido casi por completo, dejando solo sus pupilas dilatadas por el deseo.

— ¿Quieres que me detenga? — La sonrisa de Ichigo, una que nunca había visto antes, envió un latigazo por su espalda que se concentró entre sus piernas haciéndola humedecer más. — ¿Me detengo, Rukia?

Después de esa pregunta, Ichigo tomó la mano de ella y la hizo tocar la erección que se elevaba con fuerza entre sus piernas. Él se había quitado los calzoncillos en algún momento cuando ella no se había dado cuenta y estaba completamente desnudo, igual que ella.

Mientras ella lo sujetaba, podía sentir que palpitaba caliente en su mano.

— No podemos hacerlo... esto no está bien.

No estaba bien desearlo, ni tocarlo, ni besarlo. Nada de eso estaba bien, pero cuando sintió la erección de Ichigo palpitar en su mano, comenzó a masturbarlo. Ichigo soltó una maldición y apoyó su frente en uno de los hombros de Rukia antes de comenzar a mover sus caderas con suavidad, siguiendo el ritmo de la mano de ella.

— Me tienes en tus manos. — Ichigo jadeó en su oído, haciéndola sentir que toda su piel se erizaba, incluso sus pezones se endurecieron y su entrepierna se humedeció de nuevo. — Sé que esto está mal pero...

Rukia escuchó los jadeos de Ichigo en su oído mientras lo masturbaba. Quería parar y al mismo tiempo quería darle el mismo placer que él le había dado momentos antes porque escuchar a Ichigo jadear por ella se sentía demasiado bien.

— Pero…

— Esta vez quiero ser egoísta.

Ichigo la besó luego de esa respuesta y Rukia se rindió a ese beso, dejando de masturbarlo para poder guiarlo hacia ella porque no podía seguir negando que ella también lo deseaba. Ella también quería ser egoísta. Quería abrazarlo, besarlo y hacerlo suyo aunque ninguno de los dos fuera libre de serlo.

Ichigo dejó de besarla para poder acomodarse mejor entre sus piernas y ella estiró la mano para hacer que la foto mirara boca abajo.

Ichigo la besó de nuevo y lentamente comenzó a entrar en ella, haciéndola jadear y aferrarse a la sábana, disfrutando ese momento que se sentía demasiado bien como para estar mal y del gruñido que salió de la garganta de Ichigo cuando llegó a lo que ella consideraba su límite.

Se sentía llena de una manera que no podía explicar y solo pudo cerrar los ojos por el placer que le causaba que Ichigo saliera un poco de ella solo para volver a entrar, comenzando a embestirla de una manera que solo la hizo gemir su nombre más y más fuerte.

Un momento después, Ichigo la tomó de las manos y las sostuvo contra la cama, entrelazando sus dedos con los de ella y mirándola antes de besarla de nuevo. Rukia apretó sus piernas alrededor de las caderas de Ichigo, haciéndolo su prisionero y dejando escapar gemidos que se mezclaban con los jadeos de Ichigo con cada nueva embestida.

Se había olvidado de la foto, de dónde estaban y de que ninguno de los dos era libre. Lo único que importaba era que estaban juntos, el calor del otro, los besos y los gemidos.

Ichigo la hizo ver de cerca sus propias rodillas, le besó las pantorrillas y la hizo apretar los dientes contra las almohadas mientras la tenía recostada boca abajo. Rukia no opuso resistencia porque le gustaba demasiado todo lo que Ichigo le estaba haciendo como para detenerlo. Sin importar en qué posición estaban, Ichigo encontraba el camino hacia sus labios solo para poder besarla y beber de ella, robándole el aliento con cada beso.

Cuando terminaron, ambos estaban conmocionados, sudorosos y satisfechos.

Rukia había gritado el nombre de Ichigo cuando él la había llevado al cielo por segunda vez e Ichigo había mordido su hombro mientras terminaba dentro de ella con una embestida tan profunda que ella todavía sentía que sus entrañas ardían por la venida de Ichigo.

Sin embargo, todo el placer que había sentido momentos antes se convirtió rápidamente en culpa y vergüenza, lo que la hizo buscar algo para cubrir su desnudez a pesar de que Ichigo había visto y besado cada parte de ella.

Cuando ella vio a Ichigo sentarse en el borde de la cama, apoyar los codos en las rodillas y bajar la cabeza, supo que él también estaba siendo consumido por la culpa.

— Esto... Mejor me largo de aquí.

Rukia se levantó de la cama y comenzó a buscar su ropa lo más rápido que pudo mientras Ichigo permanecía en silencio y no se movía de ese lugar.

Ambos la habían jodido y lo sabían.


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