Capítulo 1 – Tartas y cuentos

Me encanta el otoño. No importa que día, sólo sentir el sol del atardecer en mis mejillas mientras el sudor me baja por las sienes. Admitiré para mí misma que ese delicioso sentimiento de satisfacción después de un arduo día de trabajo en el campo era adictivo.

El olor a la hierba recién cortada parecía casi un agradecimiento de la misma madre tierra por haber sido prolija con ella y sus retoños.

La cosecha de esta temporada fue tremendamente exitosa, considerando que prácticamente no hice nada en esta ocasión. Los kakis, los melocotones y los mikan estaban madurando de una manera que me hizo sentir como una buena madre. Una madre caníbal por comerme cada décimo que encontraba en el suelo.

Pero mi tesoro más grande, eran los jugosos melones que, al cargarlos, podía sentir su peso, podía saborear el dulce néctar en mi imaginación. Estará contento cuando vea todos los postres que le haré esta semana, especialmente el helado con tres cerezas encima siempre ha sido nuestro delito culposo secreto.

Sí, fue una dulce sensación de goce después de un duro día, viendo el atardecer, escuchando al viento jugar y retozar con las criaturas del bosque, llamándome y yo negándome con una sonrisa. Hoy no amigos, hoy no.

Estaba tronando la piel tierna de un suave melocotón, sentada en el porche cuando su sombra alargada en el oeste apareció en nuestro jardín.

La figura semi alta, aún para su edad – aunque me encanta recordarle lo menor que es en comparación conmigo – es imponente. Considerando mis 159 cm debo alzar la mirada para observar los 166 de él, pero emite una vibra, una sensación de que estas tratando con una persona cuya presencia no te puedes perder y tu mirada se siente atraída irrevocablemente hacia él, cada vez.

Su melena dorada ha sido lo que primero siempre resalta, especialmente porque jamás se Paina y aun cuando lo hace, parece haber acabado de salir de la cama. Mechones de oro alzados en punta, rebeldes como gritando "¡Hola!" antes que él mismo.

Sus ojos, cuando el sol le está brindando la atención de último minuto, tienen una mirada traviesa, donde no ves sólo su alma, puedes ver todo, sus sueños, su esperanza, su indudable felicidad. Cerúleos me saludan con nuevas noticias sobre cómo le fue el día de hoy.

Pero lo que más me llama la atención, es ese rudo deslizamiento de su boca, las mejillas hinchadas, los labios cada vez más abiertos en una de sus típicas, ridículas y escandalosas sonrisas.

- No tenías que esperarme sentada, pudiste ir a por mí ¿sabes? – me saluda traviesamente mientras roba un enorme puñado de cerezas.

- ¿Cuántos años dices que tienes? Si quieres te pongo una correa y preparo una placa con nuestra dirección – respondo sarcásticamente

Pone los ojos en blanco, sonriendo porque así es él. Tonto.

- ¿Qué dirección le pondrías? ¿Avenida del árbol, 20 cerezos en la nación del bosque, no en la casa que espantan, sino en la otra donde asesinan? Mejor podrías ir por mí, además Tajima-san pregunta por ti, no has ido a pesar de que te comento sobre su abuela, al parecer ha aumentado su dolor de espalda – Me contesta con la boca medio llena por las tres cerezas que se metió en una sola exhibición.

- Primero, ya no son veinte cerezos, plante otros seis más ¿recuerdas?, en segundo, no debes de hablar con la boca llena, se te meterá una mosca como la semana pasada, y tercero, he ido a ver a su abuela cada dos semanas, los jueves por la tarde, últimamente ha mejorado mucho. Tajima-san sólo la usa de pretexto para hacerme preguntas sin sentido – le contesté pelando una manzana para mí después de darle otra a él.

- Te está molestando de nuevo con eso, ¿es así? ¿Sigue preguntándote si respiras? – me dijo riendo

- Sí, y se sigue respondiendo a si mismo diciendo que tenemos demasiadas cosas en común entre nosotros. Parece que tiene problemas de memoria, pero por más que lo examino, no encuentro daños en su cerebro, golpes o contusiones. Me temo que puede ser un problema mental.

De pronto, él se levanta muy efusivo y voltea a mirarme.

- Eso me recuerda, ¿no llegaron cartas el día de hoy?

Me mira emocionado, expectante y mi corazón se tambalea cuando antes de responderle, él ha visto mis ojos y sabe la respuesta a su pregunta.

- Será mañana entonces, prometió mandar una, ya verás. No se olvidaría de nosotros.

Mientras me dice esto, se voltea hacia la caída del sol, una vez más decepcionado, pero sin querer demostrármelo, aun cuando sabe que me siento exactamente igual a él.

Se sienta a mi lado nuevamente, siento su frustración, pero no deja que lo apacigüe por mucho tiempo.

Empiezo a tararear suavemente una canción que escuché, los petirrojos estaban silbando una pegadiza melodía el día de hoy. Como si recordará algo, voltea su cabeza hacia mí. Es sorprendente tener que levantar la mirada, cuando hace no más del año era yo quien lo miraba hacia abajo.

Cuando venía hacia acá, vi que algunos melones ya estaban cosechados – me dice subiendo y bajando las cejas como una señal inequívoca de que piensa que disfrutará de un festín pronto.

- Ahhhh… – Finjo un suspiro – nada se te escapa, de cualquier manera, pensaba hacer la tarta de manzana primero, es el primer sábado de otoño. ¿Sabes lo que significa verdad?

Él sabe, porque antes de que termine de hablar, levanta mis cestas de frutas y entra a la casa efusivamente.

- ¡Apúrate! Llegarán pronto y tú ni siquiera has empezado – me ordena él en tono mandón y burlesco.

- Pues si no estuviera esperando a alguien sentada habría terminado a tiempo, ya le dije que use collar, pero no quiere – le respondo esquivando por poco la manzana que me arrojó a la cabeza. Tonto.

Pero tiene razón, debo apresurarme para dejar todo listo. No queremos problemas como el año pasado. Son lindos si tenemos todo en su punto, sin embargo, son impacientes si no tienen lo que buscan.

No queremos que los niños se pongan creativos como el año pasado.

- Si te piden jugar, lo harás, ¿verdad?

Observo su reacción, diversión en ebullición reflejada en su rostro:

Por supuesto, pero tú me sacarás de ahí para comer a tiempo, no me abandonarías… ¿verdad?

- Jamás, ¿Cuándo lo he hecho? – respondo lo más inocente posible

Se me queda mirando con una expresión que emula las veces que él siente que lo he traicionado. Justo cuando me va a responder, pequeños toquesitos llegan a la puerta, deficientes y débiles pero lo suficientemente altos como para que mi rubio favorito tartamudeé, aun buscando como responderme.

Al verlo de pie, quieto, hago lo único que puedo en esta ocasión. Le ordeno:

- Anda abre la puerta, no quieres que se resfríe nuestro invitado, ¿verdad, Naruto?


La noche de cuentos no estuvo nada mal.

Desde que tenemos memoria, han sido divertidas, aunque los últimos dos años se podría decir que cada vez más desorganizadas, aunque no por falta nuestra. Ella nos haría recordar - con cada gramo de dolor que pueda reunir – el por qué no debemos ser desordenados.

El primer sábado de otoño tenemos la tradición de celebrar el equinoccio de otoño, el Shūbun-no-hi, con los niños del pueblo. Tenemos postres, así como canciones con las que bailamos hasta entrada la noche.

Naruto ha empezado con la costumbre de jugar a colgar manzanas en una rama de un árbol no tan alto y sin meter las manos, debemos morder la manzana hasta terminarla, el ganador se lleva la tarta de manzana. Mi trofeo ganador, una deliciosa tarta cuyas manzanas fueron las selectas del día, con el punto exacto entre dulce y fresco.

Sí, tanto la competencia como la tarta son de manzanas, pero a la gente les gusta. Intentamos por un año cambiarlo por fresas, ciruelas o incluso kakis, pero los niños decían que las manzanas tenían cierto sabor delicioso y los hacía sentir mejor de alguna manera. Tengo una teoría del porque podría ser eso, pero es mejor guardármela para mí misma.

Como cada año, llego primero a nuestra puerta Yuki-chan. Una niña adorable que es increíblemente educada y humilde, una pequeña niña de seis años pero que lamentablemente parece de cuatro. Haber tenido un padre shinobi y una madre civil, no debió ser fácil, especialmente cuando después de unas llamadas vacaciones familiares, al hogar de su padre en Kirigakure, ella fue la única que regreso, descontando su pierna derecha.

Con sólo su Obāsan en casa, y temiendo perder a su única nieta, la niña tiene cierto rezago educativo adicional a que el pueblo no cuenta con los recursos necesarios para alguien en su condición.

La única vez en que su Obāsan Nanako-san, le permite salir sin tener que vigilarla es cuando viene con nosotros. La señora de pelo cano sabe que tanto Naruto como yo jamás permitiremos que le ocurra nada a la niña. Ella sabe lo que somos, o tiene una idea al menos.

- ¡Niisan! – Exclama muy contenta, una vez que visualiza a quien le abrió la puerta.

- ¡Yuki-chan! – Exclama el otro aún más contento, cuando la ve a ella.

Se abrazan mutuamente como si no se hubieran visto en años y no hoy por la mañana, y al verlos me volteo para llevarme las manos a la boca para aguantarme las ganas de reír en voz alta.

La piernita de la niña queda colgando en el aire una vez que Naruto la carga para abrazarla. Teniendo en cuenta que él tiene el triple de su tamaño parece más una muñeca de trapo en manos de un ogro joven que la balancea de aquí a allá.

Una vez que dejen de hacerse los locos, podrían ayudarme a preparar todo para el resto – Dije de forma burlona.

- Yo también te extrañe onee-sama – Me responde Yuki-chan - en lugar de ayudar - de una manera que sabe que caeré si llego a mirarla, con esos ojos que pone Bastet cuando finge ser un moribundo, aunque justo haya acabado de comer.

- Extrañando y ayudando, que Naruto no me ha ayudado para nada desde que llego y ya tiene una hora de eso – respondo moviéndome por la cocina, en la cual ya hay un desastre de cacerolas, trapos sucios y sacacorchos no está a la vista. ¿Dónde está ese trasto inútil?

- ¡Ey! He estado ayudándote – Responde él muy indignado, cruzando los brazos y apoyándose en la pared – que no hayas visto, significa que no te das cuenta de todo lo que hago por ti.

- ¿Lo que haces por mí es sostener la pared para que no se caiga? Gracias, pero adelante suéltala, me arriesgaré. Yuki-chan, por favor dile lo que se debe de hacer y no dejes que te engañe, aprendió de ti a hacer eso – respondo sin mirar a ninguno de los dos, porque sé que ambos ahora están haciendo esa mirada.

Aún sigo sin ver a sacacorchos y empieza a desesperarme.

- Vamos Niisan – Dice ella tomando de la mano a Naruto, sacándolo de la cocina – debemos acomodar todo o sino onee-sama nos cazará toda la noche.

Naruto, como el hermano encantador que es para Yuki-chan, decide levantarla y colocarla en sus hombros. Equilibrándola para compensar el peso extra de un lado.

- Vamos Yuki-chan, tenemos una fiesta esta noche que celebrar – Exclama Naruto tan contento y feliz que calienta mi corazón.

Adoro verlo tan contento, especialmente en fechas como estas. Cuando celebramos con el pueblo entero y le gusta toda la diversión que damos y recibimos, tantas sonrisas y miradas de felicidad y alegría. Daría todo por él, así que por ello pongo tanto empeño en las noches de cuentos, es mi única manera de demostrarle que no sólo yo lo amo, sino todo el mundo puede darle amor y alegría, que no está solo.

Sólo espero, cada noche, antes de irnos a dormir a nuestra cama, que él también lo crea. Es lo único que tengo para ofrecer.


La noche avanza como otra más de nuestras conquistas, aunque empieza a preocuparme el hecho de que hemos crecido a comparación de hace 10 nacimientos cuando éramos cerca de 6 niños únicamente. Hoy día al parecer, el rumor de una fiesta increíble con música nocturna, fuegos pirotécnicos "artificiales", comida gratis, y montones de diversión se ha expandido, trayendo consigo familias enteras, conocidos incluso de pueblos cercanos.

Lo más fenomenal y aparentemente lo más esperado por todos, son los cuentos. Una vez que todos han saludado, comido y charlado un rato, Naruto y yo hacemos representaciones con muñecos de trapo a escala real, instalamos todo un escenario más allá del jardín trasero, donde el campo es plano y presentamos una historia, en esta ocasión, fue la de un príncipe que tenía que luchar contra un dragón para rescatar a una princesa. Naruto quería ser el príncipe obviamente. Yuki-chan lo quería de dragón. Yo lo quería disfrazar de la princesa. Ambos me miraron con desaprobación antes de que él empezará a ponerse su tonta capa de príncipe. Él se lo pierde, sin embargo, tendré que averiguar cómo aprovechar dos metros de tela azul celeste que venía incluido en el Hanfu.

Naruto dijo que "totalmente robamos el espectáculo de la noche". A mi punto de vista, robar es una palabra fuerte, cuando es el único espectáculo de la noche y éramos los únicos en el escenario.

En esencia teníamos al público, llámense padres y niños, en el bolsillo cuando Naruto recupero a la princesa, pero no contrajo nupcias con ella, si no que la regreso a casa de sus padres para que la inscribieran a la escuela. Una lección bien aprendida para los y las niñas del pueblo. Aunque escuchamos muchos suspiros de parte de los infantes, los padres nos dieron una amplia sonrisa.

Siempre me preguntan si alguien más no me ayuda en la parte superior del escenario o preguntan sobre mi habilidad tan sorprendente para manejar tantos movimientos de los muñecos en el escenario, el cual en esta ocasión fue un enorme muñeco con forma de dragón cuyo tamaño era de tres metros de largo, ya no hablemos de lo alto. En estos casos, simplemente doy mi sonrisa más tímida, los miro a los ojos y les digo de la manera más dulce y agradable en que puedo modular mi voz, "Es magia". La primera vez que dije esto, Naruto me dedico una mirada llena de pánico y temor, oculta al público por supuesto, pero después de la vigésima quinta vez que lo escucha sólo pone los ojos en blanco y murmura "Creída". Cada vez recibe un merecido sopla mocos medio suave en la cabeza.

Originalmente nuestra celebración de otoño era para adorar a Byakko-sama, el guardián del Oeste, nuestra llamada Luz Blanca, quien nos ha brindado su atención y poder a través del elemento aire, sin embargo, tuvimos que "cambiarlo" por una fiesta al Shūbun-no-hi, cuando un grupo de chicos, nos vieron a Naruto y a mí, ambos rozando los seis otoños, bailando y cantando para el viento, descalzos en el pasto salvaje pero bien vestidos y emperifollados tocando antiguos instrumentos. Quisieron unirse en ese momento pensando que estábamos jugando y no encontramos una forma cordial de decirles que, en cierta manera, era una celebración pagana.

Ella se enojó mucho cuando regresamos a casa y le contamos el relato, especialmente porque habíamos acordado con aquellos niños que regresaríamos al día siguiente en el bosque a continuar con nuestro ritual de gratitud, no a Byakko-sama, sino al otoño. En un intento de relajarse, apretar y soltar su mano continuamente en su bastón, sentada en su sillón favorito nos miró por dos largos minutos – conté en aquella ocasión 132 segundos –. La taza de té abandonada momentáneamente nos castigaría si se enfriaba más de lo necesario, no sería la primera ni la última vez. El viento arreciaba afuera como un presagio de lo que nos esperaría.

Mil escenarios pasaban por mi mente a toda velocidad, desde agua fría hasta el cuello por dos horas hasta correr de nuevo a las fronteras de Yugakure en la noche y regresar antes del tecer amanecer sin zapatos. Sabía que Naruto pensaba lo mismo.

Arrodillados sin subir la mirada, él y yo nos vimos de reojo cuando ella hablo, diciendo una de las cosas más inverosímiles que pude escuchar a mis 6 años:

- Puede ser que sea una buena idea, bien hecho – Dándonos ligeras palmadas en la cabeza.

Naruto y yo nos congelamos, "¡No!, Esta persona no es ella. Impostora". Nos levantamos de inmediato, - a una velocidad que posterior pensaríamos fue asombrosa, habíamos progresado - Naruto ya en posición de lucha, mientras que la mía de engañosa defensa levemente delante de él, nuestra forma de ataque cuatro.

No tuve oportunidad de ver a Naruto ya que me encontraba por delante, pero lo sentía justo detrás de mí, no tenía que verlo para saber que había mostrado los colmillos y emitía su vibrante chakra rojizo, sabía que tenía ambos kunai en sus manos, la distancia de los pies igual a un paso y medio, el pie delantero mirando al frente, el atrasado mirando al lado (90 grados), ambas rodillas flexionadas, el peso del 70% sobre la pierna atrasada. En conclusión, listo para atacar en cuanto yo hiciera el primer movimiento.

Por mi lado, defensa con ambas manos en puños, mi brazo derecho adelantado para defender mi torso saliendo a la altura de la cintura, la contraria estirando el brazo desde la altura de mi cabeza mientras la posiciono abierta un poco más adelantada del plexo solar a la altura del codo sin tocar el cuerpo, inclinándome más hacia el lado abierto de Naruto. Luciendo como la carnada, espere el más leve movimiento de ataque para vencer a esta cosa que se hacía pasar por nuestra familia.

Entonces ocurrió el segundo milagro de ese día.

Una risa, abierta, sincera, como pocas veces habíamos escuchado broto de ella.

Sólo la habíamos escuchado anteriormente cuando realmente superamos sus expectativas. ¿Qué estaba pasando?

- Y este es el resultado… - suspiro, sonando casi resignada – Ambos, ahora abajo – Tal cual una orden y con un movimiento de su muñeca, sentimos los efectos de inmediato.

Tanto Naruto como yo sentimos nuestro chakra violento peleando contra el de ella.

¡Sí era ella, se sentía su chakra, su olor y color! Pero, entonces ¿porque…? Como siempre, terminamos cediendo, asegurándonos que era ella ni siquiera continuamos peleando, caímos al suelo contenidos, presionados por el efecto que su energía producía en nosotros, podía sentirlo en mi sangre, rindiéndose ante el chakra conocido, acariciándonos como ella no podía hacerlo físicamente. El aire a nuestro alrededor azoto más como si Byakko-sama estuviera exaltado por el trato que se nos dio… o conociéndolo, tal vez, pidiendo más.

- Tranquilos, ambos escuchen bien ahora, es la única vez que lo diré así que presten atención – Dijo ella, prácticamente murmurando, inclinándose hacia su mesita en la sala sin levantarse de su sillón para recoger su taza de té de hierbabuena y jengibre - Me han llegado rumores desde la nación de Otogakure. Se habla acerca de un demonio y una bruja, ambos de índole malvada y oscura, viviendo en los bosques de Konohagakure no Sato.

Esto lo dijo de manera parsimónica, pero no entendíamos nada. A pesar del ronroneo de océano profundo que el chakra de ella emitía, sentí a Naruto. Él estaba tan confundido como yo.

- Entiendo que esto no les preocupe, pero dentro de un tiempo, la gente empezará a agregarle sazón a este rumor. Que juegan con los humanos, que les gusta tomar la sangre de otros, que les encanta ver la vida desaparecer de los ojos de un ser vivo – Comento tan tranquilamente al tiempo que llevaba otra vez la taza de delicioso sabor a sus labios.

Cuando los rumores sean tales, la gente culpará porque esa es su naturaleza, a todo aquel ser que ellos crean responsable, incluso si residen en Kumogakure o Sunagakure se les buscará para demostrar que son malvados, o inclusive por razones menos justificadas como la búsqueda de poder, una patética excusa sobre aquellos que se crean más fuertes que cualquiera de ustedes dos – Dio otro trago a su taza, más largo esta vez, casi terminándola, permitiéndonos digerir lo que dijo.

Entonces comprendí.

En algún momento, podrían pensar que Naruto y yo somos los seres originales de estas leyendas – murmuré llenándome de indignación, no por lo que ella propone, sino porque Naruto jamás sería, ha sido o es un demonio.

- Watashi no aisuru ninfu – mi querida ninfa - Me mira con un toque entre ternura y exasperación, ella sabe lo que estoy pensando, esta es su forma de decirme cada vez que - en sus palabras-, "soy una imagen misma de la redundancia".

- Recuerda que a veces no importa la opinión que tengas de ti misma sino lo que los demás piensen de ti. Por eso importa que les muestres únicamente lo que quieres que vean. – Deja de mirarme a mí para pasar sus ojos amielados a Naruto, quien ha levantado la cabeza mirándola como si tuviera todas las respuestas del universo.

- Watashi no saiai no kitsune – mi amado zorro – tú eres quien tendrá la carga más pesada, pero decidirás qué tipo de vida quieres. En algún momento, tendrás que elegir si quieres una vida larga y aburrida, o quieres una vida corta y dada tu personalidad, probablemente, llena de emoción. Lo que te digo ahora, no es una opción a esto último, ni siquiera debemos considerarla opción. Eres el último de tu especie, y por tanto eres especial, pero, así como existen personas como Sakura cuyo amor es infinito e incondicional por ti, existirán personas que te deseen por lo que tienes dentro, y no serán amables mi niño.

Cada palabra que seguía saliendo de su boca, se sentía como una especie de sentencia. Especialmente cuando empezó a bajar cada vez más la voz.

Naruto y ella se quedaron viéndose un largo rato, hablando sin palabras.

Nuestra familia no las necesita.

Sin decir más, ella se levantó y abrió la puerta de madera que dirige al jardín trasero, y la cerró al salir por ella, seguramente a encontrarse con Byakko. Noches como esta era cuando acordaban encontrarse.

Sin más palabras entre nosotros, Naruto y yo entendimos perfectamente que debíamos de hacer.

Así fue como después de darnos a conocer como los chicos del bosque, cuyos padres estaban fuera del pueblo por trabajo y solo enviaban dinero, empezamos con estas fiestas. De esa manera, la gente del pueblo, aledaños e incluso los locos y ancianos creían que Naruto y yo sólo éramos dos chicos que aprendieron a vivir lejos de los demás, pero nunca marginados.

Presentamos nuestra cara más amable, el sueño de todo padre ejemplar, niños autosustentables con nuestro propio huerto, nuestro propio canal de riego y cultivo, comprando con nuestras cosechas ropa y carne, nunca lo más llamativo, nunca lo más caro, pero tampoco lo más humilde. Simplemente promedio.

Prestando ayuda a los menos favorecidos, dando lecciones de lectura y escritura a los niños del pueblo aledaño.

Siendo educados y proactivos, ayudando aquí y allá, Naruto con fuerza y yo con medicina.

Con todo eso, y una Yuki-chan, hablando maravillas de nosotros nos sentíamos con la vida arreglada a nuestros 16 otoños.

Hasta que invoqué chakras malignos. Y soltó a Naruto con horrido esplendor.