¡Hola! ¿Qué tal están?

¡Hoy sí que me estoy congelando! Jajajaja. Al menos la niebla desapareció, pero tengo la impresión de que volverá muy pronto. En fin, mejor voy y me hago un cafecito. Al paso que vamos, esta Nanoha también va a necesitar uno.

Muchas gracias por tomarse parte de su día para leer esto! Espero que tengan una semana maravillosa :)

Disclaimer: MSLN Ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Capítulo 14: Otro invierno lejos de casa.

Había algo de nostalgia ligado intrínsecamente a la temporada de invierno. Para ella, que venía de una ciudad pequeña en donde prácticamente todos se conocían, usualmente en los crudos inviernos que podían presentarse en ese lugar era cuando más veía actos de solidaridad. Siempre, el que tenía mucho a su disposición había tomado la costumbre de tener disponible para esa fecha un plato caliente para el que lo necesitara, e incluso las diferencias familiares podían tener una pausa durante esa temporada para compartir una bebida caliente.

El invierno en Uminari era menos crudo en cuanto a clima se refería, o al menos las heladas no eran tan fuertes como en su ciudad natal, pero a nivel emocional parecía ser bastante inhóspito. Mientras más grande la ciudad, menos vínculos emocionales se creaban entre la multitud de habitantes. En ese tipo de ciudades solían prevaler las necesidades individuales por sobre la preocupación hacia los demás, casi como un requisito indispensable para la supervivencia.

Y Uminari era una ciudad muy, pero muy grande.

Ese invierno en particular había hecho aparición con bastante fuerza, con temperaturas que te hacían necesitar varias capas de ropa para poder capear el frío inclemente, y lluvias repentinas que, si no estabas preparado, podían pillarte desprevenido y dejarte empapado a mitad de la calle en cualquier momento del día. Quizá eran los cielos completamente nublados que se presentaban comúnmente durante esa época, o también el aspecto lúgubre de las calles desoladas al finalizar su turno en el bar, pero era justo para esas fechas en donde más extrañaba su hogar de infancia.

Ese sería ya su tercer invierno lejos de casa. Ahora, con la responsabilidad del departamento, sus bolsillos no estaban como para realizar viajes repentinos por las puras, y si quería seguir pagando ese lugar tampoco podía darse el lujo de pedir algunas semanas libres en el trabajo para visitar a su familia. Su familia tampoco estaba en una posición económica que les permitiera viajar para esas fechas sin descuidar sus asuntos, así que le tocaría esperar quizá al próximo invierno, por si tenía algo más de suerte. Tal vez si empezaba a reunir de a poco, empezando desde ahora, podría darse el gusto.

Si no fuese por la presencia de Fate, ese invierno sería bastante solitario para ella.

Su espectral compañera de piso también se había mostrado un poco taciturna desde el inicio del invierno. De por sí, la experiencia con sus recuerdos que le había dejado el último ritual había tocado algo en lo más profundo del ser de la rubia, quién tardó algunos días en asimilar mejor lo que había sucedido. A pesar de que Rein les había explicado de manera superficial a Nanoha y a Hayate lo que había pasado, no fue sino hasta que Fate se había atrevido a desahogarse con ella que entendió un poco mejor qué era lo que le sucedía.

El haberse enterado que tenía una hermana menor la había dejado profundamente conmovida. Y luego, esa conmoción se había transformado en culpa.

Fate, con su actuar impulsivo, le había salvado la vida. Pero, también, la había dejado desprotegida. Después de haberle prometido a su madre que siempre cuidaría de su hermana menor, por sus arriesgadas acciones había dejado a la pequeña sola.

La culpa reptaba en lo más oculto de su inconsciente. No podía estar en paz hasta que supiera que su hermana estaba bien y a salvo, y eso solo se solucionaría de la manera más sencilla posible. Fate tenía que encontrar a Alicia.

Sonaba tremendamente sencillo, pero en una ciudad tan grande como Uminari, y sin mayores referencias, la tarea era endemoniadamente difícil, para no decir imposible.

Decidida a ayudarla, Nanoha había hecho su propia búsqueda para encontrar cualquier pista de la joven a la que tenían que ubicar, pero sus esfuerzos, hasta ese momento, seguían siendo en vano. La única persona en el edificio que pudo darle una leve referencia fue la anciana con la que se había topado durante el primer día, quién solo pudo decirle que efectivamente en el departamento que ahora ocupaba habían vivido anteriormente dos hermanas, pero una había fallecido en un trágico accidente, y le habían perdido el rastro a la que había sobrevivido.

Sospechaban que quizá se había ido a vivir con algún familiar.

Pero Fate no recordaba que tuviesen algún familiar directo en ese momento.

Aunque el fantasma lo negara, Nanoha sabía que a su rubia amiga el tema la afectaba muchísimo. Desde luego, su compañera intentaba mantener su habitual buen humor mientras no hablaban del tema, pero cada vez era más frecuente encontrarla mirando hacia el horizonte con expresión perdida, o suspirando mientras creía que nadie la miraba.

Solo que Nanoha si lo hacía. Había tomado el hábito de mirarla, tanto que para ella ya se había convertido en un reflejo natural el salir de su habitación y escanear con sus ojos el área de la sala y el balcón, esperando encontrarse con la visión de la mujer de cabellos dorados. Y cada vez que sus ojos se posaban en Fate, encontrándola con el rostro lleno de profunda tristeza, no podía evitar sentir una punzada de dolor en su propio corazón, como si fuese capaz de sentir esa misma tristeza que se había anidado en su compañera de piso.

Cuando Fate se daba cuenta de que Nanoha la miraba, se apresuraba a mostrar sus habituales sonrisas. Pero la cobriza también se daba cuenta de que, a veces, esas sonrisas no alcanzaban a llegar a los ojos borgoña a los que les había tomado el gusto de mirar.

Y cuando tenía que decirle que aún no tenían noticias, y alcanzaba a ver ese pequeño destello fugaz de decepción en sus ojos, odiaba profundamente que la chica no fuese lo suficientemente corpórea como para poder sostenerla entre sus brazos en ese mismo instante sin necesidad de algún aviso previo.

Habían pasado meses. Todavía no lograban encontrarla.

Nanoha ya no sabía qué hacer para poder hacer sentir mejor a Fate.

El hecho de que en esa noche invernal el ambiente se sintiese aún más lúgubre en comparación a días anteriores tampoco la estaba ayudando mucho. Desde el atardecer, una espesa niebla había caído sobre las calles, junto a repentinas brisas gélidas que te hacían tiritar hasta los huesos. A pesar de que algunas nubes se habían arremolinado en el cielo, los reportes del tiempo no daban indicios de lluvia por esa noche, pero la cantidad de niebla había sido suficiente para ahuyentar a casi todos los comensales del pub.

Era así como, en vez de su habitual ajetreo laboral que apenas le permitía respirar, se encontraba ahora con algo de tiempo libre a su disposición que era magistralmente aprovechado por su cabeza para traerle recuerdos de su familia.

O también, para pensar en la rubia, y en su mirar triste.

Cuando el reloj del pub marcó la hora de salida, no pudo sentirse más agradecida.

En su bolso, un paquete de ramen se bamboleaba alegremente. No era muy fanática de comidas tan procesadas pero, con ese clima y poco dinero a su disposición, se alegraba de haber tenido la brillante idea de comprar un paquete antes de irse a trabajar. Su compra le había garantizado una cena que le daría algo de calor en medio de ese clima.

Con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo intentó caminar lo más rápido posible hacia la estación del subterráneo, que afortunadamente seguía funcionando hasta la madrugada a pesar de las duras condiciones climáticas. Luego de algunos pocos minutos de espera un tren llegó a la estación, y se apresuró a abordar el vagón para continuar con su camino a casa.

Todo marchaba bien, hasta que al llegar a su estación de destino empezó a escuchar un suave murmullo, que no hizo sino aumentar de intensidad a medida que subía las escaleras hacia la salida de la estación.

Cuando llegó hasta la salida llovía a cántaros.

Y ella, habiéndole hecho caso tontamente a las predicciones del tiempo, no había llevado paraguas.

No pudo evitar maldecir su suerte por debajo.

Espero algunos pocos minutos con la esperanza de que la lluvia aminorara, pero con el pasar de los segundos las gotas caían aún con más intensidad, así que empezó a evaluar sus opciones. La estación se encontraba a unos quince minutos caminando desde su casa, aunque habitualmente tomaba el transporte público desde allí para hacer el tramo mucho más corto. Por la lluvia, no había indicios de que fuese a pasar algún autobús pronto. Si apuraba el paso, podía recortar el tiempo de la caminata a casi la mitad, pero con el torrencial aguacero iba a llegar empapada de pies a cabeza.

O también podía esperarse a que escampara, que por lo que alcanzaba a ver era muy probable que no sucediera tan pronto. Si seguía esperando su posibilidad de llegar a pie a su casa disminuiría con cada segundo, apenas empezaran a formarse pozos de agua que le impidieran el paso. Lo que sí era seguro es que, de allí a que dejara de llover y se restableciera el servicio habitual de buses, fácilmente podía retrasarse una hora más.

- Al diablo con esto - murmuró molesta, acomodándose mejor la capucha de su abrigo y saliendo de la estación.

Avanzó por las calles caminando lo más rápido posible, mientras que la lluvia seguía cayendo sobre su humanidad de manera inclemente. Las gotas, producto de la brisa, le salpicaban directamente la cara a pesar de que durante el trayecto trataba de cubrirse lo mejor que podía, al caminar el mayor tiempo posible bajo los techos de las tiendas cercanas. Cuando ya iba por la mitad de su travesía el agua goteaba pesadamente desde su abrigo, y su labio inferior temblaba ligeramente por las bajas temperaturas.

Quizá el haberse lanzado a correr bajo la lluvia a lo tonto no había sido una idea tan brillante al fin y al cabo, pero era muy tarde para arrepentirse.

Haciendo acopio de lo que le restaba de voluntad, y apalancándose de su terquedad, casi trotó por las húmedas calles que la separaban del edificio en donde vivía. Al llegar a la parte techada, antes de subir las escaleras, intentó escurrir el abrigo lo más posible, sin poder evitar de igual manera ir dejando una fina estela de gotas al ir subiendo.

Entrar al departamento se sintió como la gloria, aunque con el frío congelándole hasta los huesos y sus dientes castañeteando violentamente su actual estado de humor no le permitía exhibir muchas sonrisas.

- ¡Uy! - exclamó Fate al verla - ¿Qué te pasó?

La rubia fantasma se le acercó, mirándola con preocupación mientras ella terminaba de quitarse el abrigo y lo colgaba en el perchero de la puerta. Dejando su bolso a un lado, lo abrió momentáneamente para sacar el paquete de ramen que había comprado más temprano, y lo dejó en la encimera de la cocina.

- Pensé que sería una buena idea venir caminando bajo la lluvia ¿Y sabes qué?

- ¿Qué?

- Fue una idea pésima - admitió Nanoha, suspirando.

Ante su respuesta, el espectro no pudo evitar soltar una risita. Estaba segura de que si Hayate le hacía lo mismo seguramente le daría un coscorrón pero, en vez de hacer gala de su mejor mirada de desdén, sus labios se curvaron en una ligera sonrisa.

Aún no entendía como, desde hace un buen tiempo, la sola presencia de la rubia la ponía de mejor humor.

- Ve a ducharte - le pidió Fate, acercándose a la cocina - Yo me encargo. Si te dejas esas ropas te vas a resfriar.

A regañadientes, Nanoha se dirigió hacia la ducha. Antes de abrir la regadera, a sus oídos llegó el leve tintineo de los utensilios de cocina, confirmándole que Fate había decidido no quedarse ni un segundo más quieta en la sala. Dejó que el cálido baño la ayudara a relajarse y, una vez se sintió completamente satisfecha, salió de la ducha y se vistió con ropas más cómodas.

Gracias al buen aislamiento térmico del departamento usualmente la temperatura dentro de su hogar era bastante agradable. Sin embargo, ese día estaba haciendo bastante frío, y después de los baldes de agua helada que habían caído sobre su cabeza gracias a la inesperada lluvia lo mejor que podía hacer era abrigarse lo más posible. Decidida a buscar algo más cálido que un simple suéter, recordó que, poco antes del inicio del invierno, Hayate le había regalado una sudadera gigante de color rosa, forrada en felpa, que era la cosa más cálida y cómoda del mundo pero que definitivamente no podría usar fuera de casa sin que la policía la detuviera por cometer semejante crimen contra la moda. Al ubicarlo, se apresuró a colocárselo mientras agradecía mentalmente el tener una amiga como la castaña, que se preocupaba genuinamente por ella.

Mucho más cómoda que como cuando recién llegó a casa, salió de su habitación solo para encontrarse con una visión que llenó de calidez su pecho, y no precisamente por la sudadera que recién se había puesto.

En la cocina estaba Fate, sirviendo el ramen que había traído la cobriza en un tazón. La tenue luz de la cocina provocaba un efecto visual casi etéreo al combinarse con la pálida luz que la mujer parecía desprender comúnmente. Afuera, la lluvia no había disminuido, pero el repicar de las gotas sobre la ciudad, provocando un leve murmullo, hacía que el espacio se sintiera aún más cálido y seguro, como si estuvieran sumergidas en una burbuja, encerradas en su propio mundo.

Fate la miró, con su sonrisa habitual y su mirada gentil de siempre. Pero, esa vez, para Nanoha, todo se sentía tan distinto. Como si la fantasma ahora estuviese irradiando una luz completamente distinta, que anteriormente no hubiese sido capaz de ver completamente, y el velo se estuviese levantando lentamente de sus ojos.

Casi sin pensar, se adentró también a la cocina. Rebuscó en uno de los estantes hasta sacar otro tazón y, con cuidado, vertió parte del contenido de su plato en él, dejándolo frente al altar de Fate.

- ¿Podemos cenar hoy en el sofá? - preguntó Nanoha

Fate, ante la intensa mirada de la cobriza, no pudo evitar que un fugaz sonrojo adornara sus fantasmales mejillas. Se acomodaron en el sofá, apagando la luz de la cocina y quedando solo iluminadas por la brillante luz del televisor encendido. Mientras Nanoha devoraba su tazón, canturreando por lo bajo, Fate se dedicó a cambiar entre los canales hasta encontrar uno donde recién empezaba una de esas comedias románticas que tanto disfrutaba ver.

Cuando la universitaria finalizó con su modesta cena, dejó el tazón en la mesa de centro y se acercó un poco más a Fate.

- Hombro - murmuró Nanoha.

Y a Fate le alcanzó el tiempo exacto para concentrar más de su energía hacia su lado izquierdo, para que Nanoha pudiese recostarse en su hombro sin problemas.

Físicamente no podía sentir calor, pero estaba segura de que, si tuviese un cuerpo real, el tibio cuerpo de Nanoha tan pegado al suyo se hubiese sentido con un fuego abrasador en sus entrañas.

- Sabes, Fate - empezó a decir Nanoha, en un arrebato de sinceridad - Nunca me habían gustado los inviernos de Uminari. Los encontraba… Tan fríos. Creo que es porque en este lugar todos están tan metidos en sus cosas que a veces olvidan ser un poco amables, y en casa para estas fechas es cuando justo sentía que estábamos más unidos, así que sentía como un "vacío" - agregó, haciendo el gesto de las comillas con sus dedos - Pero ahora que estás aquí… Creo que este invierno no está tan mal.

Esas palabras se anclaron en lo más profundo de la rubia, moviendo fibras que había intentado mantener ocultas. Justo ella se había acostumbrado a contar los inviernos ya que esa época era donde solía sentirse más sola. Mirando a la distancia las calles solitarias y llenas de niebla, había encontrado un reflejo del tumulto interior que sentía. Sin embargo, en ese invierno, la niebla seguía extendiendo sus ramas en un paso lento pero imparable, y también las calles se mantenían mucho más solitarias que de costumbre al caer la noche.

Pero ella ya no se sentía tan sola desde que conoció a Nanoha.

- A mi tampoco me gustaban los inviernos - confesó Fate, intentando mantener su vista fija en el televisor para evitar que la emoción en sus ojos no fuese tan evidente - Pero, desde que te conocí…

Había palabras que querían salir de su boca, pero sabía que, una vez que salieran, no iba a poder detener cualquiera que fuese la consecuencia de no guardar lo que sentía bajo llave.

Una de esas consecuencias podría ser incluso ganarse el desprecio de la mujer que seguía recostada sobre su hombro, mirándola atentamente.

No estaba preparada para lidiar con eso. No podría lidiar con el desprecio de Nanoha, nunca.

- Tienes razón. Este invierno no está tan mal - finalizó, aun con las palabras que quería decir atoradas en la garganta.


N/A: Algunos dicen que las palabras más dolorosas son aquellas que nunca se dicen

Miko86: Es que un pancito como Fate no hubiese podido hacer nada malo! Son cosas que pasan. Al menos ya avanzaron un paso más! El progreso a veces también se consigue dando un paso a la vez :p

Chat'de'Lune: Fate es un fantasma decente! Jajajaja. Al final parece que la abuelita nos salió muy mala para el chismorreo: mira que no manejar el chisme completo! Espero que este domingo sea mucho más entretenido para ti que el anterior :P Mira, tienes razón, los viernes están mejores, pero por eso creo que necesitamos un poquito de ánimo y apoyo moral extra los lunes, no? Jajajaja. Y sí, esa creo que fue el perfecto ejemplo de una hostia astral! Venderán pomadas para eso?

Guest: Hi! That's right! Fate must find Alicia, but that task seems to be a little more complicated from what we expected. The good thing is that her living friends are willing to help her :) Hope you have a wonderful week!

Nadaoriginal: Ahhhh, bien lo decía Neutro Shorty... ¡Todas mienten! :p Ya han iniciado las averiguaciones, pero no son tan exitosas como deberían parece. Pa' esa tarea le tengo más fe a Hayate Holmes... porque a Nanoha con el chaparrón que le cayó encima lo más que puede encontrar es un resfriado nivel Dios! jajajajaja Espero tengas una buena semana! Abrazos!

Zaisoh: No, no, le tengo fe a Alicia. Fate la cuidó bien. Si la hermana se le llegase a descarriar yo creo que se muere de nuevo x'D Jajajaja, Hayate ya le tiene el ojo puesto a Reinforce, pero le va a tocar armarse de paciencia. Quién sabe? Espero que tengas una muy buena semana, estimado Zaisoh!

Nos leemos el próximo domingo! :)