REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! Me animé a traer una nueva actualización porque tengo muchas ideas en mi cabeza y antes de que se me escapen decidí escribirlas.
- Lin Lu Lo Li: Hola, me alegra que te haya sorprendido y sí, veremos a un Inuyasha despreocupado como ya lo conocemos y sin duda Koga acaba de ganar algunos puntos por eso, pero a medida que se desarrolle la historia veremos si la relación del InuKag cambia o no, ya le aseguro yo que sí :3. ¡Gracias por leer! Espero que te guste esta nueva actualización.
Sin duda este nuevo cap trae consigo muchas más sorpresas y sin más que decir ¡Disfruten de esta nueva actualización!
Atte: XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 5.
KAGOME
Murmullos y pasos apresurados eran todo lo que podía escuchar desde la soledad de mi habitación, lugar al que había sido recluida sin consulta previa.
Las puertas estaban cerradas desde afuera y aquello no hacía más que aumentar mi ansiedad. Quería saber qué estaba pasando, ¿cómo se encontró mi madre? y sobre todo quería hallar al responsable de la muerte de mi abuelo.
Me puse de pie de inmediato cuando por fin la puerta dio señales de ser abierta. La figura imponente y sombría de Toga Taisho me miró desde aquella distancia, tal vez pensando en qué decir o cómo actuar en esta situación. Pero qué tontería, se supone que él es el Rey de Lothar y cosas como esas no le resultarían tan complicadas.
- Kagome… - Me pareció escuchar un leve tono de tristeza en su voz.
- Majestad.
Me esforcé en hacer algún tipo de reverencia digna del Rey, pero fallé en el intento cuando vi a Inuyasha entrar tras él.
- Mi madre - solté recuperando el aire - ¿Cómo está ella?
- Descansando en su habitación - intervino el menor de los Taisho - Tranquila, Sango se quedó con ella.
Asenti con pesar. Ahora más que nunca mi madre necesitaba sentirse segura y no existía nadie mejor que mi amiga de la infancia para tranquilizarla.
- ¿Qué ocurrió? - Dije en un susurro que estoy segura no pasé desapercibida.
- Todo indica que fue el corazón - afirmó el Rey.
- Mi abuelo era viejo, pero Majestad, le podría jurar que nunca tuvo problemas del corazón.
- No hay otra explicación - insistió el Rey con angustia en el rostro, lo que me indica que también pensaba lo mismo.
Miré alrededor de mi habitación y entonces vi un recipiente lleno de comida que me había negado a comer desde mi fallida huida.
- ¿Quién se encargaba de los alimentos de mi abuelo? - dije sin despegar los ojos de aquel recipiente.
Vi al Rey mirar de reojo a su hijo y entonces algo se retorció en mi estómago.
- ¿Quién…?
- Kikyo - intervino una voz áspera desde el fondo.
Todos en la habitación vimos entrar al Príncipe Sesshomaru acompañado de una joven mujer, por su apariencia podría jurar que se utilizó de una empleada más del palacio.
- Sesshomaru - La voz de inuyasha parecía ser lanzada con cierto enojo.
- ¿Quién es ella? - Dije entonces.
- Kikyo era la encargada del alimento de tu abuelo - comentó su Majestad el Rey.
- ¡Sí, pero ella no tiene nada que ver! - intervino Inuyasha arrebatando a la muchacha de los brazos de su hermano - Si buscan algún culpable es ese maldito Okami.
-¡Inuyasha! No te permito levantar falsas acusaciones del Rey Koga.
- ¡Y todos ustedes si pueden acusar injustamente a alguien inocente por la muerte de un viejo!
-¡Inuyasha! - riño su hermano.
No supe en qué momento ocurrió, pero la mirada gélida que me lanzó la muchacha me hizo estremecer.
- Discúlpate…
- No hace falta - le dije al Rey - De todas formas, si eso es lo que piensa, sus disculpas no serán sinceras - Me giré para comprobar que mis cosas aún se encontraron en la salida y volví a mirar al Rey - Será mejor que nos vayamos, ustedes ya hicieron bastante por… - contuve un sollozo - Por mi abuelo y mi madre.
- De ninguna manera dejaré que abandonen a Lothar después de lo que pasó, es muy peligroso que regresen solas y...
- Si su seguridad es lo que le preocupa Majestad yo estoy dispuesto a escoltarlas.
La nueva intervención nos dejó en silencio a todos y más al ver la imponente figura del Rey de los Okami de pie en la entrada.
- Pero qué tontería… – Inuyasha susurró por lo bajo - Padre no pensarás…
- Acepto - me adelanté - Si esa es la única opción que tenemos para regresar a nuestro hogar lo acepto y sé que mi madre estará de acuerdo.
Vi soltar un suspiro pesado por parte de Toga Taisho antes de poner sus ojos en mí.
- Lamento que haya tenido que pasar por tanto dolor, pero esta siempre será tu casa y puedes regresar cuando quieras.
- Se lo agradezco Majestad.
- ¿Enserio pondrás su vida en manos de esa idiota?
-¡Inuyasha!
- ¡Ya se te olvidó lo que le hicieron a mi madre!
- Esos son temas que no discutiré en presencia de ajenos.
Toga dirigió su mirada gélida a la de Kikyo, quien parecía bastante cómoda en medio de toda esta situación.
- Nos vamos - intervino Koga y yo se lo agradecí internamente.
Asentí y me acerqué a él no sin antes hacer una reverencia de despedida a todos los hombres dentro de la habitación.
Una vez fuera me permití soltar un sollozo, acción que no pasó desapercibida por parte del Rey de los Okami.
- Lamento mucho tu perdida y aunque no conocia muy bien a tu abuelo puedo asegurar que era una persona maravillosa.
- El mejor de todos - solté con la voz rota.
- Con solo verte puedo confirmarlo.
Le sonreí, aunque por dentro moría de tristeza.
- Gracias por… - recorri todo con la mirada - Esto.
Sonrió.
- Lo hago con mucho gusto.
Tal vez no lo conocía del todo, pero algo muy en el fondo me decía que este hombre frente a mí no tenía nada que ver con la muerte de mi abuelo. Era algo que no podía explicar pero Koga transmitía paz, algo que desde que llegué aquí no había encontrado.
INUYASHA
Me aferré a la idea de que por fin todo volvía a la normalidad. Los pasillos y campos tranquilos eran buenas señales después de todo. Un par de semanas habían sido suficientes para ponerlo todo en su lugar.
- Al fin te encuentro.
Miré de reojo al dueño de aquella voz. Miroku parecía demasiado desanimado ya que los Higurashi se fueron y eso era algo que me llenaba de curiosidad.
- Dejaste ir a la que pudo convertirse en tu esposa.
- No estoy en busca de una esposa - recalqué volviendo mi mirada al lago frente a nosotros.
- Claro, supongo que ella tampoco vino aquí en busca de uno.
- Ve al punto.
- El punto amigo mío es que Kagome Higurashi no es una Princesa común.
Entonces me erguí antes de mirarlo.
- ¿Te gusta?
- ¡¿What?! - dijo confuso.
- Si no es eso ¿A qué viene todo esto?
Lo vi soltar un suspiro lleno de resignación.
- Lleva la sangre de una sacerdotisa, eso explica lo buena que es con el arco.
- Eso no explica nada - Dije seguro - Cualquiera puede ser bueno en algo.
- No lo entiendes, si lo que digo es verdad que ella puede…
- NO lo digas - me apresuré en decir - Si vas a volver a hablar de encontrar una forma de romper con mi maldición es mejor que te quedes callado.
- Pero…
- ¡Suficiente! Y creo que está de más pedirte que mantengas en secreto todo lo que acabas de averiguar. Si mi padre se enter…
- Lo sé, haré lo que me pides.
Volvió a bajar la cabeza y ante mi atenta mirada no pasó por desapercibido.
- Mejor dime ¿Por qué estás así? - insistí - Llevas decaído desde que se fueron.
- Tal vez conocí a una bella dama que podría haberse convertido en la madre de mis hijos pero terminaste por arruinarlo.
Sonreí.
- ¿Quien…?
- Sango, es una verdadera joya.
- Ya habrán otras…
- No, estoy seguro que ella es la indicada.
- Quién diría que tú, el mujeriego número uno del Reino, quedaría flechado por una mujer que solo vio un par de veces.
- Cuando pasa, pasa - decretó y aquello me dejó pensando.
"Cuando pasa, pasa"
Era la frase más tonta que había escuchado, pero tenía que darle mérito, ya que el amor era algo difícil de controlar.
- Majestad.
- Adelante.
Dejé el vaso sobre la mesa antes de mirar hacia la puerta.
Kikyo apareció con una nueva bandeja llena de comida y un recipiente que ya se hacía conocido.
- Es hora de su…
- ¿Kaede te envió? - cuestioné acercándome a ella.
- No… Fui yo quien le pidió a la anciana Kaede si podría ser yo quien lo sirviera por esta noche.
- Ya veo - dije tomando el recipiente de hierbas.
Aquello no era más que la poción que tenía que tomar cada cierto tiempo, solo que esta vez no me supo tan agria como de costumbre, supongo que mi cuerpo se estaba acostumbrando.
- Antes de retirarme Majestad, quería agradecerle por lo que hizo por mí aquel día.
Kikyo era hermosa, lo sabía desde hace mucho. Siempre callada, tímida y frágil, me hacía sentir la necesidad de protegerla.
- No iba a permitir que te acusaran de ese modo - dije dándole un último sorbo a mi bebida.
Ahora que la veía con detenimiento, encontré en Kikyo un parecido con Kagome. El color de su piel, sus facciones y el color de sus ojos eran semejantes a los de aquella muchacha. Pero hubo algo que no encontré en su mirada y era ese brillo que había visto en Kagome aquella noche que nos conocimos.
- Le estaré eternamente agradecida Majestad.
- Por favor llámame Inuyasha, después de todo, tú y yo nos conocemos desde hace mucho.
- Eso es cierto, Inuyasha.
Me regaló una sonrisa que correspondí de inmediato.
- Yo…
Un carraspeo acompañado de unos golpes en la puerta nos hizo ver en aquella dirección.
- Inuyasha su Majestad el Rey quiere verte.
Miré a Miroku y por la expresión en su rostro podría jurar que algo malo había pasado.
- ¿Qué ocurre?
Fue lo primero que dije al entrar a la sala de reuniones. Mi padre me miró pero yo no despegaba la mirada de la de mi hermano.
- ¿Qué haces vestido así? - Le dije a Sesshomaru.
Traía puesto su traje de combate y aquello no hizo más que aumentar mi ansiedad.
- Atacaron el Reino de los Higurashi.
- ¿What? - dije desconcertado pensando que tal vez había escuchado mal.
- Sesshomaru, tú estarás al mando de la misión, busquen algún sobreviviente.
- Sí Majestad.
Dicho eso, mi hermano se fue seguido de una cantidad considerable de hombres.
- ¿Qué quieres decir con sobrevivientes ? - dije mirando al fin los ojos de mi padre.
- Fue una matanza Inuyasha, a estas alturas dudo mucho que tu hermano encuentre a alguien con vida.
Continuará...
