Extra 02: Juicio en el extranjero. Part II
Hôtel Le Cantlie Suites — Mayo 21, 2022 / 22:17
Yuri había llegado la noche anterior, tan rápido como le fue posible al tomar el primer avión rumbo a Suiza. A pesar de lo agotado que se encontraba, tuvo tiempo para sentarse con Víctor y saber los detalles de lo que había ocurrido cuando Yuuri intentó pasar por emigración.
Víctor le comentó todo, frustrado, visiblemente afectado mientras intentaba calmar a Alexey quien no dejaba de llorar. Solo lograba calmarlo por un par de horas, para volver con aquellos gritos mientras Víctor intentaba mover todas las fichas a su favor a través de las llamadas. Yuri buscó apoyarlo con el cuidado de su hijo, mientras él retiraba todos sus fondos de los bancos y anulaba todos los documentos que habían firmado para la inversión en el país. Habló en serio cuando dijo que no pensaba invertir en un país que le diera semejante trato.
Traer a Yakov Feltsman era imposible, el anciano ya se había retirado de los tribunales y según palabras de Anya, se había ido con la jueza. Eso decían las malas lenguas. Pero Georgi estaba disponible, acababa de salir de otro caso al que ganó, y se había convertido en uno de los abogados más cotizados. Apenas supo lo ocurrido, Mila buscó comunicarse con él y lo tuvieron pronto en Canadá con todos los documentos en mano para que armara el caso.
Pero como era imposible para Georgi litigar sin tener una licencia del estado, sería él quien asesorara a una joven abogada que fue ampliamente recomendada por uno de los abogados mercantiles que asesoraban a Víctor con las inversiones en Canadá. Isabella Yang, de veintiséis años, ya había encabezado varios casos defendiendo a los omegas y apelando a sus derechos. Hija de un omega y un beta, había sabido ganar prestigio y le aseguraban un buen acompañamiento de su parte. Víctor decidió aceptarlo siempre y cuando Georgi, al conocer ya de antemano su caso, la asesorara.
Suspiró agotado y miró como Yuri le quitó a Alexey de los brazos para llevarselo a la otra alcoba. Por fortuna, había podido evitar que el servicio del hotel lavaran las sábanas donde Yuuri estuvo acostado, para poderlas usar con Alexey e inducirle el sueño con el aroma de su padre en las telas. No quería dormir solo tras ver como lo habían arrancado de los brazos de Yuuri, así que pedía tenerlo en la cama para así poder dormir. Yuri fue a hacer precisamente eso.
Al cabo de una hora, que él dedicó a seguir revisando documentos, lo sintió volver. El llanto de Alexey se había callado mucho tiempo atrás.
—Ya deja eso —pidió Yuri, al posarse en su espalda para agarrar los músculos tenso—. Mañana resolveremos todo esto.
—Espero que sí.
No hubo más palabras al respecto. Yuri se inclinó y comenzó a lamer la oreja de Víctor con lentitud y alevosía para desquiciarlo. El alfa ronroneó al sentir la estimulación que fue mutando a algo más brusco cuando los mordisco dieron su aparición. Las manos de Plisetsky se movieron ruda por sobre su saco. Se lo quitó mientras esparcía mordisco en su cuello y Víctor ya era incapaz de negarse. Lo necesitaba.
Se levantó del asiento y buscó la boca de Yuri con afán. Un beso furioso y agresivo inició mientras Plisetsky lo empujaba contra la pared y Víctor le jalaba los mechones rubios de su nuca. Compartieron mordidas y lenguas, se mecieron mientras buscaban el calor del otro y las manos de Yuri le retiraba la fina camisa de seda. Víctor gimió sin decoro al sentir la lengua viajando por su nuez de adán en una línea caliente y nociva. Necesitaba eso. Estaba tan asustado, preocupado y enojado que necesitaba liberar energías y qué mejor que el sexo para eso. Yuri lo sabía.
Atravesado por el deseo, Víctor se movió y buscó de nuevo su boca. Yuri arrastró fuera la correa del pantalón y metió sus manos debajo de la prenda íntima donde el pene de Víctor se encontraba ya erecto.
—Nos está sintiendo…
Víctor sonrió, al percibirlo a través del lazo. El calor de Yuuri recorriendo su cuerpo como una oleada de placer. La aceptación del acto como si fuera parte de su forma de amar y ser amado. No iban a negar que a pesar de lo bien que se sintió estar a solas, habían extrañado a los otros. Y era agradable notar que eso no menguaba el amor que sentía entre ellos.
—Oh sí… espero se esté masturbando mientras imagina cómo te follo.
Víctor gimió, y sin recato alguno se puso de espalda para permitirle a Yuri lo que quería hacer. Por su naturaleza, necesitaba un poco de ayuda, y no fue fortuna que Yuri ya tuviera un lubricante en sus manos. Había ido preparado para ello y así estimuló lo suficiente para no lastimarlo, pero la prisa de Víctor se hizo sentir y Yuri no tardó en obedecerle. Jadearon, inmersos en el delirio. Las penetraciones fueron cortas y voraces, tratando de profundizar. Víctor se masturbaba furiosamente para distraer la incomodidad y ser más presa del placer mientras Yuri le acariciaba con fuerza los costados y mecía su cadera con brusquedad.
A través del lazo, era como sentir los ojos de Yuuri sobre ellos, excitado, masturbándose frente a ambos mientras los veía satisfacerse y desgustaba la imagen. Lo imaginaban así, sentado en aquel enorme sofá, con sus piernas abiertas y estimulándose mientras los ojos de chocolate brillaban de deseo. Eso los aceleró con más fuerza, hasta que solo fue gozo lo que sintieron y el orgasmo los atrapó por completo.
Tribunal de Montreal — May 22, 2022 / 08:05
Nada pudo evitar que se llegara a instancias de un juicio. Isabella ya se encontraba en el sitio, con todo lo necesario para iniciar, después de haber sido asesorada por Georgi. Ya había hablado con Yuuri para saber más detalles de la situación.
En la entrada del juzgado, estaba J.J, el alfa que reclamaba a Yuuri, junto a sus padres posando para la prensa. Víctor y Yuri habían escuchado que se trataba del líder del equipo de Hockey estatal y gozaba de cierta fama, además de ser un alfa cotizado al que ningún omega pudo amarrar.
Pronto, llegaron Otabek y Mila, ambos los sintieron sin siquiera necesidad de verlos. Otabek estaba tenso, una mole de piedra vestida de cuero era lo que podían ver al acercarse. Pero la más intimidante era Mila. Como pasó en el juicio anterior, iba vestida en traje sastre con un prominente escote que dibujaba las curvas de sus senos. Su cabello largo y en bucles caía con elegancia a su espalda y la mirada era la de una alfa que no iba a dejar que nadie se acercara a su omega.
—¿Y Yuuri? —preguntó Otabek, cargando ahora a Alexey para darle un beso en la coronilla y sentirlo restregarse contra su cuello. De los padres alfas, después de Víctor, Otabek era el favorito del niño.
—No me han dejado verlo, apenas pudo ver a Alexey un par de horas en estos días. —Victor informó, Mila no tardó en gruñir enfurecida.
En ese momento, dieron la señal ante la entrada del juez, un viejo alfa que se veía estoico mientras caminaba con la enorme túnica negra. Todos hicieron el protocolo de entrada, esperando lo que fuera a ocurrir. El próximo en entrar fue Yuuri; lucía sereno, caminó con firmeza y cuando se sentó al lado de ambos abogados, agradeció en voz baja su presencia. Solo bastó un vistazo a su espalda para ver a sus cuatros alfas y sentirse acompañado.
De inmediato, miró a su hijo quien empezó a inquietarse al saberlo cerca. Víctor se movió para sentarse en el lado defensor junto a Yuuri y permitirle cargar a su hijo. Tenía el derecho de estar allí por ser el alfa que legalmente debía estar con Yuuri, y quien estaba peleando contra J.J su derecho de llevárselo a casa con su familia. Después de acomodar a su hijo en su regazo, Yuuri le tomó la mano firmemente a su pareja y mostraron junto la unión de sus dedos, mientras el brillo de los anillos en ambas manos declaraba esa misma unión consagrada.
—Bien, sin más dilaciones, empecemos con el juicio por el cual Jean-Jacques Leroy, la parte demandante, pide su derecho de estar con Yuuri Katsuki, su omega destinado, casado con Víctor Nikiforov quien representa la parte demandada, para formar su familia o tener una descendencia…
El primero que llamaría sería la parte demandante. J.J pasó al estrado vistiendo un traje de sastre oscuro, y se sentó con calma en el asiento. Miró a Yuuri, sus ojos denotaban el soñador brillo que tenía para él y la emoción que sentía al tenerlo allí; pero Yuuri solo le devolvió pura indiferencia, acto que le hirió. Su padre, quien era el abogado demandante, se levantó para iniciar las preguntas.
—¿Donde conoció a Yuuri Katsuki?
—En el restaurant Da Vinci. Fui a ese lugar a una cena con un par de amigos. Queríamos celebrar que uno de ellos va a ser un orgulloso padre. —J.J comentó contento, con el brillo en sus ojos—. En ese momento, sentí su aroma cerca. Nunca había experimentado algo así, mi cuerpo sabía que él estaba allí y empecé a buscarlo. Hasta que lo encontré.
—¿Cómo reaccionó al verlo?
—Yuuri estaba lavándole las manos a su pequeño hijo… es adorable ¿no? —El jurado miró hacia el asiento de Yuuri, donde el pequeño estaba sentado y abrazado a su padre, atento a la mirada de los otros—. Cuando lo vi, fue amor a primera vista… ¡me encanta! Siempre me han gustado los asiáticos, ¡así que supe que la vida me había dado un premio!
—¿Cómo lo recibió él?
—No me recibió bien. —Admitió con pesar—. Se enojó cuando intenté acercarme. Solo quería conocerlo, abrazarlo… hacerle saber lo feliz que era de tenerlo. Estuve esperando por él por tanto años. Quería expresarle mi dicha.
—¿Intentó forzarlo?
—¡No! Jamás… no quería hacer eso, aunque mi alfa quisiera reclamarlo y borrar esa marca inservible que tiene en su cuello; me mantuve consciente. No quería lastimarlo. —Yuri gruñó al escuchar que la marca había sido inservible, pero Otabek le sujetó la mano instándole a la calma. En ese momento, no se trataba de ellos. Sino de Yuuri.
—O sea que su miedo es injustificado.
—En lo absoluto.
Todos los presentes murmuraron mientras Yuuri dejaba un beso en la cabecita inquieta de Alexey.
—Qué es lo que quiere lograr cuando Yuuri Katsuki acepte quedarse con usted. —Yuri hizo una mueca, mientras el resto permanecían callados.
—Quiero enamorarlo… demostrarle que lo cuidaré, lo protegeré, no le faltará nada a él, ni a su bebé. Lo cuidaré como si fuera su padre y haré que olvide a ese alfa. Él no estaba destinado a estar con él, ¡está destinado a estar conmigo! ¡Y la naturaleza no se equivoca!
—Entiendo. No más preguntas.
Alain Leroy se sentó en su puesto y fue el turno de Isabella de levantarse para hablar. Tenía un par de anotaciones en su agenda y hojeó a través de ellas. Además, vestía un traje oscuro y formal, de falda, que dejaba ver sus blancas pantorrillas. El cabello negro caía peinado sobre sus hombros y sus ojos azules y vivaces fueron a encontrarse con los de J.J quien tuvo un escalofrío.
—Sr. Leroy. Usted no ha tenido ningún omega, ¿cierto?
—Ninguno.
—Eso significa que no ha tenido relaciones.
—¡Objeción, su señoria! —se levantó el padre, enojado—. ¿Qué tiene que ver esto con el caso?
—Necesitamos descartar si el Sr. Leroy está seguro de que esto no ha sido fruto de su inexperiencia con omegas.
—No a lugar —anunció el juez, con un golpe en el mazo—. Continúe.
—Y-yo… yo no he tenido relaciones. Soy virgen.
Todos los presentes empezaron a murmurar y Yuri Plisetsky soltó una risotada ruidosa seguida por Mila Babicheva. Otabek no pudo evitar sonreír incrédulo mientras Víctor sí no ocultaba su asombro. Yuuri enrojeció furiosamente y sintió pena por la vergüenza que demostró J.J, quien no tardó en defenderse.
—He estado esperando por mi omega destinado, ¡esperaba por ti, mi Yuuri!
—Eso es muy romántico —comentó Isabella con una sonrisa encantadora—. Pero mi cliente está casado, tiene un hijo y está muy enamorado de su alfa, al que reconoce como su alfa destinado.
—Está en un error. Su marca no me produce nada, siento igual el deseo de marcarlo. —Especificó J.J, convencido.
—¿Es decir que el equivocado es él, un omega de treinta y cuatro años, con siete años con su pareja y un hijo, que tú, un joven alfa de veintinueve, que no ha tenido omegas ni ha participado en un celo? —J.J no supo responder y miró hacia Yuuri, quien a pesar del sonrojo lo miró inmune—. Sr. Leroy, mi cliente tiene una familia, está enamorado y quiere volver a casa. Lo están reteniendo en este país porque usted lo está reclamando como su omega. Pueden alejarlo de su hijo y de su esposo, por culpa de su egoísmo, porque usted cree que puede ser amado y puede enamorarlo para hacerlo feliz.
—¿Tú puedes sentirme, verdad? —se levantó del asiento solo para enfatizar sus palabras y enviarle las feromonas a Yuuri. Este se quedó quieto en su asiento, a pesar de sentirlo—. Sé que puedes hacerlo. En el baño lo hiciste, también en la oficina cuando nos encontramos, y ahora aquí…
—Sr. Leroy. —Fue Isabella quien intervino—. Esto no es lo que siente, lo que huela, lo que crea el destino. Esto se trata de la vida de un ser humano que ha tomado su curso, sus decisiones. —J.J miró al abogado, atribulado—. Se trata de tres personas afectadas por esto. De separar a una familia establecida, para ver si puede funcionar.
—¡Va a funcionar! ¡Soy su destinado!
—¿Sabe la cantidad de divorcios que hay entre parejas destinadas?
—¡Me está diciendo que debo dejarlo ir sin darme la oportunidad de demostrarle que puedo hacerlo más feliz que ese alfa inferior! —Las voces comenzaron a levantarse, mientras J.J señalaba a Víctor Nikiforov—. ¡Es mi omega destinado! ¡Yo no me rindo! ¡No es mi estilo! ¡Que él pruebe si no puede amarme! ¡Que me dé la oportunidad!
—Suena a un niño caprichoso, Sr. Leroy. La vida humana no se puede guiar por caprichos.
—¡Yuuri, tienes que darme la oportunidad!
—No más preguntas.
Isabella había demostrado porqué había sido la recomendada para el caso y el asesoramiento de Georgi no pudo ser mejor. Mila y Víctor no podían estar más complacidos, porque por pedido de Yuuri estaba haciendo justo lo que quería: imponer su condición como ser humano por encima de su segundo sexo y llamar al sentido común.
La siguiente intervención fue de Natalie Leroy, madre y abogada de J.J, quien sirvió de testigo al ver que, en efecto, Yuuri sí reconocía el aroma de su hijo y estuvo huyendo a pesar de ello. Resaltó que su hijo era un buen chico, criado en una familia decente, canadiense de corazón, con los mejores logros. Remarcó su excelente calificación universitaria, así como sus logros en la empresa familiar y en el deporte que persiguió desde niño. Yuuri, al escucharlo y mirar a J.J al otro lado del juzgado, podía comprender que sí, que quizás J.J tendría cosas entrañables y en otra situación, podría haberlo conocido y gustarle; pero su decisión estaba tomada.
Entonces, llegó el turno de él para pasar. Yuuri dejó a su hijo bajo el cuidado de Víctor, caminó y recibió el juramento antes de sentarse.
—Sr. Katsuki. —Inició el abogado Leroy—. Déjeme entender, usted dice que a pesar de sentir que mi hijo es su alfa destinado, ¿no quiere ir con él?
—Dije que ya tengo un alfa y ese no es su hijo —aclaró firmemente.
—¿Pero puede olerlo?
—Sr. Leroy, si apareciera un omega joven que también pueda oler, ¿dejaría a su familia?
—¿Cómo? —preguntó desubicado el abogado y después de dirigirle la mirada a su esposa, de inmediato renegó—. No es usted quien debe hacer las preguntas, sr. Katsuki.
—¿Si le preguntara las razones por las que aún está con su mujer, diría que es solo por cómo huele? ¿Por saberla su destinada? ¿O ha sumado otras razones para serlo? —Yuuri miró hacia Víctor, y luego hacia Yuri, Otabek y Mila—. Yo creo que en la vida podemos enamorarnos de muchas personas, que no hay una sola destinada para nosotros. Que podemos incluso escoger y amar, con distintas intensidades o con la misma intensidad, a todos ellos. Dejar que ellos marquen nuestra vida, más allá de nuestro cuerpo y dejen una huella incluso a través de los años, aun cuando dejen de estar. No creo que el aroma sea suficiente para eso.
—No entiendo, sr. Katsuki.
—Lo que quiero decir, es que estoy enamorado de mi alfa, de lo que he vivido con él, de nuestra familia juntos. —Dirigió la mirada hacia JJ, quien lo observaba contristo. Sentía cada palabra de Yuuri como una daga que se incrustaba en su joven corazón—. ¿No es esa razón suficiente para negarme a este llamado? J.J puede enamorarse de otro omega, solo debe dejar de estar pendiente de los aromas y dedicarse a conocer a la persona que es más allá de su sexo. Sí, seguro yo podría enamorarme de ti, J.J, pero en otra vida, no en esta. En esta, ya yo amo lo que tengo que amar y soy feliz amando eso.
Se pidió el receso y la sesión se retomaría en un par de horas.
Víctor, junto a Yuri, Mila y Otabek, decidieron aprovechar el momento y buscaron sentarse en el comedor del tribunal con Isabella para hablar de lo sucedido y reorganizar las piezas. Isabella los llamaría al estrado, y Mila, Otabek junto a Yuri debían fungir de testigos de su relación y su amor, para darle peso a la estabilidad que ya Yuuri tenía con Víctor. Le sorprendió a Isabella ver que los tres alfas estaban dispuestos a hacerlo, a hablar anulando por completo que también eran alfa de Yuuri, sin rencor alguno. Como si consideraran que, si Víctor ganaba, ganaban ellos. Georgi aprobaba la gestión.
En ese momento, los padres de J.J y el mismo J.J llegaron, pidiéndoles espacio para hablar. Víctor accedió mirándolos con suspicacia y se unió con Isabella hacia la sala donde se daría aquella conversación.
Tribunal de Montreal — May 22, 2022 / 14:03
—La parte demandada retira los cargos en contra del señor Yuuri Katsuki y lo libera de su responsabilidad de atender al pedido de Jean-Jacques Leroy. Caso cerrado.
Yuuri pestañeó sin comprender lo que acababa de pasar. Ante la caída del mazo en la madera, la corte se levantó y Yuuri buscó con la mirada a Víctor, quien le sonreía con agrado. No podía creerlo. Isabella fue la primera que le dio un abrazo para hacerlo entender que todo acabó, junto a Georgi. Cuando pudo, Víctor lo besó.
Después de haber escuchado las palabras de Yuuri, J.J había entendido una gran verdad: ser destinados no ataba a nadie, y quizás se había limitado de conocer personas preciosas por estar esperando a ese destinado. Ese ser podría tratarse de cualquier persona, una relación no se podía sostener solo del aroma del destino. Viendo a sus padres, aunque corrieron con la suerte de haber sido destinados, sin duda alguna había sido más su amor que eso lo que los había sostenido en el tiempo.
Y si Yuuri podía verlo, sentirlo y estar seguro de que su vida era al lado de ese otro alfa, J.J podría llegar a decir lo mismo. Eso creyó, y por esa razón lo dejó libre, aunque su corazón y su lado alfa se sintiera traicionado y dolido ante el rechazo.
Ya no había nadie más en la sala que ellos seis; los padres de JJ le habían dado espacio a su hijo para despedirse y los abogados decidieron esperarlos afuera. J.J se acercó a ellos, con el rostro lleno de vergüenza.
—Yuuri. —Escuchó la voz a su lado, que lo obligó a soltar a Víctor mientras los otros tres alfas esperaban por él—. Yo… lo lamento mucho. Creo que te di solo problemas… me dio miedo pensar que si no actuaba te perdería para siempre.
—Puedo entenderlo, J.J Ya no importa, ya pasó. —Pudo escuchar el gruñido de Yura al respecto, pero prefirió no prestar atención—. Ya me iré con mi familia.
—¿Puedo hacer algo antes? —Yuuri asintió, sin comprender—. ¿Puedo abrazarte al menos una vez?
El pedido lo descolocó y antes de siquiera hacer algo, sintió la respuesta negativa a través del lazo de sus cuatro alfas. Yuuri apretó el labio con incomodidad, pero estudió con firmeza los ojos claros del quinto alfa que había ido a reclamarlo y a quién no podría cumplirle. Su mirada era clara, denotaba todo el dolor guardado por la pérdida. Yuuri no quiso negarle algo tan simple como un abrazo y tras transmitirle su decisión a sus otros alfas, le entregó su hijo a Víctor y se puso frente a J.J, para que este lo hiciera.
No pensó que un gesto tan pequeño como ese fuera a descolocarlo tanto como ocurrió. J.J lo abrazó sentidamente y empezó a llorar, derramando así todo su sentir por saberlo perdido. Yuuri pasó sus brazos por los hombros, con cuidado, mientras J.J lo apretaba y su garganta comenzó a cortarse por el llanto. Al haberse abrazado y reconocer con más fuerza el lazo de destinados que los unía, le resultó difícil sobreponerse al dolor de saber que ese agujero quedaría abierto.
No era justo… Yuuri lo pensó de ese modo. ¿Por qué la naturaleza lo había castigado de esa manera? A través del lazo que jamás llegó a concretarse, J.J pudo transmitirle todos esos sueños frustrados. Y Yuuri tuvo que verlos y dejarlos ir.
J.J fue quien cortó el abrazo y permitió a Yuuri respirar. Tarde se percató que estaba llorando y se sintió absurdamente inquieto por esa reacción en él. También, notó que el aroma de sus cuatro alfas había empezado a derramar señales territoriales. J.J, al entenderlo, miró a los cuatros alfas asustado, no por la advertencia sino por lo absurdo que era que los cuatros reclamaran al mismo omega sin matarse entre ellos.
Dio un paso atrás, aturdido.
—¿Por qué…? ¿Los cuatro…? —preguntó aterrado y asqueado ante la única respuesta que podía haber en ese comportamiento.
—Los cuatro son mis alfas —dijo Yuuri al mirarle a los ojos, desbordado, pero seguro—. Tal como tú, alfas destinados. Los cuatros pudieron notarme a pesar de haber sido ya marcado. No supe cómo lidiar con esto al inicio y les provoqué muchos malestares, pero, al final, los cuatros me han aceptado y vivimos juntos.
—¿Cómo es posible eso?
—Es mi naturaleza —alegó Yuuri, en el momento mismo en que sintió los brazos de Yuri cubriéndolo y abrazándolo para marcar terreno de forma más precisa y hacerle sentir acompañado. Yuuri le tomó la mano, en agradecimiento, al sentir el beso que Yuri dejó al besar una lágrima en su mejilla rosada—. Lo siento J.J, por eso no podía aceptarte.
El lazo de los destinado era un misterio sin resolver, lleno de teorías, parafernalias y miles de investigaciones que no podían dar con la verdad. J.J lo entendió en ese momento. Aterrado con lo visto y con la sensación de no saber nada de la vida, se preguntó si acaso había felicidad más allá del destino. Y si eso era lo correcto.
Hôtel Le Cantlie Suites — Mayo 22, 2022 / 19:27
Víctor había pedido una suite maxime para su estadía con toda su familia, que incluía a los otros tres alfas. Después de todo el ajetreo que había significado el juicio, todo lo que querían los cinco era descansar junto a su hijo, hasta que pudieran regresar a Suiza. Mila y Otabek fueron los primeros en usar la ducha, ya que desde que habían arribado a Montreal, no habían tenido descanso. Luego lo hizo Yuuri, y aprovechó para bañar consigo a Alexey, y por último Yuri. Cuando todos pasaron, Víctor fue a hacer lo mismo después de haber acordado los detalles para el permiso que J.J tenía que firmar para liberar a Yuuri de aquella ley.
Alexey se quedó dormido casi al instante, había pasado por momentos de tensión y estres por lo que no había soltado a Yuuri desde que pudo estar en sus brazos. Víctor pidió hamburguesas para la cena y más relajados, los cuatros alfas se sentaron en la sala compartiendo el momento de calma. Menos mal todo se resolvió sin mayores contratiempo. Ese alfa… era buena persona. Ojala encontrara el amor en otro lado.
—¡Escupelo! —Victor vio la patada que Mila le lanzó a Otabek desde el otro lado del mueble, después de recibir el cargamento de hamburguesas para la cena. El alfa estaba sospechosamente sonriendo mientras revisaba su móvil, llamando la atención de la pelirroja y de Yuri, quien la cargaba en las piernas mientras su mano acariciaba el vientre plano de la alfa.
—¿Qué? —preguntó haciéndose el inocente, con esa seriedad de él pero con el brillo en sus ojos delatándolo. Plisetsky sonrió lascivo.
—Suéltalo, Bek. ¿Para qué te regresaste a buscar a ese alfa en el tribunal?
—Oh… —Los otros dos imitaron la vocal en burla. Otabek tuvo que reír—. Nada. Solo creo que merece una explicación más… exhaustiva.
—¡Te gustó ese infeliz! —reclamó Yuri, señalándolo como si fuera un traidor—. ¿Desde cuándo te gustan los alfas?
—Desde que vivo y me acuesto con tres.
Yuuri justo entró a la sala en ese momento, con su pijama que lo cubría de pies a cabeza, al contrario de sus alfas que cada quien tenía menos prenda que el otro. Plisetsky solo tenía una camiseta y sus boxer de animal print. Mila un top cross y su boxer rojo, Otabek y Víctor llevaban solo un pantalón de dormir.
—¿Qué sucede? —preguntó Yuuri al ver la discusión.
—Otabek quiere visitar al otro alfa —acusó Yuri.
—Dije que no quiero más alfas. —Su decisión parecía inamovible. Otabek le sonrió y le extendió la mano, convidándole a ir con él. Yuuri aceptó y caminó hasta sus piernas, frente a los ojos de Víctor quien viendo la escena empezaba a sentir un corrientazo de excitación. Los labios de Otabek pasaron por el cuello de Yuuri y su barba rasposa, por no haberse afeitado, raspó el cuello del omega provocándole erizamientos.
—Lo sé. No pensaba buscarlo para que se uniera nosotros. Solo… para darle unos cuantos tips de cómo atender apropiadamente a un omega.
—O sea, ¿qué te vas a quedar aquí? —Otabek le mordisqueó la oreja y Yuuri reprimió un gemido. No podía ocultar lo mucho que había extrañado la dinámica con el resto de sus alfas; ni Víctor lo mucho que le agradaba verlos de nuevo a todos juntos—. Si apenas nos volvimos a ver.
—Eres un manipulador, Katsuki. —La mano de Yuuri había caído en su entrepierna, estimulándolo como bien sabía hacerlo para convencerlo de no quedarse. Otabek gruñó, con gusto, pero él también podía tener voluntad de acero—. Solo será un par de semanas, a ver si le quito lo virgen.
—Déjalo. —Escuchó la voz femenina de Mila, quien al separarse de Plisetky, llamada por el suave aroma de Yuuri, se apegó marcando sus pechos contra la espalda y provocándole a Yuuri un extremecimiento puro en su piel—. Que se vaya a perseguir alfas, más Yuuri para nosotros.
—Solo por dos semanas. —Aseguró Otabek, primero quitándole los lentes, para luego tomarle la barbilla y besarlo con pasión.
Las manos del omega se afianzaron en su cuello y despeinaron los cabellos oscuros, iniciando un beso apasionado y violento. Plegó sus caderas para llamar a Otabek a su encuentro y quitarle la idea de la cabeza. Mila, sin perder tiempo, comenzó a lamer la marca de Yuuri bajo su nuca, provocándole, hasta que éste empezó a mover sus caderas en franca invitación. Ella no dudo en atrapar los turgentes glúteos de Yuuri y apretarlos. Una deliciosa vista para los otros dos alfas que observaban la escena con ya el fuego viajando por las venas.
Pero el estómago de Yuuri gruñó, mientras soltaba el aire al alejarse del beso. Despeinado y acalorado, debía admitirse hambriento y exhausto para continuar. Sus mejillas rojas por el bochorno provocaron carcajadas combinadas de sus alfas.
—Vamos a comer primero antes de iniciar la fiesta. —Invitó Víctor, con una sonrisa encantadora hacia la mesa donde las hamburguesas esperaban. Yuuri asintió y Mila lo ayudó a ponerse de pie ya que despegarse del cuerpo caliente de Otabek era casi un suplicio—. Además, tengo que contarles del gancho que Yuuri ensartó a un policía canadiense en el aeropuerto.
—¿Yuuri hizo qué? —exclamaron los tres, asombrados.
—¡Victor! —reclamó Yuuri, con el rojo en las orejas. Ni siquiera recordaba cómo tal hecho ocurrió hasta que le dolió la mano un par de horas después.
—No sé cómo le hizo. Literal le clavó un gancho y lo dejó atontado cuando intentaron quitarle a Alexey del brazo.
—¡Yo debí ver eso! —Yuri se emocionó tanto que fue a robarle un beso al omega atribulado por el bochorno hasta hacerle olvidar el porqué de la pena—. ¡Ese es mi omega!
—¡Nuestras clases de defensa personal han servido para mucho!
—Por cierto, debería retomarlo...
Si la naturaleza había sido cruel, o gozaba de algún tipo retorcido de fortuna, Yuuri era incapaz de saberlo. En momentos así olvidaba los sufrimientos que su naturaleza le había entregado y se abocaba a disfrutar de su inusual presente. En instantes así, Yuuri se sentía afortunado de haberlos encontrado. Gozaba de un tipo inesperado de felicidad.
Escena Extra.
—Alfa virgen. —J.J se extremeció cuando escuchó esa expresión con ese tono dulce y femenino, mientras se lavaba las manos en el lavado—. ¿O mejor te llamo J.J?
Había pasado una semana del juicio y por fortuna, la prensa no dijo nada al hubo primicia jugosa que valiera la pena publicar cuando J.J decidió rendirse y retirar los cargos. A esas alturas, Yuuri ya debía estar en su hogar, que no sabía en donde era y a quien ya no creía ver más. Solo se quedó uno de los alfas de Yuuri, para explicarle lo ocurrido y mostrarles las investigaciones que hacían diversos países al respecto. Se asombró al saber que Canadá era uno de los países que investigaban ese hecho como parte de sus avances para poder mantener una sociedad joven.
—Oh… Hola —dijo intimidado. Isabella a su lado se arreglaba un poco el cabello y retocaba el maquillaje, sin importarle que estaba en un baño de alfas.
Ah claro, era una beta, ella podía entrar a cualquiera de los dos sin inconveniente alguno.
Ella sonrió, coqueta, mientras le miraba a través del vidrio. Se ajustó la blusa coqueta que llevaba puesta y revisó que su pantalón se ajustara perfectamente a la curva de su cuerpo. J.J no perdió detalle de todo eso, encontrándola bastante atractiva.
—¿Cómo sigues? Lamento que hayas perdido a tu omega. —J.J escuchó de nuevo esa voz femenina con atención.
—Yo también lo lamento…
—Fue muy honorable lo que hiciste al dejarlo ir. —Le sonrió ella y J.J solo asintió, sin darle importancia—. ¿Estás solo? Estoy con un grupo de amigas alfas, quizás podrías incluirte.
—Oh, no gracias. Ya estoy con un amigo.
—Bueno… —A modo de despedida, ella le guiño el ojo y le dejó una ligera seña con su mano, antes de voltear.
Le gustaba su voz. Le gustaba lo inteligente que fue al mostrarse en el estrado.¿Qué la habría llevado a tomar esa carrera? ¿Por qué tomó ese caso? ¿Qué podía esperar de una amistad con ella si llegara a acercarse? ¿Por qué estaba dudando tanto?
— … —Ella se detuvo y volteó—. ¿Le gustaría tomar un café conmigo? ¡Es decir! —se precipitó a aclarar. Isabella sonrió encantada—. No ahora, me refiero a mañana… o cuando se encuentre desocupada.
—Me encantaría… puedes llamarme Isabella, J.J.
—Genial. —Debía estar sonriendo como un tonto—. Si puede darme su teléfono para…
Isabella fue quien sacó su tarjeta del bolso y se acercó para extenderla sobre su barbilla, rozandolo sutilmente. J.J en ese momento sintió a su estómago hacerse un puño.
—Esperaré tu llamada.
Nota de autor:
El próximo fin libero el último extra que falta. Gracias por su paciencia. Y si quieren saber más de mí, pueden leerme también en mi página web
