La chica inútil
La posada
Al entrar a la posada Kasumi, como siempre rápida y diligente, camina a paso ligero hasta una mujer detrás de un pequeño escritorio y se presenta. La mujer ve de reojo a Gojo, cargando un muchacho prácticamente inconsciente, hecho que no parece agradarle demasiado, pero estira el brazo sin decir mucho y le da una llave a Kasumi.
Tras expresas disculpas y reverencias exageradas levanta la vista a la mirada severa que la observa y toma la llave casi sintiendo una gota de sudor corriendo a través de su frente.
Satoru echa un vistazo al número grabado en madera en el llavero que trae consigo la llave y aunque se extraña de que sea el de su propio cuarto no hace esfuerzo en rectificar el error de la posadera. No le hace mucha gracia la idea de arrastrar un cuerpo consigo por más de un pasillo.
Kasumi, con extrema premura abre la puerta y se sorprende de encontrar un bolso tirado en el suelo y se voltea a Satoru. Su consternación es obvia, por lo que mientras arroja sin mucho cuidado el cuerpo aparatoso de Tetsuo, aclara sus dudas.
—La casera se confundió y te dio la llave de mi cuarto, pero no es gran cosa. Sólo llevaré mis cosas al otro cuarto.
Ella asiente.
—Deberíamos quitarle los zapatos.
—¿Tú crees? Mejor déjalo así.
—Estará incómodo. Yo le quitaré los zapatos, tú quítale la corbata y la chaqueta.
—¡Sí! —responde Satoru en un tono casi militar.
Ella, agachada a los pies de la cama es bastante delicada en sus modos, pero no parece sentirse avergonzada por estar desvistiendo a un hombre. Tal vez ya sean bastante familiares o quizás pierde su carácter de mojigata si la tarea consiste en ayudar a un amigo.
—Por favor, no le digas a Tetsuo que hice esto.
—¿Uh? ¿Cuál es el problema?
—Estoy seguro de que mañana no podrá mirarme a la cara por haberse puesto tan ebrio, no me dirigiría la palabra si sabe que ayudé a desvestirlo.
—Qué buena persona eres, Kasumi. Si quieres puedes ayudarme a desvestirme después.
El rostro de Miwa se incinera, la tez blanca se vuelve magenta, un rojo tan vivo que podría hervirse una taza de té en sus mejillas.
—Sólo estoy bromeando.
—¿Hace estas bromas muy a menudo? —responde volviendo su atención al segundo zapato.
—No tanto como debes creer.
—Si te hubiera visto beber tal vez podría excusar este comportamiento, Gojo-san. Pero está completamente sobrio…
—Oh, me haces sentir un depravado. ¿Qué tiene de malo hacerle insinuaciones a una chica linda? De hecho, eres exactamente mi tipo ahora que te veo más de cerca.
—¿S-su tipo?
Él asiente con confianza, deshace el nudo de la corbata de Tetsuo y le deja sobre una pequeña mesa junto a la cama.
—Mi tipo de mujer.
A él le hubiera parecido imposible que la piel del rostro de Kasumi tuviera la capacidad de volverse más rojo, pero para su sorpresa es capaz. Inmediatamente tras escucharlo ella se vuelve un manojo de nervios, le cuesta desatar las agujetas del zapato izquierdo de Tetsuo y aprieta los labios, incapaz de levantar la mirada.
Él no le presta demasiada atención, regresa a su tarea de desvestir al pobre asistente que incitó a beber hasta la inconsciencia y lo hace sin un ápice de culpa. Le quita una manga, aún sin encontrarle mucho sentido a lo que hace. ¿Cómo podría sentirse incómodo al dormir cuando no puede sentir absolutamente nada? Ni siquiera se despierta cuando hay toda una conversación llevándose a cabo frente a él, aunque es manipulado como un muñeco de trapo. Sin embargo, no refuta las palabras de Kasumi y hace el trabajo que le han pedido.
—Podrías ser un poco más cuidadoso… —suelta Miwa al ver cómo Gojo estruja el cuerpo de Tetsuo para sacarle la chaqueta.
—El no siente nada, míralo, está babeando… Si me lo preguntas a mí él parece estar durmiendo muy plácidamente.
Kasumi suspira. No tiene palabras para contradecir al sensei y tras remover el segundo zapato toma ambos entre sus manos y los deja junto a la puerta de entrada.
—¿Podrías inclinarlo hacia un lado?
Satoru la escucha y voltea a Tetsuo ya con su chaqueta entre las manos. Él duerme boca arriba y ronca con fuerza, saliva escurriendo por su mejilla.
—Si vomita dormido podría ahogarse… —agrega ante la evidente incomprensión de Satoru.
Con un pie le empuja la espalda hasta girarlo, él no parece inmutarse. Kasumi está boquiabierta pero no dice nada, se da cuenta que sería un desperdicio enorme de saliva ya que, después de todo, él ha cumplido a su manera con todo lo que ella le ha pedido. Espera junto a la puerta mientras Satoru deja colgada la chaqueta en un perchero y apaga la luz antes de salir.
Mientras regresan sobre sus pasos a través del corredor hasta la entrada de la posada, Kasumi guarda silencio lo cual hace a Satoru preguntarse si se ha excedido con sus palabras.
—No dejo de avergonzarte, ¿cierto?
Ella niega con vehemencia.
—No pasa nada.
—¿Se te insinúan muy a menudo?
—¿A mí? No, para nada.
—Tal vez no seas muy perceptiva para ese tipo de cosas.
—No, ¿quién se fijaría en mí? —pregunta sonriéndose.
Antes de poder objetar, se encuentran ante un escritorio vacío. Kasumi estira el cuello sobre el escritorio en busca de la posadera y él le da un golpe a la pequeña campana que encuentra frente a él.
La misma mujer que los recibió no tarda en aparecer con la misma expresión rancia que traía minutos atrás.
—Disculpe, teníamos otra reserva.
—¿Nombre?
—Debe estar bajo el nombre Miwa o Yoshida.
—Aquí tienen.
Ambos ven con atención la llave que sostiene la robusta mujer del otro lado de su escritorio. La ven mientras mentalmente llegan a la misma inequívoca conclusión. Hay sólo una llave, y tras un par de segundos de deliberación se dan cuenta finalmente que no hay una segunda llave.
Un pensamiento compartido los inclina a mirarse a los ojos, como si pudieran leer claramente la idea que deambula confundida dentro de la mente del otro.
—Uhm… —sale de la garganta de Kasumi tras evitar el rostro de Satoru—. Lo siento, ¿sólo es una habitación? —pregunta con la esperanza de que la mujer haya, por algún motivo, olvidado la otra llave.
Satoru la observa a ella, sonriendo, con una expresión de súplica en el rostro. Prácticamente puede leer sobre su frente "por favor, necesito otra habitación". Y mientras el rostro pálido de Kasumi Miwa ruega que esta persona la libere de la presencia del chamán más poderoso del sistema solar, él espera en silencio como testigo de una tragedia.
—¿Sólo una? Pues… sí, es lo que pidieron cuando llamaron hace dos horas.
—D-debe haber un error —refuta ella inclinándose sobre el escritorio. La pena de su rostro se vuelve más evidente, sus manos pequeñas se aferran al roble bajo sus manos y continúa en un tono apenas tembloroso—. Estoy segura de que nuestro asistente pidió dos habitaciones.
—No —responde tajante, baja la vista a un cuaderno grande de tapa dura y arrastra su regordete dedo índice sobre cada nombre anotado y al encontrar el de Kasumi, asiente—. Pidió una sola habitación.
—En ese caso —interrumpe Satoru antes de Kasumi sufra un paro cardiorrespiratorio—, ¿tiene otra habitación libre que pueda darnos?
—Lo siento, ya tengo todas las habitaciones ocupadas. Debieron pedirla con anticipación.
Satoru vuelve su vista a Kasumi, quien parece capaz de estar meditando si pasar la noche dentro del auto.
—¿Qué tal un colchón extra? —agrega Satoru.
—Eso sí podemos hacerlo —contesta y vuelve a dejar la llave sobre la mesa—. Pero les costará extra.
—No hay problema —responde Satoru, sonríe y toma la llave—. O podemos compartir la cama —le dice a Kasumi.
Su desfachatez no sólo apena a Kasumi sino también a la dueña de la posada, pero es lo suficientemente profesional como para no soltar una palabra. Con el rostro abochornado aprovecha el momento para retirarse no sin antes informarles que en breve llevará a su habitación el colchón que han pedido.
Kasumi luce un magenta de pies a cabeza, tan abochornada que no parece capaz de abrir la boca para contestar a su indecente pregunta. Se da media vuelta y comienza un penoso camino hacia la habitación que deberán compartir, pero termina deteniéndose frente a la habitación en la que duerme Tatsuo. Apoya una mano sobre la puerta y encorvada gira su rostro levemente al de Satoru.
—¡No es necesario que compartamos la habitación! ¡No sería justo ya que usted estaba hospedado aquí antes que nosotros! ¡Lo más sensato sería que yo me quedara aquí con Tetsuo!
Antes de que Satoru pueda responder, el mismo Tetsuo interrumpe, pero no en forma de palabras. Un sonoro ronquido atraviesa la pared con tanta fuerza que Kasumi queda perpleja.
—No vas a poder pegar ojo en toda la noche. Escucha eso… parece un elefante convulsionando.
—No… no es tan malo como parece.
El ronquido no parece terminar, cada respiración convulsa resuena con más fuerza.
—¿Qué pasa Kasumi? ¿Tienes miedo de pasar la noche conmigo?
—¡No tengo miedo! ¿Por qué lo tendría? ¡No diga tonterías!
La risa nerviosa no tiene fin cuando se trata de Kasumi. Gojo la toma por el hombro y la obliga a seguir caminando por el pasillo a su lado.
—Podría ser más caballeroso y dejarte el cuarto, pero yo tampoco siento ningún deseo de escuchar esa orquesta del horror durante toda la noche. Vamos, no será tan malo, además sólo faltan unas horas para que amanezca. ¿Quién sabe? Quizás pasemos un buen rato. ¿Alguna vez has ido a una pijamada?
Ella niega.
A pesar de sostenerla ligeramente por un hombro Satoru puede sentir todos los músculos de la espalda de Kasumi contrayéndose. Camina por mera obligación hacia un destino que ninguno de los dos conoce con seguridad.
Al llegar al cuarto él abre la puerta y ambos se quedan parados y en silencio observando la única cama. Demasiado pequeña para los dos. Satoru arroja su bolso al suelo.
Su compañera camina unos pasos hacia adentro como alguien que camina sobre arenas movedizas.
—Me daré una ducha —le dice él.
—Está bien, yo iré por mi bolso…
Satoru espera a escuchar la puerta cerrarse y se quita las gafas para dejarlas junto a la cama, luego toma un par de cosas de su bolso de viaje y entra al baño. Mientras el agua corre vuelve a escuchar la puerta abrirse y luego cerrarse. Se sonríe pues esta noche ha terminado siendo más interesante que las películas que planeaba ver esa noche. Le agradece silenciosamente a Utahime por su incansable insistencia y luego de bañarse sale de la ducha.
Su pecho gotea hasta su cintura, sólo se cubre con una toalla en la cintura y encuentra a Kasumi sentada en un pequeño colchón en el suelo con su celular entre las manos.
—¿No vas a ponerte un pijama? —Le pregunta buscando el suyo entre sus cosas.
—¿Q-qué tal la ducha? —pregunta ella, desviando la vista.
—Está bien —responde y se lleva su ropa hacia el baño dejando un rastro de pies mojados detrás de sí.
La energía de Kasumi aumenta, sus seis ojos se lo dejan saber. Lo que sólo puede significar una cosa, ella está sintiendo un mar de emociones, entre miedo, vergüenza y enojo. Ninguna de ellas buena.
Tal vez debería calmarse y dejarla en paz, dejar de jugar con ella como un juguete nuevo, probando su resistencia hasta quebrarla. Pero luego siente la energía disminuir, reprimida a consciencia por Kasumi. Esto podría considerarse un buen entrenamiento para un principiante.
Al salir, decide no ser tan desfachatado. Hasta ahora ella no ha dado ningún indicio de sentirse atraía más allá de su enamoramiento adolescente, muchos años atrás. Satoru sale del baño sacudiéndose el cabello con una toalla, vistiendo una camiseta ligera y un pantalón. Se sienta sobre la cama y la observa levantarse con un bolso muy completo entre las manos para ocupar el baño.
Él espera, revisa sus mensajes y se sonríe con algunas de las publicaciones de sus páginas favoritas. Tras unos minutos escucha la llave de la ducha cerrarse y poco después un secador de cabello. Bosteza, se levanta para apagar la luz y deja encendida una pequeña lámpara sobre la mesa de noche. Cuando está a punto de meterse a la cama, Kasumi sale.
Él hubiera esperado algo más apropiado para su edad, pero Kasumi sale del baño vistiendo un camisón celeste pálido con algunos detalles en el cuello y mangas. Se ve avergonzada, se sostiene un brazo como si intentara ocultarse de él, pero Satoru no está seguro si lo que intenta esconder es el camisón o su cuerpo entero.
—¡Buenas noches! —dice apresurada y se sienta en el suelo para meterse bajo las cobijas.
—¿No quieres dormir aquí? —le pregunta y ella palidece—. En esta cama, no conmigo —agrega y le sonríe de una forma lasciva.
—No, ¿cómo podría? Tu habitación estaba reservada antes que la mía, yo debo dormir en el suelo.
—Anda, no es pregunta. Ven, duerme aquí y yo dormiré en el suelo —demanda y se pone de pie.
Kasumi no se levanta y sus ojos azules observan como el sensei se sienta frente a ella.
—Te lo ordeno, como tu superior.
Ella lo ve a los ojos, luego asiente.
—¡Sí!
Como si la hubiese hechizado, Kasumi se levanta para luego sentarse sobre la cama. Satoru mira sus piernas con disimulo antes de que las cubriera con las cobijas. Le resulta interesante encontrarse a sí mismo un poco desilusionado. Realmente le había llegado a emocionar la idea de compartir el cuarto con Kasumi. Pero, tras haber sido rechazado un par de veces no siente demasiadas ansias por verse a sí mismo como un perdedor.
Con el ánimo por el suelo se mete dentro de las cobijas de su improvisada cama sólo para darse cuenta de que no está confeccionada para alguien de su tamaño. Levanta la cabeza para ver sus pies saliendo por fuera de la cama y luego se deja caer para mirar el techo de la habitación.
—Lo siento, aún podemos intercambiar —le susurra Kasumi, quién ha observado todo el proceso de Satoru metiéndose en la cama.
—¿Qué clase de caballero sería si te saco de la cama en medio de la noche?
—Creo que ya ha quedado claro que no eres un caballero —dice Kasumi en un derroche de sinceridad del que parece ligeramente arrepentida al encontrarse con los ojos llenos de incertidumbre de Satoru—. Es decir… no ha hecho otra cosa en toda la noche que ser descortés. Y… la verdad es que no me molesta dormir en el suelo.
Él sonríe.
—Eres demasiado amable, Utahime me hubiese obligado a dormir con Tetsuo… o en el auto.
—Yo no podría.
—Lo sé, por eso me gustas. Pero está bien si no te gusto, después de todo soy un hombre muy descortés y poco caballeroso.
—¡Yo no dije eso! Sólo dije que… esta noche has sido descortés.
—No has dicho que no te gusto, ¿sabes? —le recuerda mientras porta su sonrisa más lasciva.
—Bueno, sí creo que eres… una persona muy agradable, ¡a pesar de tu falta de caballerosidad!
—Algo es algo —contesta entusiasmado, incorporándose sobre la cama—. ¿Te gusto?
—Uhm… bueno, sí, un poco.
—¿Cuánto?
—¿Cómo?
—¿Cuánto te gusto? Es decir, ¿te gusto tanto como un perro callejero?
—No podría comparte con un perro…
—Entonces, ¿te gusto tanto cómo Tetsuo?
—N-No, no creo que sea igual.
—¿Se te aceleró el corazón cuando salí de la ducha?
Los labios de Kasumi se abren, pero no puede soltar una sola palabra.
—¿Te gusta mi rostro en particular? ¿Te parezco atractivo?
—Creo que… tal vez.
—Tal vez, ¿tal vez estás imaginándote qué podría pasar si me acerco a ti un poco más?
—Tal vez…
—Agradezco tu sinceridad, Kasumi. Pero antes de seguir esta conversación quisiera decirte una cosa, no te recomiendo desarrollar sentimientos por mí. No soy el tipo de hombre que mantiene relaciones románticas, soy más el tipo que llamas o te invita a ver una película.
—Yo… no estaba pensando en nada de eso…
—No tengo mucho tiempo libre y no me gustan las ataduras pero si quisieras, podríamos pasar un buen rato. ¿Te gustaría divertirte conmigo?
—¿A qué te refieres?
Satoru suspira.
—Esto es muy difícil de decir con cordialidad…
Repentinamente decide ponerse de pie, Satoru se levanta y camina desvergonzadamente hasta la cama y toma la cobija ante los ojos estupefactos de Kasumi. Ella se aleja de él hasta que su espalda toca la pared. Sus manos se vuelven puños que resguardan con fuerza su pecho. Satoru se mete bajo la cama y sus pies fríos tocan los tibios de Kasumi, pero ella se vuelve otra vez en un manojo de nervios.
Él posa su cabeza sobre su mano izquierda y la mira fijamente, sus labios color durazno esbozan una sonrisa suave y una pequeña risa ronca muere sobre su garganta. La ve bajo la tenue luz ámbar y espera un instante a que se tranquilice cuando nota que él no le ha puesto un dedo encima.
—Eres como un conejo encandilado en la carretera —le dice con sarcasmo.
—¿Qué… qué estás haciendo?
—Te prometo que lo que pase esta noche no saldrá de este cuarto. ¿Qué dices? Tetsuo está completamente dormido, mañana estará tan avergonzado que no podrá preguntar qué tal estuvo nuestra noche. Tenemos unas cuantas horas hasta que salga el sol, sin compromisos… Deja que te quite ese horrible camisón… Y mañana sólo seremos Gojo sensei y Kasumi-san. ¿Qué dices?
Sé que lo dejé en la mejor parte pero creo que este fic solo tendrá 4 capítulos así que quería dejar lo mejor para el final. Espero que les haya gustado!
