Los personajes no son míos. U. A.

¡UNA ADVERTENCIA!

Esta historia no es para menores, no es una historia de amor. Quien quiera leerlo adelante, pero ya lo he advertido.


12. Caída.

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Kodachi vagaba por las calles, sucia y harapienta, sólo vestida con un ruinoso traje, que el viento y los daños, dejaban ver algún que otro trozo de su cuerpo, que en otro tiempo fue tan deseado, ahora era una escuálida y sucia mendiga.

Al principio pensó que era una pesadilla, pero pronto se dio cuenta que era peor que eso, era la cruel y sucia realidad. Pero aún pensaba que podía liberarse de ese estado, y ser la mujer de antes.

La habían echado del banco, reclamó su dinero, pero nadie creyó que era Kodachi, esa delgaducha y sucia mujer no podía ser la poderosa e influyente mujer. Esa mujer esa vagamunda debía estar loca.

-¡Mira que creerse Kodachi!- dijo con burla el director- todo el mundo sabe que esa mujer desapareció después de quedarse sin trabajo ni dinero.

Kodachi supo que el nuevo dueño de su empresa la despidió y que alguien vació sus cuentas. También supo que era dada por muerta. Nadie la había en meses. Nadie creería que esa vagamunda era la auténtica Kodachi, ya no se parecía en nada a Kodachi. Era como si fuesen dos personas distintas.

Se miró a un espejo y se asustó, el reflejo mostraba una mujer que no era ella. Sucia, encorvada, con el pelo echado a perder, la piel agrietada, envejecida prematuramente. No estaba atractiva. Los millones de yens que se gastó en su cuerpo para hacerlo perfecto, y ahora parecía que ese dinero no le había servido de nada.

Apestaba, debía darse un baño, pero no tenía dinero para eso, apenas tenía para comer. Había tenido que mendigar, ella que siempre había estado en lo alto, ahora se arrastraba por el barro, había caído hasta lo más bajo de la sociedad.

Ese hombre que la secuestró le quitó todo, su belleza, su dinero, su alto puesto en la sociedad, pero encontraría a ese hombre y lo mataría recuperaría su dinero, su puesto en las empresas Hibiki, mejor se las quedaría como planeó desde el principio. pensó un momento, quien la secuestró ¿era un hombre?, ¿o una mujer? Al hablar con la voz distorsionada podía ser cualquier persona.

Sintió hambre llevaba varios días sin comer, bebiendo agua de las fuente de los colegios. Cogía comida de la basura o la robaba.

Había conseguido una navaja y atracaba a la gente o a los pequeños negocios, era una ladrona, siempre lo fue, pero ahora lo era de muy baja clase. Ya no robaba grandes fortunas, lo volvería a hacer, sólo le quedaba encontrarla victima ideal, al pobre incauto imbécil, y quitarle hasta el último yens.

La mujer sonrió, vio en el periódico, que recogió de la basura, que había un anciano pidiendo una chica que lo cuidase, debía conseguir ese trabajo, pero debía dejar de tener ese aspecto, debía recuperarse, y sabía como. Robaría la recaudación del bar de la esquina, era un bar grande y con muchos clientes, si jugaba bien, con ese dinero conseguiría más.

Y si lo invertía en su cuerpo, podía recuperar parte de su belleza, cuando robase a ese anciano, podía recuperarse totalmente y preparar el atraque contra quien la secuestró.

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Desde la otra punta de la plaza, quien secuestró a Kodachi, la miraba divertido. Todo estaba saliendo según sus planes, esa mujer caería de nuevo en sus trampas. Kodachi era una víbora y aún tenía veneno, debía tener cuidado con ella o podía morderle, y en ese caso moriría.

-En esta cafetería tienen el mejor café con leche que he probado- miró la carta de pasteles y dulces, y llamó al camarero- un helado de tres chocolates-cuando lo probó- a tu salud Ryoga, y a la tuya… Kodachi, tuviste muchas identidades, pero vuelves a ser la misma Kodachi de siempre, la que conocí hace tanto tiempo, cuando éramos adolescentes.

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Ryoga estaba en la misma situación que Kodachi, sin casa, ni fortuna, le habían quitado las empresas, el dinero, la casa, todo, incluso la ropa.

Con el pelo largo y sin peinar, una barba larga y mal cuidada. Sucio y con lo que nunca tuvo, okupas en su pelo, tenía piojos, lo habían llamado piojoso y no se equivocaban. Aunque quien lo llamó de esa forma se quedó sin dientes.

Jamás pensó por él infierno por que pasó los últimos meses, secuestrado, enterrado vivo, desposeído de todo y viviendo en la calle. Esa clase de infierno no la debía vivir él. Era la clase de infierno que él hacía vivir a otros.

No sabía nada de Kodachi, había desaparecido, esa maldita mujer despareció semanas antes que él se quedará sin nada, como si ella supiera lo que iba a pasar. Debía encontrarla y hacerla confesar. Aunque por lo que ponían en los periódicos se daba a esa mujer como muerta, nadie la había visto en meses. La policía no había dado con ella.

No había huido al extranjero, cuando ella desapareció, él aún no había perdido su influencia. Kodachi debía estar escondida, oculta para que él no la encontrara. Tenía planeado matar a esa mujer, se había vuelto una carga, sabía demasiado, no podía dejarla con vida.

Pero si alguien se le había adelantado, mejor, o tal vez no. Tal vez fuese alguien que se quería vengar de ella, el familiar de alguien que ella destruyó.

Necesitaba comer y beber algo que no fuese agua. Debía robar dinero y ropa. Vio la víctima propicia. La conocía, era la hija de un rival suyo, una niña rica y consentida, maleducada. Cuando pasaba por al lado de un callejón, ese mal hombre le puso un bolsa en la cabeza y la ahogó. La metió en el callejón, le robó el bolso, la ropa, las joyas, y tiró el cuerpo a un conteiner.

Nadie se dio cuenta de la desaparición de la joven, ni siquiera las chicas que iban con ella, esa joven era muy callada. Cuando se descubrió su cuerpo, habían pasado varías semanas, y habían desaparecido varias jóvenes más de familias ricas. El miedo se había extendido con rapidez, y ninguna mujer salía a la calle. De la misma forma alguien se dedicaba a cazar hombres, también ricos. Como las chicas, aparecían desnudos. Nadie pensó que era la misma persona quien cazaba a hombres y mujeres.

Ryoga vio como sus finanzas iban en aumento, con que les robaba a sus víctimas, y lo que ganaba por vender los coches que robaba se hizo con una buena fortuna.

Por su parte Kodachi también había robado lo bastante para vivir.

Ahora había llegado la hora de poner en práctica sus planes, y conseguir el empleo que vieron en el periódico, sin saber que ambos buscaban un trabajo en la misma casa.

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Soun era un viejo que había perdido a sus tres hijas. No tenía a nadie, su mujer murió de una enfermedad. Su hija menor, Akane tuvo un accidente y murió, realmente fue un accidente provocado, aunque nadie lo sabía. Su hija mayor murió en un naufragio y la mediana… desapareció, nadie supo que le pasó a Nabiki.

Su mejor amigo, la mujer y el hijo de este murieron en un accidente, como Akane. Ranma era el prometido de Akane, era un joven tan alegre y vital, después de la muerte de su prometida no volvió a ser el mismo. Se volvió un solitario, triste y amargado.

Lloró por sus hijas, pero también por los Saotome, eran parte de la familia, en pocos meses se quedó solo. Soun estaba siempre triste, pensando en su mala suerte, él también debía haber muerto, pero el destino se burlaba de él, incluso la muerte le era esquiva. Quería estar con su mujer, con sus hijas, y con sus amigos en el otro mundo, volver a ser una familia otra vez.

Sólo tenía una persona, un asistente que lo cuidaba, una persona que le hacía la comida, antes de irse a su trabajo, esa persona al acabar de trabajar volvía a cuidarlo.

Pero esa persona se vio superado, no podía dejar el trabajo ni dejar a Soun, y sólo vio una solución, contratar a dos personas que lo ayudasen. Puso un anuncio en el periódico, y acudieron dos personas, un hombre y una mujer.

Y entre el asistente y esas dos personas se repartirían el trabajo.

-Mi nombre es Taro- se presentó el asistente- fui conocido del hijo menor del señor Saotome, nunca conocí a su prometida, ese Saotome era muy celoso, cuidaba a la señorita Tendo como si fuese un tesoro. Él y yo fuimos rivales. Al quedar solo el señor Tendo yo me hice cargo de él, se lo debía a Ranma

-Mi nombre es Kagome y he trabajado cuidando personas mayores, ahora estoy en un año sabático, y necesito volver a trabajar ya. Necesito moverme y volver a ser quien era.

-Espero que lo consiga, todos queremos ser lo que fuimos en el pasado-Taro sonrió- yo quiero volver a ser niño, mi época más feliz, antes que el tiempo me volviese un amargado.- se giró al hombre- y usted, ¿quién es?

-Mi nombre es Ryu, fui un pequeño empresario que perdió todo por culpa de un gran empresario, ahora hago pequeños trabajos para la sociedad. Haré cualquier trabajo que me pidan.

Taro los miró, no tenía más remedio que contratar a esos dos, no se había presentado nadie más.

-Mañana empiezan, la hora que deben estar aquí son las siete de la mañana hasta la tres de la tarde. Soun no les dará mucho trabajo, lee el periódico, ver la televisión. Sale a pasear, y a veces come en algún restaurante. Juega con el mismo al Shogui y se hace trampas, a veces habla solo, se refiere a su amigo invisible como Genma.

-Alguna fobia, o manía- preguntó Kagome.

-Muchas, pero no importantes. Ya lo irán viendo.

-¿Delicado con la comida?- preguntó el hombre.

-Come bien, pero se acuerda de su hija Kasumi, fue una excelente cocinera. No se enfaden si compara su comida con la de su hija, lo hace incluso en los restaurantes.

Siguieron hablando de las obligaciones que tendrían. Al anochecer se despidieron y los dos nuevos trabajadores volvieron a sus casas, o esos dijeron.

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La misteriosa persona que había torturado a Kodachi y Ryoga sonreía. Todo salió según sus planes.

Kagome y Ryu habían sido contratados y ahora trabajarían para Soun. Los tendría vigilando, en el punto de mira.

-Nos vamos a divertir ¿verdad Kagome? ¿ verdad Ryu?- esa persona rió como un científico loco- ¿Ryu y Kagome? O ¿ Debería decir Ryoga y Kodachi?

Miró de nuevo la grabación que hizo de conversación entre Taro y los falsos Kagome y Ryu. Los dos habían reaccionado cuando se habló de Ranma y Akane, fue algo breve, pero en una grabación de video podía parar ese momento exacto y ver con claridad que los dos ocultaban algo.

- Esos dos tienen algo que ver con las muertes y de Ranma y Akane. Y me apoyaré en su trabajo para Soun Tendo para descubrir todo, os queda poco tiempo. Dentro de poco seréis historia, y mi venganza se habrá cumplido.


Notas del autor:

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He mandado a Kodachi y Ryoga a la pobreza, aunque parece que han sabido salir de ella. El camino de la altura al suelo es más rápido que el del suelo a las alturas.

He hecho desaparecer a las hijas de Soun, y a este siendo un viejo solitario y triste.

¡Hacerse trampas a uno mismo jugando! Y hablar solo, Soun no olvida a Genma.

Dos perros, Kodachi y Ryoga peleando por el mismo hueso, la fortuna de Soun, ¿Quién se la quedará?.