Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de M. Kishimoto.
Advertencia:+18
CAPITULO 5
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- ¡Por favor, no quiero ir! – gritaba aquella joven
Dos hombres la tenían sujeta por ambos extremos. Ella se resistía mientras gritaba.
- ¡No quiero! ¡No!
No tuvo tiempo de reaccionar cuando se estrelló fuertemente en el suelo. Era invierno, todo era cubierto por una capa blanca. Los hombres iban bien vestidos para soportar ese duro clima, pero la joven apenas y vestía una ligera yukata. Sus pies tenían contacto directo con la nieve.
- ¡Cállate perra! – le gritó colérico y le propino una patada en el estomago
La chica se encogió de dolor y de su boca salió un ligero gemido.
- ¡¿Por qué eres tan egoísta?! ¡Sólo eres una maldita desgraciada!
El hombre se agachó a su altura, le tomó de un mechón de cabello y tiró de él. La chica se quejó.
- Sólo eres el maldito sacrificio – pronunció
La chica tenía más miedo de estar con esos dos hombres que enfrentando a su destino. El hombre tenía los ojos fuera de sí.
- Tú eres la que nos salvara – dijo y de inmediato, comenzó a reír
Ella trató de alejarse, pero el sujeto la tenía fuertemente sujeta.
- ¡Es suficiente! – gritó el otro sujeto - ¡Démonos prisa o nos alcanzará la noche! ¡La dejamos en ese lugar y nos vamos!
El otro sujeto seguía perdido en su locura. El último que habló, la tomó del brazo y tiró de ella para que se levantara, por un momento, sintió pena por esa chica, era hermosa, su rostro estaba cubierto por las lágrimas que había derramado todo el camino. No merecía ese final.
Pero no siempre lo que uno merece es justo.
La joven suplicaba en silencio su liberación, pero el sujeto sólo se limitó a no verla a la cara y procedió a atarle las manos a una cuerda.
Ese sujeto apretó la mandíbula – Lo siento – susurró. Él no estaba de acuerdo con aquellas medidas, pero si quería volver con su familia era necesario.
El otro sujeto no paró de reír, pero, aun así, siguió detrás de ellos cuando comenzaron a avanzar.
Después de caminar por una media hora, llegaron al fondo del bosque. La noche ya estaba cayendo sobre ellos, por lo que se tenían que dar prisa.
- Por favor – suplicó de nuevo la chica, pero antes de que pudieran callarla de nuevo, se escuchó un ruido.
No era un ruido normal del bosque. Era un ruido que te congelaba por completo.
Era él.
- Vámonos de aquí – dijo el tipo que hace unos momentos no paraba de reír
El otro sujeto se apresuró a atarla fuertemente a un árbol. - ¡Vámonos! – gritó cuando el nudo estuvo listo y junto al otro tipo, se echaron a correr, dejando a la chica ahí.
- ¡Por favor! ¡No! – la chica tiraba fuertemente de la cuerda, pero solamente se lastimaba, pues no conseguía ningún avance en aflojarla.
Se detuvo por un momento cuando nuevamente el sonido aterrador lleno la tranquilidad del bosque.
- ¡No! ¡No! ¡No! ¡Por favor! – gritaba mientras trataba de liberarse y las lágrimas caían desesperadamente por sus frías mejillas - ¡No quiero morir! – gritó
En su voz se podía apreciar el terror que sentía por saber su final.
- ¡No! ¡Auxilio, por favor! ¡Alguien…! – y entonces, se detuvo
Un ligero ruido la alertó. Una pisada. Su respiración comenzó a acelerar cuando escuchó una respiración más tranquila detrás suyo.
La piel se le erizó. Él estaba aquí.
Sus piernas se volvieron gelatina y un tambaleó se apoderó de sus manos. Ya no servía de nada intentar escapar.
Avanzó. Las pisadas avanzaban.
Su temblor corporal creció cuando lo sintió detrás. Oyó un gruñido. La joven alzó la mirada y antes de enfrentarse a su destino, miró la luna, la cual, resplandecía como cada noche.
Una luz solitaria en medio de la oscuridad.
Una vista hermosa antes de morir. Cerró los ojos y lentamente se dio la vuelta, cuando los abrió, observó un par de ojos, rojos como la sangre.
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Uno de los tipos que había abandonado a la chica, ahora se encontraba en el interior de su hogar, abrazando a su familia, esperando, como todo el pueblo, el triste pero tranquilizador final.
De repente, un grito desgarrador inundó todo el lugar. Cada rincón de esa montaña fue testigo de aquel grito inhumano.
Los niños abrazaron con más fuerza a su padre y su padre, correspondió el abrazo.
- Tranquilos, ya todo acabó – les dijo a modo de consuelo
Pues sabía, que la oscuridad había consumido a esa chica, para siempre.
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Debía de estar sumamente asustada, lo sabía, pero el temor no estaba en su sistema. No podía dejar de observar aquellos hipnotizantes ojos rojos, los cuales, también la observaban detenidamente.
En un segundo, esos ojos se abalanzaron sobre ella. Gritó cuando sintió que su piel se desagarraba.
- ¡No!
Despertó de golpe. Se sentó en el futón y con la respiración agitada miró a todos lados de la habitación. Tenía la boca seca, sudaba frío. Inconscientemente se llevó una mano a su cuello.
Nada.
Respiró calmadamente, sobándose esa parte. Al parecer todo había sido un sueño.
Unas cuantas respiraciones más y se llevó una mano a su frente, la cual estaba mojada.
- No es real – dijo quedamente con los ojos perdidos en los recuerdos – No es real
- ¿Señorita Sakura, todo está bien? – Sakura se sobresaltó cuando escuchó esa voz seguida de ligeros golpes en la puerta, pero se tranquilizó enseguida cuando pudo distinguir que se trataba de Jasmín
- ¡S-Sí! – gritó con tartamudeo
Aun no se recuperaba de ese sueño vivido.
- Déjame alistarme y salgo
- Bien – le respondieron detrás de la puerta
Sakura miró hacia la puerta, debía de ser ya muy tarde, pues la luz traspasaba completamente. Se levantó, sus piernas aun temblaban, pero nada que no pudiera controlar. Caminó lentamente hacia ella y la abrió. El sol le dio de lleno en el rostro, la segó momentáneamente. La cálida brisa golpeó su cara, el aire matutino llenó sus pulmones.
Respiró profundamente. Miró el verde jardín, las aves cantaban y volaban por doquier. A lo lejos, unos sirvientes comenzaban con sus deberes.
Sin soltar la puerta, se deslizó lentamente. Todo había sido un horrible sueño.
Estaba a salvo.
Pero, ¿por cuánto tiempo?
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Las fuertes pisadas retumbaban por los pasillos del palacio. Naruto vestía con una armadura, a su lado, lo acompañaban otros soldados.
Debía de ser importante por la cara que tenía el chico rubio y que cada sirviente se apartaba del camino cuando los veían avanzar.
Sin solicitar permiso, Naruto abrió fuertemente las puertas. Los otros guardias se pusieron rígidos.
- Esperen aquí – les dijo mientras desaparecía adentro
Ambos guardias se miraron entre sí. ¿Qué podía ser tan importante para interrumpir al Daimyo en sus aposentos?
Ese tipo debía de estar loco.
- Debo asumir que interrumpes en mis aposentos, ¿por qué…? – Sasuke dejó de observar el exterior para encarar a Naruto
- Está aquí – se limitó a decir
El rostro de Sasuke se tornó molesto. - ¿Estás completamente seguro, Naruto? – le preguntó – Porque si me mientes, sabes que…
- ¡Que sí maldición! – gritó en respuesta – No estaría aquí si no fuera así y lo sabes – Naruto también se había molestado
Sasuke permaneció en silencio. Era verdad. Naruto no se comportaría de esa forma a menos que estuviera preocupado. Sasuke soltó una maldición.
Así que, finalmente, el pasado los alcanzaba.
- ¿Dónde? – preguntó seriamente
- Anoche encontré esto – Naruto sacó de su bolsillo un objeto y se lo entregó a Sasuke
Sasuke se quedó perplejo al verlo.
Un anillo.
- Cuando salí a revisar – Sasuke recordó que anoche en la fiesta, Naruto había salido a revisar lo que él había sentido – lo encontré. No estaba cerca, estaba sobre aquella montaña, pero le daba una vista perfecta del castillo
- ¿Y hasta allá fuiste a revisar? – preguntó jugando con el anillo
- Tenía que cerciorarme que de que no lo imaginamos
Sasuke sonrió. ¿Imaginar? ¿Cómo podían imaginar algo así?
El rostro de Naruto hablaba por sí solo. Teñido de preocupación, Sasuke entendía como se sentía, al igual que él, también tenía a quien proteger.
Sasuke suspiró.
- ¿Qué haremos? – preguntó Naruto con la voz tormentosa
Sasuke alzó el anillo, observándolo. – Haremos un pequeño viaje – respondió concentrado en el anillo
Naruto quiso decir algo, pero se arrepintió en el último momento. Podía imaginar la jugada de Sasuke.
- Prepararé lo necesario – dijo, hizo una leve reverencia y salió de la habitación a toda prisa
Sasuke sabía que esa misma noche partiría.
Dejó de observar el anillo y lo botó en algún lugar de su escritorio. Dio media vuelta y observó el amplio valle que se alzaba más allá de sus muros.
- Te mataré antes de que lo intentes – dijo frunciendo el ceño
El enojo se apoderaba de cada partícula de su ser, su mirada se encontraba clavada en algun punto en el exterior.
Lo había sentido, de nuevo.
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Un joven de cabello negro, observaba a lo lejos, escondido entre las pocas sombras que quedaban en el día, al Daimyo Sasuke. Sonrió, pues había ocultado su presencia, aun así, él lo había notado.
- Impresionante
La cuenta regresiva había iniciado.
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Sakura caminaba tranquilamente por los pasillos del palacio. Jasmín se había retirado por sus deberes cotidianos, dejándola sola. Cuando pasó cerca de un ventanal observó mucha movilización de los guardias. La curiosidad entró en ella, pero no tenía a quien preguntarle, ¿o sí?
Unas voces se escuchaban cerca, por lo que rápidamente se ocultó detrás de una ventana, lo hizo por inercia. Durante ese tiempo, había aprendido a esconderse muy bien.
Eran dos sirvientes que pasaban lo suficientemente cerca para escuchar su conversación.
- ¿Estás seguro? – preguntó uno de ellos con la voz preocupado
- Absolutamente. Miko lo escuchó de un guardia de la puerta, al parecer partirán esta misma tarde – respondió igual de angustiado
- ¿Qué crees que pasará?
- No lo sé, pero confiemos en nuestro señor – fue lo último que escuchó
Sakura emergió de su escondite. ¿Sasuke partiría?
Los ojos se le abrieron de la sorpresa.
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Hinata miraba al suelo, abatida por lo que acaba de escuchar. Naruto la tomó de la barbilla e hizo que le mirara. El rostro triste de su amada le partió el alma.
Las lágrimas se cristalizaban en sus perlados ojos. Hinata alzó la mano y la colocó en la mejilla de su amado Naruto.
- Promete que te cuidaras – le dijo
- Lo prometo – tomó la delicada mano que posaba en su mejilla y selló la promesa con un beso – Nada ni nadie me apartara de ti – Hinata podía observar la convicción de su marido, aquella que se podía sentir como un fuego quemándole – Regresaré, lo prometo
Hinata sabe más que nadie, que Naruto siempre cumple sus promesas.
Ella asintió y un beso fue depositado en sus labios para reafirmar lo que ya sabían.
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Un par de ojos esmeraldas observaba aquella escena, escondida detrás de unos troncos. Estaba atónita con lo que había visto. Realmente ellos se amaban.
No podía creerlo, después de su charla del otro día, Sakura asumió que Hinata estaría bromeando, pero no era así, comprobó algo ilógico.
Volvió en sí cuando nuevamente el matrimonio volvió a hablar y se retiraron al interior.
El vaho salió de la boca de Sakura. Comenzaba el invierno, por lo que el frío estaba empezando a aparecer.
- Veo que tienes la costumbre de espiar – Sakura se sobresaltó en un segundo y se dio la vuelta para mirarlo
Sasuke dio un par de pasos haciendo que Sakura se aferrara al tronco. Sasuke la observaba fijamente, con rostro serio. Estaba parado firmemente, de brazos cruzados y con media armadura.
Sakura se dio cuenta de eso, pero en ningún momento apartó los ojos de los de él. Por fuera, estaba calmado, pero Sakura presentía que no era así.
- ¿Q-Qué haces aquí? – preguntó en voz baja
Él no contestó, simplemente daba paso tras paso. La respiración de Sakura comenzaba a agitarse, ella sentía que su cercanía la ponía en peligro. Sasuke ya estaba frente suyo, sólo unos cuantos centímetros los distanciaban. En esa posición, Sasuke parecía un gigante comparado con su diminuto cuerpo.
Sakura no dejaba de observar esos ojos negros, parecían que la hipnotizaban, era imposible escapar.
Sasuke levantó la mano, Sakura cerró los ojos, apretó los dientes y agachó un poco la cabeza.
Esperó el golpe… pero éste nunca llegó.
Después de unos segundos, abrió lentamente un ojo, vio las piernas de Sasuke aun frente a ella por lo que comenzó a abrir el otro ojo lentamente.
La mano se alejó de ella y cayó a un costado de Sasuke. Sakura subió la mirada. La sorpresa provocó que sus ojos esmeraldas brillaran de la impresión. Ahí estaba de nuevo, esa mirada.
Sasuke la miraba como si una daga se hubiera clavado en su corazón. La inmensa tristeza parecía traspasar su carne y estrellarse en ella. Sakura veía lo dolido que estaba. Una vez más se preguntaba por qué.
¿Por qué aquel frío y despiadado Daimyo se fracturaba de vez en cuando frente a ella?
¿Por qué?
No lo entendía.
Pronto, los ojos de Sakura comenzaron a buscar una respuesta, cualquier gesto en su rostro que le dijera porque Sasuke era de esa forma. Sus ojos esmeraldas recorrieron cada centímetro de ese pálido rostro, pero no encontró nada, porque rápidamente Sasuke cambió su semblante y volvió a ser aquel frío hombre de hielo.
- Escúchame bien Sakura – dijo con la voz gélida que lo caracterizaba
Alzó un brazo y lo posicionó por encima de la cabeza de Sakura, ella quedó como piedra.
- Por ningún motivo saldrás de la fortaleza en mi ausencia, ¿entendiste? – le advirtió – Tienes prohibido salir. Si me enteró que lo hiciste – acercó su cuerpo un poco más – te prometo que te buscaré hasta en el mismísimo infierno y te traeré de vuelta, ¿quedó claro?
Sakura asintió, pero esta vez lo sintió diferente.
Era diferente.
Sasuke no sonaba intimidante o molesto, sonaba preocupado, aunque tratara de ocultarlo. Esta revelación removió todo el interior de Sakura.
¿Era posible que el despiadado Daimyo tuviera sentimientos por ella?
No, imposible.
¿Entonces porque Sakura visualizaba todas esas acciones que trataban de pasar inapercibidas?
¿Por qué?
Los ojos negros no se apartaron de ella, él quería escucharlo.
- Entiendo Sasu…
Sakura abrió desmesuradamente los ojos. Sasuke la sujetaba de la cabeza y cintura.
La estaba besando.
La respiración de Sakura comenzó a acelerarse, sentía los latidos de su corazón. Las piernas se le estaban volviendo gelatina, el aire se estaba acabando.
El beso terminó justo a tiempo. Sasuke descansó su frente sobre la de ella, pero no la apartó, seguía sujetándola de la cintura, ahora con ambas manos. El cuerpo de Sakura actuó por sí solo, le rodeó el cuello con sus brazos. Sasuke se tensó cuando sintió ese gesto.
El vaho que salía de sus bocas se mezclaba, una danza imaginaria.
- Promete que no huiras – le dijo mirándola a los ojos
Sakura presentía que no se refería solamente al castillo. Era algo que no podía explicar, sentía algo en el pecho, como un martilleo constante de que no era el fondo, necesitaba saber más.
- Lo prometo – pronunció antes de pensar en cualquier cosa
Sintió a Sasuke relajarse un poco ante sus palabras. Después de eso permanecieron en silencio. Sasuke cerró los ojos, sus frentes seguían juntas. Algo le hizo levantar la mano y acariciar delicadamente la mejilla de Sasuke. Él, ante ese contacto, abrió rápidamente los ojos, pero no eran negros, sino rojos.
Sasuke tenía activado el Sharingan
Pero Sakura no tuvo miedo, al contrario, sentía una sensación de protección.
Sasuke la protegería.
No, ¿por qué?
¿Quién eres Sasuke Uchiha?
Se preguntaba mientras seguía acariciándole la mejilla. Los ojos de Sasuke parecían leerle la mente, porque en ese momento, colocó su mano sobre la pequeña de ella y después se la llevó a la boca dándole un tierno beso.
- Volveré – mencionó sin más
En ese momento, un ligero pitido se escuchó, molestando a Sakura.
- ¡No! – gritó - ¡No quiero que te vayas! ¡No me dejes! – gritó suplicante con lágrimas en los ojos
Miraba desesperada al hombre frente a ella. Él también estaba martirizado, pero sabía que tenía que ir, sino lo hacía, era el fin.
- ¡Podemos escapar! ¡Nadie nos encontrara si nos vamos ahora! – nuevamente le suplicaba, pero él sabía que era inútil.
Todo era inútil, porque a donde sea que huyeran, él seguiría encontrándoles.
Nadie puede escapar de su destino. Ni siquiera los demonios.
- ¡Por favor! No me dejes – las últimas palabras salieron sin esfuerzo de la boca de la chica, ya no podía llorar más
- Lo siento – estas palabras alertaron a la chica – Tengo que hacerlo, si no, nunca podremos estar juntos – de un rápido movimiento se zafó de su delicado agarre y saltó al exterior de la cueva, corriendo a una gran velocidad
- ¡No! ¡Por favor! ¡Vuelve! ¡No! – sus gritos se escuchaban aun avanzando rápidamente
Cada uno de ellos se calvaba en el corazón del demonio.
Su amante estaba sufriendo y todo era por su culpa. Sino la podía proteger, entonces…
Apretó el puño con fuerza, la ira comenzaba a cegarlo, provocando que un rojo vivo se apoderara de sus ojos. Ese maldito bastardo nunca los dejaría en paz, tenía que detenerlo.
- Sakura – pronunció Sasuke al observar que quedó absorta
Sakura volvió en sí al sentir que Sasuke la sacudía delicadamente por los hombros. Ella parpadeó un par de veces.
¿Qué fue todo eso? Miró a sus costados, todo seguía igual. Miró a Sasuke, él seguía igual.
- Sasuke – dijo un poco asustada
¿De dónde venía aquellas imágenes? ¿imágenes? No, eso se había sentido real.
- ¿Qué te pasa? – Sasuke la miraba con genuina preocupación
Ella volvió a mirar alrededor, estaban en el bosque, pero dentro del palacio, no se habían movido del lugar.
- Haré que te lleven adentro – pronunció y comenzó a buscar un sirviente
- No – dijo rápidamente, sujetándolo de sus mangas
- Sakura, ¿qué…?
- Tú llévame adentro – le dijo interrumpiéndolo
Sasuke se sorprendió de su reacción y esta vez no lo ocultó. Sakura se veía confundida y a la vez asustada, se aferraba a él con fuerza. Necesitaba de él.
No dijo más y la cargó, Sakura se acomodó sobre su hombro y con paso firme la llevó hasta sus aposentos.
Los pasillos se encontraban desérticos, por lo que nadie pudo presenciar ese momento íntimo.
Era sólo de ellos.
Sakura comenzaba a respirar con regularidad, el momento que la sofocaba ya estaba pasando. La mente de Sakura giraba a gran velocidad, ¿Qué era todo eso?
¿Quién eran esas personas? Aunque había mirado a ese sujeto a la cara, ahora no lo recordaba con claridad. Sólo podía recordar una cosa y eso era unos ojos rojos.
Rojos como la sangre.
Sakura levantó un poco la cabeza, la mirada de Sasuke veía al frente. Su mirada no reflejaba emoción alguna, pero ella sabía que también estaba pensando.
Abrió la boca para pronunciar algo, pero en ese momento llegaron a los aposentos. Sakura se sorprendió de sobremanera, no eran los suyos, sino de Sasuke.
- Sasuke no… - pero él la ignoró, avanzó, cerrando la puerta en el camino y la depositó delicadamente sobre el futón
Su olor inundó las fosas nasales de Sakura. Ese olor tan característico de él, ese olor que la volvía loca.
Sasuke se irguió y la miró fijamente. Ahora, pasado el episodio, Sakura volvió a la realidad.
Se encontraba en los aposentos del Daimyo de la Tierra de Fuego.
Abrió la boca, pero no hizo ningún sonido. ¿Qué más podía decir?
Los ojos de Sasuke habían vuelto a la normalidad, eso la había tranquilizado un poco.
- Sasuke – se animó a decir – Tú… - Sakura no sabía que preguntar
¿Había algo que preguntar?
Bajó la mirada tratando de encontrar las palabras, tratando de encontrar su voz.
- En este mundo Sakura, – levantó la cabeza rápidamente al escuchar su voz – todo tiene una razón – fue todo lo que dijo, se dio media vuelta – Recuerda, no debes salir – pronunció y comenzó a avanzar hacia la salida
De pronto, la angustia la invadió. Observaba a Sasuke alejarse lentamente.
Sentía que era la última vez que lo vería. Había escuchado que partirían ese día, ¿a dónde? ¿qué peligros iba a enfrentar? ¿y si no regresaba?
Esas y más preguntas se formaron en su cabeza. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de repente sentía que no podía vivir sin él? Lo observaba alejarse de ella ¿Y si era la última vez que la besaba? ¿Si ya no existían sus caricias?
Sasuke estaba a punto de abrir la puerta cuando un peso en su espalda lo congeló por completo. Se tensó y abrió desmesuradamente los ojos. Escuchó un ligero sollozo.
- No me dejes – susurró Sakura
El corazón de Sasuke latía con fuerza. ¿Había escuchado de forma correcta? ¿Sakura le estaba pidiendo que no la dejara?
Se giró lentamente, la hacerlo, observó el rostro de Sakura, el cual tenía un semblante abatido.
- Sasuke yo… - mencionó
Sasuke veía su debate mental reflejado en ese fino rostro de porcelana.
¿Sería posible qué…?
- Dilo Sakura – pronunció antes de que ella logrará continuar – Di lo que deseas – su corazón brincaba exaltado, sentía los nervios recorrerle por completo
No era posible
- Y-Yo… - Sakura retrocedió, pero Sasuke no lo permitió, la tomó de la cintura
- Dilo Sakura – le dijo calmadamente
- No sé lo que pasa Sasuke, no puedo pensar – el rostro de Sakura se marcaba más confundido – Es como si…
Es como si el cuerpo actuara por su cuenta
- Eso es Sakura, no pienses
Sakura se debatió entre refutar eso o simplemente hacer lo que Sasuke decía, dejarse llevar.
Su corazón se oprimía con fuerza, a pesar de lo vivido, su corazón le indicaba que no quería alejarse de él. No podía permitir que se marchara de nuevo. Y antes de que pudiera entenderlo, pronunció las palabras de su sentencia de muerte.
- Yo, te necesito Sasuke – dijo sin premura - Te necesito Sasuke
El semblante de Sasuke permaneció intacto, pero Sakura observó que poco a poco, sus ojos comenzaban a mostrar un brillo que jamás había visto en su rostro.
- Entonces – dijo acercándola más a él – nunca te alejes de mí
Sus labios se unieron en una danza feroz. Podría ser brusco, pero en realidad Sasuke estaba siendo sumamente delicado, aunque eso no le quitaba las ganas de devorarla.
Sakura se aferró a él, lo necesitaba con urgencia.
¿Qué estaba pasando? Se preguntaba internamente ¿Por qué de repente siento que lo necesito más que a nada? No puedo contenerme.
Mientras su consciente la atiborraba de preguntas, su subconsciente le decía que necesitaba a Sasuke.
Sakura no pudo pensar mucho más, pronto, las ropas comenzaron a sobrar y una a una fueron cayendo al suelo. Sasuke se despegaba de ella sólo para respirar lo necesario. No hubo juegos previos, ya estaban lo suficientemente listos para hacerlo. Bastó con un pequeño dedo en el corazón de su sexualidad para que Sakura se retorciera de placer.
¿Qué era está sensación tan explosiva que sentía?
Ni siquiera la había experimentado cuando Sasuke la hacía llegar al orgasmo en sus anteriores encuentros.
Todo era diferente. Todo se sentía diferente, pero seguía siendo igual.
- Sasuke – exclamó Sakura cuando la corriente eléctrica la recorrió por completo
Él, al escuchar esto no hizo más que endurecerse más, tanto, que dolía. – Sakura – dijo con voz torturada
Sakura apenas se estaba recuperando, cuando nuevamente arqueó la espalda por la dura intromisión. Su tamaño se sentía muy bien. No dio tiempo para nada, cuando Sasuke se comenzó a mover con urgencia.
Los gemidos de Sakura se detenían en su garganta, estaba aguantando, sentía que eran demasiados obscenos para dejarlos salir. Sasuke alzó su cadera, provocando que Sakura se apoyara con las plantas de los pies. Sakura se mordió el labio, en esa posición, llegaba más profundo.
Pronto, los gemidos roncos de Sasuke se comenzaron a escuchar, multiplicando la sensación que Sakura experimentaba en su interior. Él aumentó el ritmo, haciendo que los gemidos fueran imposibles de contener. En unos segundos, ambos gemían a la par. Poco les importaba que los llegasen a escuchar, poco les importaba la situación en la que se encontraban, en ese momento, sólo existían ellos dos.
Sakura sentía que pronto iba a llegar, una corriente eléctrica nacía de su interior, pero Sasuke se detuvo. Sakura abrió los ojos confundida y levantó la cabeza. Sasuke la seguía sujetando de las caderas, pero no se movía, había quedado absorto.
- Sasuke, ¿qué…? – preguntó en medio de una nube de placer
- Así no – Sasuke salió de su interior y dejó caer sus caderas en el futón
Sakura se apoyó sobre sus codos y lo miró interrogante. ¿Qué mierda?
- Sasuke, ¿por qué…?
En un segundo, Sasuke se hallaba encima de ella, sujetando sus manos a los costados de su cabeza. Parpadeó confundida, nunca se acostumbraría a su rapidez.
- Sasuke – dijo asombrada por la situación
- Necesito que tú recuerdes – Sakura frunció el ceño, ahora sí no entendía nada – Necesito que tú no olvides – dicho esto volvió a besarla con urgencia
Sakura correspondió aun con la confusión en su rostro. Sentía ese beso mucho más cálido y gentil que el anterior. No había urgencia, sólo serenidad. Sasuke estaba haciendo algo que Sakura no comprendía.
¿Que recuerde? ¿Qué se supone que Sakura tenía que recordar?
- Mírame – dijo Sasuke y ella así lo hizo
Permanecieron unos segundos observando a los ojos. – Nunca me olvides – pronunció
Antes de preguntar por su extraño comportamiento, sus labios fueron sellados con los de Sasuke. Moviéndose al compás, Sasuke nuevamente entró en ella, Sakura soltó un gutural sonido, opacado por sus bocas. El contacto fue ameno y los movimientos igual. Sasuke llevaba un ritmo tranquilo, pero no por eso, menos placentero.
Sakura seguía el ritmo de su cuerpo, su mente quedó en blanco y no pensó en nada más. No se percató cuando Sasuke entrelazaba ambos manos con las de ella, no se percató en el amor reflejado en los ojos del azabache, no se percató que ese acto podría traer más cosas a futuro.
Simplemente se dejó llevar hasta que el clímax la alcanzó por completo.
Sintió como Sasuke caía a su lado como peso muerto, sus respiraciones eran aceleradas. Su pecho subía y bajaba tratando de compensar el aire perdido y al cabo de unos minutos, todo quedó en silencio.
El sol comenzaba a ocultarse. Tenían que partir ya o el plan fracasaría.
- Sakura yo… - el azabache miró a su costado para encontrarse con una Sakura acurrucada y dormida
Sintió decepción, pero una pequeña sonrisa se formó en su rostro al observarla tan tranquila. Era como una muñeca de porcelana, tan delicada y fina. Sasuke le acarició una mejilla. No quería apartarse de su lado jamás. El semblante de preocupación se reflejó en su rostro.
Si quería estar con ella, tenía que marcharse.
Sasuke se agachó y besó a Sakura.
- Recuerda, no debes de olvidarme – y con estas últimas palabras, Sasuke salió del futón, se visitó y antes de salir de sus aposentos, regresó la vista a ese pequeño bulto que ocupaba espacio
- Te amo – pronunció sabiendo que no lo escucharía
La puerta se cerró.
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Hacía frío. Se abrazó a sí misma para no congelase. Conforme más avanzaba, la esperanza se desvanecía.
Muerte por todas partes. El campo de batalla era cruel y ella no lograba encontrar al dueño de su corazón.
Gritó.
Se quedó estática. Nuevamente gritó y la angustia apareció.
Gritó más fuerte y esa angustia se transformó en desesperación.
Gritó aún más. Cayó de rodillas al suelo, sujetándose la cabeza y a punto de volverse loca. Su voz había desaparecido. ¿Cómo es que lo iba a encontrar?
- Veo que ya estás aquí – pronunció una voz a sus espaldas, seguido de una risa
Ella se levantó en el acto, alejándose un poco de él. Lo miró con temor, pero en un segundo ese temor se transformó en ira.
El Demonio rio con más ganas. – Eres valiente, me agrada, pero esa ira nunca dura lo suficiente en los humanos – sonrió mostrando su dentadura perfecta
- ¿Dónde está? – preguntó demandante, sorprendiéndose porque su voz había vuelto
- ¿Es que no lo sabes? – preguntó con burla – Estas parada justo a su lado
Ella miró hacia el suelo y lo que vio la dejó con el corazón destrozado. A sus pies se hallaba su amado, muerto, con una herida que exponía sus viseras al crudo invierno.
- ¡No! – gritó con dolor
Un dolor que la desgarraba por dentro. - ¡No! – se agachó a su lado y lo tomó en brazos, estaba frío.
Lo abrazó con fuerza tratando de brindarle un calor que ya no necesitaba. El Demonio soltó una carcajada autentica.
- El imbécil creía que podía ganarme – lágrimas recorrían las pálidas mejillas de la chica
Lágrimas que se perdían en la blanca nieve. – Pero lo admito – siguió con su dialogo – Nunca se hubiera atrevido a enfrentarme si no fuera por ti – el semblante del Demonio se volvió serio – Tengo que darte el crédito por esto – nuevamente una sonrisa retorcida apareció en su rostro
- ¡Cállate bastardo! – le gritó la chica llena de colera – Si tanto te regocijas con la muerte – ella se levantó – Entonces mátame también
El Demonio quedó en silencio al escuchar las palabras de la chica. Un humano jamás hubiera hecho semejante petición.
- Algunos humanos sí que sorprenden, aunque sean pocos – fue lo que dijo segundos después
- ¿Y bien? – preguntó la chica frunciendo el ceño y dando un paso adelante - ¿No lo harás?
- Pequeña estúpida – le respondió divertido – No tengo intención de matarte, para nosotros, los Demonios, no hay nada más satisfactorio que observar y deleitarnos con la miseria humana – su semblante era casi de diversión con compasión, lástima que los Demonios no pueden sentir emociones humanas, o al menos, la mayoría de ellos
- Pues haré que te arrepientas – pronunció la chica mirando el suelo
El Demonio soltó una carcajada enorme. Esa chica era demasiado estúpida, como se divertiría torturándola.
- ¿Qué es lo que harás? – preguntó con burla - ¿Matarme? – se largó a reír
- Haré que pagues por lo que le hiciste – en su voz se podía apreciar el más fino odio, lo que provocó que las carcajadas aumentaran
- ¡Pobre estúpida! – el Demonio se cayó cuando una ráfaga de aire pasó a su lado
Gracias a sus reflejos, la esquivó a tiempo. Observó el árbol donde la ráfaga se estampó. El tronco tenía marcas. De proto, sintió algo en su mejilla, sangre.
- ¿Qué? – preguntó atónito
Miró hacia adelante y quedó asombrado, pero no lo demostró.
Aquella chica sacaba espuma por la boca, poseía garras en sus manos, sus colmillos habían crecido y lo más importante, sus ojos estaban inyectados de sangre.
Tardó en encontrar la respuesta. Miró el cuerpo inerte que era cubierto por la nieve. El Demonio frunció el ceño.
- ¡Es un imbécil! – gritó enojado - ¡Mira que desperdiciar nuestra sangre en una simple humana! – ahora la ira recorría al Demonio - ¡Por eso es que acabó muerto! ¡Un verdadero demonio no sucumbe ante los sentimientos estúpidos de los humanos! ¡Un Demonio no puede amar! – gritaba cegado por la ira
- ¡Cállate! – la fina capa roja la estaba cubriendo más - ¡Él era un verdadero Demonio! – y sin más se lanzó contra su enemigo
El Demonio observó como aquella pequeña figura se lanzaba contra él. ¿Qué era lo que había pasado para que un Demonio muriera y una humana peleara con él? ¿Qué es lo que habían hecho esos dos al pecar?
Sakura se sacudió ligeramente, seguía dormida, una fina capa de sudor cubría su frente.
El Demonio miraba con rabia el cuerpo de la chica. Esa maldita humana se había atrevido a lastimarlo. El Demonio se sostenía la herida de su brazo, por alguna razón estaba tardando en sanar.
La chica tuvo coraje, pero no el suficiente para matarlo, la contrario, ella fue la que terminó muerta.
- ¡Maldita sea! – gritó fuertemente
El eco retumbó por cada rincón de ese valle desértico, sólo la muerte lo había escuchado.
Ahí, en la nieve, se hallaban dos cuerpos. Dos almas que estaba destinadas a fracasar eternamente por haber sucumbido al pecado. Por haberse llegado a amar.
El Demonio miró con impotencia ambos cuerpos. ¿Por qué tenía que suceder así? ¿Por qué él tenía que matarlos?
- Perdóname ototo
Cayó de rodillas, abatido por lo que hizo. Lágrimas cristalinas resbalaban por sus mejillas, el temblor de sus hombros se estaba volviendo incontrolable. Se fue encogiendo hasta que su frente tocó la fría capa. Apretó los puños llenos de nieve y gritó.
Un grito que desgarró su garganta y su alma.
Gracias por leer. No olviden dejar un pequeño comentario/crítica, me ayudan a mejorar en lo que hago.
AS
