Capítulo 25

かごめ (Kagome)

Ahora mismo sé que esta es la batalla más difícil de todas las que hemos librado hasta este momento. Estamos completamente rodeados y sin vía de escape. Kagura nos corta el paso. Inuyasha es un niño y yo cuento con un suministro limitado de flechas. Y, por si todo lo anterior fuera poco, el monstruo polilla que causó todo este problema en primer lugar se encuentra frente a mí como un grotesco zombie revivido por un fragmento de la Perla.

Además, aunque no se lo comento a Inuyasha, no me creo que Naraku no esté por aquí. El hecho de que Inuyasha esté en una posición tan extremadamente vulnerable es un aliciente demasiado grande como para que ese demonio no se aparezca por aquí. Si Inuyasha no puede captar ni su olor ni su presencia, puede que Kanna lo esté ocultando y también puede que se encuentre demasiado lejos como para que yo perciba sus fragmentos de la Perla.

Son demasiados aspectos que ignoro y demasiadas incertidumbres en los que sé. Y, de más está decir que eso me preocupa y me aterra a partes iguales.

—No tengo miedo. Estás conmigo.

Sin embargo, con una sola frase, Inuyasha se las arregla para regresarme a lo realmente importante. No hace que mi miedo desaparezca como por arte de magia, pero sí hace aparecer por arte de magia una nueva clase de valentía, una que no sabía que tenía. Siempre se las arregla para sorprenderme y para que me supere a mí misma.

Me tomo un instante para evaluar la situación. El peligro principal ahora mismo son Kagura y la polilla zombie. Pero tampoco nos podemos descuidar de los demonios que nos rodean y que, al parecer, esperan la orden de Kagura para atacar. Y no me puedo confiar en que Naraku no esté por aquí, pero eso debo dejarlo en un compartimento secundario en mi mente.

Mi tiempo de análisis se ve brutalmente interrumpido cuando la polilla, con más velocidad de la que cabría esperar, se lanza sobre Inuyasha. Por suerte, ya tenía una flecha preparada y la disparo antes de que siquiera tenga tiempo de llegar a él. Sin embargo, mientras busco una nueva flecha, me siento empujada por una corriente invisible que, solo puedo suponer, proviene de Kagura hasta que golpeo el tronco del Árbol Sagrado, lo que me deja sin aire y algo confundida por unos segundos.

Lo siguiente que sé es que es que Inuyasha se lanza sobre Kagura lo que me da a mí la oportunidad de encargarme de la polilla zombie.

No es una pelea muy larga o trabajosa, a pesar de lo que podría parecer y solo me toma proyectar mis poderes espirituales en otras dos flechas para destruirlo por completo y tomar y purificar el fragmento de la Perla que lo mantenía anclado a este mundo. Es una tarea en extremo asquerosa, pero que me he tenido que acostumbrar a hacer desde que llegué aquí.

Me volteo justo en el momento en el que Inuyasha viene hacia mí con el tessen deKagura y, mientras preparo una flecha porque, a pesar de esta primera victoria, sé que la batalla no ha terminado, y observo claramente cómo todos los demonios me han hecho su objetivo.

Lamentablemente no contaba con que Kagura tuviera un segundo abanico y los siguientes segundos son extremadamente confusos.

—¡Danza de las cuchillas!

Una corriente de viento acompaña al grito de Kagura y me vuelvo a ver lanzada contra el Árbol Sagrado, pero esta vez algo golpea mi estómago y al bajar la vista me fijo en que es el cuerpo inconsciente de Inuyasha. Cuando me fijo bien, veo una herida bastante profunda en su espalda, lo que significa que una de las traicioneras cuchillas de Kagura lo golpeó.

—Inuyasha —lo llamo desesperada mientras lo abrazo—, despierta, por favor.

Veo que abre los ojos lentamente. Lo noto algo confundido, pero, como siempre, se centra rápidamente en el problema.

—¿Estás bien? —Creo que eso debería preguntárselo yo a él, pero no tengo tiempo. El nuevo grito de Kagura me interrumpe:

—¡ATAQUEN!

Me permito dejarme llevar por la desesperanza. No es así como pensé que las cosas fuesen a terminar, pero ahora mismo, con Inuyasha herido y siendo atacados por todos los flancos, no veo cómo podríamos salir de esta. Así que lo abrazo, en un gesto desesperado e intuitivo de mi parte y espero el primer zarpazo… que no llega.

—¡KAGOME!

La voz de Sango nunca me había parecido tan acertada ni su aparición más oportuna. Al alzar la cabeza veo que todos mis amigos llegaron y me permito un suspiro de alivio sin analizar las implicaciones que tiene su presencia aquí. Ahora se igualó un poco esta lucha y eso me llena de nuevas energías.

Veo que Miroku va hacia Kagura mientras le ordena a Shippo que con su fuego mágico reduzca a cenizas el cuerpo de la polilla para que no haya más sorpresas con ella. Siempre me voy a alegrar de lo rápido que Miroku analiza las situaciones cuando es necesario que lo haga.

Me enfoco entonces en Sango, que llega montada en el lomo de Kirara. Mientras se acerca, lanza su Hiraikotsu contra un montón de demonios que venían hacia nosotros. Desmonta rápidamente y recupera en el impulso su búmeran. Lo lanza en dirección contraria a como lo hizo la primera vez y despeja a los yōkai que teníamos más cerca hace un momento.

—Aquí la tienes.

Me lanza una botella de las que traigo de mi época y me fijo en su contenido. Sé que ella se lanzó de nuevo a la lucha por lo desesperado de la situación, pero también para darme algo de privacidad. Es mi mejor amiga, así que me imagino que si no lo sabe, al menos sospecha que los próximos instantes serán extremadamente difíciles y cruciales para Inuyasha y para mí.

Bajo la mirada para observar a Inuyasha recostado en mi regazo y noto su expresión de dolor, así como siento cómo su sangre moja mis muslos. Ahora mismo me gustaría centrarme en curarlo, pero sé que no tenemos tiempo para ello. Puedo sentir claramente ahora la presencia de múltiples fragmentos de la Perla que se acercan rápidamente, pero no dejo que eso me distraiga.

Miro entonces hacia la botella. El agua es extremadamente cristalina y puedo percibir claramente el poder espiritual que desprende. No sé de dónde viene la certeza, pero siento que sí podrá revertir la transformación de Inuyasha.

—Inuyasha —le digo mientras lo ayudo a incorporarse—, llegó el momento. Necesito que te tomes esto.

—Si lo hago, ¿regresaré a la normalidad?

—Sí. —O eso quiero pensar. No es como si el agua se comunicara conmigo o yo lo supiese con 100 % de seguridad, pero supongo que es algo intrínseco de los poderes espirituales. No puedo estar segura totalmente, pero a la vez estoy convencida de que será la solución. No tiene mucho sentido y lo sé. Creo que la mejor manera de describirlo es que no lo sé a nivel empírico, pero sí a nivel espiritual.

—Si me hago adulto, ¿podré acabar con estos demonios?

—Sí, cuando lo seas, te daré tu espada. Y sabrás qué hacer con ella. —Dejo que perciba el orgullo en mi voz, porque además sé que no podría esconderlo, incluso si quisiera.

—Kagome, se acerca alguien que despide el mismo olor que Kagura, pero incluso más fuerte.

—Lo sé. Percibí los fragmentos hace unos instantes. Naraku no iba a dejar esta oportunidad pasar. No tenemos mucho tiempo, Inuyasha. Por favor, date prisa.

—Lo haré, pero prométeme que cumplirás tu promesa.

—¿Mi promesa? —mi mente ahora mismo se encuentra tan fraccionada en los distintos puntos de la batalla que no me percato de lo que él me dice, o al menos, no al principio.

—La que hicimos en el jardín de mi mamá, bueno —me parece adorable que, incluso en las actuales circunstancias, sea capaz de sonrojarse—, ahora es tu jardín.

Recuerdo la promesa, y la recordaré siempre y, si él así lo quiere, cuando llegue el momento la cumpliré. Así que me acerco a él y le beso la frente, transmitiendo todo lo que me hace sentir y aprovechando los últimos momentos de esta cercanía que tendré con él en mucho tiempo.

—Te lo prometo, no la olvidaré.

No agrego el resto de la frase, pero algo me dice que él la percibe a pesar de todo: "lo más probable es que seas tú quien la olvide".

Lo veo que bebe agua del manantial hasta que vacía la botella, y decido quedarme a su lado todo el tiempo, mientras sufre su metamorfosis. Sin embargo cargo una nueva flecha en mi arco y, a pesar de que sigo a su lado, le doy la espalda y me pongo en posición de combate. Justo en el momento en el que hinco una rodilla en el suelo para que al menos una de mis piernas esté en contacto con el cuerpo de Inuyasha, la voz del único ser que ha logrado sembrar repulsión en mi corazón se deja escuchar.

—Veo que no era mentira, después de todo. Nuestro pequeño Inuyasha sí que se convirtió en un niño.

—Naraku. Sabía que no ibas a quedarte muy lejos.

Y venía acompañado de Kanna. A su alrededor veo que creó un campo de energía, pero no incluye a Kanna en él. Era como si mis peores pesadillas se hicieran realidad.

—Mi querida Kagome, ya sabes lo mucho que me gusta aprovecharme de las debilidades de mis enemigos.

Me muerdo la lengua para no decirle que Inuyasha estaba (si todo salía bien) en proceso para regresar a la normalidad. Ahora mismo necesito ganar tiempo y, mientras Naraku no se percate de lo que está pasando, Inuyasha puede terminar el proceso.

Gracias a mi vista periférica, puedo ver a Sango lanzando su Hiraikotsu impregnado con veneno que afecta a los demonios que nos rodeaban. No los mata a todos, pero al menos los mantiene a una distancia bastante aceptable de nosotros. Shippo, una vez concluida su tarea de incinerar el cadáver de la polilla, se encuentra alejando a los demonios más pequeños. Y Miroku continúa enzarzado en su batalla contra Kagura dado que no podía utilizar su Agujero Negro. Los insectos de Naraku estaban a la espera de que lo hicieran para poder infectarlo.

Veo que también surgen de entre la maleza algunas flechas de los aldeanos que vinieron a ayudar. No es mucho lo que pueden hacer, pero al menos sirven como distracción a los demonios menos inteligentes.

Al único que no puedo observar es a Inuyasha ya que le doy la espalda, pero siento su respiración y los acelerados latinos de su corazón gracias a que la piel de mi pierna está en contacto con su pecho a modo de protección. Puedo percibir un cambio en él, pero no me volteo para comprobarlo. No me puedo entretener en eso. Oculto como puedo su cuerpo con el mío y rezo internamente para que la escasa luz que llega a este punto procedente del sol del amanecer no le permita a Naraku saber lo que sucede detrás de mí. Ahora mismo toda mi atención está en él. Sé que, si logro disparar y acertar, puedo hacerle mucho daño, pero en ese caso Kanna no podría intervenir. Si absorbe mi flecha con su espejo, volveré a la casilla 1.

Estoy manteniendo la flecha en tensión y buscando una manera de disparar esquivando a Kanna, cuando la voz de Inuyasha, la verdadera voz de Inuyasha, me saca de mis pensamientos y me llena el pecho de alegría.

—Lamento mucho decirte, Naraku, que hoy no será el día en el que utilices mis debilidades contra mí.

El agua funcionó y, a pesar de todo lo que perdí, y de todo lo que gané en estos últimos días, no puedo evitar alegrarme al escuchar a Inuyasha como estoy acostumbrada a hacerlo. Siento que coloca una mano en mi cintura, pero no me molesto por ello. Sé que lo que busca es tranquilizarme a la vez que ejerce presión para con la otra mano, extraer de su funda a Colmillo de Acero.

Una vez lo hace, la espada toma su verdadera forma e Inuyasha se para frente a mí para protegerme y enfrentarse a Naraku. Sé que no es un buen momento para pensar en eso, pero siento algo reconfortante en el hecho de verlo, aunque sea de espaldas, con su altura normal. Ni siquiera he visto sus ojos, pero ya me siento más tranquila.

—Pero, ¿cómo? ¿Cómo es posible que hayas regresado a la normalidad? Te acabo de ver…—pero Inuyasha no le permite terminar de hablar.

—Pareces sorprendido. Pero creo que ya todos sabemos que no me puedes derrotar con todos tus trucos sucios y tus trampas.

—Eso lo podemos ver ahora. Estás rodeado, Inuyasha, y tu amigo Miroku no puede absorber nada con su Agujero Negro.

Sí, es hasta cierto punto cierto que las tornas no se ven bien para nosotros, pero si algo hemos demostrado es que somos un equipo con recursos, incluso cuando no lo parece.

—Kagome…

Inuyasha solo susurra mi nombre, ni siquiera voltea a mirarme, ni siquiera levanta la voz, pero yo sé claramente lo que quiere que haga. Requerirá de mucha rapidez por mi parte, pero sé que puedo hacerlo.

En ese momento me doy cuenta de que siempre sé que puedo hacer lo que me propongo cuando él está cerca, de que el deseo que me comentó que tenía en el momento que me dio aquel dibujo, que cuando me dijo la frase: «Y quiero, algún día, ser capaz hacer lo mismo por ti: apoyarte, ayudarte y protegerte», solo estaba poniendo en palabras una realidad que ya existía, que siempre describió nuestra relación.

«Me dijiste que soy tu héroe y que te haría feliz que yo estuviera a tu lado…». Siempre recordaré estos días y me darán la fuerza que necesito para salir adelante, incluso si él no recuerda lo que pasó.

Así que preparo la primera flecha y disparo hacia Naraku.

Tal y como Inuyasha previó, Kanna se interpone y absorbe la flecha que yo había disparado, pero eso era parte del plan. Porque Inuyasha se mueve con la velocidad que lo caracteriza y en un instante separa a Kanna, que todavía pelea con mi flecha y su espejo, de Naraku. Este retrocede, justo en el momento en el que yo lanzo una segunda flecha que le da de lleno en el abdomen. No le hace mucho daño, porque él la repele con su energía, pero lo distrae el tiempo suficiente como para que Inuyasha aseste un golpe con todo el poder de la combinación entre el Viento Cortante y el Colmillo enrojecido.

Cuando desaparecen las ondas de luz de la espada de Inuyasha, Naraku yace sobre sus rodillas.

—¿Será que hoy es el día en el que termino con tu reino del terror, Naraku? —Inuyasha se burla y no debería confiarse, pero regresar a la normalidad implica también que vuelve a sentirse el arrogante de siempre.

—No cantes victoria tan rápido, Inuyasha… ¡KAGURA!

Kagura nos sorprende a todos levantando una corriente de viento y elevándose hacia el cielo en una de sus plumas, llevando a Kanna y a Naraku con ella, seguidos por un enjambre de sus bichos desagradables.

—Esta no será la última vez que nos veamos, Inuyasha. No te confíes.

Sin embargo, la huida de Naraku no terminaba con nuestros problemas. Seguíamos rodeados, lo que ahora, con una ventaja a nuestro favor.

Así que, sin que Inuyasha me lo diga, preparo la tercera flecha y la disparo hacia la horda de demonios que aún nos rodean. Inuyasha luego invoca nuevamente a su Viento Cortante que sigue la estela que va dejando mi saeta y destruye a la mayoría de los demonios. Del resto se encargan Sango y Miroku que, ya liberado de la amenaza de los insectos de Naraku, puede usar con libertad su Agujero Negro.

Para cuando el sol ha terminado de emerger por completo, para el momento en el que la luz ilumina todo el claro y la copa del Árbol Sagrado resplandece con el brillo de miles de esmeraldas, se escuchan los gritos de los aldeanos. La batalla ha terminado y, nuevamente, somos los vencedores.

Si yo estoy tanto física como emocionalmente agotada, no me quiero ni imaginar cómo están mis amigos. Ahora mismo me encuentro cerca del arroyo de la aldea contemplando el atardecer. Ha sido un día especialmente duro, en muchos aspectos.

Una vez que la batalla tocó fin, el anciano Myōga, que no sabemos exactamente dónde estuvo, pero sí que era muy lejos del combate, saludó a Inuyasha como acostumbraba a hacer y, mientras volvía a inflarse, nos informó que los aldeanos estaban bien. Hubo algunos que sufrieron heridas menores y la anciana Kaede ya se estaba encargando de ellos, así que Shippo corrió a ayudarla. Algunas de las cabañas de la aldea habían sido destruidas por el paso de los demonios, pero como Inuyasha y yo los habíamos atraído hacia el bosque rápidamente, no eran muchas las bajas estructurales.

Inuyasha se mantuvo lejos de mí todo el día. Y supongo que era lo mejor. Hasta cierto punto yo estoy haciéndome a la idea de que olvidó todo lo que pasamos estos días y lo que aprendimos el uno del otro. No puedo evitar que unas cuantas lágrimas escapen de mis ojos al pensar en eso.

Cuando todo quedó solucionado y los aldeanos comenzaron a reconstruir las cabañas perdidas, Sango y yo conversamos un rato. Era algo que necesitábamos, ponernos al día. Cuando terminó de contarme todos los desafíos que tuvieron que superar para conseguir el agua, y que había usado como excusa para que yo me relajara un poco, abordó el tema que realmente quería hablar conmigo:

—Y, ¿cómo han sido estos días?

—En una palabra: intensos. He aprendido muchísimo, Sango, y creo que, hasta cierto punto, todavía estoy asimilando todo lo que aprendí.

—Entonces, ¿lo entiendes ahora un poco mejor? ¿Pudiste…? —Se queda pensativa, como si buscara la palabra o la frase correcta— ¿Pudiste ver más allá del miedo para eliminar las grietas entre ustedes?

No entiendo muy bien de dónde sacó las palabras, pero creo que la idea fundamental era obvia.

—Sí, Sango, lo hice. —Y una sonrisa nostálgica se dibuja en mi rostro— No creo que esta vaya a ser nuestra última discusión, pero creo que, a partir de ahora, me tomaré esas discusiones un poco más filosóficamente.

—Entiendo. Kagome, por cierto, te quería preguntar: ¿cómo es que encontraste una hoshi no hana (星の花)?

—¿Una hoshi no hana…?

—Les dicen así por la leyenda. ¿La has escuchado…? —prosiguió al ver que asentía—Son extremadamente raras. De hecho, nunca había visto una.

—Pues…—no me sentía cómoda contestando esa pregunta. Era parte de esa historia maravillosa que había vivido esa semana con Inuyasha. Pero, por suerte, Sango detecta mi vacilación y sonríe:

—Tranquila, ya me lo imagino. Será mejor que me vaya a descansar. Estoy agotada.

Se levantó para dejarme sola con mis pensamientos, sin embargo, antes de irse, me dijo algo que me dejó pensando:

—¿Recuerdas que en una ocasión me dijiste que, cuando se requiere de algo trascendente para ser expresado porque las palabras no son suficientes, es romántico? ¿Porque busca dar a entender sentimientos que las palabras no consiguen expresar o porque expresarlo en palabras le pondría unos límites que realmente no tiene?

Recordaba esa conversación, pero no pensé que ella la hubiese escuchado para captar con tanto detalle mis palabras. Recuerdo incluso que se lo había dicho para hacerle entender que el hecho de que Miroku la tratara a ella diferente de otras mujeres era porque buscaba darle a entender sentimientos que con palabras no lograba englobar.

—Sí, lo recuerdo. Pero ¿qué tiene que ver con la flor?

—Bueno, me resulta curioso que lleves una hoshi no hana, la cual es extremadamente rara, y que tu nombre también signifique "estrella". Me da a pensar que, quien sea que te haya regalado esa flor —comenta con una sonrisa astuta y un guiño—,buscaba hacer llegar un mensaje extremadamente romántico.

Hasta cierto punto me alegro de que en ese momento Sango se retirara a descansar a la cabaña de la anciana Kaede, que por suerte no había sido destruida durante el ataque, porque estoy segura de que mi rostro terminó esa conversación color rojo furioso y así continúa.

Sé que todo debía regresar a la normalidad, pero, tal como me imaginé desde el principio, voy a extrañar mucho a Inuyasha como niño, voy a echar de menos nuestras conversaciones. Y supongo que no podré volver al jardín de su madre, o mío, porque estoy segura de que Inuyasha no recuerda nada. No puedo dejar de sentir un dolor profundo en el pecho por eso, pero yo lo recuerdo todo. Recuerdo lo que me enseñó, lo que me contó, lo que vivimos y aprendimos. Ese pensamiento me hace sonreír a la vez que provoca que una nueva lágrima escape de mis ojos.

—¿Ahora por qué lloras? Ya todo se resolvió.

El objeto de mis pensamientos se había acercado sin que yo lo notara, pero, aunque no lo miro, percibo cómo se sienta a mi lado.

—Sí, tienes razón. Ya todo se resolvió. Y ¿tu espalda?

—Completamente curada. Era solo un rasguño.

Sé que no era "solo un rasguño", pero dado que la capacidad de curación y cicatrización de Inuyasha es increíblemente rápida y efectiva, le creo cuando me dice que ya está curado. Así que nos quedamos en un agradable silencio, solo roto por el canto de las aves despidiendo al sol.

—Kagome, yo… lo siento.

Volteo para mirarlo completamente atónita. Inuyasha no suele disculparse nunca, por nada.

—¿Por qué?

—Porque no te hubieras encontrado con la polilla esa si yo no te hubiera molestado.

—Supongo que yo tampoco debí haberte enterrado un metro a punta de ABA…—tapa mi boca rápidamente con su mano y me doy cuenta de lo que estuve a punto de decir. Cuando la retira, continúo: —Perdona —le digo mordiéndome el labio—, no debí haberte enterrado un metro a punta de "esa palabra".

—Me lo merecía.

—Estoy de acuerdo, pero aun así no debí hacerlo.

Me mira algo ofendido por un instante, y luego su rostro recupera la expresión serena.

—Supongo que debemos quedarnos aquí durante unos días.

—Así es —le muestro mi acuerdo—. Puede que incluso me llegue a mi época un día o dos para reabastecerme.

—Además, Miroku y los demás dicen que van a estar durmiendo por dos días como mínimo, así que tendremos tiempo. Yo, mientras, voy a ayudar a los aldeanos a reconstruir las cabañas que fueron destruidas.

—Me parece una idea genial.

Nos quedamos en silencio nuevamente, pero no es un silencio incómodo o molesto. Extraño cuando era un niño y no podía dejar de hablar o siempre me estaba preguntando sobre distintas cuestiones. Me permito recordar también la época cuando lo conocí y era hosco y huraño y me trataba mal. Esos pensamientos vuelven a hacerme sonreír porque recuerdo todo lo que he vivido a su lado y me llenan de expectación por todo lo que nos queda por vivir.

En ese momento, la anciana Kaede lo llama para pedirle ayuda y yo noto cuando se levanta. Sin embargo no siento sus pasos y cuando lo miro me percato de que tiene su vista fija en mi pelo, o, más concretamente, en la flor que lo adorna.

—Kagome…—es apenas un susurro, pero noto el brillo de su mirada, un brillo diferente. Puede que durante la batalla o en el tiempo después de esta no se fijara, pero ahora mismo toda su atención está puesta en mí.

Inuyasha se queda mirando la flor en mi pelo de un modo demasiado extraño y por un tiempo tal que levanta todas mis sospechas. Si mira el ranúnculo con esa mezcla de comprensión y sorpresa en el rostro es por una de dos: recuerda lo que vivimos esta última semana o reconoció la flor procedente del jardín de su madre.

Sin embargo, lo veo que sacude la cabeza, como quien es incrédulo por algo y se aleja caminando.

Sea cual sea la respuesta, por primera vez, me doy cuenta, no me preocupa demasiado conocerla. Solo guardaré los recuerdos de estas aventuras y cada una de las cosas que aprendí sobre él en mi corazón para no dejar de tenerlas presentes, pero sin hacerlas muy obvias. Nuestra promesa se mantendrá en mi corazón siempre, sin importar lo que suceda de ahora en lo adelante.

La flor blanca que me obsequió, ese ranúnculo que hoy adorna mi cabello mañana será guardado en las páginas de un diario o de algún libro importante para mí junto con el dibujo que me regaló y su significado y sus palabras al dármelo me acompañarán siempre, sin importar lo que pueda llegar a ocurrir.

FIN…

Y llegó el final. Estoy llorando. No pensé nunca que llegaría tan lejos, pero esta época ha sido totalmente increíble. A partir de aquí, pues la historia sigue según el canon, así que es un FIN, pero con puntos suspensivos.

Gracias a todos los que me han brindado su apoyo durante este tiempo, en especial a: Xio Xio Huayta, Loremarquez, kcar, Susanisa, Xio046, Carli89, Martha Laura Alvarez, Ranma Akane Saotome Tendo, TamyWhiteRose, Jiyuu Akabane, Lila, Aldana ruth, Aleriasi y a todos aquellos Guests que no sé quiénes son pero que sus comentarios y su sostén es igual de valioso y me ayudaron a crecer. Y para todos aquellos que son de esos apoyos anónimos, los quiero igual y se los agradezco igual. No puedo ponerles nombres, pero eso no es lo importante. Lo verdaderamente importante es que mi historia, aunque sea por un pequeño rato, los traslade a un mundo en el que se sientan felices. Si cumple ese objetivo, ese pedacito de mi alma que comparto con ustedes se sentirá más que satisfecho.

Además ese FIN… tiene otro significado, pero todavía no doy spoilers. Puede que Inuyasha recuerde todo o puede que no, eso ya se verá, algún día.

Muchas gracias por leer.

Besos!