Después

Dejar a Ellana esa noche en Crestwood requirió toda la fuerza de voluntad que Solas tenía, y si hubiese permanecido un momento más con ella, si la hubiera dejado tocarlo tan solo una vez más, es probable que hubiese mandado todo al carajo de nuevo y cedido ante sus sentimientos.

Supo que después de esa noche, nada volvería a ser igual; era el momento de no mirar atrás y tomar distancia con la inquisidora. Y así fue por unos días, hasta que surgió una expedición de último minuto, y los escogidos para acompañar a la elegida de Andraste fueron Dorian, Iron Bull y Solas, fiel a su palabra de continuar ayudándola a prepararse para derrotar a Corypheus, a pesar de lo doloroso y difícil que pudiese ser… y lo fue.

Un grupo de Venatori los emboscó en su camino hacia la fortaleza de Adamant, dejándolos heridos, sin pociones y con dificultad para moverse. Sin dudarlo un momento, Dorian se encargó de asistir al ahora Tal-Vashoth, con quien parecía mantener una relación más que amigable desde hacía un par de semanas, dejando a Ellana, con su gran fortaleza de guerrera a cargo de ayudar a Solas a caminar.

Y así, por una última vez ambos se permitirían estar en contacto, teniendo una excusa para tocarse una vez más. El brazo del mago sobre los hombros de la chica, mientras ella lo rodeaba por la cintura y tener un mejor soporte, en caso de que él estuviese en peligro de caer; su pierna había sido lastimada y parecía casi no tener fuerzas.

Como si fuese un acuerdo silencioso entre los dos, caminaron muy lentamente hacia el campamento de la inquisición, alargando el tiempo lo más que pudieron y prolongando su contacto como si fuera el último momento. Ellana disfrutó del aroma de Solas, que le recordaba a su infancia en los bosques y los besos que compartieron, mientras él gozó el tenerla de alguna forma entre sus brazos otra vez. Al llegar al campamento, quizás permanecieron así un poco más de lo necesario, la inquisidora insistiendo en llevarlo hasta la tienda del médico, y él sin protestar al respecto.

Dorian fue el primero en notar el cambio en las miradas intercambiadas por los dos elfos. La inquisidora evitaba pasar por la sala de los frescos pintados por Solas, y cuando lo hacía, se saludaban con cierta frialdad, sendas miradas tristes. Cuando ella estaba de espaldas o no lo veía, los ojos del elfo permanecían sobre Ellana con un semblante de nostalgia y anhelo. A veces parecía que las lágrimas a punto de salir permanecerían para siempre en los ojos de la chica, y como buen amigo, Dorian procuraba llevarla a la taberna de Skyhold, o a dar un paseo para distraerla, no sin antes lanzarle una mirada de desaprobación al otro mago, por ser el causante de tanto dolor.

Los pensamientos de Solas parecían una pesadilla durante esos últimos días. Se sintió culpable por haberse dejado llevar por sus sentimientos y deseos, la amargura que le producían sus planes lo hizo endurecer su corazón y enfriar sus palabras, metódicas y distantes cuando hablaba con la inquisidora, intentando no usar más su nombre para crear distancia entre ellos.

La incertidumbre comenzó a invadir la mente de Ellana, sin saber qué ocurría después de derrotar a Corypheus, lo que seguiría, y sus planes futuros. Ella continuaba enamorada de Solas, y sabía que él, aunque fuese muy bueno escondiéndolo, compartía sus sentimientos, pero había algo más que nunca pudo descifrar. Al menos no en ese momento; algo lo suficientemente grande como para terminar con todo y alejarse como lo hizo.

Solas se alejó de ella, pero comenzó a frecuentar la taberna de Skyhold por la noche para cenar algo antes de dormir. Compartía la mesa con la inquisidora sólo cuando estaban presentes los demás compañeros y Cole solía ser cómplice de ambos cuando permanecían por más tiempo en la mesa, inclusive cuando los demás ya se habían ido. Utilizaba sus habilidades para entrar en sus mentes y saber que, si él estaba ahí, tendrían una justificación válida para permanecer juntos por más tiempo. Sin embargo, todo llegaba a su fin. Cuando Cole o el último de los compañeros decía buenas noches, las miradas de Solas y Ellana se cruzaban por última vez, su presencia no se mantendría por más tiempo del necesario. En silencio se despedían y un último pensamiento permanecería dentro de sus mentes y corazones: quizás en otro mundo…

Notas de la autora:

Por fin subí el último capítulo. Disculpw la demora, tuve muchos pendientes de la vida cotidiana y después tomé unas pequeñas vacaciones, pero por fin aquí está la última parte.

Espero te haya gustado esta corta historia. Me encanta el romance Solavellan, el toque dramático, apasionado y romántico que tiene es mi perdición, y supongo que si estás leyendo esto, tienes un sentimiento similar.

Muchas gracias por leerme.