13. Serendipia

Ares sonrió complacido. Lo había conseguido, llevaba días enteros trabajando para hacer funcionar la antigua tecnología, y aunque ésta para lo único que servía era como pisa papel si fue una excelente guía para Ares. El pequeño revoltoso del que todo el mundo hablaba había logrado replicar cada pieza y parte de un computador y lo mejor, había conseguido hacerlo funcionar.

Nada de eso hubiera pasado con sus hermanos cerca, quienes después del viaje al bunker habían aumentado la vigilancia con el más pequeño.

Régulos también se emocionó por la proeza del niño genio, aquel aparato de seguro seria de mejor utilidad que sus libretas llenas de un mundo de garabatos. Y mientras Ares trabajaba en la biblioteca atrayendo la atención de los atenienses, Régulos aprovechaba para llevar a cabo sus experimentos en la vieja cueva.

El heredero Kido había logrado convencer a un talentoso experto en la ciencia, el doctor Asamori y a Seiya para revisar las muestras encontradas en el bunker. Aunque no fue mucho lo que pudieron lograr en un inicio, había conseguido recrear el suero, y en esta ocasión con algunas modificaciones. Régulos tuvo suerte, no solo Saori había ocultado todo y había mantenido a raya a Shion y Aioros, sino que con su ausencia Régulos tenía pase libre, y fueron unos días productivos.

El doctor Asamori era un hombre corpulento de cabello cano que había pasado toda su vida preparando medicamentos, y aunque su profesión era importante dentro del Santuario, el hombre siempre se había visto interesado por los avances, y por ello para él era sencillo encontrar nuevas recetas, que aunque no tuvieran el aval de Athena siempre guardaba con premura para los días más oscuros.

La cueva era todo un lugar dedicado a la ciencia. El joven Kido había logrado en tiempo record disponer de todos los aparatos y recursos para cumplir su misión, y aunque no era mucho y debían ser precavidos con sus movimientos, igual había conseguido adecuar todo para sus necesidades. Régulos estaba muy feliz por ello, pero Seiya quien había estado siguiendo los pasos de su líder, en ese momento no estaba muy contento.

—Dijiste que no usaríamos ese suero —protestó Pegaso al ver como Régulos terminaba de marcar unos tubos de ensayo—. Esa cosa acabó con todo.

—Yo te dije que mi padre había encontrado una forma de mejorar el suero. Esto es lo que necesitamos. Podemos enfrentar a los inmortales.

—¿Estás loco? Yo no me meteré esa cosa en las venas.

—Experimentaremos con ratas, joven Seiya —dijo el doctor Asamori tan dedicado a su labor como los científicos de antaño.

—Doctorori, pero miré nada más las ratas que encontró.

—Me tomó algo de trabajo capturarlas, señor Régulos. Pero aquí están. Espero funcionen.

—Oigan yo no entiendo mucho de esto —llamó la atención Seiya—. Pero leí y escuché que el suero solo funcionaria en humanos debido a sus componentes.

—Eso es lo que pensaba, Mitsumasa —acotó Régulos tomando una jeringa con el suero para luego inyectarla en la rata la cual fue rápidamente puesta tras una gruesa caja de vidrio reforzado—. En su afán, no dimensionó los efectos del suero. Nosotros haremos lo contrario. Tranquilo, Seiya por mucho perderemos a un par de ratas.

Seiya hizo un pequeño gesto y observó como Régulos inyectaba los diferentes sueros en los demás roedores, quienes fueron colocados cuidadosamente en los mismos recipientes que la primera. Un par de horas después, tres de los sujetos de prueba habían fallecido.

—Debemos descartar el lote 108, 107 y el 110 —anotó Régulos en lo que Seiya fruncía el ceño.

—El lote 101 parece estar causando una alergia severa en el sujeto —alertó Asamori observando a la pequeña rata la cual empezó a llenarse de ronchas y convulsionar, luego de un par de minutos el pobre animal perdió la vida.

—Parece que el lote 104 tampoco fue el bueno —hizo ver Seiya señalando una de las cajas—. Esta rata ya pasó a mejor vida.

—Maldición. —Régulos se llevo las manos a la cabeza.

—Tal vez deberíamos experimentar con otro tipo de sujeto. Uno más grande —sugirió el doctor.

—Por ahora hemos perdido cinco reactivos biológicos —analizó el muchacho Kido—. Debemos esperar la reacción de los demás, los cuales se ven bien. Si no obtenemos resultados óptimos usaremos otro tipo de sujetos.

—Me parece prudente, señor Régulos.

—Debemos turnarnos para vigilarlos —dijo Kido—. Yo haré la primera guardia.

X-X

Shaina iba tranquila, caminando junto a Shun. Estaba cerca de su antiguo hogar, podía sentirlo en el aire, y aunque cada paso significaba separarse del vampiro, igual estaba serena, y debía estarlo para dar marcha a su plan, solo esperaba que en un futuro aquel inmortal la perdonara. Para entonces habían alcanzado el desolado bosque donde había sido atrapada y ahora marchaban en los alrededores de una inmensa montaña.

—Estamos cerca de Asgard —dijo él—. Aunque eso ya lo sabías y por eso no has querido detenerte. Asumo que te tomará unas tres horas llegar a la ciudad, y estarás a salvo.

—Falta algunos minutos para el amanecer —suspiró ella mirando el cielo, logrando que Shun la observará confundido—. Que rápido pasó el tiempo.

—Debo llegar a mi refugio. ¿Vienes conmigo o prefieres continuar?

—Continuaré —respondió con voz apagada.

—No has dormido nada. Deberías descansar un poco, ya estás cerca —sugirió él con un tono melancólico, pero al no obtener respuesta por parte de su acompañante, agregó—: De acuerdo. Toma —ofreció una de las espadas de su espalda—. Te servirá para más adelante, por si tienes problemas.

—¿No vendrás conmigo? —preguntó casi por inercia olvidando por un instante que eran enemigos.

—¿Me esperaras en Asgard? —inquirió él con una agradable sonrisa, como le había dicho antes estaba dispuesto a irse con ella, pero ella debía irse por otro camino y por más que estuvieron ignorando ese hecho, y que las caricias y los besos de cada noche se hacían más intensos, no podían seguir juntos y eso lo sabían ambos por igual.

—Sí —mintió con la cabeza agacha escondiendo sus ojos tras los mechones de su pelo.

Shun se ubicó cerca de la montaña. Acarició con delicadeza la falda y observó el cielo por un instante.

—Me engañas —expuso él sin atreverse a mirarla—. Esta será la última vez que te vea. ¿Y sabes? Nunca hiciste la pregunta correcta. —Shun suspiró con rabia y se giró para observarla, no obstante, un impresionante daño lo hizo gritar con furia— ¡Shaina! —bramó con vos potente por el repentino dolor y la herida provocada en su hombro a traición por parte de su compañera, la Cobra no se había medido en lo más mínimo clavando la espada con tanta fuerza, logrando así inmovilizar al vampiro contra la falda de la montaña.

—Lo siento mucho —comentó ella con los ojos inundados de lágrimas—. De verdad lo siento. Pero no puedo seguir mi camino sabiendo que estás cerca.

Shaina apretó los manos con fuerza, se había armado de valor para acertar ese golpe y la situación se había presentado perfectamente. Shun no debió haberle dado esa espada. Toda la noche estuvo pensando en cómo deshacerse de Shun y que no saliera tan dañado. Sí, pudo haber esperado al alba, haber corrido tan rápido y alejarse de él al llegar a Asgard, pero si no estaba el auto como ella anhelaba estaría perdida, y él la alcanzaría en la noche sin ningún problema, ¿y luego? ¿Cómo llegaría al Santuario con él? Debía perderlo. Sabía que las heridas de plata tardaban en sanar, que en el día los vampiros eran vulnerables y por lo tanto les era más difícil recuperarse y sin alimento estarían expuestos. Shun debía, por lo menos estar una noche fuera de combate en lo que sanaba su herida. Así que ella tendría un día y una noche entera para escapar de él. Ya dependía del vampiro tolerar el dolor y correr tras de ella.

—Si de verdad quieres estar a salvo es mejor que me asesines, Shaina —acotó él con la voz aguda y los ojos embravecidos—. Hazlo, o iré por ti y te mataré.

—No lo harás —dijo ella con firmeza atreviéndose a mirarlo—. Lo sé. Así como no me atrevo a matarte, tú tampoco lo harás.

—¿Cómo puedes estar tan segura de eso? ¿Piensas que por que hemos tenido sexo eres de mis afectos?

Shaina bajó la cabeza nuevamente ante las palabras despectivas, pero prefirió ignorar el tono altanero y seguir pensando que por lo menos él en algún momento se preocupó por ella.

—¡Shaina! —llamó Shun cuando ella se dio la vuelta para marcharse.

—Espero que puedas liberarte antes de que salga el sol.

—Shaina. Nunca hiciste la pregunta correcta, y tú sabes cuál es. ¿Por qué lo sigues ignorando? Acaba conmigo de una vez si de verdad quieres estar a salvo.

—¡Sí! —contestó con rabia dándose media vuelta donde esta vez clavó la daga en el otro hombro de Shun haciéndolo bramar con furia—. Sé cuál es la pregunta correcta y sé cuál es la respuesta. La única razón por la que estuve en la habitación de Hades era para poder escapar, ¿cierto?

—Cierto —respondió él mucho más pálido que de costumbre intentando no perder la consciencia—. Tenías tres rutas de escape, y tomaste una de ellas. La verdad nos sorprendiste, pensamos que te tomarías más tiempo. Mi padre fue quien sugirió todo esto: Llevarte a su cuarto, cambiar las guardias y esperar a que huyeras y que nos llevaras al Santuario.

Shaina dejó caer su cabeza sobre el pecho de Shun quien observó lo lejano escuchándola llorar.

—No hubieses llegado tan lejos sin un guía —continuó él—. Y yo era de confianza, tú confiabas en mí. Makaira quiso que me acercara a ti desde un inicio, pero de alguna forma logramos desarrollar un vínculo, por eso mi padre me ordenó escoltarte, y así yo sabría donde está tu comunidad.

Shaina lo sabía, muy en el fondo lo sabía, aunque había tratado de ignorar las voces y las alertas, nunca dejó de pensar que Shun era un doble agente. Pero su sentimientos por él eran reales y algo le decía que él sentía lo mismo. Su instinto nunca había fallado, y había una sola razón para que Shun hubiera entregado esa espada tan tranquilamente.

—¿Alguien viene siguiéndonos? —preguntó ella.

—No. Estoy solo yo. Únicamente los miembros del consejo conocíamos este plan.

—De acuerdo —dijo Shaina dándole la espalda—. Como dije, espero que puedas liberarte antes de que salga el sol.

—Shaina, debes matarme. No tienes de otra. Solo hazlo. ¿No escuchaste lo que te dije? Te estaba utilizando. ¡Mátame!

—Escuché bien. Ya lo sabía. Siempre lo supe. Acepté que no llegaría hasta aquí. No en mi estado y no sin conocer el camino, por eso dejé que me guiaras. Yo también te utilicé. Y hasta aquí llega nuestro trato.

—No estarás a salvo si me dejas aquí. Iré por ti. Es mi misión. Si de verdad quieres salvar a los tuyos es mejor que me mates. Shaina, debes hacerlo. ¡Hazlo!

Shaina respiró con fuerza. Él tenía razón, no podía confiar en que hubiera un sentimiento por parte de él y que eso sirviera para que no la traicionara. Había jugado con ella todo el tiempo, bien al liberarse iría tras de ella, no la asesinaría, pero si la obligaría a llevarlo al Santuario. Shun no era su amigo, no era su novio, no era su esposo. No era más que un simple mentiroso que estaría dispuesto a matarla en el momento adecuado. Se giró con violencia y sacó la pequeña navaja de su bolsillo. Con la fuerza suficiente atravesaría su cráneo.

Shun no cambió su semblante y esperó paciente a que la Cobra terminara con su vida, pero ella se detuvo a mitad de camino.

—Me entregaste la espada porque quieres que te mate —concordó ella analizando toda la situación—. Por eso lo hiciste. Tú no me traicionarás. No vendrás por mí. Quieres morir para mantenerme a salvo de los tuyos. No de ti. No es a ti a quien debo temer. Debes volver al Inframundo y darles algo. Pero si estás muerto, ellos no tienen nada.

—Yo no siento nada por ti si es lo que intentas decir. No me voy a sacrificar por ti. Pero si eres astuta. Me mataras aquí y ahora, o jamás estarás a salvo. Te lo prometo.

—No puedo matarte. No puedo hacerlo. Te amo demasiado para atreverme. Lo siento.

¿Amor? Shun observó a Shaina buscando rastros de mentira en sus palabras, aparentemente, ella decía la verdad, pero él no podía estar seguro de lo mismo. Amor era una palabra casi irrisoria, no quedaba nada bueno de amar o de creer amar. Era el amor lo que tenía a Shaina en la línea de tiro. Pero ¿Qué era lo que a él lo obligaba a hacer todo lo posible para que ella estuviera a salvo? ¿Era el amor?

—¡Shaina! ¡Shaina! Acaba conmigo. No seas cobarde. Shaina.

La Cobra escuchó los gritos desesperados de Shun, no se atrevió a voltearlo a mirar porque sabía que eso acabaría con lo poco que le quedaba de fuerzas. Corrió tan lejos como pudo de él, esperando que al llegar el alba Shun se liberara para buscar refugio, aunque si tenía intenciones de morir de seguro dejaría que el sol lo consumiera y ella no quería pensar en eso.

—No lo hagas, Shun —dijo tratando de ahogar el llanto, pero un súbito ruido sobre su cabeza la hizo detenerse—. ¿Shun? —preguntó por mero instinto al ver una impresionante sombra en la oscuridad—¿Shun?

La silueta no contestó arrojándose con rapidez sobre ella quien cayó contra el piso sin poder hacer nada.

—¡Suéltame!

—Sabía que si me quedaba cerca encontraría tarde que temprano a mi propio humano —un vampiro de ojos turquesa se echó encima de Shaina, su mirada era siniestra y sus dientes afilados aterradores—. Te ves maltrecha, pero aun así voy a disfrutar mucho de ti.

Shaina sintió como los colmillos del inmortal atravesaban su carne, éste lo hizo con tanta fuerza que el leotardo no fue un impedimento para alcanzar la tierna piel de la chica. La Cobra dejó escapar un fuerte grito desgarrador, ni en sus días más difíciles en el Inframundo se habían atrevido a morderla así, él estaba dispuesto a matarla y ella estaba muy cerca de su destino como para morir justo ahí. Pero tanto la daga como la espada estaban clavadas al cuerpo de Shun y ella sólo tenía la pequeña navaja, y si no hacia algo pronto el vampiro la iba asesinar.

El chupasangre chilló lastimero al sentir la quemadura de la plata rozando su torso, era un pequeño cuchillo que igual le causó un molesto daño, él se apartó para revisar su herida y observar a la chica y completamente iracundo le propinó un fuerte golpe en el rostro.

—Ya casi amanece, no puedo perder el tiempo contigo —dijo él y sin ninguna consideración enterró su mano en el abdomen de la chica, haciéndola gritar con potencia.

«Shun tenía razón» Pensó Shaina al sentir su carne desgarrarse.

En el inframundo habían sido moderados con los golpes y las mordidas. El sujeto sobre ella estaba dispuesto a acabar con su vida, y lo haría en cualquier momento. Estaba tan cerca y ahora, aquel demonio le arrebataba sus esfuerzos y su pequeño rastro de esperanza.

—No vayas a morir aún —dijo el vampiro introduciendo su mano a fondo—. Quiero que toda tu sangre esté muy fresca y… —el chupasangre no pudo terminar de hablar ya que su cuerpo fue atravesado por la hoja pulcra de una espada de plata, cuando el inmortal giró su rostro confundido, se encontró con una cara familiar—. Señor… se… ñor, Shun… ¿por… por qué?

El vampiro de ojos turquesa cayó a un lado de La Cobra, ella estaba aturdida y mareada, el dolor era insoportable y sentía mucho miedo y frio.

—¿Shaina, estás bien? —preguntó Shun levantando sus ojos al cielo donde el sol empezaba a salir—. Debo moverte. No puedo dejarte aquí.

El peliverde tomó entre sus brazos a la chica quien no pudo evitar soltar un fuerte quejido al sentir que el dolor se incrementaba en su cuerpo, por su parte Shun estaba débil por las heridas de la plata y no podía moverse muy rápido por lo que recibió varias quemaduras antes de llegar a una cueva.

—Estarás bien —consoló dejándola en el suelo para luego tomar un trozo de tela y humedecerlo en el agua y limpiar la herida de Shaina—. Estarás bien. No sabía qué él estaba aquí. Te lo juro. Él debió estar en el yacimiento con los demás. Este camino estaba despejado. Esto no tenía que pasar.

—Shun —llamó Shaina con dificultad—. Quiero… quiero… ver a mi… a mi mamá.

—La verás, te lo prometo. Te llevaré con ella. Solo resiste. ¿Sí?

—No… puedo.

—Claro que puedes. Has soportado mucho para rendirte ahora. Mira, nosotros no saqueamos Asgard, así que si tu gente no ha ido al lugar, existe la posibilidad de que encontremos medicamentos. Necesitas antibióticos y vendas, y estarás bien. No puedo llevarte ahora. Pero apenas el sol se oculte te llevaré hasta allí, voy a curarte y a llevarte con tu madre. Te lo prometo.

—Lamento haberte lastimado.

—No importa. Cuéntame algo, algo personal como te conté yo antes, cuéntame sobre tu mamá o sobre el tal Am. Vamos. Cuéntame. Am debe ser un hombre interesante, ¿no?

—Am… es mi pareja —Shaina habló con voz trémula intentando no cerrar los ojos—. Es una… chica… yo… la llamó… Am

—Una chica. Estoy sorprendido. No imaginé… no importa. Ella está esperándote, ¿cierto?

—No querrá verme. La he traicionado… amo a alguien más. Es tan… estúpido.

—Tenemos eso en común. También estoy dispuesto a traicionar a los míos por un amor estúpido. Shaina, mírame. Mi familia tampoco querrá verme ahora que he decidió estar a tu lado. Quédate conmigo, Shaina, ¿sí? ¿Te quedas a mi lado?

—Sí. Me quedo contigo.

Shaina empezó a cerrar los ojos.

—Oye no puedes dormir. Vamos. Dime, ¿a dónde iremos después de que te recuperes? ¿Shaina? ¿Shaina?

X-X

Su cabello celeste bailó con elegancia en lo que él se colocaba de pie buscando su ropa, al otro extremo de la cama un hermoso elfo vigilaba su andar analizando cada uno de sus movimientos para después de un rato hacer exactamente lo mismo que realizaba el vampiro, total ya debía irse porque el sol empezaba a salir.

—¿Cuál es tu plan, Mu? —preguntó el chupasangre subiendo su pantalón tomando al elfo desprevenido—. Ya sabes, ¿tu plan?

—No, no sé de qué me hablas, Afrodita.

—Vamos, no soy idiota —continuó caminando hasta al otro que al igual que él llevaba el pecho descubierto—. Tienes un plan, te conozco perfectamente. Sé que no estás a favor de nosotros, es más, no estás a favor de los tuyos tampoco.

—No sé de donde sacas eso, pero es absurdo —contestó buscando su ropa con afán para salir de allí.

—Si me ayudas yo te ayudo —ante el ofrecimiento Mu se detuvo a medio camino.

—¿Ayudarme? —indagó con algo de soberbia—. Me buscas para consolar tus noches frías y patéticas, ¿y crees que necesito tu ayuda?

—Ya te dije, te conozco muy bien —agregó recargándose sobre la cómoda que descansaba al costado derecho de la habitación—. En realidad quiero deshacerme de Minos, y, quiero tu ayuda. Creo que nos podemos beneficiar mutuamente. Se ha demostrado que podemos ser de mucha ayuda, ¿o no?

—Me gusta venir a visitarte de vez en cuando —aclaró el pelilila mirando por la ventana—. Pero eso no significa que me intereses, más, cuando a la primera provocación me asesinarás sin ninguna consideración.

—Deja los rencores para otro día, ¿quieres?

—¿Asesinar a Minos? Eso es lo que quieres, ¡ja!

—De hecho es asesinar a los Minos —acotó con voz firme ante la mirada confundida del elfo—. Minos padre; no te imaginas cuanto lo odio, rondó a mi padre por años, tanto que me acoge una profunda vergüenza por él, pero siempre he pensado Mu, que Minos tuvo que ver con la muerte de mi madre.

—Muchos perecieron producto del gas venenoso que arrojaron los hombres.

—Sí, y mi madre era frágil, lo sé, pero otras vampiras que parieron en aquellos tiempos se recuperaron sin problema, ¿por qué mi madre no?

—Tú lo dijiste, era frágil.

—No —contestó rotundamente—. A mi madre la mató Minos, puedo jurarlo.

—Es una acusación muy severa, Afrodita.

—Lo sé, pero así lo creo. Minos mano derecha de Hades, es capaz de hacer cualquier cosa con tal de conseguir lo que quiere. Anhela a mi padre, por lo que no me sorprende que haya quitado de su camino a la persona que más le hacía estorbo.

—¿Y qué hay con Minos hijo? ¿O como le llaman? ¿El Grifo?

—Ese —resopló—, es insufrible, lo odio, no lo soporto. Mi padre insiste que le dé una oportunidad, al parecer es tan obsesivo como su padre. Ambos igual de repugnantes.

—¿Así que lo mejor que se te ocurre es eliminarlos a ambos?

—Sí, y con tu ayuda podré hacerlo.

—Mátalos y ya.

—¿Y ser juzgado por el consejo a la muerte verdadera? ¿Bromeas? Una de las leyes principales es no lastimar a otro vampiro. Hacer eso es contra las reglas. Un miembro del consejo no puede cometer tal afrenta.

—¿Afrenta? Y no es eso lo que hacemos cada noche tú y yo.

—Oh, vamos… eso es otro asunto y aquí más de uno hace lo mismo, sólo que todos se hacen de la vista gorda, o me vas a decir, que tu señor Shaka, no se revuelca con esa elfa Ania.

—No sabría decirte. A mí no me consta.

—Sí, sí. El problema real es dejarse atrapar. Pero deshacerse de dos vampiros no es tan sencillo, ¿cómo explicas la desaparición de dos vampiros, y más de uno que es miembro del consejo?

—¿Entonces quieres que yo los mate? Sí, claro —contestó con sarcasmo.

—No, yo los mataré —aclaró mirando al elfo—, en la guerra que tú quieres iniciar.

Mu se quedó en su lugar, pero no dijo nada.

—Como te dije: no soy idiota —continuó Afrodita—, puedes engañar a todos pero no a mí, buscas una guerra, porque quieres venganza, desde que supiste que Shion puede estar con los humanos te has visto muy colaborador con toda la información que requerimos, hasta fuiste tú el que dejó escapar a la humana. Planeas algo y no es algo a favor de nosotros o de los tuyos.

—¡Quiero la libertad para los míos! —expresó con seriedad.

—Perteneces a la resistencia, ¿no es así? —aclaró en el mismo tono. Mu no contestó, intentando disimular tanto como pudo—. Porque sabemos que existe una resistencia, seriamos muy idiotas para no darnos cuenta.

—¿Y qué quieres? ¿Qué venda a los míos? ¿Ese es tu plan con todo esto?

—No, no me interesa nada de eso. Los demás no saben que estás con la resistencia, sabemos que existe, pero no podríamos afirmar quienes la integran, por eso los vigilamos de cerca. Pero esta guerra contra los humanos es la única salida de ambos. Tú puedes vengarte y liberar a los tuyos y yo bien puedo eliminar a Minos y a su hijo.

—¿Utilizaras una posible guerra para salirte con la tuya?

—Sí, es lo mismo que quieres hacer tú. ¿Cuál es el problema?

Mu caminó por la habitación con la mano en la barbilla para luego buscar la mirada de Afrodita.

—Sabes muy bien que no podemos hacer gran cosa con estos aparatos —señaló el collar en su cuello—. Si convences al consejo de que nos quiten estos artefactos, yo mismo asesinaré a Minos y al Grifo.

—Haré lo que pueda, pero de darse las cosas, no necesito de tu ayuda. Yo mismo eliminaré a ese par.

—Que sea un trato —expuso levantando la mano esperando un apretón que llegó sin titubeos—. Es un placer hacer negocios contigo.

—Igualmente.

X-X

Frodi pasó su mirada por el pueblo destrozado de Asgard, vio casas destruidas y la tierra levantada. De su vida, ya no quedaba nada. Su antigua ciudad ahora era ruina y cada rincón estaba decorado de tristeza. Pese a que algunos de los asgardianos habían sido secuestrados y otros habían alcanzado el Santuario, muchos seguían tirados sobre el suelo con caras de terror y espanto. El tiempo pasaba, y nadie les había dado una sepultura.

—No puedo creer que este lugar, alguna vez haya sido un pueblo —dijo un hombre delgado de piel muy pálida y ojos hundidos.

—Lo fue, Oficial Ichi —contestó Frodi con melancolía—. Allí —señaló un pequeño campo donde todas las flores habían perecido—. Solían jugar los niños. Y allí pastaban los caballos.

—¿Crees que los caballos estén cerca? —quiso saber Saga intentando no parecer insensible.

—Había un río del otro lado, tal vez estén ahí.

—Perfecto. Kanon, organicemos al escuadrón —ordenó Saga en lo que Kanon se paraba a su lado, tenían un ejército lo suficientemente grande para esa misión. Dos de sus mejores comandantes les acompañaban y junto con ellas, 6 oficiales y 24 soldados—. Pandora, que dos de tus oficiales y cuatro soldados se encarguen de buscar los caballos. Marín, dos oficiales y cuatro soldados para buscar el auto y revisar el perímetro. Los demás, trabajaran con Kanon y conmigo para reforzar el lugar. En la mañana a primera hora partiremos al yacimiento.

—Sí, señor —contestaron todos en unisonó.

—Esperen un momento —pidió Arles llegando al lado de sus hijos—. Sé que el tiempo apremia, pero quisiera que nos tomáramos unos segundos para darle un entierro a estas personas —continuó mirando a un desolado Frodi—. Si trabajamos juntos terminaremos cuanto antes. ¿De acuerdo?

—Sí señor.

—Lo siento padre, no quisimos ser insensibles —se disculpó Saga.

—Se que están preocupados y anhelan volver al Santuario. Pero debemos hacer las cosas bien. ¿De acuerdo? —Ambos chicos aceptaron y se marcharon para ayudar a sus colegas—. Apresúrense la noche llegara pronto. No podemos estar expuestos.

X-X

Shun se despertó abrumado, observó la entrada de la cueva y vio un ligero rayo de sol, faltaba poco para que la luz desapareciera, a su lado, Shaina descansaba con gesto tranquilo, pero su rostro era muy pálido y su herida no se veía bien, y aunque el vampiro había intentado todo el día mantener a Shaina despierta, tanto él como ella cayeron agotados con el pasar de las horas.

—Shaina —llamó con cuidado—. Shaina

—¿Ya llegamos? —dijo ella adormecida, Shun suspiró tranquilo al notarla todavía consiente, eso era una buena señal—. ¿Dónde están todos?

—Aún no hemos llegado. Voy a moverte, debemos dirigirnos a Asgard. ¿Sí?

—Estoy muy cansada. Yo… no…

—Lo sé, y en unas horas podrás descansar. Resiste un poco más —Shun fue cuidadoso para levantar a la Cobra, no obstante, esto no impidió que una nueva oleada de dolor la embargara y aunque ella intentó no gritar le fue imposible—. Lo siento, pronto estarás bien. Te lo prometo.

—Shun déjame aquí… yo no quiero… seguir.

—No te rendirás ahora, ¿o sí? —expuso buscando su mirada—. Has aguantado mucho como para rendirte por una pequeña herida.

—No se siente como una pequeña herida.

El vampiro sonrió enternecido, no era una herida leve, ella tenía razón, el otro chupasangre la hirió con la única intensión de matarla, no esperaba menos de Aitor quien siempre se había caracterizado por ser cruel y despiadado, por lo general inmovilizaba a sus víctimas con heridas fatales y luego bebía de su sangre hasta dejarlas secas, en muchas ocasiones, su presa moría antes de ser succionada por completo, y eso parecía ser de más agrado para él.

—Espera —pidió ella tratando de que Shun diera marcha atrás—. Aún es de día.

—Ya casi se oculta el sol. Son un par de minutos más. Iré entre las sombras.

—¿Pero?

—No protestes.

Si de protestar se trataba, Shaina no tenía fuerzas para eso, aunque Shun era delicado con sus movimientos, eso no impedida que el dolor se acrecentara en su interior, y lo que no le quiso decir el vampiro, es que ella empezaba a arder en fiebre, a su paso, no llegaría pronto. Él intentaba moverse tan rápido como sus heridas y las de ella le permitían, pero igual era un camino extenso que ambos aguantaron lo mejor que pudieron. Luego de un largo recorrido, lo que quedaba de Asgard se presentó ante ellos, Shun se adentró sin mirar a su alrededor o sin percatarse de que algunas cosas habían sido movidas de su lugar.

—Llegamos —dijo él ubicando a la Cobra en el suelo—. Espérame aquí, iré a buscar un lugar donde puedas estar cómoda y los medicamentos. Trata de no moverte.

—No… iré a ninguna parte.

Shun sonrió, era verdad ella no iría a ningún lado en ese estado.

—Un auto —comentó ella casi delirando—. Hay un auto. Podemos irnos… irnos… en… él

—¿Un auto? —El vampiro observó a su alrededor comprendiendo la situación, había un auto y era en ese transporte donde los atenienses desaparecían con tanta rapidez—. Bueno, yo no sé conducir, pero encontraremos una solución. Primero debemos curar tu herida.

—¿Y nos iremos lejos de aquí?

—Donde tú quieras.

—Quiero estar… lejos de todo.

El vampiro suspiró, sólo esperaba poder salvarla. Le dio un ligero beso en los labios y dándose la vuelta emprendió el camino, no marchó más de diez metros cuando fue cegado por una incandescente luz que lo hizo bramar como una bestia para luego ser apresado por una red de plata que lo dejó tumbado en el suelo y chillando de dolor.

—¡¿Shun?! —llamó la cobra desesperada al escucharlo quejarse y ver aquella luz de brillos azules sobre él—. ¡Shun!

—¡Lo tenemos! —bramó una voz y Shaina pudo ver a un grupo de hombres ubicándose alrededor del chupasangre—. ¿Qué hacemos comandante, lo matamos?

—Sí —ordenó una voz femenina que Shaina pudo reconocer de inmediato.

—¡Am! —gritó con todo lo que sus fuerzas le permitieron y empezó a rastrarse por el suelo para alcanzarlos—. ¡Am! No lo hagas. —La Cobra sacó fuerzas y logró ponerse un poco de pie y casi cojeando continuó gritando—. ¡No mates a Shun!

La otra mujer observó al vampiro por un momento y levantó la mano haciendo una señal para que sus hombres se detuvieran, enfocó su vista y vio una maltrecha sombra tastabillar hacia ellos.

—¡Shaina! —llamó la líder y se arrojó a ella tomándola entre sus brazos—. ¡Shaina, no puedo creer que estés viva¡ —continuó con lágrimas en los ojos en lo que mandaba el cabello de la peliverde hacia atrás para mirarla bien—. Apenas y pude reconocerte, ¿pero que te hicieron, mi amor? —finalizó dándole un cálido beso.

—Pandora. —Shaina sonrió de emoción al reconocer a su compañera pero rápidamente su alegría fue sustituida por el miedo de que mataran al vampiro—. Por favor… por favor, no mates… a Shun.

—¿Shun? —la pelinegra levantó la vista y observó al inmortal retorciéndose de dolor—. ¿Por qué?

—No lo ma…. —Shaina no pudo terminar de hablar.

—Ayúdenme, ayúdenme —pidió Pandora—. Se encuentra muy mal.

Rápidamente los otros corrieron a socorrer a la comandante y con delicadeza se llevaron a Shaina hacia la enfermería que ellos ya habían acomodado.

—¡¿Qué sucede?! —la potente voz de Saga atrajo la atención de todos.

—Señor —dijo Ichi—. La comandante Shaina está viva, está viva.

—¿Y ese vampiro? —Esta vez habló Kanon llegando al lado de su hermano en compañía de Arles quien se agachó para observar al inmortal.

—Parece que venía con la comandante, no sabemos nada. Ella está muy delicada.

—¿Eres del Templo Submarino o del Inframundo? —preguntó Arles al vampiro, pero por respuesta recibió un gruñido.

—Debemos matarlo —dijo Kanon.

—No, no quiero equivocaciones esta vez —ordenó el capitán—. Lo llevaremos al Santuario

—Pero… —Kanon quiso protestar.

—Que Rhadamanthys se haga cargo —decretó Arles—. Vigílenlo. Vamos con Shaina —le dijo a sus hijos.

X-X

Pandora estaba cerca de la cama que dispusieron para la Cobra. Marín le suministró penicilina en la herida para luego limpiarla.

—¿Cómo está? —quiso saber Arles entrando a la enfermería.

—No muy bien —contestó la pelirroja—. Tiene una fiebre muy alta, la herida es severa pero sin el equipo apropiado no sabré que órganos se vieron comprometidos. Esta herida la hicieron con algo muy grande. Tiene muchos moretones y desnutrición. Debemos llevarla con un doctor, mi conocimiento médico no es suficiente en este caso.

—¿Crees que logre llegar al Santuario? —quiso saber el capitán.

—Me sorprende que haya llegado hasta acá con vida —contestó Marín.

—De acuerdo. —Arles llamó la atención de sus comandantes y generales—. Cambio de planes. Quiero que todos se vayan en la carreta llevando y escoltando a Shaina y al vampiro. Lamentablemente, en esta ocasión no podemos recurrir a viajar solo en el día, así que necesito la vigilancia de todos para que Shaina llegue al Santuario, en cuanto al vampiro, hay lonas gruesas en el granero, cúbranlo de los rayos del sol. Escuchen, quiero vivo a ese vampiro. No sé si está con el Templo Submarino y no me quiero arriesgar matando a otro integrante de su comunidad. Y si está con el Inframundo requerimos toda la información que podamos obtener de él. ¿De acuerdo?

—¿Qué pasará con el cobre? —preguntó Saga.

—Yo iré por el cobre junto con Frodi en el auto. Esperaremos al amanecer para que el auto funcione, pero ustedes necesitan irse ya.

—No iras solo —protestó Kanon.

—No voy solo, voy con Frodi —comentó Arles sin darle importancia.

—Frodi no es un guerrero —habló Saga—. No está preparado ni entrenado. Y no intentes engañarnos. El peso extra en el auto obligará a que uno de los dos marche a pie. Y sé que ese serás tú.

—El cobre debe llegar al Santuario —aclaró el mayor observando a sus hijos quienes entendían que esa mirada no daba opción a réplica, pero los chicos esta vez no se echaron para atrás.

—¡No iras solo! —Kanon levantó la voz—. Creo que aquí todos hemos deducido que los vampiros pueden estar en el yacimiento. El cobre no solo es importante para nosotros, de seguro para ellos también lo es si saben trabajarlo.

—Si de verdad quieres que el cobre llegue al Santuario déjame ir contigo —pidió Saga. Arles suspiro derrotado.

—Yo también iré —dijo Kanon—. Las comandantes Pandora y Marín pueden encargarse del resto. ¿Verdad, señoritas? —Ambas chicas asintieron—. Es importante que el cobre llegue al Santuario —recalcó—. Y si los tres cuidamos de él lo lograremos. Frodi ira en el auto y nosotros iremos tras él. Y no puedes convencernos de lo contrario.

Arles se rascó la cabeza, en eso se parecían a su madre. Tercos.

—De acuerdo. Pero harán todo lo que les diga. No importa cuál sea la orden. Ustedes dos, se encargarán de que ese cobre llegue al Santuario sin importar el precio que tengamos que pagar.

—Todo estará bien, no te preocupes, papá —comentó Saga.

—Por ahora, debemos ubicar a Shaina en la carreta. Pandora, que Rhadamanthys se encargue de encerrar al vampiro en las celdas. Recuerda que lo requiero con vida.

—Sí capitán.

X-X

Kanon y Saga dejaron caer con fuerza el cuerpo de Shun sobre la carreta, el vampiro continuaba bajo la presión de la red de plata, pero había adquirido un mutismo que sólo lograba hacer refunfuñar al resto. El mayor de los gemelos le preguntó una última vez con que comunidad estaba y al no tener una respuesta, le arrojó con furia una lona oscura y gruesa que lo protegería de los rayos del sol.

—¿Aún se niega a hablar? —preguntó Marín llegando con los suministros encontrados en Asgard.

—Me parece que nos encontramos a un vampiro mudo —respondió Kanon con ironía en lo que Saga se alejaba del grupo para llevar más cajas—. Oye linda —continuó él al ver a su hermano a una distancia prudente—. Qué tal si nos perdemos un par de minutos por ahí. Les tomara algo de tiempo subir todos los suministros.

—No me parece adecuado, General Kanon —contestó ella con desdén—. Estamos en una misión.

—Lo sé, pero aquí nuestros caminos se separarán y tal vez no nos volvamos a ver.

Marín le propinó un fuerte golpe en el hombro al gemelo.

—¡No digas tonterías! —expreso ella molesta—. Kanon, donde no regreses iré a buscarte y te llevaré al Santuario a patadas.

—Por eso me agradas, preciosa —dijo tomándola de la cintura y atrayéndola hacia él.

—Ahora, que si regresas. Haremos lo que quieras.

—Eso me agrada.

—No sé qué tan adecuado sea que una comandante tenga una aventura con uno de los generales —comentó Saga llegando con ellos—. Pero a mí que mi importa. Soy el hijo del capitán. De por si esto es nepotista.

—Si no te importa, entonces no digas tonterías —ordenó Kanon a su hermano quien solo quería arruinarles el momento.

—Y esto no es una aventura —respondió Marín en lo que el gemelo menor la miraba sorprendido—. No es una aventura, ¿o lo es para ti? ¿Dímelo de una vez? Aclaremos esta situación.

—No mi amor, no es una aventura —expuso Kanon con gran sonrisa, pero Marín ya estaba molesta y no creyó su gesto.

—Iré a traer a Shaina —dijo ella apartándose con brusquedad.

—Es fácil hacerlas enojar —comentó Saga en lo que Kanon le daba la razón.

X-X

Una hora después Marín echó a andar la carreta jalada por los caballos que encontraron cerca del río como lo había deducido Frodi. En el interior de la misma, únicamente se hallaban Shaina, Shun, Pandora y varias cajas con suministros, mientras que a los costados y muy bien organizados se encontraba el resto del equipo, dejando a Arles junto con sus hijos y Frodi en la desolada Asgard.

—Partiremos mañana muy temprano —dijo Arles mirando a los otros—. El auto está listo, y con los rayos del sol se cargará completamente. Quiero que estemos fuera del yacimiento antes del atardecer.

—Señor —suspiró Frodi—. Ya se lo he dicho antes, extraer el cobre no es tan fácil. Si queremos llevar lo suficiente al Santuario nos tomará por lo menos un día, y ahora que somos menos, tardaremos más.

—No te preocupes —dijo Kanon—. Nosotros somos fuertes. Antes del atardecer el cobre estará en el auto. No te afanes.

—Eso espero.

X-X

Régulos sonrió victorioso. Todos sus sujetos de prueba habían muerto menos ese: El reactivo biológico número 10 seguía con vida, la pequeña rata se veía enérgica, incluso mostraba sus colmillos con felonía e impactaba al vidrio tratando de hacerlo añicos para salir de ahí. Era un animal fuerte y rebosante, que no había adquirido ninguna mutación.

—Este es —dijo el joven Kido con una gran sonrisa felicitando al doctor que también estaba muy contento. Seiya apenas y podía creer lo que veía—. Ahora debemos ver que tan resistente es.

—A mí me parece muy resistente —dijo Pegaso mirando al roedor.

—Debemos saber que le hace daño —continuó Régulos mirando sus anotación aumentando la confusión de su compañero—. Los vampiros son alérgicos a la luz y la plata, mientras que los elfos solo se ven afectados a la plata. Sabemos que en ambos casos la falta de alimento podría matarlos, pero pasarían años antes de que mueran de inanición. En cambio los sujetos del proyecto alfa no tienen estas afectaciones. Se crearon como seres superiores, capaces de evolucionar cada día.

—¿No hay forma de detenerlos? —quiso saber Seiya, aquello no le gustaba en lo más mínimo.

—Debemos descubrirlo. Se usó suero compuesto de sangre vampira y élfica. Por lo tanto deben tener una debilidad similar a la de ellos. Debemos encontrar como matarlos.

—¿Para qué quiere matarlos, señor Régulos? —preguntó el doctor—. Son seres perfectos.

—No quiero que esto se salga de control como pasó con los vampiros y elfos. Por lo tanto es imperativo saber que los afecta. Por ahora empecemos con luz ultravioleta.

Como lo pidiera Régulos se probaron algunas cosas externas para afectar al reactivo biológico y nada pareció incomodar al sujeto que estaba empeñado en salir de su prisión y aunque la caja de vidrio era resistente ya empezaban a notarse algunas grietas.

—No soportará por más tiempo —hizo ver Seiya.

—Igual necesitamos sacarla de ahí. Necesitamos probar la plata.

—¿Bromeas? —le dijo Pegaso al heredero Kido—. Yo no voy a tocar esa cosa. Tiene cara asesina. Está furiosa. ¿Cómo sabremos si eso funciona en un humano? ¿Viste sus ojos?

—Si funciona en una rata funcionará en un humano. Doctor, las cadenas de plata.

Asamori llegó con lo pedido y ambos chicos miraron al roedor con algo de miedo. Régulos abrió la pequeña puertita con rapidez y arrojó un pedazo de carne con un potente somnífero el cual esperaban tuviera efecto en pocos segundos, pero pasada una hora la rata se veía igual de enérgica.

—Maldita sea —se frustró Seiya.

Régulos tomó un nuevo pedazo de carne pero al abrir la puerta la rata quien aparte de resistente parecía haberse vuelto astuta, brincó con fuerza empujando al heredero y escapando de su jaula.

—¡No puede salir de acá! ¡Atrápenla! —gritó Régulos en lo que los otros dos corrían por todo lado tratando de alcanzarla. Pero el roedor era rápido y astuto, por lo que simplemente se les escapaba entre las piernas. No obstante, Seiya tuvo buena puntería y al arrojar las cadenas de plata logró que el pequeño animal callera al suelo en agonía—. La plata funciona.

—Pero se recupera con bastante rapidez —observó el doctor en lo que la rata parecía empezar a resistir el dolor—. Vamos señor, acabe con ella.

Régulos no se hizo esperar y tomando su arma le dio un tiro directo al roedor el cual siguió moviéndose como si nada recuperándose de su herida a una velocidad impresionante.

—Dale a la cabeza —ordenó Seiya y Régulos obedeció sin demora, finalmente, la rata dejó de moverse—. Eso estuvo cerca.

—La plata le afecta —suspiró Asamori.

—No, si no es un golpe vital —analizó Kido—. La herida se curó con facilidad y parece que después de un tiempo se vuelven tolerantes al dolor. Sólo un tiro en la cabeza podrá matarlos. No sé qué tan bueno sea eso.

—Además, de lo loca que estaba esa criatura —Hizo ver Seiya—. ¿Y si en los humanos pasa lo mismo? ¿Y si se vuelven irracionales? Tal vez perdamos vidas importantes.

—Estamos hablando de un animal enjaulado. —Régulos buscó el lado positivo—. Era un animal asustado. No razonan igual que nosotros los humanos. Por lo tanto no sabemos qué hará el suero en un humano. Puede que pierda la razón como puede que no. La rata parecía estar consciente de las cosas, solo quería escapar de nosotros.

—De acuerdo —acepto Seiya—. ¿Y quién será capaz de meterse esa cosa en las venas?

—Primero necesitamos una jaula más grande.

—¿Qué? —El Pegaso observó a su amigo por un momento, ¿hablaba en serio?

—La caja resistió a la fuerza de la rata, solo necesitamos una más grande para un humano.

—¿Y crees que Rob, la hará sin preguntar? Sé que alardea de su talento y que aprendió a manipular las herramientas gracias a Shion y hasta ahora ha sido su mejor aprendiz, pero no creo que acceda a esto.

—Cuando le pedí las cajas pequeñas le solicité una en tamaño real. A él le pareció interesante. Le dije que era para un nuevo obstáculo en los campos de entrenamiento. Aceptó sin problema y esta mañana me dijo que estaba a nada de terminarla y que incluso era más resistente y grande que las otras.

—¿Estás loco Régulos? —bramó Seiya—. ¿De verdad piensas meter a un humano ahí? ¿De verdad quieres intentar semejante estupidez? Gente murió por ese proyecto.

—Escucha, Seiya, este suero es diferente al que se usó en la era oscura. Sus componentes son distintos y corregimos sus errores. Mi padre lo estuvo investigando durante años, esta vez funcionará.

—¿Estás seguro de que corrigieron sus errores?

—En un 97% —contestó el doctor tomando notas en su cuaderno—. Con el anterior suero, todos los sujetos de prueba no humanos murieron al momento de inyectarles el suero, en cambio en esta ocasión el reactivo biológico sobrevivió por dos días enteros.

—¿Ves Seiya? Lo tenemos controlado.

—Pero hasta no probarlo en un humano no estarán completamente seguros. Deberían seguir experimentando con ratas.

—Seiya, entiendo tu miedo —dijo Régulos colocando una mano sobre el hombro del otro—. Pero el tiempo apremia y no podemos seguir esperando. Nos tomará años estar completamente seguros que el suero es efectivo. Debemos pasar a las pruebas en humanos ya.

—¿Y a quién usaras para eso? —preguntó Pegaso.

—Escucha. Si experimentamos con una persona y no funciona debemos volver a las ratas. —Seiya se llevó las manos a la cara—. El suero se creó para el sistema de los humanos. Las ratas aunque son parecidas a nosotros siguen presentando diferencias y eso hace que el suero sea voluble e inestable en ellas.

—¿Y vas a buscar algún voluntario? ¿O que harás?

—Lo haré yo mismo.

—¡Régulos!

—Seiya, tú debes apoyar al doctor, sé que no comprendes muchas cosas. Pero te lo explicaré todo. Lo lograrás. Y entre los dos harán la respectiva evaluación en mí. Esto no puede salir de acá, si funciona se lo dirán y lo propondrán a todos, de lo contrario… no sé, ustedes tomaran la decisión, pero no duden en matarme si es necesario.

—¿Crees que tu hermana te dejará?

—No es decisión de mi hermana. Y… bueno… hay que aprovechar ahora que ella no se encuentra. No sé cuándo llegará así que debemos darnos prisa. Y necesito que aprendas todo. Ya sabes algunas cosas, así que será sencillo.

—Me rehúso —Seiya se echó para atrás.

—Yo lo haré.

Los tres hombres en el interior de la cueva se sorprendieron al ver a la representante de Odín frente a ellos, extrañados, porque ella hubiese llegado hasta allí ya que su camino no era para nada sencillo incluso para los mismos atenienses.

—Me costó trabajo seguirlos. Sabía que planeaban algo. No fui la líder de mi pueblo durante muchos años para no saber cuando alguien planea algo.

—No debería estar acá. Señora Hilda —dijo Régulos.

—Y ustedes tampoco, pero llevan a cabo ese interesante experimento.

—¿Qué tanto escuchó, señora? —preguntó el doctor.

—Todo. Incluso pensé que la rata escaparía.

Los tres atenienses se miraron entre sí. ¿Qué hacer ahora?

—Yo seré su sujeto de prueba. Pueden inyectar el suero en mí.

—¿Está loca? Es peligroso. Puede morir —dijo Régulos.

—¿Y qué? Ya no me queda nada. Si por lo menos mi sacrificio sirve para acabar con los seres que destruyeron mi hogar y mataron a mi esposo, a mi hermana y a mi gente. Lo haré. Lo haré por ellos.

—Señorita.

—Joven Régulos —dijo ella—. Creo que sus conocimientos son más necesarios para el doctor Asamori, usted es una persona importante para el Santuario. Y supongo que si estaba dispuesto a servir como conejillo de indias es porque confía en su investigación. Yo lo haré. De todas formas nadie va a extrañarme si algo sale mal. Con gusto voy a ayudar.

Régulos y Seiya se observaron sin pestañar, la representante de Asgard se mantuvo delante de ellos con porte de reina y proyectando una imagen que decía que no estaba dispuesta a negociar. Por su lado el doctora Asamori, simplemente esperó a que fuera el joven Kido quien tomara una decisión.

—De acuerdo —aceptó el muchacho—. Apenas la caja esté lista daremos inicio. Por ahora necesitamos analizar las muestras del sujeto diez —indicó señalando el cadáver de la rata.

X-X

Como lo había indicado Arles, a primera hora sus hijos y Frodi se subieron al auto el cual generó un poco de resistencia, pero debido a que Shaina había sido precavida y lo había ocultado bien, la lluvia no lo afectó y los conocimientos de mecánica de Argol junto con los de Ichi en tecnología lograron mover el carro, el cual, aunque en un principio rodó con debilidad y lentitud, con el pasar de los minutos fue adquiriendo potencia. Por lo tanto a lo que los asgardianos les tomaba medio día llegar al yacimiento a ellos les tomó un poco más de una hora.

El yacimiento era enorme, bastante alejado de la presencia humana lo que había ayudado que se conservara por tanto tiempo.

—Nosotros estábamos trabajando en aquella parte —explicó Frodi caminando por el lugar—. Retiramos varias rocas e hicimos las respectivas perforaciones. En aquel rincón hay un poco del cobre encontrado en su momento, pero no será suficiente. Este triturador nos ayuda a extraer el cobre —señaló una pequeña maquina.

—¿De dónde la sacaron? —quiso saber Kanon.

—La hayamos aquí, lo difícil fue hacerla funcionar o más bien, repararla completamente. Es muy pequeña para lo que se requiere en el Santuario, así que tendrán que tener paciencia.

—No podemos llevarnos el mineral completo —razonó Arles—, tendremos el doble de peso. Tenias razón amigo —se dirigió a Frodi—. Debemos extraerlo primero—. Lo siento, somos ignorantes en minería.

—Yo le dije que no sería sencillo, señor —hizo ver el asgardiano buscando con sus ojos en los alrededores.

—¿Crees que los que vigilaban el yacimiento aún estén con vida? —preguntó Saga.

—No. Ya estarían acá.

—Tal vez viajaron a Asgard al no tener respuesta de ustedes, por lo tanto decidieron marcharse. ¿No lo piensas?

Aunque las palabras de Saga eran alentadoras, Frodi sabía que eso no era así.

—Este yacimiento era muy importante para nosotros. Debido a eso. Solíamos acampar aquí por meses. Aunque pasáramos días sin saber de nuestra gente, el encargado de vigilar el lugar no se movía de acá, pasara lo que pasara. Por eso nos turnábamos cada cuanto. Pero este lugar, nunca se quedó sin vigilancia. No. Ellos están muertos. Seguramente, fueron las primeras víctimas de los vampiros.

—Pensemos que están bien —sonrió Arles—. Debemos escavar y extraer y todo lo demás. El resto se hará en el Santuario. Traten de subir todo el cobre posible el auto. El suficiente para que Frodi pueda llevarlo.

—¿No sería mejor que uno de ustedes conduzca? —pidió el asgardiano—. Sus lecciones fueron muy completas, pero yo me siento muy novato para llevar ese peso. ¿Y si echo a perder el auto?

—Oye, me sirve más que conduzcas —comentó el capitán—. Nosotros vigilaremos que nada pase. Igual con el peso extra iras un poco despacio, no creo que choques.

—Eso espero.

Arles hizo un movimiento con su mano, se quitó la chaqueta para empezar con el trabajo aprovechando el buen clima y la fuerza de sus dos gemelos. Pasado el tiempo el sol se hizo más brillante y aunque ellos hacían todo lo posible, la falta de experiencia y la lentitud de la maquina hizo que la labor se extendiera hasta entrada la tarde.

X-X

Shira era una mujer de extraordinaria belleza, de sedoso cabello negro y ojos verdes, como todas las demás atenienses, Shira era una experta guerrera, comprometida con el Santuario y una gran líder del lugar. Debido a su edad, ya no fungía como comandante, aquel titulo lo había cedido pacíficamente a su hija mayor, a quien a hasta ese momento la creía muerta. Por ello cuando los guardias le informaron que el escuadrón enviado a Asgard había regresado con una Shaina moribunda, no se quedó a escuchar los detalles y corrió tan rápido para alcanzar la entrada donde la carreta con las dos unidades se acercaba a toda velocidad.

—¿Mi hija está viva? —preguntó la mujer acercándose a los recién llegados—. ¡Dios! Apenas y la reconozco —comento al verla.

—Está muy mal y tuvimos un pequeño tropiezo con una de las llantas —explicó Pandora en lo que el grupo se organizaba para ayudar a bajar a la cobra—. Ichi busca al doctor Octavio, que tenga todo listo.

—Si señora.

—¿Qué le pasó? ¿Dónde la encontraron?

—Es una larga historia Shira, te lo contaré todo, pero primero tengo que encargarme de esta cosa —dijo Pandora jalando con fuerza al inmortal quien cayó al suelo con un ruido seco—. Revisa que aún esté con vida —se dirigió a uno de los soldados—. Tú ve a buscar a Rhadamanthys.

—¿Qué es eso? —preguntó Shira.

—Nada importante. Ve con tu hija. Te alcanzaré en un minuto.

—De acuerdo.

—Yo también voy con ellas —aclaró Marín, sus conocimientos médicos serian de mucha ayuda.

X-X

—Doctor Octavio —llamó un soldado entrando a la enfermería—. Encontramos a la comandante Shaina, está muy delicada y necesitamos que la atienda de inmediato.

—Claro —dijo el médico preparando los instrumentos y dándole ordenes a las enfermeras, pasados unos minutos un grupo de jóvenes llegó con una maltrecha Shaina en una camilla—. ¡Cielos! ¿Qué le hicieron a esta muchacha?

—Por favor doctor, dígame que estará bien —pidió Shira pero el doctor no se atrevió a comprometerse.

—Es mejor que esperen a fuera, apenas termine iré con ustedes.

La pelinegra obedeció de mala gana y se sentó un par de segundos en la sala de espera donde se puso de pie y empezó a caminar en círculos.

—Mamá —llamó Geist llegando con Shira para abrazarla—. ¿Es verdad que encontraron a Shaina?

—Sí. Pero está muy mal. El doctor hará todo lo posible por ayudarla. Debemos esperar.

X-X

—Pandora, ¿acaso esto es una broma? —bramó Rhadamanthys encontrándose con su compañera donde Shun era arrastrado por dos soldados—. Me dijeron que traes un vampiro contigo —continuó mirando sobre el hombro de la chica el bulto tras de ella.

—Así es. Es ese —señaló.

—¿Y por qué traes un vampiro contigo? —preguntó el rubio mirando a la chica con petulancia.

—Fueron órdenes del capitán y dijo que tú te harías cargo. Llévalo a la celda de máxima seguridad.

—¿Por qué no lo matan?

—El capitán lo quiere vivo. Haz lo que dice.

—¿Y esa cosa sí sigue viva? —dijo él mirando la lona, lo que hubiera abajo no se movía.

—Sí señor —contestó uno de los soldados de cabellos celestes—. Tiene algunas quemaduras en la piel por los rayos del sol.

Rhadamanthys observó a Pandora confundido, esa lona era muy gruesa para que los rayos del sol pasaran.

—No es mi culpa. No lo cubrieron bien.

—No importa —le restó importancia el comandante—. Dejémoslo en la celda. ¿Es verdad que Shaina sigue con vida?

—Eso espero. —Pandora dejó salir el aire de sus pulmones—. La verdad no se veía muy bien. Está en la enfermería. ¿Puedes encargarte del vampiro solo?

—Sí, ve con ella.

X-X

Eran las cuatro de la tarde. Los cuatro hombres en el yacimiento estaban exhaustos, se habían quitado las camisas debido al calor y el esfuerzo, y aunque habían tomado un buen almuerzo, la energía se escapaba ante el sol abrumador, y fue el mismo Arles que al llegar las cinco de la tarde le pidió a todos dejar de trabajar y empezar a subir el cobre al auto para su transporte. No contaban con muchas horas de luz. Por lo tanto, Frodi debía dar marcha cuanto antes, y tendría solo una hora en la oscuridad antes de que el carro se apagara. Así que debían ser rápidos.

—Ya sabes —le dio Arles las últimas instrucciones a Frodi—. No aceleres a fondo. Ve despacio y en línea recta. Nosotros estaremos tras de ti.

—Toma —ofreció Saga al asgardiano un pequeño espray—. Es plata coloidal. No hace mucho daño, pero si eres astuto y hábil podrás cegar por unos minutos a un vampiro. No lo usamos mucho porque eso significa estar muy cerca de ellos y no vale el esfuerzo en la producción, pero sigue siendo un elemento muy útil.

Frodi observó el pequeño tarro para luego suspirar con fuerza pensando que primero sería asesinado antes de poder rosear algún inmortal con eso.

—Capitán, Arles, de verdad pienso que debería conducir uno de sus hijos.

—Tú puedes —alentó Kanon—. Es sencillo. El freno está junto al acelerador. No tienes pierde.

Eso no convenció a Frodi quien completamente nervioso, encendió el auto y emprendió la marcha, por lo que veía no había forma de convencer a esos tres y debía continuar con la misión encomendada.

—Vas bien —dijo Arles divertido en lo que ordenaba a sus hijos caminar tras el auto que poco a poco fue marcando distancia entre ellos.

—¿Crees que estará bien? —quiso saber Saga.

—Sí —contestó Arles—. Si mis cálculos no me fallan lo alcanzaremos a mitad de la noche. Nos esconderemos y mañana seguiremos el camino a primera hora y con algo de suerte, el cobre estará llegando al Santuario antes del anochecer. Es una pena que tengamos que depender del sol para avanzar o estaríamos allí antes.

—No es prudente viajar de noche. Así que estamos bien así —razonó Saga en lo que Kanon resoplaba y Arles sonreía ante el carácter tan distinto de ambos muchachos.

X-X

El doctor Octavio salió a la sala de espera después de una cirugía practicada a la Cobra, se le veía exhausto pero de buen humor.

—Estará bien —le dijo a Shira quien estaba acompañada de Pandora y Geist—. Tendrá que descansar mucho. Su estado de salud no es el más alentador.

—¿Se recuperará?

—Depende de ella —contestó el doctor a Geist—. Tiene múltiples golpes, un grave cuadro de desnutrición y de deshidratación. Tiene fracturas antiguas que apenas están sanando, le falta el dedo índice de la mano derecha y ha perdido mucha sangre. La herida en su abdomen es la más grande y por poco la mata, parece que la hubieran hecho con la mano o un aparato grande, no sé.

—¿Puedo verla?

—Está anestesiada y le suministramos varios medicamentos para calmar el dolor. Si te dice algo, Shira, no será nada coherente. Pero puedes verla.

—Iré a verla — la mujer de largos cabellos negros junto con su hija se adentraron al cuarto, en lo que Pandora se quedaba a conversar con el doctor.

—Por favor, dime la verdad. ¿Ella se recuperará?

—Como dije antes, comandante Pandora, depende de ella. No sé qué infierno vivió Shaina, pero sus golpes y moretones son evidencias de que no la pasó para nada bien. Fue mutilada, golpeada y humillada, no sé qué tantas cosas más le hicieron a esa pobre muchacha. Si está viva se debe a un milagro porque no encuentro otra explicación. Debes acompañarla para que mejore pronto.

—Sí. Gracias —Pandora hizo un gesto de agradecimiento y llegó hasta la cama de Shaina quien comentaba cosas intangibles—. ¿Dijo algo?

—Está delirando —contestó Shira—. Lo único que le entendí fue algo de una promesa y de un tal Shun. ¿Quién es Shun?

—Me temo que el vampiro que estaba con ella. Cuando la encontramos me dijo que no matara al vampiro y lo llamó Shun.

—¿Crees que él la lastimó de esta forma?

—Tal vez.

—Si él la lastimó de esta forma —habló Geist en voz baja—. ¿Por qué ella te pidió que no lo mataras?

—La Shaina que encontré en Asgard no es la misma que se marchó del Santuario. La gravedad de sus heridas la hacía decir incoherencias.

—Tal vez él la salvó —dijo Shira pasando su mano por el rostro de su hija—. Tal vez debamos agradecerle.

Pandora hizo una mueca y pidiendo disculpas se salió de la habitación, caminando tan rápido que no prestó atención al llamado que le hacía Marín.

X-X

Las celdas estaban ubicadas en el lado este del Santuario y estaban en lo alto de las montañas. Había una muy especial, reforzada con plata en cada una de sus paredes y sin una sola ventana, llevaba muchos años sin ser habitada, y allí se dirigía Pandora, y no le tomó mucho encontrarse con los ojos de un delicado Shun.

Las heridas causadas por la plata y la luz no habían sanado.

—¿Tú la lastimaste? —preguntó ella en tono firme.

—Jamás me hubiese atrevido —contestó él con voz agotada—. ¿Ella está a salvo?¿Está bien?

—No es de tu incumbencia. ¿De dónde eres?

—No es de tu incumbencia —escupió tratando de mantener la cabeza en alto. Pandora se dio la vuelta para marcharse—. Eres Am, ¿no? Shaina te llamó así apenas te vio.

—¿A ti que te importa?

—Ella me habló de ti, Am. —La pelinegra resopló e hizo un gesto de molestia, Shaina solía llamarla Am únicamente cuando estaban a solas, por eso cuando la encontró en Asgard y Shaina pronunció ese apodo, Pandora supo que la Cobra no estaba muy bien del todo—. Hablaré solo con Shaina. Si quieres saber algo de mí, solamente se lo diré a ella. ¿Le puedes decir eso de mi parte querida, Am?

La sonrisa cínica de Shun hizo rabiar a la morena, ¿por qué él sabía tanto de ella? ¿Por qué Shaina en medio de su agonía se esforzó para salvarlo? ¿Había algo entre ellos? Prefirió no sacar conclusiones tan rápido. Hasta que la Cobra no se recuperara, no podía saber con claridad que era lo que estaba pasando, y que tan importante era ese chupasangre para Shaina.

X-X

Era luna llena y el ambiente estaba muy frio, pero eso no afectaba a los vampiros. El Cid uno de los grandes inmortales estaba en medio del yacimiento observando la tierra removida y la ausencia de algunos de sus recursos. Los humanos habían estado allí y si su instinto no le fallaba era apenas obvio que seguían por ahí cerca.

—¿Encontraste algo, Shura? —le preguntó a su hijo quien había heredado la mirada fría de su padre y el color cerceta de cabello de su madre.

—Sí —contestó el menor, a quien le encantaban las exploraciones por lo tanto era un experto reconociendo y siguiendo rastros—. Mis apreciaciones eran correctas. Los humanos se transportan en un vehículo, estas son sin duda huellas de llantas.

—Entonces los habitantes del Santuario sí son los descendientes de la antigua comunidad Rosa de los Vientos. Solo ellos pueden tener aún vehículos a su disposición. ¿Qué camino tomaron?

—Las huellas van hacia el sur, el auto tal vez esté lejos, pero van por lo menos tres personas a pie.

—¿Por qué?

—No sabría decirte. Tal vez necesitaban más espacio en el auto para el cobre.

—Sería sensato. De acuerdo. Vamos por los que van a pie y luego alcanzaremos ese auto para recuperar nuestro cobre. ¡Escuchen! —El rugido de El Cid hizo que varios ojos brillaran en la oscuridad—. No se molesten en dejar a nadie con vida.

—¿Te parece sensato, padre? ¿Acaso no necesitamos saber la ubicación del Santuario?

—Conociendo a Hades, él ya debe saberlo.

X-X

Makaria observó el nombre de su madre escrito en un muro en la parte norte del castillo, donde habían construido un monumento a los caídos y los grandes héroes que murieron durante la revolución. No pudo evitar sonreír con amargura al recordar el misterio que estaba oculto tras la muerte de Perséfone, y lo irónico de que justo debajo estuviera el nombre de Ikki, a quien habían conmemorado como un héroe.

—No sé supone que deberías estar atenta a los mensajes de tu hermano —dijo una voz autoritaria, ella no se molestó en mirarlo.

—Creo padre, que tú eres el único que espera noticias de ese traidor.

—¿Consideras que tu hermano es un traidor? —comentó parándose al lado de su hija sin poder evitar leer el nombre de su difunta esposa, no era la primera vez que alguien le traicionaba.

—¿Por qué te agrada más Shun? ¿Es por qué es manipulable? ¿Por qué lo puedes manejar a tu antojo? ¿Es por eso?

—Shun es menos complicado que tú —explicó él con voz solemne—. Es solo eso y nada más.

—Lo dejaste marchar con la humana —enfatizó ella mirándolo a la cara—. Aun sabiendo qué desarrolló sentimientos por ella. Estoy segura que tú también lo notaste.

—La quiere como a una mascota —protestó—. ¿Qué puede haber de maravilloso en esa humana?

—No te parecía tan insignificante cuando dormías con ella.

—Me gusta sacar provecho de las situaciones, querida hija, tú lo sabes. Ahora ve a tu guardia. Shun no debe tardar en comunicarse. Él no me traicionará, lo tengo bajo control.

Hades dio media vuelta para marcharse, pero una carcajada cínica de Makaira lo hizo detenerse.

—¿Crees tener a Shun controlado? La única razón por la que te debe obediencia es porque se siente en deuda contigo porque lo acogiste como a un hijo después de que se quedó huérfano, pero es porque no sabe la verdad.

—¿De qué verdad hablas?

La pelinegra volvió a sonreír esta vez con más soberbia.

—Crees que tienes todo controlado. Pensaste que tenias a mamá controlada, sin embargo, te fue infiel en tus propias narices.

—¿Qué tanto sabes tú? —preguntó levantando la voz, no le gustaba el camino que empezaba a tomar esa conversación.

—Lo sé todo padre, ¿pensabas que por que era una niña no estaba escuchando las sucias conversaciones que sostenías con Minos? ¿Crees que no sé qué mandaste a matar a Eurídice, y que disfrutaste asesinando a mi madre, a Orfeo y a Ikki?

—No sé qué disparates dices.

—He sabido la verdad durante mucho tiempo. Y siempre he estado contigo, yo estoy aquí. Y siempre me has hecho a un lado. ¿Qué crees que pasara cuando todos se enteren que su líder es un asesino? ¿Qué crees que pasara cuando Shun descubra que fuiste tú quien acabó con su familia y que todo esto es una farsa? ¿Qué pensaran cuando sepan que por tu falta de hombría tu esposa tuvo que buscar la compañía de otro y que por eso asesinaste a una familia entera porque no pudiste soportar la humillación?

Makaria esperaba el golpe, había tocado un punto frágil, pero no imaginó que llegara tan rápido y tan fuerte, apenas hizo un ligero gesto ignorando el dolor, observó a su padre quien estaba disgustado, y se sobó la mejilla afectada.

—Yo siempre he estado a tú lado. Y aun así, siempre has confiado más en Shun que en mí. ¡Y él ni siquiera es tu hijo!

Hades sonrió con cinismo y observó a su hija por un largo minuto.

—De él estoy consciente de que no es mi hijo, pero de ti, siempre he tenido la duda. Y aun así, él siempre ha sido más obediente que tú. Sí, ha sido fácil manipularlo. En cambio tú… te pareces a tu madre…

—¿Piensas que no soy tu hija? ¿Ignoras el parecido que hay entre ambos? —Hades no contestó—. Pero tu querido Shun merece mejor trato que yo, él sólo es tu marioneta, una ficha más en tu juego y a ti te encantan tus juguetes, por eso lo prefieres más a él que a mí. ¿Pero qué pasaría si el sabe toda la verdad? ¿Crees que te seguirá enalteciendo? ¿Crees que seguirá lambiendo tus zapatos cuando sepa que mataste a sus padres?

—Definitivamente, eres igual a tu madre: Embustera y una zorra. ¿Ahora quieres manipularme? ¿Para qué?

—No trato de manipularte. Únicamente quiero que consideres que mi trabajo aquí es mejor que el de muchos, y siempre me haces a un lado. Fue mi madre quien se equivocó y jamás te culpé por asesinarla. Yo también hubiese hecho lo mismo. Pero a ti no te importa.

Hades acortó la distancia entre ambos, y con fuerza tomó a Makaira por los brazos.

—No me importa ni tú ni nadie, no te consideres tan especial. Si intentas ir en mi contra, no dudaré en destrozarte. No me interesa que seas mi hija. Te asesinaré si es necesario. ¡Así que no juegues con mi paciencia¡

—¿Makaira, estás bien? —preguntó una suave voz. Hades soltó a la chica quien no pudo retener la mueca de frustración.

—Estoy bien, abuelo. Gracias.

—Tu espía ya regresó, Hades —dijo Asmita serenamente observando a los otros dos que continuaban sosteniéndose la mirada con petulancia.

—¿Espía? —analizó Makaira—. ¿A qué te refieres?

—¿Pensabas que le dejaría todo el trabajo a Shun? —comentó el pelinegro tomando a su hija por el rostro—. Te aconsejo dejar de subestimarme, querida hija. Ahora reúne a todos los miembros del consejo. Tal vez tengamos buenas noticias.

La vampira observó a su padre por última vez quien le devolvió la mirada con la misma intensidad, ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder por el otro, después de unos segundos la chica dejó salir una cínica sonrisa y con paso elegante se alejó de los otros dos.

—Ten cuidado con tus actos, Hades. No creo que en esta ocasión te salgas con la tuya como en el pasado.

—¿Me amenazas, Asmita?

—Yo, lo único que digo, es que puede que tu reinado no perdure más. Debes pisar con cuidado porque estás marchando sobre un camino muy frágil.

Hades no contestó a las palabras del rubio, igual no merecían ser tomadas en cuenta porque él tenía el control de todo y de todos, si Makaira, Shun o Asmita se ponían en su camino con un solo movimiento podía deshacerse de ellos. No iba a permitir que ningún estorbo dañará su planes ni su trabajo. Él se erigiría como soberano del mundo y nadie ni nada se interpondrían en su camino.

Continuará…

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Curiosidades del fic, (que tal vez importe o no importe XD): Cuando me aventuré con Derama a escribir este fic una de sus solicitudes (aparte del Albafica y Minos, que no se dio y no se va a dar XD) fue el Afrodita x Mu. ¿Por qué? Porque a ella le encanta esa pareja vaya uno a saber por qué jajaja y no me pude negar porque yo pedí el triángulo amoroso de Shaina. En fin, ahora que ella ya no está participando en el fic había decidido quitar la pareja, pero… la verdad me sirve mucho la interacción y su acercamiento para todo lo que tengo pensado más adelante, así que se quedó.

Monse: Hola, ¿Cómo vas? Pues será un poco difícil, pero tal vez Aiacos encuentre la manera de retirar los collares, a menos que otro se le adelante, como puedes ver/leer. Un abracito. Gracias por tu mensaje.

8D: Hola, que bueno que te gustó la facción de Poseidón, aunque han tenido sus desacuerdos y problemas con los humanos, lograron lo que otros no. Y desde luego, como mencionas Athena no la tiene fácil, pero tiene que ponerse de digna y soberbia para no dejarse amedrentar de Poseidón tampoco, pero sí, la niña la tendrá bien difícil, a ver qué pasa y a ver si don Pose se une a ella o no. Y sí, los dos chicos peliverdes no pierden el tiempo, tal vez a Hades no le moleste mucho porque a él no le importa nadie XD pero quien sabe, de seguro ira tras de Shun, porque aja, le toca pagar por su traición. Ya veremos cómo va pintando la cosa más adelante. Un abracito. Gracias por tu comentario.

Nos estamos leyendo.