¡Holi! :D
- Este es el último capítulo de este hermoso preludio de "Feigheit", espero que lo disfruten.
- La canción que sirvió de inspiración fue Shameless de Camila Cabello.
Traición
Capítulo 3: Te necesito conmigo
Cuando llegó el momento de recoger a Kazui de la escuela, Ichigo ya había limpiado el desorden en la habitación principal, puesto las sábanas en la lavadora y se había duchado.
La culpa pesaba sobre sus hombros de una manera que nunca antes había sentido y no se atrevía a mirar ni la foto de su madre ni la de Orihime. Sabía que podía fingir que no había pasado nada, que él y Rukia no se besaron y que no la escuchó gemir su nombre mientras estaban en la cama, pero el recuerdo y todas las sensaciones de ese momento se sentían demasiado bien para fingir que nunca sucedió.
Una parte de su mente arrojaba culpa y arrepentimiento, ya que todo lo que hacía estaba mal sin importar cómo se mirara, pero Zangetsu ronroneaba de alegría porque finalmente había estado con la reina, como su espada solía decirle a Rukia desde que recuperó sus poderes.
Era la eterna lucha entre lo que es correcto y lo que se siente bien.
Cuando regresó a casa con Kazui colgado del hombro y una bolsa de comida para llevar en la mano, Orihime ya había salido del trabajo y estaba en la cocina revisando las ollas donde se suponía que debía estar el almuerzo que él debía preparar ese día.
— Pensé que esta vez era tu turno de cocinar. — comentó Orihime mientras Kazui saltaba a sus brazos e Ichigo los escuchaba reír.
— Me quedé dormido.
Ichigo no tuvo el coraje de mirar a Orihime a los ojos y en cambio centró su atención en desempacar la comida. Todavía no sabía si debía decirle que Rukia estuvo en la casa esa mañana, lo único que sabía era que Orihime nunca debería enterarse de lo que pasó entre él y Rukia en la habitación.
Nadie tenía que saberlo.
Nunca.
— ¿Rukia-chan vino? — La pregunta de Orihime lo tomó desprevenido y casi derramó la salsa de soya sobre la comida, pero antes de que él pudiera hablar o pensar en una excusa creíble, Orihime siguió hablando. — Vi que el vestido que Yuzu-chan le prestó el otro día estaba sobre la mesa.
Ichigo había olvidado por completo que el vestido estaba en la sala de estar y se dijo a sí mismo que la próxima vez eso no sucedería. Luego se dijo de nuevo que no habría una próxima vez porque no era justo para Orihime. Tampoco era justo para Rukia, ni para Renji, que era su amigo, ni para él mismo.
Todo lo que sucedió ese día había sido demasiado malo.
— Ella me despertó. — Mintió con lo primero que se le ocurrió y concluyó que no tenía sentido mentir sobre ese detalle o los motivos de su visita. No hacía falta añadir otra mentira, bastaba con mantener oculto lo que había pasado en la habitación. — Trajo el vestido de Yuzu y vino a ofrecerme trabajo.
— ¿Trabajo? — Orihime se acercó a él y tomó dos platos de comida que ya había servido. — ¿Qué clase de trabajo? Pensé que solo eras el shinigami sustituto de aquí.
Ichigo llevó el otro plato y la jarra de té helado a la mesa. Kazui ya había llevado los vasos y los cubiertos.
— Equipo de apoyo en su escuadrón. Es algo eventual.
— ¿Y aceptaste?
Ichigo podía escuchar un poco de ansiedad en la voz de Orihime y se atrevió por primera vez a mirarla a los ojos. Zangetsu le susurró al oído que la mujer frente a él lo atrapó para que tuvieran que casarse y que nadie le dio la opción de rechazar ese destino, pero Ichigo calló a su espada porque eso no era cierto. Él tuvo opciones y eligió la que le resultaba más cómoda.
Estaba con Orihime por comodidad, porque ella siempre estaba ahí, detrás de él, al punto que la llevó a la cama por despecho. Allí él no era la víctima. Nunca lo fue.
— Le dije que lo pensaría. Iré este fin de semana a hablar con ella sobre lo que he decidido.
Después de decir eso, Ichigo se maldijo a sí mismo porque faltaban pocos días para el fin de semana. Inmediatamente, el pensamiento de Rukia negándose a verlo llegó a su mente y se sintió amargo en su boca. Él había arruinado lo que tenían por un beso.
— No creo que sea una buena idea que aceptes ese trabajo. — comentó Orihime mientras añadía salsa dulce al arroz en su plato. — No quiero que nos mudemos a la Sociedad de Almas, no hasta que seamos viejitos.
— No creo que sea necesario mudarnos. — Ichigo volvió a mirar lo que había en su plato pero no tenía hambre. Tampoco le gustaba la idea de que todos se mudaran a la Sociedad de Almas, no con Orihime porque no quería que ella estuviera en el mismo lugar que Rukia. — Todavía lo voy a pensar. También tendré en cuenta tus palabras.
Ichigo se obligó a comer mientras pensaba en la nueva mentira que acababa de decir. Había rechazado el trabajo pero tenía que hablar con Rukia sobre lo que había pasado, sentía que debía disculparse o decir algo. Saber si realmente todo estaba arruinado entre ellos.
Rukia regresó a su casa, la que compartía con Renji desde que se casaron, y lo primero que hizo fue entrar al baño. A pesar de que toda la evidencia de lo que pasó con Ichigo se había quedado en el gigai, tenía miedo de que Renji se acercara a ella y pudiera distinguir el olor de Ichigo en ella.
Eso ni siquiera tenía sentido, pero ella lo necesitaba. Necesitaba un baño.
Mientras se quitaba la ropa, vio su reflejo en el espejo de cuerpo entero del baño y se miró los pechos. Cuando cerró los ojos, el recuerdo de la mirada de Ichigo cuando dijo que eran perfectos la hizo estremecer.
Las palabras de Ichigo hicieron un eco demasiado profundo en su interior y ella deseó que él la tocara de nuevo.
Inmediatamente sacudió la cabeza para dejar esos pensamientos a un lado. No estaba bien lo que estaba pensando, no estaba bien de ninguna manera y no debería seguir pensando en ello.
Mientras revisaba su cuerpo en el espejo, notó que tenía una marca roja en el hombro, la cual pudo distinguir como un mordisco. Ella había sentido que Ichigo la mordió pero no pensó que hubiera quedado una marca así en su piel, por lo que inmediatamente la curó con kido para que Renji no la viera cuando estaban juntos.
La marca de la mordida se eliminó casi por completo, dejando solo una pequeña y muy sutil marca en la piel que podría pasar como un viejo moretón de algún entrenamiento.
Meterse en la bañera no la ayudó.
No podía relajarse porque en cuanto cerró los ojos y dejó que el agua caliente la cubriera por completo, lo único que vino a su mente fue el recuerdo de los besos y caricias de Ichigo, haciendo que toda su piel se erizara nuevamente. Rukia no podía negar que se había sentido demasiado bien y se odiaba a sí misma por ello, porque lo había disfrutado más de lo que podía expresar y porque hacía que la culpa la carcomiera de una manera abrasiva.
Quería llorar y al mismo tiempo, no podía hacerlo.
Ichika fue la primera en llegar a la casa ese día. Era una niña pequeña y ya le habían dado una asauchi, lo que la enorgullecía, pero también sentía que su hija era demasiado pequeña para estar expuesta a los peligros del mundo.
Rukia no quería que su hija tuviera una vida como la que ella alguna vez tuvo de pequeña, no quería verla pelear por su vida o verla hacerse fuerte a punta de golpes físicos y emocionales porque su hija era muy pequeña. Ichika era hija de un capitán y un teniente, no una huérfana del Rukongai.
Renji pensaba lo contrario, permitiendo que la niña pasara todo el tiempo que quisiera en el escuadrón de Zaraki, lo que la hacía sentir que su autoridad como madre era socavada. Rukia confiaba en el escudo que el apellido Kuchiki y Abarai le daban a Ichika, pero al mismo tiempo sabía que ese escudo no podía protegerla de todos los males que había.
A pesar de que estaba jugando con su hija, aprovechando esos momentos en los que tenía tiempo para hacerlo, su mente no dejaba de pensar en lo que haría cuando Renji llegara a casa. No tenía idea de cómo comportarse o qué hacer o decir, ni siquiera sabía si se atrevería a mirarlo por temor a que viera la culpa en su rostro por lo que había hecho.
Quizás su matrimonio no comenzó con un profundo amor entre ellos, pero Renji era un buen esposo. Él la apoyó cuando tuvo a Ichika y ella aún trabajaba con el escuadrón, a veces cocinaba cuando ella no quería y aguantaba el trato de Byakuya, quien no parecía del todo contento con su matrimonio.
A veces Renji iba a beber con Rangiku e Hisagi, pero eso estaba bien. Cada uno tenía sus propios amigos y actividades individuales, y ella sentía que se lo debía a él por cuidar de Ichika cuando era un bebé.
A veces discutían por alguna tontería y dejaban de hablar, pero luego se reconciliaban con una disculpa tácita que se incluía en el "¿Qué vamos a hacer este fin de semana?", y otras veces Renji intentaba desviar parte de la conversación al tema de la casa, tratando de convencerla de pasar más tiempo en casa para cuidar de Ichika como se suponía que debían hacer todas las madres.
Rukia sabía que Renji tenía un concepto de familia ideal pero ella, de todo lo que podía darle, la familia de sus sueños era algo que no estaba en la lista. Amaba su trabajo, amaba ser shinigami y amaba ser capitana, sentía que le daba una identidad y no quería dejarlo solo para ser "la madre y la esposa de".
Renji llegó a casa un poco tarde y un poco ebrio, Ichika ya estaba dormida y Rukia se estaba preparando para dormir aunque su mente no dejaba de recordarle lo que había pasado en la mañana con Ichigo, haciéndola sentir extraña cuando Renji entró a la habitación.
— Siento llegar tarde, los chicos me sacaron a rastras a tomar un trago. — Se excusó mientras se quitaba el uniforme. — Rangiku rompió con Hisagi, otra vez.
— Esta es la segunda vez desde que comenzaron a salir formalmente. — comentó Rukia, feliz de que él no le preguntara sobre su día en el mundo humano primero, aunque mientras jugaba con Ichika había logrado pensar en algo. — Volverán en un par de semanas.
— Cuando a ella se le acaba el gusto por el nuevo recluta de su escuadrón. — murmuró Renji con lo que parecía ser una risa amarga. — Cada vez que alguien que ella encuentra atractivo se une al escuadrón, Rangiku deja a Hisagi.
Rukia hizo un ruido con la garganta mientras observaba a Renji ir al baño. No sabía que decir sobre ese tema, porque Rangiku le había preguntado muchas veces si no estaba aburrida de estar casada. Rukia no solía responder a esas preguntas y las desviaba porque sabía que Rangiku probablemente le diría a Renji sus respuestas.
— ¿Cómo fue tu día en el mundo humano? — Preguntó Renji después de regresar de cepillarse los dientes y cambiarse de ropa. Rukia dio un pequeño salto en su futón porque aunque esperaba la pregunta, no se sentía del todo lista y miró a Renji. — ¿Aceptó el trabajo?
— Dijo que lo pensaría.
Ella mintió porque no quería decirle que Ichigo se había negado y que la conversación se desviara hacia las posibles razones por las que él dijo que no. Tampoco quería ver la mirada triunfante en el rostro de Renji con un "Te lo dije".
— Estoy seguro de que dirá "no". Tiene muchas cosas que hacer en el mundo humano. — Renji le dio un beso en los labios que ella no pudo responder. — No te decepciones si esa es su respuesta.
Rukia murmuró algo como "No lo haré" antes de acostarse de lado, dándole la espalda a Renji y pensando en la mentira que acababa de decir.
Por el resto de la semana, Ichigo no pudo dejar de pensar en Rukia y lo que hicieron. Cada vez que cerraba los ojos, el recuerdo de Rukia encima de él, dominándolo y moviendo sus caderas de una manera casi hipnótica que lo hacía perder la cabeza, venía a su mente y lo dejaba sin aliento. No podía concentrarse en nada porque lo único que deseaba era volver a estar con ella y hacerle las cosas más insanas y blasfemas que un hombre podía hacerle a una mujer.
No quería dejar de pensar en ella y aunque la culpa estaba ahí cada vez que veía a Orihime, Ichigo la mitigaba diciéndose que era algo que nunca más volvería a pasar y que Orihime no se iba a enterar porque no se merecía lo que le hizo.
Aunque su matrimonio fue más por deber que por un amor profundo, era un buen matrimonio. Se turnaban para cuidar a Kazui porque aunque su hijo no estaba planeado, a él le gustaba ser padre, se repartían las tareas del hogar y las discusiones entre ellos eran prácticamente inexistentes desde la vez que la hizo llorar en la cena.
Cuando sucedió esa discusión, Orihime aún estaba embarazada y se había ofrecido a preparar la cena para todos. Yuzu se ofreció a ayudarla para que no se cansara por estar parada tanto tiempo, pero Orihime rechazó la oferta y dijo que era su forma de demostrar que pertenecía a la familia.
No era la primera vez que Orihime había ido a la cocina para ayudar con las comidas, pero Yuzu siempre la había observado de cerca desde la vez en que el arroz "accidentalmente" se volvió azul.
Yuzu dudó por un segundo pero como tenía tarea que hacer, le dejó a Orihime una receta escrita con todos los pasos e ingredientes necesarios para que preparara una comida que fue catalogada como "fácil de hacer", y se retiró a su habitación. Orihime solo tenía que seguir los pasos pero a la mitad de la preparación se sintió creativa y agregó ingredientes que no estaban en la receta, arruinando por completo la cena de todos.
Orihime sirvió la comida en los platos, una que no se parecía en nada a lo que debería ser, y les explicó cómo debían comerla y cómo debían mezclar las salsas. Nadie se atrevió a dar el primer bocado y Orihime solo mantuvo sus ojos en Ichigo, esperando que él fuera el primero en comerlo.
Ichigo supuso que la comida no debería ser tan mala y que la apariencia no tenía que estar relacionada con el sabor, pero estaba equivocado. La comida era incomible. Él nunca había sido quisquilloso con la comida, si sabía bien se lo comía, pero lo que había hecho Orihime ni siquiera tenía ese requisito.
De la mejor manera que pudo, le preguntó a Orihime si había seguido la receta que Yuzu le había dado y esperaba de todo corazón que ella dijera que sí, sin embargo Orihime les dijo que había agregado varios ingredientes más porque su "corazón de cocina" se lo había dicho y eso fue suficiente para que Ichigo perdiera la calma por completo.
Yuzu trató de intervenir diciendo que ella podía arreglarlo, aunque era imposible, y Karin trató de darle un bocado más para que Orihime se sintiera bien por el esfuerzo que puso en cocinar, pero Ichigo le recordó a Orihime que no se habían casado en un buen momento, que todavía estaba buscando un mejor trabajo para mantenerla a ella y al bebé, y que no tenían suficiente dinero para gastar en sus ridículos intentos de cocina.
Orihime comenzó a llorar e Ichigo le dijo que si quería cocinar, tenía que aprender a hacerlo y no pasarse el día en el sofá comiendo cosas dulces y tejiendo cosas que no tenían una forma definida, haciendo que ella se fuera corriendo hacia la pequeña habitación donde dormían. Yuzu regañó a Ichigo por ser tan cruel con Orihime y fue tras ella para tratar de consolarla, e Ichigo salió al jardín para tratar de calmarse un poco.
Esa vez su padre invitó a todos a cenar y aunque lo regañó y golpeó por tratar así a su esposa y no ser delicado con las palabras, después lo consoló diciéndole que tuviera paciencia porque así eran todos los matrimonios cuando empezaban.
Orihime no habló con él durante los siguientes días y él durmió en el sofá de la sala, hasta que se disculpó con ella y le dio un ramo de flores que su papá ayudó a pagar.
Con el tiempo, la convivencia mejoró y su padre remodeló la casa para que todos tuvieran un espacio para estar. Yuzu tomó el control de la cocina junto con Ichigo, y Orihime se dedicó a cuidar de Kazui.
Por la mañana, antes de salir de su casa para ir a la Sociedad de Almas, Orihime le pidió que no aceptara el trabajo si era demasiado peligroso o si tenía que pasar mucho tiempo en ese lugar. Ichigo solo pudo asentir a la solicitud de Orihime porque su visita a la Sociedad de Almas no tenía nada que ver con ese trabajo.
Cuando llegó a la tienda de Urahara para pedirle al tendero que le permitiera viajar a la Sociedad de Almas, Ichigo lo encontró sentado en la entrada con su abanico y una taza de té. El hombre parecía inusualmente feliz de verlo y lo llevó a la tienda mientras hablaba de lo inusual que era para él verlo viajar a la Sociedad de Almas.
— Solo voy a arreglar algunas cosas. — explicó Ichigo mientras usaba su insignia de shinigami sustituto para salir de su cuerpo y recostarlo en la colchoneta que Urahara le señaló.
— Oh bien. — Urahara comenzó a hacer los ajustes para activar el portal sin perder el buen humor que tenía ese día. — Creo que de todos los gigai que han estado en mis manos, tu cuerpo es el mejor.
— Mi cuerpo no es un gigai. — Ichigo se estremeció por la forma en que Urahara se refirió a su cuerpo e inmediatamente se giró para mirarlo. — ¡No me digas que le hiciste algo raro a mi cuerpo mientras yo no veía!
El hombre usó su abanico para taparse el rostro tras esa acusación, escondiendo una sonrisa ladina. Ichigo comenzó a sospechar que Urahara usaría su cuerpo para experimentar mientras estaba en la Sociedad de Almas.
— No olvides que estás muerto. Corté tu cadena del destino y moriste. Pasaste por todo el proceso para convertirte en un shinigami y eso solo se puede hacer cuando uno está muerto. — Urahara lo golpeó en la cabeza con su abanico. — Obviamente le hice algo a tu cuerpo o se habría estropeado hace años.
La explicación de Urahara tenía sentido, pero Ichigo no quería pensar en eso porque no quería pensar que su cuerpo no era tan humano como pensaba.
— Suena raro cuando lo dices así, Urahara-san.
Urahara comenzó a reírse y señaló con su abanico la puerta para que entrara Ichigo.
— El portal se abrió. Ve con cuidado y gracias por la muestra.
Ichigo estaba a punto de preguntarle a qué se refería su maestro, cuando Urahara le arrancó un mechón de cabello y lo pateó, obligándolo a entrar corriendo por la puerta.
Rukia estaba de pie en ese campo nevado que era su mundo interior, con esa sensación de que algo había cambiado pero incapaz de encontrar qué había cambiado exactamente. Sode no Shirayuki no apareció cuando la llamó, de hecho su espada había estado en silencio desde que ella regresó del mundo humano y no le había permitido entrar a su mundo hasta ese día, lo cual era extremadamente extraño.
Empezó a caminar sobre la nieve, escuchándola crujir con cada paso que daba, hasta que encontró a la Yuki Onna parada debajo de un árbol hecho de algo que parecía hueso y escarcha, y que definitivamente no estaba allí antes. Tanto la forma como la textura desentonaban con todo lo demás allí y le recordaban a los que había visto en Huecomundo.
—Sode no Shirayuki. — Rukia llamó a su espada mientras se acercaba a ese extraño árbol para tocarlo. El árbol estaba frío. — ¿Cómo creaste esto?
El silencio luego de esa pregunta se instaló entre ellas y Rukia volteó a ver a su espada, quien la miraba con una expresión que podría ser una mezcla entre enojo y confusión. Quizás más confusión que enojo.
— Rukia-sama, no puedo juzgar sus acciones pero me hacen sentir un poco extraña. — Rukia se quedó en silencio y miró hacia abajo, avergonzada porque sabía a qué se refería el espíritu de su espada. — Es como una invasión y al mismo tiempo se siente familiar.
Esas palabras hicieron que Rukia dejara de sentirse avergonzada y la llenaron de curiosidad y preocupación. Sode no Shirayuki estaba mirando sus propias manos, como si hubiera algo extraño en ella que no pudiera entender.
— ¿De qué estás hablando?
— Ese hombre me dijo que...
Antes de que Sode no Shirayuki terminara de hablar, Rukia fue interrumpida en su meditación por uno de sus subordinados que tocó la puerta. Rukia esperaba haber entendido mal porque lo que decía el espíritu de su espada no podía ser bueno, algo había pasado esa semana que había hecho que Sode no Shirayuki le negara la entrada a su propio mundo interior, y lo único que quería era terminar de hablar con ella.
Sin embargo, esa charla tuvo que posponerse para más tarde porque Sentaro entró a la oficina después de tocar un par de veces más y anunciarse apropiadamente. Rukia deseó que no fuera más papeleo porque esperaba salir temprano del escuadrón ese día.
— Capitán Kuchiki, Kurosaki Ichigo está aquí para verlo. Dice que es importante.
Rukia sintió que su propia alma se congelaba al escuchar que Ichigo estaba allí.
Ella pensó que nunca lo volvería a ver después de lo que pasó en esa habitación, que nuevamente habría esa brecha de años entre sus visitas y que cuando se vieran, fingirían que nada había pasado entre ellos, pero obviamente estaba equivocada porque Ichigo estaba allí, mirando a cualquier parte menos a ella.
Por un momento, Rukia no supo que decir porque lo único que pasó por su mente en ese momento fue la imagen de Ichigo entre sus piernas, sudoroso, desnudo y jadeando.
— Si está ocupada, le diré que vuelva en otro momento. — Sentaro ofreció eso al verla en ese estado de parálisis pero ella inmediatamente lo detuvo.
— No estoy ocupada, de hecho lo estaba esperando. — La mentira salió naturalmente de sus labios y notó que Ichigo dio un sobresalto muy sutil. — Por favor, que no nos interrumpan.
Sentaro asintió ante la orden y salió de la oficina para dejar entrar a Ichigo.
Ambos se miraron en silencio, sin moverse de su lugar, hasta que ella señaló el cojín en el suelo frente a ella. El silencio que se formó entre ellos fue tan denso que podría cortarse con una espada, pero parecía que ninguno de los dos sabía qué decir en ese momento.
Rukia tuvo que calmar su corazón, que latía salvajemente, y dejar de lado los nervios y la ansiedad que le producía la presencia de Ichigo antes de decir algo que rompiera el incómodo silencio.
— Hace mucho tiempo que no vienes de visita.
— No es una visita. — Ichigo la miró a los ojos y Rukia se estremeció de nuevo. Había deseo en esa mirada y no podía negar que todo su cuerpo gritaba por sentir las manos de Ichigo sobre ella nuevamente. — Vine porque tenemos que hablar de lo que pasó.
— No hay necesidad. — se apresuró a decir, sintiendo que su corazón se aceleraba y apartando la mirada porque sentía que no podía soportar mirarlo sin sentir un loco deseo de acercarse a él. — Podemos fingir que no pasó nada.
— Pero no quiero fingir que no pasó nada. — La respuesta de Ichigo hizo que ella volteara a mirarlo, más sorprendida y feliz de lo que debería haber estado por esa declaración. — Sé que estuvo mal hacer lo que hicimos, pero no quiero fingir que no disfruté haciéndolo porque lo hice. Demasiado.
— Ichigo... — Su voz era casi una súplica porque ella también lo había disfrutado pero no estaba bien. — Negarlo es lo mejor para nosotros.
— Te amo desde Dios sabe cuándo y si no hubiera sido tan cobarde, hubiera ido tras de ti y te habría secuestrado el día de tu boda. — Esa confesión la sorprendió demasiado como para decir algo en ese momento e Ichigo siguió hablando. — Ahora es tarde y sé que nada va a cambiar, pero no quiero fingir que lo que pasó en el dormitorio no pasó.
— Te alejaste de mí. — susurró Rukia, sacando a relucir lo que le había hecho doler el corazón durante mucho tiempo. No entendía cómo Ichigo podía decir que la amaba y dejarla como lo hizo. — Dejaste de hablarme, me abandonaste.
— Lo sé. — Ichigo hizo una pausa y miró hacia otro lado. — Pensé que era lo mejor. Renji me agradeció por ayudar a que la relación entre ustedes continuara justo donde la dejaron y dijo que por eso siempre lucharía a mi lado, así que sentí que debía alejarme. No quería interferir en la relación que ustedes tenían.
Rukia se quedó en silencio en ese momento, tratando de asimilar eso porque nunca esperó que esa fuera la razón por la que Ichigo dejó de hablarle. Ella se levantó de su asiento y caminó hacia él solo para mirarlo desde arriba y exigir una explicación por esas palabras.
— ¡¿Qué demonios dices?! ¡¿Cuándo sucedió exactamente eso?!
Ichigo parecía bastante confundido, por lo que parpadeó un par de veces antes de responder.
— Cuando cruzamos el portal para seguir a Yhwach.
Rukia cerró los ojos y se frotó el puente de la nariz, tratando de calmarse un poco pero no pudo. El idiota Renji iba a escucharla, pero el idiota que tenía frente a ella la iba a escuchar primero.
— ¡¿Y le creíste?! — Gritó, levantando una mano y exigiendo una explicación.
Ichigo se levantó del cojín pasando de la confusión al enojo en segundos. Era más alto que ella, pero Rukia no se dejaba intimidar por esos detalles y solo lo miró exigiendo una maldita explicación.
— ¡Claro que le creí! — Ichigo levantó la voz mientras respondía. — ¡¿Por qué Renji mentiría sobre eso?! Ustedes se conocen desde que eran niños, crecieron juntos y él estaba siendo honesto. Se suponía que éramos amigos y él no tenía que mentir en un momento como ese.
Rukia apretó el puño y lo levantó con la intención de golpearlo en el pecho pero se contuvo, bajándolo en ese momento, luego se llevó las manos a la cara y le dio la espalda a Ichigo.
Lo que decía Ichigo tenía sentido pero entre ella y Renji solo había amistad, nada más. Ella no consideró a Renji como pareja hasta que él le propuso matrimonio.
— Él mintió. — La voz de Ichigo ante esa conclusión pasó de la sorpresa a la ira. — Ese bastardo se aprovechó de...
Rukia escuchó esa revelación y cerró los ojos, tratando de asimilar que Renji había hecho algo así solo para tener una relación con ella; para asegurarse de que ella dijera "sí" cuando él le propuso matrimonio porque si Ichigo estaba en sus vidas, en la vida de ella, ella elegiría a Ichigo sobre él.
— Eso no cambia nada. No cambia que lo que hicimos estuvo mal. — susurró Rukia sabiendo que era verdad y que sin importar cómo llegaron a la vida que tenían, lo que hicieron estuvo mal.
— Lo sé pero...
Rukia sintió la mano de Ichigo en su cintura y se estremeció. Sabía que debía hacer que la soltara y se alejara de ella, pero no quería, quería que la siguiera abrazando porque el recuerdo de ese encuentro volvía a ella todas las noches y la hacía desearlo como nunca antes pensó que podría desear a alguien.
— ¿Pero qué? — Su voz salió en un jadeo que se ahogó cuando sintió los labios de Ichigo en su cuello.
— ¿Sientes lo mismo que yo? — La voz de Ichigo era ronca y gruesa, lo que hizo que toda su piel se erizara en ese momento. — Dime que no, dime que solo estoy soñando despierto y me iré. Fingiré que no pasó nada, que seguimos siendo amigos y nos veremos cuando el universo quiera.
Ichigo la acercó más a él presionando ligeramente su vientre y Rukia tembló cuando sintió su espalda contra el pecho de Ichigo. El recuerdo del pasillo y sus dedos le vino a la mente con demasiada viveza, haciendo que le temblaran un poco las piernas.
— ¿Y si digo "sí"? — Preguntó ella con un jadeo ahogado, cerrando los ojos e inclinando la cabeza para que él pudiera besar su cuello nuevamente. — ¿Y si admito que siento lo mismo que tú, sea cual sea ese sentimiento?
— Aceptaré el trabajo que me ofreces. Vendré cuando me llames y que sea lo que tenga que ser.
— ¿Y Orihime? — Preguntó con un tono culpable que venía con uno de los besos de Ichigo. Ella sabía cuánto sufriría Orihime si se enteraba de lo que habían hecho, de lo que estaban haciendo en ese momento.
— ¿Y Renji? — Ichigo le dio un beso más y Rukia volvió a temblar. Renji. Quería golpearlo y preguntarle en qué estaba pensando cuando le dijo eso a Ichigo. — No es justo para ellos, lo sé pero... ¿Es justo para nosotros?
Rukia miró por la ventana, preguntándose si era justo o no. Las decisiones habían sido de ellos, nadie los obligó, simplemente tomaron las decisiones equivocadas porque ninguno de los dos tuvo el coraje de ir y averiguar qué estaba pasando.
Rukia se giró en los brazos de Ichigo y ambos se miraron a los ojos. Había incertidumbre y deseo en los ojos de Ichigo al igual que en los de ella. Tenía miedo y al mismo tiempo quería ser egoísta solo para volver a besarlo.
— Toma el trabajo. — susurró sabiendo que todo esto estaba mal y que se estaba convirtiendo en una persona horrible a causa de un beso. — Tómalo y averigüemos qué es esto que sentimos.
Rukia vio como los ojos de Ichigo se iluminaban con sus palabras. Él no necesitó responder porque no había nada que responder.
Ser "más que amigos y menos que amantes" ya no era aceptable.
Respondo comentarios:
nickoo: ¿la verdad sobre la muerte de Renji? eso es algo que ya está dicho :3 o tal vez no UwU
Rukia-chan 93: Noooo :c la intención no era hacerte llorar :c la verdad tampoco me gustó el final pero no hay nada que hacer más que hacer fics para aliviar el alma, además me gusta mucho el IR jeje espero que este final nuevo te guste :3
Martha: muchas gracias! :3 espero que te guste el final de esta parte :D
usaguichan22: esta autora ama que lo ames :3
Inverse L. Reena: yo tampoco apoyo la infidelidad pero es que aquí mi brujula moral se deschaveta. Ellos tenían que estar juntos :c
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