TW: +18


Los días más calurosos del verano dieron comienzo de manera abrumadora.

Misaki hace años que no sentía con tal intensidad el calor, ya que en el apartamento el frío del aire condicionado se enjaulaba con mayor facilidad; en cambio, en la casa, la única habitación la cual tenía clausurada las ventanas era el estudio de Usami, que permanecía fresco eternamente.

Lo peor era que la lavadora, debido a los golpes de la mudanza, se había estropeado y, aunque pudo aplazar la tediosa tarea del lavado a mano, ahora la pila de ropa sucia acumulada era, quizás, más grande que la limpia.

Suspiró, se ató el pelo en una pequeña coleta, se cambió a un traje de baño y una polera estrecha de tirantes. Al menos, el estar en contacto con el agua, lo iba a refrescar un poco.

Llenó la bañera, lo mezcló con el detergente y puso la ropa sucia, para ponerse a fregar como un veredero desquiciado. El propio calor que generaba su cuerpo en los movimientos reiterativos de brazos lo agobiaban, por lo que pronto se percató de que se tiraba agua casi a propósito.

Luego de fregar todo, cambió el agua y continuó con la labor.

Trabajó hasta que fue interrumpido por Usami, que se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, con una mirada que estudiaba el contexto.

—¿Qué es lo que quieres? —gruñó Misaki, que sumergió una prenda en el agua enjabonada—. El almuerzo va a estar listo más tarde.

Se limpió las manos con agua limpia, y también mojó todo su rostro que tenía gotas de sudor. Al levantarse el flequillo, vio como Usami, se acercó de manera peligrosa, posicionándose justo detrás de él, con una mano que lo tomó de la cintura.

—De verdad, Misaki, no era necesario que prepararas tal escenario para calentarme.

Misaki frunció el cejo y vio con algo de temor la mirada lasciva de Usami que se reflejó en el espejo. Sintió como la otra mano jugueteaba con uno de los tirantes de la minúscula polera, mientras la otra subía por su estómago.

—¡No te hagas falsas ilusiones!

—Estás tan mojado… —susurró Usagi, que trazó un círculo encima del pectoral izquierdo de Misaki—. Deberías cambiarte de ropa si no te quieres resfriar. Yo te ayudo.

Usami le dio un beso en el hombro, justo en la parte en la que el hueso de la clavícula sobresalía. Primero fue una caricia y pronto toda esa parte quedó impregnada de saliva, mientras Misaki adornaba el ambiente con leves gemidos y risas, por la suavidad con la que Usami lo tomaba.

Decidió que dejaría la ropa remojando en agua enjabonada, y se rindió ante la candela de la tarde y el deseo de Akihiko encima.

Usami lo tomó en brazos y se lo llevó del baño a la habitación, en donde lo enfrentó al espejo de cuerpo completo. Ahí Misaki entendió la acusación de Usami de haber "preparado un escenario" para calentarlo.

La intención inicial de ponerse ese tipo de ropa había sido solo para enfrentar el calor, pero Misaki reconoció dentro de sí mismo, que tampoco le molestaba el camino en el que derivó.

Usami, del mismo modo, también traía ropa más ligera, como una camisa manga corta y unos inauditos pantalones cortos, que le otorgaban el típico aspecto de turista millonario que paseaba por calles europeas.

Aun así, frente al espejo, Misaki no pudo soportar la vergüenza de verse con tantísima claridad— los pezones duros que destacaban en la tela, el agua que recorría sus piernas y la rojez de las mejillas—y se volteó para esconderse en el pecho de Usagi, que soltó una risa burlesca.

Primero atacó con sus manos el pequeño trasero de Misaki, quien se aferró a la espalda de Usami, y se mordió el labio en un afán de tragarse más sonidos delatadores. Luego le apretó los muslos y acabó por despojarlo de la parte baja, para dejarlo al descubierto solo con esa pequeña polera.

Lo tiró a la cama y, encima de él, con el aliento cálido en su cuello, Usami comenzó su labor favorita, que era la del juego previo.

Descubrir los límites de Misaki, elevarlo al cielo durante minutos que parecían eternos y anticipar un acto final lleno de subidones de dopamina.

Como era habitual, Usami tenía las manos frías, por lo que sus toques eran como hielo sobre la piel. Comenzó con darle suaves masajes en sus pantorrillas, para subir hasta el hueso de la cadera y seguir acariciándole la piel. Misaki chasqueó la lengua al notar como evitaba su pene—ya duro— de manera intencional.

Tocó sus costillas y volvió a rodear los pezones varias veces con esa maldita sonrisa. Misaki cerró los ojos, lo que lo hizo apreciar esas sensaciones con mayor intensidad, en especial, una vez que le apretó de improvisto los dos pezones al mismo tiempo, primero sobre la tela y después a pelo.

—Sé que te gusta aquí, Misaki, no lo retengas —Misaki, entreabrió los ojos. Vio la manera en la que apretaba sus pezones sin piedad, mientras él se sumía en una frustración inmensa—, pero dime ¿de qué otra manera quieres que lo toque?

Misaki le tocó con la punta de los dedos la boca y Usami sonrió, antes de obedecer.

Con las manos libres, Usami aprovechó de continuar con las caricias en partes sensibles. Como la cintura o la espalda baja, en donde raspó la piel con las uñas. Misaki estiró el cuello y abrió la boca, con las manos hundidas en el pelo de Akihiko, sin querer que el hombre separara la boca de su carne.

Toda esa expectación explotó en Misaki como una nube de abstinencia. Por la escritura del nuevo libro, tal vez llevaban dos semanas suprimidos al mínimo de toques, o a un sexo fugaz, sin ese amado juego previo. Aun así, Usami abrió la boca impresionado al ver que Misaki se vino de manera tan repentina, sin ni siquiera haberle tocado el pene.

Misaki, en cambio, comenzó a llorar de la humillación, y se cubrió el rostro con las manos, en un intento de ocultarse.

Eso es nuevo…

—Cállate, Cállate, cállate, imbécil mal parido.

Usami le descubrió con suavidad el rostro y le obsequió un par de besos en las mejillas saladas, antes de detenerse cerca de sus labios.

—¿Qué voy a hacer contigo, Misaki? Con el tiempo solo te vuelves más lindo.

Profundizó el beso, mientras tomaba el semen de Misaki y, con los dedos pegajosos, volvía a jugar con sus pezones. Misaki, entonces, acostumbrado ya un poco a esa escena, desabrochó la camisa de Usami botón a botón, mientras suspiraba por las sensaciones y corrientes de placer.

Usami, una vez decidió que quizás ya era demasiado tiempo el que pasó con los pezones, bajó y ahora sí que tomó el pene de Misaki para masturbarlo. El chico, que había experimentado hacía poco un clímax, curvó a la espalda al sentir otro inminente, y gruñó indignado al notar como Usami se detuvo justo en el momento anterior de correrse.

Escuchó las risas de Usami, y luego Misaki hizo un mohín con los labios, antes de que él se disculpara de manera estúpida al besarlo.

—Venga, levanta la cadera, gruñosito.

—No me llames así, imbécil.

Aun así, obedeció y con habilidad Usami lo preparó. Misaki entonces se atrevió a hacer un movimiento que hace tiempo quería hacer, por lo que se sentó sobre las piernas de Usami, y, por lo tanto, quedó cerca del pene del otro hombre.

—¿Qué vas a hacer?

—Venganza.

Sin decir nada, introdujo la mano en los calzoncillos de Usami y tomó el pene de este, quien sonrió interesado. Pronto se convirtió en una pelea de quien hacía venir al otro primero.

En el momento en que Usami soltó un gemido y sus dedos se detuvieron un segundo, fue que Misaki se dio cuenta de que estaba a punto de ganar. No obstante, en el instante en que Misaki sintió que era tocado justo en la próstata, soltó una maldición quizás demasiado alta.

Usami sonrió burlesco y Misaki decidió borrarle la expresión en el rostro con un mordisco que le dio en el cuello. Suspiraron el segundo anterior a que vinieran al mismo tiempo en las manos del otro.

Aun así, se encontró con que los ojos de Usami pronto recuperaban el foco, y sin ni siquiera tener un segundo de flacidez, acostó a Misaki de espaldas, y lo masturbó a pesar de la renuencia del otro.

—¡Espera! ¡Tiempo fuera!

—Dos a uno no es justo, Misaki.

Aun así, Usami se detuvo. Misaki le agradeció con la mirada nubosa y se inclinó sobre la mesa de noche para tomar agua de la botella que siempre mantenía llena.

Misaki cerró la botella y se dio cuenta de que Usami sacaba de su lado de la cama una envase con lubricante y una tira de condones.

—¿Ahora sí?

Misaki asintió y se recostó con un cojín en la espalda baja. Usami se untó los dedos con la sustancia, solo para asegurarse que Misaki estuviera bien preparado. Misaki aprovechó de masturbarse para que este volviera a reaccionar, y justo en el momento en que se colocaba duro, sintió como Usami lo penetraba. Se cubrió la boca en un afán de no gritar, pero Usami la quitó al querer besarlo y escucharlo sin censura alguna.

Misaki se atrevió a ver esos ojos llenos de dicha, de deseo, febriles de amor. Se preguntó si los suyos estaban iguales, o solo eran desvaríos de haberse venido dos veces seguidas y estar anticipando una tercera corrida en menos de cinco minutos.

Aun así, en determinado momento ya ni siquiera se limitó a aguantar los sonidos vergonzosos, en especial una vez que escuchó como Usami se controlaba igual de mal que él. Gemía en altibajos de tonos, a veces más agudos y otras graves, como si maldijera. En ese punto ya no era capaz de reconocer que era lo que decía.

Las manos de Misaki pasaron de aferrarse de las sábanas, a ser agarradas por Usami. Que le besó el cuello y suspiró su nombre cerca del oído.

Quería trasmitirle todo su amor a Usami, pero sabía que con palabras nunca bastaba. Sin ser consciente sus acciones, el siguiente beso lo inició él, mientras parecía deseoso de que hubiera un quinto y un centésimo contacto.

¿Lo podía sentir con claridad? Lo mucho que Misaki también lo deseaba. Temía que no fuera así. Que Usami nunca llegara a concebir todo el amor que Misaki le tenía, por su poca, casi nula capacidad de trasmitir sus sentimientos a través de palabras claras.

—Te amo…

No supo quién dijo eso o si solo lo pensó. Usami no se veía impresionado, pero sí muy concentrado y Misaki tenía la boca abierta hace tiempo así que era probable que él lo hubiese pronunciado.

Se desbordó todo el deseo en esa cama matrimonial. Se vertió en las manos aferradas con anillos compartidos y en la pequeña camiseta de tirantes de Misaki, que ya no podría utilizar sin antes recordar ese momento.

La tarde calurosa en la que, durante unos tenues segundos, se elevó junto a Usami y ninguno de los dos quiso volver a bajar, pero se vieron obligados a hacerlo, para poder experimentarlo varias veces más.


Lunes 19 de junio del 2023

18:24 p.m.

Qué vergüenza haber escrito esto de una sentada ajjsjs

Siento que estoy mejorando lentamente en esto de escribir smut, aún me cuesta mucho trasmitir todo el acto sin sonar repetitiva, y amo darles a mis personajes una manera específica de cómo actuar en la cama según su relación.

Siento que lo que más caracteriza a la pareja romántica, es eso mismo, que son románticos XD. Sexo vainilla, hecho con cuidado y cariño.