Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 17.
Iceberg.
"Dicen que el mundo sucumbirá en el fuego, otros dicen que en el hielo. Por lo que yo he probado del deseo, estoy por los que apuestan por el fuego. Pero por si dos veces el mundo pereciera, creo que conozco lo bastante el odio como para decir que, en cuanto a destrucción, el hielo también es grande y suficiente" Robert Lee Frost
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"Querido diario
Las esperanzas no me dejan, pareciera que olvido sus ojos, las pequeñas facciones de su rostro, la calidez de sus mejillas. Los años se me están yendo de las manos.
Es imposible reemplazar la vida. La he buscado, pero solo sabía su primer nombre y el detective no encuentra registros de ella. Viajé por el mundo en su busca, busqué su rostro entre los extranjeros. Visité los lugares más bajos del mundo para buscarla. Ella no estaba allí y nadie había visto su rostro. Tengo un retrato de ella que un ilustrador hizo tras yo describirla, es lo único que me queda de Isabella.
Iremos a San Francisco, mi madre tiene negocios allá. Vamos a quedarnos por un tiempo. ¿Estaré alejándome de ella? ¿Estará viva? ¿Por qué no le pregunté más? ¿Por qué no le pregunte algo que pudiera llevarme a encontrarla?
Espero que sea feliz esté donde esté. La pequeña Bella de mi cuento de hadas. La pequeña Bella de mi corazón, deja que ella sea muy feliz.
Edward."
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Girando.
Cuando Isabella despertó su mundo estaba girando. Escuchó el ronquido molesto de alguien y su brazo dolía y picaba.
Gruñó.
Tenía una resaca que seguramente iba a hacerla sudar alcohol, pero eso ya no era nuevo. Así que siendo masoquista abrió los ojos y se encontró con los ronquidos, el resplandor del día le golpeó el rostro y levantó su mano para cubrir sus ojos.
Mierda. Tenía suero conectado a su vena eso significaba que esta vez había bebido hasta llamar la atención. Se levantó y Emmett se removió en la silla subiendo los pies a su cama y tirándose un pedo.
Era un jodio asqueroso. Le golpeó los pies y los tiró al suelo despertándolo. Emmett le frunció el ceño entre dormido y despierto y le gruñó antes de que la puerta se abriera y Jasper entrara.
—¿Por qué están en mi habitación? —les susurró y su cabeza pálpito como si la hubieran atropellado o como si miles de tambores se hubiesen puesto de acuerdo. Iba a vomitar en cualquier momento. Joder. Si no se levantaba iba a hacerlo. Pero no tenía nada en el estómago más que el alcohol. Así que estaba segura que vomitar iba a ser una mierda.
Parpadeó y respiró suavemente conteniendose y Jasper le acercó un vaso con agua fría y unas pastillas.
—No estabas bien anoche —le explicó. Isabella asintió bebiéndose el vaso con agua y tomándose las pastillas. Eso calmó su estómago un poco. Bajó los pies de la cama y se levantó, pero su mano pulsó por el catéter que tenía conectado.
—Quítame esta mierda Jasper —bufó molesta sentándose sin poder cruzar los brazos.
—Isabella, debemos hablar. Estás bebiendo demasiado. Esto se está volviendo un problema. No es una solución. Edward… —empezó a hablar Jasper mientras la miraba con aprensión.
—Edward está en coma, mi padre murió, Félix asesinó mis sueños. Todos mueren menos yo—le reclamó Isabella —. No me digas que beber no es la maldita solución a mis problemas ¿Preferirías verme inyectarme heroína? ¿Sería esa una mejor solución para ti?
Jasper suspiró cansado y se acercó a Isabella tomándole la mano que tenía conectada al catéter y sacó la aguja despacio para no herirla aunque ella se merecía una patada en el culo por altiva.
—Edward aún no está muerto. Sé que es difícil, pero…
—Edward no está vivo, tampoco está muerto. ¿Cómo le llamas a eso Jasper? Dime algo ¿Ha habido cambios?
Cuando Jasper abrió la boca para hablar Isabella negó y se levantó alejándose de él, encerrándose en el baño. Emmett le palmeó la espalda a Jasper antes de caminar a la puerta y abrirla.
—Al menos esta vez habló con Rosalie de Hyõ. Si la escucharas, es como ver a la Isabella de Edward viva hablando de su pasado. Dejémoslo estar, hay que vigilarla. Sabes que no podemos hacer más.
Jasper asintió y recogió todo. Miró hacia la puerta de baño antes de negar y salir sintiéndose impotente y cansado.
Isabella dejó que la ducha se llevara todo lo que estaba sintiendo, ella no debía permitirse sentir, pero el hecho de estar contando su historia la hacía revivir sentimientos que ella ya creía muertos.
Cerró los ojos y dejó que la ducha le golpeara el rostro. Aún tenía que encontrar a Félix, aún tenía que ver a Edward morir. Aún tenía que hacer. Pero el solo pensar en escuchar que su corazón no estaba latiendo, eso dolía más que estarse ahogando.
Aunque estaba cansada.
Aunque estaba muerta.
Ella aún podía sentir y la agonía y la destrucción la estaban llenando cada día más y se estaba ahogando. Ella solo no podía respirar. Y ansiaba poder solo tomar aire, llenar sus pulmones y exhalar.
Pero aún tenía una venganza pendiente. Ella aún tenía que encontrar al bastardo que había hecho que el infierno se desatara en su vida y cuando lo encontrara, entonces quizás ella iba a tener paz.
Golpeó los azulejos y sollozó sin dejar a las lágrimas escapar de sus ojos. Se reclamó por estar siendo débil. Por estar sintiendo.
La debilidad no era su mejor amiga, esa puta si quería podía morirse. Ella quería matar todo sentimiento porque eso le quitaba el objetivo que tenía de su vista y no podía perderlo.
Suspiró y se tragó el nudo que le apretaba el pecho. Luego de eso apagó la ducha y salió.
Había un mundo afuera esperando verla con una sonrisa en el rostro. Y el poder en las manos. Ella no podía sonreír, pero nadie nunca iba a verla débil. Jamás.
Abrió su celular y empezó a leer sus correos. Gruñó molesta tomando su chaqueta cuando estuvo lista, mirándose al espejo.
Rosalie se levantó al verla entrar en el comedor como si nada estuviese pasando, como si no se hubiese bebido una botella de whisky. Isabella estaba vestida de negro y eso la asustó pues parecía el Ángel de la muerte que ella presagiaba ser.
Grace apareció y le puso un plato de sopa y un vaso de jugo de naranja sin preguntar e Isabella asintió y la bebió en silencio.
No había comido nada en días aunque ni siquiera podía recordarlo y el hambre la hizo terminar el plato como si un cronómetro le estuviera contando el tiempo que le tomaba cada bocado. Lo caliente de la sopa le ayudó a su estómago.
—Tengo que ir a la empresa hoy —murmuró y Rosalie se levantó de la mesa
—Si me da unos minutos, estaré lista.
—Emmett puede llevarte. Si no te molesta quiero adelantarme. Hay cosas que debo resolver. Y ustedes parecen haber resuelto lo que sea que tengan entres ustedes
Sin dejar a Rosalie responder, Isabella se levantó y se fue. Rosalie no la miró alejarse, pero el suspiro de frustración que dejó sus labios le supo amargo. Era difícil ver a alguien consumirse de esa forma y no poder hacer nada.
Isabella no temblaba por la resaca y eso le preocupaba porque eso solo significaba que ella llevaba bebiendo demasiado tiempo. Era alcohólica. Y se estaba destruyendo a sí misma sin medir las consecuencias. Emmett se dejó caer en la mesa sorprendiéndola y Grace le sirvió un café que bebió en un parpadeo.
—¿Cuando estarás lista? —le preguntó untando una tostada con mermelada. Rosalie se levantó y bebió su café de un trago dejando la servilleta sobre su plato.
—En diez minutos —Emmett balbuceó algo ininteligible y ella solo negó alejándose de él hacia su habitación.
¿Debía mantener a Isabella cuerda haciéndola hablar de su historia? ¿Era esa la forma más fácil de hacer las cosas? ¿Había una forma fácil de hacerlas?
No lo sabía, pero si podía, al menos, intentarlo. No iba a rendirse. Ella no podía hacerlo, Isabella, su historia, se merecían un final feliz, y de alguna manera alocada quizás el universo se la concediera.
Emmett bebió otro trago de café antes de que Grace se aclarara la garganta incómoda tras él.
—Le está afectando —cerró las manos en puños y se recostó en la silla luego miró a la nada tocándose la barbilla. Él lo sabía, había visto la mirada de impotencia de Rosalie perdida en la puerta por la que Isabella acababa de usar para irse. Pero ella no entendía, nadie entendía que todos llevaban años con esa misma mirada. Todos lo habían intentado, pero nadie más que Edward podría devolver a la vida a Isabella y él llevaba en una cama en coma ocho años.
—¿Grace? —gruñó sin embargo, Grace movió una mano y varias personas empezaron a recoger la mesa; cuando todos salieron de la habitación ella se inclinó sobre Emmett y le puso una mano en el hombro.
—Ella me pareció débil cuando llegó. Sin embargo, ha escuchado la voz de Isabella más de lo que yo podría. Isabella está volátil, es preocupante, todo esto. Tenía años sin ver a Isabella actuar como si Edward acabara de caer en coma.
—Rosalie lo quiso así. Ella tomó una decisión y lo sabes. Nadie viene aquí a la fuerza. No a esta casa. Isabella está recordando su vida, es normal que esté actuando de esa forma.
—No todos estamos preparados para lo que Isabella representa, señor McCarthy. No la dejé sola. El infierno no es lugar para un ángel y esa chica lo parece. Isabella no había mencionado a Hyõ en años. Una tormenta se acerca y no se si estaremos listos esta vez.
Luego de eso, Grace se fue. Y es que como él lo había pensado antes, nadie podría entenderlo. Comprenderlo no era fácil. Grace tenía razón, una tormenta se acercaba y nadie estaba listo esta vez, ¿Como estar listos para el desastre? Él no era un salvador, era como Isabella. Y a Rosalie le quedaba poco tiempo para descubrirlo.
¿Estaban realmente todos listos para ver el infierno que iba a desatarse de cerca?
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Rosalie tomó su bolso molesta por el silencio en el que Emmett la había conducido a la empresa y cuando iba a bajarse del automóvil, Emmett le puso el pasador a las puertas del auto impidiéndoselo. Se giró para reclamarle, pero él no la miró. Tenía su mirada fija en la pared de concreto del parquímetro y las manos tan blancas como la cal. Parecía tan perdido en sus pensamientos y Rosalie supo que lo que iba a decirle no era fácil para él. Tenía el rostro de luto. Parecía hasta pálido y cansado.
Rosalie se recostó en su asiento y esperó, Emmett no la miró, siguió con la mirada perdida en el frente y los nudillos blancos.
—Vas a romper el volante del auto —le susurró y él sonrió saliendo de su trance aflojando el agarre del volante.
—Hay algo que quiero hablar contigo. No te quitaré mucho tiempo.
—Esperaba que no —le sonrió ella y él le devolvió la sonrisa, una sonrisa vacía, pero luego dejó de mirarle a la cara.
—Escucha, puede que lo que vaya a decirte no te guste, pero tengo que hacerlo.
Rosalie silbó y Emmett parpadeó aturdido y le frunció el ceño.
—No quería interrumpir, es solo que creo que vas a decirme que deberíamos dejar de ser amigos y…
Emmett se rió. Él se rió cuando Rosalie habló y luego se tocó los ojos y los restregó con sus manos pareciendo exhausto mientras buscaba en su mente las palabras sencillas para decirle a Rosalie que se fuera, que huyera. Que esa vida, la vida que ellos llevaban no era para ella.
—Parece que me equivoqué, de nuevo —le susurró ella trayéndolo de vuelta.
—Rosalie, lo que sabes de Isabella es solo la punta del iceberg. Lo que viene, lo que ella va a contarte es más que agónico y doloroso. Y esas palabras no describen lo que realmente vivió. La conozco y no es bueno que la escuches. Te hará daño. Preferiría que te fueras ahora a que te veas envuelta en esto.
—Es curioso que pienses eso cuando ella me dijo lo mismo de ti. Isabella me dijo que me harías daño.
Emmett sonrió y asintió
—Ella me conoce. Yo también lo hago. Y aunque suene repetitivo, la vida de Isabella no es para alguien cuerdo. Lo que vivimos, es digno de un psiquiátrico.
—Eso no va a asustarme Emmett. Escucha…
—No. Escúchame tú. Hablo en serio. Vas a odiar haber venido, vas a arrepentirte y créeme, yo…—Emmett golpeó su cabeza contra el asiento del auto y luego le tocó la mejilla para encontrar sus ojos. Sin medir sus impulsos acercó su rostro al de Rosalie y susurró —. Vas a odiarme y no quiero que lo hagas. El mundo no es bonito, la vida que llevamos, nuestro pasado, hay demasiado dolor allí. No quiero que te haga daño. Te alcanzará y dolerá demasiado.
Rosalie puso su mano sobre la de él y la apretó acercándose un poco más. Los dos respiraron el mismo aire y una electricidad que bien podía darle vida a una ciudad los sacudió a ambos.
—Salté ese precipicio hace tiempo Em. Estaré lista para el golpe cuando ese momento llegue. No te preocupes por mí.
—No quiero que te afecte, no quiero que un día despiertes y sea tarde. Te arrepentirás.
Rosalie deslizó su nariz sobre la de Emmett y sus labios se rozaron haciéndolos jadear.
—Ya es tarde. No puedo irme. No puedo dejarte o dejarla.
Emmett cerró los ojos y se alejó de Rosalie tapándose el rostro con las manos.
—No tienes idea de lo que dices.
—El que no tiene idea eres tú —le reclamó Rosalie molesta antes de alzar la voz —. Puedo parecer de cristal, pero no voy a romperme.
—¡No me estás entendiendo! ¿Me estás escuchando? ¿Te escuchas? Rosalie esto no será fácil, lo que sabes de por sí ya es peligroso. Sabes de Hyõ, de Gusano, de Lobo, de Randazzo. Sabes de René y Marissa, de Jane Vulturi. La historia de Isabella está llena de muchas cosas y lo que más abunda es muerte ¿Entiendes? Ni siquiera yo tuve el valor de escucharla hasta el final. Y descubrirlo todo es como abrir un portal al infierno y entrar —le gruñó Emmett y ella alzó los brazos golpeándole el pecho.
—El que no entiende eres tú. No voy a dejar a Isabella tirada solo porque me lo estás pidiendo de forma agradable. Esa no soy yo. Esto —los señaló a ambos y luego gruñó —. Esta "amistad" que tenemos no me haría irme. No ahora. Ella me necesita. Sé que tú también me necesitas.
—No vas a poder ayudarla, no eres un superhéroe. Esta no es una historia con un final agradable tu…
—Sé que no va a terminar bien. ¿Crees que no puedo ver? ¿Crees que no puedo ver sus ojos? ¿Crees que no sé que Isabella está muerta en vida? Que no tengo preguntas que solo un hombre que está en una camilla hace ocho años puede contestar. ¿Crees que soy lo suficientemente estúpida para no saberlo? ¿Crees que no escucho a Isabella subir cada noche como un fantasma esas escaleras para sentarse en el pasillo en donde está su esposo en coma? ¿Crees que no sé que se muere de miedo cuando alguien le sugiere entrar? —Rosalie abrió la puerta del auto y salió seguida por Emmett. Se detuvo frente a él y le golpeó el pecho —. El que no sabe nada y cree saberlo todo, Emmett McCarthy eres tú.
—No intentes salvar a Isabella de su oscuridad. Nadie puede hacerlo. Lo intentamos, Jasper, Alice, yo. Todos los que la aman. Y fue en vano.
—Puede que ustedes trataran traerla de vuelta a la vida, pero no es en ella en quien debieron enfocar sus esfuerzos. Ella merece contar su historia.
—Estás jugando un juego para el que no tienes fichas Rosalie. Vas a hacerte daño. No tienes ni idea de lo que esto es. Isabella, yo, Jasper. Todos incluyéndote tenemos una historia que fue trazada por sus hilos. Isabella no deja nada al azar.
—Dijiste que lo que sé era sólo la punta del iceberg ¿No?
Emmett retrocedió al ver la determinación brillar en los ojos de Rosalie. Dándose por vencido asintió. Rosalie dio dos pasos al frente y susurró:
—Estoy dispuesta a golpear a ese iceberg Emmett. Quiero oír esa historia. Completa esta vez. Y quiero romper el hielo que cubre el roto y destrozado corazón de Isabella.
—No me digas que no te lo advertí.
—No me pidas rendirme. No lo haré. Esa no sería yo.
Grace y Emmett quieren proteger a Rosalie pero es casi imposible cuando todas queremos como ella saber toda la historia. Todas quieren saber de Edward, y leer sobre él, sé que apenas hay pequeños fragmentos pero su momento llegará. Estamos cerca de su reaparición, y el golpeará el iceberg que Isabella tiene de corazón cuando se vean a los ojos. Pronto. Jo, como siempre, eres mi respaldo y sin ti está historia sería un borrador de locuras. Gracias a todas por leer esta hermosa historia. ¿Me dicen que les pareció? ¿Hay teorías de nuestra misteriosa señora?
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