Descargo de responsabilidad.
Canción de Hielo y Fuego no me pertenece, ni ninguna de las imágenes mostradas. Este fic fue creado por mí con el propósito de entretener.
Arya
Arya había dejado el Camino Real el día anterior, después de un ataque de los Capas Doradas, quienes buscaban a uno de sus amigos llamado Grendy. Yoren los había despedido fácilmente, enviándolos de regreso a la ciudad.
Los Capas Doradas buscaban a Grendy, pero él y Arya no sabían por qué. Al principio, Arya pensó que la buscaban a ella, ya que había escapado de Desembarco del Rey con Yoren para esconderse entre los reclutas de la Guardia de la Noche destinados al Muro, que la dejarían al pasar por Invernalia.
Ahora Arya estaba huyendo, pero no sabía por qué, y eso la molestaba, porque justo el día anterior se enteró de lo que Robb había estado haciendo y de cómo ganaba batalla tras batalla contra los Lannister. A su hermano lo llamaban el Lobo de Invierno, porque según quienes estaban cerca de él, a su lado se respiraba hielo y crueldad como en el invierno.
Arya no creía tales tonterías, Robb no era cruel, era igual que su padre. Su único defecto era que siempre estaba junto a Theon Greyjoy, un bocazas que siempre presumía de las chicas que había enamorado...
—Viene gente —dijo Yoren mirando hacia adelante desde el frente de las carretas.
Ellos iban a paso lento, justo por estas carretas, pensó Arya, que se apresuró a mirar hacia atrás, al igual que los demás, esperando ver a los Capas Doradas con un ejército detrás de ellos, aunque Yoren dijo que pasarían días antes de que dieran su informe, y no habían pasado ni siquiera dos.
—No por detrás, por delante —gritó Yoren, haciendo señales para que se apartaran. Arya finalmente sintió el movimiento del suelo y escuchó a los caballos.
«Es un ejército», pensó Arya alarmada.
Arya se apresuró a ayudar con las carretas. Ella ya estaba nerviosa y no quería problemas con ningún ejército, porque quería llegar junto a Robb lo más rápido posible.
—Niño, si no puedes con una simple cesta, aparta de aquí —gruñó un cazador enojado cuando Arya intentó aligerar la carreta quitando una cesta, pero estaba más pesada de lo que pensó, ya que tenía verduras dentro.
Arya se avergonzó y se enfureció, pero Grendy se apresuró a ayudarla, lo que la hizo morderse el labio. Ella habría insultado a cualquiera que la subestimara, pero este grandulón ahora era su amigo, y sentía que podían ser aliados porque a ambos los perseguía la reina.
Arya decidió mantener la paz y apartarse, como le dijeron. Grendy, que parecía un toro, casi logra empujar una carreta él solo. Arya hizo una mueca, si ella fuera tan fuerte, la reina no podría perseguirla, porque ya los habría matado a todos.
…
Cinco minutos después de escuchar a los caballos, vieron al ejército acercarse. Era una tropa de hombres a caballo, pero no eran caballeros, sino que usaban pieles y barbas espesas. Eran norteños, pensó Arya con el corazón en la mano, aunque no portaban banderas norteñas, sino el estandarte de la Fe de los Siete.
Arya fijó su mirada en su líder, un hombre gordo, calvo y con bigotes gruesos, que viajaba al frente de una fila de cuatro caballeros y detrás del portador del estandarte de la Fe. Le seguía toda una tropa de hombres en armadura que se extendía por la curva del camino del frente, ocupando todo el espacio.
El ejército los miró y su líder ordenó detenerse al ver a Yoren. Él se bajó del caballo y fue a saludarlo con cortesía, por lo que Arya confirmó que eran norteños.
El hombre calvo habló unos pocos minutos con Yoren, hasta que un cuervo voló a su hombro y lo hizo dar un respingo. Luego, para horror de Arya, el cuervo voló del hombro del hombre gordo y fue directo hacia ella para pararse en su cabeza.
Arya manoteó y sacó su espada de madera para golpear al cuervo, pero este ya había volado, chillando por encima de ella. Mientras esto sucedía, el hombre gordo la miraba con sospecha… bueno, todos la miraban.
Arya trató de espantar al cuervo lanzándole su espada para que dejara de chillar a su alrededor, pero el pájaro la esquivó con facilidad y siguió chillando.
Arya observó que más norteños bajaban de sus caballos y se apresuraban a hablar con el hombre gordo, de vez en cuando mirándola a ella. Arya se asustó un poco, pero Yoren le hizo una seña disimulada para que se mantuviera en calma y el cuervo dejó de chillar sobre su cabeza, y se posó en una rama alta de uno de los muchos árboles que hacían sombra en el camino.
Después de un par de minutos, la discusión entre los norteños se volvió algo acalorada y uno de ellos dio un silbido para hacer señales a los demás. Un minuto después, un caballo a galope, en el que montaba una septa, se apresuró hasta los demás hombres.
El hombre gordo se aclaró la garganta con incomodidad y la señaló a ella, dejándola inmóvil. Yoren se apresuró a caminar hasta el hombre y a pedirle explicaciones. El hombre calvo colocó su enorme brazo sobre el hombro de Yoren y le habló en silencio. Yoren pareció disgustado un momento y luego asintió, mirando a Arya.
—Niño, ve detrás de esos árboles con la septa —gruñó Yoren. Eso era una orden.
Arya dudó si debía salir corriendo; era evidente que pretendían comprobar si era un niño.
—Tu hermano ha enviado por ti, deja de ser desconfiada y ve con la septa, ella está más en peligro por tu olor que tú de ella —reprendió Yoren y sus compañeros de viaje soltaron risas nerviosas.
Arya estaba aturdida con la declaración de Yoren y no se resistió cuando la septa se acercó y la llevó a diez metros detrás de un gran árbol para bajarle los pantalones y luego subírselos nuevamente, y salir de detrás del árbol tomándola de la mano, llevándola hasta Yoren y los norteños.
—Es una niña —declaró la septa. Los cinco hombres, incluyendo al calvo, fijaron miradas de sospecha sobre ella.
—¿Segura? —le preguntó el calvo a la septa.
La septa lo miró a los ojos en absoluto silencio. El hombre calvo se removió incómodo y se apresuró a arrodillarse frente a Arya.
—Leidy Arya, soy Wendel Manderly, segundo hijo de Wyman Manderly, señor de Puerto Blanco y abanderado de vuestro hermano Robb, el Lobo de Invierno. Estoy en misión de paz para rescatarla a usted y a su hermana, Lady Sansa Stark. Por favor, disculpe nuestra brusquedad —dijo el gordo.
—¡No soy una Lady! —chilló Arya, despertando de su aturdimiento y sintiéndose furiosa.
—Ah, eso… vuestro hermano dijo que dirías justo eso. Parece que tenemos a la persona correcta. Hombres, armaremos el campamento en este lugar para ponerle una tienda, y ustedes, las septas, se encargarán de limpiar un poco el polvo del camino que nuestra dama ha recogido en su aventura —dijo el hombre, ignorándola por completo. Los hombres asintieron con serenidad.
Arya, que sabía lo que vendría a continuación, trató de huir, pero fue inútil porque la septas trajeron a toda una compañía más de septas, debían ser más de veinte. Después de que les armaran una carpa, sumergieron a Arya de pies a cabeza en agua y jabón. Los cepillos, esponjas y pieles de fregar no faltaron. Arya chilló y pataleó, pero fue inútil.
…
Dos horas de tortura después, Arya estaba vestida, peinada y le habían echado agua de colonia.
Arya no se había resistido cuando la vestían, porque sus ropas eran pantalones. Pantalones de una tela suave y cómoda, combinados con botas de piel de lobo blanco, una túnica manga larga y un jubón de la misma tela con un huargo blanco de ojos azules.
Arya no podía creerlo. Las septas le ajustaron un cinturón de cuero con la espada Aguja envainada en él. Cuando el ejército de septas la capturó, Arya se había despedido de Aguja, jurando vengarse por su espada, pero ahora se la habían devuelto e incluso le daban un cinturón para llevarla.
Arya creyó que estaba soñando y se pellizcó la mejilla con fuerza. Dio un respingo; definitivamente, no estaba soñando.
—Leidy Arya, vuestro hermano envía sus saludos y espera que disfrutéis vuestros regalos. También os manda a decir que no os preocupéis por vuestra madre y hermanos, porque todos están bien —informó la líder de las septas, dejándole paso para que viera la puerta de salida.
Arya le dedicó una mirada de incertidumbre.
—Solo recordad que cada vez que os ensuciéis, terminaréis sumergida en agua y jabón, para eso nos envió vuestro hermano —dijo la septa con una brillante sonrisa, mientras le mostraba dos cajones llenos de ropas parecidas a las que ella llevaba.
Arya se estremeció de pies a cabeza y empezó a creer que su hermano Robb en verdad se había vuelto malvado.
—Por favor, adelante. Nadie os hará daño, estamos en una misión de paz, a vista de los siete —dijo la septa, ofreciéndole una sonrisa que le hizo dar escalofríos.
Arya nunca había conocido a una septa que sonriera, por lo que se sentía como algo sobrenatural. Además, esta mujer tenía unos brazos demasiado musculosos y cuando la sostenía, sus manos parecían garras inamovibles.
Arya se apresuró a salir de la tienda para escapar de ella, pero tuvo mucho cuidado de no ensuciarse. Tenía miedo de ensuciarse, pensó Arya asqueada de sí misma, pero sin poder hacer nada para evitarlo.
Al salir de la carpa, Arya vio que ya habían armado el campamento y los norteños asaban carne junto a Yoren. Arya iba a caminar hacia él para reclamarle por haberla dejado en manos de las septas que no eran septas, cuando se fijó que había una jaula junto a Yoren y los norteños.
En la jaula, estaba un hombre alto que llevaba ropas rojas con el león de los Lannister en el pecho. Tenía cabello dorado y ojos verdes. Arya sacó a Aguja y se lanzó al ataque al reconocer a Jaime Lannister, pero un segundo después, estaba colgando por el cuello de su túnica y siendo el objetivo de las risas de todo el campamento.
Arya miró hacia atrás para ver, sin ninguna sorpresa, que la líder de las septas la había sujetado del cuello de su túnica y la sostenía con una sola mano mientras le dedicaba una sonrisa torcida.
—Él es un prisionero de vuestro hermano. ¿Queréis tirar su honor por el suelo matándolo en su celda? —preguntó la septa. Arya se mordió el labio. Ella no había pensado en eso.
—¡Los Lannister le cortaron la cabeza a padre! —dijo Arya, odiándose a sí misma cuando su voz se quebró y salió llorosa.
—Lo sé —fue lo único que dijo la septa, y la colocó de nuevo en el suelo para pararse como una estatua a su espalda.
Arya entendió que esta septa que no era una septa había sido enviada allí como su guardaespaldas. Arya guardó a Aguja de mala gana y se acercó a los norteños y a la jaula.
—Leidy Arya, ¿está segura de que es una Stark y no una niña osa? —preguntó Wendel Manderly, provocando muchas risas.
—Yo diría que tiene cierto parecido con la Osa Mayor, Dasey —apoyó un soldado.
—Y yo diría que hablan demasiado —dijo la septa a su espalda y los hombres se atragantaron.
—Leidy… —Wendel se atragantó cuando la septa gruñó—. Digo, septa principal, solo estábamos bromeando, es claro que la niña es un lobo, al igual que su hermano.
—Su hermano es más serpiente que lobo —gruñó la septa, y Arya notó gran ira en su voz. Ser Wendel carraspeó.
—El lobo de invierno es un hombre honorable y compasivo, por eso cambia al matarreyes por su inocente hermana Sansa, actualmente prisionera del engendro bastardo de la reina Cersei —declaró como si leyera de un libro.
Los norteños asintieron apresuradamente. Ser Wendel miró al matarreyes, que lucía… deprimido.
—Di tu parte, matarreyes. El matarreyes suspiró con fastidio.
—Yo embestí, no era un prisionero cuando el lobo de invierno disparó a mi brazo —dijo con fastidio. Wendel Manderly asintió satisfecho.
—Lo ves, septa, nuestro señor es un hombre honorable —dijo y levantó una jarra de cerveza, que fue saludada por otras decenas a su alrededor.
Arya no entendía nada. Yoren hacía muecas, pero se veía que él tampoco entendía nada. Sin embargo, Arya sí escuchó y entendió una parte, por lo que corrió al lado de la carreta desde donde se veía el brazo de la espada de Jaime Lannister.
Arya vio el brazo envuelto en vendas tras vendas, que se amasaban sobre tablillas de madera, que inmovilizaban el brazo hasta el hombro. Arya sonrió.
—¿Robb te aplastó el brazo cuando te capturó? —preguntó Arya con satisfacción, porque antes de que mataran a su padre, este Lannister lo hirió gravemente en la pierna, dejándole convaleciente, quizás por eso fue capturado con facilidad.
Jaime Lannister la miró de arriba abajo y se llevó la mano izquierda a la cara para cubrírsela.
—Dioses, ¿cuánto más deberé sufrir con estos locos? —suspiró el matarreyes con una voz cargada de impotencia.
—Mi señora, su hermano es alguien honorable, no haría algo así a un prisionero de sangre noble como ser Jaime, son puras invenciones de gente sin oficio —declaró Wendel Manderly y miró de nuevo a Jaime Lannister.
—Yo ataqué —gruñó el matarreyes.
Wendel Manderly asintió con satisfacción. Arya podía ver que su hermano le había aplastado el brazo al matarreyes y después lo torturó de alguna forma para que dijera que sucedió en batalla.
A Arya le daba igual las tonterías sobre el honor, a ella solo le importaba su familia y lo que era justo. No le importaba lo que le hicieran a personas como los Lannister, que habían matado a su padre, por lo que miró con satisfacción el brazo aplastado del matarreyes y se sintió orgullosa de su hermano Robb.
…
—Buuuuu… Buuuuu —Arya se despertó y de un salto, ya empuñaba a Aguja, mirando a todos lados en busca de enemigos que hicieran… Buuuuu.
Arya se estremeció. Ella estaba sola en la oscuridad de su gran tienda. Por supuesto, había un ejército fuera, pero el sonido vino de dentro.
—Buuuuuu. Buuuuu…. ¡Ay! ¡Eso duele! —se quejó la voz de Bran.
—Compórtate o llamaré a tu hermano —advirtió una voz grave que Arya no reconoció.
—¿Bran? —preguntó Arya en un susurro nervioso.
—Estoy arriba de ti —dijo Bran con fastidio—. Gallina, si le tienes miedo a la oscuridad, por poco atraviesas el techo de la carpa con ese salto —acusó Bran, pero al gotear para arriba, Arya solo vio la sombra de un cuervo y sus ojos negros mirándola.
Arya parpadeó, y su cerebro llegó a una conclusión rápida.
—Bran, te convertiste en un cuervo, fuiste tú el que me encontró —dijo Arya con emoción.
Bran no habló por varios segundos y luego se echó a reír. Él sonaba como si se estuviese sosteniendo la panza, pero el cuervo seguía inmóvil, por lo que Arya concluyó que su primera conclusión era errónea.
—Que tonta, solo es un cuervo, pero puedo controlarlo, porque soy un verdevidente, y puedo controlar a cualquier animal —explicó Bran con la voz llena de orgullo—. Tú también tienes magia, Robb, Rickon, y hasta Sansa, pero solo son cambiapieles comunes, no pueden compararse conmigo —dijo con arrogancia.
Arya, que había escuchado los cuentos de la vieja Tata, sabía lo que era un cambiapieles, pero no recordaba qué era un verdevidente.
—¿Qué es un verdevidente? —preguntó Arya con fastidio para ver de qué presumía su tonto hermano menor.
—Qué tonta, ni siquiera sabes lo que es un verdevidente —se burló Bran con tono despectivo—. Los verdevidentes eran los magos de los niños del bosque. ¿Recuerdas ahora? —preguntó.
Arya recordaba a los niños del bosque, que hablaban con los árboles, los animales, veían el futuro y vivían en el bosque.
—Felicitaciones —dijo Arya de mala gana.
En realidad le parecía aburrido, pero su hermano estaba feliz, y ella estaba feliz de hablar con él.
—¿Es Arya? —preguntó la voz de Rickon.
—¡Rickon, vete a dormir, harás que venga el maestre Luwin! —se quejó Bran.
—No, quiero hablar con Arya. Hola Arya —dijo la voz soñolienta de Rickon.
Arya apretó los labios y contuvo sus lágrimas.
—Hola Rickon —dijo Arya. Bran resopló molesto.
—Hodor, vigila que no venga el maestre Luwin —ordenó Bran.
—Hodor —escuchó Arya la voz lenta de Hodor y sus lágrimas se derramaron.
—¿Por qué estás llorando? —preguntó Bran.
—Arya abrió mucho los ojos y se apresuró a limpiarse la cara.
—No estoy llorando —mintió Arya.
—Mentirosa, estás llorando, puedo ver tus lágrimas saliendo, los cuervos tienen buena vista —dijo Bran.
Arya comprendió que ella y Bran no eran iguales y él sí podía verla.
—¡Me cayó basura en los ojos! —gruñó Arya.
—Mentira, estabas llorando por nosotros —gruñó Bran.
—¡No es cierto! —gruñó Arya.
—Si es cierto, nos extrañabas —gruñó Bran.
—Tú también estás llorando —acusó Arya al oír su voz quebrada.
—Mentira, no puedes ver nada, Robb apenas puede y lleva meses practicando —aseguró Bran.
—Los dos están llorando —se burló Rickon.
—¡Rickon! —reprendieron Arya y Bran al mismo tiempo. Rickon se rio con alegría.
—Llorones —se burló Rickon.
—¡Hodor, atrápalo! —gruñó Bran.
Lo siguiente que escuchó Arya fueron los pasos pesados de Hodor llamando "Hodor" y los pasos ligeros de Rickon gritando por todos lados que no podían atraparlo, porque era el lobo peludo, y los gritos de Bran para que se detuviera y dejara de gritar. Pero después de unos minutos, se oyó un ruido y Rickon se quejó, parecía que lo habían atrapado.
—Joven Bran, ya se lo he dicho, debe dormir, o se lo diré a su hermano —dijo la voz del maestre Luwin.
Arya derramó más lágrimas.
—¡Nos atraparon por tu culpa! —acusó Bran.
—Maestre Luwin, Bran ha encontrado a Arya —chilló Rickon.
—¿Eso es verdad? —preguntó el maestre Luwin con tono esperanzado.
—Ella estaba en camino al ojo de dioses, cómo dijo Robb —dijo Bran de mala gana—. Ser Wendel está con ella, yo la reconocí al verla, aunque estaba disfrazada de mendiga —dijo Bran con orgullo. Arya apretó los puños con furia.
—No estaba disfrazada de mendiga, estaba disfrazada de niño —corrigió Arya.
—Arya dice que no estaba disfrazada de mendiga, sino de niño —dijo Rickon.
—Pero si era evidente que era Arya, solo se cortó el pelo, ¿cómo podía estar disfrazada de niño? —se quejó Bran—. Además, he visto muchos mendigos y ella estaba disfrazada de mendiga, incluso tenía pulgas en el cabello —aseguró Bran.
Arya se avergonzó y se mordió el labio.
—Es que tuve que dormir con los perros de la calle —confesó Arya.
—¿De verdad? —preguntó Bran con emoción, seguido de Rickon.
—¿Qué? —preguntó el maestre Luwin.
—Arya dice que tenía pulgas, porque tuvo que dormir con los perros de la calle —dijo Rickon. Arya se dio cuenta de que no debió decir eso.
—Eso es terrible —dijo el maestre Luwin con pesar.
—¿Qué más hiciste? ¿Cómo escapaste de la fortaleza roja? —preguntó Bran.
Arya recordó cómo hundió a Aguja en la barriga del mozo de cuadras y se le revolvió el estómago.
—¡Arya se siente mal! —dijo Rickon alarmado.
—Ella mató a un mozo de cuadras para escapar, le hundió a Aguja en la barriga, porque él quería entregarla a la reina Cersei —dijo Bran conmocionado.
—¡Dioses! —exclamó el maestre Luwin.
—Bien, Arya, ¡mátalos a todos! —alentó Rickon.
—Joven Rickon, no digas esas cosas, están mal —reprendió el maestre Luwin.
—No están mal, ellos mataron a padre, hay que matarlos a todos —se quejó Rickon.
—Joven Bran, has vuelto a desobedecer —dijo la voz grave que Arya no reconoció.
—Solo quería saber por qué se siente mal —se excusó Bran, y Arya se dio cuenta de que estaba llorando.
—Joven Bran, por favor cálmate, mandaré a traerte un jugo —dijo el maestre Luwin.
—No, no quiero dormir —se quejó Bran, que seguía llorando.
—Duerme, es mejor así —aconsejó la voz grave, y Arya sintió como si algo saliera de ella.
—Esto es un problema —dijo la voz grave en su cabeza.
Ella ya no podía oír a Rickon ni al maestre Luwin.
—¿Qué es un problema? —preguntó Arya con preocupación, porque Bran no sonaba bien.
—¡Tu hermano y todos ustedes son un problema! —se quejó la voz grave y cansada—. Cada vez que habla con uno de ustedes, obtiene más poder, porque se abren a él sin ninguna protección. Tu hermano solo tiene ocho años y es un niño muy sensible, no tiene tu carácter ni el de tu pequeño hermano Rickon, ni siquiera el de tu hermana Sansa, el ver cosas como estas le afecta más que a todos ustedes.
»No es que no pueda con ello, pero su poder es demasiado grande, y sus emociones desatadas le ponen en grave peligro —dijo la voz.
—¿Quién eres tú? —preguntó Arya con sospechas y casi pudo ver a un anciano sonriéndole con amargura.
—Sí, de esta forma es como debes reaccionar cuando alguien se acerca a tu mente —se quejó la voz—. Soy un verdevidente, como tu pequeño hermano. Me llaman el Cuervo de Tres Ojos, pero estoy demasiado viejo y cansado para ser el niñero de tantas… criaturas —agregó al final.
—¿Y Robb? —preguntó Arya.
—Ah, tu hermano Robb —dijo el Cuervo de Tres Ojos con molestia—. Si muero antes de mi hora, tu tonto hermano mayor será la causa de esa muerte —dijo y con un suspiro cansado de pesar, se fue.
Arya se quedó sola bajo la mirada del cuervo, que ladeó la cabeza mirándola. Arya entendía ese gesto, y buscó en sus bolsillos, de dónde rescató un trozo de carne y se lo ofreció. Ella no sabía cómo, pero este cuervo le permitiría hablar con su familia, y ella cuidaría de él con esmero. El cuervo se apresuró a posarse sobre su cabeza, y Arya le dio el trozo de carne asada.
…
Tyrion
—Wendel Manderly, segundo hijo de Wyman Manderly. Leidy Arya Stark, hermana de Lord Robb Stark —presentó el portavoz, y Tyrion parpadeó desde su posición a los pies del Trono de Hierro, y al lado de su hermana Cersei.
Cersei le dirigió una mirada interrogativa al portavoz, y él miró el pergamino que le habían pasado sus invitados y asintió para confirmar que eso decía. Joffrey, que estaba más arriba, sentado en el Trono de Hierro, gruñó con disgusto, pero si se atrevía a estropear esta negociación por su hermano, su señor padre lo colgaría de las pelotas, y su madre debió advertírselo, porque no dijo nada.
Habían pasado apenas catorce días desde que les llegó la carta de intercambio y ellos respondieron. A Robb Stark le tomaría un mínimo de dos días recibir la carta y enviar a su hermano.
El viaje desde Aguas Dulces a Desembarco del Rey debía tomar al menos dos semanas a caballo, pero ellos llegaron allí catorce días después de recibir la primera carta, y traían carretas y suministros que debieron haber hecho más lento su marcha. Tyrion concluyó que ya habían enviado a toda esta gente antes de que ellos aceptaran el intercambio, por lo que hizo una mueca, y de nuevo oyó esa vocecita que le invitaba a detener este trato.
Tyrion se contuvo, ya no había nada que hacer. Él miró hacia la entrada de la sala del trono, donde un hombre alto, gordo, calvo y con bigotes de morsa, que llevaba una armadura recién pulida, caminaba con el pecho inflado, al lado de una niña que llevaba el cabello castaño corto y extrañas ropas para una niña, que consistían en un pantalón, botas de cuero adornadas con motas de pelo blanco, túnica manga larga y un jubón con un lobo huargo grabado en su pecho. El lobo tenía los ojos azules y le recordaba al lobo del sello que tenía aquella carta de intercambio.
El hombre caminó henchido de orgullo, pero la niña tenía una mirada asesina puesta sobre todos ellos y llevaba su mano izquierda sobre la espada que estaba en su cintura. Su actitud era una violación clara del protocolo, pero antes, el mismo Joffrey había gruñido, y eso tampoco seguía el protocolo para un intercambio pacífico.
—¿Dónde está mi hermana? —preguntó la niña con arrogancia al llegar en frente del trono.
Wendel Manderly carraspeó, y la niña dio un paso atrás apretando los dientes con furia contenida. Wendel Manderly sacó un pergamino y empezó a leer, especificando las condiciones del acuerdo que ambos firmaron.
…
—¡Estamos de acuerdo! —gruñó Joffrey desde su trono.
Él no estaba para nada de acuerdo; el engendro acostumbraba a mandar a golpear a Sansa Stark y no quería que se la quitaran de las garras. Tyrion sentía cierto asco al compartir la idea de que no debían dejar ir a Sansa.
Wendel asintió con calma y miró hacia atrás, donde un par de septas avanzaron, escoltando a su hermano, Jaime Lannister, que llevaba ropa apropiada para su estatus, con los colores de su casa y un león dorado bordado en el pecho.
Su hermano llevaba el brazo derecho entablillado y vendado, pero no parecía haber sufrido mucho; incluso le parecía más gordo, Tyrion supuso que sería la falta de ejercicio. Lo que sí notó fue su expresión de fastidio, y quizás algo de tristeza, lo que no era extraño, considerando que su hermano amaba a su espada y su oficio de espadachín.
—De acuerdo con el intercambio establecido, ser Jaime Lannister es presentado ante ustedes sin que se le haya causado ningún mal evidente u oculto —leyó Wendel Manderly y le dirigió una mirada significativa a su hermano.
Tyrion se tensó porque en este momento sabrían si el brazo de su hermano fue aplastado al ser capturado, lo que de forma absurda tranquilizaría a Tyrion, o si fue en una batalla, lo que le haría imposible conciliar el sueño a partir de ahora.
Jaime hizo una mueca mirando a toda la corte real, a sus hermanos de la guardia que protegían el trono, a él, a Cersei, a Joffrey, a los lores y damas que atestiguaban su entrega y, por último, a sus captores.
—Yo atestiguo que no recibí daño alguno durante mi tiempo como prisionero, y la herida de mi brazo la recibí en batalla, cuando me vi rodeado de enemigos y decidí atacar a Robb Stark, conocido como el Lobo de Invierno, quien disparó un par de virotes hacia mí, golpeándome en el brazo —concluyó su hermano con una mueca.
Tyrion se quedó aturdido. Ese era un discurso aprendido y leído hasta el hartazgo. El Stark en verdad no tenía honor, le había aplastado el brazo a su hermano cuando este era su prisionero. Cersei también se dio cuenta y rechinó los dientes.
—Se lo merece —murmuró la niña, y Cersei, que la escuchó, pretendió lanzársele encima, pero Tyrion la pescó del vestido y la echó para atrás.
—¡Es solo una niña! —le recordó entre dientes. Cersei gruñó, pero logró contenerse.
—¡En verdad esto sucedió en batalla! —reprendió Jaime ante la ola de murmullos que ocasionó su declaración.
—¡Por supuesto! Mi señor, Robb Stark, es un hombre honorable, incapaz de torturar a un prisionero bajo su cargo —declaró Wendel Manderly, haciendo que las damas de la corte se escandalizaran.
Cersei se puso pálida al saber que también habían torturado a su gemelo y hermano favorito.
—Gracias, ser Wendel, le debo un favor, espero que un día pueda pagaros —amenazó su hermano con un gruñido.
Tyrion no sabía qué métodos de tortura usaron en su hermano, pero este se enorgullecía de ser un tipo duro, no había forma de que se alegrara al ver cómo pregonaban a los cuatro vientos que había sido torturado, y para los que eran más listos, también estaba la insinuación velada de que él había cedido a esa tortura con tal de ser liberado, lo que sería una doble vergüenza.
Sí, si su hermano se encontraba otro día con este calvo con bigotes de morsa, ese sería su último día. Wendel Manderly asintió, sin parecer entender nada, y miró al rey.
—¡Nuestra parte está hecha y el prisionero está presente! —declaró—. Ahora por favor, traigan a la niña, Sansa Stark, para hacer el intercambio por Jaime Lannister, a ojos de los dioses y los testigos presentes —declaró Wendel mientras la cara de su hermano se ponía roja de furia; por fortuna, el par de septas eran más fuertes de lo que parecían y evitaron que su hermano saltara para estrangular a Wendel Manderly.
—¡Bastardo! —chilló Joffrey, hasta él se dio cuenta de cómo su hermano fue humillado.
Tyrion frunció el ceño mirando a Wendel Manderly. Nadie podía ser tan estúpido sin ser algo intencional. Ese calvo con bigotes de morsa, no era lo que aparentaba ser.
—Sobrino, por favor, cálmate, ¡estamos en un acto de paz, todos debemos mantener la calma! —ordenó Tyrion en voz alta y amenazadora, por lo que los murmullos y acusaciones cesaron de inmediato—. ¡Traigan a Sansa Stark! —ordenó, decidido a terminar esto lo antes posible, antes de que el honor de su hermano terminara por los suelos.
Ser Arys se apresuró a salir escoltando a Lady Sansa, que llevaba un vestido con los colores de su casa y un prendedor de lobo huargo adornando su cuello. No había dado tiempo para bordar el escudo en el vestido, y esta niña no tenía ninguno, o los había roto Joffrey en alguno de sus muchos arrebatos, cada vez que le llegaban noticias del Lobo de Invierno y sus hazañas.
—Como Mano del Rey, es mi deber presentar a Lady Sansa Stark, quien ya ha sido nuestra respetada invitada durante los últimos meses, y que en ningún momento se le trató como prisionera, siempre respetándola como la dama de noble cuna que es —declaró Tyrion, haciendo las pausas adecuadas para no dar un discurso como el de su hermano o el de Wendel Manderly, que prácticamente les declaró a todos que habían hecho lo que les dio la gana con su hermano, y este tuvo que aceptarlo.
—Yo, Sansa Stark, de la casa Stark, declaro que he recibido un trato justo —dijo Sansa con propiedad.
Ese fue el discurso que le dio Tyrion; no quería arriesgarse a que la chica empezara a llorar y acusara a Joffrey en público.
—Le creemos, Leidy Sansa —dijo Wendel Manderly con una sonrisa sincera—. Y le aseguro, que su hermano, Robb Stark, el Lobo de Invierno, y señor del norte, le dio un trato cien veces más justo del que recibió usted a manos del rey Joffrey, a ser Jaime Lanister —declaró Wendel Manderly con un tono seco y cortante.
Sansa dio un pequeño respingo al escuchar el nombre de Joffrey y su trato para ella, y con inocencia miró directamente el brazo de su hermano Jaime. Tyrion sintió ganas de llorar, cuando se hizo el silencio absoluto en la sala.
"A mi señor padre le dará un infarto al enterarse de lo sucedido en este intercambio," pensó Tyrion.
…
—¡Son todos estúpidos! —rugió Jaime, aporreando su brazo sano contra la mesa del consejo privado—. ¿Cómo demonios se les ocurre pedir un intercambio de mí, por una niña a los pies del trono de hierro?
—¡No pensaron que tal vez, no querría que nadie viera como me ponen al mismo nivel de una mocosa! —reprendió Jaime con indignación.
Tyrion no pensó que fuera tan grave en ese momento, y hasta le pareció buena idea, pero les habían jugado en su propia corte, y desparramado el honor de su hermano en frente del trono de hierro, y también, hicieron que el rey, quedara como un animal que golpea a las damas bajo su protección. Lo cual era verdad, y mucha gente lo había visto, incluso cuando él llegó lo vio, pero nadie tenía que saberlo de forma oficial.
—Tío ese bastardo te torturó…
—¡No fui torturado! —gritó Jaime con verdadera furia, haciendo que Joffrey se estremeciera en su silla.
Y no fue el único, hasta Cersei que disfrutaba enfurecer a la gente, estaba en silencio, ni se diga de Meñique y Varys que podían perder la cabeza, si su hermano se enfurecía demasiado.
—Y esto —dijo levantando el brazo derecho con una mueca de dolor—. ¡Fue hecho en una maldita batalla, métanselo en la cabeza de una vez! —gritó, y volvió a su silla para sentarse con una expresión de dolor en el rostro.
—¿Quieres leche de amapola? —preguntó Cersei.
—Sí —respondió Jaime en un tono apagado, y Tyrion sintió su corazón destrozado, cuando vio que su hermano por poco se hecha a llorar.
«Robb Stark es un monstruo», pensó Tyrion. Él jamás había visto a su hermano parecer cansado y derrotado, apunto de echarse a llorar de impotencia.
…
—Robb Stark es un monstruo, debemos pactar la paz —dijo su hermano cinco minutos después, tras tomar un trago de leche de la amapola, que le entregó Pycelle con manos temblorosas.
Tyrion se quedó aturdido, por varios segundos.
—¿Qué? —preguntó Tyrion, conmocionado.
—No podemos ganar está guerra, no saben las cosas que he escuchado, el desgraciado me las ha contado, para torturarme, sabiendo que no puedo decirlas, aunque las diga, nadie va a creerme —dijo su hermano en tono apagado.
Tyrion sintió un escalofrío de pies a cabeza. Su hermano había dicho que Robb Stark era un monstruo repitiendo sus pensamientos. Ahora les decía que le torturaba de formas que ellos ni siquiera creerían. Eso era algo realmente espeluznante.
—No podemos rendirnos, Ned Stark ha muerto, y la consigna del norte es "Stannis es venganza" —explicó Tyrion.
Desde la primera vez que Robb Stark jugó a su señor padre, Tyrion supo que debían pactar la paz, y hasta su señor padre se dio cuenta de que no podían ganar esta guerra. Pero Ned Stark había muerto, y ya no había vuelta atrás. El norte quería sus cabezas, y según decían, ya se dividían las tierras del oeste y las minas de oro entre sus casas.
Tyrion nunca pensó que con la muerte de Eddard Stark, también muriera el afamado honor de los norteños, que los convertía en bestias predecibles, con las que aún teniendo una pérdida en batalla, tras algunos sacrificios del honor y el deber, aún se podía ganar. Pero ahora se enfrentaban a un norte despiadado, vengativo, astuto y demasiado cruel.
—Entonces rueguen para que nuestro final no llegue entre sus manos —dijo su hermano levantándose y marchándose con la moral por los suelos, pues hoy, Robb Stark, le había quitado absolutamente todo por lo que alguna vez se sintió orgulloso.
NA 1: Como pensé el POV de Jaime y también el de Sansa quedaran para el siguiente capítulo. Allí veremos qué fue lo que pasó con Jaime desde su captura en estos casi dos meses desde la batalla del Bosque Susurrante.
NA 2: Aclaraciones. No sé si es la traducción, pero por sus comentarios, puedo ver que algunos se preguntan cuál es el problema, en que Robb le disparara al brazo de la espada de Jaime Lannister cuando este pretendía matarlo.
Bien, no hay ningún problema en esto, porque es una batalla. El problema es que se corrió el rumor de que Robb le aplastó el brazo después de capturarlo, y eso significaría que ha atacado a un prisionero noble bajo su custodia, y eso sí es un asunto grave, en especial en el norte. Recuerden que Robb le cortó la cabeza a Rickard Karstark por algo similar en los libros.
También preguntan por qué solo pidió a Sansa. Ahora han visto que Jaime fue cambiado por una niña a los pies del Trono de Hierro, una desgracia para él, y en el siguiente capítulo, verán por qué esto fue el último clavo en el ataúd del orgullo de Jaime, y por qué casi se echa a llorar. Trataré de editarlo para el día siguiente, al que publique este, aunque con las menciones a muertes y torturas en este capítulo, ya preveo que mi editor, Chat GPT, se va a poner en huelga.
Ayer estaba tratando de traducir el primer capítulo usándolo, y apenas llegó a la mención del asesinato del rey Robert Baratheon, se negó a traducir, por lo que mi intento de traducción llegó hasta allí.
Si alguien conoce una solución para este problema, envíeme un mensaje, me facilitará la vida. Ya me sugirieron Freedom GPT, que corrige cualquier cosa, pero los requisitos mínimos son una computadora con diez gigas de RAM. Yo edito en mi celular, y mi computadora es una Canaima, con 512 MB o 1 GB de RAM, por lo que esa opción no está disponible.
NA 3: Por último, recuerden, si es un rumor, es un chisme, algo que la gente dice, por favor no comenten diciendo que se dijo tal y cual cosa, si lo que se dice es un rumor. Para aclarar los hechos, siempre esperen el POV del personaje en cuestión. Por favor, no saquen las cosas del contexto en que son mencionadas.
Nota post edición: como supuse hubo problemas, pero no muchos, de forma increíble, Chat GPT no tiene problemas para corregir un texto donde una niña mata a una persona, pero mencionar el asesinato del rey sí. Por supuesto, mencionar torturas también me dio problemas.
NA: No olviden dejar sus comentarios, marcar como favorito, seguir y suscribirse.
