Cap.2 Pequeño pero desagradable susto

Cepillaba el cabello de la mujer mayor con cuidado de no estirar demasiado, luego comenzó a peinarla con esmero, porque sabía que hoy también quería lucir bien para su invitado, no lo diría con palabras, la mirada es suficiente mensaje, al terminar de peinarla, continuó con las cosas que debía guardar de la habitación mientras la mujer mayor se miraba al espejo "Acomodando" algunas cosas de su aspecto.

-Tengo deseos de desayunar en la terraza, avísale a mi sobrino.

-Si señora.

-Lo más seguro es que se encuentre en el jardín, ve a buscarlo allá -La rubia obedeció, bajó las escaleras y antes de ir al jardín, fue a la cocina para dar el aviso de donde quería almorzar la señora.

-De acuerdo Candice, ya casi está listo todo.

-Entonces iré al jardín a...

-¿A buscar al señor Anthony? No lo encontrarás, salió a cabalgar desde temprano, de hecho, no sabemos si venga a tiempo para almorzar, eso pondrá de malas a la señora.

-Lo esperaré en las caballerizas.

Candy marchó a las caballerizas y como imaginó, no estaba el joven... definitivamente la señora se molestará, esperó ahí media hora hasta que por fin llegó él. Por su aspecto y por la condición del caballo parece que más que paseo matinal, fue una carrera, incluso había lodo en las botas del chico.

-Buenos días, la señora lo estaba esperando para almorzar en la terraza de su habitación, pero lo más seguro es que haya comenzado sin usted.

-Justamente quería verla a usted.

-¿A mí? -Preguntó extrañada.

De un brinco bajó del caballo avanzando los pobres pasos que la separaban de ella, pero dejando una distancia prudente, debido a ello Candy mira mejor su aspecto, si... definitivamente eso no fue un paseo, parecía que hizo correr desbocado al caballo, sus botas tienen lodo, así como su pantalón, su chaqueta lleva tierra y algo de hojas... y parece que fue arañado por los arbustos, mirándole a la cara, está llena de sudor y tierra, así como leves raspones.

-¿Qué le pasó a este hombre?

Anthony hizo una pequeña reverencia que dejó perpleja a la chica.

-¿Señor Brown?

-Perdóneme por el exabrupto de anoche, no fue correcto.

-Eso... -Recordó la chica volteando momentáneamente la mirada -, no tiene que pedirme perdón.

-La asusté y no está bien, tuve una llamada que me sacó de mis casillas y quería salir justamente a caminar para que el enojo se me pasara.

-Entiendo señor... insisto que no tiene que darme explicaciones a mí... pediré que le preparen el baño para que se relaje y darle algo para sus raspones.

-Se lo agradezco.

Ella se marchó mientras él dejaba al caballo en su respectivo lugar, vertiendo agua fresca en el abrevadero, el animal bebió como si no hubiera un mañana, mientras le acariciaban suavemente su largo cuello.

-Perdóname amigo, te desperté de tu apacible sueño por mi berrinche de salir de la casa para "Despejar" la cabeza, te prometo dejar la orden de que te den las zanahorias más grades y las manzanas rojas más apetitosas durante una semana.

El animal lucía mejor con el agua y las caricias que el chico le propiciaba, en Anthony se hizo una sonrisa de lado con toque desazón.

-No soy muy diferente de Neal, entonces.

-Claro que lo es, señor -Anthony volteó de golpe ante la voz, ahí estaba un hombre vestido con traje gris y gabardina color beige.

-¡George! -El mencionado asintió con la cabeza -¿Qué haces aquí?... ¿Viniste con el tío William?

-El señor Ardley permanecerá unos días más en Washington, dándome instrucciones de regresar a la casa para lo que necesitara la señora Elroy y usted.

-Entiendo George, es muy bueno verte ¿Cómo está mi tío? –Dijo el joven con una sonrisa pequeña pero sincera.

-Excelente señor, a pesar de su mucho trabajo y sus deseos de estar mejor en el campo que en oficinas.

-Típico de él.

-¿Y usted? -La mirada del hombre iba directamente a su apariencia y ante ello el rubio ladeó la mirada.

-Necesitaba un paseo para no sofocarme.

-¿Tuvo problemas con la señora Elroy? ¿O en su trabajo?

-No... sólo... me mostré impropio ante una joven y yo...

-¿Una joven?

-No hay mucho que explicar, verás...

Mientras los dos hombres hablaban Candy le daba las instrucciones a dos sirvientas para que prepararan las cosas para el baño, ella volvió a donde Elroy quien efectivamente tenía semblante de disgusto, al decirle la razón de la ausencia de Anthony, la mujer mayor asintió pesadamente y luego ordenó que le sirvieran más té en su taza, permaneciendo en silencio luego de ello, aquella reacción le decía que esa acción en su sobrino no era de su agrado, pero se preguntaba si era por ser "Impropio" en los modales o porque fuese algo más grave.

-Lee los versículos de la biblia en donde te quedaste.

Ella obedeció, leyó para ella mientras la dama bebía de su té y comía panecillos, Candy observa que la mano que tiene visible de la señora se hace en un puño y su entrecejo que suele estar recto por su papel de dueña de esta casa, ahora tiene trazas de intranquilidad, en el tiempo que lleva trabajando en esta casa y aunque Elroy Ardley es intransigente hacia el papel de sirvientes y dueña, la joven a conocido partes de ella y una es que cosas de verdad delicadas llegan a perturbar de esa manera a la mujer mayor.

-Pobrecita –Se formó esa palabra en su cabeza.

Pasaron algunos minutos y luego llamaron a la puerta, Elroy permitió la entrada, era el señor George quien hace una reverencia frente a la señora.

-Buenos días, señora Ardley.

-George vaya sorpresa, ¿Cuándo llegaste?

-Hace un momento, he venido por orden del señor Ardley, él permanecerá en la capital unos días más, entretanto estoy a sus órdenes, sobre todo para asistir al señor Anthony mayoritariamente.

-De él quiero hablarte luego, espero que no sean demasiados días los que esté William lejos de casa –Dijo ella después de beber de su taza, George posó su mirada en Candy quien asintió la cabeza a forma de saludo -, George ella es Candice me asiste desde hace algunas semanas.

-Un gusto conocerla señorita.

-Igualmente señor.

-¿Dónde está mi sobrino?

-Debe estar terminando de arreglarse.

-De manera que lo viste primero a él y ya te tendrá al tanto, bha... Candice dile a mi sobrino que tome el desayuno aquí en mi cuarto y déjanos solos cuando llegue.

-Como usted diga -Dejó a los mayores atrás mientras iba a la habitación del rubio, al llegar tocó la puerta, al momento le dieron permiso de entrar, del otro lado estaba Anthony con mejor aspecto al de esta mañana, lucía un traje negro, camisa azul pálido y un pañuelo claro, lucía muy apuesto -, la señora quiere que tome el desayuno en la terraza de su cuarto.

-Si, ¿Luce molesta? -Preguntó mirándose en el espejo de cuerpo completo mientras se acomodaba el cuello de la camisa.

-Yo diría "Preocupada" –Anthony emitió una leve risa en la garganta.

-Entonces si está molesta, de acuerdo iré con ella... -Acomodó los últimos retoques volteando con la chica -¿Le parece que estoy presentable para mi tía? ¿O debo usa smoking? -Lo dijo con una sonrisa más bien divertida, mueca que le contagió a Candy.

-Creo que lo está -Anthony estuvo satisfecho con su comentario y dejó la habitación para ir a donde su tía.

-Gracias, su opinión es importante.

Se apartó de la joven con aquella sonrisa y de alguna manera dejándola tranquila por su aspecto, los tenues rasguños en su rostro casi no se notaban, en pocos días desaparecerían, Anthony abrió la puerta y su recibimiento era digno.

-¡Mírate nada más Anthony! -Sonreía divertido.

…...

Era la tercera revisión que le daba al animal, le dirán exagerado, pero quería estar seguro, no omitir detalle, fallar lo menos posible con un espécimen como éste, parece que todo está en orden, al dar el visto bueno dejó al animal en su sitio mientras él, descansaba en los cuadros de paja, limpió el sudor de su frente y bebió de la cantinflora que llevaba.

-¿Cómo va todo? -Llegó el señor Steave gritando, superando el sonido de los animales y el murmullo de los demás trabajadores.

-Todo en orden señor, el toro goza de buena salud y no tiene problemas, podemos enviarlo mañana temprano si lo desea.

-Perfecto, quiero que supervises todo y si los tipos del traslado se ponen roñosos ya sabes que hacer –Dijo el señor con una sonrisa mientras levantaba el puño derecho, Tom reía.

-No se preocupe, con ellos no suele haber problemas en la entrega.

El señor quedó contento con la frase y tomó asiento junto a Tom mientras observaban a los demás trabajadores hacer su labor.

-Hoy también tienes más ánimo que otros días, es por tu amiga ¿Verdad?

-No lo niego, encontrarla me quita un enorme peso de encima y más con la suerte que corre.

-Será bienvenida en mi granja, hay trabajo de sobra y ella podría adaptarse bien aquí.

-Se lo agradezco señor Steave, espero que acepte pronto, podría estar más al pendiente de ella.

-Muchacho ¿Realmente no te gusta tu amiga? Si dices que la has encontrado más bonita debe ser un incentivo -Preguntó con los brazos cruzados y la mirada pícara, sin embargo Tom se rió y luego lo miró con seguridad.

-Admito que la encontré más bonita, sin aquella ropa que debía usar en ese nefasto lugar, pero no es lo romántico lo que me une a Candy, realmente es amistad y lo fue desde un principio, de lo contrario ella me habría alejado, diría que podría ser fraternal nuestra unión, ya que ella me recuerda a mi hermana que murió tan niña y yo un hermano que le faltó para cuidarla.

-Mi esposa solía llamarlo "Almas que debían encontrarse" tenía razón, por cómo me la describiste parece ser una buena muchacha a pesar de su pasado, Tom dile que no dude en venir a mi granja si no tiene a donde más ir, las puertas de mi casa están abiertas a tus amigos... porque tú no llamas "Amigo" a cualquier ridículo que pasa por la calle.

-Así es, soy muy selecto... hasta para elegir patrón –Los dos hombres rieron y la imagen era más de padre e hijo, a la de patrón y trabajador. Un hombre se acercó a decirles que habían traído otro animal para que lo revisasen.

-Bueno se acabó el descanso Tom, manos a la obra que no pienso permitir que mi granja quede en ridículo para la próxima feria de exposición.

-No se angustie, le prometo que sacamos el premio.

-¿"Sacamos"? Si es mi nombre el que está en juego.

-¿Y quién cree que anda de niñera a todas horas con estos animales? ¿Usted? No creo, duerme como bebé mientras yo me desvelo porque no pasen frío en la noche -Ambos hombres volvieron a reír.

Al atardecer en la mansión Ardley la casa volvía a estar en la acostumbrada tranquilidad, Anthony luego de pasar algunas horas con su tía y entre su charla una llamada de atención se retiró a su departamento. Candy se encontraba en el comedor doblando manteles para guardar, la señora Elroy se quedó en su salón de costura, el olor de la tarde se percibe por las ventanas, los arbustos lucen tristes sin aquellas rosas blancas que la dueña de la casa mandó quitar y que mejor adonaran la sala y el comedor.

-Buenas tardes –Volteó a donde la voz, era George nuevamente.

-Buenas tardes, señor George.

-Parece que la señora quería unos momentos a solas.

-Si, casi siempre quiere que lea para ella a esta hora, pero prefirió su bordado.

-Entonces quería despejar su mente.

-¿Le ocurre eso con el bordado?

-Desde hace años, por eso tiene un cuarto exclusivo para ello y no saldrá o llamará a nadie hasta que se haya relajado ¿Le molesta si la acompaño un momento? -Ella negó con la cabeza, así que George le ayudó a doblar algunos manteles porque eran varios, así como las servilletas de crochet para el té, ambos quedaron en silencio un momento, sólo con el sonido de la naturaleza colándose por la ventana, esta situación en verdad no incomodó a la chica, la presencia de este señor desde la primera vista no le pareció pesada, ni amenazante –¿Se ha sentido cómoda trabajando aquí? La señora Elroy puede ser algo "Especial", sobre todo con la gente nueva.

-Para nada, estoy conforme aquí, además es un lugar muy bonito, no veo porque deba quejarme.

-Me alegra escuchar eso, en esta casa se requiere a gente trabajadora que sea de confianza, debe serlo ya que la señora Elroy aceptó tenerla en su casa.

-Gracias, pero no creo merecer tal mérito.

-Por lo visto la modestia es una de sus cualidades –Dijo el hombre con una sonrisa amena.

-Oh no, sencillamente es ser realista y agradecida con lo que se tiene al alcance.

-Eso es modestia –George lo dijo como si fuese lo más obvio del mundo y Candy rió apenada, los halagos... halagos "Limpios" no eran algo a lo que estuviera acostumbrada y menos dichos con aquel tono respetuoso de este señor -, dese algo de mérito.

-Si... tal vez –Dijo la chica con un carmín en la cara.

Continuaron con su labor nuevamente en silencio, otra vez no fue uno pesado sino más bien agradable, así fue por algunos minutos.

-¿Usted lleva mucho tiempo trabajando aquí?

-Más del que recuerdo, soy como estos muebles de la casa –La chica dio una risa en la garganta.

-¿Tanto así? Creo que es más importante de lo que cree... dese algo de mérito.

-Eso hago mentalmente señorita.

-Entonces la familia confía plenamente en usted.

-Y es un honor que me enorgullece, estoy más que nada al servicio del jefe de esta familia, del señor William Ardley, realizo más labores con él que para el resto de la familia en sí; me dio la orden de venir a la casa para apoyar al señor Anthony, ya que de los sobrinos es él quien lleva más peso de las obligaciones

-Me dijeron que es el sobrino preferido de la señora.

-Y del señor William también y él lejos de actuar de manera engreída pone más empeño, aunque me parece que se exige demasiado.

-Tal vez teme decepcionarlos y por eso trabaja mucho.

-Seguramente así es y por eso estoy aquí, para aligerar su carga y él se dé tiempo para sí mismo, desde hace tiempo decidió trabajar constantemente para... para despejar su mente –Lo último lo mencionó con ligera preocupación, Candy recordó lo que el jardinero Vincent le comentó, por un mal de amores.

Realmente no le prestó atención a lo dicho por Vincent, para seguir trabajando correctamente en esa casa, es regla no escrita, el no meterse en asuntos íntimos de esa familia, hacer oídos sordos y ojos ciegos a lo que les acontezca de corte íntimo.

-Entonces estará más relajado si usted lo apoya.

-Eso espero.

Francamente tenía algo de curiosidad, pero lo frenaba, no era su asunto y podría meterse en problemas... y ella no quería hacer quedar mal a la señorita Pony. George terminó de doblar los últimos manteles y ella los guardó en el cajón.

-Gracias, con su ayuda acabé rápido.

-De nada, fue un gusto charlar con usted, ya veo porqué la señora Elroy la aceptó para que la asistiera.

-Se lo agradezco, pero no es gran cosa lo que realizo, trato de hacerlo lo mejor posible, realmente no quiero ocasionar problemas.

-Dudo que usted los ocasione, ya que estaré aquí, tendremos oportunidad de conocernos mejor, puede recurrir a mí si tiene algún problema, con gusto le ayudaré.

-Muchísimas gracias señor George, le tomaré la palabra.

-Puede hablarme por mi nombre, los demás sirvientes de la casa lo hacen.

-Entonces usted puede hablarme sin tanta ceremonia.

-De acuerdo... Candice –Vaya... hasta su nombre se oía bonito viniendo de los labios de un hombre educado, eso le dio una sacudida interna a la chica.

Se escuchó la campanilla, era la señal para Candy de ir a donde la mujer mayor.

-Parece que la señora ya se relajó lo suficiente.

-Lo que quiere decir que tendrá un mejor humor para la cena –La chica rió por el comentario, luego se retiró pues no es buena idea hacer esperar a esa señora y mientras desaparecía por el umbral de la puerta de cristal, era observada por George –una hermosa joven como dijo el señor Anthony y encantadora por lo que se dejó ver moderadamente, pero...

George fue al pasillo, mirando a la rubia subir los escalones con una charola donde llevaba la medicina para Elroy.

-Siento un dejo de soledad en ella.

Transcurrieron varios días en los que Anthony estuvo lleno de trabajo, ayudado por George aligeró un poco su carga sin embargo fue común para él, verlo trabajar desde temprano hasta muy tarde cuando podía volver a su departamento. Entre sus trabajos irremediablemente fue la de asistir a la fiesta de la familia Johnson con el único propósito de recuperar a aquel socio que su primo inepto perdió, eso lo molestó mucho, pero George le aseguró que de ahora en adelante él sería quien se encargará de las negociaciones con libertad sin que Elroy opinara el menor detalle, lo hizo por ello y además porque fue una orden directa de su tío William, ante él como todos en la familia no podía negarse a sus órdenes, sin embargo advirtió que no volvería a arreglar un problema ocasionado por Neal, tuvo la palabra de su tío de que así sería y de que él mismo hablará con Neal, esa noticia lo hizo sonreír, su tío no caía en los chantajes de su tía Elinor para defender a Neal.

Debido a ello se encuentra esa tarde en la oficina del señor Ruber, dialogando las negociaciones para nuevos contratos, el señor Hill un hombre de cincuenta años desde que apareció el apuesto rubio por la puerta de su oficina, se hizo en su cara una sonrisa, ya que tratar con este joven es sinónimo de un dialecto elocuente e inteligente que le dejaría un buen sabor de boca, pues tratar con Neal había sido en una palabra y muy exacta: migraña.

-¿Qué le parece entonces nuestra propuesta?

-Conveniente, los cambios del contrato no me molestan y con gusto hablaré para que la opinión de la familia Ardley sea tomada en cuenta en el ayuntamiento, su familia goza de prestigio intachable y será un placer tener sus opiniones en la mesa.

-Se lo agradezco señor Hill –Dijo el rubio con una educada sonrisa, miró su hoja de contrato, marcando en un círculo párrafos que le llamaban la atención.

-¿Usted...? -Preguntó con cierta cautela el señor Hill, Anthony levantó los ojos a él -¿Estará al frente de estos acuerdos? -Una pequeña sonrisa de lado se hizo en él, ese tono más que nada le dice que este hombre en la vida desea volver a tratar a su primo.

-Si señor -Y con esa sola frase el hombre no pudo ocultar su tranquilidad con una sonrisa de satisfacción más grande, lo vio beber con gusto de su copa, Anthony reía internamente –Neal eres un idiota.

-Nos dará gusto al comité y a mí tenerlo en las sucesivas juntas, como sabrá es costumbre que las esposas de los inversionistas organicen algunos bailes de beneficencia, tengo entendido... con todo respeto, que usted no tiene pareja ¿De manera que la señora Elroy Arldey asistiría a esas reuniones con las demás señoras?

-Mi tía no participará en la organización de dichos eventos, el único de mi familia con quien tratarán los asuntos es conmigo, con todo y bailes a organizar -Habló con tono "Relajado" sin mirar al hombre y tachando en el papel con la pluma.

-Entiendo... pero no tiene que "Distraerse" con actividades de ese tipo alguien como usted... me parece que las señoras podrán encargarse de todo sin molestarlo -Dijo el señor Ruber algo desatinado.

-Gracias –Le dijo dando una rápida y "Cortes" mirada, estaba internamente muy agradecido de que no tendrá que discutir con señoras algo tan ridículo como el color de los manteles para la fiesta, su tío no le encargó demasiado para recuperar a este socio.

Llamaron a la puerta permitiendo el acceso el señor Ruber, era una hermosa joven de cabello azul marino, lacio completamente, luciendo un hermoso vestido azul celeste que acentuaba su fina figura, llevaba consigo una charola con dos copas servidas de vino y de buena calidad por lo que pudo percibir el olfato de Anthony.

-Buenas tardes, perdonen si los interrumpí, pensé que gustarían una copa luego de tanto rato hablando

-No te preocupes hija, muchas gracias ¿Recuerda a mi hija Angela, señor Brown?

-Claro que sí, un placer volverla a ver señorita.

Anthony se levantó para besar la mano de la joven a modo de saludo, debido a la cercanía sabía que su perfume era tan dulce como el vino que traía, ella mostraba una bella sonrisa y un ligero carmín pintaba sus ya sonrosadas mejillas. Entregó la copa a cada uno, los ojos amaranto de la joven no podían apartarse de él.

-Ojalá le guste el vino, lo seleccioné yo misma así que espero no decepcionarlo, señor Brown.

-Veamos entonces... –Dio un sorbo, efectivamente, el sabor era acorde con el olor y la vista del vino –ha hecho una maravillosa elección, la felicito señorita -el sonrojo en la chica aumentó.

-Me alegro de que le gustara.

Anthony sonría educadamente, realmente era un buen vino y le ayudó con el agotamiento que estaba teniendo, Angela dio una rápida mirada a su padre con chispa de emoción, sensación que también tenía su padre, la chica giró a discreción los ojos a modo de mensaje a su padre, él lo entendió y se levantó de su asiento para acercarse a ellos.

-Señor Brown la siguiente semana será el recital de mi hija en el jardín del hotel Carton y nos sentiríamos honrados de que pudiese asistir, mi hija ha ensañado por varias semanas y nos augura una maravillosa presentación.

-Me sentiría tan halagada de que fuese.

-Les agradezco que me tomen en cuenta para su recital, sin embargo no puedo asegurar nada, estoy lleno de trabajo para los siguientes días si no es que se adhiere más.

-Oh pero sólo es una noche señor Brown, un descanso lo necesitamos todos, le aseguro que no se arrepentirá.

-Por favor señor Brown acompáñenos, me haría mucha ilusión que un caballero como usted viese mi recital -Habló la muchacha con una sonrisa de anhelo.

-Bueno... está bien, me las arreglaré para acompañarlos esa noche.

Padre e hija quedaron contentos con su respuesta, claro está que quien más lo padecía era la joven. Al terminar el día regresó a su departamento donde lo esperaban nada menos que Archie y Stear, si venía con agotamiento luego de tantas horas de trabajo, se le fue en cuenta los miró, ambos hermanos recibieron a su primo con un fuerte abrazo.

-Muchachos que gusto... pero ¿Qué hacen aquí? ¿No tenías tú una cita con Annie?

-Pescó un resfriado y ya sabes que no quiere que la vea desarreglada y menos enferma, lo cual me deja libre para visitarte, te extrañamos en el velero ¿Verdad Stear?

-Si, el fin de semana se nos fue en un parpadeo sin darnos cuenta, debiste venir Antonhy, pero no te apures, podemos organizar otra salida con Terry en su velero.

-Mira nada más la cara que traes, como siempre gastándote con el trabajo, no te exijas demasiado, nosotros también tenemos trabajo del tío William y no acabamos como tú -Dijo su primo Archie colocando su mano en el hombro derecho de Anthony.

-Es que no quiero fallarle, además a mí me tocan más labores.

-Bueno, bueno... por hoy ya estuvo de trabajo, eso quedó en las oficinas de los "Respetables señores de la alta sociedad", así que aquí ya no se habla más de ello.

Dicho y hecho, en la sala del departamento se llevó a cabo una pequeña pero animada fiesta entre los tres, entre bocadillos, copas servidas considerablemente, brindis, risas y ocurrencias pasaron algunas horas, lo último que hubo en el sitio fue silencio. Anthony lo agradeció mucho, hace días que no pasaba tiempo con sus primos favoritos y le hacía falta reír como en estos momentos; al cabo de un tiempo, para la "Sobre mesa" quedaron recostados en los sillones Anthony y Stear mientras Archie quedó sobre la alfombra recargando la espalda en el sillón, cada uno con una copa llena de champagne fría.

-¿Y es bonita? Cuando menos ya compensó Neal sus ridiculeces.

-Annie dice que toca el piano y el violín con maestría, podrías pasar un rato agradable... incluso terminar con novia –Le guiñó el ojo a Anthony.

-No... sólo acepté por obligación, prefiero un recital a una junta con señoras discutiendo el sabor de los canapés -Mencionó con tono de hastío -, si no aceptaba o daba una excusa más fuerte, el señor Hill no estaría de acuerdo con el trato.

-Cierto, no lo habíamos pensado de esa manera, aun así, no creo que sea mala idea, hay peores formas de pasar una velada -Decía Stear animando a su primo.

-Si –Dijo Archie... con tono cansado, eso llamó la atención de los dos chicos, el castaño claro miraba su copa con ese semblante que no va acorde con su actitud galante y festiva.

-¿Qué pasa, Archie?

-Nada, sólo... que hay peores maneras de pasar una velada... o una tarde... o una hora –Anthony lo miraba extrañado por sus palabras, éste no era el comportamiento de Archie -puede que todo sea relativo y lo que para uno es maravilloso, para otro es... tedioso. Tú no gustas de pasar una velada oyendo a una hermosa chica tocar el piano, Stear no gusta de una tarde encerrado en la oficina de papá trabajando... y yo no gusto de una hora hablando con Annie de cosas que francamente son sosas.

Los otros dos chicos quedaron en silencio, se miraron entre sí y luego a Archie, si bien habían bebido a placer en su pequeña reunión, no habían ingerido tanto alcohol para perder la noción, ni ser sinceros por los efectos de esa bebida; entendieron que al estar los tres solos sin nadie más acompañándolos, aflora la sinceridad que han tenido desde niños, pues Anthony era visto más como un hermano que como primo, por eso estando solos, Archie podía liberar aquello que sentía.

-¿Haz hablado con tu madre de esto?

-Donde mencione una palabra ella hará un escándalo de pronóstico reservado y seguida de ella tendré encima a la tía Elroy, además de un largo discurso del señor Britter... y ni se diga de las lágrimas de Annie –Dijo con desazón bebiéndose de un vuelo el champagne en su copa.

-Pensé que sólo era impresión mía cuando los veía juntos... ehm... no sé qué decirte.

-El compromiso le conviene a nuestros padres, sobre todo al mío, fui la alfombra que lo llevó al círculo de los señores petroleros -Habló con pesadez, se sirvió otra copa de champagne hasta los bordes, inmediatamente bebió el contenido.

-Lo lamento Archie.

-Mejor tú que nuestro padre, Annie es una chica linda pero sinceramente no la miro como la mujer que me atrape con sus encantos pasando con ella el resto de mi vida, además es muy caprichosa e infantil... casi salí corriendo cuando Terry nos invitó a su velero, era un fin de semana lejos de ella y su "Archie, Archie" -Imitó la voz de la chica en tono chillón.

-¿Es tan malo Stear? Yo no sabía nada, apenas y la he tratado, no me queda tiempo para salir con ustedes por el trabajo.

-Pues...

-¡Háblale con franqueza Stear!... Es Anthony, no la comadreja de Eliza –El tono de Archie era realmente molesto en cada sílaba, el pobre de Stear rascaba su cabeza nervioso.

-Annie es una linda chica como dice Archie, podemos pasar un rato agradable con ella no obstante... al momento saca su lado infantil y caprichoso, un poco tímida, pero quiere ser el centro de atención de mi hermano y peor cuando hay muchachas en nuestro grupo.

-Dime si es sano que tenga celos de la secretaria que me asiste en mi oficina –El tono de voz subió, su molestia también.

-No lo dices exagerando.

-Ni bromeando Anthony, una vez en la fiesta por el cumpleaños de Susana Marlow me lloró porque bailé más veces con la cumpleañera que con ella, se puso peor cuando ella quería irse de la fiesta y yo quería quedarme, menos mal que nadie más se dio cuenta por el ruido de la música.

Archie recargado en el sillón masajeaba sus parpados repetidamente, este comportamiento no va con él, pero pocas cosas lo podrían de esa manera.

-¿Cómo será mi vida con ella?... A veces lo pienso y me da un escalofrío.

-Y romper el compromiso no es una opción, sería como el estallido de una bomba, nuestro padre jamás se lo perdonará a Archie.

-No puede ser... ¿Trataste de negarte al principio?

-Claro que lo hice y mi respuesta fue una bofetada a mano abierta de mi padre.

-Archie no puedes desperdiciar tu vida al lado de una chica que no amas.

-Para mis padres si puedo.

Anthony no sabía que decir para animar a su primo, Stear lucía incómodo y preocupado por su hermano, él desconocía la situación, ahora que la sabe no tiene idea de cómo ayudarlo o piensa que ni siquiera hay manera de hacerlo. Los arreglos matrimoniales siguen vigentes, él ha corrido con la fortuna de que su padre no tiene ese tipo de planes para él a pesar de que la tía Elroy insiste, sin embargo, gran parte de que esté "Salvado" es que el tío William aboga por él en ese sentido.

-Quizás es mi castigo por hacerla de don Juan con las chicas... me parece excesivo, no pasaba de un galanteo, una cita... uno que otro beso y nada más. Tan sólo... quería enamorarme... -Llevó las manos a la cara sacando un bufido.

-Stear...

-Las chicas no son las únicas con sueños, nosotros también quisiéramos encontrar a alguien de quien enamorarnos, pero no tenemos suerte y fue peor para Archie, el apellido Ardley pesa bastante, tú como nosotros distingues que mujeres se acercan a nosotros sólo por el rango de nuestra familia y no por interesarse en nuestra persona.

-Annie parecía una chica encantadora sin importar su timidez, pero pronto me di cuenta de que no era lo que es, por eso... -Miró a Anthony a los ojos -abran bien los ojos, si encuentran a una linda chica y no es lo que parece, no lo piensen y aléjense corriendo como alma que lleva el diablo –Dijo con énfasis tronando los dedos.

-A-Archie... –Sus palabras le parecían exageradas, sin embargo, en su situación ¿Actuaría con más "Decoro"? Y luego vino a su mente la imagen de una joven peli roja –Natasha.

-Desahógate aquí hermano, porque en la casa no será posible.

-Lo sé -Dijo el chico masajeando sus parpados.

-¿Qué tal si lo hablas con el tío William? Si le explicas como te sientes él podría apoyarte.

-Lo he pensado Anthony pero no quisiera meterlo en problemas, al entrar mi padre al círculo de los señores petroleros hemos adquirido más poder y voz en ese gremio, con la recién participación de mi padre ha podido pagar cuentas que teníamos atrasadas e incluso apoyar al tío William en algunas inversiones con las había tenido dificultad por varios meses, es por ello que no me animo a decirle lo que pienso.

Archie lucía dubitativo en ese sentido, no quería aquel compromiso, pero tampoco podía negar los beneficios que ha adquirido su familia, si sólo su persona fuese la afectada él podría echarse para atrás, pero en este momento más gente está sobre su espalda.

-¿No le queda más que aguantar?

-Mi madre me ha dicho que se trata de una fase, que algún día se le quitará, pero yo lo veo muy lejano, los celos pueden halagar a una pareja, pero a mi francamente me desesperan por lo absurdos que son.

-Si ya fuiste a la casa de la tía Elroy entonces habrás conocido a la joven que la asiste.

-Si, se llama Candice.

-Hace unos días fuimos a la casa de la tía con nuestra madre y Annie, y bueno... los tres estamos de acuerdo que la chica es hermosa.

-… Más hermosa que Annie -Mencionó Archie con el entrecejo pronunciado.

-Te imaginarás como lo habrá tomado Annie, lucía molesta en toda la reunión, si bien ella tomaba su distancia y no hablaba o se acercaba a menos que la tía lo solicitara, Annie tenía disgusto, sabía que nuestros ojos iban a ella, cada que Archie la miraba con discreción, su mano tomaba la de él con insistencia.

-Pudo haber quedado en algo sin importancia, pero...

Flash Back

-Casi lo olvidaba, trae las cajas con las telas que compré para mi sobrina y los estambres –Candy asintió y se marchó al cuarto de bordado.

La familia Conrwell con Annie estaban por marcharse, ya era hora de hacerlo para no agotar a la mujer mayor, las dos señoras caminaban juntas aun charlando mientras los jóvenes iban unos pasos atrás, caminaron cruzando por el bello jardín, las dos mujeres habían llegado al auto y ellos estaban por alcanzarlas cuando oyeron pasos acercándose, era la joven rubia trayendo dos cajas delgadas de forma rectangular y encima una cesta con bolas de estambre, la chica pisó su vestido haciéndola perder el paso, no cayó al suelo pero si las cosas que traía.

En Annie se hizo una sonrisa burlona oyendo Stear por su cercanía que susurró.

-Tarada.

No obstante, aquella sonrisa se le quitó por una mueca de disgusto al ver a Archie correr para ayudarla.

-Parece que los regalos de la tía Elroy brincan como conejos en sus manos, señorita –Dijo el chico con tono amable y caballeroso.

-Lo lamento señor, espero que no se estropeé la tela –Dijo ella apenada.

-No se angustie por eso, mejor celebre que no fue usted la que cayó, eso sí habría sido una calamidad para lamentarse -Habló en tono amigable ocasionando una sonrisa en Candy, al levantarse Archie tomó todas las cosas –yo me las llevaré, es grosero que una mujer ande llevando las cosas que un hombre puede cargar.

-Gracias señor.

A esa cercanía se evidenciaba que la chica era realmente hermosa, era imposible que en la cara de Archie no se formara una sonrisa complaciente, eso es lo que sus ojos encontraban en un lado, al voltear se topa con la cara molesta de Annie, en Archie aquella sonrisa se esfumó. La señora Conrwell se fue en un auto de la casa Ardley pues iba a otro destino, los jóvenes en el propio, conduciendo Stear y la pareja sentada en los asientos traseros.

-¿Vamos al cine como lo teníamos planeado?

-Claro Stear, a mi...

-¿Tenías que ser tan amable? -Por su voz Archie ya sabía lo que venía, así como su hermano que exhaló un quedo gemido de incomodidad.

-No exageres Annie, fue una cortesía, cualquiera lo pudo hacer.

-¿Y por qué fuiste tú y no Stear el que corrió a ayudarla? Saliste disparado, ni cuando se cayó mi cuadro donde estaba pintando a tu madre corriste con tanto "Apremio", casi te vas de boca por "Ayudarla".

-Annie... -El chico ya comenzaba a tensarse.

-Y esa sonrisita tuya ¿Para qué le sonríes a una sirvienta?, ¿Así le sonríes a todas?

-No malinterpretes...

-¿Qué no "Malinterprete"?... ¿Crees que no vi tus miradas hacia ésa?, ¡¿Acaso te gusta la criada?! -Su cara ya era de color rojo como el listón que adornaba su cabello negro.

-No vas a levantarme falsos, Annie.

-¡Le diré a la señora Elroy que la corra!

-¡No! No te metas con las cosas de la tía Elroy, se molestará.

-En cuanto sepa como mirabas a esa sirvienta sucia, la echará a la calle ¡Te lo aseguro!... ¡Regresa a la mansión Ardley! -Gritó en exigencia mirando a Stear quien ya estaba confuso.

-¡No vas a armar una escena en la casa Ardley!

-¡¿Y la que tú hiciste ayudando cual galante príncipe a una simple criada?!

Fin del Flash Back

-… ¿Y qué pasó?

-Se canceló la ida al cine, Stear estacionó el automóvil en una zona tranquila del parque donde hablamos largo rato... o más bien discutimos, batallé para calmarla, pero lo logré, sin embargo tuve que ir por ella toda la semana al término de sus clases de pintura y llevarla a cenar a su restaurante favorito esa misma semana.

-Vaya...

-Yo hice los deberes de Archie esa semana para que pudiera cumplirle a Annie, fue pesado porque también debía hacer los míos... pero no queríamos que molestara a la tía y menos meter en problemas a esa joven, no nos parecía justo que la corrieran por alardes de Annie.

-Claro que no habría sido justo –Dijo con su entrecejo pronunciado ante la sola idea.

-Mi vida al lado de Annie será convivir sólo con mujeres de mi familia, ve lo mal que se puso por una sencilla joven que asiste a la tía, no quiero eso para mi vida... pero no me queda otra salida...

Había sido una espontanea reunión en su departamento para relajarse y acabó siendo una cesión de confesiones, la situación que le platicaron a él también lo estresaría ¿Cómo podían sus tíos querer que su hijo atara su vida a una chica posesiva y celosa de cuanta chica apareciera en el camino de su prometido?

…...

Lucía impecable para el recital, era una verdad que los caballeros de la familia Ardley gozan de porte atractivo y llamativo, no podía rechazar ir al recital ya que entendió que parte de recuperar al señor Hill como socio es aceptar sus invitaciones, en realidad no había sido una mala idea, la joven Angela tocaba el piano bellamente, tenía un verdadero talento con ese instrumento, pues él como los demás quedaron encantados, así como quedó encantada la joven cuando llegó él al jardín con un gran ramo de rosas rojas, cuando la chica terminaba una pieza y el público aplaudía, su mirada iba a donde él, quien sonreía amena y respetuosamente, al terminar el evento se dio la cena en el salón, Anthony fue invitado a comer en la mesa de la familia Hill, quedando frente a él la señorita Ángela que verdaderamente lucía preciosa esta noche, esta imagen y las atenciones del señor Hill a su persona la avisaban desde su llegada al salón; que el señor Ruber Hill quería encandilarlo con la imagen de su hija. Cosa no muy difícil, la chica era preciosa, dulce voz, modales apropiados, inteligente para hablar de diferentes cosas, talento innegable de la música... si, una joven así sería aprobada por su padre y sobre todo la tía Elroy, pero él... no se sintió arrebatado por ello.

No estaba ciego a lo que admiran sus ojos ni lo que son las intenciones de un señor Hill con su hija, sin embargo para Anthony... era una cena más de etiqueta, otro coctel de sociedad al que tenía que asistir, lo que sobresalía es que era oficial que habían recuperado al señor Hill como socio.

-Nos honra que viniera a pesar de su saturada agenda de trabajo.

-Insisto en que soy yo el que agradece su invitación, me hacía falta distraerme después de tanto trabajo.

-El próximo mes daré una pequeña reunión en mi casa de campo, no sabe cuan honrados estaríamos con su presencia.

-Oh sí señor Brown, encantados –Dijo la esposa del señor Hill.

-Se los agradezco señor Hill, pero esta vez no puedo asegurar nada, el próximo mes tengo más labor, así como reuniones con familiares pero no para convivir, sino por razones de trabajo, por lo que podría presentarse alguna situación que me impediría asistir a la reunión y me sentiría mal por fallarles.

-Entonces prometa que hará el intento, allá daré un recital con el piano y el violín, incluso estrenaré una melodía en la que he trabajado varios días.

-Suena muy tentador señorita Hill, pero no puedo prometerles algo, salvo que voy a esforzarme para poder acompañarlos, una visita a su casa de campo y un recital de la señorita Hill hacen que el verano sea deleitable.

-De acuerdo señor Brown, nos quedamos con su palabra de caballero, ojalá se presente la ocasión para tener otro momento como éste, pero con la tranquilidad del campo.

-También lo ansío.

Un brindis, una charla, comentarios, risas, acuerdos... y así pasó la noche para el apuesto rubio, algo a lo que estaba acostumbrado desde que comenzó en este mundo de los buenos modales, apariencias, bailes, cocteles; lo de cada día. Llegado el momento fue la hora de la retirada, subió a su coche, quiso él conducir en lugar del chofer, recorrió las calles que lo llevarían a su casa y mientras lo hacía, tenía nota mental de si era "Bueno" acompañar a los Hill, no moría por ir, no tenía intenciones de asistir, pero siempre cabría la posibilidad de que fuese necesario, tenía esas ideas en la cabeza cuando vio salir de un callejón a una chica que usaba una gabardina color crema llevando en los brazos una bolsa, ella más que caminar iba a paso más bien apresurado, le tomó unos segundos poderla reconocer.

-¿Es la chica que ayuda mi tía? -Si, era ella a pesar de la noche y las pocas luces que alumbraban esa calle -¡Señorita Candice!

La joven detuvo sus pasos dudosa de quien la llamó, era el sobrino favorito de la señora Elroy, encontrarlo no le daba tanto alivio, Anthony estacionó el carro y salió para acercarse a ella, notó que la chica se miraba con apuro.

-Si era usted, que sorpresa encontrarla en este lugar.

-Buenas noches, señor Brown -Dijo con tacto respetuoso, mirando hacia el camino que habría recorrido.

-¿Qué le ocurre?, ¿Por qué está en este lugar?

-Yo... -Inclinó la mirada con dudosa.

-¡Esmeralda!

Voltearon a las voces atrás de ellos, dos hombres de edad madura, de aspecto alcoholizado por su voz y la forma en que caminaban, ambos con una mirada de lívido que ni la noche podía ocultar.

-Ahí estás... te nos habías escondido –Dijo uno con sonrisa depravada, su aspecto desagradó al joven Brown

Una mirada a ellos y hacia Candy que lucía incómoda por su aparición alertaron a Anthony, quien se puso en medio para protegerla.

-Suba al auto –Le dijo tomando su brazo.

-Señor...

-...¡Ven...! Queremos hablar contigo...

-Traemos dinero suficiente... ven aquí muñeca... preciosa -Dijo el otro hombre.

-¡Váyanse! -Dijo Anthony subiendo el tono de voz, el suficiente para que los hombres se detuvieran dudosos –No molesten a la señorita.

-¿Y este tipo?... ¿Es tu cliente?

-¡Nosotros te vimos primero! -Este hombre se acercó molesto hacia Anthony quien, al momento le respondió con un golpe tirándolo al piso –M-maldito...

-¡Les dije que se fueran! No sé ni me interesa quienes sean, están molestando a la señorita y eso no lo voy a permitir en mi presencia.

-¡Tú! -El siguiente también se le fue encima para golpearlo, pero a él también lo pudo esquivar y responderle al golpe tirándolo al suelo.

Anthony no esperó a que se levantaran, instó a la rubia a subir al auto, subió él y arrancó alejándose lo más pronto posible del lugar, no sería difícil en automóvil.

-Que tipos... ¿Se encuentra bien?

Candy tenía la cabeza inclinada con los ojos cerrados, su mano libre cubría su rostro que tenía semblante de... de dolor, eso y el brazo que sostenía la bolsa, notó que levemente temblaba. Eso lo preocupó, así que estacionó nuevamente el automóvil en una calle más iluminada que la otra.

-Señorita Candice...

-L-lo siento...

-No tiene por qué disculparse, esos tipos la estaban molestando, que suerte que se me ocurrió pasar por esta calle para acortar el camino a mi departamento.

-Si... una suerte...

La chica quedó callada y él no la obligó a hablar, Anthony pensaba que tener este tipo de experiencias para una chica no es sencillo, eran dos borrachos que molestaban a una joven confundiéndola y tratándola de manera indebida, él pensaba así. Al mirar a la chica con esta nueva cercanía y con ese semblante, el rubio sintió pena, el rostro de la chica realmente era hermoso, pero esa mueca de dolor no va con él, así no lucen sus pobladas pestañas, ni sus pecas, el rubor natural se fue por un amarillo que no le sienta... luego se recriminó mentalmente por pensar en esos "Detalles".

-¿Puedo hacer algo para ayudarla? No se ve usted bien.

-...Ya se me pasará...

Sin embargo, eso no estaba ocurriendo, aunque ella no estaba respirando agitadamente, llorando desconsolada y no esté gritando desaforadamente, su semblante es que esta situación la alteró, curiosamente si esa fuera su reacción sabría qué hacer, pero comportándose de esa manera...

Candy quería calmar su mente, recuperar la compostura por estar delante de este joven, pero le estaba costando, no esperó que una salida por medicina la llevaría a toparse con escorias que había dejado en su pasado, no esperaba que la reconocieran a pesar de lucir de manera diferente a los vestidos entallados que dejaban ver su piel y aquel extravagante maquillaje y el cabello suelto pero desalineado, si alguien de la casa Ardley se llegara a enterar de su pasado...

De pronto su mano izquierda fue cubierta por una mano masculina, volteando impactada hacia el rubio quien, le mostraba una sonrisa amable.

-¿Qué...?

-Cuando estaba asustado mi padre tomaba mi mano para tranquilizarme, así lograba calmar mis miedos sin decir ni una palabra, su calor de padre a través de su mano me daba quietud y valor, espero poder ayudarla de esta manera... ya que no sé de qué otra forma hacerlo, perdóneme, es que soy muy torpe.

-Qué cosas dice...

-Respire profundamente hasta poner su mente en blanco, no tiene de qué temer, esos sujetos no van a regresar y no debe sentirse incómoda conmigo, le prometo que mi intención es ayudarla, no se preocupe.

En otra situación habría alejado la mano y dar una negativa... sin embargo en esta situación no podía... y además le estaba dando resultado, al no oponerse y tratar de calmar su malestar iba poco a poco recuperando la tranquilidad, el joven Brown le dio su espacio, no hizo preguntas ni nada, sólo guardó silencio sosteniéndole la mano. Eso la ayudó mucho, pero... al resentir su mano el calor de la otra, eso le daba algo más que regular sus nervios... le estaba dando paz, a insistencia, en otra circunstancia se habría negado, pero ahora era necesaria... y ella misma hizo presión al agarre, como si se sostuviera de un ancla para que la fuerza de la marea no se la llevara.

Anthony sonrió de que la chica no lo rechazara y de que aceptara esta manera de ayudarla, dándole alegría que funcionara, el semblante de la chica va cambiando conforme avanzan los segundos, hasta tener un semblante tranquilo.

-Se lo agradezco señor Brown... y gracias también por salvarme de esos hombres.

-No tiene que agradecer -El semblante en ella había cambiado y eso alegró mucho a Anthony, de hecho, esas palabras fueron más estimulantes que el recital de Angela Hill -dígame por favor que ocurrió, ¿Qué hace aquí en la ciudad a esta hora?

-Es que vine de visita con unas personas que conocí en el hogar de Pony, el sitio donde trabajaba antes de llegar en la mansión Ardley, hoy era mi día de descanso y pedí permiso para venir a la ciudad a visitarlos, son un matrimonio que adoptó a un niño de cinco años llamado Toby, en las cartas que comparto con la señora Pony me enteré que estaban teniendo dificultad para comprar un medicamento que necesitan para él. Porque el padre trabaja todo el día en la construcción y la madre no podía salir a buscarla por cuidar a los niños, así que vine a ayudarles y no di con una farmacia que tuviera esa medicina hasta esta hora -Le mostró el frasco que llevaba en la bolsa.

-¿Y qué pasó después?

-La farmacia donde encontré la medicina estaba en una calle solitaria, di con ella por causalidad pero ahí si vendían el medicamento, cuando caminé para llegar a la casa de los Green me topé con esos sujetos, caminé a prisa para perderlos, pero ellos me siguieron.

-Y estaban tan alcoholizados que la confundieron con otra clase persona –Dijo Anthony molesto por el recuerdo, en la cara de ella, más bien había incomodidad –pero gracias a Dios ya pasó todo, no tiene de que preocuparse –habló ahora con una sonrisa, Candy dio una pequeña sonrisa... más bien apenada.

-Si, tiene razón.

-Pero ya es muy tarde ¿Iba a regresar a la casa a esta hora?

-No señor, como no sabía si me demoraría en encontrar la medicina, le pedí permiso a la señora Arldey para quedarme aquí, los Green me dieron hospedaje, mañana al medio día regresaré a la mansión en un autobús.

-No tiene que hacerlo, yo la llevaré -Con una sonrisa de convicción.

-No señor... se vería mal -Dijo con pena.

-Insisto, además no me quedaría tranquilo después de lo pasó, y aprovecharía para visitar a mi tía, como ve nos conviene a los dos –Dijo con una segura sonrisa, Candy podría seguir negándose, pero por alguna razón ante esa sonrisa no podría poner una negativa.

-Está bien, muchas gracias, señor.

-Ahora la llevaré a la casa de la familia Green ¿Dónde es?

-Tres cuadras más adelante, es a la esquina de la zapatería.

-De acuerdo... -Dijo resuelto tomando el volante con su mano izquierda y cuando debía alzar su mano derecha para tomarlo, recordó que aún sostenía la mano de la chica, así que con pena la soltó.

-… Ejem... disculpe.

Candy asintió con una sonrisa, llegaron a la casa de los Green recibiéndolos la señora que sonrió con gratitud al haber encontrado su amiga la medicina que necesitaban, la rubia se despidió del joven marchándose luego, dieron a tomar al niño la medicina luciendo mejor al cabo de unos minutos, eso tranquilizó a todos en la casa.

-Muchas gracias Candy, no sé qué hubiera pasado si no hubieras encontrado la medicina –Dijo la señora tomando sus manos con agradecimiento.

-No tiene que agradecer, quiero mucho a Toby así que debía esforzarme por él, ya verán que estará mejor en unos días, jugando como de costumbre.

-Claro que sí.

-¿Quién era el señor que te trajo? Se veía un hombre de clase alta.

-Es sobrino de la señora Ardley, topé con él en el camino y se ofreció a traerme.

-¿Así nada más? -Preguntó el hombre extrañado.

-Eleazar –Dijo la señora molesta.

-Es que no es algo que frecuentan los hombres de clase alta con los empleados.

-Si, pero él se ha portado siempre educado, es una buena persona.

Con esa frase el matrimonio quedó tranquilo y no indagaron más, al cabo de un rato se fueron a descansar más tranquilos ahora que Toby dormía con semblante mejor, estando en la tranquilidad de la habitación que le dieron, estando en su cama sin más luz que la que daba la luna por la ventana, Candy miraba su mano izquierda, su cara no daba una sonrisa por recordar la ayuda del rubio cuando estaba mal, le hizo recordar a esos tipos.

Flash Back

-Tiene que haber... tiene que haber...

Pensaba ella mientras recorría las calles, tres farmacias visitadas y ninguna tenía el medicamente, no quería volver a la casa de los Green con las manos vacías, le removía el corazón recordar al juguetón de Toby ahora tirado en cama por la fiebre que no le bajaba, no podía con esa imagen y es lo que le da estímulo para caminar y caminar. Nada encontró y cuando con tristeza pensaba regresar para dar la mala noticia, un milagro, al otro lado de un angosto callejón divisó una luz, era una farmacia cuando logró distinguirla. Corrió apresurada orando en sus adentró que tuviesen la medicina, salió del callejón para ver la farmacia que estaba al otro lado de la calle, cruzó cuando no pasó otro vehículo, en sus pasos había aventado en sus pies sin querer un par de latas que hicieron ruido, llamando la atención de dos hombres que estaban en otro extremo, en la oscuridad de la calle recargados en unos escalones, habían bebido y el sueño parecía quererles tocar, pero ante el sonido de las latas, voltearon, evidentemente llama la atención una mujer, a estas horas; más no era del todo eso.

-Oye... dirás que estoy loco, pero ¿Esa no es Esmeralda?

-¿Esmeralda?

-Si, su cabello es igual.

-Muchas mujeres tienen ese cabello –Dijo el otro no dándole importancia, bebiendo de la botella.

-Es que se parece... ¿Crees que olvidaría el cabello de una mujer tan sensual?

-Oh si... muy ardiente –Lo dijo con una sonrisa de añoranza, pero con lascivo.

-Vamos a ver si es.

Entre tanto el farmacéutico buscaba en el almacén la medicina, Candy apretaba sus manos pidiendo por dentro que si tuviesen, los hombres llegaron a la farmacia, miraron por la ventana, con la luz del lugar y mirando a la chica, los dos se sorprendieron.

-¡Si es ella! -Dijo incrédulo.

-Te dije que lo era... nunca olvidaría ese cabello.

-Sigue tan apetecible, aunque lleve esas ropas.

-Si, aun así, se ve deliciosa.

El señor de la farmacia salió del almacén trayendo consigo la botella azul de la medicina.

-¡La encontré señorita!

-Gracias a Dios.

-No está caducada así que le servirá, pensé que se había terminado por lo que decía el inventario, pero parece que mi asistente es demasiado torpe, mire que no saber que teníamos aún de éstas.

-Le agradezco tanto por buscar.

La sonrisa de ilusión en la chica fue una recompensa para el hombre, así que le dio la medicina a mitad de precio, Candy agradeció ese gesto, ahora podría volver con alegría a la casa de los Green. Salió de la farmacia con una sonrisa cristalina en la cara cuando al dar unos pasos...

-¡Esmeralda preciosa!

Sus pasos se cortaron, así como su respiración y un escalofrío le recorrió desde la espalda hasta la cabeza. Ese nombre... ese nombre que quería dejar en el abismo de su mente volvió a oírlo y con el mismo tono de lívido que bien conocía. Volteó encontrando a dos hombres, por la oscuridad le tomó unos segundos reconocerlos, eran un par de amigos sinvergüenzas que visitaban el cabaret cuando tenían suficiente dinero para demandar una noche con ella y como lo acostumbrado, estaban borrachos.

-Tanto tiempo sin verte... mi amor.

-¿Por qué usas ese disfraz?... Me gustas más con tu vestido negro.

-A mí me gustaba el rojo, ¿Lo traes bajo esa estorbosa gabardina?

La chica quedó estática con la aparición de estos sujetos, nada bueno saldría al lado de tipos así, dio la vuelta y comenzó a avanzar para alejarse pero los tipos la venían siguiendo mientras la llamaban, Candy no volteaba y menos les contestaba, esperaba poder perderlos pronto, aunque eso no parecía realizarse, a pesar de su estado de ebriedad parece que las ansias de placer les daba empuje para seguirla.

-¿A dónde vas Esmeralda?

-¡Oye tenemos dinero!

Comenzó a acelerar más su paso pues los hombres estaban alcanzándola, lo que le preocupaba mucho es que no se veía más gente por los alrededores, pero era entendible por la hora que era, más adelante estaba la calle principal, si tenía suerte podría perderlos en los callejones siguientes.

-¡Esmeralda!

-¡Quiero un poco de tu amor esta noche!

Su corazón latía fuerte por la acción de correr sin embargo, no era del todo por ello, era por las palabras que lo dos tipos le gritaban, esa tipo de frases que distintos hombres le gritaron y varias veces en estado ebrio, le carcomían el corazón.

-¡Váyanse...! ¡Váyanse! -Gritaba por dentro.

Fin del Flash Back

Se cubrió con las mantas hasta la nariz, una costumbre que tenía desde niña cuando algo le daba miedo, en verdad agradeció que el joven Brown apareciera en esa calle aunque en ese momento estaba aterrada de que supiese quien era ella, o mejor dicho lo que fue en el pasado, además de también agradecer que él no preguntase demás, aunque la situación para él sólo fue la de una chica molestada por dos borrachos y así se quedaría.

Al día siguiente como acordaron, Anthony se presentó para llevar a Candy a la mansión Ardley, ella se despidió de la familia, Toby tenía mejor aspecto a pesar de aún tener que permanecer en cama, prometiendo que volvería luego para visitarlos.

-Muchas gracias por mi medicina Candy, ya me siento mejor, pero no puedo jugar todavía.

-Por eso debes tomarte la medicina aunque sepa feo, de lo contrario no vas a salir a jugar con tus hermanos.

-Está bien, Candy.

-Cuídense mucho.

-Tú también.

La chica asintió al joven rubio en señal de que ya podían retirarse, Anthony la imitó, pero antes de subir al carro se acercó al matrimonio y le dio al señor una tarjeta.

-Entiendo que su hijo se encuentra mejor y lo celebro, pero si se llega a presentar otra ocasión, visiten al Doctor Homer, es nuestro doctor de cabecera, digan que van de parte de Anthony Brown y él les atenderá.

-Le agradecemos señor Brown, pero por el apellido sabemos que es un doctor muy caro –Dijo el señor Green quien tomó la tarjeta.

-Por eso digan que van de mi parte y él entenderá.

-Está bien señor, muchas gracias -Dicho esto ambos subieron al auto y se marcharon.

-Le agradezco por tomarse la molestia de llevarme a la mansión, señor Brown.

-No es molestia, además en algo quiero compensarla después de que buscó tenazmente hasta encontrar la medicina, eso habla muy bien de usted, con razón esa familia le hablaba con mucho cariño.

-Gracias señor.

-Así que trabajó antes en un orfanato, no lo ubico de las instituciones donde les damos apoyo.

-Se encuentra en Indiana, es un sitio pequeño y modesto.

-Ya veo... lamento desconocerlo, pero ésa no es mi función, de eso se encarga mi primo Archie, mis labores son otras... pero es una fortuna que usted trabaje con nosotros, mi tía dijo que la recomendó una señora llamada Pony y parece que ella está a gusto con su desempeño.

-Gracias, me deja más tranquila.

-¿Planea trabajar en la mansión por más tiempo?

-No sabría decirle señor, por el momento no tengo planes así que me quedaré atendiendo a la señora Ardley.

-Comprendo... qué bueno.

El recorrido para llegar a la mansión Ardley no le pareció tenso a ninguno, por el contrario, el apuesto rubio se sentía mejor en este sitio y con esta compañía, que anoche en el recital. Por la educación que recibió más que nada de su madre ya fallecida, Anthony trataba a las personas de menor rango social con educación y respeto, no con altanería y soberbia, ya que otro joven en su posición no se habría "Molestado" en llevar a la dama de compañía de su tía... o al menos no con buenas intenciones. Ese pensamiento le causó molestia y le vino a la mente aquellos tipos que molestaron a la muchacha, rememorando su actitud era reprochable, ninguna mujer debería pasar semejantes espectáculos en la noche por ir a buscar con urgencia una medicina; así pensaba el noble... e inocente joven.

Y así también le llegó el recuerdo de su reacción, ella se veía muy mal y todavía se contenía por él, no le agradó verla así, eso era entendible en alguien con un poco de consideración, lo que no comprendía era porque esa desazón le llegó con mucha fuerza.

-Señor Brown...

-¿Si? -Respondió con la mirada en el camino, pero su mente estaba en otra parte, su voz lo despertó.

-¿Podría por favor dejarme entrar por la puerta de empleados?

-¿Eh?

-Para que no vean que llegamos juntos.

-¿Le incomoda que me vean con usted? -Preguntó con juego, sonriendo de lado.

-Claro que no, pero se vería mal, por favor.

-Está bien, aunque yo no le veo problema.

-Muchas gracias –Dijo con una sonrisa de alivio.

-Es usted muy cuidadosa en los detalles, ahora entiendo por qué la recomendaron, personas así es lo que demanda mi tía.

Candy sencillamente sonrió y asintió con la cabeza a forma de agradecer, Anthony con esto comprendía la discreción de la chica y su modestia, cualidades que le fueron... cautivadoras.

En el camino los silencios eran presentes, pero jamás graves, compartían algunas palabras en lo que llegaban a su destino, una mera formalidad sin embargo, el chico se sintió liviano y cómodo, Candy no era parlanchina y sabía que se contenía por ser uno de sus "Jefes" no obstante, aunque lo fuera a él no le molestaría y cada comentario dicho, le daba pisca de dicha.

-Un recital.

-Toca muy bien el piano la señorita Hill y me comentaron que también el violín.

-Debió ser magnífico para usted pasar una noche así.

-Si –Respondió con una pequeña, la verdad es que no fue para nada algo sobresaliente, asistió por obligación.

-¿Cuál fue su repertorio?

-Clásico, recitando en mayoría a Tchaikovsky -Mencionó sin mucha impresión.

-Debió ser muy lindo –Dijo ella con la cabeza inclinada y una pequeña sonrisa, su voz fue casi en un susurro, esto llamó la atención del joven.

La mirada de la chica era así porque le traía un recuerdo hermoso, de los pocos que tiene.

Flash Back

Una pequeña Candy de cinco años corría a donde su madre con un disco en sus manos, la señora Lauren, una mujer rubia como ella, pero de color opaco, ojos verdes pero en tonalidad oscura, se encontraba en una silla mecedora tejiendo, su boca plasmó una sonrisa al oír los pasos de su hija entrando por la puerta.

-¡Mami pon el disco! ¡Pon el disco!

La mujer colocó el disco en el tocadiscos emitiendo poco después el sonido, era música clásica, la mujer miró con ternura a la niña pequeña que comenzó a bailar torpemente por su edad, pero con entusiasmo al compás de la melodía, Candy tomó las manos de su madre ahora bailando las dos, ella lucía muy feliz y su madre también.

-Cuando sea grande y me case voy a bailar este vals, ¿Verdad que el vals de las flores es el más bonito?

-Claro que si mi niña, pero eres más bonita tú.

La sonrisa de la niña creció más si era posible y ante esa imagen, el corazón de la madre latió con fuerza, esa pequeña creatura era lo que más amaba en el mundo.

Fin del Flash Back

Los comentarios cesaron quedando el sonido de automóvil y el viento pasando, él pensó que era mejor así, no quería incomodar a la joven, aunque él hubiera querido charlar más. Un rato más y llegaron a la mansión y tal como lo prometió la dejó bajar antes de entrar por la puerta principal del jardín, ella entraría por otra, mientras tanto él se dirigió a donde su tía, encontrándola en su salón de tejido.

-Anthony vaya sorpresa, no sabía que vendrías a visitarme.

-Quería visitarte de nuevo y darte una sorpresa, ¿Cómo has estado? -Preguntó luego de haberle dado un abrazo y un beso en la mejilla.

-Mejor, gracias a Dios.

-Además quería decirte yo mismo que la situación con el señor Hill está mejorando y las cosas irán a nuestro favor, si eso te quita un pendiente de la mente.

-Aunque lo dudes así es, bien hecho, ¿Ves que no era difícil hacer lo que te pedí?

-En realidad me costó y no volveré a reponer los desastres de Neal.

-Bien, bien... -Dijo la mujer mayor agitando la mano, como signo de no darle importancia, Anthony se quedó callado con el ceño levemente molesto.

Mientras tanto Candy se presentó en la cocina donde había mucho movimiento.

-Que gusto que volvieras Candy, necesitamos mucha ayuda aquí –Dijo Dorothy limpiando unas tazas de porcelana blanca, con decorado delicado de flores.

-¿Porqué? ¿Acaso habrá un baile? -Preguntó la rubia poniéndose el delantal a la cintura.

-Para nada, pero como si lo fuera... la novia del señor Archibald traerá postres para que los deguste la señora, pero quiere la mesa arreglada cual, si fuese para un evento grande, hasta nos hizo sacar la cristalería española que tanto cuida la señora Ardley -Dijo Prudencia una de las sirvientas que laboraba en la casa, con semblante cansado y apurado a la vez.

-No me dijeron de eso, les habría ayudado con los preparativos antes de irme –Dijo Candy ayudando a pulir la cristalería.

-Es que no estaba contemplado, sería sólo una visita de los hermanos Conrwell, ya vez que ellos son sencillos en sus platillos, pero a la media hora llamó la señorita Britter "Confirmando" su asistencia y dejando una serie de indicaciones... que yo no sé por qué las aceptó la señora Ardley –Dijo Lilian, la cocinera también apurándose en sus cosas.

-A mí me suena que se autoinvitó, no sería sorpresa, ya hemos visto lo caprichosa que es con el joven Conrwell –Dijo Emma otra sirvienta de semblante aburrido.

-Ssshhh ¡Emma...! Donde te escuche la señora, estarás en serios problemas -Advirtió Dorothy mirando por la puerta de la alacena.

-Ella está ensimismada en su tejido, ni siquiera ha venido a darle una checada a nuestro trabajo, como cuando la visita el joven Brown, para que vean lo aburrido que es para ella también.

-No importa, no lo digas o te irá mal –Emma sencillamente alzó lo hombros.

-Bueno, bueno ya no discutan y mejor muévanse para tener todo listo cuando lleguen las visitas –Dijo Prudencia que era la jefa de todas ellas.

-Tal vez el joven Brown se quede a comer.

-¿Vino él también? -Preguntó Lilian –Entonces debo hacer más crema.

-¿Cómo sabes que vino?

-Cuando llegué lo vi llegar en su automóvil, ya que es una comida con sus primos, seguro querrá acompañarlos, Emma.

-Cierto, entonces más platos a pulir –Dijo la chica haciendo un moín.

Entretanto en el salón de tejido...

-Perfecto, buen trabajo hijo.

-Gracias tía.

-¿Qué tal el recital de la señorita Hill? La he escuchado en algunas reuniones, pero un recital completo debió ser un deleite para ti.

-Agradable –Dijo el rubio sin mucha emoción, tomando una bola de estambre color vino.

-¿"Agradable"? -Preguntó la mujer mayor levantando su ceja derecha, pareciendo un monte.

-Si agradable -Respondió en el mismo tono simple, más entretenido con la bola de estambre.

-¿Sólo eso dirás?... Hablamos de un recital de la señorita Angela Hill, un prodigio de la música ¿Y sólo dirás eso?

-Si –Dijo sin mucho interese.

-Anthony Brown sé más cortes, me he dado cuenta, además de saberlo por fuentes confiables, que la señorita está interesada en ti, deberías mostrar algo más que mero interés por la buena música, una dama así...

-Me siento honrado, pero ni creas que sacaré ventaja de ello y cortejaré a la señorita Hill.

-Anthony...

-El tío William me dio total libertad para manejar las negociaciones con el señor Hill, fue la compensación que me dio para arreglar el desorden de Neal, así que por favor respeta eso.

-No dijo nada de negarse a entablar una relación "Mas cercana" con la señorita Hill.

-Por favor, tía sé a dónde vas, sé el modo de tus cosas; según tu criterio, si hace falta un acercamiento íntimo entre la señorita Hill lo impondrías si ello saca un gran beneficio para la familia, sin embargo aquí no es así y te recuerdo que el tío William me dejó a cargo y donde alguien más intervenga, todo se deshace.

-¡Que caprichosos son! –Dijo la mujer mayor resoplando, juntado sus manos y ladeando la mirada con disgusto.

-Si no te molesta me quedaré a la comida con mis primos.

-Espero que no planeen un complot.

-Claro que no, sólo será una amena comida... y mientras vienen ¿Quieres que te lea algo? ¿O llamo a la chica que te sirve?

-Hazlo tú -Dijo con un resoplido.

Anthony permaneció al lado de su tía hasta la hora de la comida, cuando llegaron sus primos junto con Annie, para entonces a la mujer mayor se le fue el enojo, la verdad es que no podría enojarse mucho tiempo con sus sobrinos, menos con el favorito, disfrutando genuinamente de su compañía. Cuando llegaron las demás visitas ellos los recibieron así que para los hermanos era una sorpresa agradable poder estar con su primo favorito, casi su hermano. Annie al termino de los saludos se fue de lleno a la cocina donde como si fuese la señora de la casa, daba órdenes a las sirvientas, quitando y poniendo otras cosas de las que ellas ya habían preparado.

-No, el postre lucirá opaco con esta bajilla.

-Es la bajilla favorita de la señora cuando se sirve el café y el postre.

-Son mis postres los que van a servir y con esta bajilla van a lucir baratos cuando son de alta repostería francesa, pongan otra.

-Pero la otra bajilla está guardada –Dijo Dorothy.

-Entonces sáquenla.

-Está bien señorita, pero permítame preguntarle a la señora Ardley si podemos sacarla...

-¿Qué?... ¿Preguntar?

-Es que es la bajilla que...

-La señora Ardley me dio permiso, así que hagan lo que digo o no estorben -Demandó levantando la voz y palmoteando, las demás en la cocina se quedaron como de hielo -, hagan lo que digo y quedará perfecto ¿Entendieron?

Todas asintieron calladas, Dorothy y Emma fueron por la bajilla que se encontraba guardada en el almacén, Annie se sintió horonda por hacer valer su mando, el que pensaba que le daba ser la novia de Archie, entonces miró a una mesa donde Candy estaba terminado de pulir los últimos vasos de la cristalería española. El entrecejo de la chica de cabello negro se reforzó, acortó los pasos y tomó un vaso que miró "Detenidamente".

-Está opaco.

-¿Opaco, señorita? -Preguntó Candy extrañada, dejar la cristalería transparente era una de sus especialidades, algo que aprendió en el cabaret con Edwart, Annie emitió una risa en la garganta, con tono creído.

-Además sorda, si... este vaso está opaco, mejor dijo todo está opaco ¿Acaso piensas que vamos a comer en semejantes platos? Nos provocarán nauseas.

-Usted perdone, pero he dejado la cristalería como siempre la pide la señora...

-¿Estás diciendo que la señora de esta casa es una mujer que come en vasos sucios? -Su tono era más pesado y con el volumen elevado, las demás miraban con preocupación, Candy estaba sin creerlo, pero se mantenía tranquila ante la visita.

-Por supuesto que no, yo no dije eso, lo que pasa...

-Lo que pasa es que no haces bien tu trabajo, limpia otra vez la cristalería y asegúrate de dejarla como el cristal más puro o si no, no sirvan aquí... ¿Entendiste?

-Si señorita...

-Apúrate entonces... -Dijo con tono aún más grave y chasqueando los dedos muy cerca del rostro de Candy –Y si no están como yo lo demando, le diré a la señora Ardley que no quieres trabajar como se te ordena.

-Si señorita -Repitió haciendo una pequeña reverencia en tono leve, Annie resopló con ese tono engreído y salió de la cocina.

-Hoy está insoportable -Dijo Prudencia en un suspiro de cansancio.

-La cristalería está impecable como siempre la dejas Candy -Le dijo Lilian con preocupación.

-Haré lo que dijo la señorita, Lilian -Dijo con tranquilidad volviendo a limpiar los vasos.

Las demás la imitaron en sus deberes, esforzándose por "Complacer" a la chica, entre tanto en la mesa los ahí reunidos charlaban y el ambiente era más animado por los tres chicos, Elroy se limitaba a dar algunos comentarios, gustaba más escuchar a sus sobrinos, Annie compartía con ellos en un tono amable y hasta "Simpático", nada que ver con el tono que usó en la cocina, cuando ella estaba charlando con Elroy sobre los platillos que mandó servir, los chicos aprovecharon para hablar entre ellos.

-Me alegra poder pasar tiempo con ustedes otra vez, pensé que los vería varios días después.

-Lo habíamos decidido cuando tuvimos un poco de tiempo libre, la idea era comer nosotros dos con ella, pero Annie… -Dijo Archie con incomodidad mirando por el rabillo a su novia.

-¿Se invitó sola?

-Así es, además de quedar sólo nosotros dos con la tía, era para descansar de ella, toda la semana he tenido que salir de cita a su lado, porque dice que estoy más enfocado en el trabajo, que en ella… pensé que cuando menos aquí no la vería… sin embargo se enteró de esta visita por mi madre y quiso venir, para presumir de sus postres con la tía.

-Por lo visto no vas a decirle nada al tío William.

-No Anthony, no me animo ahora que las cosas están mejorando en el negocio que invirtió y no levantaron.

-Insisto que deberías hacerlo, nuestro tío es comprensivo, no creo que quiera sacrificarte a ti por unos negocios que no levantaron.

-No lo sé… -Dijo con el semblante cabizbajo y con indecisión.

-Primo…

-Joven Anthony… -Lo llamó la chica con una sonrisa, el chico la volteó a ver.

-Me parece que es la primera vez que me es posible compartir la mesa con usted.

-Es cierto, no habíamos tenido oportunidad, estoy entusiasmado por los platillos que preparó para la ocasión -Habló con una educada sonrisa.

-Muchísimas gracias, estoy segura que no voy a decepcionarlos, estoy muy feliz de poder compartir con todos ustedes, es un honor -Habló con una sonrisa "Deslumbrante", Archie prefirió mirar el bordado del mantel -parece que todos sus sobrinos están presentes ¿O no, señora Ardley?

-Faltan Eliza y Neal, pero por el momento los dos están el Florida.

-Oh es cierto, casi lo olvidaba… ojalá un día puedan estar todos reunidos para convivir con toda la familia, bien… si me permite, iré a revisar la comida para dar la orden de que sirvan.

Annie hizo una reverencia ante la mayor de los Ardley antes de ir a la cocina, donde las mujeres hicieron todo como ella ordenó.

-Mejor, esa vajilla es mucho más apropiada, recuerden tener cuidado con la temperatura del suflé, no quiero que por sus torpes descuidos yo vaya a quedar mal.

-No se preocupe señorita -Dijo Prudencia.

-Más les vale -Miró entonces a donde Candy, su sonrisa torcida de soberbia apareció, acercándose con los brazos cruzados, paseando los ojos por la cristalería que lucía ahora más brillante al estar tocada por los rayos de sol, Annie volvió a sacar su pañuelo para tomar una copa, mirando nuevamente con "Detenimiento".

-Ahora si brillan como debería ser, para una mesa de la familia Ardley… ¿Ya ves que no te costaba nada hacer tu trabajo?... Pero veo que eres bastante perezosa, si no haces las cosas a la primera.

-Me alegro que tenga su aprobación -Dijo Candy inclinado la cabeza, manteniendo su tono sereno de voz.

Annie emitió una risa llena de soberbia por la garganta y luego dio la orden de servir la comida, retirándose de la cocina.

-Ignórala Candice, todas sabemos qué haces siempre un buen trabajo y dejar la cristalería reluciente es una de sus especialidades… debe estar nerviosa por querer impresionar a la señora Ardley.

-Pero parece que la señora sólo la deja hacer para que no tener que lidiar con ella -Completó Emma, Candy agradeció con una sonrisa, la verdad es que el tono de la chica Britter es incómodo y molesto, no obstante, ella tenía paciencia.

La comida entre la familia se dio en mayoría agradable, pues estaban los tres chicos y con ello el ambiente burbujeaba a pesar de la mirada estricta de Elroy, pero esta vez era menos pues disfrutaba de tener la compañía de sus tres sobrinos más "Impetuosos", sabía que con ellos hasta una degustación de canapés, podía volverse una fiesta. Le era agradable hasta con la participación de Annie, que no paraba de alardear de la comida, sobre todo de los postres, Elroy Arldey le daba la "Necesaria" atención y sólo porque era la única mujer joven en la mesa. Anthony también aprovechó el momento para conocer a la novia de su primo, si, era linda en apariencia y tenía ademanes encantadores y de buen gusto como la comida que estaba degustando, no obstante había cosas que no lo terminaban de convencer, que de no ser porque sabe lo que Archie siente realmente por su novia, habría creído que eran ideas raras suyas. Dejándose ver más cuando, al preguntar Stear por el recital de la señorita Ángela Hill, decir que fue hermoso y Archie decir que hubiera querido verlo, pensando que la dama, seguramente se vio preciosa junto al piano; Annie hizo por un instante un semblante de disgusto que cambió luego por una sonrisa "Amena", gesticulaciones que Anthony vio; acto seguido, pidió tocar el piano para ellos cuando tomaran el café, la tía abuela aceptó.

-Vaya… hasta con un recital quiere acaparar su atención -Pensó el apuesto rubio.

-Espero que todo haya sido de su agrado, me gustaría saber su opinión señora Ardley.

-Todo estuvo perfecto.

Esta corta frase y con semblante rígido acostumbrado de la tía abuela, hizo en la chica una sonrisa soñadora de oreja a oreja, recibir la aprobación de la mayor de esa familia era importante, como le dijo su madre.

-Se lo agradezco señora, me hace muy feliz que sea de su aprobación… ¿Oíste eso Archie?

-Me alegro por ti -Su sonrisa era diminuto en comparación con la de ella.

-Felicidades Annie, el postre era lo más delicioso, tienes mano para la repostería.

-Gracias Stear -Sonrió con sus mejillas pintadas de rojo -espero poder preparar más platillos para ustedes, estoy tan contenta de que les gustara, admito que estaba muy nerviosa, apenas y pude dormir.

-Pues ya ves que valió la pena, todo estuvo delicioso y como tú querías -Dijo Stear queriendo animar a la chica.

-Me alegra tanto...ay que alivio -Dijo ella exhalando un pequeño suspiro, tocó el vaso de cristal donde había un poco de agua, bebió su último contenido y dejó el vaso en la mesa -aunque por poco y no resulta como planeé, pero no por culpa mía, si no por esa patosa chica que sirve a la señora Ardley -dijo lo último con tono jactancioso.

A lo mencionado Anthony que estaba bebiendo su copa de Cabernet, sus ojos se fueron a donde la chica.

-¿Porqué lo dices? -Preguntó Archie intrigado.

-No pudo hacer algo tan simple como limpiar la cristalería, si yo no hubiera estado al pendiente, ella nos habría entregado sucia la cristalería, habría sido repugnante -Dijo con ese tono pretencioso dándole el último mordisco al postre.

Los hermanos se miraron furtivamente como cuestionándose lo dicho, Anthony le miraba con "Leve" seriedad, pero en sus adentros era intensa.

-Ella siempre ha dejado la cristalería como se lo ordeno.

-Parece que esta vez no quiso hacer su trabajo… debería estar al pendiente señora, esos son atisbos de desobediencia que luego pueden ponerse peor, lo he visto con la servidumbre de mi casa, que mal que la gente del servicio no quiera hacer su trabajo, por causa suya yo pude haber quedado mal con usted… ¿Le parece correcto?

-No y hablaré con ella más tarde.

-Gracias señora -Respondió ella con una sonrisa como de una chiquilla consentida, para Anthony esa sonrisa le pareció más repugnante que haber bebido en un vaso suyo.

-Pasemos al salón -Dijo la señora Ardley al final.

Los demás obedecieron, ordenando llevar el café a ese lugar de la casa, los demás se adelantaron, Anthony se quedó un momento más en la mesa para terminar de beber su copa de vino, al quedarse solo y cuando Dorothy se acercaba para llevarse los platos, el rubio se acercó a ella.

-Dorothy.

-¿Si, señor Brown? -Dijo ella haciendo una pequeña reverencia.

-Dime algo, ¿Es verdad que la chica que asiste a mi tía no quiso hacer su trabajo?

-¿Eh?... No sé de qué me habla.

-Dijeron que no quiso acatar las ordenes que se le dieron.

-Por supuesto que no fue así señor, mi compañera es la encargada de la cristalería por dejarla reluciente como le gusta a la señora Ardley y está vez lo hizo de nuevo… pero…. -Calló indecisa y hasta asustada, mirando hacia el marco que llevaba al pasillo.

-Tranquila, no propicio el chisme para hacer quedar mal al servicio, sólo quiero saber porque la queja con la chica que ayuda a mi tía.

-Ella dejó la cristalería tan reluciente como siempre, pero… pero no le convenció a la señorita Britter y tuvo que pulirla otra vez.

-¿Estás segura?

-Claro que sí señor, nadie quería estropear el trabajo de la señorita Britter.

-Está bien, gracias Dorothy -Dijo el joven con el semblante más tranquilo antes de dirigirse al salón, donde ahora tocaba el piano muy horonda la chica de cabello negro.

….

Acomodaba los papales que se habían revisado y los guardaba donde correspondía, fue un día largo pero productivo, eso era una buena señal, al instante marcó el numero de siempre esperando unos segundos antes de que respondieran.

-Soy yo señor Ardley, un placer decirle que todo salió mucho mejor de los esperado, el trabajo los señores Crown y del señor Anthony ha sido fructífero, hay avance en donde se había estancado y comienzos fortuitos donde parecía inmóvil; creo que puede estar más relajado a partir de ahora.

George decía esto en tono moderado, pero con un entusiasmo, escuchar la voz más animada del jefe de esa familia era algo gratificante, habían sido meses críticos, meses que parecía una locura teniendo que esforzarse al doble el jefe de esa familia si quería garantizar el bienestar de los suyos.

-Espero que con esto esté más tranquilo, por fortuna cuenta con familiares tenaces sobre todo por los más jóvenes, son arriesgados pero inteligentes.

-No tienes que decirlo George, lo sé de sobra, incluso más que sus padres.

-¿Con esto regresará?

-Todavía no, aún tengo cosas que ver aquí.

-Entiendo, le informaré entonces a la señora Elroy.

-¿Qué has averiguado sobre los movimientos de Neal? No quedé tranquilo con el reporte que me dio y mucho menos con sus tropiezos con el señor Hill, no sabes la pena que sentí por Anthony.

-Hasta ahora parece que las cosas están en orden pero nada sobresaliente, señor; es decir su rendimiento no es el mismo al del joven Anthony.

-Eso lo sé de sobra, sin embargo hay algo que no termina de quedarme claro, no importa los alegatos de mi prima, George te pido que sigas al pendiente mientras estoy aquí.

-Como otras veces le digo que pierda cuidado, le informaré de la cosa más mínima si es necesario.

-Eso es lo que me gusta oír, muchas gracias George -Su voz se oía tranquila y con alegría, eso contagió al señor George, colgó el teléfono continuando con guardar los documentos que faltaban.

-El señor William se comporta de una manera más paternal con los jóvenes que sus propios padres y su manera de ser agradecidos es hacer su trabajo con la mejor diligencia, eso hasta la señora Ardley lo valora.

Tocaron a la puerta permitiéndole entrar a la secretaria.

-Señor George, hay un señor llamado Damián que pide hablar con usted.

-Gracias señorita Gabriela, sólo dígale que lo veré donde siempre, él entenderá -Le dijo con una amable sonrisa en la cara.

-Está bien, permiso -Dijo la secretaría con educación cerrando la puerta, George continuó guardando los papales, pero ahora no con el semblante tranquilo de hace unos segundos, sino serio.

El anochecer hizo su aparición y con ella la despedida de los jóvenes en la casa, el resto del tiempo fue un recital dado por Annie, con esto se terminó la visita a la mansión Ardley, la chica estaba con una sonrisa de victoria por su triunfo en la comida, no podía esperar a contárselo a sus padres y a sus amigas en la clase de pintura, clase a la que su novio debía llevarla y después llevarla a comer algún postre.

-Adiós tía, fue muy agradable pasar la tarde contigo, deberíamos hacerlo más seguido.

-Sólo si cumplen con sus deberes -Dijo con dictamen, los tres sobrinos sonrieron.

-Adiós señora Ardley, me siento honrada de haber pasado una tarde en su compañía, ojala vuelva a suceder en otra ocasión -Hizo una reverencia con respeto ante la mujer mayor.

-Fue una tarde placentera, te vuelvo a felicitar por tu esfuerzo en la repostería.

-Muchísimas gracias -Su cara estaba iluminada y una carmín intenso la marcó.

-¿Nos vamos, Athony?

-No Stear, necesito revisar unos documentos que aquí dejó George y me tomará un par de horas.

-¿No le es mejor hacerlo en la mañana?

-Si lo realizo hoy tendré el día libre mañana, señorita Britter ¿Verdad tía?

-Posiblemente, pero no me gusta que te mal pases en horas de descanso.

-La noche es joven.

Siendo así los dos hermanos y la chica Britter partieron en el automóvil hasta salir del amplio jardín de la casa, entonces la señora Elroy dio un suspiro como de cansancio.

-¿Tiene tu aprobación? -Preguntó el rubio aún mirando por donde desapareció el auto.

-Tiene la aprobación de mi sobrina así que ya debes saberlo.

-Espero que hayas visto lo tensa que estaba la chica.

-Olía a kilómetros.

-Tu aprobación debe ser la más ansiada ahora que no está el tío William, en su nerviosismo habrá sido exigente con tu personal, dado que sólo admites gente eficiente no creo que haya padecido un sabotaje.

-Mmm… puedes estar en lo cierto.

-Sabes que lo estoy -Ambos entraron a la casa dirigiéndose al despacho.

-Insisto que tomes la sugerencia de Anne y hagas este trabajo en la mañana, tal vez no descansaste lo suficiente después del recital.

-Gracias por tu atención pero de verdad quiero hacerlo ahora, me deja tiempo libre mañana y además… es tan entretenido como el recital de la señorita Hill -Dijo con una sonrisa divertida y la mujer mayor exhaló en protesta, Anthony tomó asiento comenzando a sacar las carpetas que necesitaba y la señora Erloy tomó el picaporte de la puerta.

-Ordenaré que te preparen café muy caliente.

-Te lo agradezco tía y para manifestártelo te dedicaré el día de mañana.

-No puedo, debo ir a una reunión con unas señoras…. -Anthony levantó una ceja sospechando, Elroy aclaró la garganta incómoda por esa mirada -que no tiene nada que ver con el ayuntamiento, es una reunión para darle la bienvenida a una vieja amiga que regresó de Londres, manda a George a supervisarla si quieres.

-No lo haría, confió en tu palabra.

Elroy se retiró del despacho dirigiéndose a su habitación, no sin antes hacer tocar una campana presentándose Candy y Dorothie, la primera con la indicación acostumbrada de prepararla para dormir, la segunda para prepararle el café al joven rubio, ambas hicieron lo que les correspondía. Esta parte de su trabajo es tan silenciosa como las demás, no es que en las demás Elroy quisiera sostener una charla con su empleada, pero Candy esperaba una llamada de atención, las palabras de Annie eran una clara amenaza y ella aunque mantendría el respeto a la mujer mayor, no estaba dispuesta a que le culparan por desobediente cuando jamás lo ha hecho. Sin embargo, la mujer mayor nada mencionó, parecía estar más ocupada en sus pensamientos que otra cosa, sus únicos diálogos fueron para escoger su guarda ropa de mañana.

-¿Necesita que la acompañe?

-Para nada, quiero que te quedes aquí acomodando las cosas como te ordené, hay vestidos que ya no uso y otros que aún ni sacó de su envoltura, quiero que organices el guardarropa como quiero y sé cuidadosa con la tela de seda, la última chica que me asistió arruinó una tela de tono marfil que mi sobrino mayor me regaló… no quiero que pase lo mismo -Dijo en tono demandante, una mueca que seguramente a Dorothie pondría a temblar… pero para Candy no es de sorpresa, sabe que así habla cuando son cosas que tienen un valor importante para ella y quiere que sea muy cuidadosa.

-No señora -Es todo lo que dijo en tono suave, prefiere esa mueca por un guardarropa, que una por acusaciones falsa de la señorita Britter.

Luego de estar metida en la cama, tomar sus medicinas y estas hacer su efecto, la mujer mayor se relajó y su semblante se relajó anunciando que estaba inmersa en un profundo sueño, para Candy es la señal para retirarse, tomó la charola con las medicinas y salió de la habitación con el mayor silencio… y hasta triunfante por no ser regañada. Bajó las escaleras escuchando murmullos, se topó con Dorothie trayendo la charola con el café ordenado.

-¿Qué pasa? -Dorothie rodó los ojos.

-Emma da batalla para que guardemos las cajas que subimos para la comida, no pudimos hacerlo antes, ya ves como quedó la cocina con las exigencias de la señorita Britter, hasta ahora se pude… pero Emma no piensa bajar una sola hasta que yo la acompañe, como las subimos las dos, piensa que me puedo aprovechar para que ella haga todo el trabajo, ¿Cuándo me has visto haciendo eso? -Dijo molesta y con un mohín en la cara.

-Descuida yo le ayudo a Emma.

-Oh no Candy, tú te llevaste buen trabajo con lavar los platos además de pulir dos veces la cristalería, ¡Ya sé! Tú llévale el café al señor Brown y yo voy con Emma de una vez, para que no de molestia.

-Está bien -Dijo la chica rubia con una amable sonrisa.

Intercambiaron charolas y cambiaron rumbos, Dorothie a la cocina con Emma exigiendo y Candy al despacho, tocó antes de entrar, "Adelante" escuchó y abrió la puerta encontrándolo sentado frente al escritorio, su saco había sido dejado en un sillón del estudio y su corbata que había estado perfectamente atada, había sido aflojada para darle mejor comodidad, las mangas de su camisa enrolladas para darle más libertad, un documento era sostenido por su mano izquierda y una pluma en su mano derecha, haciéndola sonar suavemente sobre el escritorio, donde ya había más papales esparcidos, a la chica le pareció que le quedaba esa estampa, pero dejó esa idea a un lado al siguiente minuto.

-He traído el café, señor.

La voz suave lo sacó de su concentración, sorprendiéndose de encontrarla a ella, una sonrisa grata apareció en su rostro y de hecho cayó en la cuenta de que apenas pudo verla desde el mediodía, ella no apareció jamás ya que su tía no solicitó su ayuda.

-Muchas gracias.

-¿Le sirvo una taza?

-Si por favor, me espera una larga noche de trabajo -Candy colocó la charola en una mesita de ahí, vertió el líquido en la taza blanca y el propio Anthony se acercó a tomarla -sabe bien, lo hizo Dorothy ¿Verdad? Distingo su café del que hacen las demás.

-Si, ella lo hizo -Dio otro sorbo a la taza, ella miró el escritorio con los papeles regresando luego la mirada a él -¿En verdad trabajará toda la noche?

-Si.

-Pero podría hacerle daño ¿Por qué no hacerlo mañana? Estaría más descansado… ahm… -De pronto Candy cayó en la cuente de que estaba siendo imprudente -lo siento señor, hablé de más.

-No… al contrario le agradezco la consideración -Dijo él con una sonrisa -, pero en verdad quiero terminar este trabajo en la noche y tener un pendiente menos mañana.

-Entiendo… entonces prepararé más café, puedo estar al pendiente por si necesita algo.

-No es necesario su labor ya acabó, no crea que soy tan inútil para no saber usar la estufa –La rubia sonrió con el comentario -pero prefiero que sea té de limón, me ayuda más que el café.

-Está bien señor Brown, ¿Necesita algo más?

-Nada, se lo agradezco.

Candy asintió con una moderada sonrisa y salió del estudio luego de dar una pequeña reverencia. Anthony volvió al asiento y tomar el documento que traía en la mano, ciertamente el café le daría energía para trabajar en la noche, sin embargo sentía más ímpetu por las atenciones de la chica para con él, ese detalle que puede ser común viniendo de la gente de servicio, a él le pareció agradable… además de presentir que su tía no le llamó la atención como Annie quiso, podría haberlo notado y eso le daba aún más ánimo. Sin embargo, por ende, también lo hizo pensar en la chica Britter, es común que la gente tenga celos, pero esto era algo grave, ocasionarle un problema a una joven que nada hizo para hacerla quedar mal, era algo deplorable, ¿Así sería siempre con cualquier joven que vislumbre? Pues parece que Annie no le perdonaba a Archie haber mirado a la chica rubia en su presencia.

-Aunque es algo inevitable…

Aquella frese en su mente lo sacó de su pensamiento, movió en negación la cabeza y mejor se puso a trabajar. Así estaba Candy en la cocina pensativa, preparando el té de limón, en sus adentros se regañaba por haber sido imprudente, no debía hablar más de lo debido con los señores de esa familia y menos en cuestiones de su trabajo, pero sólo se preocupó por el joven Brown al tener que trabajar toda la noche, luego volvía a regañarse en sus adentros diciendo…

-No es tan fatigante pasar la noche entre papeles, que entreteniendo hombres.

El té estuvo listo, apagó la estufa, se quitó y guardó el delantal en su lugar y marchó de la cocina, al hacerlo pasó por el estudio, estaba cerrado y se veía la luz de adentro, una sonrisa se hizo en la boca de Candy.

-Que pase buena noche, señor Anthony.

Giró sus pies para ir a la zona de los dormitorios de la servidumbre.

Continuará…