Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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―¡Pelea!
Gimo, echando la cabeza hacia atrás con exasperación.
―Voy al gimnasio, no puede importarme menos hoy.
Alice asiente, mirando fijamente hacia las masas mientras abandonan apresuradamente el edificio; decidiendo no perderse ni un segundo de la carnicería.
―¿Piruetas? —pregunta, sin mirar ni una sola vez en mi dirección, como si estuviera tratando de encontrar un camino a través de la densa multitud. Sigo su línea de visión, observando la estampida desde una distancia segura.
―Sí ―respondo, suspirando―. Ese salto al frente, giro de rueda, voltereta hacia atrás, me está dando dolor de cabeza.
―Pft ―se burla, agitando la mano con desdén―. Por favor, eres la mejor saltadora del equipo. Pero ya sabes, realmente deberías tener a alguien observándote, o contigo, al menos.
Me encojo de hombros.
―No es la gran cosa. Te prometo que no me voy a matar.
Entrecerrando los ojos, finalmente me mira.
―No me gusta, pero realmente necesito llegar a casa. Llámame cuando hayas terminado para saber que no estás... muerta.
Asintiendo, aprieto suavemente su hombro mientras me giro en dirección al gimnasio, sabiendo que todos están afuera disfrutando del entretenimiento del viernes por la tarde y tendré el gimnasio para mí sola.
Inhalando profundamente por la nariz, estiro mis manos por encima de mi cabeza, levantándome sobre las puntas de mis pies, mirando la marca sucia en la pared al otro lado de la habitación, perdiéndome en mi determinación.
Y luego no hay nada más que la sensación de la colchoneta debajo de mis palmas mientras me empujo, el ruido sordo de mis zapatillas en el suelo mientras mi cuerpo gira en el aire, y mi respiración mientras me lanzo de un rincón de la habitación al otro, girando mi cuerpo en el aire, aterrizando precariamente cerca de la pared.
Exhalo, mirando por encima de mi hombro hacia donde empecé, frunciendo el ceño cuando me doy cuenta de que mi línea está mal. Hacer volteretas duele, pero sería mucho más fácil si pudiera dar la vuelta de un lado a otro de la habitación en una jodida línea recta.
Diez intentos más y me duele el cuerpo. Estoy frustrada conmigo misma. Sacudiendo mis brazos para aflojarlos, gimo hacia el techo, tratando de no gritar. La frustración solo conduce a errores y, muy probablemente, a lesiones.
―Eres una pequeña acróbata, ¿eh?
Grito, girando para enfrentar a quien diablos acaba de asustarme.
Apretando la mandíbula, me niego a responder a su comentario sarcástico, mirándolo de arriba abajo brevemente, contenta de estar a seis metros de donde él se sienta en la singular fila de gradas contra la pared. ¿Cuánto tiempo ha estado ahí?
―¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunto, entrecerrando los ojos antes de ver el reloj, dándome cuenta de que ya he estado aquí por una hora.
Se encoge de hombros, se pone de pie y se acerca lentamente a mí, luciendo tan indiferente como siempre.
―Me llamaron a la oficina del director.
Asiento, mirándolo cuando se detiene frente a mí.
―¿Y qué? ¿Te perdiste y terminaste en el gimnasio?
―No estoy perdido. ―Su sonrisa es siniestra, haciendo que se me erice el vello de la nuca.
―¿Entonces qué estás haciendo aquí?
―Tranquilizándome, aunque… ―Me mira, inclinando la cabeza, sus ojos apreciando abiertamente cada centímetro de mí, su sonrisa nunca vacilante―. Tú, estando aquí, está teniendo el efecto contrario.
―Parece que el oponente de hoy dio una buena pelea ―observo, cambiando de tema y devolviéndole la sonrisa mientras asiento con la cabeza hacia su labio partido.
—Un tiro con suerte —gruñe con los dientes apretados y me río, disfrutando de su ira, disfrutando de la idea de encontrar una manera de presionar sus botones. Lo que realmente quiero es estirarme y pasar mis manos por su tentador cabello.
—Qué mal perdedor —bromeo, chasqueando la lengua.
―Yo no perdí. ―Su voz es baja y amenazante. No voy a mentir, aunque es una advertencia, también es excitante.
Me encojo de hombros, porque no sabría de ninguna manera. Tampoco me importa.
―Bueno, esto ha sido... divertido. ―Me pongo el bolso al hombro y tomo un largo sorbo de mi botella de agua―. Pero tengo que irme. ―Lanzándole una mirada sobre mi hombro, sonrío ampliamente―. Hasta luego, Cullen.
Mientras me alejo, dejándolo de pie en medio del gimnasio, me aseguro de balancear mis caderas un poco más, sabiendo que mis pantalones cortos ajustados y mi sostén deportivo dejan poco a la imaginación.
