Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
Es viernes. Edward está de vuelta.
Jadeo cuando me cruzo con él en el pasillo, mis pies vacilan, nuestros ojos se encuentran.
Los moretones están por todas partes. Tiene cortado el labio y la ceja, algunos puntos en esta última.
―¿Qué diablos pasó? ―No puedo evitar preguntar, acercándome instintivamente a su rostro.
Él esquiva mi mano, entrecerrando los ojos.
―Nada. No importa.
Sé que la gente está mirando, estamos parados en medio de un pasillo concurrido, pero no puede importarme menos.
Apretando mis labios, cedo y asiento, mirando mis pies.
Él no se mueve, yo no me muevo.
Yo no me muevo porque él no lo hace. Nos quedamos allí.
Eventualmente suena la campana y él se aleja sin mirar atrás. Lo veo irse hasta que ya no puedo verlo.
Todo el día anda con la capucha puesta sobre la cabeza, ignorando a los profesores que le dicen que se la baje. No discuten, sabiendo que es inútil, él hace lo que quiere.
Nadie más le pregunta qué pasó.
Está en biología, sentado estoicamente en su asiento cuando llego.
―Entonces ―empiezo, mirándolo de reojo, tomando nota de cómo su cuerpo se tensa cuando hablo, como si estuviera preparándose―, ¿quién finalmente te ganó?
―Eso no es asunto tuyo.
―¿Te lo merecías? ―presiono, levantando una ceja.
―Eso es discutible ―responde después de unos segundos, sin mirarme. No me muevo, observándolo cuidadosamente, notando cómo sostiene su lado izquierdo―. Sí ―finalmente suspira.
Por un momento me sorprende que me ofreciera la información, eligiendo responder mi pregunta en lugar de evadirla o ignorarla por completo.
―Por si sirve de algo ―susurro―, espero que estés bien.
Banner comienza a hablar y me alegro de la distracción. Giro mi cabeza para enfocarme en nuestro maestro, ignoro la mirada de Edward, aunque siento que me quema un lado de la cara.
Las luces se atenúan mientras nos muestran una película educativa obsoleta.
A mitad de camino, Edward se inclina más cerca, como solía hacerlo, aunque sus movimientos son más lentos esta vez, más cuidadosos.
―Por si sirve de algo… ―Su aliento en un lado de mi cara hace que el vello de mis brazos se erice, sus labios rozan la concha de mi oreja―. Lo siento.
Me giro, boquiabierta, confundida. Él no retrocede, nuestras caras están a menos de una pulgada de distancia, sus moretones están más pronunciados en la oscuridad y la proximidad.
Trago ruidosamente.
―¿Por qué?
―Algunas cosas ―responde, sus ojos se apartan de mi cara por un momento, enfocándose en la televisión antigua al frente de la habitación―. Por todo.
No sé qué hacer con su disculpa, pero suena —se siente— sincera. Sus ojos nunca dejan los míos, su rostro suave.
―Gracias ―me las arreglo para decir, mi corazón se acelera. Sus ojos se encuentran con los míos de nuevo y asiente una vez, ambos centramos nuestra atención en la televisión.
Por el resto de la clase, estamos en silencio.
No sé qué sentir.
