Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


Por primera vez desde que Edward Cullen llegó a Forks, soy testigo del desafío de una pelea de viernes y cómo se desarrolla todo.

Mi última clase termina un par de minutos antes y estoy en mi casillero cuando escucho que lo llaman.

―¡Cullen! ¡Oye, Cullen! ¿Estoy dispuesto si lo estás?

Quiero rodar los ojos por lo infantil que es toda esta exhibición, pero instantáneamente, recuerdo los moretones de Edward y la forma en que movió su cuerpo tentativamente en biología.

Pasa a mi lado cuando estoy cerrando mi casillero e instintivamente estiro la mano para agarrar su brazo. Lo miro, rogándole, suplicándole que no se enfrente al gilipollas de adelante.

Rápidamente se encoge de hombros fuera de mi alcance, los ojos vacíos de cualquier cosa que no sea ira.

―No lo hagas. Por favor, no lo hagas.

―Estoy bien ―me asegura, pero estoy negando con la cabeza, discutiendo en silencio. Él no está bien. Ya está dolorido.

¿Por qué se hace esto a sí mismo?

―Piénsalo, por favor ―le suplico, dejando mi propio orgullo a un lado por un momento―. Aléjate.

―No puedo.

―¡Sí puedes! ―El pasillo que nos rodea se está llenando de estudiantes, la anticipación aumenta. Mis ojos escanean la multitud rápidamente; gente mirándose entre sí, esperando; observándonos a Edward y a mí con entusiasmo. Están orando por una pelea a puñetazos o una pelea verbal, no son quisquillosos.

Quiero gritarles a todos, decirles que se vayan a la mierda y que lo dejen en paz.

―No lo entiendes. ―Sus dientes están apretados amenazadoramente mientras se inclina hacia mí, sus ojos ardiendo―. No puedo alejarme. No puedo ignorarlo. Lo necesito.

Con una última mirada suplicante en mi dirección, se marcha furioso. Es toda la confirmación que necesita la creciente multitud y lo siguen con entusiasmo. Observo, mi corazón late con fuerza, mi respiración se entrecorta, mi mente fuera de control.

No está en condiciones de pelear.

Rose llama mi atención cuando se acerca, luciendo preocupada. Abre la boca para hablar, pero no escucho lo que tiene que decir. En su lugar, me doy la vuelta y, lo más rápido que puedo, corro en dirección a Edward.