Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


Mis manos encuentran su cabello, jalando su rostro hacia el mío, nuestros labios exigentes cuando se encuentran, sus caderas se empujan para encontrar las mías.

La sensación de su erección contra mi cuerpo es gloriosa.

Empujándome hacia arriba, descarta mi camiseta sin mangas con manos ansiosas, arrojándola sobre su hombro y estamos pecho con pecho, respirando pesadamente, manos tanteando y jalando; tirando y empujando. No puedo acercarme lo suficiente.

―Hay condones ―respiro pesadamente, alcanzando mi mesita de noche.

Sus manos se encuentran con las mías mientras lo toma de mí, besándome fuerte. Manos buscan a tientas el edredón, sacándolo de mi alrededor.

―Te necesito tanto ―me dice, su aliento caliente contra mi cara―. Siempre lo hago.

Son palabras apresuradas y desesperadas, susurradas y gemidas silenciosas en la oscuridad.

Él empuja hacia adelante, entrando en mí, quedándose quieto. Respiramos juntos, nuestros pechos juntos. Mis piernas se elevan para envolverlo, acercándolo más, siempre más cerca, nunca lo suficientemente cerca. Tragando saliva, se estremece y luego comienza a moverse, capturando mis labios con los suyos, exhalamos ruidosamente por nuestras narices.

Su espalda es tan deliciosamente sedosa bajo mis dedos, el cabello suave entre mis dedos, los dientes gentiles contra mi piel.

Cuando mueve una mano para agarrar mi muslo, colocándolo más arriba en su cintura, jadeo y grito, tan profundo, tan intenso.

Nuestros ojos permanecen fijos, besos suaves entre miradas profundas, sonidos silenciosos que escapan de nuestros labios, manos errantes entre embestidas lentas.

Es íntimo y es intenso, casi abrumador.

Este es mi Edward favorito.

Tan pronto como su mano encuentra mi clítoris, me corro, gritando hacia el techo mientras su boca desciende sobre la mía para amortiguar los ruidos animales que saca de mí.

Él no se queda atrás, estremeciéndose cuando encuentra su liberación, mis brazos se envuelven con fuerza alrededor de su espalda, sosteniéndolo contra mí.

El silencio se hace cargo una vez más mientras nuestra respiración se regula, su cabeza enterrada en el hueco de mi cuello, su peso encima de mí.

Eventualmente se mueve, rodando para acostarse detrás de mí, tirando de mi espalda al ras de su pecho.

No hablamos, no necesitamos hacerlo.

Él me sostiene cerca. Se lo permito.