Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
―Entonces, ¿por qué simplemente no... me invitaste? ―Puedo sentir la emoción burbujeando, amenazando con crecer. Intento apagarla, pero no puedo, agradecida de que no pueda verme la cara en este momento. No tiene idea de cuánto desearía que me lo pidiera. Cuánto anhelo aparecer en la escuela de su brazo; él con un traje impecable y caro, y yo con mi vestido, el vestido que tanto amo. Puedo ver la forma en que me sonreiría y me diría que soy hermosa, el brillo en sus ojos... es insoportable.
―No es tan simple. No para mí.
―Es tan complicado como tú lo hagas.
Estudiando el defecto en la puerta, trato de no girarme hacia él, pero el tirón es muy fuerte. Siempre lo es. Pelearlo es como nadar contra una corriente embravecida y ahora mismo estoy perdiendo. Me estoy ahogando.
―No puedo llevarte al baile, Bella.
Sus palabras me golpean como un tren de carga, paralizándome. Debería haber esperado esto, pero no disminuye el golpe.
Mis piernas se sienten pesadas, las insto a seguir adelante, aferrándome a mi determinación como si fuera mi salvavidas. Necesito salir.
»¡No puedo llevarte al baile porque no lo tengo permitido! ―Sus palabras me atraviesan, a medio paso, mi pie golpeando el suelo, pesado. No entiendo―. No tengo permitido asistir a ningún baile. ―Sus palabras son más tranquilas esta vez, resignadas. Puedo notar que no quería decírmelo; esperaba que yo no escuchara. Pero lo hice. Claro como el día.
―Eso no tiene sentido. ―Finalmente, giro la cabeza para mirarlo por encima del hombro. No se ha movido ni un centímetro, pero su rostro está dolorido, avergonzado.
Se encoge de hombros.
―No lo tengo permitido ―reitera.
―¿Por qué?
Una sonrisa irónica, un resoplido silencioso.
―Supongo que los maestros y el director no quieren que alguien como yo arruine lo que seguramente será una gran noche. Soy un riesgo.
―¿Es por eso que no asistes a ninguna actividad después de la escuela? ―No estoy segura de estar haciendo un buen trabajo ocultando mi sorpresa.
―Prácticamente.
―¿Hay más? —inquiero, instándolo a continuar con las cejas levantadas.
Pasando su mano por su cabello, sus hombros caen.
―Sí.
―¿Me lo vas a decir?
―¿Realmente necesito hacerlo? ―Es una súplica. Y me doy cuenta de que si presiono, me dirá todo lo que quiero saber. Es un libro abierto en este momento y estoy dividida entre aprovecharme, darle el beneficio de la duda o alejarme de él.
Aunque me imagino que me debe algunas respuestas.
―¿Por qué me cuentas todo esto ahora? Después de todo lo que has hecho.
Un profundo suspiro y se mira los pies, frunciendo los labios.
―Porque estoy jodidamente loco por ti y me está destrozando.
―Pero… ―Frunzo el ceño. No puedo creer sus palabras a pesar de la vehemencia detrás de ellas―. Tú… ni siquiera te agrado, no realmente. ―Echa la cabeza hacia atrás, me mira como si estuviera loca y eso me enfurece. ¿Cómo puede culparme por pensar lo que pienso?―. ¡Tú… te estás follando a otras personas para empezar!
Con las cejas levantadas, su expresión de sorpresa permanece.
―¿Lo hago?
Atrapada con la guardia baja, es mi turno de burlarme.
―¿Jessica? ¿Connor? ¿Cómo puedo creer que te gusto cuando no puedes mantenerlo en tus pantalones el tiempo suficiente para llegar a conocerme?
―Te puedo asegurar que no me estoy follando a Jessica ni a Connor. Nunca lo he hecho, ni tengo la intención de hacerlo. ―Mi mente repite las veces que los escuché chismear sobre Edward. Justo antes de que pueda decírselo, habla de nuevo―. No soy un santo, Bella. Me divierto. Pero no tomo el sexo a la ligera, a pesar de lo que te han hecho creer.
Todo lo que pensé que sabía se está dando la vuelta y no me gusta. Me siento ingenua. Lo odio. Me está atrayendo de nuevo, y eso siempre termina en dolor. Casi no quiero saber.
»¿Sabes cuál es la peor parte? ―pregunta. Cuando lo miro, instándolo a continuar, gime―. No hay una buena manera de decir esto... yo... joder. Son mamadas, Bella. Me chupan la polla y yo las dejo, y jodidamente me odio por eso... pero... al principio era una manera de sacarte de mi cabeza, y luego… ―Se tira hacia atrás sobre la cama y si la situación no fuera tan sombría, probablemente lo encontraría gracioso. Con las yemas de los dedos en las cuencas de sus ojos, murmura algo que no puedo entender.
―¿Qué? ―cuestiono, inclinándome hacia adelante como si eso me ayudara a escucharlo mejor.
―¡Pienso en ti! ―gruñe, frotándose los ojos. Estoy bastante segura de que jadeo. Qué asco―. Todo el maldito tiempo que estuve con ellas...
―¿Por qué? ―No le creo. No puedo. No quiero.
―¡Porque estoy loco por ti, te lo dije! ¡No puedo sacarte de mi maldita cabeza! Me estás volviendo loco.
―Ah, cierto, ¿entonces esto es mi culpa? ―No puedo ocultar el veneno en mi voz. ¿Pensó que me sentiría halagada por su admisión?
―¡No! ―Se sienta, lanzando sus manos al aire, exasperado―. Por supuesto que no es tu culpa. Es culpa mía. Lo sé. Estoy tratando de explicarte... ¡me consumes y no puedo lidiar con eso!
―¿Por qué? ―presiono, mi voz se eleva, igualando la suya―. ¡Ayúdame a entender!
―¡Porque me vas a matar! ―Se pone de pie, la ira y la desesperación fluyen de él, ola tras ola. Doy un paso atrás―. Si te pierdo, y lo haré, ¡no sé cómo voy a recuperarme de eso! Estoy tan cansado de sentirme así. Y si por algún maldito milagro, te quedas, ¿quién puede decir que no me convertiré en mi…? ―Su voz se corta, deteniéndose antes de decir algo de lo que parece creer que se arrepentirá. Baja la voz, inclina la cabeza, respira hondo y se desvía―. Si dejo de alejarte y decides que no valgo la pena... ni siquiera puedo...
Desearía saber de dónde provienen todas estas inseguridades, lo cual es irónico, considerando las mías. No puedo entender lo que me está diciendo, lo que no me está diciendo. ¿En quién está tan aterrorizado de convertirse?
Por un rato, lo observo mientras él observa sus pies, derrotado. A menudo es más grande que la vida, su sola presencia es imponente e intimidante, pero en realidad, no es ninguna de esas cosas.
Mi corazón se rompe, pero está tan cauteloso que no puedo decidir qué hacer. Nada tiene sentido.
Todo este tiempo, se ha estado protegiendo a sí mismo, a su propio corazón, aterrorizado de sí mismo y de los demonios que lo acechan. Lo ha hecho de la manera equivocada, desde el principio; pero yo también. Hay tanto dolor que ni siquiera hemos tocado esta noche, pero hay tanto que sí, y no puedo comprenderlo todo.
―Por favor, no te vayas ―suplica finalmente―. Todavía no. Es tarde y... por un momento, solo quiero pretender que no estamos rotos.
