Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Habiendo mantenido mi distancia con Edward todo el día, después de darme cuenta de que su distancia se debió al próximo baile, y probablemente por autopreservación, me paro frente a mi espejo, preparándome.
El plan original era que todas nos arregláramos aquí, pero no pudimos coordinar los tiempos. Rose tenía citas para el cabello, el maquillaje y las uñas, Alice tenía lo mismo y Ben va a llevar a Angela a cenar antes.
Es más fácil de esta manera.
El vestido es tan hermoso ahora como cuando lo vi por primera vez.
Alice, Rose, Jasper, Angela, Ben, Sam y Tyler estarán aquí en media hora. No sé cómo pasar el tiempo.
Sonriendo, recuerdo cuando Sam y Ben invitaron a Rose y Angela a ir juntos al baile. Ambos, jugadores de fútbol grandes y corpulentos, todos nerviosos y ansiosos, invitando a dos chicas al baile. Fue perfecto, exactamente lo que toda chica desea.
Mis ojos se ven sensuales esta noche; tonos oscuros y naturales con un toque ahumado. Brillantes y vivos mientras me miran en el espejo. Me he recogido el pelo hacia atrás, en la parte baja de la nuca, después de pasarme casi una hora rizándolo.
Mientras camino por la casa, la luz capta el brillo de mi vestido, resplandeciendo.
Me siento hermosa. Elegante.
Con mariposas en el estómago.
Me sirvo una copa de vino, de la botella que logré comprar con mi identificación falsa, la saboreo, sintiéndome inquieta, aunque no puedo entender por qué.
Es solo un baile, ¿verdad? No sé por qué me siento tan mal ante la perspectiva.
En el silencio, perdida en mi propia mente, un golpe en las puertas corredizas que conducen al jardín trasero me hace saltar, mi vino casi derramándose sobre mí.
―Mierda. ―Agarrándome el pecho, veo a Edward en el jardín y rápidamente abro la puerta.
Él retrocede cuando yo salgo; las manos en los bolsillos, la capucha sobre la cabeza, los hombros caídos.
Sus ojos recorren mi cuerpo, de arriba abajo, respira hondo y se baja la capucha.
No puedo mirar a ningún lado más que a su rostro torturado.
―Te ves... absolutamente hermosa. ―Su voz es baja, sincera, agonizante.
―Gracias ―susurro, mirando hacia abajo, mis mejillas ardiendo.
El aire es frío y seco, haciéndome temblar. No hay luz en el jardín, solo el resplandor de la cocina.
Edward da un paso más cerca, su proximidad instándome a mirarlo a los ojos.
Muerdo mi labio, mi cabeza inclinada hacia arriba para verlo. El aire que nos rodea es pesado, crepitante. Cómo desearía que me llevara al baile; ese pensamiento es doloroso.
Cálidas palmas contra la parte superior de mis brazos desnudos, él me mira, luchando con sus palabras por un momento.
―Siento mucho haber sido un imbécil hoy. ―Pienso en decirle que está bien, pero no es así. Cuando me aparta como lo hizo hoy, anula los enormes avances que hemos tenido recientemente. Me hace cuestionar el "nosotros", me hace sentir insegura―. No sabía cómo lidiar... Todavía lucho con eso, probablemente siempre lo haré. ―Toma una respiración profunda―. Pero más que eso, lamento mucho no poder ser yo quien te lleve a ese maldito baile.
Asiento, mordiéndome el labio, nerviosa, insegura de lo que puedo decir. Absolutamente devastada de que esto se sienta como si estuviéramos escabulléndonos, se siente como si tuviéramos que hacerlo.
―Ellos estarán aquí pronto y yo…
―Lo sé ―interviene suavemente―, solo quería verte y... no. Necesitaba verte.
―Me alegro de que hayas venido ―le digo en voz baja, sin confiar en mi propia voz o en las emociones que actualmente están desgarrando mi cuerpo. También es la verdad, no puedo expresarle lo feliz que estoy de que se haya dado cuenta de lo que hizo hoy y eligiera buscarme y disculparse, en lugar de correr y lidiar con eso como siempre lo ha hecho.
Para nosotros, eso es enorme.
―¿Puedo preguntarte algo? ―Suena nervioso. Inclino la cabeza y le sonrío tímidamente―. ¿Puedo…? ―Pasándose una mano por el pelo, resopla―. ¿Me permites este baile?
Estoy bastante segura de que mis ojos se salen de mi cabeza. En la poca luz, juro que puedo verlo sonrojarse.
―¿De verdad? ―pregunto, estupefacta. Él asiente, sus ojos suplicantes―. Pero no hay música… ―Miro a mi alrededor, como si una solución se materializara de la nada.
―No necesitamos música.
Sonrío, dando un paso adelante, extendiendo mi mano hacia él, pidiendo la suya. Es poco convencional, pero nada sobre nosotros se ajusta a la norma.
Somos poco convencionales hasta la médula.
Con su cálida mano en la mía, me acerca suavemente, acurrucándome cómodamente contra su cuerpo.
Una respiración profunda y tranquilizadora y su barbilla se apoya en mi cabeza, su mano libre en mi cintura. Es una muestra de lo que podríamos tener si las circunstancias fueran diferentes. Es casi cruel.
Nos balanceamos suavemente, cuerpo a cuerpo, nada más que la brisa fría a través de los árboles, una canción natural en la oscuridad.
Me permito perderme en el momento, él también. No hablamos, no creo que estemos respirando. Cuerpo a cuerpo, apreciamos en silencio el pequeño momento que tenemos. Todo lo demás se desvanece. Aquí, estoy completa, estoy feliz, estoy entera. En sus brazos, siento que ninguna montaña es demasiado alta; meciéndonos juntos, siento que tal vez, solo tal vez, estábamos destinados a encontrarnos; que aunque nos causamos un dolor inconmensurable, también tenemos el poder de curarnos uno al otro.
Somos dos piezas del mismo rompecabezas.
Una gota fría en mi mejilla y miro hacia arriba. Edward también mira hacia arriba.
Está nevando.
Sonrisas coincidentes cuando nuestros ojos se encuentran. Una risa profunda en su garganta cuando me acerca una vez más, mi cuerpo se derrite contra el suyo, al igual que los pequeños copos blancos que caen sobre nosotros.
Ya no tengo frío, no estando tan apretada contra su cuerpo.
Levantando la mano, envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, las manos encontrando el cabello en la nuca.
Perfecto.
Nuestro baile es silencioso, ponderado.
No hablamos por un largo momento. Contenidos en presencia del otro. Disfrutando este momento por lo que es: agridulce. Cuerpos moviéndose con fluidez, como uno solo.
Las puertas de los autos se cierran de golpe, devolviéndonos a la realidad demasiado rápido.
Mis amigos están aquí.
Edward se aleja, mirando a sus pies.
―Gracias. ―Es todo lo que puedo decir, sintiendo la abrumadora necesidad de llorar. De quedarme. Con él.
Pero este baile es importante. Para mí.
Él asiente.
―Gracias a ti ―gruñe, dando otro paso hacia atrás.
La puerta principal se cierra de golpe.
»Que tengas una buena noche ―agrega, rápidos pasos hacia adelante y sus labios están contra mi frente―. Eres lo más hermoso que he visto. Eres perfecta... Crowley es un tipo con suerte.
Y luego se ha ido, tragado por las sombras de la casa mientras mis amigos se adentran en la cocina, buscándome.
Me quedo parada en la nieve que cae hasta que mis amigos me encuentran, confundidos porque estoy aquí afuera, aparentemente sola.
