Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.
**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor
CAPITULO UNO
El sol brilla intensamente cuándo Bella cruza la hierba hacia la tumba de Mike. Es el día de primavera perfecto para un picnic.
—Feliz cumpleaños mi amor. —Bella sonríe, preparando el sándwich y bebiendo. Ella echa a un lado la hoja de hierba extraviada que había invadido su mesa, se sienta con las piernas cruzadas delante de él.
—Sí, tiene ese apestoso queso azul que amas. Steve recordó cómo te gusta. —Respondiendo a la pregunta que siempre le hacía, inclinándose hacia atrás en sus manos cierra los ojos dejando que el sol caliente su rostro.
—Las niñas están bien. Las traeré más tarde. Kristie está con ellas mientras toman sus siestas. Yo sólo quería un poco de tiempo a solas contigo. —Ella contiene las lágrimas de sus ojos de color chocolate mientras mira la lápida de Mike.
—Michael Newton—Lee. —Amoroso esposo y padre.
—Te echo de menos Mike. —Susurra. —Extraño nuestras charlas.
Cómo siempre me hacías reír. Extraño tus brazos a mi alrededor, abrazándome en medio de la noche, haciéndome saber que todo estará bien. Extraño nuestras peleas…. Extraño reconciliarnos... — Bella no pudo seguir.
—Lo siento. —Dice a media risa limpiando sus lágrimas. —Es tu vigésimo séptimo cumpleaños y estoy llorando como una idiota.
—Los pájaros cantan a ella en respuesta y el viento suelta una hebra de su largo cabello castaño para acariciar su rostro.
—Lo sé —. Ella mete el cabello detrás de la oreja. —Estarías aquí si pudieras. Protegiéndonos, asegurándote de que tenemos todo lo que necesitamos, pero vamos a estar bien. Carly este otoño comienza la escuela y Annie tendrá su grupo de juego. —Bella suspira profundamente pensando en lo rápido que sus niñas han crecido.
—Estaba pensando en tal vez acabar ese grado que empecé antes de que Carly naciera. —Mira a la piedra. —Sólo me quedan dos años y siempre te gustó cómo decoré la casa, al fin y al cabo sólo tengo veinticuatro años, no sería mucho mayor que los otros estudiantes.
—El sol oscurece un poco y Bella mira hacia arriba frunciendo el ceño, no hay una nube en el cielo.
—Bueno, eso fue extraño. —Olvidándose de ello, ella mira hacia atrás a Mike. —Kristie quiere que me encuentre con un amigo de ella, pero le dije que era demasiado pronto y ¡no creo que puedas cambiar mi mente Mike Newton! —Bella se dio cuenta que no podía sentarse. —Apenas ha pasado un año desde que moriste. No estoy lista para conocer a otros hombres. ¡No quiero conocer hombres, no importa lo que te prometí cuando estabas enfermo! No hay un hombre en el planeta que yo pueda amar tanto como a ti, que ame a nuestras chicas tanto como tú y yo no me conformaría con nada menos Mike, lo quiero todo... otra vez... o prefiero estar sola.
—El chasquido de una ramita, seguido por un gruñido bajo, hace que Bella gire alrededor, pero antes de que ella pudiera procesar lo que estaba viendo, su mundo se vuelve negro.
ooooooooooooooooooo
A través del portal de la sala de control, Edward ve el resplandor del pequeño planeta azul, después de una semana de búsqueda sin fin, finalmente lo encontró. ¿Cómo una especie tan primitiva, tan atrasada, es capaz de albergar tantas hembras mientras las dejan desprotegidas? ¿Cómo nunca se descubrió el planeta? Decenas de especies estaban limpiando los universos buscando hembras compatibles, porque eran recursos valiosos en todos los universos.
Eran ellas todo lo que se interponía en el camino de la extinción para muchos desde la gran infección, incluyendo la propia raza de Edward, Los Volterra.
Es el por qué su hermano, el emperador del Imperio Volterra le confió la tarea de encontrar el planeta natal de su nueva emperatriz.
Su llegada a Volterra había conmocionado a muchos, porque mientras ella es más pequeña y más suave que sus hembras es casi idéntica en todas las demás áreas. Ninguna otra hembra en los universos conocidos era compatible.
Ella había sido encontrada en la nave de esclavos Ganglian con destino a su mundo natal donde tenía un precio alto con su piel pálida y pelo rojo flameado, porque el pelo de color era tan raro como una hembra. La esclavitud estaba prohibida en la ley de Volterra y las naves Ganglian que los llevaban fueron desterradas de su universo.
Cuando la nave de James interceptó una, descubrió a Victoria escondida, muy golpeada y abusada, su furia no conocía límites. Toda la tripulación había sido ejecutada y James reclamó a Victoria como suya.
La Asamblea de Lords, había exigido saber de dónde venía, si había más hembras disponibles pero Victoria se negó a decirlo. No ayudaría a los Voltrianos a esclavizar a su gente. Las cosas pudieron haberse asentado y alcanzar un compromiso pero fue descubierto que Victoria había concebido y los guerreros de cada casa amenazaron con buscar el planeta por su cuenta, para poder adquirir una hembra.
Para pacificarlos, James proclamó que un selecto grupo de guerreros viajaría al planeta natal de la Emperatriz para obtener un pequeño número de hembras desprotegidas. Estas hembras serían traídas de nuevo a Volterra donde tendrían la elección entre solo los guerreros Voltrianos más dignos para su Ceremonia de Unión. Muchos discutieron con el Emperador, pero en este punto James no cedería.
Hasta que supieran con certeza que sus uniones serían exitosas, no permitiría que se obtuvieran más que unas pocas. Edward sabía que también era una manera de que James tranquilizar a la Emperatriz Victoria, que continuaba guardándose lo que sabía. Fue por esto que James había confiado sólo a Edward con lo que ellos sabían de la ubicación del planeta. James sabía que su hermano nunca lo traicionaría, aunque a Edward nunca se le permitiría unirse con una de las hembras.
—Edward, Felix regresó con la última hembra. —Jared caminaba hacia el panel de navegación y Edward lo cerró. Nadie, ni siquiera el capitán más confiable del Emperador podía conocer la ubicación de la Tierra.
—Has hecho un servicio increíble para tus compañeros guerreros.
—He hecho lo que mi Emperador ordenó. —La voz de Edward es más áspera de lo normal, la fatiga afectaba las ya dañadas cuerdas vocales. —Veremos si realmente nos sirve o es lo que finalmente nos extinguirá.
—¿Por qué crees en que tal cosa? —Jared no puede esconder su shock. El haber encontrado hembras, con las que pueden reproducirse, era regalo de la Diosa.
—¿Llegaron voluntariamente, Jared? ¿Se les dio una elección? ¿Qué hace lo que hemos hecho diferente a los Ganglianos? — Pero... —Jared tartamudea. —Serán protegidas, nunca perjudicadas.
—Me pregunto si lo verán de esa manera...
oooooooooooooo
Bella se despierta, sacando lo que le cubría los ojos. Sentándose se encuentra mareada. ¿Dónde está? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están sus hijas?
—Tranquila. —Unas manos suaves agarran sus hombros. Obligando sus ojos a concentrarse Bella ve a una mujer rubia de su edad sentada junto a ella.
—¿Qué pasa? ¿Quién eres? —Ella exige, sus ojos volando por la habitación.
—Soy Rosalie Hale y hemos sido secuestradas. —La mujer le dice con calma.
—¡Secuestrada! —Mirando detrás de Rosalie, ella ve cerca de una docena de otras mujeres que la miran.
—Sí, yo he estado aquí por más tiempo, alrededor de una semana.
Bebe esto. —Ella le da un vaso que otra mujer que la trajo.
Oliéndola sospechosamente, Bella la mira. Rosalie sonríe comprensivamente.
—No hay nada en él, lo prometo. Nos quieren sanas
Bella la mira mientras sorbe, dándose cuenta que está sedienta.
—¿Quiénes son? ¿Cuánto tiempo he estado aquí? —Bella exige.
—Se llaman Voltrianos, parece que hay escasez de mujeres en su planeta, así que cuando descubrieron a los humanos, vinieron a buscar algo.
—Planeta... humanos. ¿De qué hablas?
—Son extraterrestres. —Rosalie mira los ojos de Bella que crecen grandes con incredulidad. —Sé que suena loco pero hablo en serio.
Una vez que los veas sabrás que es verdad. —Ella mira a las otras mujeres. —Mira, entiendo tu incredulidad. Hace una semana que trabajaba hasta tarde en mi oficina... lo siguiente que sé es que me despierto aquí. —Ella hace gestos a la habitación. —No me han herido, a ninguna de nosotros y créeme que no les tomaría mucho para que lo hicieran.
—¿Cuánto tiempo he estado aquí?
Rosalie mira su reloj. —Unas cuatro horas.
— ¡No! ¡Tengo que salir de aquí! ¡Tengo que llegar a casa! —Bella lucha con sus pies.
—A todas nos encantaría. Si encuentras una manera estamos contigo pero tienes que entender, no estamos en la tierra ahora mismo. Lo he visto, tú lo verás también, ahora que estás despierta. Te lo demostrarán y explicaran lo que está pasando.
—Tú explícamelo. —Bella exige.
—Su civilización está muriendo. —Rosalie se encoge de hombros.
—Algo sucedió, algún tipo de infección, causó que sus mujeres tuvieran más y más varones. Al principio se celebró, son una raza guerrera aparentemente y como en la Tierra, los machos son muy valorados, pero con el tiempo, se puso peor. Ahora hay más de 200 machos nacidos para cada hembra.
—Quieren que seamos criadoras. —Bella susurra.
—Algo así. Vinieron a la tierra por lo que ellos llaman hembras desprotegidas para que sus machos se unan a ellas.
—¿Unirse?
—Estoy pensando que significa sexo, casarse, tener hijos, lo que sea.
Emmett es uno de sus guerreros. Nos trae comida. Al menos ha estado dispuesto a responder a nuestras preguntas, a diferencia del que se llama Felix. Él te trajo aquí y por cierto y es un imbécil de clase mundial.
Bella escucha claramente la aversión de la otra mujer para él. Emmett nos aseguró que se nos permitirá elegir al guerrero con el que nos uniremos y que él nos protegerá y proporcionará para nosotros. Se considera un gran honor ser elegido para unirse a una mujer, por lo que nos tratarán muy bien. Sólo a los más dignos se les permite este honor y si nace una hembra su estatus en su sociedad se incrementara grandemente.
—¡Pero no estoy desprotegida!,¡Ya tengo hijos!, ¡No puedo dejarlos!
—Bella está empezando a desesperarse. Ella no puede dejar a sus hijas.
—¿Estás casada? —Rosalie no puede mantener el shock de su voz.
—Viuda. Yo estaba en el cementerio, visitando la tumba de Mike, mis hijos están con una niñera. ¡Tengo que llegar a casa! Las voces de las mujeres en la sala comienzan a levantarse. Rosalie se levanta, caminando a un panel y comienza a golpear sobre el.
—¡Emmett! ¡Emmett! ¡Abre la maldita puerta! —Cuando se abre, Bella no puede evitar suspirar. El hombre... macho que entra en la
habitación es enorme y definitivamente no es humano. Su piel es azul, azul zafiro con un brillo que la hizo pensar en perlas y hay mucha piel a la vista. Su ropa parece ser una especie de uniforme que cubre su cuerpo apretado mostrando sus amplios brazos y pecho. El pelo rizado, grueso y negro se aleja de una cara angular que parece casi humana. Tiene dos ojos, de color de ámbar, una nariz que es más ancha y más plana que de lo normal con mejillas agudamente talladas y labios llenos que cuando habla revelan dientes blancos que parecían más largos que los humanos.
—¿Qué necesitas Rosalie? —La voz es profunda, pero gentil.
—Ha habido un error, Bella necesita regresar a la tierra. —Emmett sigue su gesto a la recién llegada.
—Se te ha explicado. —Él responde sacudiendo la cabeza. —No es posible.
—También dijiste que sólo las hembras sin protección. Las que no tienen lazos, ¡ella tiene lazos!
—No lleva el aroma de ningún macho. —Bella avanza sobre el macho.
—¡Escúchame, gran idiota azul! ¡Me devolverán a mi familia y lo harán ahora!
—¿Familia? —Él mira de Rosalie a Bella en confundido.
—¡Sí, familia! ¡Mis hijos1(1) ! —Sus ojos se ensanchan.
—¿Tienes descendencia? —Susurra.
—¡Sí! ¿Qué he estado diciendo? —Bella grita.
—Emmett, ella no puede dejarlos sin protección. —Rosalie le pone una mano en el brazo.
—Esto no puede ser...
—Bueno, lo es, alguien se equivocó y debe corregirse. —Todas las mujeres de la sala asienten en acuerdo.
oooooooooooooooooo
Edward sale de la unidad de limpieza, dejando que los ojos cansados sigan el camino que sus cicatrices toman a través del lado derecho de su cara y abajo hacia su torso... había sucedido en un momento...
un momento que cambió su vida y debido a ese momento, es visto como impropio por las hembras de su planeta. Ellas ven sus heridas como una señal de que no será capaz de protegerlas. Él. El Rey Edward Masen. Gobernante del planeta Lua. Hermano de sangre del
emperador James, el guerrero más fuerte y más temido en el Imperio.
Ninguno había sido mejor, ni siquiera cuando él había sido herido, todos ellos murieron ese día, y había veces que él deseaba haberlo hecho también. Al menos entonces él habría muerto en batalla, sin conocer el desprecio, sin tener que esperar que todo lo que había trabajado, lo tomaran de él, su estatus, su posición, todo porque no podía tener descendencia
—¡ Qué! —Él exige abofeteando el timbre de comunicación en la pared.
—Hay un problema con la última hembra que Felix obtuvo.
— Jared le informa.
—Ella se calmara. —Él responde —Está exigiendo ser devuelta.
Afirmando que tiene descendencia. Está perturbando enormemente a las otras hembras. Se están volviendo muy agitadas. —Edward frota las manos cansadas a través de su rostro, no necesita esto.
—Que la traigan a la sala de mando. —Él ordena —Yo se lo explicaré a ella.
—Sí, Señor —Jared responde sabiendo que Edward usará su horrible apariencia para obtener la aceptación de las mujeres de sus circunstancias. Jared mira el comunicador, sintiendo pena por su viejo amigo, mientras el nunca ha deseado descendencia, sabe que Edward la deseaba y que se lo habían robado. Notificando a Emmett para traer la hembra, Jared se sienta detrás y espera.
Bella está aturdida al encontrar que está de pie en lo que parece ser una sala de control de algún tipo, pero no son los hombres extrañamente de color que la tienen aturdida, es la vista de la Tierra cada vez más pequeña y más pequeña en la ventana grande que ocupa el frente de la habitación.
—No es posible. No lleva el aroma de ningún macho. —El sonido de una mano golpeando en una mesa la hace saltar entonces se da cuenta de lo que el hombre irritado está diciendo y ella como una tormenta atraviesa la habitación.
— ¡Mira, bastardo amarillo, no me importa si se puede oler a Mike en mí o no! —Ella golpea su puño. —Me has tomado sin mis hijos.
Ya han perdido a su padre; no van a perderme también. ¡No porque un idiota no puede olerlo! —Ella le da a Felix una mirada disgustada. — ¡Me vas a devolver con ellos! ¡AHORA!
Cada macho la mira en shock, ninguna hembra grita a un guerrero.
Ellas son intimidadas por su tamaño y fuerza, incluso sabiendo que nunca serían dañadas. El enojo expresado entre Jared y Felix las tendría llorando.
—Soy muy inteligente —Felix le gruñe a ella, furioso por su insulto.
Sus ojos se ensanchan cuando ella se recarga sobre la mesa acercándose aún más a él. —No puedes probarlo por mí. Ahora Llévame de vuelta a mis hijos. — Ella ordena.
—No es posible; ya has recibido el programa de aprendizaje.
— Girando se aleja, terminando con la discusión.
—¿De qué está hablando? —Bella voltea al macho restante.
—Cuando fuiste traída a bordo, recibiste nuestro programa de aprendizaje —el macho de piel verde le responde. —¿De qué otra manera crees que puedes hablar y entender nuestro idioma?
—¿Qué? —Bella de repente se da cuenta de que no habla español, que no hablan español. —¡No me importa! —Ella sacude la cabeza.
—¡Quiero a mis hijos!
— Tu ahora sabes de nosotros, no puedes volver. —Él le dice con pesar.
—Pero Jared —Emmett habla. —Ella tiene descendencia... —Bella se vuelve a Emmett sabiendo que ella tiene un aliado.
—Que ningún Guerrero aquí aceptará o protegerá. No puedo forzar a uno tampoco. No hay nada que pueda hacer, llegando a Volterra se calmará y se unirá a un Guerrero, pronto se olvidará de ellos.
—¿Crees que voy a olvidar a mis hijos! —Bella redondea la mesa para ponerse frente a frente con el macho mucho más grande. — ¡Que nunca me uniría a uno de ustedes sin ellos! ¡¿Por amor de todo lo sagrado has perdido la cabeza?!
—Jared, las otras hembras… —Emmett intenta de nuevo. —Están muy agitadas por esta situación. Dicen que no se unirán a nuestros guerreros si no se corrige.
—¿Qué? —Jared no puede creer que esto esté sucediendo.
— ¿Todo porque esta dice tener descendencia? —Jared con enojo apunta a Bella.
—Sí.
—Sus hembras deben ser verdaderas perras. —Bella le dice a Jared suavemente. —Tú no tienes ningún concepto de que tan lejos las hembras humanas llegamos para proteger a nuestra descendencia, o lo que les hacemos a los que los amenazan. —Un silencio duro se une a su declaración.
Edward entra en la sala de control sorprendiendo a los tres discutiendo y tan aturdido como los otros machos. Que esta pequeña hembra se atrevería a ordenar a un guerrero, y sobre todo a uno del Capitán del Emperador es inaudito. ¿Qué haría si realmente era desafiada? —Aceptaré y protegeré a su descendencia —él dice.
—Siempre que ella acepte unirse conmigo y no con otro.
Bella se vuelve lentamente para encontrar la fuente de la profunda voz grave que le ha dado escalofríos. El macho de pie justo dentro de las puertas se eleva sobre los otros, fácilmente dos metros de altura,su cuerpo es esbelto fuerte y musculoso. Donde son tonos de joya el es de bronce, su piel brillando sobre los músculos duros, pero es su cara y cuello que capturan su atención. El bronce está estriado con gruesas cicatrices oscuras comenzando justo debajo de su oreja trabajando su camino a través de su cara, garganta, cuello y pecho.
—Si ella puede explicar por qué no lleva el aroma de ningún macho. —Sus ojos verdes oscuros brillan peligrosamente. Bella pasa saliva tratando de hacer su garganta de repente seca trabajar, pero antes de que ella le pueda responder, Jared habla.
—No puedes hacer esto Edward no eres adecuado para unirte.
— Jared argumenta.
—Esa no es tu decisión Capitán. Es de ella. —Ojos frios miran a Jared.
—James apoyará mi reclamo si es su elección. —Todos los ojos se vuelven a ella esperando.
—Mike murió. — Ella lucha para hablar. —Hace casi un año.
—Su aroma de Unión seguiría persistiendo. —La voz rasposa acusa.
—Se enfermó, mientras llevaba a nuestro segundo hijo, hace casi cuatro años. —Edward mira como sus ojos tienen una mirada triste.
—¡Esperas que nosotros creamos que te quedaste con él! —La incredulidad colorea la voz de Jared.
—¡Por supuesto que lo hice! —La indignación aleja la tristeza al fijarse en Jared. —¡Era mi marido! ¡Tomamos votos!
Ella ve el asombro en las caras de los guerreros.
—¿Votos? —Jared pregunta, los guerreros dan votos no las hembras.
—Promesas. —Ella mira alrededor de la habitación sin entender su confusión. —Amar, honrar y apreciar mutuamente, para bien o para mal, en la enfermedad y en la salud hasta que la muerte nos separe.
Su revelación deja un silencio. —Esperas que crea que cumpliste este voto por casi cuatro años, sin recibir alivio. Ella ve fácilmente la incredulidad en los ojos de Edward.
—¡Eso no es asunto tuyo! —Ella contesta enojada.
—Lo es, si quieres mi protección para tu descendencia. Edward la mira intrigado como la pálida piel de la hembra comienza a volverse rosada
—De acuerdo. No. Han pasado más de cuatro años desde que mi marido ha sido capaz de aliviarse, como tu lo dijiste. —Ella obliga a través de los dientes apretados. —Es lo que le hizo darse cuenta de que algo estaba seriamente mal, pero para entonces era demasiado tarde.
—Sin embargo, te quedaste. —Edward quiere que ella lo diga.
—Por supuesto que me quedé, lo amaba. Él habría hecho lo mismo.
—Su simple afirmación, dicha con absoluta convicción, los dejo en silencio.
Edward mira a la pequeña hembra, sin saber qué creer, su hermano le había informado que eran diferentes de las hembras Volterra pero seguramente ninguna hembra se quedaría con un macho no apto por tanto tiempo. Ella buscaría la protección de otro, dejando a su descendencia con el macho.
—No soy una hembra Voltriana. — Ella interrumpe sus pensamientos suavemente. —No me juzgues por lo que ellas harían.
Tú no me conoces.
Edward se mueve para pararse frente a ella, tratando de evaluar su verdad se cruza de brazos sobre el masivo pecho.
—Tú te unirás a mí y sólo a mí.
—¿Qué significa eso? —Ella susurra levantando el cuello hacia atrás para mantener el contacto visual.
—Que sólo yo voy a aliviar tu necesidad. —Los ojos duros agujerean los suyos. —Sin importar qué.
—¿Qué significa eso? —Si fuera posible, sus ojos se volverían aún más duros y su voz más áspera. —No puedes enfadarte conmigo, con mi apariencia y unirte a otro macho, dejándome a tu descendencia para protegerla.
—Tu apariencia... —Sus ojos viajan a sus cicatrices viéndolas oscurecer al tiempo que su mandíbula se tensa. —¿Qué tiene que ver? —Ella pregunta honestamente confundida y el está aturdido.
—¿Me dañarás? ¿Dañaras a mis hijos? —Edward oye el temblor fino en su voz diciéndole que ella está asustada, pero ella lo desafía
—Nunca.
—Ellos se quedan conmigo. — Ella se obliga a continuar —Tendré el control de lo que les pasa.
—Estarán bajo la ley de Volterra. — Edward le informa —No son Voltrianos. Voy a tener el control.
—De tu descendencia. De los nuestros la tendré yo. —Bella sigue viendo su mirada tratando de ver la verdad, para decidir si puede
vivir con ella. Ella ni siquiera está segura de que pueda tener hijos con este... hombre... macho para arriesgar a sus niñas que se habían quedado atrás, por la vida de un niño que nunca pudiera ser concebido...
—Si estás siendo honesto conmigo, entonces una vez que recuperemos a mis hijos, voluntariamente me uniré a ti.
—Sólo a mí. —Él exige.
—Sólo contigo. —Ella acepta, después de un momento el asiente, empujando un botón en la consola.
—Entonces es un hecho.
—¡Protesto! —El estallido repentino de Felix hace a Edward girar para enfrentar al macho más pequeño. —¡Ella debe ser llevada a la Asamblea para unirse a un guerrero digno, no a un impropio!
—Entonces debiste haber hecho lo que era necesario para asegurarla.
Ella aceptó de buena gana. Ha sido atestiguado y registrado. ¡Está hecho! —Se vuelve a la pequeña hembra. — Vamos, vamos a recuperar tu descendencia.
La mente de Edward está corriendo, ¿por qué la diosa de repente sonrió sobre él? Una hembra. Tiene una Mujer. Él mira hacia abajo a la pequeña criatura caminando a su lado. Ni siquiera le llega al hombro. ¿Cómo será capaz de darle descendencia? ¿Qué estaba pensando?
Verla levantarse ante Felix, desafiando sin temor al macho más grande, se agito algo en él. Ella es feroz, una guerrera por derecho propio. Si hablaba de verdad, ella permanecía con su varón incluso cuando él no podía dar su placer, era incapaz de protegerla. Se negó a abandonar su descendencia. Ninguna hembra de Volterra haría esto.
Eran hembras. Ellos eran todo lo que importaba, sin embargo, esta
pequeña hembra terrestre actuó como si fuera normal, incluso esperado. Debe estar mintiendo.
Bella no puede creer lo que acaba de acordar. ¡¿Qué estaba pensando!? Va a ser una esclava sexual de un alienígena de dos metros .
Ella le confía no sólo su vida, sino también las vidas de las niñas y posiblemente las de los futuros hijos. ¿Qué podría haber estado pensando?... excepto... algo sobre él la atrae... tal vez es porque todo el mundo en esa habitación actuó como si estuviera defectuoso, dijo que no era apto. ¿Qué saben ellos de Edward que ella no? Dijo que no les haría daño, es tonto confiar en su palabra. Sentada tranquilamente al lado de Edward, Bella lo mira piloteando hábilmente la nave que la llevó también. La aceptación de este repentino cambio en su vida debería sorprenderla, pero no lo hace. Le pasó a ella antes, cuando pasó de esperar felizmente a su segundo hijo a ser la esposa embarazada de un paciente de cáncer con una niña pequeña. Se había visto obligada a cambiar, a adaptarse, si quería sobrevivir. Podría hacerlo de nuevo. Ella haría este trabajo por sus hijas. —¿Cuál es tu nombre? —Perdida en sus pensamientos salto cuando Edward hablo.
—Isabella… Bella Newton.
— Bellanewton. —Edward repite el nombre extraño.
—No. —Ella espera hasta que la mira. — Mi primer nombre es Isabella pero prefiero que me llamen Bella y mi apellido… el apellido de mi marido es Newton. Es el nombre de su familia.
—¿Tomaste su nombre cuando se unieron? —Edward frunció el ceño.
—Sí muchas mujeres en mi planeta lo hacen. Es una designación de con quién. —Ella vacila en la búsqueda de la palabra. —te unes. ¿No es así en Volterra?
—No. —Él responde abruptamente. —¿Dónde está tu descendencia?
Mirando desde él a la vista fuera de la calle, ella se sorprende al encontrarse sobre la tumba de Mike, el sándwich y la bebida donde las había dejado, la manta se había volado. Dándole a la tumba una última mirada, se enfoca en la impenetrable cara de Edward y su futuro.
—Ve por allá. — Ella apunta a la izquierda en la ciudad, dirigiéndolo a su casa. —Ahí... al final de la calle. —Edward escanea la vivienda que ella ha apuntado también.
—Detecto tres seres en la vivienda.
—Son ellos. Necesito llegar a ellos. Estarán asustados.
—El área detrás de tu vivienda es adecuada para aterrizar. —Él maniobra la nave más cerca.
—¿No te preocupa de que se vea? —Ella no puede ocultar su sorpresa.
—La nave tiene un escudo. —Él le dice a su aterrizaje.
—Edward... —Él la mira esperando. —Este —programa de aprendizaje— que me permite hablar y entenderte...
—¿Qué pasa? —Pregunta bruscamente.
—¿Mis hijos(1) seguirán siendo capaces de entenderme? —Él ve su miedo, pero no lo entiende.
—Tú sabes que lo harán. —Responde con impaciencia.
— ¿Cómo iba a saberlo? —Edward la mira sospechosamente, ¿qué juego está jugando?
—El Guía te explicó esto.
—¿Guía? —Ella le agarra su brazo cuando se habría dado la vuelta.
—¿Qué guía? ¿Qué demonios es un Guía?
—Él es el macho que estaba allí cuando terminaste el programa. Él te quitó la guia y te explico las cosas.
—Me desperté, me saqué lo que esa cosa cubría mis ojos y Rosalie estaba allí. No había nadie llamado Guía, sólo las otras mujeres hasta que Emmett abrió la puerta.
El gruñido que escapa de Edward hace que Bella se aleje rápidamente.
Su mirada la congela.
—¿Removiste el educador tu misma? —Rápidamente la levanta en su regazo, sosteniendo su cabeza inmóvil entre sus enormes pero suaves manos. —¿No había Guía para asistirte? Calmarte. Él ordena a medida que ella comienza a luchar. —Necesito asegurarme que no te has hecho daño. Cuidadosamente él enrosca sus dedos a través del pelo castaño sedoso, las hebras que se encrespan alrededor de ellos, mientras el inspecciona su cuero cabelludo, observando de cerca para ver si él causa cualquier dolor. Pronto sus dedos se arrastran por la mandíbula, tocan ligeramente los labios que se han separado en su tacto. El deseo parpadea en sus ojos antes de que se disipa y le quita las manos.
—No encuentro ningún daño. —Él dice severo.
—Muy bien. —Susurra. —Eso es bueno.
—Cuando volvamos al buscador, esto será corregido. —Sus ojos se endurecen con la idea de que podría haberse hecho daño. —Tu descendencia te entenderá, pero a mi no. —Él responde a la pregunta original. —Los entenderé sólo si estamos físicamente conectados.
—Físicamente conectado... te refieres a tocar. —Él cabeceó.
Levantándose, él la mantiene cerca antes de que lentamente ella resbale bajo de su cuerpo duro, haciéndola consciente de cada bulto, antes de que él finalmente se aleje.
—Vamos a recoger a tu descendencia e irnos. —Él ordena.
1 Hijos: Hasta ese momento no se especificaba el sexo de las niñas.
