Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.

**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor


CAPITULO DOS

—¡Dejen de llorar, mocosas mimadas! —Una voz masculina dura hace que Edward se ponga protectoramente frente a Bella en cuanto entran a la vivienda, pero Bella lo empuja a un lado, corriendo pasando de él. Dentro de la casa se encuentra a su cuñado sobre sus niñas, gritando. —¡Se ha ido! ¡Nunca volverá! ¡Ella nunca las amó de todos modos! ¡Ahora vamos!

—¡Diego! ¿Qué carajo estás haciendo? —Edward observa sin temor como empuja al macho más grande a un lado, cayendo de rodillas para envolver sus brazos alrededor de su descendencia sollozando, que inmediatamente se sumergen en sus brazos.

Diego se separa de la pared. ¡Esa pequeña perra! ¿Realmente pensó que le podía hacer eso a él... a él? Él la haría pagar, haría que sus mocosas vean, entonces ellas sabrían qué esperar si alguna vez lo desobedecen. Levantando el puño, se mueve hacia ella, dispuesto a mostrarle cómo un verdadero hombre controla a una mujer.

Un gruñido que amenaza profundamente lo congela, sus ojos vuelan alrededor de la habitación con pánico. ¿Qué fue eso? Edward sale de las sombras de la cocina y su mandíbula se cae.

—¡Qué carajo! —Él tropieza de nuevo hundiéndose en la pared, mientras un gigante de dos metros amenazante se acerca lentamente, sus gruñidos cada vez más fuertes. Una vez que está al lado de Bella, se detiene. Bella mira hacia arriba abrazando a sus hijas para ver que los ojos de Edward se ensanchan mientras mira hacia abajo a sus hijas antes de volver a Diego.

—¿Quién es el hombre? —Él exige pegando la pierna en su espalda.

—Diego. El hermano de Mike, Diego. —Ella voltea su cabeza alrededor para localizarlo. —¿Qué carajo haces aquí, Diego? ¿Dónde está Kristie? La boca de Diego se abre y se cierra pero sin que salga sonido mientras él mira fijamente en Edward.

—Él lastimó a Annie mami. —Carly susurra.

—¿Qué? Bella mira fijamente con horror a su hija mayor. —Annie...

—Sus manos vuelan sobre su niña encontrando moretones en sus brazos. —¡Bastardo! —Su furia se escucha fácilmente y Edward sabe que si ella no tuviera en los brazos las niñas pequeñas y temblorosas, ella atacaría, por lo que se encargará por ella. Los ojos de Edward permanecen en el hombre a medida que llega hacia abajo para ayudarla a levantarse. —Reúne lo que tu descendencia necesite, tenemos que irnos.

Con una última mirada a Diego, ella asiente y se mueven a las escaleras.

—¿Mami quién es ese hombre? —Carly susurra, mirando por encima de su hombro al hombre grande moviéndose amenazante hacia su tío que se desliza hacia el suelo.

—Su nombre es Edward. —Ella dice llevándolas a su habitación donde se sienta en una cama. Shhh mi nena—Ella calma a Annie que llora todavía. —Todo va a estar bien.

—¿Dónde estabas mami? ¿Fuiste a estar con papá? —Annie susurra.

¿Ya no nos amas? —Sus ojos perdidos de color ámbar rompen el corazón de Bella.

—¡Por supuesto que aún te amo! ¡ Yo siempre te amaré! —Ella jala a sus hijas cerca. —Te dije que iba a visitar la tumba de papá, nena ¿Recuerdas? Has ido antes.

—¿La piedra? —Ella solloza.

—Sí, nena, la piedra. Yo quede atorada allí cariño y me tomó un tiempo para volver, pero lo hice, Edward se aseguró de eso. Nunca te dejaría.

—El es aterrador mami. —Carly susurra.

—¿Qué? ¿Quién? —De repente se da cuenta de que está hablando de Edward. —¿Por qué dices eso nena? —Bella mira a su hija mayor.

—Se ve aterrador. —Carly le dice. —Suena aterrador.

—Tu sabes mejor que eso Carly Marie, no juzgamos a la gente por cómo se ven.

—Pero mami...

—¡No! Sé cómo se ve, pero ¿te ha lastimado?— Negaron con la cabeza. —¿No odiabas cómo tus amigos miraban a papá?

—Sí. —Susurra, dejando caer la cabeza.

—Pensaban que era aterrador ¿verdad? —Ella asiente. —¿Lo era?

—No mami.

—Entonces no juzgues a Edward. —Pero mami el gruñe. —Annie susurra.

—¿Gruñe? —Bella mira a sus chicas totalmente confundida hasta que ella recuerda que no pueden entender Edward. —Es sólo su lenguaje nena. Te prometo que pronto serás capaz de entenderlo, entonces verás que no es aterrador.

—¿Lo prometes mami? —Ambas chicas la miran con ojos confiados.

—Prometido, ahora Edward está esperando, así que tenemos que empacar. —Ella sonríe alentándolas. —Nos vamos a una aventura de chicas.

—¿Una aventura? —Ella puede ver que ha logrado distraerlas del trauma causado por Diego.

—Sí, una aventura. Vamos a ir a vivir con Edward... en algún lugar lejano de aquí, un palacio llamado Volterra.

—¿Cuándo regresaremos a casa mami? —Bella tiene que respirar hondo antes de contestar.

—No regresaremos nena.. Vamos a vivir allí.

—Pero...

—Suficiente, Edward está esperando, vayan a buscar sus mochilas.

Asintiendo con la cabeza entran en su armario.

Edward vigila a las tres hembras desde la puerta, mientras que no entiende lo que las pequeñas dicen, puede sentir su temor. Miedo a él, miedo al hombre inconsciente bajando las escaleras. Por alguna razón el miedo hacia él lo lastima pero Bella lo defendió… de su propia descendencia. ¿Porqué? No ha hecho nada para merecerlo. La está obligando a ser suya.

Suya... Edward frunció el ceño por el pensamiento. Cuando él exigió que ella se uniera con él y sólo él, asumió que sus crías eran masculinas, todos lo hicieron. Ella no había dado ninguna otra indicación, si lo hubiera hecho, Felix la habría reclamado inmediatamente a ella y a su descendencia, y eso le molestaba.

Ella no había completado el programa de educación, Felix debería haber estado allí para instruirla sobre cómo acceder a la información que su cerebro ahora contenía y porque no lo había hecho, ella no entendía el valor de herencias en Volterra o el valor de su descendencia. Una vez que lo hiciera, comprendería que cada Guerrero en Volterra querría unirse a ella. El poder que representa es inconmensurable, un macho con 3 hembras… esto no había sucedido desde la infección.

Será desafiado una vez que se descubra. La mandíbula de Edward se tensa por el pensamiento. Desafiado por el derecho a quedársela y no hay nada que su hermano pueda hacer para detenerlo. Ellos reclamarán que no es apto, que Bella tiene el derecho de unirse a otro, debido a su falta de entendimiento, sólo Bella podría detenerlo.

Ella elegiría a otro, porque ninguna hembra se uniría voluntariamente con uno como él, a menos que fuera forzada y el no puede mentirse a sí mismo, él la obligó. Un gruñido vicioso erupciona antes de que pueda detenerlo. Bella salta y se voltea para mirarlo.

—¿Qué pasa? —Ella pregunta con voz temblorosa.

—Debemos apurarnos. —Es todo lo que le dirá. Asintiendo con la cabeza ella se aleja, tropezando con una cómoda, para apresurarse al armario.

Edward libera un gruñido profundo, enojado consigo mismo, no tenía la intención de asustarla, nunca a ella, pero el pensamiento de su unión con otro macho... ya la considera suya y solo suya. Él no esperaba que se convertiría en posesivo. Un guerrero no podía permitirse ese lujo. Si es bendecido con una Unión, sabe que su tiempo es limitado. Una hembra puede optar por dejar a su macho en cualquier momento... por cualquier razón. La única esperanza de un Guerrero es que ella lo presentará con descendencia antes de irse, un niño varón cementando su lugar o una hembra elevándolo. El propio lugar de Edward estaba en riesgo ya que ninguna se uniría con él y sin esa unión no tendría descendencia para mantener su posición, por lo que se le daría a otro, James no tendría opción, no ahora que Fred estaba muerto.

Conseguir que Bella acepte unirse a él y sólo él le da la oportunidad de aferrarse a ella, pero la adición de su descendencia... sólo el emperador sería más poderoso.

Si elige otro... sus pensamientos oscuros se interrumpen cuando las hembras reingresan a la habitación, las jóvenes se aferran a la mano de Bella, sus ojos inseguros mirándolo.

—Estamos listas. —Bella le informa.

—¿Dónde está tu bolsa?— Él no sabe por qué lo pregunta. — Bueno... yo...

—¿No tienes nada que desees llevar? —Las hembras toman todo cuando se van.

—Yo... Si tengo. —Bella lo mira vacilante. Si hay tiempo.

—Lo hay.

—Mi habitación está al otro lado del pasillo. —Ella señala con la cabeza. Retrocediendo, él le permite que lo guíe. Una vez dentro, las jóvenes saltan en la cama, obviamente cómodas aquí, mientras que su madre saca una bolsa de debajo de ella. Sus ojos vagan por la habitación absorbiendo sus muchos colores y texturas. Su suavidad le sorprende, al igual que su olor, todo es Bella. El la observa moverse de lugar del lugar, pero en lugar de vaciar los cajones como él espera, ella saca solamente algunos artículos selectos, el último algo brillante, cierra la bolsa y da vuelta para hacerle frente.

—Listo.

—Mami te Olvidaste de papá. —Carly agarra la imagen de Mike de la mesita de noche. —No puedes olvidar a papá. Tragando duro mira a Edward.

—Tienes razón nena, vamos a ponerlo en mi bolsa.

Edward no dice nada, sólo camina por tomar su bolsa.

—Nos vamos.

—Sí.

Las chicas se sientan con los ojos grandes mientras Edward cuidadosamente las asegura en sus asientos.

—Mami... —Carly susurra. —Esta es una nave espacial. —Sus ojos volando alrededor tratando de tomar todo a la vez.

—Sí, lo es bebé.

—¡¿Estamos yendo al espacio?! —Ella no puede mantener la emoción de su voz.

—Te dije que íbamos a una aventura. —Bella les sonríe.

—¡Esto va a ser increíble! —Las enormes sonrisas en las caras de Carly y Annie hacen que Edward tome una pausa. Nunca ha visto nada parecido. Es pura inocencia y emoción y justo entonces él sabe que va a hacer lo que sea necesario para proteger a estas jóvenes. Son suyas.

—¿Edward? —Bella lo observa mirando fijamente a sus hijas.

—Siéntate. —Él ordena, dejando de lado las emociones desconocidas, él gira al panel de control, en momentos dejan la Tierra atrás. Cerrando los ojos Bella reza para estar haciendo lo correcto.

Edward siente su miedo pero no sabe cómo aliviarlo. No sabe si puede... no si ella escoge a otro. El viaje de regreso le parece mucho más rápido a Bella, ahora que tienen a las chicas. Mirando detrás de ella sonríe al ver sus ojos grandes y emocionados, aunque los de Annie no están tan brillantes como los de su hermana mayor.

Ella sabe que Annie idolatra a Carly pero ella es la más silenciosa de las dos, menos confiada. Ella nunca experimentó la seguridad que Carly tenía, Mike había estado enfermo desde el día en que nació. No había vacaciones familiares, ningún padre la arrojaba en la aire... no la llevaba sobre sus hombros fuertes. Ella aprendió a ser pequeña y callada mientras que Mike tenía tratamientos o descansaba. Ella tenía casi cuatro, pero nunca había sido realmente una niña.

—Tendré un guía esperando cuando lleguemos. —El comentario de la trae de vuelta al presente.

—¿Puede esperar? —Él le da una mirada sospechosa. —Quiero que las chicas se acomoden.

—Tienes el derecho de entender lo que le ha sucedido. También las chicas.

—¿Cambiará algo? —La tristeza en sus ojos hace que su corazón le duela.

—Podría. Si tú lo deseas. —Su honor no le dejará mentir.

—¿Qué significa eso?

—Lo entenderás una vez que te hayas reunido con el Guía. —No podía decírselo él mismo. Bella lo mira, tratando de averiguar lo que no le está diciendo.

—¿Pueden quitarme a mis hijas? ¿Alejarnos de ti?

—Sólo si tú les das tu permiso. —Él le asegura.

—Entonces puede esperar. Yo... —Ella vacila, insegura de permitirle ver su debilidad.

—¿Qué Bella? —No se da cuenta de que se dirigió a ella por su nombre, pero ella lo hace.

—Estoy cansada Edward. —Ella mira hacia atrás rápidamente, asegurándose de que las niñas no han escuchado, y él puede ver la fatiga y el cansancio alrededor de sus ojos. —Necesito cuidar a mis hijas. Por favor. —Ella respira hondo esperando no ser una tonta, confiando en él. —Si me dices que estamos a salvo, entonces te creo, el resto puede esperar.

Después de un momento, él asintió.

—Te protegeré a ti y a tus hembras jóvenes.

—Niñas.

—¿Qué? —Él le da una mirada confusa.

—Se llaman niñas en la tierra. Niñitas.

—Niñas... —Deja que la palabra desconocida se asiente en su lengua.

—Voy a proteger a tus niñas como si fueran mías. —Él sabe que ella no entiende el voto que le acaba de hacer a ella, pero él lo hace.

—Gracias Edward. Yo... —Ella es interrumpida por el zumbido de su comunicación.

—¿Edward lo lograste? —Jared exige.

—Sí. —Él contesta impaciente por la interrupción.

—Bien, una vez que tú y tu nueva descendencia estén a bordo continuaremos. —Bella le da una mirada intrigada en el énfasis, ignorándola Edward responde.

—Realmente está bien. Quiero un corredor despejado Capitán. Mi descendencia necesita descanso. —Un silencio aturdido se siente por su orden.

—Será un hecho Señor. —Jared finalmente responde rígidamente.

—¿Edward? —Ella pone una mano tentativa en su brazo.

—Confía en mí conocimiento para proteger a mis hembras. —Él le gruñó a ella.

—¿Mami? —Annie interrumpe, su temor fácilmente escuchado por ambos.

—Está bien, nena. Edward sólo se asegura de que todo esté listo para nosotros.

—¿Es ahí donde vamos a vivir? Ella ve la nave a través de la ventana.

—Durante un tiempo nena, no sé cuánto tiempo tardaremos en llegar a Volterra.

—Tomará dos semanas de su Tierra para llegar a mi casa. —Edward se da cuenta de que se está asegurando de que se meta en su conversación. Ella lo incluye.

—¿Realmente? Tanto tiempo para llegar a Volterra? —Ella pregunta.

—Mi casa no está en Volterra, está en Lua.

—¿Lua? —Ella levanta una ceja cuestionando.

—Es un planeta, a tres días de Volterra. Yo lo gobierno para mi hermano.

—¿Gobernar... como un rey? —Él da un gesto de asentimiento rápido.

—Soy el Rey Edward Masen de Lua. Mi hermano me confió la tarea de asegurarme de que este protegido.

—¿Y tu hermano?

—El emperador James Masen del Imperio De Volterra protector de todos los planetas civilizados.

—¿Hay muchos planetas? —Edward le da una mirada frustrada.

—Necesitas el Guía. —Bella tira de su mano hacia atrás rápidamente.

—Lo siento. No quise irritarte. —Bella mira su abierta, y curiosa expresión de cerca. Esta hembra lo confunde. Ella interactúa con él, fuera de unirse. Ella parece... interesada... en sus pensamientos, está dispuesta a tocarlo. Eso cambiará una vez que entienda su posición única. Volviendo a los controles, aterriza la nave.

La habitación es severa... es la única palabra que Bella puede usar para describirla. No tiene ninguna suavidad, ni color, ningún calor.

Hay muebles, una mesa, varias sillas, un escritorio y un sofá. Hay puertas en ambos lados de la habitación, pero ella no tiene ni idea de dónde conducen.

—Esta es la zona común. —Bella asiente sin decir nada mientras ella sostiene las manos de sus hijas.

—Las... —Él vacila sobre la palabra. —Las niñas tendrán su descanso ahí.

Apunta al gran sillón mirando mientras caminan para inspeccionarlo. Es tan amplio como una cama doble en la tierra, se sienta para comprobar su suavidad y les da un asentimiento a las niñas.

—Estará bien mientras estemos en la nave. ¿Tienes mantas y almohadas? —Su voz es plana, su vista en blanco como ella lo mira.

—Sí. —Moviéndose hacia una puerta se desliza y se abre. —Este será nuestro cuarto de descanso. Dejando de lado, le permite entrar y lo que encuentra es similar a la zona común. No hay comodidad, sólo una cama grande, y algunas sillas. Edward pone su bolsa en la cama y corre un ojo crítico alrededor de la habitación. No es nada como lo que vio en su morada. Esas habitaciones tenían color, comodidad, suavidad y calidez. Los guerreros no tenían nada de eso, no tenían necesidad de ello, pero las hembras... lo exigían y habían tres... —la sala de limpieza es a través de la otra puerta.

— Él la mira acercarse a la puerta, vacila cuando abre entonces procede dentro. Él ve su estudio de la habitación y espera sus preguntas, encontrando que está esperando por ellas. En su lugar, se acerca a la cuenca, moviendo cuidadosamente una mano debajo del surtidor, activando el agua. Cuando se aleja, se detiene.

Girando ella juzga a las otras unidades en el cuarto antes de volver a él.

—Está bien. —Es todo lo que ella dice.

— ¿Mami? —Ambos se vuelven a ver a las chicas de pie detrás de ellos.

— ¿Qué pasa nena?

—Tenemos hambre.

Edward la mira cuestionablemente.

—Necesitan comer.

—Voy pedir que traigan comida. —Él camina rápidamente a su escritorio, feliz de ser capaz de hacer algo para ellas.

—Vamos a prepararnos para la cama mientras esperamos la cena.

Agarra tus maletas.

Edward observa cómo las niñas siguen la orden de su madre y entran en la sala de limpieza. — ¿Cuánto tiempo? Ella pregunta mirando no más alto que su nariz.

— ¿Tiempo? —Él le da una mirada confusa.

— ¿Hasta que llegue la comida? Ella pregunta.

—Treinta minutos.

Ella asiente —Vamos a apurarnos entonces.

La puerta se cierra, dejándolo como siempre ha estado, solo. Edward mira desde su escritorio cuando se abre la puerta de limpieza. El sonido le golpea primero... risas de niñas, risas despreocupadas, y luego el olor, la inocencia y las hembras. Respirando profundamente lo toma y algo dentro de él cambia. Estas son suyas. Sus hembras.

Por eso se entrenó. Esto es lo que necesita proteger contra el daño.

Ellas, sólo ellas. Verlas moverse hacia él, frunció el ceño, las más pequeñas están en algún tipo de cubierta extraña que esconden no sólo sus brazos y piernas, sino también sus pies.

—En el sofá niñas, les voy a hacer el pelo. —Sigue riendo por la carrera de las niñas por el sofá sólo para congelarse al verlo. Bella les da una palmadita suave.

—Sofá niñas, está bien.

Lentamente se sentaron pero sus ojos nunca dejaron a Edward.

—Aquí Carly. —Ella le da un peine. —Comienza en el tuyo mientras yo hago el de Annie.

—Sí mami. —Sin embargo, sus ojos nunca dejaron a Edward.

Edward observa el ritual femenino en asombro. Nunca ha visto nada parecido. La unión es tan fuerte entre ellas tres, que está ahí, en la forma en que interactúan entre sí. Trabajan juntas, pareciendo disfrutarlo mutuamente. Qué extraño. Nunca lo ha visto con hembras Voltrianas, pero nunca antes había visto mujeres jóvenes, especialmente con su madre. Una vez destetados, los bebés son criados por los machos de la casa, las mujeres ya cumplieron con sus responsabilidades. Edward sabe que esto nunca sucederá con Bella.

Ella realmente se preocupa por su descendencia, ya ha demostrado que va a luchar por ellas.

—Nena, trenzado o liso. —Ella pregunta todavía trabajando en el pelo de Annie.

—Trenzado.

—Trenzas entonces. —Bella rápidamente hace trenzas francesas en los largos rizos castaños de Annie amarrándolo con una liga de su muñeca. —Listo. —Ella rápidamente besa la parte superior de su cabeza.

—¿Carly?

—Quiero una cola de caballo mami.

—Pony será. Déjame ver si hay gruñones.

Un golpe en la puerta saca de la atención a Edward de ellas.

Levantándose se pone entre la abertura y sus hembras antes de presionar el panel para abrirla.

—Mami, son azules... —Annie susurra con asombro, mientras dos Voltrianos, llevando bandejas entran en la habitación.

—Los Voltrianos vienen en muchos colores diferentes Annie, al igual que en la tierra.

—Sí, pero no azul. —Bella tiene que sonreír a la admiración en la voz más joven. El azul es su color favorito. Cuando ambas chicas de repente se ponen a su lado, ella mira hacia arriba para encontrar a los machos mirando fijamente a ellas.

—¡En la mesa y fuera! —Edward ordena enojado, sintiendo a las pequeñas incómodas. Cuando ningún macho se mueve, él da un gruñido amenazador que finalmente los hace moverse. Con el alimento entregado uno se para frente de Edward. Se miran el uno al otro hasta que Emmett finalmente habla.

—Traje comida de las provisiones de las hembras. Rosalie insistió en que los más pequeños querían algo familiar hasta que se adapten a la comida Voltriana.

—Edward se da cuenta de que es algo que debió haber considerado.

—Te agradezco a ti y a la hembra llamada Rosalie.

—Ella preguntó... exigió... —Emmett le da a Edwrad una mirada aturdido. —Que confirmara que Bella y su descendencia han llegado a salvo. De lo contrario, amenazó con un motín. No sé lo que es esto, pero todas las mujeres acordaron.

—Es una revuelta o lucha contra los responsables. Bella le informa.

—¿Nos atacarían? —Emmett está sorprendido. Bella sólo se encoge de hombros.

—¿Cómo puedo evitarlo? Podrían lesionarse.

—Dile que mis hijas y yo estamos bien. —Ella lleva las niñas a la mesa.

—Dijo que quería una prueba. Que mi palabra no era lo suficientemente buena. —La mirada insultada en la cara Emmett la hace sacudir su cabeza. —¿No entiendo por qué?

—¿Por qué? —Bella va hasta él contando con sus dedos. —Veamos.

Las duermes. Secuestras. Las están llevando a un planeta desconocido para unirse a los machos que no conocen. Todo porque necesitas mujeres. Vaya, no hay razón para que no confíen en ti.

—Pero estaban desprotegidas. —Dice realmente confundido.

— Serán protegidas en Volterra. —Sus ojos son amplios y sinceros.

—¿Es así como te sentirías si la situación se invirtiera? ¿Si te llevaran de Volterra y forzaran a vivir en un planeta extraño? ¿Obligado a unirte con alguien que no conoces? ¿Con reglas que tú no entiendes? —Ningún hombre contesta.

—Dile que se quede tranquila sin amotinarse —Bella se vuelve a sus hijas.

—¿Qué?

—Sólo dile, ella entenderá. —Quédate sin el motin. —Emmett se repite lentamente.

—Sí. —Ignorándolos, ella habla con sus hijas. —Vamos, queridas, vamos a alimentarnos.

Emmett decía la verdad, la comida en una bandeja es de la tierra, manzanas, naranjas, uvas, un poco de queso, y pan. La otra bandeja es obviamente comida de Volterra y ella no reconoce una sola cosa.

Llenando los platos para sus hijas, ella los pone delante de ellas.

—Mujeres... —Emmett encuentra que no puede quitar sus ojos de ellos.

—¿Lo sabías?

—No.

—La diosa realmente te ha bendecido a mi rey. —Emmett le sonríe antes de que se desvanezca lentamente. —Serás desafiado.

—Sí.

—Se entregó a ti voluntariamente. Está grabado. —Él le recuerda.

—¿Dónde estaba su guía Emmett?

—¿Qué?

—Ella se quitó el educador, Felix no estaba allí.

Emmett palidece, sus ojos parpadeando a Bella. —¿Ella está ilesa? —Sí, pero ella no sabe cómo acceder a lo que se le ha dado.

—Voy a traer Felix de inmediato. —Edward pone una mano de restricción en su brazo. —Ella está cansada y desea esperar hasta que esté descansada.

—Comprensible, pero Majestad...

—Ella tendrá lo que quiere. Ella está bajo mi protección. —Su tono no admitía argumentos.

—Sí, mi rey, le diré que esté listo para su citación.

Con una leve reverencia, Emmett se va.

—Mami tengo sed. —Bella mira a Edward mientras se sienta.

—¿Qué dice ella? —Él pregunta.

—Ella necesita algo de beber. —Llega a un recipiente cerrado y lo vierte en una taza antes de colocarla delante de Annie.

—Es jugo Endario. —Él le informa.

—Endario... —Bella observa a Annie tomar un sorbo indeciso antes de sonreír.

—Sabe a jugo de uva mami. —Vierte otro vaso, se le da Carly. Edward observa a las niñas mientras comen. Bella está atenta a ellas, asegurándose de que tienen lo que necesitan, que coman suficiente.

—También tienes que comer. Tiende un trozo de carne hasta la boca.

—Es Rashtar. —Después de un momento, ella abre y mastica.

—¿Mami? —Las chicas la miran con interés, rompiendo el contacto visual con Edward ella las mira.

—Sabe a tocino.

—¿Podemos intentarlo? —Miran a Edward expectante y pone una pieza en cada plato encontrándose satisfecho por cuidar de ellas.

—Hora de ir a la cama. —Bella anuncia una vez que sus platos estaban vacíos.

—Sí mami. —Riendo se apresuran a saltar sobre el sofá. Metiendo las mantas en torno a ellas, se inclina hacia abajo para dar a cada una un beso.

—Buenas noches niñas. Mami las ama.

—Te amo mami.

—Voy a estar pasando esa puerta. —Apunta. —Si necesitan algo. ¿De acuerdo?

—¿Mami?

—¿Dime Carly?

—¿Puedes dejar una luz? —Bella se vuelve a Edward.

—¿Qué necesitan?

—¿Puede la luz dejarse en baja para ellas? —Él pone las luces.

—¿Está bien? —Ella le pregunta a sus hijas.

—Sí mami. —Ellas responden al unísono.

—Bella... —Edward le pone una mano en la espalda y sabe que debe dejarlas. Con una última sonrisa para sus hijas, sale de la habitación.

Una vez que están solos ella se vuelve hacia él.

—La puerta exterior... ¿Nadie, alguno puede entrar? Sus ojos preocupados miran por encima de su hombro.

—Lo he sellado, están a salvo. Sus ojos se oscurecen con el deseo.

—Quítate las cubiertas Bella.

Respirando profundamente los dedos de Bella se mueven lentamente a su camisa. Ella sabía que esto iba a pasar había dado su palabra. Los dedos temblorosos desabotonan su camisa, mostrando sus pechos cubiertos de encaje. Sin mirarlo, ella desliza sus jeans sobre sus caderas, quitándose los zapatos quedando en ropa interior de encaje.

Los ojos de Edward le siguen cada movimiento, sin perderse nada. Su deseo crece con cada centímetro de piel pálida revelada. Ella es tan diferente a las hembras Voltrianas. Donde son altas ella es corta, donde su cuerpo parece un poco a ser varón, el suyo es suave con las curvas exuberantes.

—El resto. —La anticipación tenia su voz baja. Los pechos que ella libera son más llenos que las Voltrianas, con los pezones polvorientos grandes que él quiere succionar. Un nido de rizos castaño esconde la belleza de su mujer cuando el último trozo de tela finalmente se retira. No puede esperar a probarla. Moviéndose, lentamente la lleva hacia atrás hasta que sus rodillas golpean la cama.

Un empujón suave la hace jadear cuando cae hacia atrás. Ella se sorprende cuando él cae de rodillas, la boca se engancha en un seno, succionando profundamente en su boca.

—¡Edward! —Ella jadea agarrando sus bíceps pero él la ignora.

Totalmente centrado en festín ante él. Nunca ha visto nada tan bello, nunca sintió nada tan suave. Esto es lo que la diosa quería el cuerpo de una hembra fuera.

Suave y dadivoso, un refugio para un guerrero de las penurias de su vida. Con un pop, libera su pezón, convirtiendo su atención en el otro. Las manos que abarcan su cintura todavía la retienen, pero de repente se da cuenta de que no está tratando de empujarlo, en su lugar, ella está corriendo sus dedos por los brazos para hundirlos en su cabello, liberándolo de su amarre mientras ella lo jala más cerca, su gemido lo tiene chupando aún más fuerte. Inclinándose en la espalda, sus labios obtienen acceso a su suave estómago flexible.

Este es el lugar donde dos hembras frágiles crecieron, donde fueron protegidas. Es el lugar donde, con la voluntad de la diosa, su descendencia pronto prosperará. Él los pondrá allí, pero primero debe darle placer. Agarrando sus muslos, los empuja para separarlos, colocándose entre ellos. Su aroma único le llama mientras sus pulgares van partiendo suavemente sus rizos, revelando una belleza nunca antes vista. Ella es regordeta, rosada, y ya está brillando. Nada como el Serai, que permanece seco hasta que se le complace. Ya no puede esperar más. Bajando la cabeza, la saborea y casi pierde su mente. Ella es tan dulce y jugosa, como la baya ripest endary, separando sus labios que continúa explorando hasta que encuentra su baya y se engancha a ella.

—¡Oh Dios, Edward! —Bella se acuesta. Ha pasado tanto tiempo desde que se sintió así. Tal vez nunca y Edward no juega alrededor, él va directo a las cosas buenas y se siente increíble. Sus caderas instintivamente se mueven. Gruñendo Edward lanza un brazo de contención a través de sus caderas nunca rompiendo su ataque.

Lentamente arrastra un pulgar grueso áspero a través de sus labios brillantes, cubriéndola con sus jugos, tocando su piel temblorosa.

—Por favor, Edward... —Bella no puede dejar de mendigar.

Lentamente presiona su pulgar en la abertura de la mujer, encontrándola increíblemente apretada. Él empuja con cuidado más al fondo y gime cuando descubre que es suave por dentro también. La vibración hace que ella tiemble. Ella grita en la negación cuando él remueve su pulgar solamente para gemir cuando es substituido por dos dedos que se mueven lentamente hacia fuera estirándola.

—Más rápido, por favor, Edward, más rápido. —Obedeciéndola, le pica ligeramente el clítoris haciéndola gritar mientras un orgasmo intenso la ciega. Sin aliento, Bella no puede creer lo que acaba de pasar. ¿Realmente ha tenido el mejor orgasmo en la vida de un hombre que no conoce? Ningún hombre... macho… un alienígena.

¿Cómo pudo hacerle eso a Mike? Ella amaba a Mike. Lo amaba desde que tenía quince años y el dieciocho. Había sido su primer y único amante, siempre amable, respetuoso, atento. Entonces, ¿y que si no hubiera sido la pasión explosiva escrita en los libros? Había sido de ellos y de ellos solos. Tuvieron tres maravillosos años juntos antes de que se enfermara. Antes de que el cáncer le quitara su habilidad de ser marido. Lo había lastimado, ella sabía que lastimó su orgullo, su ego que él había sido incapaz de ser íntimo con ella y ahora esto... oh Dios ¿qué estaba haciendo ahora Edward?

Mientras ella se había perdido en sus pensamientos, Edward se ha arrancado la ropa y ahora está presionando su miembro contra su entrada. Sobresaltada ella se levanta en sus codos y no puede evitar jadear antes hacerse para atrás. El gruñido vicioso de Edward la congela.

—¡Me lo vas a negar! —Ella nunca ha visto a un hombre tan enfurecido.

—Nunca entrara... ¡tú eres enorme!

Gruñendo él obliga a separar sus piernas, inclinándose hacia adelante en sus codos, encerrándola debajo de él.

—Se ajustará yo te he preparado. —Él presiona su cabeza hinchada contra su entrada y da un empuje superficial. Sus jugos la han hecho resbaladiza pero su cuerpo todavía lucha para aceptarlo, al escuchar su quejido él se detiene inmediatamente. Edward la mira, esperando hasta que siente su relajación y luego empuja más, lentamente moviéndose dentro y fuera hasta que se lo mete todo. Está empapado de sudor tratando de controlar su hambre, quiere liberarse en ella que está temblando. Él agradece a la diosa que ella puede tomarlo, ella es tan pequeña, ahora él no puede esperar más, retirándose casi totalmente él golpea de nuevo en ella. Jadeando, a medida que el placer comienza a construirse de nuevo, Bella envuelve sus brazos y piernas alrededor de él y se sostiene. Aquí está... toda la pasión incontrolada que siempre soñó.

Edward continúa hundiéndose en ella; no puede creer lo bien que se siente. ¡Todo el calor apretado y sedoso, y ella es suya! Siente que su liberación se aproxima rápidamente y acelera su ritmo conduciendo aún más en ella. Pronto él le dará su semilla y la esperanza de que se arraigue en ella. Edward se sorprende cuando Bella grita de nuevo, sus músculos femeninos apretando dolorosamente a su alrededor, chupándole aún más profundamente en su calor. Moviéndose así no puede parar su erupción dentro de ella. Jadeando, Edward colapsa encima de ella, apenas se mantiene de aplastarla. ¿Qué acaba de suceder? Sus pensamientos intentan obtener sentido. ¿Qué le ha hecho? Eso no se suponía que pasara. Las Serai no se corren cuando un macho está en ellas. Nunca había escuchado cuentos de una mujer Voltriana liberándose de esta manera. Bella se había envuelto alrededor de él. Igualándolo en el empuje, participando, algo que no era normal. Rápidamente se aleja, mirándola hacia abajo.

—¡¿Qué hiciste!? —Él exige duramente. Bella está flotando en una cálida neblina sexual de satisfacción hasta que Edward la arranca de ella con su repentino retiro y acusación

— ¿Qué? —Ojos confundidos se encuentran con los suyos. — ¿Qué quieres decir?

—¡Te has liberado cuando yo estaba dentro de ti! —Él acusa.

—¿Estás molesto porque tuve un orgasmo? —Jadea.

—Te di el placer de mujer. ¿Por qué tienes otro? —Él exige.

—Yo...

—No es la manera Voltriana.

Bella mira con incredulidad como Edward se encuentra, cruzando sus brazos a través de su pecho y se da cuenta de que está molesto...

realmente molesto... porque tuvo un segundo orgasmo... su primer doble. La mayoría de los hombres estarían palmeándose la espalda, no culpando a su pareja.

Edward se voltea presentándole una vista perfecta de su parte trasera, hermosa. Nunca ha visto alguien tan tonificado y musculoso. La culpa la ataca inmediatamente. Mike tenía un buen trasero. Ella amaba su trasero. Avergonzada de que ella pudiera sentir tanto placer con otro hombre, ella agarra sus cobijas.

Edward sube sus pantalones antes de enfrentarse a ella.

—¡No lo harás de nuevo! —Él gruñe mirándola pálida como ella oculta su cuerpo de él.

—No quieres que yo me venga cuando estás dentro mí —susurra.

—¿Venir?

—Orgasmo, encontrar mi alivio.

—¡No! No es normal, yo te daré placer. Entonces tomaré el mío.

Así es como se hace.

—Oh... no necesitas un participante, sólo un hoyo. —Bella golpea una mano sobre su boca. Ella no cree que ella acaba de decir eso.

—No entiendo.

—Sí, es mutuo. —Ella tira de la sabana apretándola mas. —No te preocupes, lo entiendo.

Él la mira intensamente entonces asiente rígidamente antes de trasladarse a una silla. —Puedes descansar ahí. Yo descansaré aquí.

—¿Ni siquiera vas a acostarte conmigo? —Ella puede decir que lo ve confundido.

—Las hembras Voltrianas duermen solas.

Bella cierra los ojos, dejando caer la cabeza sobre sus rodillas estiradas. No voy a llorar. No voy a llorar. Ella se dice silenciosamente. No se ha dejado llorar desde que Mike murió. No va a permitir que un extraterrestre estúpido la haga ahora. Hay dos niñitas en la otra habitación dependiendo de ella. Tiene que ser fuerte.

Ella no va a dejar que le haga sentir avergonzada de sus respuestas naturales tampoco. El problema es de él no es suyo. ¡Ella merecía ese orgasmo, maldita sea!

Especialmente después del día de porquería que había tenido. Mirando hacia arriba, ella lo encuentra todavía mirándola. Maldita sea, pudo haber prometido quedarse con él, pero eso no significaba que tuviera que quedarse aquí con él. Agarrando la bolsa que de alguna manera logró permanecer en la cama ella saca un par de pantalones dormir y camisa, poniéndoselos debajo de las cubiertas. Edward observa sus acciones en confusión.

—¿Qué estás haciendo? ¿Por qué te estás cubriendo? —Él exige.

—Puedes tener la cama. Me acostaré con las chicas.

Ella cree que su segunda pregunta es auto explicativa.

—¿Descansarías conmigo? —Se pregunta con vacilación. —¿En la misma cama?.

—Siempre lo hice con mi marido.

—¿Marido?

—Mike.

—¿Descansaban juntos? —Frunció el ceño. —Su aroma no estaba en la habitación.

Ella tira las cobijas, deslizándose de la cama.

—¿Qué te pasa con el aroma de Mike? Durante el último año de su vida, Mike era demasiado débil para subir escaleras. Tenía una cama especial puesta abajo para él.

—¿Descansaba allí?

—Sí. Yo dormía en el sofá. Mira, no importa, —ella corre una mano temblorosa tirar su pelo despeinado. —Ni siquiera sé por qué te lo digo. Aparentemente no es la manera Voltriana, así que debe estar mal.

Alejándose, deja a un guerrero muy confundido. Bella mira a sus hijas, inocentemente durmiendo de pies a cabeza en un sofá alienígena, en una nave alienígena, yendo a un planeta alienígena. ¿Qué les ha hecho? Cubre su boca, para reprimir que el grito de desesperación escape. Tal vez debería haberlas dejado en la tierra...

¡No! Su voz interior grita. Diego las habría destruido. A Diego no le importaba nada ni nadie solo Diego. Aquí... aquí al menos tenían una oportunidad. Nunca se había llevado bien con Diego, a pesar de que tenían la misma edad. Siempre parecía muy frio, tan remoto, especialmente cuando se comparaba con Mike. Sin embargo, antes no era así. Fue después del incendio que casi los reclamó cuando realmente cambió. Con la muerte de sus padres, Mike y Diego se habían vuelto muy ricos. Diego viajaba, tenía autos caros, joyas y mujeres que nunca lo hubieran mirado antes. Mike reaccionó todo lo contrario, invirtiendo no solo en su futuro sino también en el de sus hijas. Inmediatamente estableció fondos fiduciarios en el nacimiento de cada niña, asegurando que siempre los cuidaran. Fue solo durante el último año de la enfermedad de Mike que Diego comenzó a presentarse. Al principio, ella pensó que era para ayudar a mantener a su hermano, su único pariente vivo. No tardó mucho en descubrir la verdad. Diego quería que Mike lo convirtiera en el guardián de las niñas, dándole el control sobre sus finanzas, capaz de manejarlo, lo cual era una tontería. La verdad era que él estaba en bancarrota, habiendo dilapidado su herencia en menos de cuatro años.

Bella nunca le había contado a Mike cómo Diego había intentado intimidarla para que firmara los papeles, cómo había amenazado a las niñas y ella había tenido que luchar contra él. Para entonces, a Mike le habían medicado tanto que había tomado todas sus fuerzas solo para sentarse. No iba a aumentar su dolor, pero había documentado todo, incluso registrando a Diego. Después en el funeral, ella había recibido una orden de restricción. Diego había estado furioso, pero él había dejado la ciudad, o eso creía ella, hasta que Edward la había traído a su hogar. Ahora Diego está fuera de sus vidas para siempre.

¿Será Edward algo mejor? Se entregó voluntariamente a Edward y lo haría de nuevo si mantiene a sus niñas a salvo, ¿pero podría ella confiar en él? Él no los había lastimado... no físicamente, pero eso podría cambiar. ¿Podría ella confiarle a él con sus hijas? Al darse cuenta de que solo el tiempo lo diría, agarra un cojín y se derrumba en el suelo, una mano sobre cada una de sus chicas, al instante quedo dormida.

Edward no se ha movido desde que se fue Bella. Está confundido.

Ella lo confunde. No se comporta como las hembras de Volterra.

Ella no responde como una. James había dicho que eran diferentes pero que no habían ido al detalle y Edward no había querido saberlo, ya que a él nunca se le permitiría tener una, ahora deseaba haberlos pedido. Pensando en volver, se da cuenta de que Bella se había sorprendido tanto de sus respuestas como de las suyas.

¿Es realmente tan diferente de su protector anterior, su Mike? ¿Cómo había sido él, este hombre cuya cama había compartido de buena gana, que descansaba con ella? ¿Qué hijos le había presentado? ¿Cómo había podido inculcarle tanta lealtad? Para hacer que se quedara con él incluso cuando él no había podido protegerla. ¿Cómo se las había arreglado Mike para eso? Miro hacia la puerta cerrada. En su deseo egoísta de tenerla, había olvidado todo lo que había pasado ese día.

La fuerza que ella había mostrado al pararse frente a Felix y Jared, y pararse ante él. Se había entregado a él a cambio de recuperar a su descendencia, sin explicar qué eran mujeres, y había cumplido su palabra. Le permitió unirse a ella, derramar su semilla dentro de su cuerpo y lo que había hecho... se había quejado. Pasándose las manos sobre su cara asustada, toma una respiración profunda. Se había quejado. ¿Cómo pudo haberlo hecho? Ella no es de Volterra, nunca pretendió serlo. Obviamente, las mujeres de la Tierra responden de manera diferente a las uniones y, aunque le sorprendió, se da cuenta de que también fue la liberación más sorprendente de su vida. ¿Está dispuesto a perder eso? ¿Solo porque no era como él esperaba?

Diferente no quiere decir mal y Bella es muy diferente de las hembras de Volterra y él se da cuenta de que le gusta, sus diferencias, él necesita explicárselo.

Caminando hacia el área común, se sorprendió al encontrarla en el piso, una mano tranquilizadora colocada en cada niña mientras ella descansa. Su devoción por ellas lo sorprende. Suavemente él le toca el brazo y frunce el ceño. Está fría. Cuidadosamente la toma en sus brazos, llevándola de vuelta a su cama. Cubriéndola con una manta que encuentra, regresa rápidamente a las chicas, comprueba sus mantas y aumentan la temperatura de la habitación. Volviendo a Bella, él se desnuda y se desliza junto a ella. Nunca había descansado con una mujer antes. Nunca había oído hablar de eso. ¿Cómo se puede acercar a una? Él sabe lo que quiere hacer... quiere abrazarla, abrazarla y darle su calor y su protección. ¿Lo permitirá ella?

Decidiendo que solo hay una manera de descubrirlo él desliza con cuidado un brazo debajo de sus hombros, inclinándose hacia él, cuando ella murmura se congela.

Con una sensación de calor, Bella rueda instintivamente hacia el. Está tan cansada. Ella solo quiere dormir, su manta eléctrica, se acurruca. Edward permanece perfectamente quieto mientras Bella envuelve su cuerpo alrededor de él antes de asentarse. Cuidadosamente la acomoda en sus brazos.

Cuando ella no protesta, él se relaja y la siente. El cuerpo más pequeño se moldea para él, encajando tan perfectamente, es como si fueran dos piezas de un todo. Un sentido de rectitud se posa sobre él, quien hubiera pensado que con una hembra podría hacer eso. Al cerrar sus ojos, descansa.


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Diana

tulgarita

Angeles MC

ki

Mar91

Soly Desde la proxima semana los dias de actualizacion van a ser lunes,miercoles y viernes

Sanveronica22

BellaWoods13