Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.

**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor


CAPITULO CINCO

Bella está levantada y afuera de la habitación, poniéndose la bata antes de que Edward se dé cuenta de lo que está sucediendo. Al salir de la cama, se pone los pantalones. ¿Qué está mal? ¿Ha vuelto a fallar su seguridad? Al llegar al área común, está listo para la batalla.

Lo que encuentra lo congela en seco.

—Shhhh nena,¿qué pasa? ¿Mal sueño? —Bella mese a Carly entre sollozos. —Por favor, dime qué está mal.

—Es papá... —Sus sollozos aumentan. —Se fue... —Bella cierra los ojos, buscando las palabras.

—Lo se nena... Lo sé... pero...

—No mamá. —Carly la mira con seriedad. —Él me dijo que se iba para siempre esta vez, que fue el trato que hizo.

—¿Qué? —Bella frunce el ceño. —Carly Marie, ¿De qué estás hablando?

—Papi, mami, él no se iría, no cuando se suponía que debía hacerlo.

Él le dijo que no dejaría a sus tres hermosos ángeles desprotegidos.

—Bella se queda sin respiración, sus ojos se llenan, así es como Mike las llamaba, sus tres hermosos ángeles. —Así que él y la Diosa, hicieron un trato. Si ella enviaba a su mejor y más valioso guerrero, entonces él se iría, permitiéndole proteger a sus ángeles. —Sus pequeños ojos miran los de ella. Edward, mami. Hizo que nos enviara a Edward.

—Oh, nena... —Metiéndola debajo de la barbilla, las lágrimas corren por la cara de Bella. ¿Qué se supone que ella debía decir? Mirando hacia arriba, ve que Edward está igual de aturdido.

—Pero mami hay más. —Carly retrocede para mirarla. —¿Qué nena? —Bella se pregunta si puede aguantar más. —La diosa quiere que protejamos a Edward también. —¿Eso quiere?

—Ella me dijo. Después de que papá se fue. —Carly se acurruca profundamente en sus brazos, bostezando. —Voy a extrañar a papi, mami.

—Yo también lo haré, nena. —Bella mece a su hija mayor, preguntándose en las Fuerzas del universo, pronto se siente relajada.

—Déjame llevarla. —Arrodillándose, Edward cuidadosamente toma a esa preciosa y pequeña en sus brazos. Levantándose, mientras ella se acurruca confiadamente, no puede apartar los ojos de ella. —Ella es tan hermosa, Bella. —Su tono es bajo y reverente.

—Lo es. —Ella retira las mantas. —Ella es mi pequeña guerrera. Ella siempre está cuidando de Annie... y de mi. —Coloca las mantas a su alrededor mientras Edward da un paso atrás. —Pasó el momento más difícil con la enfermedad de Mike. Tenía casi tres años antes de que él se enfermara de verdad. —Ella cepilla suavemente el cabello de su frente. —Él se volcó sobre ella, se aseguraría de que hicieran cosas especiales juntos, solo ellos dos.

—¿Dónde estabas? —Pregunta en voz baja, mirando a Carly y a ella.

—En casa, embarazada de Annie, estaba tan enferma. — Volviéndose ella ve el pánico cruzar la cara de Edward.

—¿Enferma? ¿Qué quieres decir enferma? —Él casi grita.

—Shhhh, las despertarás.

De repente, se encuentra siendo arrastrada al dormitorio.

—Edward... —Ella lo mira confundida.

—¡Explícate, ahora! —Ordena.

—¿Explicar qué? —Ella se retira de su agarre. —¿Qué te pasa? —No permitiré que te hagan daño. —Él la jala. —¿Daño? ¿De qué estás hablando?

—Te enfermas cuando concibes, no lo permitiré. —Su tono es serio.

—Bueno, realmente no creo que tengas ningún control sobre eso.

—Bella no puede evitar darle una gentil sonrisa.

—¡No tendrás más descendencia! Así es como lo controlaré.

—Edward... No puedes decir eso. Necesitas descendencia para asegurar tu trono.

—¡No si eso te enferma! Te necesito. Tenemos a las chicas.

— Edward... —Con rodillas temblorosas, se mueve para sentarse en la cama.

—Mírame a mi Bella. —Él se arrodilla frente a ella, sus manos rodeando su cintura. —Es verdad, tu descendencia... tus niñas... son mías. Acepté y las protegeré, no como si fueran mías, sino porque son mías. Tu Mike y la Diosa me las han confiado, pero lo más importante es tu lo hiciste y lo que necesitamos es a ti, no más descendencia.

Para cuando termina, las lágrimas corren de nuevo por su rostro.

—Edward... —Ella le toma la cara. —No es lo que crees...

Para las hembras de la Tierra... concebir puede hacer que se enfermen... le llamamos malestar matutino. —Ella ve que él está escuchando. —Con Carly no estuve enferma, ni una sola vez, cansada durante los primeros meses pero nunca enferma. Con Annie fue completamente diferente. Vomitaba casi desde el día en que fue concebida hasta que entre al primer trimestre… tercer mes. Después estuve bien

—¿Es una enfermedad temporal? —Él la limpia suavemente mejillas con sus pulgares.

—Sí, es parte de estar embarazada, al menos para las hembras de la Tierra. No sé sobre las Voltrianas, eso no estaba en el educador.

—No te quiero enferma, mi Bella. —besa la palma de la mano.

—Es solo parte del proceso Edward. —Ella frota su pulgar sobre sus labios. —Estaré bien. Antes de que pueda decir más, ella lo besa suavemente. —Es tarde, descansemos, podemos hablar más mañana.

Ayudándola a levantarse Edward afloja el amarre y jala la bata de sus hombros.

—¿Quieres tu camisón? —Sus dedos acarician ligeramente sus hombros.

—No. — Ella pasa sus manos por su pecho. Levantándola, la pone con cuidado en la cama. Retirándose los pantalones, se desliza junto a ella, acercándola a él.

—Duerme mi Bella —Entre sus brazos, ella deja que su corazón la adormezca.

Al despertar Edward mira a la mujer que descansa confiada en sus brazos. Su cuerpo exuberante se presiona contra el suyo, su cabello acariciando su pecho. Nunca había sabido que tal cosa era posible... verla cuando se despertaba, podría darle tal sensación de felicidad.

Para despertar de esta manera... todos los días... es algo por lo que luchará, por lo que matará. Bella es suya, las niñas son suyas, y no se las quitarán.

Con cuidado, él se levanta de la cama y coloca las mantas cerca, asegurándose de no molestarla. Vistiéndose se dirige, al área común para asegurarse de que no pueda.

oooooooooooooo

Lua, Bella ve crecer el planeta. Se ve similar a la Tierra, puede distinguir el agua y la tierra, pero los colores son ligeramente diferentes, más verdes y marrones luego azules.

—¿Es ese mami?, —Pregunta Annie, sus hijas están cautivadas por el planeta que se aproxima. Edward las ha llevado a la sala de control para que puedan ver por primera vez en su nuevo hogar. El saco al personal no esencial, no quiso correr riesgos con su seguridad.

—Sí, cariño, esa es Lua.

—¿Estaremos allí pronto? —Carly la mira. Bella sabe que sus hijas se han estado volviendo locas porque Edward no quiere dejarlas salir de su habitación. Mira a Edward.

—Estaremos en la estación de atraque Unical en breve —Edward les dice: —Allí nos subiremos a una nave más pequeña que nos transportará a la superficie.

—Edward está tenso, quiere que sus hembras estén rodeadas por sus hombres. Felix ha estado demasiado callado desde su intento fallido de tomarlas. Todos los instintos de Edward resuenan peligro.

—Rey Edward. —Jared se acerca, hablando en voz baja. Edward sabe que está preocupado.

—Lo sé mi amigo, pero estoy dentro de mis derechos.

—Te retaran. —Le informa.

—Sí, pero tendrán que llevarlo ante James primero. Eso tomará tiempo y mi Reina y mi descendencia estarán más seguras en Lua que en Volterra. Necesito tu apoyo para que nos ubiquemos en el Unical.

—Esperas problemas. —Jared lo mira fijamente.

—¿Tu no lo harías? —Mirando a las tres hembras que aún miran por la ventana, él asiente.

—Si fueran mías... sí, es cuando estás en tu estado más vulnerable.

—Sí. —Edward está de acuerdo. —¿Qué necesitas? —Jared ofrece su ayuda.

—Permitir a mis fuerzas a bordo escoltándonos.

—¿Armados?

—Sí. El ataque de Paul es una justificación para la excepción.

—Se hará. Buena suerte, amigo, que la Diosa te bendiga.

—Ella ya lo hizo mi amigo. —Edward mira a su familia.

Bella levanta la vista cuando Edward entra, está vestido de manera diferente, el traje de base negro ahora está cubierto con una banda ancha de color violeta, y tiene una espada a su lado. Sin embargo, es su comportamiento general el que la hace detenerse. Él irradia poder, fuerza y peligro. Él no es el hombre que la había amado tan gentilmente esa mañana. Es un guerrero listo para la batalla, listo para proteger lo que es suyo. —¿Reuniste tus cosas? —Él pregunta.

—Si.

—Bella...—Un golpe en la puerta lo interrumpe, girando, abre la puerta. Bella jadea cuando una docena de hombres de aspecto peligroso entran en la habitación, todos vestidos de negro y púrpura similares a Edward.

—Mi Rey. —Uno de ellos se pone una mano en el pecho, dándole una leve reverencia. —Todo está preparado según tus instrucciones.

—Bien. —Volviendo él le tiende la mano a Bella. —Es la hora mi Reina.

—Ella ve la sorpresa en los rostros de los hombres antes de que desaparezca. Tomando la mano de Edward, está lista para comenzar su nueva vida. La fuerza de seguridad del Rey llena los pasillos del buscador, moviéndose a un lado, mientras se mueven hacia el Unical. Cabezas se vuelven, tratando de ver a las hembras de las que todos están hablando, pero ninguno se atreve a interferir. No con el Rey de Lua por ser un feroz guerrero, no hasta que llegan al puerto de transferencia donde un grupo liderado por Felix se detiene bloqueando su salida.

—Ustedes se harán a un lado para el Rey de Lua. —Uno de los hombres de Edward camina hacia Felix.

—Con mucho gusto. —Felix dice con una sonrisa aceitosa. — Pero las hembras se quedarán.

—La Reina de Lua no está bajo tu autoridad, Minor Felix.

— Responde Edward, señalando a Sam, y a sus hombres para que saquen sus armas. —Ustedes se harán a un lado o yo los haré.

—¡Se atreven a llevar armas a bordo del nave del Emperador! — La ira de Felix se escucha fácilmente.

—Un guerrero de tu casa ya ha amenazado a la Reina, Minor Felix.

—Jared se adelanta. —El Rey Edward está dentro de sus derechos para protegerla a ella y a sus hijas por la fuerza, si es necesario.

—¡No! ¡Pero no tiene derecho a las hembras! —Argumenta.

— Deben ir a Volterra.

—Ese desafío debe presentarse ante el Emperador, ahora se debe hacer a un lado. —Jared ordena y con una última mirada llena de odio, Felix señala a sus hombres para moverse.

—La tienes... por ahora... Rey Edward. —Felix se burla. —Pero ella nunca será tu Reina.

Bella acomoda a las chicas en sus asientos mientras Edward habla con uno de los hombres.

—Dile a Levi que despegue —ordena.

—Sí, mi rey. —El silencio que sigue hace que Bella levante la vista para encontrarse bajo el escrutinio de todos los hombres en la habitación.

—Bella. — Edward les dice que se unan a él. —Este es Sam. Él es el capitán de mi Guardia de Élite.

—Es un placer conocerte, Sam. —Ella asiente con la cabeza, recuerda en el último minuto que los hombres y las mujeres no se tocan. Sam mira a Edward y al ver que él asiente, responde.

—Mi Reina. —Él le hace una leve reverencia.

—Y estas son nuestras descendientes. —Edward se asegura de que todos los guardias entiendan que las ha reclamado. —Carly y Annie.

—Mami... es muy bonito. —Annie dice y está hipnotizada por el hombre azul oscuro. Risitas, rápidamente cubiertos por los otros machos, las mejillas de Sam se están oscureciendo.

—¡Annie! Tienes que disculparte con el capitán Sam. —Los ojos de Annie pasan de ella a Sam.

—Pero, ¿por qué mami? —Ella le da una mirada confusa. —Él lo es.

Él es incluso un azul más bonito que Emmett. —Esto hace caer la boca abierta de Sam y una risa se escapa Edward.

—Los chicos no son bonitos son guapos, Annie. —Carly le informa con voz apagada de una hermana mayor.

—Pero él no lo es, él es bonito. —Ella insiste.

—¡Niñas, eso es suficiente! —Trata de sonar severa —Ambas se disculparán. ¡Ahora!

—Lo siento, Sam. —Carly hace lo que le dice, pero Annie permanece obstinadamente silenciosa.

—Annie Renee…

—Está bien, está bien, siento haberte dicho bonito Sam.

Bella le da una pequeña palmada en el trasero. —Ve. Siéntate.

Ahora.

—Sí, mami. —Sin embargo, ella está sonriendo todo el camino.

—Capitán Sam, me disculpo por mi hija menor, no quiso ofender.

Sam está parado por varios segundos sin poder responder. Él es un hombre de casi cincuenta años, un guerrero, nunca en todo ese tiempo ha estado involucrado en una conversación así, y todo su universo cambio.

—Sam. —El tono afilado de Edward le hace responder.

—Por supuesto, mi Reina, no me ofendió. —Sin embargo, las risitas detrás de él le dejan saber que nunca lo dejarán olvidar esto.

—Gracias Sam. Una vez que te conozca, estoy seguro de que su fascinación se disipará. —Ella se sorprende al ver a Edward.

—¿Puedo conocer al resto?— Con una inclinación de cabeza, él introduce a ella a los miembros de su Guardia de élite. Una vez terminadas las presentaciones, Bella se da cuenta de que tiene mucho trabajo por hacer. ¿Cómo esperaban atraer a una mujer, cuando apenas pueden hablar con una? Son como pequeños muchachos tímidos y demasiado crecidos. Tendría que hablar con Edward al respecto. Al sentir el aterrizaje de la nave la devuelve al presente.

—¿Estás lista, Bella? —Edward la mira, solo que ella ve la inquietud en sus ojos, extendiendo la mano, le cubre la mejilla.

—Estamos listas, ¿Verdad niñas? —Ella las mira.

—Sí, mami. —Ellas responden. Los guardias observan la interacción entre su Rey y la hembra que él ha declarado su Reina con fascinación. No solo toca las cicatrices del rey, sino que él lo permite. Se dan cuenta de que su mundo nunca será el mismo. La primera mirada de Bella a su nuevo hogar la conmociona. Es un castillo. ¡Mierda! Edward no le había dicho eso.

—¿Mi Bella? —Edward espera, apartando la mirada de su nuevo hogar.

—Bienvenida a Lua. Sonríe y le sonríe a él, a sus hijas, a su futuro.

Los guardias los rodean mientras cruzan rápidamente los terrenos oscuros hasta las enormes puertas del castillo. A medida que se acercan, se abren, revelando un interior poco iluminado lleno de aún más hombres.

—¿Mami? —Las dos chicas se acercan rápidamente a ella.

—Está bien, nenas. —Ella solo espera que sea como el silencio que los saluda.

—¿Se han preparado las habitaciones? —Edward demanda.

—Sí, mi rey. —Se acerca un hombre verde mayor. —La habitación para su hembra ha sido preparada —Mi reina, Amun. — Edward corrige. —¿Señor?

—Mi reina. Reina Bella y nuestra descendencia Carly y Annie.

— Todos los ojos se vuelven hacia las tres hembras.

—Edward, las chicas están cansadas y hambrientas.

Mirándolas se ve su fatiga. No había considerado lo agotador que sería el día para ellas. Su única preocupación era llegar a Lua pero no se habían quejado, ni una sola vez. Ahora estaban aquí y él tiene que preocuparse por ellas.

—Amun que me envíen comida a mis aposentos. —Él ordena y los machos se separan a medida que pasan. Edward las lleva más profundo en el castillo poco iluminado a otro conjunto de puertas grandes.

—Esta es el Ala Real de Luada. —Él les informa.

—¿Luada? —Bella pregunta.

—Es como se llama este lugar, Castillo Luada. Todo quien gobierna a Lua lo ha hecho desde aquí —Edward asiente a los guardias y ellos abren las puertas. Entrando, Bella encuentra una gran sala llena de muebles.

—Este piso es un área de estar. Te la mostraré más tarde.

Él dirige y ellas se adentran en el cuarto oscuro.

—Nuestras áreas de descanso están en el siguiente nivel —Al comenzar, se detiene cuando Bella se inclina, susurrando a las niñas.

—¿Qué pasa? —Una mirada le dice que algo está molestando a las niñas.

—No es nada. —Bella levanta a Annie en sus brazos, la niña lo mira con ojos asustados.

—Es algo. —Él ve la misma mirada en los ojos de Carly. —Dime —dice con suavidad, agachándose hacia Carly.

—Está oscuro. —Susurra, presionando fuertemente contra su madre. —Y da miedo.

Edward frunce el ceño mirando la escalera, luego la habitación.

Nunca antes prestó atención a la penumbra, es como siempre ha sido.

Moviéndose para tocar un tazón pequeño, la escalera se ilumina de inmediato.

—¿Está mejor? —Las niñas, levantando a Carly, las guía. La amplia escalera de caracol. En lo alto, Bella se da cuenta de que los guardias no los han seguido.

—¿Los guardias? —Ella pregunta.

—No se les permite en este ni en el siguiente nivel sin permiso.

— Asiente con la cabeza hacia el —espacio privado— una sala de estar grande y abierta, escasamente amueblada con dos puertas a cada lado y otra en el extremo más alejado. Edward evalúa la habitación, la compara con su morada en la Tierra y la encuentra deficiente. No pasa mucho tiempo aquí, prefiriendo la compañía de sus guerreros, pero Bella y las chicas pasarán una gran cantidad de tiempo aquí, habrá que hacer cambios.

—La habitación más cercana a la nuestra será de las niñas. —Edward abre la puerta revelando otra habitación apenas amueblada con muebles pequeños. Cambiando a Carly, él le permite aumentar la luz, revelando —Mami… —Annie voltea sus ojos decepcionados hacia ella.

—Estará bien nena. Haremos que el hogar esté bien. —Duda vacilante.

—Señor, su comida ha llegado. —Amun dice detrás de ellos. En cuanto voltea, Bella ve al hombre y a varios otros que llevan bandejas de comida.

—En mi habitación, Amun. —Las órdenes son severas. Pidió habitaciones preparadas para su descendencia y parece que no se ha hecho nada. No habían limpiado las habitaciones.

—Sí, señor. —Haciendo reverencia Amun se aleja de la habitación.

Bella está gratamente sorprendida al entrar en el dormitorio de Edward, su dormitorio. Es grande y ocupa este extremo del ala.

Alfombras gruesas cubren el piso de piedra, varias sillas grandes y cómodas y sofás están colocadas alrededor de la habitación, la mayoría frente a la enorme chimenea. La cama más grande que Bella ha visto nunca, ocupa un extremo de la habitación, cubierta con un material marrón que parecía gamuza. Las grandes ventanas intentan mostrar el cielo nocturno, pero el cristal rayado lo hace casi imposible. Los sirvientes colocan rápidamente los alimentos en una mesa antes de inclinarse para irse. Colocando a Annie en una silla, se vuelve hacia Carly.

—Yo la llevo —Edward la acerca a su hermana. —Amun, hablaré contigo afuera, Bella mira a las niñas —No tardaré mucho.

Asintiendo, ella comienza a llenar los platos. Amun espera mientras Edward cierra la puerta.

—¿Por qué no se siguieron mis órdenes? —Él gruñe amenazadoramente.

—¿Señor? —Amun tropieza, sorprendido, no solo por la acusación del Rey sino también por su amenaza de ataque. El Rey nunca ha hecho esto a él antes. ¿Qué le ha hecho está hembra?

—Se te dijo que tengas las habitaciones preparadas. — Edward lo empuja hacia la habitación de las niñas. —¿Te parece esto preparado? —Exige.

—¡Señor! ¡Tenía el nivel superior preparado! ¡El nivel femenino!

—Se vuelve a Edward y se pasan las manos por la cara.

—Lo siento, Amun. Debería haber sido más específico en mis instrucciones. Todos nos quedaremos en este nivel.

—Sí, señor, tendré una habitación para cada mujer —Amun se inclina rígidamente.

—Solo esta. —Edward corrige.

—¿Solo una? —Amun está muy confundido. —¿Las tres desean compartir una habitación cuando otras están disponibles?

—Annie y Carly descansarán en esta habitación, Bella descansará conmigo. —Edward le informa, sabiendo que se sorprenderá.

—Yo... señor... —Amun no puede hacer nada más que chisporrotear.

—Mañana, Bella le indicará cómo preparar la habitación para nuestra descendencia.

—Bella... —Amun está tan aturdido que no se da cuenta de que usó el nombre de la Reina. —¿Nos va a dirigir, señor?

—Sí. Ella sabe qué es lo mejor para nuestras niñas. Qué las hace felices.

—¿Niñas, señor? —pregunta.

—Es como se llaman las hembras jóvenes en la Tierra.

—Sí, señor. ¿Hay algo más, señor? —Amun no está seguro de que pueda tomar más. Una hembra descansando con un macho...

¿qué es lo que viene también al universo?

—Me pondré en contacto contigo por la mañana cuando estén listas.

—Sí, señor. —Amun se va rápidamente.

Bella se levanta de la mesa cuando Edward vuelve a entrar en la habitación. Ella puede sentir su desdicha por la reacción de las chicas a su casa. Al pasar por encima ella rodea sus brazos alrededor de su cintura, al menos ella también lo intenta.

—Lo siento, mi Bella. —Él descansa su mejilla asustada en la parte superior de su cabeza.

—Está bien. —Ella le dice.

—No, no lo está —Él niega. —Amun no entendió mis instrucciones y yo estaba muy preocupado por hacerte llegar aquí para darme cuenta.

—Nuestra seguridad es más importante que un poco de polvo Edward.

Mañana las niñas y yo nos ocuparemos de ello. —Ella lo tranquiliza.

—Amun ha sido informado y estará disponible para ti.

—Oh, bueno, supongo que eso será bueno, cuantas más manos mejor. Vamos ahora, necesitas comer también. Estoy segura de que tus guerreros tienen cientos de cosas que quieren discutir contigo.

—Tomando su mano, ella lo lleva a la mesa.

—Sí, habrá muchas cosas a las que debo atender mañana. —Al acercarse a la mesa, ve dos platos vacíos. ¿No has comido aún?

—Te estaba esperando. —Edward no sabe qué decir, así que se inclina y la besa.

—Eres demasiado buena conmigo, Bella.

—No es posible. —Llenando un plato, lo pone delante de él y luego toma uno para sí misma. —Ya terminamos, mamá. —Bella mira los platos vacíos y sonríe. Se están ajustando bien a la comida diferente.

—¿Quieres más? —pregunta ella.

—No, estamos casi por explorar. —Carly se levanta de la silla.

—Bueno... No lo sé. —Le lanza una mirada de preocupación a Edward.

—Estarán a salvo.

—Quédense en esta habitación, está bien.

—Sí, mami. —Las chicas se dirigen a explorar.

—Come mi Bella. —Edward le urge, asintiendo con la cabeza. La noche pasa rápidamente mientras las niñas exploran y Edward responde pacientemente a sus preguntas. Pronto, sus ojos comienzan a caer.

—Hora de acostarse. —Bella anuncia.

—¡No mami! —Annie grita. —¡No quiero dormir en esa habitación! —Lágrimas corre por su cara.

—Oh, Annie. —El corazón de Bella se rompe ante el miedo de Annie.

—No dormirás allí esta noche, Annie. —Edward se agacha frente a ellas.

—Ninguna de los dos. Esta noche dormirás aquí con tu madre y yo y mañana la habitación estará bien preparada para ustedes.

—Así que ya está a la ducha, ustedes dos, mientras encuentro sus maletas. —Bella les dice.

—Sí, mami. —Las niñas están dormidas antes de que sus cabezas golpeen las almohadas en el sofá. La emoción y el estrés del día las habían agotado. Revisando dos veces las mantas, Bella se levanta para encontrar a Edward apagando el fuego que las chicas habían pedido antes.

—Se han dormido. —Caminando detrás de él, envuelve sus brazos alrededor de él.

—Debería haberme dado cuenta de que viajar las cansaría, te cansaría. —La jala contra su pecho.

—Lo hiciste bien. Eres nuevo en este tema de la crianza de los hijos, date un descanso. —Ella mira hacia arriba y ve lamento en sus ojos.

—Lamento que su habitación no esté preparada. —Envía una mirada triste hacia el sofá. —Debieron pensar que no era importante para mí, por no haberlo atendido.

—¡Detente! —Ella exige. —Tú dijiste que fue un malentendido, que prepararon la habitación equivocada.

—Sí, el nivel femenino. —Él le dice.

—¿Nivel femenino? —Al ver su confusión, él toma su mano y la lleva a una escalera detrás de una puerta.

—¿Qué? —Ella lo mira confundida.

—Esto conduce al nivel femenino. Es donde Amun asumió que te quedarías.

Al aumentar la luz, él deja que ella preceda por una escalera estrecha y sinuosa. En la parte superior, se congela, incapaz de creer Lo que está viendo.

—¡Qué demonios! Edward... —Ella lo mira en estado de shock.

—Este sería el lugar donde viviría mi hembra, si una me hubiera elegido.

Bella ve el pequeño destello de dolor en sus ojos, que las hembras de Voltrian no habían considerado apropiado. Ella suavemente ahueca su cara.

—Son unas tontas. —Ella le dice.

—Me alegra que me hayan considerado impropio mi Bella. —Él la mira hacia abajo. —Si no lo hubieran hecho, no habría podido darte todo esto a ti. Mi Reina.

Dando la vuelta, Bella mira 'todo esto'. La habitación ocupa toda la longitud del ala. No solo brilla e irradia sino que también está llena de cosas hermosas. Alfombras, muebles de todos los tamaños, pernos de Telas de todos los colores y texturas imaginables. Joyas y cadenas de oro yacen en cuencos esparcidos por la habitación.

—¿Por qué?

—¿Por qué que mi Bella? —Él la jala hacia atrás y la envuelve en sus brazos.

—¿Por qué está todo esto aquí y no se muestra a lo largo de Luada?. —Ella mira las estatuas y las pinturas.

—Es para el disfrute exclusivo de la mujer. Es suyo para llevarse cuando ella se una con otro.

—¿Estás bromeando, verdad? —Ella no puede creer lo que él está diciendo. —Ninguna mujer necesita tanto, es egoísta.

— Es la manera de Voltrian. —Gracias a Dios... la Diosa... que no soy Voltrian. Una vez que la habitación de las chicas esté lista, tendremos que decidir dónde colocar el resto.

—Es para ti mi Bella. Es tuyo.

—Oh, no, no. —Bella niega con la cabeza.

—¿Rechazas mi regalo?

Girándose en sus brazos, Bella puede decir que lo está lastimando.

Tomando su rostro con las manos, ella se asegura de que él la entienda.

—Mi regalo, Edward, eres tu, esto… —Ella hace un gesto detrás de ella. —no lo necesito para querer quedarme contigo, te amo. Sólo te necesito a ti y a las niñas.

Edward mira la habitación que contiene las riquezas de su planeta y se da cuenta de que ella le ha dado lo más valioso que hay, su amor.

Capturando su boca, él le da un profundo beso.

—Haz lo que quieras, mi Bella. Todo lo que quiero es a ti. Tú y nuestras niñas. Haciéndola girar en sus brazos, él la lleva a su cama.


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