Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.
**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor
CAPITULO SIETE
—¿Edward? —Bella pregunta mientras se aparta del fuego, luciendo hermosa.
—¿Qué es mi Bella? —Él se mueve hacia ella, no han tenido ningún problema para acostar a las niñas, con todo el trabajo que habían hecho y la emoción de su nueva habitación, se quedaron dormidas rápidamente.
—¿Qué te tiene tan preocupado por mi seguridad? —Si ella no hubiera estado observándolo de cerca, se lo habría perdido.
—No es nada mi Bella. —Sentado junto a ella en el sofá, él toca su vaso. —No has intentado el vino Kofi. —Obedientemente ella toma un sorbo.
—Es muy bueno, pero no estás respondiendo a mi pregunta.
—Tú eres mi reina, mi corazón, ¿cómo puedo no estar preocupado por ti?
—Lo entiendo porque siento lo mismo por ti, pero eso no es lo que esto es. —Ella sorbe su vino esperando pero él no dice nada. — ¿Hay una amenaza contra las niñas?
—¡No! —Él le asegura rápidamente.
—¿Y qué? No soy una mujer voltrian Edward. No voy a correr gritando a la primera señal de problemas No me voy a romper si me dices la verdad y creo que me lo merezco.
—Sé que eres fuerte, mi Bella, pero tengo derecho a protegerte.
—No estoy discutiendo eso. Tu lo haces, y yo también lo quiero, pero también tengo derecho a saber qué esta pasando. Especialmente cuando me afecta no solo a mí sino también a nuestras hijas. No puedo proteger si no sé hay una amenaza.
—No tengo conocimiento de una amenaza, mi Bella. —Se estira para jugar con un mechón de cabello suelto.
—Pero tu sospechas. —Ella le da una mirada de consideración.
— Sospechas que Felix intentará algo otra vez.
—Sí —admite finalmente. —Él te quiere, Bella, él quiere lo que tienes.
—Las niñas —susurra.
—Sí. Cuando llegue a Voltrian, irá ante James y pedirá que traigan a Volterra, a ti y las chicas. Para que seas presentada a aquellos que se consideran aptos para unirse.
—Pero ya he elegido. —Ella le dice con firmeza. —Tú, te he elegido Edward.
—Él va a desafiar a mi derecho por ti al declarar que no habías sido guiada y que no sabías lo que prometías —advierte Edward.
—Él puede decir todo lo que quiera, todavía te elegiré.
—No se me permitirá estar el piso, solo los elegibles lo son.
— Dejando a un lado su vaso, ella se sienta sobre el a horcajadas.
—Será mi elección y mi elección siempre serás tú. —Inclinándose, ella captura sus labios, sellando su voto.
—¿Cuánto tiempo tenemos? —Mirando el fuego agonizante, su mano acaricia suavemente a su desnudo pecho.
Edward no pretende malinterpretar.
—El Buscador llegará a Volterra mañana. Felix tardará una semana en presentar su petición y otra antes de que James lo escuche.
Después de eso, dependerá de cuánto tiempo le lleve a James su decisión. Si él decide a favor de Felix, tendré que presentarte a la Asamblea para que puedan emitir un juicio sobre nuestra unión.
—Emitir juicio... ¿me estás diciendo que un grupo de extraños puede decidir si tengo derecho a escogerte?
—Sí.
—Déjalos probar Edward. —Ella le dice y su voz es feroz. —Los destrozaré si intentan separarte de nosotras. Nadie me separa de mi familia.
—Nadie te quitará a tus hijas, mi Bella. —Él rápidamente la tranquiliza.
—No estoy hablando de las chicas de estoy hablando de ti y nuestra gente, la gente de Lua. Ellos son mi familia también ahora y lucharé para protegerlos.
Edward cierra los ojos, enviando una oración de agradecimiento a la diosa, por poner a esta mujer en sus brazos. Su vida estaría vacía sin ella.
—Duerme mi Bella —Edward le dice suavemente. —Mañana llegará lo suficientemente pronto.
—Te amo Edward. —Con el día poniéndose al día con ella, Bella se queda dormida por el ritmo del corazón de Edward.
oooooooooooo
— ¿Quién se quejó de servir a mi reina, Amun? —Edward se sienta detrás de su escritorio en la habitación de mando de la casa Luada, temprano a la mañana siguiente, mirando a su viejo amigo.
—Hubo murmuraciones señor, pero no tengo quejas —le informa Amun.
—Ellos no entienden por qué los has separado de ti.
—¿Les explico mis órdenes a los guerreros Amun? —La voz de Edward es engañosamente suave pero Amun lo sabe mejor.
—No Majestad. Los guerreros siguen tus órdenes sin ninguna pregunta —le dice.
—¡Eso es correcto! —El puño de Edward golpea el escritorio causando que se agite.
—¿Entonces a quién Bella escucho?
—Fue Laurent mi rey —le informa Amun. —No había limpiado suficientemente las ventanas en la segunda habitación. La reina entró cuando lo estaba corrigiendo.
Explicó que los quería brillante para que se refleje la luz sobre la casa de Luada y sus contenidos. Laurent respondió que nadie jamás vería esos contenidos.
—¿Él cuestionó mi derecho a darle a mi reina? —Edward gruñe.
— ¿Su derecho a hacer con ello como ella le plazca?
—No creo que él tuviera esa intención Majestad, su frustración por su tarea asignada lo superó.
—Él será asignado a Charles de ahora en adelante. —El tono sombrío es duro y frío.
—Mi rey, ¿no es eso demasiado duro para un momento de frustración? —Sam pregunta con respeto. Él ha estado entrenando a Laurent para convertirse en un miembro de la Guardia de élite, él es feroz en la batalla, y Sam espera que será así en la protección del Rey.
Charles está a cargo de los guerreros que guardan las paredes y mientras es un trabajo importante, no lo hace llegar el estado de un Guardia de élite.
—Fue descuidado en presencia de la reina Sam, casi derribándola.
—Ha probado a través de palabras y hechos que él no respeta su posición y que su seguridad no es importante para él, haciéndolo indigno de consideración para el estatus de Guardia de Élite.
—Sí, mi rey, lo haré personalmente. —Sam se inclina respetuosamente. —¿Sabes cuándo ya no serán necesarios los seleccionados?
Edward mira a Amun. —Dos días más para el Ala del Rey, la Reina quiere que el primer nivel sea limpiado antes de continuar inspeccionando el resto de Luada.
—¿Todo? —Sam no puede evitar ocultar la conmoción en su voz.
—Ella tiene la intención de vaciar y exhibir el nivel femenino en todo el castillo. —Ambos hombres miran a Edward por su reacción.
—Ella mencionó que debería ser para que todos lo disfruten. —Él se encoge de hombros. —La complace, así que será a su modo.
—Sí, mi rey —responde Amun. —¿Mi rey? —Pregunta vacilante.
—Sí, ¿Amun?
—Me gustaría que el personal de la casa comience a limpiar las otras áreas de Luada.
—¿Sin la guía de la reina? —Edward lo mira fijamente.
—Siento que sé lo que ella quiere que se haga, ella puede inspeccionar el trabajo y si ella siente que no es satisfactorio trabajaremos hasta que lo sea. Siento que, con los cambios que está haciendo la reina Bella, tomará varios grupos del personal, asignado a trabajos específicos, para ver que se realiza de manera correcta y eficiente. Nuestros machos son muy orgullosos señor; si hacen el trabajo inicial, entendiendo los resultados reflejados en ellos, encontrarán maneras más eficientes de completar sus tareas.
Edward se inclina hacia atrás, pensando en lo que Amun ha propuesto. Es lógico que cierto personal sea responsable de ciertos trabajos, especializados en esa área.
También es correcto que querrán sentirse orgullosos de su trabajo, tal vez se ganen una elevación de estatus.
—Eso estará bien Amun. —Edward mira alrededor de la habitación y se pregunta qué pensará Bella de ella. ¿Qué querrá hacer aquí? Apenas puede esperar para ver.
—Sam.
—¿Mi rey?
—¿Has reducido tu lista de guerreros para la Guardia de la Reina?
—He elegido doce para su aprobación, algunos necesitarán capacitación adicional para alcanzar el Estado de élite, pero hay tiempo.
—Puede que no haya. —Amun interrumpe.
—¿Qué quieres decir? —Los ojos de Edward se dirigen a él.
—La reina ha solicitado una reunión con la mujer del diseñador. A ella le gustarían cubiertas hechas para ella y las princesas.
—Randall se niega a dejar que su hembra salga de su casa, mi rey.
Todos los machos traen a sus hembras a ella. —Amun le informa.
—Ella vendrá por la reina —Edward le dice. —Sí, señor. —Amun asiente. —¿Alguna otra preocupación?
Edward mira a los dos guerreros en los que confía.
oooooooooooooooo
Poniendo la pequeña estatua en el medio de la mesa, Bella retrocede para observar su trabajo manual. Las cortinas aún deben colgarse, pero aun así estaba satisfecha con los resultados, la habitación parecía cómoda e invitante, se vuelve sorprendida al encontrar a Edward observándola.
—Buenos días. —Ella sonríe, caminando hacia él. —Pensé que te habías ido todo el día. —Estirándose ella lo besa.
—Tuve un encuentro temprano con Amun y Sam quería estar de vuelta antes de que te despertaras pensé que podríamos tener la primera comida juntos.
—Estaba dejando que las chicas duerman, pero me encantaría tener la primera comida contigo.
—Deberías haber descansado más tiempo también. —Enmarcando su rostro en sus manos él ve fatiga en sus ojos.
—Hiciste demasiado ayer.
—No hice tal cosa. Si estoy un poco cansada es porque alguien insistió en darme placer nuevamente una y otra vez anoche. —Ella le da una sonrisa descarada.
—Intentaré no hacer eso de nuevo. —Él le dice, manteniendo una cara seria.
—No harás tal cosa. —Ella le da a su brazo una palmada juguetona. —Elijo estar cansada cualquier día todos los días.
—Sostienes mi corazón, mi Bella. —Capturando su boca, él le da un beso desesperado. —Tu debes tomar cuidado de ti misma, porque no sabría cómo sobrevivir sin ti ahora.
—Lo haré Edward. —Ella promete agarrando sus muñecas. —Lo prometo. Estoy bien.
—Dejarás que los machos hagan el trabajo hoy. Ahora saben lo que deseas —exige.
—Estoy bien con dejar que Amun supervise a tus guerreros Edward.
Me gustaría organizar arriba, así que cuando las habitaciones estén terminadas, sabré qué quiero dónde. —Edward mira alrededor de la habitación en la que están.
—Esto es hermoso mi Bella. ¿Cómo lo hiciste así?
—Estudié decoración de interiores antes de que naciera Carly.
—Dice y su mirada viaja alrededor de la habitación.
—Decoración de interiores... —preguntas Edward.
—Haciendo todo esto. —Ella agita su mano. —Poner colores, telas, muebles y algo más de justo todo junto de una manera agradable. Me gusta hacerlo.
—Lo haces muy bien mi Bella. Nunca he visto una habitación tan hermosa como la de nuestras chicas.
—¡Gracias! —Ella le sonríe y de repente se da cuenta de que realmente no le importan las cosas piso de arriba, solo en cómo puede usarlos para hacer su hogar más hermoso para todos. ¿Cómo sabia la Diosa que necesitaban una criatura así?
—¿Edward?
—Sí, mi Bella —pregunta en voz baja.
—Necesito que hagas algo con todas las joyas de arriba. Ellas son valiosas y necesitas tomarlas.
—Son tuyas —dice tercamente.
—Gracias, pero es demasiado. —Ella niega. —¿Qué haría yo con ellas?
—Las hembras las usan para comprar lo que quieren —le dice.
—Entonces puedes quedártelas y cuando necesite algo te lo diré.
—¿No usaste joyas en la Tierra? —Él la mira confundido.
—Hay joyas, pero se utilizan principalmente para la decoración.
Cosas que la gente lleva en sus cuerpos. —Ante su mirada confusa, ella trata de explicar. —Hay cosas llamadas anillos, que van alrededor de los dedos de las manos y los pies, las piedras a menudo se colocan en ellas, también los collares, van alrededor del cuello, pendientes. —mientras se tocaba el cuello y orejas.
—¿No tienes esto para negociar? —Él toca una joya en su oído.
—No. Mike me regaló los pendientes cuando nació Carly y el collar cuando Annie nació. —Ella sonríe suavemente ante los recuerdos.
—Un regalo para el regalo de su descendencia. —Edward dice suavemente.
—Sí.
—Entonces tienen significado en lugar de valor.
—Sí, nunca los vendería. Algún día las entregaré a las chicas y ellas podrán entregarles a sus hijas, algo de su padre.
—Un recuerdo —Edward dice comprendiendo.
—Sí.
—Señor. —Ambos giran a la interrupción.
—¿Jason? —Pregunta Edward.
—¿Dónde le gustaría que se sirva la primera comida, señor?
— Pregunta el macho rojo.
—Mi cámara. —Girando Jason se va a ocuparse de ello. Tomando el brazo de Bella, él la lleva a su habitación.
ooooooooooooo
De pie en el patio de piedra, Bella inclina su rostro al sol con una sonrisa de satisfacción en sus labios. Abriendo sus ojos, mira a las chicas reír y correr por el jardín bien cuidado. Habían logrado tanto durante la última semana, los guerreros y el personal de Edward tuvieron a Luada brillando como los diamantes que Carly admiraba.
Había habido desafíos en ambos lados. Los hombres de Luada no podían entender que una mujer estuviera dispuesta a mostrar sus tesoros para que todos los puedan ver. Insistieron en llamarlos suyos no importa cuántas (y muchas) veces los corrigió. Finalmente, ella simplemente había renunciado a tratar de hacerles entender y simplemente les mostraba como ella deseaba todo. Ahora el nivel de las –hembras— está vacío y Luada está llena.
Edward observó en silenciosa diversión como sus feroces y ásperos guerreros repentinamente caían para hacer su mandato por todas partes. Literalmente sonrieron cuando ella los felicitó o agradeció, y ella lo hizo a menudo, asegurándose de que cada uno supiera que ella notaba sus esfuerzos. Entonces cada noche ella descansaba con él, contándole lo que había sucedido durante su día, preguntando por el de él, asegurándose de que él supiera que él era el único que ella quería.
Cómo había cambiado la vida.
Mirándola ahora, Edward no puede imaginar su vida sin ella. Ella se gira ante el sonido de sus pasos, su placer al verlo era fácilmente visto en su rostro.
—Pensé que estabas entrenando con tus guerreros esta mañana — dice ella caminando hacia él.
—Lo estaba. Ahora estoy contigo. Él la toma en sus brazos, inclinándose para besarse.
Apretando incluso más cerca ella lo profundiza. La risa los hace separarse para mirar hacia el jardín. —Supongo que debería ir a ver en qué problemas se han metido ahora.
Bella suspira, pero hay una sonrisa en su voz. —Lo haremos — Edward le informa y girándola la mantiene cerca mientras buscan a las chicas. —Amun me informa que quieres que te hagan nuevas prendas.
—Sí. —Se había olvidado de eso hasta ayer. —Dice que la mujer del modisto puede hacerlas.
—Ella hace la ropa de las hembras. Enviaré por ella —le dice.
—Oh, pero pensé...
—¿Qué mi Bella?
—Bueno, Amun lo hizo sonar como si tuviera que ir con ella.
—Ella viene a ti. —Su tono es duro.
—Pero Edward...
—Tú eres la Reina, Bella.
—Lo sé y yo lo entiendo, pero en realidad estaba esperando ir a ella.
—Ella le da una suplicante mirada. —Me gustaría ver más de Lua y no suena como si ella viviera tan lejos. ¿Sería un problema para ir allí? —Edward frunce el ceño hacia ella. —Creo que el caminar las chicas también lo disfrutarían.
—Si eso es lo que deseas, entonces será arreglado —dice Edward a regañadientes.
—¿De Verdad? ¿No causará problemas? —Ella le da una mirada esperanzada.
—No. Enviaré un mensaje para que te esperen mañana. Tú también puedes decidir qué uniforme quieres que tu Guardia se use mientras estés allí.
—¿Mi guardia? —Él la ve confundida.
—Como Reina tendrás tu propia Guardia. Sam ha presentado nombres y terminaré de aprobarlos hoy para que puedan prepararse para la salida de mañana. —En su silencio, él frunce el ceño. — ¿Qué está mal?
—Tus guerreros... han trabajado toda su vida para ser un miembro de tu Guardia de élite.
Aprendí lo suficiente esta semana pasada para saber que ser miembro de la Guardia de Élite del Rey es un gran honor. El estatus del hombre es elevado, lo que aumenta sus posibilidades de atraer a una mujer. El único ranking más alto es ser miembro de la Guardia de Élite del Emperador
—Sí.
—Edward asiente con la cabeza. —Es importante para ellos, ese estado y yo no quiero que tengan que sacrificarlo para protegerme.
—¿Crees que no te protegerían? —Edward exige con enojo.
—¡No! Tus guerreros son demasiado honorables para eso es solo que...
—Te preocupa cómo afectará a sus posibilidades de unirse. —De repente entiende lo que la tiene tan preocupada.
—Sí. Son buenos hombres Edward, al menos los que han estado trabajando conmigo la semana pasada. Ellos merecen la oportunidad de encontrar a alguien. No quiero interponerme en el camino de eso.
La atrae cerca, preguntándose si sus guerreros se dan cuenta del campeón que tienen en su reina. —Serán las Guardias de Élite de la Reina, mi Bella. No habrá mayor honor en toda Lua que el de proteger a mi reina y mi descendencia. Esto será conocido. Ellos no sufrirán sirviéndote.
La sonrisa que recibe es casi cegadora. —Gracias, Edward.
— Estirándose, le da un rápido beso. —En cuanto a los uniformes no tengo ni idea de qué deberían ponerse. —Ella frunce el ceño pensando en lo que había visto vestir a sus guardias —¿Quiero decir ellos necesitan llevar sus armas y demás cosas verdad?
Edward se ríe ante el comentario "de sus cosas". —Si mi Bella. —Y supongo que será necesario que existan los uniformes "formales" e "informales" ¿correcto?
—Eso es normal, sí —dice sin comprometerse.
—¿No pueden simplemente usar lo que los otros Guardias de élite usarían? Son los colores de tu casa, ¿no?
—Lo son. —Edward levanta una ceja, extrañado de que se dio cuenta de eso.
—Les haría efectivamente una unidad.
—Sí, pero debe haber alguna designación. —Bella permanece en silencio durante varios minutos.
—Tus hombres usan un medallón negro que tiene algún tipo de ave tallado en él.
—Sí. Es el Raptor, un ave de presa, el símbolo de la Casa de Luada.
—Así que eso es lo que mis guardias deberían tener pero no en negro...
—Edward puede ver que está pensando.
—Eso se puede hacer, solo tienes que decidirlo —le dice.
—¿Yo debo decidir? —Ella lo mira sorprendida.
—Sí, ellos serán tu Guardia. —Edward le dice estresándola.
—¿Puedo tener algo de tiempo?
—Todo el que desees mi Bella. —Le acaricia la mejilla con los nudillos.
—¡Mamá! ¡Edward! ¡Miren dónde estamos! —Ante las voces de las niñas emocionadas ambos miran a su alrededor pero solo escuchan más risitas.
—¡No miren hacia arriba!
—Con una sensación de temor, Bella levanta la vista hacia el gran árbol viendo a sus niñas encaramadas en sus ramas a medio camino.
—Oh mi diosa. — Bella susurra, sus dedos mordiendo el brazo de Edward.
—Edward…
—Estará bien, las alcanzare. —Camina hacia el árbol. —¿Qué piensan ustedes que son niñas? ¿Raptores? Tienen que volver abajo.
—¿Tenemos que hacerlo? —Annie pregunta.
—Sí. Ahora mismo. —La voz de Edward es firme pero aun gentil.
—Está bien. —Bella retiene el aliento mientras las chicas descienden, una vez que están a su alcance, Edward las balancea rápidamente hacia el suelo.
—¡Carly Marie! ¡Annie Renee! ¿Qué pensabas que estabas haciendo? ¡Me han asustado de muerte! —Bella se apura hacia adelante solo para que Edward la detenga.
—Están bien, Bella —la tranquiliza.
—¡Bien! —Ella argumenta. —¡Podrían haber caído!
—Pero ellas no lo hicieron. —Edward sostiene su rostro entre sus manos.
—Respira mi amor. Están bien. —Le retuerce su corazón ver el miedo en sus ojos.
—¿Mamá? —Cerrando los ojos, Bella hace lo que Edward dice y se da cuenta de que tiene razón. Las niñas subieron árboles allá en casa, no estamos en casa, allá en la Tierra subieron árboles y ella las alentó, incluso riéndose de sus payasadas. Pero por alguna razón...
—Mami... —El miedo en la voz de Annie la tiene abriendo los ojos.
—Está bien, nenas. —Ella se arrodilla ante ellas. —Lo siento. Mamá estaba teniendo un momento. Así que díganme, ¿es bonito allá arriba? —Ella no va a dejar que sus hijas se estén restringido por sus miedos. Es algo que ella misma se prometió el día que nació Carly.
Sus hijas no tendrían restricciones en cumplir sus sueños.
—Sube y ve a mami. —Annie la alienta a tomar su mano.
—Me encantaría hacerlo nena, pero no pienso que esas ramas me sostendrán. —Ella mira las ramas delgadas del árbol, intentando no visualizarlas cayendo de ellas.
—Oh. —Annie mira del árbol a Bella y regresa de nuevo. —Supongo que estas en lo correcto.
Edward mira a Bella enfrentar su miedo, negándose a dejar que se convierta en el de sus niñas. Se da cuenta de que es algo que ella ha estado haciendo desde que se han conocido. Ella no ve límites para ellas, pero les da reglas. Ella les da todo lo que puede, pero se asegura de que se den cuenta de que no es un hecho dado, que necesitan apreciarlo, que incluso pueden tener que trabajar para ello como lo hicieron con su dormitorio. Les está enseñando que no hay nada que no puedan hacer. Les está dando el verdadero amor de una madre.
—Entonces, ¿viste a algún Raptor? —Edward decide atraer su atención de Bella.
—¿Qué son? —Pregunta Carly interesada.
—¿Raptores? —Edward los lleva a una roca grande y se sienta.
— Los raptores son las aves de presa más grandes en Lua.
—Aves de presa…
Él ayuda a Annie, mientras ella sube a su regazo. —Grandes pájaros que cazan —explica —vuelan alto en el aire pero pueden ver todo debajo de ellos. Sólo atacan cuando deben hacerlo. Solo matan cuando son forzados también. Protegen los cielos de Lua.
—Como tú. —Carly se encuentra con sus ojos. Tú nos proteges.
Tú y tus guerreros protegen a la gente de Lua.
—Sí, es lo que hacemos. —Él asiente con la cabeza de acuerdo con ella.
—Es por eso que solo los Guerreros de Élite de Lua tienen permitido usar el raptor. Es una señal de que protegerán a quienes no pueden por si mismos y matarán solo cuando sea necesario.
Ambas chicas lo miran con ojos serios. Annie finalmente habla.
— Son todos los raptores como... — Ella vacila buscando la palabra —¿Tan guapos como tú?
Edward no puede evitar el shock de su cara.
—No soy guapo. —Él niega. —Tengo cicatrices.
—Pero las obtuviste en la batalla, ¿no? —Edward no puede hacer nada más que asentir, dándose cuenta de que eso es exactamente lo que había sido, una batalla.
—Entonces son una... —ella mira a Carly —¿Insignia? —Ante el asentimiento de su hermana ella continúa —Una insignia de honor. Significan que no renunciaste cuando podrías haberlo hecho, cuando habría sido más fácil hacerlo. Papá no lo hizo.
—Pequeños ojos tristes se encuentran con los suyos. —Escuché a las enfermeras hablar una vez. Ellas dijeron que sería mejor para todos si él simplemente se rindiera. Le pregunté a papá qué querían decir y él me dijo que estaban equivocadas, que cada minuto que tenía con mamá y nosotros valía cada segundo de dolor que sufría. Que no hay honor en abandonar sólo porque es difícil. Así que eres el Raptor Edward, porque no renunciaste cuando se puso difícil, proteges a mamá, a nosotros y a Lua.
Edward con cuidado tira de la niña en sus brazos. Pronto Carly está allí también. ¿Que había hecho para merecer estos preciosos regalos? Cuando Bella se arrodilla a su lado, él no puede detener las lágrimas que escapan de sus ojos. Con cuidado, ella las besa alejándolas sabiendo que él no quiere que las chicas lo vean así, solo hay tanto que un guerrero fuerte puede tomar. Envolviendo sus brazos alrededor de su familia, ella agradece a Mike y a la Diosa por permitir que esto suceda.
—¿Mi rey? —Edward se pone rígido ante la voz de Sam.
—¿Qué es Sam? —Bella observa los ojos de Edward de cerca mientras mira al Capitán de su Guardia de Élite.
—Los hombres te están esperando señor.
—Es hora de que te vayas mi rey—. Bella le da un suave beso antes de pararse y extiende una mano a cada una de sus hijas. —Vamos niñas, Edward necesita ir a ser el Raptor.
—Sam, asegúrate de que entren a salvo.
—Si mi rey.
—Te veré en nuestra última comida. —Edward toca suavemente su mejilla, esperando su respuesta.
—Te estaremos esperando —le asegura. Dándole un rápido asentimiento, él se da vuelta y se aleja.
MUCHAS GRACIAS POR SUS REVIEWS
