Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.

*Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor


CAPITULO NUEVE

Sentada en una roca grande, Bella mira hacia arriba a las dos lunas de Lua. Ella salió para escapar, solo para darse cuenta de que no hay escape. No para ella, no para sus niñas, estaban bajo el control de Edward. Suspirando ella tira de sus piernas al pecho, apoyando la frente sobre las rodillas, cierra los ojos. ¿Qué es lo que realmente ha pasado hoy? ¿Por qué Edward había reaccionado así? El sonido de pasos que se acercan la tiene mirando por el sendero, viendo a Edward, ella mira hacia otro lado.

Edward asiente con la cabeza a los guardias antes de acercarse a su reina, haciéndoles saber que pueden dar un paso atrás. Que Bella apartara la vista de él tiene su corazón dolorido, a varios pies de ella se detiene y espera... y espera…

—Bella... —Finalmente rompe el silencio.

—¿Qué Edward? —Ella no va a dejarlo en paz. Ella está enojada.

Ella tiene el derecho a estarlo.

—¿Por qué estás aquí? —Se obliga a preguntar.

—Porque no puedo estar ahí ahora mismo... no contigo —responde honestamente.

—¿Me vas a dejar? —Eso finalmente atrae sus ojos hacia él.

—¿De verdad tienes tan poca fe en mí, Edward? —Pregunta ella entre la ira y el dolor. —¿Qué en la primera señal de problemas cortaría y correría?

—Te fuiste. —Le devuelve el fuego.

—¡Para caminar en el jardín! ¡Con dos guardias! ¡Dios!

— Levantándose, corre las manos frustradas a través de su cabello, alejándose de él.

—No quiero pelear contigo, mi Bella —dice Edward, luchando por el control.

—Bueno, eso es muy malo ¡porque quiero pelear contigo!

—Ella lo rodea. —¡Eso qué hiciste hoy estaba equivocado Edward! Tengo dos niñas. ¡No seré tratada como una!

—Sé que no eres una niña. —Él muerde enojado.

—¿Lo sabes? Entonces, ¿por qué me tratas como a una? ¿Por qué necesito tu aprobación para ir a algún lugar? —Edward la mira sin querer responder.

— ¡Respóndeme Edward!— Ella exige pisoteando fuerte

—¡Porque no estaba contigo! —Ruge, su control finalmente se rompió. —¡No importa que no haya habido amenaza! ¡Podría haberla habido y no estuve allí para protegerte!

—¡No te necesitaba para protegerme, necesitaba que confiaras en mí! —Bella le responde de nuevo.

—¡Eres mía! ¡Siempre estarás protegida! —Edward de repente se da cuenta de que están parados frente a nariz y ella no tiene miedo de el. Está aturdido. —No me tienes miedo. —No puede creerlo... Los guerreros se encogen ante su furia.

—¿Por qué iba a estarlo? —Respirando hondo, ella se aleja unos pasos, extrañando su aturdida mirada.

—¿Sabías que Mike y yo raras veces peleamos? —pregunta suavemente.

—Tu has dicho lo buen hombre que era. —El honor de Edward lo obliga a admitirlo, sabiendo que lo hará igual a su Mike.

—Lo era. —Girándose, ella puede ver que él piensa que los está comparando y, en cierto modo, lo está. —Pero él no era perfecto, Edward. —Él la mira fijamente y ella le sonríe con tristeza.

—¿Alguna vez te dije cómo nos conocimos?

—No. —No está seguro de querer saberlo.

—Acababa de cumplir quince años, él tenía dieciocho años, y mi auto... mi transporte se rompió. —Ella mira para verlo asentir mostrando que entiende. —Mike se detuvo para ayudarme. Él era tan agradable... tan guapo, que estaba enamorada de él antes de que me llevara a casa. —Edward ve que sus ojos se ablandan con el recuerdo y su estómago se afianza. —Mis padres no estaban en absoluto felices.

—Edward no puede ocultar su sorpresa y Bella se ríe suavemente.

—Estás sorprendido.

—Sí, pensé...

—¿Que hasta que él se enfermó nuestra vida fue perfecta? ¿Fácil?

¿Que nunca peleamos?

—Sí... dijiste...

—Que raramente peleamos, no que no lo hicimos o no deberíamos haberlo hecho, solo que raramente lo hicimos.

—No entiendo. —Él le da una mirada confundida.

—Lo sé. Me gustaría explicarte... si estás dispuesto a escuchar.

— Ella cierra la distancia entre ellos. —Necesitamos entendernos mutuamente Edward, confiar mutuamente, si vamos a hacer que esto funcione.

—Me gustaría conocer a mi Bella. —Asintiendo ella continúa.

—Mis padres no estaban contentos cuando Mike y yo comenzamos el noviazgo. —Al ver su aspecto, explica. —El noviazgo es cuando los machos y las hembras interactúan, para que puedan conocerse.

—¿Solos? ¡Estabas sola con él! —Edward no puede ocultar su conmoción o ira.

—A veces... Es la forma en que se hacen las cosas en la Tierra Edward.

—Con la mandíbula apretada, él asiente con la cabeza bruscamente para que ella continúe. —No era Mike lo que no le gustaba, era nuestra diferencia de edad. Era casi cuatro años mayor que yo, pero no renunciaría a él. —La mirada en sus ojos hace que Edward se quede sin aliento.

—Me negué a dejarlo porque sabía en mi corazón que él era mi futuro, mi verdad si así entiendes. Yo solo lo sabía. Dios era tan joven. —Ella deja que los recuerdos fluyan sobre ella. —Todos trataron de separarnos. Yo era demasiado joven decían. Él era demasiado viejo. Éramos demasiado diferentes. Todos... familia...amigos... me seguían diciendo que estaba equivocada y que no sabía lo que estaba haciendo, no podía saber lo que realmente quería, pero yo lo hacía. Sabía que estábamos destinados a estar juntos, pero eso no significaba que no tuviéramos problemas, peleas. —Haciendo una pausa ella recuerda. —Tal vez no al principio, al principio yo era tan ingenua, tan enamorada, que pensé que Mike era perfecto, fue solo después de que nació Carly que empecé a enojarme por cómo él me trató.

—¡Te maltrató! —Edward no puede ocultar su sorpresa.

—¡Nunca!— Él ve la verdad en sus ojos. —Pero en muchos sentidos, Mike todavía me veía como esa chica de quince años que conoció y quería que me quedara así.

¿Puedes entender eso? —Ella espera su asentimiento. —Pero ya no era esa chica... crecí, era una mujer de veintiún años, una madre y yo quería ser tratada de esa manera. Una noche peleamos por eso... toda la noche peleamos.

Nosotros nos gritamos, reprochamos, lloramos, nos reconciliamos y al final nos acercamos más, nos entendimos mejor.

—Te quedaste con él.

—Por supuesto que lo hice. Fue una discusión Edward, no el final del mundo. —Bella le da una mirada incrédula. —Realmente pensaste que te iba a dejar esta noche... debido a una pelea.

—Es lo que...

—Una mujer voltrian haría. —Bella termina por él, su ira crece una vez más. —Pensé que nosotros habíamos pasado de eso ¡maldición! ¡No soy como tus hembras Voltrian Edward! ¿Cuándo vas a creer eso? ¡Son las personas más egocéntricas y egoístas que he conocido y ni siquiera he conocido a ninguna! ¡Dios! —Frustrada se aleja de él.

—Bella...

—No.

—¿Mi Bella? —pregunta y ella lo mira por encima del hombro.

— Siempre serás mi Bella, pero no pensé que quisieras que lo dijera.

—¿Estás tratando de complacerme Edward?

—Siempre —admite fácilmente.

—No.

—¿Qué? —Ella ve que está confundido.

—No lo hagas No puedes hacerlo. Te pierdes cuando intentas complacer siempre a alguien más, lo sé. —Él ve una profunda tristeza en sus ojos.

—Mi Bella..

—¿Puedo terminar de hablarte de Mike? Puede que no te guste — advierte.

—¿Que es lo que te ha hecho mi Bella? Quiero saberlo todo.

— Asintiendo con la cabeza, vuelve a mirar a las lunas... que por alguna razón, la consuelan.

—Así que Mike y yo crecimos, crecimos, nos acercamos, a veces nos peleamos para poder hacer las paces.

—Yo no entiendo. ¿Qué son las pases?

—Hacer las paces. Perdonarse el uno al otro. Tener sexo. —Ella ve que él todavía está confundido. —Unirse. —Los ojos de Edward arden en llamas. —Tener sexo de reconciliación puede ser realmente bueno, Edward. —Ella le da una sonrisa sexy.

—Sexo de reconciliación. —Él prueba las palabras.

—Sí. —Su sonrisa se desvanece. —Pero luego se enfermó y ya no peleamos.

—No tenías ninguna razón para pelear. —Él asiente entendiendo.

—Oh, había muchas razones para pelear. —Ella lo corrige.

— Tomó decisiones que yo no estaba de acuerdo. Decisiones que nos afectaron a los dos. Debería haberle reclamado, pero no lo hice, ya estaba luchando tanto, ¿puedes entender eso? Su enfermedad ya le había quitado tanto... su capacidad de ser mi marido, ser hombre...

—Los ojos de Bella se llenan de lágrimas. —No podía quitarle nada más.

—¿Él hizo cosas que no te gustaron? —Edward no puede ocultar su sorpresa.

—Sí y no decía nada. Escondía mi ira, mi dolor y se acumulaba hasta que o bien tenía que ventilar o explotar. —Ella mira hacia atrás a las lunas. —Al principio rompía platos, montones y montones de platos pero eso solo significaba que tenía que limpiar el desorden. —Ella se encoge de hombros ante el recuerdo. —Más tarde, cuando las cosas se pusieron realmente mal, me levantaba a la media noche, iba al garaje y gritaba.

Algunas noches pensé que nunca pararía. Estaba tan enojada, tan herida, tan sola. — Finalmente, ella deja que sus lágrimas caigan por todo lo que había perdido.

—Entonces me enojaba por estar enojada. ¿Lo entiendes Edward? ¿El estar enojado contigo mismo porque tu estás enojado? —Ella no espera su respuesta. —Y luego apareció Diego.

—El hermano de Mike. —Él se acerca suavemente limpiando sus lágrimas con sus pulgares. Las lágrimas no pertenecen a la cara de su Bella.

—Sí. Pensé que había venido a ayudar, pero solo estaba interesado ayudarse a sí mismo.

—No entiendo.

—A Diego le gustaba vivir bien y ya no tenía los medios. Es por eso que estaba tratando de tomar a las chicas esa noche. Si el tuviera el control de ellas, entonces él tendria el control de sus fondos fiduciarios. —Ella puede ver su confusión. —Un fondo fiduciario es muy parecido a sus diamantes, tiene un gran valor.

—¿Tu Mike... les proveyó bien a ti y a tus chicas?

—Mucho.

—Y Diego solo las quería por ese valor.

—Sí. Él no las amaba. Demonios, apenas sabía sus nombres. Si no hubieras vuelto por ellas... —Ella no puede ocultar su miedo ante lo que podría haber sucedido.

—Están a salvo mi Bella. —Él la consuela.

—Sí lo están, debido a ti, pero no puedo volver a ser esa mujer

Edward... esa mujer. La única que se queda atrás y simplemente está de acuerdo con todo lo que el hombre que ama hace y dice.

Especialmente cuando ella sabe que él está equivocado me destruiría.

—Te amo mi Bella. Tú eres mi vida, tengo que protegerte.

—Yo quiero que lo seas Edward, te necesito también. No soy una tonta. Sé que no tengo ninguna oportunidad si uno de tus guerreros quiere lastimarme, pero eso no es lo que sucedió hoy.

Hoy se trataba de que yo tomara una decisión, una decisión que de ninguna manera afectó mi seguridad.

—No estuve allí para protegerte, mi Bella.

—Lo sé, pero habrá ocasiones en las que no lo estarás, Edward.

Tienes que confiar en mí, en mí, y en los hombres que nos has asignado para protegernos, que podemos hacer lo que sea necesario hasta que puedas llegar allí.

—Solo puedo prometer que lo intentaré mi Bella —le dice.

—Eso es todo lo que te pido Edward. —Ella le sonríe con malicia. —Entonces, ¿quieres sexo de reconciliación ahora?

—Los ojos de Edward brillan.

—Regresemos a nuestra Cámara, mi Bella.

—Se sorprende cuando ellas se aleja de su alcance, juguetona con una sonrisa en sus labios, desabotonando su camisa.

—¡Bella! —Edward rezonga y rápidamente mira detrás de él.

—¿Qué estás haciendo?

—Haz que los guardias se den la vuelta Edward. —Ella le dice mientras se quita la camisa de los pantalones.

—¿Qué? —Su mente no funcionará cuando su piel pálida y cremosa brilla bajo las lunas de Lua.

—A menos que tú quieras que obtengan un buen vistazo de lo que es tuyo.—Cuando el todavía no se movía, ella dejó su camisa caer, lo que revelo los senos cubiertos de encaje, sacudido Edward activa su comunicador, ordenando a los guardias que se den la vuelta.

—Mira, eso no fue tan duro, ¿verdad? —Ella camina acariciando su miembro.—Pero algo esta.—Ella se burla

—Bella... —gime.

—Tú eres el único hombre que quiero Edward, pero lo quiero todo, lo bueno... lo malo... lo feliz y lo triste. Quiero estar a tu lado, no detrás. Quiero ser tu Reina, Edward.

—Edward solo puede mirar como ella deja caer sus pantalones. —Aquí, bajo las lunas de Lua, con el Raptor observando, quiero que me hagas tuya y solo tuya.

Con la luz dorada de las lunas de Lua lloviendo sobre ellos, Edward levanta a Bella, capturando sus labios en un beso hambriento, envolviéndola. Las piernas alrededor de su rey, Bella se sumerge en el beso. Esto es lo que ella necesita. Este es el macho que siempre ha necesitado.

—Edward... —Ella jadea, mientras él arranca las prendas restantes, bajándola al suelo.

—¡Tú eres mía Bella! —Gruñe, goteando en sus pantalones, libera su miembro hinchado y lo pone en su entrada.

—¡Dime!

Bella mira con asombro al hombre por encima de ella. Bañado con la luz de las lunas, sus ojos brillando como el Raptor de Eric. Él realmente es el Raptor... su Raptor.

—¡Dime! —Exige de nuevo, negándose a moverse.

—Soy tuya Edward! ¡Solo tuya! —Con las lunas de Lua como testigos, el rey reclama a su reina.

ooooooooooooo

Despertando se estira para encontrar a Edward, solo para encontrar su lugar fresco, diciéndole que ha estado fuera de la cama por un tiempo. Estirando los brazos sobre su cabeza, ella sonríe. A Edward realmente le gusto reconciliarse, insistiendo en reconciliarse repetidamente no es de extrañar que esté cansada, pero las chicas se levantarán pronto y Eric estará aquí después del mediodía con el regalo de Edward. También quiere hablar con Riley sobre su idea para su símbolo de la Guardia, levantándose ella comienza su día.

—¿Entonces, qué piensas? —Bella espera mientras Riley mira el dibujo que ha hecho. Es el medallón negro de la Guardia de élite del Rey que actualmente llevan.

Embellecido para imitar el raptor de Eric usando los crayones de Annie.

—¿Mi reina?— Riley mira hacia ella.

—Sé que no es una buena interpretación, Eric podrá hacerlo mejor, pero quería tu opinión antes de que lo aborde.

—¿Mi opinión? —Ella puede decir que lo ha confundido.

—Sobre si tú y tus guerreros estarían dispuestos a usar esto .

— Señala el dibujo. —Como el símbolo de la Guardia de Élite de la Reina.

—¿Quieres esto para tu Guardia? —Riley no puede ocultar su sorpresa. Él asumió que esto era para ella y las jóvenes, simbolizando a quienes pertenecen también, no a su Guardia.

—Bueno, sí... —Ella lo mira con incertidumbre.

—¡Tiene charoite en el! —Él no puede ocultar su creciente asombro.

—Uh... está bien...

—Charoite es una gema cara, mi reina. —Él intenta hacerla entender. —Incluso con la pequeña cantidad usada en los ojos del Raptor.

—¿Entonces estás diciendo que los guerreros no querrán usarlo? —Los hombros de Bella se hunden en decepción. Ella había estado tan emocionada por esto.

—¡No! —Riley estalla causando que Bella salte. —No mi reina, eso no es lo que estoy diciendo en absoluto.

Mira desde el dibujo, de nuevo a ella, obligándose a controlar su tono. —¡Cualquier guerrero estaría honrado de llevar tal símbolo! El prestigio de tener dos charoites...

—Cuatro. —Bella se relaja ante su respuesta. —Este sería para todos los días y este. —Ella saca un idéntico dibujo con la adición de su borde coloreado con el púrpura de la Casa de Luada. —Este sería para ocasiones formales.

—¿Formal?

—Cuando te pones tu uniforme de fiesta. —Bella ve su confusión.

—¿Estoy equivocada? ¿No tienes dos uniformes, uno para un día como hoy y luego otro si hay un evento importante, como algo con el emperador u otros reyes?

—Ella ve que Riley finalmente entiende.

—Te refieres a un uniforme de la corte. Sí, todo guardia tendría esto.

—Riley mira a su reina preguntándose si realmente entiende lo que le está dando a su Guardia. Es más que un símbolo, da a conocer su opinión sobre el valor de su guardia, lo que es genial. Eso les da una mayor probabilidad de atraer a una hembra.

—Bien. ¿Así que cuenta con tu aprobación? —Ella pregunta de nuevo.

—¿Mi aprobación mi reina? —Riley no puede creer que tenga que preguntar.

—Usted es el capitán de mi guardia, su opinión es importante para mí. Yo no puedo acercarme a Edward con esto, no hasta que le entregue el raptor. Y hasta que hable con Eric, ni siquiera estoy segura de si se puede hacer. Pero nada de eso importa si usted y sus guerreros no lo usarán.

—No habrá un guerrero en Lua que no querrá usar su símbolo mi reina. —La verdad de lo que dice Riley es fácil de escuchar.

—¿Lo hará la guardia del Rey? —Ella lo mira con incertidumbre.

—También pensaba que el símbolo del Rey podría actualizarse, con solo los ojos para todos los días y los ojos y borde para el formal... de corte.

—Ella saca dos hojas más. —Uniría a los guardias cuando fuera necesario, pero aún así les daría su individualidad. ¿Les importaría? —Bella observa a Riley y al guardia en la puerta intercambiando una mirada.

—Riley... —dice con incertidumbre.

—No les importaría mi reina.

—Entonces está arreglado, hablaré con Eric.

ooooooooooo

Eric se sienta en la sala de estar real, eso solo ya lo tenía aturdido, pero es la tarea que la Reina le acaba de presentar que lo tiene sin palabras.

—Así es. ¿Es posible? —Bella espera y lo mira esperanzada.

—La Reina te hizo una pregunta, Eric. —Riley le pide, sabiendo que el joven está en shock.

—Yo... —Eric vuelve a mirar los dibujos, intentando que su mente funcione. Lo que ella le está proponiendo es asombroso.

Nunca se ha visto antes, para que una Guardia reciba un símbolo tal que no solo establece su rango sino también su valor para el Rey, o en este caso su Reina no tiene precedentes; ¿pero podría ser hecho? Él frunce el ceño.

—¿Quieres doce de cada estilo? —Mira los cuatro dibujos.

—Sí, con estuches de protección para cada conjunto, hechos de la madera más fina en Lua.

—Eric la mira.

—Sé de alguien que podría hacer tal caja. Él es joven pero talentoso.

—¿Entonces pueden hacerse? —Bella pregunta con entusiasmo.

— ¿Los medallones? —Eric mira el dibujo una última vez antes de responder.

—Sí, puedo hacer los cambios en los medallones, pero los ojos...

—Bella había estado a punto de pararse y hacer su baile feliz cuando llegó el "pero".

—¿Los ojos? —pregunta.

—Charoite es caro mi reina. Me tomó tres años adquirirlo para el Raptor.

—¿Por el gasto o la rareza? —pregunta ella.

—Es por el gasto y en este caso por la cantidad que necesitaría.

—Dos para cada medallón, veinticuatro para mis guardias y veinticuatro para el rey.

—Sí mi Reina.

—¿Cuánto necesitarías?

—Mi Reina. —Eric le da una mirada triste. —No estoy seguro incluso si me los vendieran a mí.

—¿Por qué no? Eres el maestro vidriero de la Reina. Necesitas la charoite en el servicio de tu Reina. ¿Quién te lo negaría?

Eric la mira incapaz de hablar. Todavía le cuesta creer que ella lo quiera a él como su maestro vidriero.

—Mi Reina Riley habla. —Una misiva de ti, en la papelería del Rey, permitiría al Maestro Eric poder comprar el charoite.

—¿Eso es todo lo que tomará? —Bella lo mira incrédula.

—Sí mi Reina. —Levantándose Bella va al escritorio que había limpiado la semana pasada. Sentada ella escribe. Cuando termina se lo da a Riley.

—¿Eso será suficiente? —pregunta. Riley rápidamente lee.

—Sí mi Reina.

—Bien, ahora ¿cuánto costará esta charoite Eric?

—¿Cuánto costara mi Reina? —Él la mira en estado de shock.

—Lo que me diste ayer cubrirá esto fácilmente, mi reina.

—No, quiero que esto esté separado para eso. Esto es para la Guardia de Elite y solo para la Guardia de Elite, tu tendrás que asegurarte de que tienes suficientes suministros para que puedas hacer reparaciones cuando sea necesario.

Saca la bolsa del bolsillo y la abre. —¿cuál? —Los ojos de pánico de Eric vuelan hacia Riley, suplicando por ayuda. Lentamente Riley alcanza a elegir dos piedras.

—Estas van no solo a comprar las piedras mi Reina, sino que permita que Eric asegure los otros suministros que necesitará.

—Gracias, Riley. —Ella sonríe a su Capitán y luego a Eric. —Y gracias Eric. —Un golpe en la puerta impide que los hombres respondan.

—El Rey está en su sala de mando, mi reina —le informa Brady.

oooooooooooo

La furia de Edward arde más que el sol de Lua y si no obtiene algunas respuestas pronto implosionará. Se había despertado, con los suaves rayos del sol acariciando la belleza que es su Bella. Él planeó despertarla con besos suaves, seguidos de más reconciliaciones. En cambio, había sido interrumpido por el sonido de su comunicador. Los sistemas de defensa planetarios habían descubierto una nave no autorizada que no había desembarcado a cincuenta hectors de Luada. Para el momento en que se despacharon a los guerreros había despegado, evadiendo las defensas del planeta, dejando detrás de la evidencia de al menos una docena de guerreros desembarcando. Sus guerreros estaban recorriendo el área pero aún no se ha encontrado ninguno.

—¿Cómo pudieron llegar tan lejos sin ser detectados? —Demanda

Edward, golpeando su puño contra su escritorio.

—Personalmente he revisado la bitácora —Harry, el Comandante del Sistema de Defensa Planetaria de Lua esta rígido parado frente a él. —Nuestros escudos fueron cerrados por tres minutos, es por eso que la alarma no fue activada de inmediato. La nave entró entonces con en el flujo de tráfico normal para las entregas, es solo cuando se desvió a tierra que nos dimos cuenta de su presencia.

—¿Quien? —Demanda Edward.

—Señor, en este momento solo tengo mis sospechas, no quiero acusar falsamente a un hombre leal.

—Aterrizaron a cerca de mi reina y mi descendencia, Harry, ¡y ni siquiera lo sabíamos! —Edward de nuevo golpea su puño en la mesa.

—Voy a tener el nombre!

—Sí, señor. —Harry ha servido a su Rey durante muchos años y en todo ese tiempo, nunca lo había visto tan enfurecido.

—Los escudos fueron bajados sobre el sector de la Región de Andeen. Demetri estaba de guardia cuando fueron bajados. Él manno, Lord Marcus, gobierna esa región.

—Haz que lo traigan a Luada. Lo interrogaré personalmente.

—Si señor.

—¿Sam, que se sabe sobre los intrusos?

—Todavía no han sido localizados. —Edward gruñe su disgusto.

—¡Quiero que dupliquen los guardias en los muros!

—Si señor.

¡Edward nunca se ha sentido tan ineficaz en toda su vida! Nunca los intrusos llegaron al planeta, no se detectaron en la superficie y ahora, cuando tiene hembras, ¡están dentro de los cincuenta hectors! Es inaceptable.

—Mi Rey. —Ambos hombres se giran cuando habla un guardia.

—La reina está pidiendo hablar contigo.

—Dile que estoy ocupado. —El guardia no se mueve.

—Mi rey, ella espera, justo afuera de la puerta. Las dos jóvenes están con ella, junto con Riley, Brady y un hombre que no conozco.

—¡Un hombre! —Los ojos de Edward vuelan a Sam.

—Sí, mi rey, llegó hace poco y fue acompañado al Ala Real por el guerrero Brady. —No dice más, solo mira a Sam.

—Comandante, quiero a Demetri aquí dentro de la próxima hora y ¡encontrarme esos guerreros!

—Si mi rey. — Con un arco, él sale, solo para hacerse a un lado para la Reina. Harry se sorprende cuando ella le sonríe antes de caminar hacia el Rey, poniendo sus labios contra los de él. Le siguen dos minúsculas mujeres que también le sonríen. Ha escuchado rumores sobre ellas, que son muy diferentes de las mujeres de Voltrian, pero él esperaba que las historias fueran exageradas, ahora no está tan seguro.

—Hola. —Bella le sonríe.

—Espero que no estemos interrumpiendo. Tenemos una sorpresa para ti.

—Edward está a punto de decirle que no tiene tiempo cuando Annie toma su mano, sus pequeños ojos brillan con tal emoción de que no se atreve a apagarla.

—Tengo sólo unos pocos minutos —responde a regañadientes.

—Eso estará bien.

—Bella se da vuelta y Edward se tensa al ver a un joven que no conoce. Él está flanqueado por Riley y Brady y seguidos por dos de los hombres de Amun que llevan una gran caja.

—Por ahí. —Bella los dirige. —Gracias Quil. Gracias Seth; Edward el es Eric. —Ella extiende su mano, indicando que debe unirse a ellos. —Él va a ser mi maestro vidriero. —Bella le informa.

—Señor. —Eric le hace una incómoda reverencia. —¿Mi Reina, si me permite? —Señala a la caja.

—Sí, sí, por supuesto, en esa mesa. —Eric asiente y luego se vuelve a su tarea de deshacer el raptor. Edward lo mira de cerca antes de mirar alrededor de la habitación, sorprendido de ver a Harry todavía en la puerta.

—Comandante Harry , ¿no hay algo que se supone que debe hacer?

—La pregunta de Edward es mortalmente suave.

—¡Si señor! —Rápidamente sale.

—Hola Capitán Sam.

—Mi Reina. —Él le hace una leve reverencia pero sus ojos nunca se apartan de Eric.

—Eric es un artista excepcional. Tengo muchos planes para él.

—¿Artista? —Preguntas Edward.

—Alguien que hace cosas hermosas y lo que ha traído hoy está más allá de ser bello, es magnífico.

—Bella... —Él no tiene tiempo para sus cosas bonitas en este momento. Hay una amenaza y él necesita ponerle fin a eso.

—Realmente lo es Edward. —Carly interviene. —Cuando mamá lo vio, ella dijo que tenías que tenerlo. —Edward se traga sus duras palabras. Mirando a este Eric, encuentra a Riley y Brady bloqueando su vista. El da un bajo gruñido de disgusto.

—Listo mi Reina. —Eric anuncia alejándose de la mesa, con un gesto de la cabeza de Bella, Riley y Brady se apartan, lo revelado ha aturdido a Edward. Es un Raptor atrapado el momento antes de que golpee, sus alas extendidas, sus garras extendidas, su boca gritando un silencioso grito de guerra. El cuerpo del pájaro es negro como la medianoche, dándole sigilo, pero aún pulsa con poder y movimiento cuando los rayos de luz lo golpean los colores sutiles incrustados en sus alas. Sin embargo, los ojos son los más sorprendentes... le están perforando, revelando el compromiso total del ave con su tarea y su crueldad para completarla. Él nunca ha visto algo como esto

—¿Hiciste esto? —Pregunta Edward, mirando a Eric.

—Si señor.

—¿Te gusta Edward? —Annie toca vacilante su mano, mirando hacia abajo ve la duda en ella.

—Es un Raptor como tú, como tus guerreros —le informa.

—Lo puedo ver Annie, y me gusta mucho.

—¿En serio? —Su rostro se llena de alegría.

Bella puede decir que Edward,está luchando con su impaciencia ante su interrupción. Obviamente, él había estado en medio de algo importante cuando llegaron.

—Chicas, creo que Cook las está esperando. —Ella les recuerda que Cook había prometido dejar que ellas hicieran la versión de Lua de las galletas hoy. —Quil y Seth las llevarán.

—Está bien mami. Adiós Edward. —Ambas le dan besos y luego se dirigen a la puerta.

—¡Lleven a Brady con ustedes! —Edward pide, haciendo que Bella levante una ceja antes de volverse a Eric.

—Eric, si me esperas en el pasillo, saldré en unos minutos y podremos finalizar los planes.

—Sí, mi Reina. —Edward se da cuenta de que la reverencia que le da a Bella es mucho más relajada de la que le da a él. —Mi Rey. –Y sale.

Bella espera hasta que la puerta se cierre antes de volver a Edward.

—No me quedaré mucho tiempo. Puedo decir que estás ocupado.

Solo quería discutir contigo mis planes para los medallones de la Guardia.

—¿Medallones?

—Sí, para designar que son miembros de la guardia de élite. Me dijiste que lo pensara y yo lo he hecho.

—Estoy seguro de que lo que decidas estará bien.

—Quiero tu opinión. —Ella le entrega los dibujos. —También quiero actualizar tu medallón de la Guardia.

—Bella.. —El timbre de su comunicador hace que Edward se mueva a su escritorio.

—¿Sí? —exige.

—Señor, Demetri ha desaparecido.

—Quiero que lo encuentren comandante. ¡Ahora!

—Sí, señor. —Edward se pasa una mano frustrada por el pelo, girándose para dirigirse a Sam, ve a Bella todavía ahí.

—No tengo tiempo para esto, Bella. Él la informa con impaciencia.

—Solo unos minutos más, por favor, solo miren los dibujos. Estos dos serían para mi guardia y estos dos para los tuyos.

—Edward se obliga a mirar las hojas arrugadas que ella retira con cuidado tirándolas de sus manos. Parecen ser del medallón actual con algunos cambios insignificantes.

—¿Por qué dos? —Se obliga a preguntar.

—Uno para cada día. —Ella sostiene los dos. —Y uno para el vestido de la corte. —Ella indica a los demás. —Los medallones, aunque diferentes, indicará que ambos son Guardias son de la misma Casa, la Casa de Luada.

—Tu Guardia no necesitará vestimenta de corte. —Edward arroja los papeles sobre su escritorio.

—Por supuesto que lo harán, para cualquier función que debamos atender como Rey y Reina de Lua.

—No asistirás a tales funciones. Haz una para tu Guardia si te gusta, mi Guardia no lo querrá.

—Edward... —Su comunicador vuelve a sonar.

—¡No tengo tiempo para esto Bella! Haz lo que has hecho desde que has llegado, no me hace ninguna diferencia o mis guerreros.

—Edward responde a su comunicador.

A la vista de Sam, el cuerpo de la reina se queda completamente quieto antes de que ella se gire lentamente. Él está sorprendido por lo pálida se ha vuelto, sus ojos magullados, sus labios temblando.

Al darse cuenta de que ella ha atraído su mirada, Bella se pone rígida, su rostro se convierte en una máscara sin emociones.

Dándole un asentimiento apenas perceptible, sale de la habitación.

Riley le lanza una mirada furiosa mientras la sigue.

Sam mira de nuevo a su Rey, todavía en la comunicación y se pregunta si se da cuenta del daño que justo ahora ha causado.

Extendiendo la mano, mira los dibujos de los que ha escuchado susurros toda la mañana. Susurros, del gran honor que la Reina les desea otorgar, no solo a su Guardia sino también a la del Rey.

Terminando la comunicación, Edward se da vuelta, encuentra a Bella desaparecida y a su Capitán frunciendo el ceño sobre los dibujos que allí quedaron.

—Todavía no hay rastro de los guerreros.

—Se encontrarán, señor. —Edward no está seguro de lo que ve en los ojos de su capitán cuando finalmente se miran fijamente.

—¿Qué es Sam?

—He sido el Capitán de tu Guardia desde que te convertiste en Rey y antes de eso le serví a tu Tío.

—Lo sé, Sam. —Edward le frunce el ceño.

—En todo ese tiempo ha sido un honor servir a una Casa tan noble.

La fuerza de carácter que tienes se ha mostrado desde que te lastimaste y es algo que todos los guerreros aquí aspiran también.

Pero ahora…

—¿Ahora? —Edward no trata de ocultar su confusión. ¿Qué podría causar que su amigo más confiable se cuestionara su elección de servirle?

—¡La verdad Sam! —Exige.

—Ahora me pregunto si realmente entiendes a tus guerreros en absoluto.

—¿Por qué dirías esto Sam?

—Debido a esto. —Él sostiene el dibujo de Bella de su símbolo de uso de "todos los días".

—¿Qué hay de eso? —Demanda Edward. —No es más que un medallón con color.

—Es más que eso —le informa Sam en voz baja. Al menos a tus guerreros. ¿Sabías que ella le pidió la opinión a Riley primero?

— Sam ve que no lo sabía.

—Ella estaba preocupada de que se avergonzaran de usarlo, de usar su símbolo, ella ni siquiera entiende lo que está ofreciendo.

—¿Qué les está ofreciendo Sam? —Edward gruñe.

—Un símbolo de su valía, mi Rey. —Sam gruñe de nuevo no intimidado.

—Para que todos lo vean. ¿Incluso miraste esto? —Él sacude el dibujo hacia él. —¡Tiene los ojos hechos de charoite, dos en cada medallón! Charoite por la que está pagando. —Edward frunce el ceño, recogiendo un dibujo. —Ella también quiere ponerlos en el medallón de la Guardia del Rey, para que todos sepan cuán altamente valorados son, que importan. Tú, de todas las personas, debes entender eso, mi rey. Él ve que ha sorprendido a Edward.

—Realmente no entiendes lo que ella ha llegado a significar para tu gente ¿verdad? —Sam deja caer la formalidad y le habla a Edward como el amigo que es.

—Trajiste a esta hembra a Luada para mantener tu posición pero eso no es lo que ha pasado Edward. Ella la ha elevado y no porque sus descendientes sean mujeres.

— Sam camina hacia el Raptor. —Mira esto, ella lo miró y vio la verdad. Ella te vio. Vio su valor. Tú eres el Raptor Edward, tú proteges a Lua, pero ella... ella hace que valga la pena protegerla, es por lo que vale la pena morir. Ella es la belleza de Lua pero hace que cada persona crea que son ellos. Ella reconoce un esfuerzo, da gracias por el más pequeño de los hechos. Ella ha elevado a la mitad de tu hogar a un nivel de poder, tal vez solo a una persona, pero aun así...

—Sam sacude la cabeza sintiendo que está hablando sobre una antigua.

—Se sabe que ella descansa contigo. Que cuida a su descendencia.

Ella ha tomado todo lo que le has dado y la coloco para que todos lo vean y disfruten. Ayer, eligió un vidriero común, de orígenes cuestionables y lo convirtió en el Maestro Cristalero de la Reina, dándole los medios para abrir su tienda propia. Ella no es voltrian, pero te digo esto, no hay ninguno de tus guerreros que no moriría voluntariamente para protegerla, ella es de ellos tanto como tuya.

—¿Han oído hablar de esto? —Edward pregunta en voz baja, mirando de los dibujos a su amigo. —¿Ellos quieren esto?

—Sí y ahora tal vez nunca lo reciban.

—De qué estás hablando, le dije que procediera. —El exige.

—Le dijiste a ella que hiciera lo que ella quisiera porque no importaba. Para ti o tus guerreros. Que no hay razón para que su Guardia tenga un medallón de la corte porque ella no era digna de asistir a los deberes de una Reina.

—No dije tal cosa. —Edward refuta.

—Es lo que implicaste en tu impaciencia. Es lo que ella escuchó.

Lo que escuché. La has hecho tú Reina, sin embargo, le niegas todo lo que conlleva. La tratas como a una de nuestras hembras y ¿esperas que ella se sienta digna?

Yo vi el daño infligido antes de que ella se fuera.

Edward se mueve para seguir a Bella, deteniéndose cuando suena el comunicador, con los ojos aún en la puerta, responde a su deber.

ooooooooooooo

Bella está entumecida mientras sale de la habitación. Edward realmente no quiso decir eso... ¿verdad? Eso de que nada de lo que había hecho desde que llegó importaba. Todo el trabajo que ella y sus guerreros habían hecho para hacer el castillo de Luada un hogar, un lugar para sentirse orgulloso, solo se le había permitido solo para mantenerla ocupada... para complacerla. Que ella no importa, no a él, no como ella pensó, no de la manera que quería.

Anoche habían hablado, realmente hablado y ella pensó que finalmente se entendieron, crecieron más cerca, pero ella se había equivocado. De repente, el cansancio con el que se había despertado regresa con venganza. Mirando hacia arriba, ve el rostro esperanzado de Eric y fuerza una sonrisa en la de ella. Ella no destruirá a este joven hombre con talento, no le importa cuál es la opinión de Edward. Él le dijo que hiciera lo que ella quisiera. Ella lo haría.

—¿Mi Reina?— Eric pregunta.

—El Rey dice que debes hacer los medallones Eric, y los quiero tan pronto como sea posible —le informa.

—¡Sí mi Reina! —Su sonrisa es más brillante que el sol de Lua.

—¿Y los dibujos?— Bella se da cuenta que ella los dejó donde Edward. Los dejó caer, ella no va a volver a buscarlos.

—El rey desea mantenerlos. —Riley apenas esconde su sorpresa ante la mentira de la reina. —¿Los necesitas?

—No mi Reina, recuerdo lo que querías.

—Bien, ¿así que empezarás hoy?

—Sí mi Reina.

—Riley, ¿acompañarias a salir a Eric?— Ella mira a su Capitán, ignorando su preocupación. —Estaré en el Ala Real.

Las nubes de tormenta oscurecen el cielo de la tarde, bloqueando la luz y el calor del sol de Lua, perfectamente reflejando el estado de ánimo de Bella. Volviendo al Ala Real, ella encuentra que sus pensamientos están en confusión. ¿Porque Edward había hablado con ella de ese modo? Como si fuera un invitado molesto. Él la ha proclamado como su Reina. De los textos que ella leyó es lo mismo aquí que en la Tierra, pero Edward no quiere que ella cumpla con esos deberes. ¿Por qué? ¿Porque ella no es voltrian?

Anoche ellos hablaron y ella pensó que se estaban acercando. Al parecer, Edward solo estaba intentando complacerla. Diciéndole lo que ella quisiera escuchar para mantenerla con él.

—¡Mami! —Enderezándose ante la voz de Carly, se vuelve para ver a su hija llevando un plato con lo que se parecen a galletas.

—Oye nena, ¿qué tienes ahí? —Ella aleja sus oscuros pensamientos.

—¡Galletas, mami! —Le informa Annie emocionada mientras corre alrededor de su hermana. —Están taaan buenas.

—¿Y cuantas has tenido ya jovencita? —Bella no puede evitar sonreír.

—Sólo unas pocas mami. Cook no nos dejaría tener demasiados, algo sobre no comer nuestra cena.

—Cook tiene razón. Ahora déjame probar una de esas galletas.

— Mientras las chicas se ríen, Bella muerde una y sus ojos comienzan a llenarse.

—¿Mamá? —Carly la mira y el temblor en su vocecita los tiene desbordados.

—Está bien, nena. —Bella finalmente deja salir las lágrimas, después de tragar. Cayendo de rodillas, ella las jala cerca. —Estas están tan buenas que me hicieron pensar en mi casa.

—A veces la extraño también mamá. —Susurra Carly, un sonido detrás de ellos hace que Bella se ponga tensa. Antes de que ella vea a Brady de pie en la puerta.

—Gracias por traer a las chicas de vuelta Brady, las tengo.

—Ella le sonríe, pero no alcanza a sus ojos, no lo tranquiliza, ha oído lo que ella dijo. Ella no consideraba esto como su hogar.

—Sí, mi Reina. —Volviéndose, frunce el ceño. Es uno de los primeros Guardias en servir a una Reina en casi quinientos años.

Ella ha llenado a Luada de luz, orgullo y la risa de los hijos. Ella trata cada hombre como si fuera especial, algo que ninguno de ellos había experimentado antes, mientras hacía saber que Edward es el único hombre que quiere. Ella es su Reina y él no solo quiere que ella se quede, él la quiere feliz. Necesita hablar con Riley.

—A veces también la extraño mi nena, pero todo lo que es importante está aquí en Lua, ¿no es así? —Bella vuelve su atención de vuelta a sus chicas. —Ustedes dos están aquí y eso es lo que me importa.

—Y Edward mami —le recuerda Annie. —No puedes olvidar a Edward.

—Y Edward. —Bella se aleja, las chicas se pierden la tensión en su voz.

—Entonces, ¿por qué lloras mamá? —Annie pregunta.

—No lo sé, nena, creo que tal vez solo estoy cansada. Hemos estado muy ocupados últimamente, ¿verdad?

—Hemos tenido muchos cambios, mami. —Carly está de acuerdo.

—Vamos, sentémonos. —Moviéndose hacia el sofá, se acurrucan juntas. —Sé que las cosas empezaron un poco duro aquí, pero lo estamos convirtiendo en un hogar, ¿no? Solo miren esta habitación. —Ellas miran alrededor a la habitación que habían ayudado a crear.

—Hicimos un buen trabajo, mamá —informa Carly. —Es más grande que nuestra antigua habitación.

Annie asiente con la cabeza de acuerdo. —Y el patio también es más grande, pero no hay nadie más con quien jugar.

—Supongo que tienes razón, chiquilla. —Bella frunce el ceño preguntándose cómo puede manejar esto.

—Voy a hablar con Amun y ver si no podemos establecer una fecha de juego con otros niños, ¿estaría bien? —De repente una fuerte explosión hace temblar las ventanas, seguidas de un brillante destello de luz, que hace que todas salten. Las chicas gritan y antes de que Bella pueda calmarlas, los guardias se apresuran a entrar en la habitación, con las armas en la mano.

—¡Mi Reina! —Stefan se dirige a ella, sus ojos volando alrededor de la habitación buscando la amenaza.

—¿Qué fue ese ruido Stefan?

—¿Ruido mi Reina? —De repente él entiende y se relaja un poco

—Es solo una tempestad mi reina, fuerte, pero no hay nada que temer, no dentro de Luada . —Él espera para ver si ella entiende.

—Tempestad... una tormenta. —Bella se levanta para mirar por la ventana. Al ver caer la lluvia en los destellos de los rayos, se vuelve hacia las chicas. —Es solo una tormenta eléctrica. —Ella mira a los guardias, viendo que todavía tienen sus armas desenvainadas. —Estamos bien, no hay amenaza. Simplemente nos sobresaltó.

Gracias por responder tan rápido. —Con un asentimiento, los guardias se van y ella se mueve hacia las chicas.

—¿Qué dices si cogemos un montón de almohadas, las tiramos al suelo, comemos galletas y vemos la tormenta?

—¡Sí! —Están de acuerdo, corriendo para conseguir lo que necesitan.


GRACIAS POR SUS REVIEWS

Espero les guste el capítulo