¡Feliz martes a todas! Olvidé aclarar las otras veces que la historia original y traumática pertenece a Mizuki e Igarashi, ji, ji ji! Esta obra es hecha totalmente por cariño a nuestros personajes y sin fines de lucro. Espero sea de su agrado. Continuamos.

"MI REALIDAD"

CAPÍTULO III

Dos días habían pasado desde la partida de Dorothy hacia el sur y ellos aún no habían logrado saber nada del paradero de Anthony. Habían seguido a George disfrazados a varios lugares, encontrándose con normales reuniones de negocios y para nada intentaba ir a la mansión Andley o acercarse siquiera al Hospital de Chicago. De hecho, un día con prisa, subió a un tren con destino al norte del país y allí perdieron su rastro.

Candy había decidido hacer lo mismo que sus primos, pero con la Tía Abuela, y por más que ella esperaba bajo el sol y la lluvia, la anciana parecía no abandonar nunca la mansión de Chicago. Algo estaba mal. "Le habría sucedido algo malo a Anthony?" se preocupaba Candy, la falta de información la atormentaba y cada noche al regresar a la mansión Cornwell apenas lograba dormir con los mil malos escenarios que surgían en su mente. A la mañana siguiente los tres se vistieron con ropa formal y fingieron visitar un pariente enfermo a la hora de visita en el área de lujo del Hospital de Chicago, y aunque hábilmente conocieron a todos los pacientes de esa área tan distinguida, los frustró en demasía saber que Anthony parecía ya no estar allí.

"Solo puede haber una respuesta entonces", dijo Stear la cuarta noche en que, en silencio y desanimados, intentaban comer su cena. El salón era menor que el de la mansión Andley pero era igual de bien ornamentado y distinguido. Detrás de Candy por el ventanal Stear podía contemplar el reflejo de las luces de la mansión sobre las aguas del Lago Michigan. "Anthony debe de estar con la Tía Abuela en la mansión de Chicago."

"Sí." Estuvo de acuerdo Archie, "Pero eso nos deja igual, Stear. Ella no permitirá que nos acerquemos a él. Ha de haber dado instrucciones a todo el personal de la mansión para evitar que cualquiera de nosotros entre."

"No podrá evitarlo si no nos ve" dijo Candy sonriendo y haciendo un guiño.

"Candy, ¿estás segura de que esto es una buena idea?" Preguntó el elegante Archie, encaramado a la medianoche sobre el muro más lejano y más alto de la entrada a la mansión Andley. Sus ropas, al igual que la de sus compañeros que ya lo esperaban abajo en el oscuro jardín de la mansión, era negra como la noche, aunque mucho más fina.

"¡Deja de quejarte, Archie!" respondió su hermano "Tenemos poco tiempo, pronto cerraran la puerta de la entrada de servicio."

"Voy" dijo Archie saltando apresurado hacia el llano oscuro abajo.

Escabulléndose el trío silenciosamente por los oscuros jardines y áreas boscosas, llegaron a la puerta de servicio solo para ver al segundo mayordomo cuando la cerraba con doble cerrojo por dentro.

"¿Y ahora?" preguntó Archie consternado.

"Por aquí." Dijo el hermano de cabello oscuro y dirigió al pequeño comando al balcón de su habitación junto a un gran cedro. Candy sonrió y sin preguntar nada comenzó a trepar fácilmente hasta llegar al final de una de sus ramas más cercanas al balcón y saltar segura dentro del recinto sin hacer el menor ruido. Les hizo señales de que se aproximaran y los dos hermanos la siguieron sin dudar. Una vez los tres en el balcón del segundo piso, Stear deslizó su navaja por el espacio entre la cerradura del balcón y el ventanal y lo abrió inmediatamente. Los demás lo vieron extrañados. "Se rompió la última vez que intenté regresar de una escabullida nocturna y no lo reporté por si acaso necesitaba entrar otra vez sin que se diera cuenta la tía", guiñó el ojo y sus compañeros sonrieron.

Una vez dentro de la mansión, se distribuyeron las tres alas principales de la ostentosa residencia. Habitación tras habitación fue una decepción para cada uno de ellos por separado. Nada. ¿Estarían acaso equivocados? Stear llegó al pasillo que llevaba a la habitación de la Tía Abuela y allí se juntaron todos en la penumbra. "Solo nos queda esta ala", dijo Archie.

"La más difícil". Comentó Stear.

"¿Creen que esté aquí?" Preguntó preocupada Candy.

"Lo sabremos en unos minutos, Candy." Contestó Stear y con cuidado fueron de puerta en puerta revisando, hasta que junto a la de la Tía Abuela escucharon que la manija de la puerta contigua se abría. Tres sombras oscuras saltaron detrás de las estatuas y plantas en columnas más cercanas, ocultándose.

Cuando pudieron atisbar con cuidado desde su escondite, la sombría expresión de la Tía Abuela abandonando la habitación los impactó. Un hombre salía junto con ella al pasillo semi iluminado. Parecía ser un médico.

"Bien, hable." Comandó suavemente.

"Lo lamento, señora Andley. No veo ningún cambio desde ayer. Como le comentaba en el hospital, me temo que su nieto ha entrado ya en su fase final."

"¡Eso no puede ser!" la altiva señora exclamó angustiada. "¡Usted me dio esperanzas! ¡Que él estaría bien!"

"El solo hecho de que no haya fallecido inmediatamente tras una caída tan fuerte ya constituía un sí mismo en un milagro, señora, pero me temo que su cuadro clínico se complica cada vez más y nuestra medicina… tiene límites."

"No…" lloró la mujer con el rostro compungido, estrujando el pañuelo que sostenía en su mano.

"NO!" Gritó Candy angustiada también saliendo de su escondite.

La anciana miró entre las sombras del pasillo y palideció. "¿Candy?" Dos sombras más se unieron a ella mientras la primera corría sin esperar más a ningún permiso de nadie para entrar a la habitación semiabierta frente a ellos.

Al entrar, el corazón de Candy se detuvo junto con sus pasos. Con la palidez más abrumadora en su rostro sus ojos se posaron en la imagen inerte de un ángel dormido. La visión de su cabeza vendada, oxígeno en sus fosas nasales y un catéter de alimentación, el suero conectado a su mano derecha, estrujó su corazón. "Anthony…" murmuró con sus ojos inundados de lágrimas. Lágrimas de dolor pero también de alivio.

Recuperando su entereza, se acercó lenta pero decididamente al suntuoso lecho. Dos enfermeras la veían sorprendidas desde el otro lado de la habitación. La discusión de varias personas en el pasillo a sus espaldas no la distrajo en lo más mínimo de su cometido, su mano alcanzó la de él con cuidado a pesar del suero conectado en ella, y al sentir su mano estrechar la de él, una calidez familiar envolvió todo su cuerpo y su corazón se sintió vivo otra vez.

"Amor mío" dijo suavemente inclinándose sobre él "… Anthony mío." Sonrió enternecida. "Aquí estoy. Contigo. Nunca me iré" le dijo conmovida, besando su frente con ternura y acariciando su rostro.

"¿Qué hacen ustedes aquí?" volvió a preguntar la tía abuela contrariada.

"¿Qué hace 'usted' aquí, tía, ¡y con nuestro primo muerto?!" Devolvió la pregunta un indignado Stear, apartando su mirada de Candy, sentada ahora junto a su primo del alma, hablándole suavemente. Su mirada desafió a la de su tía Elroy por primera vez en su vida, y el joven inventor se preparó para descubrir a toda costa, junto con su hermano, la razón detrás de semejante farsa.

Continuará…

¡Hola a todas, muchas gracias por sus comentarios! Como es la primera vez que publico algo, no pude agradecer bien a todos los comentarios del primer capítulo. Gracias a GeoMtzR, a Mayely Leon, Sharick y a varios Guests, y del segundo capítulo, mil gracias Georgy y Julie-Andley-00 por sus comentarios y apoyo. ¡Gracias por agregarlos a sus favoritos!, un honor para mí de verdad! Anthony merece muchas bellas historias, es cierto. Ojalá más se animen a compartir las suyas. ¡Solo es el susto de iniciar! Ji, ji, ji!

Muchas bendiciones a todas las lectoras que pasan por aquí y disfrutan de unos momentos de distracción leyendo esta historia. ¡Que tengan un feliz martes!

16.05.2023