¡Feliz domingo! Espero tengan un lindo día hoy y que descansen mucho al lado de sus familiares y amigos! Aquí les dejo un nuevo capítulo. ¡Bendiciones!
"MI REALIDAD"
CAPÍTULO V
"Sé mi novia, Candy".
Esas palabras dichas por su Anthony días atrás, reverberaban aún en su corazón con la misma fuerza y alegría de ese mágico momento.
Candy contemplaba ahora desde el gran ventanal del salón principal de la Mansión de Chicago, cómo Stear y Archie llevaban en silla de ruedas a su bello novio para disfrutar un poco del sol de la media mañana y de la belleza de los jardines en el tardío otoño. Ella había insistido en que lo abrigasen bien antes de salir, ya que a pesar del frío de finales de noviembre, pensaba que era bueno que Anthony saliera de la mansión de vez en cuando. La ahora elegante joven sonrió enternecida al verlos jugar brevemente con la hojarasca barrida, era reconfortante verlos nuevamente discutir y bromear amenamente entre ellos y, sobre todo, reír libremente sin la sombra de la incertidumbre por la salud del rubio. Semanas atrás el doctor Carnegie finalmente lo había declarado fuera de peligro y luego de minuciosos exámenes realizados en el hospital, había ordenado descanso y compresas el primer mes para su espalda, algunos medicamentos que debían ser tomados diligentemente, y terapia moderada para sus piernas hasta su completa recuperación.
"¿Candy?"
"¿Sí?" Ella se volvió al escuchar la firme voz de la tía abuela en el salón.
"El terapeuta ya está aquí, será mejor que les digas a los muchachos que traigan a Anthony de vuelta para su tratamiento."
"Sí, señora Elroy." Candy se dispuso a ir al jardín.
"¿Candy?" La llamó la tía abuela haciéndola a ella detenerse y volverse hacia la elegante dama otra vez. La Matriarca de los Andley la observó detenidamente, su imagen de jovencita era más marcada ahora. Su vestido era refinado y su peinado ahora lo lucía en una sola cola alta con un moño elegante. Debía reconocer que ya no era la chiquilla de doce años que habían adoptado por capricho del tío abuelo William la primavera anterior. Ahora era una bella adolescente que florecía cada día más en belleza y refinamiento, para consuelo de la estricta Matriarca del Clan Andley. Elroy se aproximó hacia donde la joven estaba y la miró con seriedad. Candy esperó, pero la tía abuela tan solo la miraba de vuelta. Cuando Candy pensó que de seguro su vestimenta no era la apropiada, la dama habló. "Lamento saber por lo que pasaste al creer que Anthony había fallecido." Finalmente dijo.
Los ojos de Candy mostraron sorpresa. "¿Señora?"
"Nunca pensé que una tragedia como la que vivimos con Anthony, pudiera haberte lastimado tanto en su momento. Para mí fue terrible tener que guardar silencio todo ese tiempo, pero al ver su recuperación los últimos meses, no puedo más que reconocer que tu presencia ha sido un gran aliciente para mi nieto desde que llegaste. No suelo disculparme con nadie, Candy, pero… lamento que esta mentira, aunque necesaria, te haya causado tanto dolor. Los chicos me contaron lo sucedido en Lakewood luego de mi venida a Chicago. Aunque fue por seguridad, lo lamento."
Los ojos de Candy se humedecieron. Sabía bien que esa férrea señora jamás reconocía un daño para con nadie. Era una gran concesión la que le concedía. "Gracias, tía abuela. No se preocupe, yo comprendo que lo que hizo lo hizo pensando en el bienestar de Anthony. Y yo le agradezco que lo haya hecho. Gracias a eso, estamos todos juntos otra vez."
La tía abuela asintió con una sonrisa discreta. "Anthony me contó que te pidió formalmente que fueras su novia." Agregó más seria.
Candy se sorprendió. "Sí."
"Tengo entendido que aceptaste." Su mirada fija en ella.
Candy bajó la vista apenada y asintió.
"Bien." Dijo la señora simplemente. "Anthony ya tiene 15 años. Hablaré con el tío abuelo William al respecto. Como entenderás, Candy, él es tu padre legalmente y debemos contar con su aprobación en todo lo que a ti concierne. Tendremos que hablar con el capitán Brower al respecto también, tan pronto como esté aquí."
"¿El capitán vendrá?"
"Así es. Pasará una temporada con nosotros ahora que ya puede viajar. Deberás comportarte como una dama, Candy. Ahora más que nunca deberás aprender el comportamiento dentro de nuestra sociedad y esforzarte al máximo para representar dignamente a los Andley. - Nada de árboles.-"
"¡Sí, tía!" exclamó Candy, "Que diga, ¡No, tía!" Candy se apenó.
"¡Familia, ya estamos aquí!" Dijo feliz Stear dirigiendo la silla de su primo rubio desde el pasillo dentro del lujoso salón. Sus abrigos ya los habían dejado con la servidumbre al entrar del jardín.
"Justo a tiempo. Ya te espera el terapista, Anthony". Dijo la tía abuela gentilmente a su nieto preferido.
"Gracias, tía abuela" Él sonrió y movió solo su silla unos metros más para aproximarse a Candy, tomando su mano. Ella sonrió apenada. "Iré inmediatamente." Dijo el joven rubio. Parecía que mientras había estado dormido había crecido él también, apreció la perceptiva dama. Sus facciones se habían hecho más varoniles y podía apreciar que a pesar de estar en silla de ruedas aún, ahora era más alto que sus primos Cornwell. Le recordaba tanto a…
"Ya me urge poder dejar esta silla de ruedas de una vez, tía abuela!" dijo Anthony, regresándola a la conversación. "Lo he estado pensando y creo que le preguntaré al doctor Carnegie si me permitiría doblar las horas de terapia para avanzar más. Quisiera ya estar bien para las fiestas."
"Anthony, recuerda lo que te dijo el mismo doctor Carnegie, que debes llevar tu recuperación con calma." Comentó Candy. "Ya puedes estar de pie gran parte del tiempo, pero tu espalda debes cuidarla. Por favor, no te exijas de más."
Anthony guardó silencio y pensándolo bien suspiró "De acuerdo. No insistiré", e hizo un hermoso puchero que a Candy le pareció adorable. "Lo tomaré con calma, lo prometo". Aceptó.
"Bien." Dijo Candy complacida.
La tía abuela no dejaba de sorprenderse de cómo esa jovencita lo hacía cambiar de idea con tanta facilidad. Era impresionante, considerando la naturaleza decidida de su nieto.
Luego la tía abuela tomó la palabra "Jóvenes, esta noche tengo algo importante que hablar con todos ustedes, por lo que los espero a las 20:15 hrs. en el despacho."
"Sí, tía abuela" respondieron todos al unísono y la distinguida anciana abandonó el salón, seguida por una de sus mucamas. "¿Está todo listo?" le preguntó mientras se alejaban.
Candy se colocó entonces tras la silla de ruedas de Anthony y comenzó a dirigirlo hacia su terapia.
"Candy, no tienes por qué hacer eso. Yo puedo hacerlo." Protestó gentilmente el muchacho.
"No debes forzar tu espalda, Anthony. Sabes que a mí me alegra acompañarte." Dijo alegremente y volviéndose a sus otros primos, se detuvo un momento "Chicos, ¡hay me saludan a Annie cuando la vean!"
"¡¿Annie vendrá?!" Preguntó Archie sorprendido.
"Tengo entendido que llamó su madre temprano anunciando que ella y Annie pasarían saludando a la tía abuela antes del almuerzo."
"Stear", se volvió serio hacia su hermano, "préstame tu auto."
"Vamos, Archie, no puedes seguir huyendo así de ella. ¿Qué pensará la joven? Las dos últimas veces tampoco estuviste." replicó el inventor.
"Annie es una buena persona." Dijo Candy. "Lo poco que he tratado con ella, así me pareció." Continuó un tanto apenada por no revelar a los Cornwell su origen común con la muchacha. Ambas niñas abandonadas en el Hogar de Pony, el humilde orfanatorio ubicado en las afueras del condado de Lakewood, donde los Britter habían adoptado a Annie siendo todavía una pequeña de seis años. Anthony la miró comprensivo por su silencio. A él ya se lo había confiado.
"Lo sé, Candy," replicó Archie, "pero es que a veces ella es… es… algo… insistente." Se quejó el joven de perfecto traje y cabello castaño.
"Dale una oportunidad, Archie", instó Anthony sonriente, "uno nunca sabe cuándo el amor verdadero tocará a tu puerta", dijo viendo hacia Candy y tomando su mano, acariciándola discretamente, sin atreverse a besársela frente a sus primos. Ella le sonrió sonrojándose nuevamente.
La imagen de su primo y Candy viéndose uno al otro tan enamorados afectó un tanto más a Archie que a su hermano. Los dos lo sabían, la hermosa joven de rizos dorados tenía puesto su corazón solo en su primo menor. Eso lo habían aceptado ambos desde hace tiempo, él y su hermano, pero igual, sin querer reconocerlo, aún les dolía. Más a uno que al otro. Aunque sinceramente se alegraban por su primo y por ella, se lo merecían.
"Está bien, Anthony," consintió el elegante muchacho, "seré un caballero con Annie, pero si insiste en traerme más tartas de manzana o en invitarme a cenar a su casa…"
"No te arrepentirás, Archie, ¡ya lo verás!", sonrió la pecosa y retomando la dirección de la silla de Anthony, salieron juntos del salón.
"Eso espero…" se lamentó Archie, viéndolos alejarse hacia el otro lado de la mansión.
Entre la terapia y su dieta médica y los cuidados de su Príncipe, el día voló para Candy, una de las enfermeras que conoció al llegar cuando él aún estaba inconsciente, le ayudaba aún con el tratamiento de Anthony. Ellos aprovechaban a conversar sin interrupciones mientras Anthony tenía que recibir sus compresas dos veces al día, y se habían vuelto muy amigos de Elena, la enfermera experimentada que de cuando en cuando les compartía historias de su experiencia médica. Un tema que ambos habían descubierto comenzaba a fascinarles. De hecho, Anthony conversaba mucho con el doctor Carnegie cada vez que llegaba a chequearlo dos veces por semana.
Después de la elegante cena en el comedor para veinte personas, ella y Anthony decidieron adelantarse y esperar juntos a que llegasen todos al despacho para la reunión programada con la tía abuela. Anthony llevó la delicada mano de Candy hacia sus labios y la besó complacido. Había estado todo el día conteniéndose de hacerlo y era un alivio para él poder demostrarle su cariño abiertamente. El despacho era impresionante, estaba hecho para impresionar a cualquier interlocutor al otro lado del escritorio pero la joven pareja no tenía ojos sino para ellos mismos. Él estaba en su silla de ruedas y ella en una silla que colocó junto a él, frente al gran escritorio.
"Candy", dijo el muchacho de gentil mirada "no tengo palabras para agradecerte todo el tiempo y cuidados que has tenido conmigo durante los últimos meses. Eres la enfermera más hermosa y perfecta que pudiera tener. Eres mi ángel, Pecosa." Le sonrió.
"Sabes que lo hago con todo el corazón, Anthony." Ella le sonrió de vuelta. "No tienes nada qué agradecerme. El que estés mejor cada día es mi mayor alegría."
"Candy." Dijo Anthony conmovido con su sinceridad y afecto por él.
"Anthony… cuando creí que- que te había perdido", continuó ella con dificultad, a pesar de que ya todo había pasado, recordarlo todavía la hacía sentir un gran pesar en su corazón. "… nada fue lo mismo para mí." Le confesó. "Añoraba tu voz, verme en tus ojos, estrechar tu mano como ahora." El vínculo entre ellos se afianzó más. "Encontrarte otra vez aquí", sus ojos se llenaron de lágrimas, "fue la mayor alegría de mi vida".
"Pecosa", él secó sus lágrimas con su otra mano, acariciando su rostro con ternura. "Lo siento."
Candy negó. "No fue tu culpa." Ambos acercaron sus rostros y Candy recostó su cabeza en su hombro, mirando sus manos unidas entre sí.
"La madre de Elisa es un monstruo." Dijo Anthony serio. "Espero que su condena sea de por vida." Dijo el apuesto muchacho, molesto y frustrado tras enterarse de los planes de venganza de su psicópata tía política. "Mi padre sobrevivió de milagro, igual que yo."
"No entiendo cómo puede existir alguien tan maligno." Dijo Candy. "¿Hay personas tan malas en este mundo?"
"¿Conoces a Elisa?" sonrió Anthony para alivianar la tensión.
"¡Anthony!" ella sonrió, y rió suavemente. "Sí, bueno, solo espero no cruzarnos más con ellos en el futuro."
"El Abuelo William los exilió del país, no creo que veamos a su familia por mucho tiempo. Supuestamente solo Sarah actuó, pero sus hijos no son tan diferentes a ella. Lástima que el tío Thomas no los supo controlar."
"Sí." Se lamentó Candy, el señor Legan siempre fue, de esa familia, la única persona que mostró algún tipo de cariño o consideración para con ella. A pesar de haber permitido que la rebajaran de dama de compañía de su hija Elisa, a un puesto de sirvienta en la casa, viviendo en el establo.
"Candy, ¿sabes?, hay algo importante que quería consultarte." Dijo Anthony, viéndola a los ojos, rompiendo el silencio en que ambos habían caído. Candy se irguió en su asiento para verlo mejor. "Mi padre llegará la próxima semana a Chicago y considerando lo que le he contado sobre ti y sobre nosotros…" el muchacho calló de pronto.
"¿Sí?" lo alentó Candy a seguir, al verlo dudar.
"Sé que aún somos muy jóvenes, Pecosa…" dijo el muchacho "pero tú sabes bien que te amo. Y yo sé, en mi corazón, que jamás amaré a nadie más que a ti, y yo quería… si tú me aceptas, me gustaría asegurar tu mano ante el Tío Abuelo William, aprovechando que viene mi padre a América."
Candy lo vio sorprendida. Anthony espero esperanzado su respuesta.
La hermosa joven no salía de su asombro. Silencio.
"Claro que si crees que mi pretensión es demasiado prematura…" continuó Anthony nervioso al no percibir más que su sorpresa "…y si tú crees que necesitas más tiempo para considerarlo, yo por supuesto que esperaré el tiempo que sea necesario, Candy." Concluyó. "Lo último que quisiera sería presionarte." Dijo un tanto decepcionado, volviendo su mirada al frente.
Candy sonrió con lágrimas en los ojos al ver su actitud. Sintió un deja vú de su tiempo en el jardín de Lakewood, cuando ella le contara sobre el Príncipe de la Colina de su tierna infancia, el muchacho que en el Hogar de Pony ella conociera y que tanto se parecía a él, confundiéndolos al conocerlo. Así que volviendo gentilmente el rostro de Anthony hacia ella, se estiró sin dudarlo y besó a su desprevenido novio en los labios. El joven se sorprendió en un principio, pero luego de compartir la dulzura de su aliento, sin pensarlo más la haló hacia sí complacido, sentándola en su regazo y besándola como no se había permitido hacerlo hasta entonces. El movimiento de sus suaves labios respondiendo a los suyos con anhelo era, hasta entonces, la mejor experiencia que había tenido en su vida.
Luego de pasada la primera emoción. Se vieron a los ojos y sonriendo, se abrazaron con ternura. "Tienes mi respuesta." Susurró una feliz Candy entre sus brazos.
"¡Te amo, Pecosa!" le respondió un extasiado muchacho.
Pocos minutos después los pasos en el pasillo los alertaron de asumir sus puestos originales. No sin dejar de compartir miradas cómplices de alegría y emoción.
"Bien, muchachos. Candy,", dijo la tía abuela formalmente, luego de colocarse en el puesto principal, tras el labrado escritorio de cedro. Los Cornwell llegaron puntuales junto con ella y cerraron la puerta del despacho, sentándose en las sillas frente al escritorio, junto a la de Candy. "Como saben, la familia Andley siempre se ha distinguido, no solo por nuestro renombre de siglos, sino por la excelente educación y la alta calidad ética y profesional de nuestros puestos altos, dentro de la jerarquía que dirige el Consorcio familiar. Por lo tanto, es mi deber informarles", continuó la elegante dama "que el Tío Abuelo William ha decidido enviarlos a todos ustedes a estudiar el próximo año al Real Colegio San Pablo, en Inglaterra, para que posteriormente ustedes muchachos ingresen a Oxford a continuar sus estudios en economía y administración."
"¡¿Qué?!" Se sorprendieron los cuatro primos.
"Candy regresaría a América luego de concluir sus estudios para ser una dama, y podrá ayudarme aquí en Chicago, aprendiendo a mi lado, atendiendo los eventos sociales que la familia requiera."
"¿Pero por qué tan lejos, tía abuela?" protestó Stear, quien desde su discusión con ella la noche que encontraron a Anthony, había perdido el temor a hablarle abiertamente.
"Es tradición." Concluyó firme la dama, como que con eso lo explicara todo.
El mentón de Anthony se notaba tenso, Candy lo notó con preocupación.
"Como sabrán el padre de Anthony vendrá a pasar las fiestas con nosotros este año. Cuando él regrese a Inglaterra a finales de enero, ustedes viajarán de vuelta con él a Inglaterra, a tiempo para comenzar el semestre a mediados de febrero. Esperamos que para entonces Anthony ya esté suficientemente recuperado como para viajar, y si no, los alcanzaría al terminar su recuperación."
"¿Mi padre está de acuerdo con eso?" preguntó Anthony finalmente con el ceño fruncido.
"Es una orden del tío abuelo William. No hay nada qué discutir." Le explicó. "Es lo mejor para ustedes. Podrán tener una preparación de primer nivel antes de iniciarse en los negocios familiares. Y Candy podrá prepararse para su papel dentro de la familia."
"Lo siento, tía abuela, pero no estoy de acuerdo." dijo Anthony. Candy lo vio preocupada y triste. Él continuó "En América hay muy buenos colegios y universidades, tía, y no es mi intención viajar hasta Inglaterra para seguir los pasos planificados para mi vida por parte de alguien que ni siquiera me conoce."
Los Cornwell inhalaron con sorpresa ante lo tajante de sus palabras.
La mirada de la anciana mostró su enfado, pero respirando profundo reestableció su calma. "¿Y si no quieres lo que el abuelo William propone, cuáles son tus planes, Anthony, si se puede saber?" La Tía Abuela intentó ser conciliadora, recostándose hacia atrás en su sillón, palmeando distraídamente el brazo del mismo. Después de todo se trataba de su nieto favorito y lo conocía, sabía que no iba a ser fácil con él.
"No lo sé con certeza aún." El muchacho reconoció después de un momento. "Pero creo que merecemos tomarnos el tiempo para descubrir cuáles son nuestros intereses y aspiraciones, descubrir en dónde está nuestro camino. Puede ser que sea en el Consorcio, como usted dice, puede que no. Pero me rehúso a ser arrastrado medio mundo para ser encerrado en una institución que no aportará nada a mi acervo como persona, y solo me separará más de quienes son importantes para mí." Sus ojos fluctuaron levemente hacia Candy. "Tía, sé lo que es estar al borde de la muerte, no perderé la vida que acabo de recuperar encerrado en una institución centenaria solo para cumplir con las tradiciones familiares. No dejaré que me suceda lo que le sucedió a mi madre." Dijo luego, revelando su reticencia mayor en su decisión. Candy lo vio conmovida.
La tía abuela guardó silencio.
"¡¿Estás decidido entonces a desafiar las órdenes del tío abuelo William, Anthony?!" preguntó solemne la dama, alzando su voz.
"Estoy muy agradecido con el tío abuelo William, tía. Tiene todo mi respeto y gratitud, sobre todo por concedernos a Stear, Archie y a mí, el garantizar el bienestar de Candy al adoptarla." Candy bajó su mirada consternada. "Pero sí. Me rehúso a obedecerle ciegamente."
"Anthony…" dijeron sus primos.
"De hecho, tía abuela, tengo una petición más qué hacerle. Quisiera hablar con él directamente." Dijo decidido. "No esperaré a que llegue mi padre."
El asombro se apoderó de los presentes ante el atrevimiento del muchacho. El tío abuelo era casi que un poder invisible pero totalmente enérgico y patente dentro del Clan Andley. Nadie lo había visto que ellos supieran, excepto quizás el buen George, administrador principal de los bienes de la familia y, por supuesto, la Matriarca del Clan, la tía abuela Elroy, quien al escucharlo hablar ni siquiera parpadeó.
Anthony, como siempre, mantenía su mirada en ella, sin dejar vislumbrar la menor duda tras sus bellos ojos azules.
"Salgan de aquí." Dijo serena la contrariada dama. "Hablaré con ustedes más tarde." Apartó su mirada hacia los oscuros ventanales.
"Tía-" continuó Anthony, pero Candy apoyó su mano sobre el brazo del muchacho, con el ruego en su verde mirada. El muchacho exhaló conteniéndose.
"Está bien, tía. Con permiso." Dijo, y asintiendo a Candy, retrocedió su silla y salió del despacho junto a sus primos.
"Buenas noches, tía abuela." Dijeron sus demás nietos. Ella no respondió.
Cuando la puerta se cerró tras de ellos, la anciana quedó en el silencio de ese inmenso lugar, su respiración era tensa. Estaba segura de que eso no terminaría allí.
Después de una breve reflexión, tomó el teléfono oscuro que descansaba sobre el escritorio y alzando el pesado auricular, pidió un número a la operadora. Luego de una larga espera, casi diez minutos, el auricular al otro lado de su llamada fue descolgado, una voz habló.
"Tenías razón." Le dijo ella solemne.
Continuará…
¡Gracias mil por tomarse un tiempo para leer esta historia! ¡Agradezco todos y cada uno de sus comentarios queridas lectoras! Creo que hay problemas con el sistema porque no me aparecen todos los comentarios de los capítulos sino hasta días después. Y unos ven el capítulo publicado de inmediato y otros no. Por ello, disculpen si no les he podido responder en el capítulo siguiente. Como les decía, es una historia corta. Corto es relativo, ¡lo sé! Ji, ji, ji! Pero aún no sé cuánto es corto para esta historia. Les pido paciencia y que disfruten lo que nuestros héroes compartan. ;)
Julie-Andley-00: Hola, Julie! Sí, se descubrió a la culpable, y sí, estoy de acuerdo, Albert deberá hacer más contra los Legan! Ji, ji, ji! Un abrazo! Y qué bueno que te gustó el capítulo.
GeoMtzR: Gracias, Georgy, por tu apoyo, y por permitirme utilizar el nombre de Pegaso con que bautizaste al caballo blanco de Anthony! Me encantó en tus historias y no puedo pensar en un nombre diferente para su bello equino. Para mí ese en verdad es su nombre real desde que lo bautizaste. Gracias! Y respecto a la escena que mencionas de Facebook, cierto, ¡estoy de acuerdo! Candy amó a alguien más solo porque Anthony ya no estaba en este mundo. Era parte de su promesa de que la soledad no la vencería. Era más que todo, siento yo, un acto de resignación. No conozco la manga, pero Candy – y la autora – pienso que siempre lo lloraron. El título "Sobreponiéndose al dolor" ¡es una ironía de la autora! Desde niñas y hasta ahora seguimos sobreponiéndonos y estamos igual! Ji, ji, ji! ¡Solo trayéndolo de vuelta nos sentiríamos mejor! ¡Y aquí estamos! ¡Ja, ja, ja! ¡Un gran abrazo, amiga! Espero te guste este capítulo.
Bibi2403: ¡Bienvenida a la lectura!
Guest 1, Mayely leon: Muchas gracias de verdad por su apreciación de la historia. Me animan mucho. Gracias!
Agradezco del capítulo tres también a Mitsuki Leafa, Sharick, Mayely león y a Maria José M. Gracias por sus comentarios y apoyo a esta historia, me alegra que la estén disfrutando!
¡Muchas bendiciones a todas!
lemh2001
21.05.2023
