¡Hola a todos! ¡Espero que estén pasando un feliz final de Mayo! Aquí les dejo un capítulo más. ¡Un abrazo!

"MI REALIDAD"

CAPÍTULO VIII

El ascensor descendía lentamente, y la joven pareja veía a través del lujoso enrejado cómo el primer piso de la mansión se aproximaba.

Al llegar al primer nivel, Anthony corrió la puerta de rejilla y dejó que Candy pasara primero.

"Gracias, amor." le dijo ella agradecida, mientras el muchacho salía tras ella y volviéndose, la cerraba otra vez.

Al volverse nuevamente hacia su pecosa, el muchacho se quedó helado. La joven lo miró extrañada. "¿Qué sucede, Anthony?" Candy siguió la línea de visión de su novio hacia atrás de ella, y descubrió la causa de su sorpresa.

Un hombre apuesto, de cabello corto y bigote gris oscuro, en sus cuarentas, miraba con lágrimas en sus ojos al rubio muchacho. Su figura alta y erguida, los veía desde mitad del gran recibidor, con el señor Collins, mayordomo principal, con la puerta abierta a sus espaldas.

"Anthony…" dijo el conmovido Capitán.

El corazón de su hijo tembló. Finalmente estaba allí su padre, ¡y estaba bien! ¡Su padre estaba bien! Emocionado, y sin decir una palabra más, el joven caminó hasta los brazos que se abrieron y lo recibieron con todo el afecto y alivio del mundo!

Al abrazarlo, su padre se sorprendió, ahora Anthony era más alto que él. Ya no era el jovencito que había visto por última vez en el puerto de Nueva York, viéndolo marcharse, con tristeza en su rostro. Ahora era un hombre joven, y lo que más le conmovió, fue que después de un atentado como el que él viviera, se encontraba de pie y había caminado hacia sus brazos sin ningún problema visible.

"¡Hijo mío!" dijo el caballero, abrazándolo fuertemente, a pesar de la punzada que sintiera en la herida en su pecho, todavía sensible.

"¡Padre…!" Anthony no podía creer lo que vivía. Ambos hombres se separaron, pero no dejaron de tocar los hombros del otro. Sus miradas se hablaban en silencio por unos momentos. Ojos azules, tan parecidos en forma, como en profundidad, se sonreían conmovidos. Verse nuevamente y saberse uno al otro a salvo, era como un bálsamo para la terrible experiencia compartida.

Candy llevó sus manos a su corazón, tratando de contener su llanto, también conmovida con la escena. Luego de varios momentos, Anthony habló con una gran sonrisa. "¡Bienvenido, papá! No sabes lo feliz que me hace verte tan recuperado."

"Lo mismo digo, Anthony." El mayor dio un paso atrás para verlo mejor. "Te ves muy bien, hijo. ¿Cómo te sientes? ¿No has tenido más complicaciones?"

"No, papá. Gracias a Dios he podido recuperar mi motricidad poco a poco, aunque los médicos aconsejan que evite la equitación de ahora en adelante." Terminó con un poco de tristeza. Su padre asintió. "Pero ¿tú? Cómo has estado?" le dijo Anthony preocupado.

"Mi herida ha sanado bien, muchacho." Tocó su pecho izquierdo con su mano.

La puñalada que recibiera mientras estaba en alta mar había sido casi mortal, si no fuera porque esa vez viajaba un reconocido médico dentro de los pasajeros que con su pericia logró salvar la vida del capitán. "Luego de la operación de emergencia, ya en Inglaterra, los médicos me han dado un buen pronóstico, no te preocupes. Solo tengo que evitar esfuerzos muy grandes y cuidar mi pulmón." Sonrió. Anthony asintió no muy convencido. Ya hablaría más tarde con George al respecto. Entre todo, ninguno de los dos quiso mencionar la causa o más bien, el nombre latente en el aire, detrás de semejantes ataques. El joven Brower suspiró y luego sonrió, "Padre, hay alguien importante que quiero presentarte", y Anthony se volvió hacia la bella figura de su amada, que mantenía su distancia de ellos para darles su espacio.

"Ven, Candy", le dijo con una sonrisa, extendiendo su mano en invitación a ella. Candy secó sus lágrimas discretamente y se apresuró a ir a ellos y estrecharla, dejándose luego abrazar junto al muchacho. "Padre, te presento a la señorita Candis White Andley, mi novia." Sonrió orgulloso.

El señor Brower contempló a la bella jovencita de cabellos rubios y sonrisa inocente.

"Candy," continuó el joven muchacho, "te presentó a mi padre, el Capitán Vincent Alexander Brower."

"Es un placer, señorita Andley", dijo el elegante caballero y besó su mano con cordialidad.

"Mucho gusto, señor Brower." Respondió Candy feliz.

"Candy, no sabes la dicha que me da el poder conocerte finalmente. Mi hijo me ha hablado mucho de ti durante el último año. Y verdaderamente me alegro de que hayas llegado a su vida, como un día mi Rosemary llegó a la mía."

"Señor, Brower…" Dijo Candy sorprendida.

"Papá…" dijo Anthony conmovido.

Y luego bajó la mirada, sonrojada. "Muchas gracias."

"No hay de qué, pequeña" le dijo el elegante caballero con gentileza. "Anthony te ama mucho. Y en verdad pienso que es un joven afortunado al contar con tu cariño."

Candy le sonrió, sin perder su rubor. "Yo pienso que la afortunada soy yo en realidad." le confesó, entrando en confianza.

"Candy…" protestó ahora su novio.

"Has cuidado de mi hijo todo este tiempo, Candy, y hasta donde sé, eres la razón principal por la que mi hijo se ha recuperado tan maravillosamente."

"No solo por mí, señor Brower." corrigió la pecosa, "Dios ha puesto en nuestro camino excelentes médicos y Anthony ha sido muy valiente y paciente en todo el proceso."

Su novio la miró con adoración.

Mientras los jóvenes tenían su momento de fascinación, el señor Brower observaba a su hijo con detenimiento. Debía reconocer que Anthony tenía toda la apariencia de un Andley, excepto por los ojos, claro, su querida Rosemary le había dicho que eran tan azules y expresivos como los suyos. Y la forma en que veía a esta dulce jovencita le traía conmovedores recuerdos de su juventud, con su esposa.

"No ha sido fácil para mí, papá," admitió entonces el muchacho. "Sabes lo fácil que me impaciento." Le dijo a su Padre, "pero Candy ha sabido sosegarme." Le sonrió enamorado y agradecido. "De hecho, ya casi no uso la silla de ruedas para movilizarme." continuó. "Bueno, en realidad hasta hoy intenté caminar todo el día sin su apoyo", reconoció. "Pero creo que lo estoy logrando muy bien." dijo complacido.

"Lo ha hecho maravillosamente bien", le dijo Candy al capitán, "pero le digo que se exceda demasiado."

"No lo haré, pecosa." le prometió con una sonrisa. Ella le sonrió de vuelta.

Y su padre sonrió, comprendiendo parte de la magia de su relación.

"Tengo mi enfermera personal como verás" sonrió orgulloso de su pecosa.

Vincent Brower asintió. "La señora Elroy me contó lo buena enfermera que has sido para Anthony durante su recuperación, Candy."

"Solo intento ayudar en lo que pueda." Se sintió apenada.

"¿La tía abuela y tú han conversado mucho recientemente?" preguntó su hijo. Su tía no le había comentado nada al respecto.

"Además de nuestra poca correspondencia durante mi convalecencia para saber de ti, no. Solo hablé con ella por teléfono hoy, para avisarle de mi llegada anticipada. Envió a George por mí, pero al final preferí traer mi propio auto. Aunque fue un poco más difícil hacerlo, al ver que aquí se conduce por la derecha."

"Es verdad." reconoció Anthony.

"Stephany, por favor, reciba el abrigo del caballero." Se oyó la voz familiar de la tía abuela, quien aguardaba junto al ingreso del salón principal, luciendo un elegante vestido para la ocasión. La mucama hizo una corta reverencia y se aproximó al señor Brower para recibir la prenda.

Por lo importante del encuentro con su hijo, el mayordomo principal no había querido interrumpir al señor Brower, y tras abrir la puerta y recibir únicamente su sombrero, vio que el capitán, olvidando todo lo demás a su alrededor, caminó hacia el interior del salón, al encuentro de los jóvenes Andley que bajaban en aquel momento del ascensor.

El señor Brower entregó la prenda a la doncella agradeciendo y luego mantuvo su mirada en su antigua antagonista. "Buenas noches, señora Elroy" dijo él, sin la menor intención de aproximarse.

"Buenas noches, Vincent." Le respondió conservando la distancia también.

Anthony y Candy se asombraron de lo frío de su saludo.

"¡Tío Vincent!" los muchachos Cornwell, ataviados en su traje más elegante, terminaron de descender la suntuosa escalera y saludaron efusivamente al padre de su primo favorito.

"¡Muchachos, es un gusto verlos otra vez!" les dijo feliz, después de abrazarlos y estrechar sus manos, "Stear, ¡eres la viva imagen de tu padre! ¿Cómo está él?"

"Viajando." Respondió Stear encogiéndose de hombros, sin comentar nada más.

"Ah! Ya veo." Dijo el caballero, leyendo entre líneas.

El mayordomo se aproximó y los invitó a todos a pasar al salón. Anthony ofreció su brazo a Candy, y ella lo aceptó ante la sonrisa paternal del señor Vincent, quien ofreció también el suyo. Y en medio de los dos caballeros Brower, la joven pecosa hizo su ingreso en al salón con un delicado sonrojo en sus mejillas.

Stear hizo lo mismo con la tía abuela, quien le sonrió complacida.

La cena fue todo un poema de etiqueta y conversaciones casuales. Fue cuando pasaron al salón para una copa de Coñac que el señor Brower contó a todos los presentes los momentos más difíciles que vivió al tener que enfrentar el atentado. Anthony no pudo evitar sentir por primera vez en su vida un odio incontenible por la mujer que tanto daño había hecho a su familia. Al contar ellos a su padre su versión del segundo atentado, la señora Elroy se notaba intranquila con el relato.

"¿Sucede algo, Elroy?", dijo molesto el señor Brower, por primera vez llamándola únicamente por su nombre de pila.

Ella levantó la vista y lo miró a los ojos. "No me malinterpretes, Vincent. No más. Para mí es terrible escuchar otra vez lo que Sarah fue capaz de hacer en su locura."

"Ella no está loca, Elroy, ella sabe perfectamente lo que hace. Y harías bien en dejar de visitarla en esa prisión, si quieres que mi hijo continúe bajo tu tutela."

Todos se paralizaron con su advertencia.

"Dejé aquí a Anthony por consideración a tu familia, y por mi trabajo. Pensé que velarías por su bienestar como lo hiciste por mi Rosemary, pero me equivoqué. Esa hijastra tuya nunca dejó de acosarme. Incluso el año pasado que visitó Inglaterra tuve que hacerla salir de las oficinas de mi empresa al ella armar un escándalo por negarme a recibirla por enésima vez. En esa ocasión, gritó que me arrepentiría por mi rechazo, creo que la subestimé. No cometas el mismo error."

"¡No sigas, Vincent!" La dama de hierro volvió su rostro a un lado y cerró sus ojos, llevando su pañuelo a su rostro.

"Te pido que reconsideres tu relación con la familia Legan, Elroy. ¡O yo reconsideraré mi relación y la de mi hijo con la tuya!" Se puso de pie. "Disculpen" dijo y abandonó el salón.

Todos se quedaron en silencio.

Anthony se puso de pie con expresión seria, "Discúlpenme también, por favor." dijo, y salió en busca de su padre.

Luego de un momento, lo encontró viendo hacia los jardines desde la pequeña terraza que sobre veía la propiedad, en la parte trasera de la mansión. Era una noche fría y oscura. Solo las luces del interior de la mansión se reflejaban sobre las sombras del jardín.

Su padre se volvió al sentir su presencia, y exhaló cansado. "Lo lamento, Anthony. Me había propuesto mantener la compostura, al menos durante nuestro primer encuentro."

"Descuida, papá." Su hijo se aproximó a él y se recostó sobre el barandal, viendo hacia el frente. "Creo que ella te comprende." Lo volteó a ver. "Lo que nos sucedió… no es algo que pueda tratarse a la ligera. Lo que le dijiste," el joven dudó "¿quiere decir que ya sabes sobre la compra de las propiedades Legan?"

"Así es." Le respondió con cansancio.

Silencio.

"Es una de las tantas afrentas que no estoy dispuesto a soportar más." Le dijo. "Vine hasta acá tan pronto como pude, deseando comprobar con mis propios ojos que tú te encontrabas bien, hijo, y que estabas a salvo. Pero he de confesarte que cuando planifiqué mi viaje a América, lo hice también con toda la intención de llevarte conmigo de vuelta a Escocia."

"¡Padre!" dijo Anthony sorprendido.

"Creo que llegó el momento de separar los caminos de nuestras dos familias. La familia Andley tiene su propia manera de lidiar con actitudes como la de los Legan; nuestra familia, en cambio, Anthony, - aunque de menor alcurnia, como diría tu tía abuela- tiene una manera tajante de hacerlo. No quiero que su actitud relajada te ponga en riesgo otra vez. Quiero que vengas conmigo."

Anthony lo vio en silencio y luego, apoyando la mitad de su cuerpo sobre el barandal de piedra, se volvió hacia la oscuridad de los jardines frente a ellos otra vez, pensando. "Si me hubieses dicho eso hace más de dos años, papá, no habría dudado ni por un momento en marcharme a tu lado. De hecho, nunca comprendí por qué no me lo pedías." Le dijo para su sorpresa. Luego se volvió, y miró al caballero de expresión culpable en los ojos. "No busco explicaciones, papá, pero ahora tú debes comprender que ya no se trata solo de mí. Todos lo considerarán algo precipitado de mi parte, pero Candy es parte de mi vida ahora, y aunque legalmente aún no seamos nada, para mí cualquier decisión de vida nos afecta a ambos. A principios de mes, la tía abuela mencionó que el Tío Abuelo William deseaba mandarnos a todos a estudiar a Inglaterra, al Colegio San Pablo, para después dejarnos a mí y a mis primos en Oxford estudiando, mientras Candy regresaba a América la duración de nuestras carreras. Me negué." Le dijo. "De hecho, estoy esperando la oportunidad de apelar esa decisión ante el mismo tío abuelo William."

"Anthony", se sorprendió su padre.

"Te quiero, papá. Pero quisiera permanecer con los Andley un tiempo más. El suficiente como para que Candy y yo podamos movilizarnos juntos."

La expresión de su progenitor se volvió seria.

"Tú no quisiste separarte nunca de mamá cuando ella fue enviada al Colegio San Pablo." Le recordó su hijo. "Ella no pudo evitarlo entonces".

La expresión triste de su joven Rosemary se hizo presente en la memoria del capitán. Fue devastadora la noticia, cuando en esa misma mansión de Chicago, ella le confesara las órdenes de su padre. Ellos apenas eran unos jovenzuelos.

"Entiendo." Suspiró el capitán de pronto derrotado. "Veo que no tengo la menor oportunidad de convencerte de marcharte conmigo." Le dijo triste.

Su hijo solo sonrió en respuesta, negando.

"Entonces… lo que me estás diciendo es que tu noviazgo es más que eso. Que tu decisión respecto a la señorita Andley, ¿es algo ya definitivo'" le dijo.

"Totalmente, papá." Sonrió más el apuesto muchacho. "De hecho, con tu apoyo y tu bendición, por supuesto, quisiera solicitar su mano, y dejarlo por escrito como corresponde. Lo antes posible."

Vincent Brower sacudió su cabeza en asombro ante la madurez de su hijo. "Creo que estoy volviéndome viejo ya, Anthony", suspiró.

"No, ¡eso nunca!", Anthony sonrió. "Solo es que ahora tendrás una hija más por quién velar, además de mí. - Y por quien hablar ante el tío abuelo para solicitar que me acepte como su prometido-" Le dijo divertido.

Su padre lo vio preocupado.

"Míralo así, papá, cuando dentro de diez años te veas rodeado de varios nietos, jugando en los jardines de la mansión Brower de Escocia, verás hacia atrás, hacia este momento, - ¡y me lo agradecerás! -" Bromeó Anthony.

El capitán Brower se sorprendió y se soltó una carcajada divertida. "Así que te lo agradeceré en el futuro, ¡¿eh?!" le dijo a su hijo sonriendo. Anthony lo vio reír con un corazón alegre por primera vez en años.

"Así es." Le dijo convencido.

"Está bien." Reconoció el guapo capitán. "Me encargaré de ver lo de tu compromiso de inmediato. Hablaré con George."

"Gracias, papá." Le sonrió agradecido un hijo emocionado.

"Entonces ahora tendré dos hijos, me dices" recapituló el señor Brower.

Anthony asintió. "Eso creo."

"Bien, solo espero que no te enfades conmigo cuando en el testamento te enteres que le dejé la totalidad de la naviera a tu hermana Candy."

"¡Papá!" se horrorizó Anthony, "¡Ella no es mi hermana!", protestó.

"¡Pero tú dijiste que lo era!" le dijo, empujándolo con su hombro y comenzando a reír al ver su reacción ofendida. Anthony lo vio reír libremente, y sacudiendo su cabeza, rió también con él. "Lo de la naviera no es problema para mí, papá, y lo sabes… es lo de que sea mi hermana lo que no me agrada" explicó sonriente, "no podría casarme con ella!" Le dijo. Y devolvió el empujón de brazo con su hombro a su padre, ambos rieron.

Encontrarse bromeando con él de esa manera tan despreocupada, como cuando él era tan solo un niño, lo hizo sentir que había recuperado a su padre. Ahora sí tenía en su vida a todas las personas que más amaba.

Todas, excepto una, le recordó su mente brevemente recordando a su querida madre. Ella estaría muy feliz de verlos juntos hoy. La expresión de Anthony se volvió de añoranza, pero no solo por ella. En realidad, el muchacho se dio cuenta que en su vida faltaba también alguien más.

Continuará…

¡Espero que les haya gustado!

Por otra parte, ¡mil gracias, Georgy y Julie, por sus comentarios! ¡Un gusto leerlos! Y saludos a todos los lectores ocasionales y a los que le siguen la pista a esta historia que es muy querida para mí. - ¡Bendiciones hasta Ucrania! ¡Dios los proteja y bendiga siempre!-

¡Un saludo a todos los lectores, que tengan un lindo día!

lemh2001

Guatemala, 31 de mayo de 2023